
- Una universidad en donde se honre la vida por encima de la ideología.
- Una universidad lúdica en donde el humor sea parte de la esencia institucional.
- Una universidad en donde la ética sea la linterna de minero que ponga luz en lo baladí, el snob, el acertijo, la novelería, la mojigatería y el “curuchupismo” moralista.
- Una universidad laica en donde no se ame a Dios y se odie al prójimo.
- Una universidad en donde mujeres y hombres humanicemos la institución fría y burocrática en favor de equidades igualitarias en la práctica y no solo en la doctrina.
- Una universidad con rostro humano en donde se honre a los docentes y no solo a la docencia. En donde se inspire a los investigadores y no solo a la investigación. Que se eduque a los estudiantes sin prejuicios, sin consignas, sin corsés, sin grilletes, en donde la imaginación valga más que el conocimiento siguiendo a Einstein.
- Una institución desinstitucionalizada que aprenda que institución que no sirva a la vida, es una institución perversa.
- Una universidad que decrete que la cultura y las culturas existen. Una universidad sin ellas es un coloso con pies de barro.
- Una universidad intercultural y transcultural. No apuesto ya por una universidad nacionalista (universidad nacional, sí).
- Una universidad insatisfecha con la tradición y la longevidad institucional si no apuesta por la innovación.
- Una universidad regulada por el Estado. No por el gobierno. Jamás hiperregulada.
- No creo en una universidad que se nutra del libre mercado.
- Tampoco en una universidad que crezca en cantidad sin calidad.
- No en una universidad en la que se ofrezca comida rápida. La universidad debe ofrecer comida espiritual sibarita y altamente sofisticada, sin perder la sencillez de la sabiduría.
- No creo en el marketing universitario sin rostro humano.
- Una universidad libre pensadora en donde la autonomía alimente su permanente transformación.
- “Las batallas de la vida se ganan con los demás. La guerra solo con uno mismo”. Siguiendo a los pensadores.
- Lo que es válido para el individuo lo es para la universidad como en ente colectivo.
- “Si quieres hacer rico a Pitocles, no acrecientes sus riquezas. Sino limita sus deseos” (Epicuro). Hay también una forma de consumismo universitario: la pedantería de los títulos es una forma de consumismo y vanidad de vanidades. Hay PhD con sobra de méritos y otros de difícil digestión. El hilo conductor para su valor debe ser la producción científica o artística.
- Creo en las crisis universitarias como el motor de las transformaciones. Que no nos asusten los conflictos de la casa grande, en la medida en la que demos un salto con pértiga a nuevas oportunidades que lo fractal genera. En la mitad del caos debemos descubrir el orden. Muchas huelgas universitarias han dado salto con garrocha a nuevos mundos posibles. ¡Cuidado! Sin embargo, no siempre atrás de todo conflicto, duerme la luz.
- Creo en las admisiones sin maquillaje ni cirugía estética. Parecer sin ser es perverso. Ser sin parecer podría ser ingenuo.
- No creo a pie juntillas en los rankings universitarios; son timos internacionales con modelos sensacionalistas destinados a etiquetar, exaltar, propagandear o asustar a los ingenuos.
- No creo -sino a regañadientes- en las publicaciones de las indexaciones; son transnacionales de la imprenta física o virtual, que a través de vender el producto investigativo -a veces muy alto- concentran monopolios del conocimiento. Sin embargo, siempre hay revistas científicas nacionales e internacionales que recogen el up to date de la ciencia y la tecnología mundial.
- Creo en los libros con calidad, físicos, virtuales e-books como el modelo más trascendente para visibilizar el conocimiento. Atrás de las ediciones, no obstante, cabe vacunarse del timo, el plagio, la vanidad, la corrupción; la propiedad intelectual suele ser traicionada y usada.
- Creo en la diferencia entre Conocimiento y Sabiduría, sin embargo, como etapas evolutivas de la búsqueda de la verdad. Siguiendo la filosofía del budismo Zen conocimiento es lo que uno aprende todos los días. Sabiduría es lo que uno desecha por superfluo o negativo todos los días.
- Creo en una universidad construida con ladrillos físicos que favorecen la vida compartida. A pesar de que hay carreras presenciales obligatorias, también creo en la insurgente universidad virtual, en línea, que construida con ladrillos a distancia ofrece programas de pre y posgrados a la luz de plataformas rigurosas y de alta tecnología.
- Creo en una vinculación con la comunidad en la cual el universitario aprenda de la sociedad, en donde se trabaja y que enseñe a su vez su conocimiento, en base a un diálogo de saberes efectivo y bidireccional.
- En la educación continua como un ariete de permanente actualización para beneficio de la sociedad.
- En la consultoría universitaria como fuente científica de asesoramiento a distintos sectores de la sociedad, sin afán de lucro.
- En las redes, como un valor agregado de un joint venture inter institucional, a condición de que no enreden la misión universal de la universidad. Es menester cuidar la ética acrisolada en las redes sociales, hoy particularmente afectada por trolls y fake news. Siguiendo a Umberto Eco, “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”.
- No creo en la réplica servil y sumisa de un gabinete presidencial exportada a los consejos universitarios o superiores.
- Creo en la democracia de las facultades y en la defensa de la descentralización de las unidades universitarias.
- Creo en los antecedentes históricos. La universidad de Fes, 200 años antes de Bolonia fue fundada por una mujer venida de Argelia a Marruecos. En honor a esta primera universidad del mundo, así reconocida por la UNESCO y fundada por una mujer, la oficina del rector en la UIDE la hemos denominado, poniendo el énfasis en género femenino, rectoría. ¡El poder de los símbolos!
- Creo en la memoria y en la historia, como resortes del futuro. La pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 nos ha enseñado la necesidad de recurrir a la tecnología para la teleeducación con más ahínco. Además, nos ha vuelto más preocupados por lo transcendental que por lo superfluo. Más solidarios que individualistas. La educación universitaria pospandemia tendrá que cosechar los nuevos vientos que una crisis mundial nos ha puesto de rodillas(*).
- Creo en algunos modelos previos que deben ser tomados en cuenta(**).
- En la UIDE se aspira a enseñar la más difícil de las carreras: la Vida
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(*) Pensamiento incorporado luego de la cuarentena y la pandemia que azota a la humanidad.
(**) Los aportes de la Reforma de Córdoba, de las cuales la autonomía, el cogobierno y la libertad de catedra son perfectamente actuales. Sin embargo, creo también en la necesidad imperativa de innovar y poner al día a Córdoba, superando su obsolescencia.