Archivo de la etiqueta: Dr. Jorge Núñez Sánchez

Desnudos y sin careta

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Pese a estar llena de mentiras, trampas, calumnias y falsas denuncias, algún mérito ha tenido esta campaña y es el de haber mostrado la fea desnudez de los grandes medios de la derecha y los rostros sin careta de sus periodistas y entrevistadores.

Antes al menos escondían sus arrugas y verrugas. Ahora, desesperados ante la avalancha popular que se precipita sobre ellos, tratan de deformar la realidad usando ilegalmente su poder mediático y abusando de la paciencia del público. Por eso se han quitado la careta y han mostrado su verdadero rostro, el de la ambición más desenfrenada por reconquistar el poder político perdido.

Para ello aplican la política del todo vale: páginas enteras dedicadas al candidato banquero, desinformaciones y tergiversaciones sobre la Revolución Ciudadana y el candidato de Alianza PAIS, trampas y mentiras de toda laya. Ahora, los entrevistadores no preguntan sino que confrontan agresivamente con el entrevistado, si es de Alianza PAIS, y se tienden como alfombra si es del bando del banquero.

Lo peor: ahora los principales personajes entrevistados son los prófugos de la justicia, la mayoría refugiados en Estados Unidos, a los que enviados especiales de la prensa y televisión nacionales muestran casi como héroes y víctimas del correísmo. Eso se llama apología del delito y es un crimen penado por las leyes. Y la cosa va más allá: el candidato Lasso les ha ofrecido a todos ellos indultarles en caso de triunfar.

Paralelamente, los grandes medios buscan ocultar la creciente reacción popular contra el banquero candidato, al que el pueblo identifica como mentalizador y beneficiario del feriado bancario. Así, ninguno de ellos habló de la gigantesca marcha efectuada en Quito el 8 de marzo de 2017, en la cual un interminable río de gentes se manifestó contra la corrupción bancaria, que a partir de 1999 llevó a la miseria y desempleo a millones de ecuatorianos.

Está visto que eso que hasta ahora conocemos como medios de comunicación privados son, en realidad, ‘negocios que venden información sesgada’, amplificadores de la opinión oligárquica, mecanismos de guerra de la burguesía y el imperialismo contra los pueblos, sistemas masivos de lavado de cerebro enfocados contra la población.

Este es un momento crucial de nuestra historia, en el que el país debe escoger democráticamente entre la opción de seguir adelante con la Revolución Ciudadana, con otro gobernante y otro estilo, o volver al oprobioso pasado de miseria, crisis e inestabilidad permanente. Y la derecha también lo sabe. Por eso han sacado a relucir todas las armas de la guerra sucia: la calumnia, la mentira y el amedrentamiento contra sus enemigos, la invención de falsos rumores y hasta tácticas de golpe de Estado.

Ahora le tocará al pueblo decidir entre la verdad y la mentira: entre las obras que llenan el país y los beneficios ciertos que el pueblo ha recibido de la Revolución Ciudadana y, por otro lado, las falsas y mentirosas promesas electorales de la oligarquía, respaldada ahora por la izquierda torcida.

Mi homenaje a las mujeres

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

La llegada del 8 de marzo me ha motivado a rendir homenaje a las mujeres, mediante una remembranza de aquellas que se destacaron en nuestra historia, a partir de una nómina inevitablemente incompleta y arbitraria.

Quiero destacar a esas mujeres libertarias de la época de la independencia que, a su modo, formaron una organización femenina para luchar por la libertad de su país: Manuela Espejo, Manuela Cañizares, Josefa Tinajero, Rosa Zárate y María Ontaneda y Larraín, entre otras. A ellas se unieron, en la segunda oleada de esfuerzos y combates, Rosa Campuzano y Manuela Sáenz.

Ya en el siglo XIX, se destaca la poeta Dolores Veintimilla, escritora sensible y apasionada, que se rebeló contra la dominación patriarcal que la condenaba al silencio, mereciendo por ello una persecución eclesiástica que la orilló al suicidio. Y también la escritora e historiadora Marietta de Veintimilla, que participó en las guerras civiles de su tiempo y escribió un libro que estremeció a las buenas conciencias: Páginas del Ecuador. A caballo entre el XIX y el XX se alzan dos figuras epónimas de la lucha femenina por la educación: las de Aurelia Palmieri Minuche y Matilde Hidalgo Navarro. Aurelia fue médica y precursora feminista. Se graduó como bachiller por fuera del sistema formal y luego fue la primera estudiante universitaria del país gracias a un decreto supremo del general Alfaro. Matilde, por su parte, enfrentó similares barreras y prejuicios hasta convertirse en médica, tras lo cual fue la primera mujer que votó en unas elecciones nacionales y que fue electa munícipe y diputada.

Formidable figura del siglo pasado fue Nela Martínez Espinosa, escritora y luchadora social, militante comunista y combatiente por todas las causas del progreso humano. En 1939 fundó la Alianza Femenina Ecuatoriana y luego participó en la revolución de mayo de 1944, dirigiendo la toma del Palacio Nacional, tras lo cual fue diputada a la Asamblea Nacional Constituyente.

Legión aparte constituyen las escritoras, pensadoras, artistas y luchadoras sociales del último siglo: Dolores Sucre, María Alieri, Zoila Ugarte, Aurora Estrada, Alba Calderón, Germania Paz y Miño, Laura Pérez, María Ramona Cordero, Moraima Ofir Carvajal, Rosaura Galarza, Blanca Martínez, Aurora Estrada, Isabel Herrería, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, Araceli Gilbert, Eugenia Viteri, Piedad Peñaherrera, Carlota Jaramillo, Ileana Espinel, Toty Rodríguez, Alicia Yánez, Argentina Chiriboga, Violeta Luna, Ana María Iza, Magdalena Jaramillo, Zonia Palán, Laura Hildalgo, Guadalupe Larriva, Fina Guerrero, Elsie Santillán y Ruth Bazante.

Y faltan por citar las deportistas destacadas, desde Jacinta Sandiford hasta Maribel Caicedo, pasando por Mariuxi Febres-Cordero, Martha Guerra, María Cangá, Liliana Chalá, Martha Tenorio, Alexandra Escobar, Ángela Tenorio, Miriam Ramón y Sandra Ruales.

Cierro la página mencionando a las maestras ecuatorianas, que con gran esfuerzo han llevado y llevan la luz de la educación a los más apartados rincones del país. He decidido homenajearlas citando a tres de ellas, cuya vida he conocido y admirado: Abigaíl Ríos Dávila, Amada Sánchez García y Clara Sánchez Carrera.

Con esto busco homenajear a todas las mujeres del Ecuador, a las notables y a las olvidadas, a las conocidas y a las desconocidas, a las que migraron en busca de progreso y a las que se quedaron y, en el silencio de su hogar, laboran calladamente en beneficio de sus familias y del progreso nacional.

Marzo en la historia ecuatoriana

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Si para algo debe servir la ciencia histórica es para ser guardiana de la memoria colectiva. Me lo acaba de recordar mi propia conciencia, ahora que me propuse escribir un resumen de los grandes hechos históricos del presente mes.

Marzo es un mes especialísimo en la historia ecuatoriana. Es el mes que nos recuerda nuestra reivindicación nacionalista de 1845, cuando el país decidió poner fin a la satrapía oligárquica montada por el general Flores y abrir su futuro a los aires de la modernidad republicana. Pero es también el mes en que el obispo Tomás de Berlanga descubrió, sin proponérselo, el Archipiélago de Colón, el 10 de marzo de 1535.

Es un mes de grandes y pequeños recuerdos provinciales. Se dice que Manta fue fundada el 2 de marzo de 1534 por Pedro de Alvarado. El tres de marzo de 1860 se produjo la elevación de Chimbo, mi tierra, a la categoría cantonal. El cuatro de marzo de 1927 el presidente Isidro Ayora suscribió la Ley Orgánica del Banco Central del Ecuador. Y un 29 de marzo, este de 1967, brotó por primera vez el petróleo en el oriente ecuatoriano, en el pozo Lago Agrio Nº 1.

Y es un mes de nacimientos dignos de celebrar. Entre otros, el de José de Antepara, amigo de Francisco de Miranda y promotor de la revolución del 9 de Octubre de 1820, fallecido trágicamente en Huachi, poco después, mientras luchaba arma en mano por nuestra independencia. Y el de nuestro gran pintor Eduardo Kingman, acaecido el 3 de marzo de 1913 en el centro minero de Portovelo.

Asimismo, es un mes de fallecimientos que merecen conmemoración, como los del gran escritor Pedro Jorge Vera, querido amigo mío, quien pasó a la eternidad el 5 de marzo de 1999, apenas cinco días antes de que falleciera en Baltimore, de modo inesperado, su estrecho amigo Oswaldo Guayasamín, gloria del arte ecuatoriano y universal. En fin, es también un mes de tragedias que merecen recordación. Entre ellas están los terremotos del 15 de marzo de 1645, que causó graves estragos en el centro del Ecuador, y el del 5 de marzo de 1987, que afectó a la zona oriental del país, causando 300 muertos, muchos desaparecidos y la destrucción de 40 kilómetros del oleoducto transecuatoriano.

Pero la mayor tragedia ocurrida en este mes fue sin duda el feriado bancario decretado por Jamil Mahuad, el 8 de marzo de 1999, que produjo un horroroso cataclismo social, causó innumerables muertes y enfermedades, afectó gravemente a la mayoría de familias ecuatorianas y arruinó a una infinidad de empresas y negocios, causando hambre, desempleo y angustia colectiva.

Lo peor vino después, a consecuencia de la brutal e ilegal dolarización de la economía y la quiebra dolosa de … bancos, cuyos dueños huyeron del país tras disponer de los fondos de sus depositantes y robarse los 7 mil millones de dólares entregados a ellos por el Banco Central.

La consecuencia mayor de ese enorme atraco, fríamente preparado por la banca corrupta, fue la migración desesperada de dos millones de ecuatorianos, que salieron a Europa y Estados Unidos en una verdadera estampida famélica, en busca de fuentes de trabajo que les permitieran sobrevivir y sostener a sus familias que quedaban en abandono.

Nunca podemos olvidar ese monstruoso crimen y menos ahora, cuando pretende llegar a la Presidencia de la República uno de los banqueros que se enriquecieron con esa desgracia nacional, quien viene apoyado por los banqueros que huyeron del país y aún andan prófugos.

Tácticas de golpe de Estado

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

En las últimas semanas, el país ha ido presenciando la afloración de una serie de acciones sospechosas por parte de ciertos líderes de la derecha. El asunto comenzó cuando alguno de ellos dijo que se preparaba un supuesto fraude electoral por parte del Gobierno y que la oposición debía mantenerse alerta. Ese rumor fue repetido por otros irresponsables, sin dar prueba alguna de sus asertos.

Puesta a rodar la bola, el inefable señor Bucaram dijo que cada votante debía llevar su propia pluma, pues los esferográficos que iba a entregar el Consejo Nacional Electoral eran trucados y permitían borrar lo escrito y volver a rayar por otro candidato. Paralelamente un pícaro puso a rodar por redes sociales un video donde se veía una mano trazando en un papel una raya que luego era borrada con facilidad. Aunque era evidente que el supuesto papel tenía encima una hoja plástica, el video se regó por las redes y abonó a las sospechas de opositores despistados o paranoicos.

A continuación asomó en Quito una agente provocadora venezolana, quien dijo había sido presidenta del CNE de su país y que venía a denunciar el fraude electoral que supuestamente se había montado en Ecuador. Por lo visto, buscaba que la detuvieran para montar un escándalo internacional. Como la Policía dijo que no la iba a detener, ella pidió asilo en la embajada de EE.UU. aduciendo ser una perseguida política.

Esos eran los preparativos de lo que vendría luego de las elecciones: el ‘calentamiento de las calles’ con la acusación de un supuesto fraude, la irresponsable convocatoria de Lasso y Páez a sus seguidores para cercar las sedes del CNE y exigir que haya una segunda vuelta y los rumores de que un general se había sublevado con sus tropas. Frente al CNE, donde un centenar de activistas de CREO se mantenía en ‘vigilia’, asomó un estúpido que amenazó con incendiar Quito si el CNE no cumplía con sus exigencias. Y todo ese escándalo ha sido multiplicado por los grandes canales y periódicos de la derecha, que buscaban alarmar al país y presionar al CNE para que hubiera segunda vuelta a cualquier precio. A eso se sumaron las arengas incendiarias de Lasso, de Páez, de Nebot y Bucaram, al igual que de las cámaras empresariales, presionando y amenazando al CNE con el mismo objetivo.

Todo ello forma parte de unas ‘tácticas de golpe de Estado’, aplicadas ya en otros lugares de América Latina y del mundo. Y tras ello asoma la mano del imperio, de las empresas de mercenarios especializadas en montar golpes contra gobiernos progresistas y de nuestra propia derecha, esencialmente antidemocrática.

Basta escuchar las infames declaraciones de César Monge, coordinador nacional de la campaña de Lasso, para saber cómo piensa la derecha sobre el pueblo manabita y ecuatoriano en general, y conocer su desprecio por la democracia.

Aunque Alianza PAIS ha ganado ampliamente estas elecciones, queda por definirse en segunda vuelta la elección presidencial. Tal como están las cosas, aun en el supuesto no consentido de que ganara esa segunda vuelta, la derecha tendría que gobernar con una mayoría legislativa contraria, que frenaría sus desmanes antisociales de estilo Macri.

Por eso, no sería de extrañar que la derecha intentara en las próximas semanas completar el golpe de Estado, apoderarse por la fuerza del poder que ha perdido en las urnas y sepultar la Constitución de Montecristi, a la que acusa de ser el origen de todos los males que la agobian.

¿Seguir hacia el futuro o volver al pasado?

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Ecuador se halla ante una decisión electoral muy importante. Una alianza inmoral de políticos inicuos y medios de comunicación falaces se ha propuesto revertir la orientación progresista marcada por Ecuador en la última década. Para ello, usan a fondo la demagogia y el escándalo, en busca de envolver a electores incautos y a clases emergentes y ambiciosas.

Cuánta razón tenía Malcolm X, el líder de los Panteras Negras norteamericanos, cuando nos alertaba sobre los medios de comunicación, de los que afirmaba que “son capaces de hacernos amar al opresor y odiar al oprimido”. Enfrentamos a una derecha antinacional, que tiene su verdadera capital en Washington, sus fondos en paraísos fiscales y su centro de vacaciones en Miami. A una derecha que piensa como una hueste extranjera y mira a su propio país como tierra de conquista y de saqueo. Pero eso, la tarea del momento es la de defender nuestros esfuerzos por hallar un modo de vivir bueno y propio, en donde el pueblo sea el sujeto y objeto de los cambios políticos.

En busca de terminar con la experiencia de transformación que vivimos hace una década, la derecha ha levantado las banderas de la demagogia y la mentira, por medio de un baratillo de ofertas. El uno ofrece “un millón de empleos en cuatro años”, pero no dice cómo va a crearlos. La otra ofrece regalar la energía eléctrica, entregar casas sin entrada y volver al ‘libre ingreso’ a las universidades. Y todos los candidatos opositores proponen eliminar los impuestos, lo que significará la ruina del Estado.

Pero tras la demagogia asoma la garra de la ambición. El banquero anuncia la creación de una “zona franca de salud en todo el país”, lo que significa que, en caso de ganar las elecciones, dará luz verde a las empresas de medicina prepagada para que se adueñen del sistema de salud, imponiendo altos costos para los usuarios. Y por ahí mismo llegaría la privatización del Seguro Social, antigua ambición de la oligarquía financiera ecuatoriana.

Frente a los sombríos proyectos de la oposición derechista, es necesario defender las conquistas y logros de la Revolución Ciudadana. Queremos que sigan construyéndose escuelas del milenio, viviendas para los más pobres, hospitales y centros de salud. Queremos que sigan levantándose grandes obras nacionales y, en especial, esos espléndidos puertos pesqueros artesanales, que se han convertido también en nuevos centros de atracción turística. Queremos que Ecuador continúe y amplíe la Misión Manuela Espejo, para que incluya a los pobres de la tercera edad. Queremos que siga adelante el esfuerzo de combate a la pobreza, a la insalubridad y al aislamiento de grandes regiones. Queremos que cualquier catástrofe que ocurra sea enfrentada con la misma diligencia, inteligencia y solidaridad que lo fuera el terremoto de 2016, que afectó a Esmeraldas y Manabí. Pero ansiamos también que la inversión privada se comprometa con su país, que retornen a Ecuador los capitales fugados o guardados en paraísos fiscales, que las cámaras empresariales y los grandes medios de comunicación dejen de actuar como agencias políticas de los partidos de derecha y se dediquen a sus tareas específicas.

En fin, anhelamos que la política y los políticos alcancen un nivel de dignidad ciudadana y que las campañas electorales dejen de ser un estercolero, para convertirse en un espacio de competencia de ideas y afloración de nuevos líderes. Eso contribuirá, sin duda, a alcanzar la plenitud del nuevo país con que soñamos, dentro de una América Latina altiva y soberana.

Sombras ominosas en el horizonte

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Una vez que la campaña electoral ha entrado en su última etapa, han salido de su cubil las alimañas que se habían ocultado desde hace tiempo. Como es propio de su naturaleza, han salido a ladrar, rugir, amenazar y prepararse para saltar sobre sus potenciales víctimas.

No de otro modo puede interpretarse el hecho de que un gran bandido, prófugo de la justicia, haya sido entrevistado en EE.UU. por dos periodistas malévolas y mostrado por los grandes medios casi como una víctima. Ahora resulta que el bandido y traidor conocido como ‘Capaya’ se ha convertido, para los medios masivos, en una fuente de verdad y hasta en un referente de honestidad política.

Claro está, toda esta operación de escándalo mediático ha sido hecha con los mayores cuidados legales. El canal para el que trabaja una de las tales periodistas dice que ella actuó por su cuenta al entrevistar al prófugo Pareja Yannuzzelli y que ellos no lo sabían, disculpa tan burda que nadie la cree.

La pregunta que se impone es quién o quiénes manejan los hilos de esta trama siniestra, que busca convertir en víctimas de persecución política, y hasta en héroes, a los bandidos prófugos. Y ahí es donde asoman en el horizonte las sombras ominosas de un par de jefes mafiosos que viven en Estados Unidos, bajo protección oficial, después de haber saqueado a Ecuador mediante el feriado bancario: William y Roberto Isaías Dassum.

Son ellos quienes han sostenido durante años a la oposición más venenosa y desaforada. Son ellos quienes financian ahora al banquero candidato y, a cambio de su dinero, le impusieron la candidatura de Andrés Páez a la Vicepresidencia de la República. Son ellos quienes montan y pagan las campañas de difamación contra el Gobierno y gestionan los planes de desestabilización política en el país.

Ardidos hasta el alma por las sentencias que les impusiera la justicia ecuatoriana, quieren volver por más. Aspiran a que se les devuelvan los bienes que les fueron legalmente incautados, en pago por los préstamos estatales no cancelados por ellos. Y seguramente aspiran a más: a reabrir el Filanbanco, a imponer de nuevo la antigua Ley de Instituciones Financieras que les facilitó el saqueo de Ecuador, a reorganizar la antigua ‘bancocracia’ y restablecer el pleno dominio político de la oligarquía financiera. Los buenos ciudadanos estamos indignados ante esta trama verdaderamente mafiosa que han montado el banquero candidato y sus socios-patrones, los Isaías, para distorsionar la lid electoral y convertirla en un estercolero, todo ello con la complicidad activa de los grandes medios de prensa, televisión y radio, que van también por su parte de la presa: para comenzar quieren la derogatoria de la Ley de Comunicación y la eliminación del concurso público de frecuencias de radio y televisión.

Frente a tan desenfrenadas ambiciones oligárquicas y ante esas hambres atrasadas de la derecha, la única solución posible es votar por Lenín Moreno y los candidatos de Alianza PAIS. Solo así Ecuador podrá seguir el cauce de progreso que iniciara hace una década y que lo ha llevado a dar pasos agigantados para salir del subdesarrollo, la miseria y la insalubridad.

En las manos de cada ciudadano está la solución al dilema político actual: o avanzamos en la construcción de una Patria altiva y soberana o volvemos al repudiable pasado que nos recuerdan esas sombras ominosas que asoman en el horizonte.

Ecuador ante el descalabro neoliberal

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

La llegada del señor Trump a la presidencia de Estados Unidos ha cargado de negros nubarrones el panorama internacional. Pero también ha producido efectos inesperados en la economía internacional, siendo el mayor de ellos el abandono de la política de libre comercio para volver al proteccionismo. Es más, el nuevo gobernante de EE.UU. ha iniciado su gobierno anunciando el abandono del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y una drástica revisión del Tratado de Libre Comercio suscrito con Canadá y México.

Esto afectará directamente a los librecambistas y neoliberales de América Latina, nucleados en la Alianza del Pacífico. El señor Macri, que torpedeó al proteccionismo del Mercosur y puso su esperanza en esa Alianza, se ha quedado sin piso, al igual que sus congéneres de Brasil, Paraguay, Perú y Colombia.

Igual cosa les va a pasar a los neoliberales ecuatorianos, comenzando por Guillermo Lasso y Cynthia Viteri y continuando con los dirigentes de las cámaras empresariales. Todos ellos bebieron en las ideas de Milton Friedman y la Escuela de Chicago, que proclamaban al libre comercio como el espacio natural del capitalismo e incitaban a que cada país acrecentara su llamada ‘vocación productiva’.

Así, el neoliberalismo era el nuevo empaque de la vieja receta colonialista y neocolonialista, según la cual a Europa y EE.UU. les correspondía el papel de fábricas del mundo y a los países del Sur el de productores de materias primas y consumidores de las mercancías fabricadas en el Norte. De este modo, la escena internacional se llenó de supuestas libertades útiles a los países imperialistas, tales como el ‘libre comercio’ y la ‘libre circulación de capitales’, pero paralelamente se restringió la libre circulación de la mano de obra. Ahora, todo eso ha empezado a irse al basurero de la historia. Como efecto de la política imperialista en África y Oriente Medio, que montó guerras y derribó gobiernos, millones de seres humanos han abandonado sus países de origen para marchar a Europa, que se ve desbordada por esa inmigración masiva. A su vez, en América Latina y el Caribe, las estructuras de miseria creadas por las oligarquías locales y el imperialismo han motivado la creciente migración de trabajadores hacia EE.UU.

Paralelamente, la emergencia de los países asiáticos -y en especial de China- como nuevas potencias industriales, ha descalabrado el sistema comercial imperialista y ha puesto a la economía occidental contra las cuerdas. Con el Brexit, Inglaterra ha lanzado un grito de ¡Sálvese quien pueda! y se ha aislado de la Europa comunitaria, cuyo futuro aparece incierto. Y Trump trata de restablecer el mercado interno de EE.UU. mediante una dura política proteccionista y un brutal combate a la inmigración.

Todo esto ha arruinado las reglas del juego capitalista en el mundo entero. El sistema económico montado por el imperialismo empieza a caerse en pedazos. Y las víctimas serán, una vez más, los pobres países que creyeron en los cantos de sirena neoliberales.

En nuestro país, la gran producción fue montada para satisfacer los requerimientos secundarios del mundo capitalista: frutas, flores, hortalizas, camarones. Es más, nuestra mentalidad empresarial está orientada al mercado exterior. ¿Qué harán ahora nuestros empresarios, tan neoliberales? ¿Qué futuro le pueden ofrecer a Ecuador sus candidatos presidenciales, el señor Lasso y la señora Viteri? Nada nuevo. Son candidatos de un pasado que se derrumba.

Elecciones y poder eclesiástico

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Las campañas electorales son, por su propia naturaleza, un espacio de enfrentamiento de posiciones ideológicas y propuestas políticas. Por eso, en cualquier país, los candidatos confrontan ideas, proyectos y propuestas, a veces con altura, pero en muchas ocasiones con acritud, viendo la campaña como una guerra en la que todo vale.

Cuando la exposición de ideas y propuestas propias es sustituida por el ataque personal al adversario, este debe ser visto como un rival y contendor legítimo al que se busca vencer, para ser apreciado como un enemigo al que hay que destruir.

Por desgracia, ese es el nivel que ha adquirido la actual campaña electoral, en la que se ha desatado una campaña de odio y ofensas contra el Gobierno y el candidato de Alianza PAIS, mediante el uso de agentes de propaganda contratados para el efecto. Con ello, las redes sociales se han convertido en un estercolero, donde infinidad de perversos vacían sus fermentos sin pudor alguno.

En medio de este clima caldeado han salido a aportar lo suyo la Iglesia católica y algunas iglesias evangélicas. Cierto que su voz se ha expresado en palabras formalmente ponderadas, pero en su caso lo que se juzga no es que hablen con altura, sino que intervengan en una campaña electoral, lo que les está vedado legalmente. En el manifiesto político titulado ‘Convocados a caminar juntos’, la jerarquía eclesiástica ha soltado algunas perlas que muestran su vinculación con la más rancia derecha política y económica de Ecuador. Dicen que: “El Estado tiene un valor subsidiario y no debe de sustituir la iniciativa privada”. Y agregan que: “El estatismo, el centralismo y el discurso único, son una gran tentación de poder y de control. Nadie puede suplir la libertad y la dignidad de las personas”.

Esas dos frases bastan para revelar el actual alineamiento de la jerarquía católica con los partidos de derecha y en especial con el banquero-candidato, que, como se sabe, es un alto dirigente del Opus Dei, una secta oculta que nuclea al poder económico. Por otro lado, a ello ha venido a sumarse la francamente ridícula pretensión del candidato Bucaram de entregar a las iglesias evangélicas el control político-ideológico del Estado.

Frente a los hechos relatados resulta indispensable reivindicar el carácter laico del Estado ecuatoriano, que, por mandato constitucional, es democrático, soberano y laico, esto es, que no reconoce ningún poder por encima del suyo, que se dirige por la voluntad popular expresada en las urnas, y que no ataca ni defiende religión alguna. Es más, por mandato constitucional se ha fijado como un deber primordial del Estado el “garantizar la ética laica como sustento del quehacer público y el ordenamiento jurídico.” Por eso vemos con fastidio que la Iglesia católica siga ejercitando su antigua vocación política y, una vez más, busque intervenir en la esfera electoral, cosa que le está vedada por la ley y en especial por el Modus Vivendi celebrado entre la República de Ecuador y la Santa Sede, en julio de 1937, que dice en su artículo 4: “La Santa Sede renueva sus órdenes precisas al clero ecuatoriano a fin de que se mantenga fuera de los partidos y sea extraño a sus competiciones políticas”.

Creemos que es hora de que el Gobierno de Ecuador, en uso de sus derechos, proteste ante la Santa Sede por esta grosera violación del Modus Vivendi, que prohíbe a los curas inmiscuirse en las competiciones políticas de nuestro país.

El único argumento de la oposición

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Nuestra oposición política cree que su única tarea es oponerse a todo lo que hace, dice o propone el Gobierno. En otros países democráticos, la oposición critica lo criticable, apoya lo beneficioso y aporta a la administración del país con ideas y proyectos útiles a su progreso. Y es que estar en la oposición, o ser bloque de oposición, implica también responsabilidades, tanto con el país como con su propio proyecto político. ¿Quién va a creer, o a votar, por un partido que apoya actos terroristas o proyectos que atentan contra la integridad del Estado nacional y que lo hace por el solo prurito de aparecer como opositor a toda acción gubernamental?

Voy más allá. La misma crítica del poder, si es ejercida por un opositor responsable, debe encuadrarse en la opinión formulada por José Martí: “Criticar es ejercer el criterio”. Pero en nuestro país parecieran no existir ese tipo de opositores responsables y respetables. De ahí que lo único que escuchemos, a título de oposición, sean denuestos, ofensas, calumnias y aseveraciones maliciosas. Ahora mismo, en medio de la campaña electoral, pareciera ser que todos los candidatos opuestos a Lenín Moreno parten del supuesto de que el gobierno de Correa ha sido el peor de la historia y se ha ganado el repudio de la mayoría nacional. Seguramente por eso su único argumento político es el de atacar al Gobierno e identificar a Moreno como el candidato del continuismo.

Parece obvio que esa es una suposición equivocada, puesto que las encuestas muestran una aceptación mayoritaria a la labor gubernamental. De ahí que el resultado que obtendrán con su campaña de ofensas e injurias será inevitablemente el fracaso y la derrota electoral. Es que hay logros y obras oficiales que están a la vista de todos y no pueden ser negados por una campaña masiva de odio y revanchismo, como la que han emprendido los candidatos opositores y sus auspiciantes, que son los medios masivos de comunicación, ese poder oculto y verdaderamente monstruoso que ha ido formándose en el mundo y que busca manipular a su antojo la voluntad de los ciudadanos.

Hace años, el jefe de los Panteras Negras estadounidenses, Malcolm X, advirtió a las gentes de su país: “Cuídense de los medios de comunicación. Son capaces de hacerles amar al opresor y odiar al oprimido”.

Eso mismo tenemos que repetirlo hoy, entre nosotros, una y otra vez. Esos medios, en manos de la derecha rapaz, quieren vendernos el pan viejo como nuevo, a los candidatos de oscuro pasado como salvadores del pueblo, a los antiguos pícaros de la política como nuevas promesas de futuro. En los años ochenta del siglo pasado, el gran capo de la oligarquía ganó las elecciones ofreciendo “pan, techo y empleo”. Nada de eso entregó al pueblo, pero nos dejó a los ecuatorianos un reguero interminable de robos, trafasías y crímenes, que todavía no han sido debidamente castigados.

Ahora, un capo de la banca nos ofrece “un millón de empleos”, lo que equivaldría a la creación de 5.000 fábricas de 200 obreros cada una, o al montaje de 50.000 negocios medianos con 20 trabajadores cada uno. Evidentemente se trata de una gran mentira, montada para engañar a los pobres y desempleados del país, pero precisamente por lo burda y grosera aparece del todo falsa.

La otra candidata de la oligarquía, la vivaracha, ofrece regalar la electricidad a los pobres, pero sin aclarar que eso lo hará gracias a las hidroeléctricas construidas por la Revolución Ciudadana. La oferta es posible, pero turbia. ¿Por qué mejor no ofrece regalar agua potable a los pobres de Guayaquil? ¿O será que eso puede afectar a los negocios de su gallada socialcristiana?

Discurso electoral y falsía política

Por: Dr. Jorge Núñez Sánchez
Director de la Academia de Historia

Comenzó la carrera por la Presidencia. Y la nueva campaña presidencial viene cargada de discursos en los que menudean las críticas al Gobierno y las ofertas indefinidas, pero escasean las ideas, al menos las ideas coherentes.

El banquero, que critica todo lo que antes alababa, promete reducir el tamaño del Estado, suprimir los nuevos impuestos y reducir el gasto público, y al mismo tiempo ofrece atender más y mejor a los niños y adolescentes y fortalecer la educación pública. Es una evidente contradicción, pues no se ve cómo puede el Estado desarrollar una amplia obra social si al mismo tiempo renuncia a sus ingresos y despide a sus empleados. Queda evidenciada la demagogia.

Parecida es la demagogia de la candidata socialcristiana, que critica la obra del actual Gobierno, pero promete regalar la electricidad a los pobres, obviamente aprovechando las hidroeléctricas recién construidas. Eso es lo que el pueblo llama “ganar indulgencias con padrenuestros ajenos”.

Y de modo parecido estructuran su discurso los diferentes candidatos, incluso aquellos que quieren mostrarse de centroizquierda, pero hacen promesas neoliberales por un lado y ofertas populistas de izquierda por otro.

Empero, el discurso más audaz e irresponsable es el de un joven candidato que asoma último en las encuestas electorales y quiere saltar hacia delante mediante el ardid de prometer la pena de muerte para los delitos atroces. Es verdad que esos delitos invitan a la idea de una mayor sanción para quienes los cometan, pero no deja de ser repudiable la propuesta de imponer la pena de muerte, combatida por todos los Estados civilizados del mundo y por la legislación internacional.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre el discurso político, que nació como un mecanismo de difusión de ideas y educación política de las masas, pero ha terminado por convertirse en un simple recurso de agitación electoral, que los medios masivos amplifican según sus conveniencias.

El discurso bien estructurado es una fuente formidable de información política y de formación de tendencias ideológicas, alrededor de la cual se forman vigorosas corrientes de opinión. Pienso en el discurso político de Rafael Correa, que es escuchado cada semana por sus seguidores, que hallan en él una verdadera escuela popular de economía política.

Bien visto, el discurso político ecuatoriano es un yacimiento arqueológico de antiguos modos de pensar, de viejos símbolos, de añejos testimonios culturales. En fin, plantea ideas explícitas e ideas ocultas, pensamientos definidos y propuestas difusas, que buscan empatar con las ambiciones personales y los anhelos colectivos de la gente.

De ahí que el discurso político de los candidatos de derecha sea voluntariamente ambiguo y difuso, ofrezca a las masas unas esperanzas generales, pero evitando tratar asuntos muy concretos. Claro está, se trata de un discurso que enmascara el verdadero proyecto político, especialmente de los candidatos de derecha, que se autoproclaman redentores del pueblo, pero en realidad solo piensan en beneficiar sus intereses personales y los de su clase.

Ellos quieren que el Estado no sea el reino de la razón, sino de la fuerza; no el reino del bien común, sino del interés de su clase y de su grupo; no el promotor del bienestar de todos, sino de los que ejercen el poder. Esa es la parte oculta de su discurso político.