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Edición de genes y conflictos éticos

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La llamada técnica CRISPR/Cas9 es el descubrimiento más importante de los últimos tiempos en bioingeniería y genética. Esta técnica se basa en lo que las bacterias hacen de manera natural, esto es, reparar daños de la estructura o lectura de sus genes. Para ello usan una serie de tijeras químicas (enzimas) que ubican el daño, lo eliminan y reemplazan por un ADN nuevo.

Este mismo principio se ha perfeccionado en los laboratorios de investigación y hoy se cuenta con todo un aparataje ultramolecular que permite editar genes, modificarlos, borrar o reemplazar genes de enfermedades de todas las especies, abriendo la puerta a la edición de ADN humano, al diseño de hijos a la medida, a revivir especies extintas o crear bichos modificados.

Con este sistema de edición del lenguaje de la vida, ya se ha logrado editar la información alterada de células humanas en un tipo especial de anemia (drepanocítica) que protege de la malaria, así como la distrofia muscular de ratones, el gen de la catarata ocular, se han podido modificar las células de la fibrosis quística, se han transformado receptores de células para resistir a la infección por virus HIV y se ha logrado mezclar ADN de mamut con elefante. La técnica de edición de genes trae intensas discusiones éticas, algo similar a lo que ocurrió en 1970 en Asilomar-EE.UU. con las técnicas de genética molecular, que entraron a un año de moratoria hasta comprobar que no eran peligrosas. Ahora el CRISPR/Cas9 provoca los mismos recelos y los científicos de Estados Unidos, Reino Unido y China, reunidos en Washington, piden una moratoria, ya que se podría aplicar la técnica para manipular embriones, óvulos, espermatozoides, o crear armas biológicas esculpiendo el ADN de bacterias o virus.

En caso de que se editen genes, la discusión ética viene también al preguntarse qué enfermedad es calificable para ser tratada o qué individuo, o a quién se autorizará usar esta técnica para terapias.
La preocupación por el uso de la técnica de edición de genes desborda hacia la política. Hay países de economías fuertes que postulan que solo ellos deberían manejar la técnica y que se la prohíba a otros países, más aún a los peligrosos. ¿Quién calificará a los países? Atrás de estos postulados se esconden intereses de mercado, capital y poder científico-tecnológico. Ecuador debería apuntar a esta tecnología que nos permitirá a futuro entrar en la terapia genética moderna y no quedarnos rezagados ante la posibilidad de edición de genes como técnica prometedora de cura.

La neurociencia del futuro

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La Facultad de Ciencias de la Salud de la UDLA (Universidad de las Américas) organizó un ciclo de conferencias magistrales denominado ‘Rebasando esquemas, la neurociencia del futuro’. Los expositores fueron destacados médicos estadounidenses del hospital Johns Hopkins, uno de los mejores del mundo. La temática conjugó dos cuestiones clave: la investigación básica promovida en sus propios centros y la aplicación directa en sus pacientes.

Entre los invitados estuvo el famoso ‘Doctor Q’, Alfredo Quiñones, de origen mexicano, quien tras vivir peripecias en sus varios intentos por entrar a Estados Unidos, logró finalmente estudiar medicina en ese país y ahora es una eminencia en neurocirugía y neurociencias. Estuvo acompañado de sus colegas Kairsom Chaichana, neurocirujano oncólogo; Geoffrey Colby, cirujano cerebro vascular; y Luis Rodríguez, neurocirujano general y pediátrico.

La neurociencia es un importante campo de investigación. El cerebro ha sido un eterno desconocido. Para entenderlo aportan un conjunto de disciplinas científicas que estudian tanto su estructura como sus funciones: bioquímica, biología celular y molecular, farmacología e histopatología del sistema nervioso tratan de entender las bases biológicas de la conducta. La psicobiología, la psiquiatría molecular, la neuroingeniería, la neurogenética, entre otras, alimentan las neurociencias. Todas tratan de desentrañar el pensamiento, las percepciones, la memoria, los conocimientos, la voluntad, el lenguaje y todo cuanto el cerebro comanda.

A la neurociencia le han rodeado mitos por la difícil tarea de entender el cerebro y la imposibilidad ética de hacer experimentos. Tras años de recopilación de datos, hoy se han mapeado zonas cerebrales y asignado funciones precisas, se manipulan células nerviosas, se ha logrado reproducirlas, se entienden mejor los neurotransmisores químicos, se conocen más las enfermedades cerebrales.

Se cuenta con fármacos especializados, procedimientos quirúrgicos y microquirúrgicos robotizados, bioestímulos, manejos de emociones, bloqueos de genes, uso de células madre para terapias. En los últimos 30 años hemos dado un salto gigante en la comprensión del órgano más importante del ser humano. Pero ni neuroantropólogos, ni genetistas ni cirujanos han logrado entender conductas que determinan sociedades injustas que ponen en peligro la supervivencia de la especie humana.

En el futuro están desafíos promisorios para desarrollar la neurociencia: entender y curar enfermedades, como alzhéimer, párkinson, epilepsias, autismo, retardo mental o bipolaridad.

La importancia de Lucy

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

El 24 de noviembre de 1974 se descubrió en Etiopía un conjunto de 52 huesos fósiles de un homínido, es decir un primate parecido al hombre moderno, que vivió hace 3,2 millones de años, tenía 20 años de edad, medía 1,10 metros, pesaba 20 kg en vida, tenía un cráneo menor al tamaño de un chimpancé, habría tenido hijos (por análisis de su pelvis) y, lo más importante, caminó erguido sobre sus pies, como se deduce de la forma de sus huesos. Se le llamó Lucy en homenaje a la canción de The Beatles y conmemoramos el aniversario 41 del fascinante hallazgo.

Para la ciencia evolutiva, el descubrimiento de Lucy (Australopithecus afarencis) es trascendental porque representa el paso del ‘mono al hombre’, y podría ser algo similar al eslabón perdido en el árbol genealógico de la evolución humana, completando lo que sabemos de nuestros antepasados primates.
Los restos paleoantropológicos son claves para explicar la evolución humana, lo que se llama proceso de hominización, y que ahora lo entendemos como un transcurrir largo, progresivo, complejo y parsimonioso. Lucy representa la evidencia de que procesos humanos como el caminar sobre los pies y armar la anatomía humana actual fueron producto de cambios adaptativos y por selección natural, que poco a poco se fijaron en los genes hasta producir nuevas especies más evolucionadas que las anteriores.

Lucy es nuestra antepasada, pertenece al grupo homínido junto con todos los otros importantes restos que evidencian el origen del hombre. Pero de estos antepasados nos alejamos y pertenecemos a un género con una sola especie: homo sapiens. Como especie, Lucy desapareció, pero como evidencia evolutiva, es uno de los más antiguos antepasados encontrados.

Los estudios genéticos en los restos fósiles dan cuenta también de la evolutiva antropogénica. El ADN de los homínidos es muy similar; existen pequeñas diferencias (hasta de un 3%) entre los diversos integrantes de este grupo biológico, pero son precisamente las particularidades del ADN de cada especie las que las hacen singulares, incluida la más desarrollada, el homo sapiens.

Conjuntamente, los datos paleoantropológicos y genéticos modernos sustentan la evolución humana en la teoría sintética de la evolución. Entendemos las semejanzas anatómicas y genéticas y podemos evidenciar también sus intrincadas diferencias. Todas las especies del planeta compartimos el mismo ADN en expresiones más o menos complejas y todas somos parientes de genes. Lucy conmemora nuestro origen primate por su parecido físico.

Noviembre 29 de 2015

Negociantes del clima

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Utilizar la naturaleza para beneficio humano ha sido el eje fundamental del progreso de las sociedades, pero su abuso ha puesto en peligro a la propia humanidad y a otras especies que se ven afectadas por los dramáticos cambios del clima, generados, sobre todo, por las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero.

A finales de este mes se llevará a cabo en París la reunión sobre cambio climático y sus efectos. Un punto clave son los efectos en la salud, al menos así se desprende de la reunión preparatoria del COP21. Pero el cambio climático es más complejo. Se estima que se producirá un aumento del 100 millones de pobres en el mundo. El 51% de países no tiene una política clara sobre las medidas a tomar para evitarlo. El 85% de personas vive en las zonas de sequía del mundo que tendrán una baja de producción prevista del 5% hasta 2030 y del 30% hasta 2080.

La exposición a partículas finas del aire está asociada al cáncer (pulmón, vejiga, piel), aumento de la mortalidad por problemas cardiovasculares, enfermedad isquémica del corazón, accidentes cerebrovasculares, asma y algunas enfermedades infecciosas emergentes, como malaria, tuberculosis, diarreas y malnutrición, que determinarán 250 mil defunciones anuales más. La Unión Europea destinará 53 millones de euros para los países en vías de desarrollo para que alivien los efectos del cambio climático. Pero esto aparece más como un mitigamiento de conciencia a una doble moral.

Los responsables del cambio climático se han empeñado en minimizar la problemática y se han obstinado en ser espectadores y usufructuadores. China y Estados Unidos tienen visiones curiosas de su responsabilidad en el daño ambiental. China se ha mostrado más abierta a modificar sus políticas de contaminación y acepta cambiarlas hasta 2030, mientras que Estados Unidos ha sido más empecinado en su esquema productivo, lo que hace especular que los verdaderos contaminadores del planeta y responsables del cambio climático prefieren pensar en sus ganancias. Es poco probable entonces que los opulentos acepten modificaciones.

Se pretende trasladar la responsabilidad del daño ambiental a los individuos mediante campañas de ahorro, de no contaminación con basuras clasificadas, etc., pero no se enfrenta a los grandes contaminadores. Se lavan conciencias en las reuniones, pero no se aceptan responsabilidades en lo que la OMS advierte como aire poco limpio, aguas contaminadas y muertes. Quizá la reunión del clima no se convierta en una sesión de quejas, más que de propuestas y compromisos reales.

Noviembre 22 de 2015

Prevención de los problemas genéticos

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Los organismos de planificación y cuidado de la salud pública se preguntan si la genética médica desempeña algún papel en las soluciones de salud. En la respuesta hay que considerar cifras nacionales y compararlas con otros países.

Ecuador tiene una tasa de mortalidad infantil de 17,93 por mil nacimientos, frente a Somalia que tiene 104, Costa Rica 8, Cuba 4,7 y la más baja entre 222 países es la de Mónaco, con 1,8 (IndexMundi, 2015).
Según datos oficiales de la Misión Manuela Espejo, programa del Estado ecuatoriano, el país tiene 293.743 personas con discapacidad; de ellas, 71.417 (24%) presentan discapacidad intelectual y 222.326 (76%) registran el resto de discapacidades. La prevalencia total de discapacidades mayores a nivel de Ecuador es de 20,3 por mil habitantes.

La mayor proporción de discapacidades es de origen prenatal (48%), lo que significa que las embarazadas ecuatorianas tienen alto riesgo de tener hijos con enfermedades discapacitantes. El 30% de estos problemas son de origen genético.

Países que han reducido los nacimientos de enfermos con dolencias genéticas de gravedad media o alta, lo han hecho con políticas claras de salud prenatal. Hay países que bajaron en 15 años la tasa de malformaciones de 5 a 0,8% mientras que en Ecuador pasó del 25 al 14,6%.

La fórmula para disminuir enfermedades genéticas en los países que registran cifras bajas, siempre y en todos los casos, ha pasado por el Diagnóstico Prenatal (DP), sea por ecosonografía, que detecta hasta el 90% de malformaciones, o por pruebas genéticas que revelan problemas malformativos comunes, como los síndromes de Down, Turner, Klinefelter, Prader Willi, y otras mil dolencias. Los médicos cuentan con diagnósticos cada vez más tempranos de los problemas genético-malformativos-discapacitantes, y el asesoramiento científico médico-genético postula la opción de una interrupción eugenésica del embarazo.
Dos de cada tres DP terminan en una petición de interrupción de embarazo, disminuyendo así la tasa de nacimientos de malformaciones y monstruosidades.

En Ecuador no existe DP, y si se lo hace, se enfrenta a la imposibilidad legal de una interrupción del embarazo; frente a monstruosidades en los embarazos, nada se puede hacer.

El sistema de salud ecuatoriano no tiene opciones, por lo tanto, solo aumentarán los problemas discapacitantes, los costos sociales y, peor aún, los costos familiares que se cuadriplican con un hijo con problemas de este tipo. La genética sí es útil y el DP es una de sus herramientas, solo hay que implantarlo y cambiar las leyes.

Embarazo infantil

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La Fundación Desafío acaba de publicar el documento ‘Vidas robadas: entre la omisión y la premeditación’, de las autoras Virginia Gómez de la Torre, Paula Castello y Ma. Rosa Cevallos. La obra aborda de forma impactante la problemática de los embarazos infantiles, de niñas entre 9 a 14 años. Estos embarazos se han incrementado entre 2002 y 2010 en 78%, lo que significa 3.864 menores embarazadas producto de violencia sexual; 2,51 mujeres de cada mil están en este rango.

El embarazo en una niña por sí mismo es complicado (82% no deseados y 71% con complicaciones), más aún si ellos, en todos los casos, son resultado de violencia sexual, incluso los que se presentan por supuesto consentimiento, que están penados por la ley; 6 de cada 10 violaciones son en niñas. Un embarazo a esa edad, al decir de las autoras, se produce siempre en una condición forzada y violenta, en la que son anuladas como niñas y son obligadas a asumir abruptamente el rol materno. Tal atentado a sus derechos humanos conlleva un daño triple: físico, mental y social.

La investigación que respalda esta obra la convierte en un documento de denuncia, según el cual, el Estado omite e invisibiliza el problema, culpabiliza y castiga a la víctima. La situación de indefensión de estas niñas constituye una acción premeditada del Estado que mutila sus vidas.

Tanto la invisibilización del problema, como la premeditación y la maternización, son resultado de una inadecuada estrategia de protección integral de la salud, situación agravada por la imposibilidad de una interrupción del embarazo no deseado en un niña violada. A una niña se le obliga a ser “buena, abnegada y responsable madre”, debiendo buscar trabajo y sobrevivir, la mayoría de veces fuera de su familia y estigmatizada por la sociedad, a lo sumo integrada en un plan de anticoncepción prolongada, pero en el mismo ambiente de violencia sexual en que se desenvuelve, y adicionalmente privada de oportunidades, de estudios y marginada en la pobreza.

Pocos hablan de esta problemática. Las acciones de prevención y disuasión de violaciones no son suficientes. El embarazo infantil simplemente no debería existir. Educación sexual abierta, opción de anticoncepción, aborto, protección integral de salud y de derechos, deben contemplarse en estos casos. Con los conceptos tradicionales de salud, moralismos o religiosidad frente a esta problemática, no llegaremos a solucionarla. Necesitamos un código de salud realista y acciones desprejuiciadas para evitar los embarazos de niñas y que el Estado y la sociedad las condene al sufrimiento.

¿Y ahora qué comemos?

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La Organización Mundial de la Salud (OMS), por un lado, y el Departamento de Agricultura (DAG) de Estados Unidos, junto al Grupo de Trabajo sobre Ambiente y el Reporte a los Consumidores, han dado a conocer que las carnes rojas y las preservadas son cancerígenas, y que frutas y verdura que ingerimos están contaminadas por pesticidas.

El estudio de la OMS fue realizado por 22 investigadores de 10 países y se basó en recopilar datos de 800 estudios biomédicos poblacionales grandes, que asocian el consumo de carne roja o procesada con el origen de cáncer de colon, próstata y páncreas. El estudio asume que los productos químicos que libera la carne son los cancerígenos (hidrocarburos aromáticos policíclicos o N-nitrosos).

La investigación del DAG analiza cien mil sitios e informes de contaminación y encuentra que los productos comestibles de origen vegetal y producidos con agricultura tradicional están contaminados por 67 pesticidas, en el 86 al 95% de su constitución. Patatas, tomates, apios, peras, manzanas, nectarines, uvas, espinacas, lechugas, hongos, entre una centena de productos, tienen los valores más altos de contaminación. La contaminación por glifosato es preocupante en los productos transgénicos, e incluso el estudio llama la atención sobre la contaminación indirecta, pero menor, de los productos obtenidos con agricultura orgánica.

Según estos estudios, todas las personas deberían reevaluar su sistema alimenticio; los países que producen carne para alimentación y procesada deberían dejar de producirla; las personas que comen frutas y vegetales no deberían ingerirlos. En suma, comer es cancerígeno. Aunque este argumento es dramático, también es absurdo. La carne roja y procesada está catalogada en el mismo sitio de otros productos dañinos, como tabaco o pesticidas, grupo 2A, es decir potencialmente cancerígenos. Según esto, daría lo mismo comer 50 gramos de carne que exponerse a pesticidas. Esto va contra el sentido común y la realidad.

Las críticas a esta postura no se han hecho esperar. Países, productores y consumidores han quedado perplejos. Entender el cáncer es complejo; no solo lo provocan factores externos, hay genes y predisposiciones genéticas para su instauración y, por supuesto, otros factores aún no determinados. Si bien los tóxicos de genes como pesticidas y componentes propios de las carnes “podrían ser cancerígenos”, no son “seguros cancerígenos”. Mientras existan evidencias controversiales, la recomendación es comer variado productos con control de calidad y apuntar a lo orgánico.

Noviembre 1 de 2015

La Academia de Ciencias y la biodiversidad

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La Academia de Ciencias del Ecuador (ACE) fue aceptada como parte de las Academias de Ciencias del Mundo. Esta magnífica noticia coincide con la realización, el pasado 13 de octubre, del Simposio de Biodiversidad en el Ecuador, organizado por la ACE, conforme a sus estatutos y aspiraciones de divulgación de la ciencia.

Con la asistencia de numeroso público se trataron cuatro temas: Diversidad de los árboles de la Amazonía ecuatoriana (Dr. Renato Valencia), Diversidad de anfibios del Ecuador (Dr. Santiago Ron), Escamas, genes y diversidad de reptiles del Ecuador en el siglo XXI (Dr. Omar Torres), Variabilidad genética de la población del Ecuador (Dr. César Paz-y-Miño) y Variantes genéticas en cáncer en la población ecuatoriana (Dra. Paola Leone).

En plantas se ha podido caracterizar las especies que se encuentran distribuidas en diversos suelos, según la temperatura y sus nutrientes. Existen algunas especies que tienen un único individuo en un amplio sector geográfico. En plantas somos megadiversos como país.

Más diversos somos en anfibios y reptiles; los estudios genéticos muestran datos importantes para la comprensión de esta diversidad. En períodos amplios de estudios se han descubierto muchas especies, pero la aplicación de técnicas de ADN para identificación, hace posible una velocidad impresionante para el descubrimiento de otras nuevas. Además, se han construido árboles evolutivos y de parentesco de especies de manera más precisa.

En las poblaciones humanas, los estudios de genes comprueban la teoría clásica del origen de los primeros habitantes de América y de lo que hoy es Ecuador. Se demuestra genéticamente que el paso por el estrecho de Bering es una realidad. Como curiosidad, se mostró que la población de Ecuador tiene una señal genética típica de esta zona al compararla con los vecinos y con la población del sur de Asia. Esto podría dar fuerza a la teoría de que hubo migración desde Oceanía hasta el Ecuador.

Las variantes encontradas en los estudios de cáncer muestran que diversos tipos de cáncer tienen cambios genéticos que, aunque no nos hacen diferentes del resto del mundo, hay particularidades que explicarían el comportamiento del cáncer, sea en mejores o peores respuestas a los tratamientos, o en mayor o menor agresividad y sobrevida de los individuos que portan o no las variantes genéticas.

Para la ACE fue un evento importante para su desarrollo institucional. La Academia de Ciencias debe crecer, tomar posiciones sobre problemas sociales, y ser el órgano de consulta oficial en temas de ciencia y su impacto en la sociedad.

Octubre 25 de 2015

Nobel a la reparación de genes

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Los investigadores Tomas Lindahl (Suecia), Paul Modrich (Estados Unidos) y Aziz Sancar (Turquía) ganaron el Premio Nobel de Química de 2015 por sus trabajos sobre los mecanismos por los cuales el ADN repara o reconstruye los daños de su estructura, tras una rotura o fallo de su molécula.

El ADN se rompe frente a influencias ambientales, sean contaminantes de origen físico como las radiaciones. Más de mil químicos de uso cotidiano o laboral rompen el ADN y existen algunos virus y bacterias que al infectar a los organismos inducen roturas. También se han descrito genes alterados que provocan roturas del ADN y enfermedades genéticas que se manifiestan con roturas del material genético.

Normalmente las personas reparan el daño o las roturas del ADN y para eso utilizan una serie de mecanismos moleculares, justamente los descritos por los premios Nobel, para reparar la molécula. Un 90% de personas reparan de manera efectiva el daño del ADN y recuperan su estado de salud, pero el 10% de personas mantienen el daño que se refleja en alteración de genes de manera más o menos dramática. Un 5% de personas que mantienen las roturas pueden desarrollar cáncer; un 3% tienen abortos y un 2% generan hijos con problemas malformativos.

En el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de las Américas (UDLA) hemos estudiado durante años los efectos de varios agentes que rompen el ADN: evaluamos personas expuestas a pesticidas, al famoso glifosato en la frontera norte, a hidrocarburos en las áreas petroleras, a pescadores expuestos a radiación ultravioleta, a personal de laboratorios médicos que manejan formol y a trabajadores en radiodiagnóstico. En resumen, todos estos individuos presentan mayor porcentaje de roturas de su ADN y se consideran población de riesgo.

El ADN se puede dañar en una de las letras del código genético; pueden estar mal emparejados sus componentes, o se dan fallos durante la duplicación del ADN antes de una división celular. En estos puntos errados actúan los mecanismos de reparación. Estos mecanismos son los guardianes de la fidelidad de la lectura del material genético, aseguran la salud y la vida.

Una proyección de los mecanismos de reparación fue el descubrimiento de una técnica de corte y edición del ADN llamada CRISPR Cas9 que, actuando a modo de tijeras químicas, puede cortar la molécula y luego reeditarla. Con esta técnica se podrían corregir genes dañados y reescribir el lenguaje del código genético, aplicándola en terapia genética. Se cumpliría así el sueño de los genetistas de remplazar genes malos por buenos.

Quito, octubre 18 de 2015

Debate sobre el Código Ingenios

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Convocados por la asambleísta Ximena Ponce, vicepresidenta de la Comisión Permanente de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, para conocer la propuesta del Código Ingenios, discutir sus artículos y proponer cambios o incorporar nuevas perspectivas, nos reunimos investigadores de las universidades UDLA, Politécnica Nacional, PUCE, ESPE, entre otras, generándose un interesante debate de la problemática científica nacional.

Fuimos consultados sobre la optimización y uso de equipos de investigación, sugiriéndose que se propenda al fortalecimiento de la cooperación entre todos los sectores, sean privados o públicos. Punto de intenso debate fue la devolución de dinero por presupuesto no ejecutado. Se esbozó una queja general sobre la lentitud de los procesos de compras públicas que, al tardar tres o más meses para la adquisición de un producto, se llega a rebasar periodos de ejecución presupuestaria. Algo similar ocurre por la compra de “grupos de productos”, es decir, si un investigador requiere una unidad de un producto específico, deberá esperar que otros necesiten el mismo producto para que se realice un pedido en grupo, lo que retrasa las investigaciones. Se sugirió cambiar el sistema de adquisiciones para universidades y centros de investigación.

Se habló de los comités de ética, del biopirateo, de la necesidad de encontrar un camino para desarrollar investigaciones nacionales, sin trabas ni restricciones a científicos del país para la obtención de muestras biológicas. Deberíamos desarrollar mecanismos legales para evitar el biopirateo de extranjeros, pero hay que apoyar directamente a los investigadores nacionales que hacen esfuerzos tremendos para competir en ciencia desde el país.

Se dialogó sobre el programa de incentivos para quienes inviertan en investigación o para donaciones. Se puso en debate la propiedad intelectual y se recalcó que debe procurarse la defensa de quien inventa o innova.

Se discutieron aspectos cotidianos pero relevantes de la investigación. Las intervenciones apuntaron a mostrar la problemática real de los investigadores y de los centros de investigación. Se planteó modificar la cuasi persecución del Consep a los insumos de investigación y a los centros que los solicitan. Se comentó sobre el ambiente desalentador para los investigadores.

Recomendamos a la asambleísta Ponce que se incorpore a estos diálogos a los actores del sistema de ciencia y tecnología, pero a aquellos con poder de decisión ya que normalmente brillan por su ausencia y los criterios de los científicos finalmente no son incluidos.

Quito, octubre 11 de 2015