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Desafíos para la ciencia ecuatoriana

Por: Dr. César Paz y Miño

Ecuador tiene un interesante movimiento de la producción científica en los últimos 10 años, lo que refleja un cambio de visión sobre la importancia que debe conferir un país al desarrollo de ciencia y tecnología. Falta mucho por hacer, pero la mejora es innegable. Hay para considerar, dos sistemas de información sobre producción científica: Scimago y Scopus, con la mayor base de datos sobre ciencia. Ambos repositorios, con pequeñas diferencias, colocaban a Ecuador en el puesto 95 para el año 2006, dentro del ranking científico de países y en 2016 en el puesto 80. Existe una mejora sustancial: pasamos de 314 documentos científicos publicados, a 2.284; crecimos 727% en producción científica.

Cuando se mide el impacto de la ciencia que se genera en Ecuador, el panorama no es tan alentador. Este impacto se calcula por el número de publicaciones existentes de acuerdo con el número de veces que los trabajos científicos son citados por otros investigadores, esto se conoce como índice h. Tanto en el 2006 como el 2016, Ecuador tiene el mismo índice h: 111. Crecimos en número pero no en calidad. En realidad, solo el 74% de la producción científica corresponde a artículos científicos, el resto son participaciones en congresos, revisiones de temas, libros. Debemos por tanto mejorar la calidad de trabajos científicos.

Las diez áreas de producción científica más numerosas en 2016 tenían a la cabeza a la Medicina, luego Agricultura-Biología, Ciencias de la Computación, Ingenierías, Ciencias Sociales, Ambiente, Genética-Bioquímica, Física, Ciencias de la Tierra, Química. En 2006, a la cabeza Medicina, seguida por Agricultura, Ambiente, Física y Astronomía, Ciencias de la Tierra, Genética-Bioquímica, Neurociencias, Ingenierías, Ciencias de la Computación, Inmunología-Microbiología. Otra cifra que llama la atención es que solo 48 instituciones ecuatorianas producen ciencia.

Se debería retomar las tesis de pregrado, ser enérgicos en no aceptar la barbaridad de que las Universidades se puedan autodefinir solo como de docencia (clases) y no de investigación; se debe inyectar dinero para investigaciones relevantes, reevaluar la calidad de cooperación científica internacional. Tenemos como instrumento importante la aplicación del Código ingenios, las asociaciones público-privadas, reducción de impuestos por aporte a la investigación. Se debe facilitar el funcionamiento de centros dedicados a la investigación, cambiar leyes del Consep, aduanas, entre otras medidas que mejorarán nuestra capacidad de producción científica y subir así en nuestro índice h.

El Estado es laico

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Estamos casi acostumbrados a oír que el Estado ecuatoriano es laico. Esto se dijo en la posesión de los nuevos asambleístas, pero al parecer se olvida qué mismo significa el término. Laico es el que no abraza una orden clerical, o es independiente de cualquier organización o confesión religiosa.

“Laicismo es una corriente de pensamiento, ideología, movimiento político, legislación o política de gobierno que defiende o favorece la existencia de una sociedad organizada aconfesionalmente, es decir, de forma independiente, ajena a las confesiones religiosas”. Su ejemplo más representativo es el “Estado laico o no confesional”, lo que significa que un Estado (nación o país), “es independiente de cualquier organización o confesión religiosa o de toda religión”, y lo más importante: “las autoridades políticas no se adhieren públicamente a ninguna religión determinada ni las creencias religiosas influyen sobre la política nacional”.

Esto sería en un Estado afianzado, desarrollado, comandado por el empirismo racional. Y aunque la Constitución de Ecuador sí habla del Estado laico, se ha hecho hábito el hecho de patrocinar la religión personal en actos o declaraciones públicos.

Lo más grave es que las posturas religiosas se imponen también a la hora de formular políticas públicas. Los países más avanzados en legislación, en derechos civiles o reproductivos, que protegen el derecho a la eutanasia, eugenesia y aborto terapéutico, muerte asistida, testamento vital, diagnóstico prenatal, entre otros derechos, son justamente los países más desarrollados. No así los países latinoamericanos, que tienen una débil política de apoyo a estos derechos, e igual Ecuador. Como médico genetista laico he luchado 30 años por estos derechos y, contradictoriamente, he visto cómo se han deteriorado. Cuando comenzamos con el Diagnóstico Prenatal (1987), frente a un embarazo con problemas malformativos graves o fruto de una violación, o por peligro para la vida de la madre, se podía realizar una interrupción terapéutica del embarazo con la firma de dos médicos y el consentimiento de la madre. Hoy todo está peor: se penaliza a la madre, al médico y al equipo de salud. Aumentan los embarazos adolescentes y el aborto sin atención especializada, por tanto, crecen las muertes maternas.

Se esquivan estos temas de salud pública y su discusión, y cuando se tocan, se antepone la moral o la religiosidad, olvidando el mandato constitucional del laicismo. Quizá con el nuevo gobierno, gabinete y legisladores, nos encaminemos por rumbos más actualizados y progresistas.

Acreditación de universidades (I)

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

El Ceaaces (Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior) puso en circulación la nueva propuesta de evaluación y acreditación de las Instituciones de Educación Superior (IES) ecuatorianas, y pide se opine. En tal sentido, comparto el punto de vista de un profesor-investigador, perteneciente a una universidad cofinanciada (asociación público-privada).

Punto trascendente es la categorización de las universidades en dos: las dedicadas a docencia pura y las de docencia e investigación. Aunque la ley que regula tal categorización está dictada, es una barbaridad que, para un país con mínima investigación, se deje que sean las propias IES las que puedan autodefinirse en una de las categorías. Para ciertas universidades, esta es la oportunidad esperada. Una oportunidad legal, pero no moral, de autodefinirse por la docencia, ya que el ‘gasto’ en investigación a la mayoría de IES les parece alto (6% de su presupuesto), pues les hace percibir menos ganancias (contradictoriamente se definen sin fines de lucro). Esto ya vivimos en muchas IES: trágico para el país.

Concordamos con el presidente del Ceaaces, Francisco Cadena, que, por naturaleza, todas las IES deberían ser evaluadas con los criterios existentes, que incluyen a la investigación, es decir todas deben hacer investigación e invertir en ella. Si la ley facultara redefinir el ámbito, entonces los nuevos criterios de evaluación deberían aplicarse no en 2018, sino en 2021, para tener un tiempo en que las universidades puedan plantear de mejor manera su futuro (docencia pura o docencia más investigación). Así tal vez salvemos la investigación universitaria.

Las IES ahora solo serán acreditadas o no acreditadas. Ya no habrá categorías (A-B-C-D). Si las universidades se autodefinen como de docencia, tendrían más fácil su acreditación, con menos exigencias y, obvio, menos gastos. Las que se autodefinan de docencia e investigación tendrían que contar con 70% de PhD investigadores, lo cual complicará el sistema y pocas universidades lo lograrán. Por tanto, la Universidad ecuatoriana se sumergirá exclusivamente en la docencia.

Interesante, pero de difícil ejecución, es que las universidades de investigación deberán incrementar el presupuesto de investigación al 10%. Algunas privadas alegan que es mucho. Con este argumento, si solo pocas universidades tendrán PhD e invertirán 10% de presupuesto, ¿el resto de universidades qué hará?, ¿solo docencia?, sin investigar, ¿qué enseñarán? De nuevo: trágico.

EcuadorUniversitario.Com

Acreditación de universidades (II)

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La nueva propuesta de acreditación de las Instituciones de Educación Superior (IES) debería reforzar cuestiones claras de la ley. Así, la transparencia económica, como la publicación obligada del presupuesto general y el de investigación en particular. Evaluar que no se incluya en el presupuesto el pago a investigadores, cuando la ley indica que lo destinado a investigación es específico. Y aunque se dé valor a los recursos ajenos a las IES, estos no deben suplir los recursos propios que se asignan a investigación.

El documento de acreditación incluye participación de profesores en las evaluaciones, y esto se da con la asistencia de autoridades. Sería mejor evaluaciones reservadas de profesores, administrativos y estudiantes, sin la presencia de autoridades, para evitar la autocensura. Además debería contarse con la presencia de representantes distintos por cada subunidad evaluada y no con la presencia de las mismas autoridades de siempre. Adicionalmente los comités de ética deberían ser autónomos.

Si las IES optan por autodefinirse como de docencia y cesa la investigación, a los profesores-investigadores se les asignará más horas de clases, con lo que se completará el régimen trágico para la ciencia nacional. ¿Sin investigación qué se enseñará?
Para las de investigación debería existir una normativa por la cual los investigadores a tiempo completo no tengan más de 4 horas semanales de clase. Esto debería reflejarse en puntaje: a más horas clase menos puntos para la universidad. Clave sería calificar con mayor puntaje si hay investigadores a tiempo completo y con puntaje extra si hacen investigación.

Cuando se evalúan libros o capítulos publicados por profesores de las IES, se promueve la revisión por pares, pero las editoriales no aceptan comités editoriales externos y las IES son reacias a aceptarlos, tienen los propios. Esto debe aclararse, pues las editoriales ya son de por sí revisoras y por tanto solo aceptan lo que asumen tienen valor.

Hay otros temas complejos. Para la acreditación debería puntuarse más a las investigaciones con primeros firmantes o corresponding author de la institución. Ello porque al exigírseles a las IES más publicaciones, estas hacen convenios con publicadores externos, lo cual es un engaño público y damnifica la investigación nacional.

En otro acápite la ley habla de capacitación docente, pero debe considerarse que los cursos intrauniversitarios no tengan solo contenidos de corte administrativo, sino que sean relevantes en la capacitación de especialidad. Esto debe normarse y puntuarse.

EcuadorUniversitario.Com

Acreditación de universidades (II)

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

La nueva propuesta de acreditación de las Instituciones de Educación Superior (IES) debería reforzar cuestiones claras de la ley. Así, la transparencia económica, como la publicación obligada del presupuesto general y el de investigación en particular. Evaluar que no se incluya en el presupuesto el pago a investigadores, cuando la ley indica que lo destinado a investigación es específico. Y aunque se dé valor a los recursos ajenos a las IES, estos no deben suplir los recursos propios que se asignan a investigación.

El documento de acreditación incluye participación de profesores en las evaluaciones, y esto se da con la asistencia de autoridades. Sería mejor evaluaciones reservadas de profesores, administrativos y estudiantes, sin la presencia de autoridades, para evitar la autocensura. Además debería contarse con la presencia de representantes distintos por cada subunidad evaluada y no con la presencia de las mismas autoridades de siempre. Adicionalmente los comités de ética deberían ser autónomos.

Si las IES optan por autodefinirse como de docencia y cesa la investigación, a los profesores-investigadores se les asignará más horas de clases, con lo que se completará el régimen trágico para la ciencia nacional. ¿Sin investigación qué se enseñará?

Para las de investigación debería existir una normativa por la cual los investigadores a tiempo completo no tengan más de 4 horas semanales de clase. Esto debería reflejarse en puntaje: a más horas clase menos puntos para la universidad. Clave sería calificar con mayor puntaje si hay investigadores a tiempo completo y con puntaje extra si hacen investigación.

Cuando se evalúan libros o capítulos publicados por profesores de las IES, se promueve la revisión por pares, pero las editoriales no aceptan comités editoriales externos y las IES son reacias a aceptarlos, tienen los propios. Esto debe aclararse, pues las editoriales ya son de por sí revisoras y por tanto solo aceptan lo que asumen tienen valor.

Hay otros temas complejos. Para la acreditación debería puntuarse más a las investigaciones con primeros firmantes o corresponding author de la institución. Ello porque al exigírseles a las IES más publicaciones, estas hacen convenios con publicadores externos, lo cual es un engaño público y damnifica la investigación nacional.

En otro acápite la ley habla de capacitación docente, pero debe considerarse que los cursos intrauniversitarios no tengan solo contenidos de corte administrativo, sino que sean relevantes en la capacitación de especialidad. Esto debe normarse y puntuarse.

Acreditación de universidades (I)

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

El Ceaaces (Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior) puso en circulación la nueva propuesta de evaluación y acreditación de las Instituciones de Educación Superior (IES) ecuatorianas, y pide se opine. En tal sentido, comparto el punto de vista de un profesor-investigador, perteneciente a una universidad cofinanciada (asociación público-privada).

Punto trascendente es la categorización de las universidades en dos: las dedicadas a docencia pura y las de docencia e investigación. Aunque la ley que regula tal categorización está dictada, es una barbaridad que, para un país con mínima investigación, se deje que sean las propias IES las que puedan autodefinirse en una de las categorías. Para ciertas universidades, esta es la oportunidad esperada. Una oportunidad legal, pero no moral, de autodefinirse por la docencia, ya que el ‘gasto’ en investigación a la mayoría de IES les parece alto (6% de su presupuesto), pues les hace percibir menos ganancias (contradictoriamente se definen sin fines de lucro). Esto ya vivimos en muchas IES: trágico para el país.

Concordamos con el presidente del Ceaaces, Francisco Cadena, que, por naturaleza, todas las IES deberían ser evaluadas con los criterios existentes, que incluyen a la investigación, es decir todas deben hacer investigación e invertir en ella. Si la ley facultara redefinir el ámbito, entonces los nuevos criterios de evaluación deberían aplicarse no en 2018, sino en 2021, para tener un tiempo en que las universidades puedan plantear de mejor manera su futuro (docencia pura o docencia más investigación). Así tal vez salvemos la investigación universitaria.

Las IES ahora solo serán acreditadas o no acreditadas. Ya no habrá categorías (A-B-C-D). Si las universidades se autodefinen como de docencia, tendrían más fácil su acreditación, con menos exigencias y, obvio, menos gastos. Las que se autodefinan de docencia e investigación tendrían que contar con 70% de PhD investigadores, lo cual complicará el sistema y pocas universidades lo lograrán. Por tanto, la Universidad ecuatoriana se sumergirá exclusivamente en la docencia.

Interesante, pero de difícil ejecución, es que las universidades de investigación deberán incrementar el presupuesto de investigación al 10%. Algunas privadas alegan que es mucho. Con este argumento, si solo pocas universidades tendrán PhD e invertirán 10% de presupuesto, ¿el resto de universidades qué hará?, ¿solo docencia?, sin investigar, ¿qué enseñarán? De nuevo: trágico.

Día del ADN 2017: Bioinformática

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Como parte de las actividades que organiza el Centro de Investigación Genética y Genómica de la UTE, este año se festejó, como en muchas partes del mundo, el Día del ADN, y se lo hizo con un tema muy actual en la biomedicina moderna: Bioinformática y Quimioinformática en la Investigación. La temática coincide con las fortalezas tecnológicas, que tenemos como centro de investigación.

En la actualidad, existe una enorme, y casi inalcanzable, base de datos (big data), originada en las diversas investigaciones que se realizan y por la nueva manera de analizar los genes, conocida como secuenciación masiva de genes. Mediante esta tecnología, es posible tener una lectura del total del genoma, 23.000 genes, 3 billones de letras químicas.

La bioinformática es una herramienta clave para realizar correlaciones de la información existente en el mundo, priorizar genes relacionados a enfermedades que aún no sabemos con certeza su causa, analizar funciones reales o probables de genes, organizar la información. De igual manera, la quimioinformática, al ser parte de esta visión, pretende entender procesos químicos del organismo, encontrar nuevas sustancias aplicables en la terapia, analizar nuevos compuestos, crear fármacos, recrear funciones. Tanto la bio como la quimioinformática tienen como meta encontrar mejores opciones de tratamiento y entendimiento de las enfermedades.

En este festejo, las conferencias versaron sobre el mieloma múltiple y el osteosarcoma (tipos específicos de cáncer); la clasificación por priorización de genes del cáncer de colon; el entendimiento de la secuenciación masiva de una sola célula y la posibilidad de uso en diagnóstico preimplantación de embriones, diagnóstico de cáncer, etc.; el análisis genómico de los ecuatorianos y la posibilidad de variación en la expresión de enfermedades y respuestas terapéuticas; se presentaron simulaciones moleculares para entender la estructura de cromosomas y su relación con el cáncer; se dio a conocer una herramienta molecular para análisis rápido de parásitos en humanos y diversas especies; adicionalmente, se trató sobre técnicas de pronóstico y construcción de fármacos nuevos; para terminar con el uso de datos genómicos en la práctica médica y el asesoramiento genético.

Como país, debemos involucrarnos en el uso y desarrollo de la bioinformática, ya que sus aplicaciones son innumerables; y no solo en humanos, sino en cualquier organismo, siempre que se cuente con información de su genoma. Debemos apuntar a la bioinformática como herramienta de investigación y desarrollo.

«Ciencia, no silencio»

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Es el lema de la Marcha Mundial por la Ciencia este 22 de abril. Con el presente artículo muestro mi solidaridad con este movimiento internacional, en el cual participan al menos 55 países, en 515 marchas satélites, en más de 200 ciudades del mundo.

La iniciativa surge no solo como protesta contra la administración de Trump, sino como rechazo y concienciación sobre la ilegitimidad de la discriminación y por la confirmación del cambio climático como un peligro para la humanidad, ya que la marcha coincide con el Día de la Tierra. Curiosamente, para esta manifestación internacional no hay pronunciamiento de autoridades ecuatorianas, ni de academias de científicos, ni agrupaciones de ciencia, excepto la Sociedad Ecuatoriana de Genética Humana y Yachay.

Esta marcha, al rebasar las fronteras, tiene mayores alcances y proclamaciones, como el derecho a tener una ciencia que beneficie a las personas y no a los intereses corporativos o financieros (la ciencia es para todos), el derecho a que las sociedades tengan información real y científicamente abordada, sobre los problemas que el desarrollo provoca. Se protesta, además, en contra de los recortes al financiamiento de investigaciones y a investigadores, y se reprocha a los escuálidos compromisos de los Estados con respecto a la ciencia de denuncia o a la ciencia con interés público.

Ciencia y no silencio, es contra los políticos que obstaculizan el desarrollo científico, que no escuchan a la ciencia para plantear estrategias públicas beneficiosas. La marcha involucra a sociedades científicas, colectivos de profesionales y estudiantiles, asociaciones de personas y divulgadores científicos, para conseguir una movilización ciudadana que reivindique el compromiso del Estado por la ciencia, un aumento de la inversión en investigación y desarrollo, para que la ciencia sea inclusiva, acepte la diversidad, sea equitativa y de acceso generalizado, promueva la igualdad de género, frene la fuga de cerebros y garantice trabajo estable y bien remunerado a los científicos.

Los organizadores de la Marcha por la Ciencia expresan: “Los científicos y las personas que se preocupan por la ciencia son un grupo interseccional, que incorpora una amplia gama de etnias, orientaciones sexuales, identidades de género, habilidades, religiones, edades, estatus socioeconómico y de inmigración. Nosotros, los organizadores de la marcha, representamos y estamos en solidaridad con los científicos y los defensores de la ciencia históricamente subrepresentados. Estamos unidos por nuestra pasión de perseguir y compartir el conocimiento”.

Genética y adicciones

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

A propósito de la ley sobre consumo y tenencia de drogas, y de la nueva política implementada en Ecuador, es interesante entender la relación entre las adicciones y los factores genéticos, a más de explicar el tema solo desde el punto de vista puramente biológico. Las adicciones son desórdenes crónicos y a menudo reincidentes, caracterizados por obsesión, compulsión, dependencia física o psicológica a una sustancia, actividad o relación. Por tanto, la Genética del comportamiento pretende explicar estas incógnitas complejas: ¿las adicciones están comandadas por genes; cuáles serían, y qué papel juega el ambiente?

Con las nuevas técnicas de Genética molecular, que permiten analizar el conjunto de genes de una persona, se han realizado estudios en individuos adictos y no adictos, en familiares, en grupos poblacionales e incluso en gemelos. Las conclusiones generales apuntan a que las personas tienen varios genes que las hacen más o menos propensas a ser adictas, pero que necesitan de un desencadenante ambiental para volverse adictas efectivas.

Cada droga necesita de ciertos genes y ciertas dosis para activar la adicción. Los genes proporcionan la capacidad del organismo para responder a una droga y además determinan las dosis a la cual un individuo responde. Una droga genéticamente puede ser tóxica en una sola dosis o al contrario, provocar poco efecto. Los estudios muestran, por ejemplo, que los genes estarían interviniendo en la adicción en un 60%, en el caso del alcohol; nicotina 72%, cannabis 60% y otras drogas ilícitas entre el 40 al 60%. Esto significa que los genes vuelven propensa a una persona, pero el entorno en el cual se desenvuelve, es decir, la oportunidad del consumo, la hace encaminarse a la adicción. Los genes la vuelven más susceptible o menos y determinan un mayor o menor consumo.

Se ha descubierto mutaciones de genes específicos, que hacen a las personas más o menos propensas a la conducta adictiva. Genes de metabolismo de sustancias químicas, genes de intercambio de información de las neuronas, genes que generan satisfacción cerebral, entre otros. El conocimiento de tales genes ha determinado el aparecimiento de un fármaco anti nicotina que curaría la dependencia al tabaco.

Entendemos mejor los genes de adicción, incluso podríamos corregirlos genéticamente, pero lo más difícil es cambiar el medio en que se desenvuelven las personas propensas a la adicción. El manejo socioeconómico y cultural de la adicción rebasa la Genética y recae en el ámbito de las políticas de salud pública y cambio social.

Violencia: ¿genes o cultura?

Por: Dr. César Paz y Miño
Científico e Investigador de la UDLA

Los últimos acontecimientos sociales en Ecuador generan preguntas científicas. La principal: ¿La violencia y el poder tienen origen en los genes? Hay al menos una teoría que lo aclara.

El sociobiologismo es la teoría que se quiere imponer como explicación del comportamiento social y violento. Esta es una mezcla confusa entre los datos biológicos y genéticos, con los sociales y culturales. Su origen lo encontramos en el siglo XIX, y en la actualidad existen defensores. En los años 60 del siglo pasado, el sociobiologismo fue apoyado por los estudios antropológicos de Napoleón Chagnon, realizados en grupos socioculturales amazónicos. Este autor afirmaba que la violencia se hereda y que los más violentos tienen mejores oportunidades de sobrevivir y procrear. Sus estudios han sido cuestionados por muchos investigadores, quienes consideran que se confunde comportamiento cultural agresivo con violencia genéticamente determinada (6 genes han sido asociados con criminales violentos).

El sociobiologismo se sustenta tergiversando la teoría evolutiva, asumen que la supervivencia del más fuerte es el componente preferente en la adaptación al medio (socialdarwinismo). Evolutivamente la supervivencia del más fuerte se refiere a especies, no a individuos o sociedades. Desde la perspectiva cultural-comportamental, la violencia se explica porque en las sociedades se dan disputas de poder con diversos fines, como la expansión o el dominio, en donde el más ‘agresivo’ se impone. Es un error aplicar las leyes de la biología y de la genética a la cultura, pues de ello surgen interpretaciones peligrosas, como el nazismo y el neonazismo, que parten del sociobiologismo y el socialdarwinismo. Estas corrientes pretenden justificar la codicia, el altruismo, la violencia, la guerra, etc., a través de cuestiones genéticas, olvidando las raíces históricas del poder, de las diferencias sociales, la pobreza, la riqueza y más. No hay genes para estas características. Las características de las sociedades humanas dependen de las estructuras económicas e históricas, en donde el entorno es clave. La violencia es impuesta o arrastrada y brota. No es genética.

El socialbiologismo y socialdarwinismo absuelven los actos de poder del mundo, a través de sus defensores conscientes o inconscientes. No hay alegato biológico para el poder o la ira, la violencia, soberbia o amargura. Las acciones que tomamos son actos voluntarios, pensados y más o menos analizados, por eso tenemos responsabilidad sobre ellos. Nada justifica la violencia; el intelecto debería controlarla y dominarla.