Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Linguista e Historiador/Cronista Oficial de Ambato
Un rebaño de carabelas sale del Puerto de Cádiz a comerse los follajes de mares recién descubiertos. Se sabe que regresarán con mucha ‘lana’. Son cinco naos y doce carabelas que conforman la flota en las que el Almirante don Cristóforus Columbus enrumba a mil quinientas almas con destino a las Indias. A todos los ha parido la Virgen para que prediquen obediencias de sumisión a Jesucristo. Repican todas las campanas cristianas de España ese día inolvidable que fue el 25 de septiembre de 1493, fecha de partida del segundo viaje de Colón hacia mares ignotos. Venían advertidos que en altamar, los frailes que integraban la tripulación no les dejarían sin rezos ni sin la celebración de las misas secas que habrían de ejecutarse, debido a que no se puede consagrar el vino por los movimientos del mar, y se podría regar y desperdiciar la preciosísima sangre de Cristo.
Marigalante era la nao capitana en la que se embarcó el Almirante don Cristóbal. Se oyeron estampidos de salvas disparados en honor a la partida de tantos desarrapados y mugrientos aventureros que cambiando nombres, mintiendo edades y oficios, estimulados por el erotismo de llegar a islas donde están a la mano mujeres desnudas obedientes para la cópula, se habían hecho registrar como aspirantes dispuestos a enviar el codiciado oro que venían a recoger de playas abandonadas, de montes sin dueño y territorios desolados. Lo han contado de viva voz quienes en el primer viaje dijeron que habían llegado al paraíso.
Cuando salieron a mar abierto, todos estaban advertidos que se enrumbarían a Canarias, las islas más remotas que tenía Castilla para confinar a tanto perverso que siempre estorbaba en el gobierno de la corte. Estaban advertidos que atracarían primero en la isla de La Gomera, en el archipiélago canario, último punto donde demorarían hasta cargar leña, embarcar cerdos y entonelar agua fresca, antes de lanzarse a la mar océana. Eso duraría por lo menos una semana, si así lo dispone la gobernadora de la isla, una mujer hermosa pero terrible, llamada doña Beatriz de Bobadilla y Ossorio, muy conocida como “La Cazadora”, por el oficio que tenía su padre que era cazador del Rey.
Después de unos ocho días de navegación llegaron a la ponderada isla para “hacer aguada”, que significaba recoger el agua para la travesía. Los aventureros miraban los escarpados laberintos de la isla, de la que contaban que estaba repleta de mitos y de tragedias contadas por los nativos sobrevivientes a la colonización.
El mar traía rumores que los viajeros iban a comprobarlo. Divisaron en la penumbra los peñones y el encañonado lugar en medio de riscos, en donde iban a acampar. Estaban arribando a las playas de San Sebastián, aguas que acunaron a las tres carabelas en el primer viaje. Algunos viajeros decían que Colón hacía sus “aguajes” con la bella Beatriz, la gobernadora de esos confines de la tierra, a quien Colón había conocido en el campamento de Santa Fe. De pronto, se pone en evidencia la disposición del Almirante:
Desde las naos salen tiros de bombarda, fuegos artificiales. Las carabelas se embanderan con lo que se pueda. Algunos ingenuos de la tripulación se preguntaban ¿Por qué antes de arribar a la isla ordenaba a grumetes y galopines embanderar las naves con gallardetes? ¿Por qué se gastaba pólvora en alegres salvas? Los que están más cerca del compadre de Don Cristóbal Colón, como el signore Michele da Cuneo, dice: “Todo ello se hace por causa de la señora de este dicho lugar, de la cual nuestro señor Almirante está encendido de amor [tincto de amore] desde otros tiempos. En este dicho lugar recogeremos refrescos y todo lo necesario. Me ha dicho que el día 10 de octubre daremos a la vela para tornar a nuestra derrota.” (Eslava Galán, Juan, La Conquista de América contada para escépticos, Editorial Planeta, impreso en España, 2019, p. 97).
Beatriz de Bobadilla y Osorio le sale al encuentro. Está más bella que las estrellas que se filtran desde el cielo a encender la luz de sus ojos autoritarios y seductores. No le importa lo que la gente de la isla y los de Castilla dicen de ella: que tiene fama de fogosa. Si los descubre en habladurías no los perdonará: los convertirá en alimento de sus peces.
“Beatriz de Bobadilla y Ossorio es una de las mujeres más singulares y controvertidas de su época, fue un fiel reflejo de la sociedad colonizadora europea en Canarias durante los siglos XV y posteriores. “Mujer despiadada, cruel, sanguinaria, ambiciosa, ladrona y ninfómana” calificativos a los que habría que añadir los de envenenadora, comerciante en seres humanos y Señora de Horca y Cuchillo. Su política de represión le consiguió a Beatriz el sobrenombre de “la dama sangrienta”. Era tal su poder que solía decirse: “Después de la reina de Castilla, la Bobadilla.” (Wikipedia).
“Beatriz durante el tiempo que pasa en Castilla pleiteando con sus suegros por la propiedad de la Isla de la Gomera, conoció allí a Cristóbal Colón e intercede ante él dada su renovada amistad con los Reyes Católicos. Ya a la sazón gobernadora oficial de la isla en nombre de su hijo menor Guillén, abasteció a la flota de Cristóbal Colón, que paró en La Gomera en sus viajes a América de 1492, 1493 y 1498. La rumorología apunta a un romance entre la bella y el descubridor, aunque los historiadores discrepan profundamente sobre ello”. (Wikipedia).
¿Dónde andará el almirante? Se preguntaba la gente en esos días y noches que pasaban lentos en La Gomera. Las carabelas se impacientaban en ascuas arremetidas por los potros del mar. Esperemos que salga con vida, decían entre risas quienes sabían historias de la bella gobernadora. Cuidaos de soltar la lengua y de ponerle historias a la Cazadora, advertía la gente a quienes se percataban de las inquietudes del Almirante con la bella gobernadora. Si ella os oye, es posible que por aquí termine vuestro viaje.
Pero esto es lo que nos despierta mayor curiosidad – comentaban- Es que ella está aquí por orden de la Reina Isabel de Castilla. Ella le ha montado una historia de celos porque su esposo, el Rey Fernando, dicen que la ha convertido en su amante. Y es que la tía de doña Beatriz, la que también tiene el mismo nombre, era la consejera de la Reina Isabel, a más de ser su dama de compañía. Y la niña de que hablamos ha crecido bajo su sombra con mucha belleza e inteligencia.
¿Y por qué le han confinado a esta isla? Preguntaba la curiosidad de la gente.
La Reina Isabel le ha fabricado matrimonio obligatorio con el señor de la Gomera don Hernán Peraza, para alejarla de la corte y de su marido. Conversan que ella ya había sido amante del maestre de Calatrava don Rodrigo Tellez Jirón; de don Alonso Carrillo el Señor de Caracena, y del paje Gonzalo Fernández de Oviedo.
¿Y dónde está ese marido? Debe haber sido un escándalo su matrimonio obligado con la concubina del rey Fernando, a más de los que habéis dicho.
Ahora debe estar en los infiernos por cruel y despiadado con la gente de la isla. Hernán Peraza está muerto desde 1488. Desde entonces la bella viuda se ha hecho amante del gobernador de Tenerife don Alonso Fernández de Lugo. Está apenas tres años viuda con 25 años de edad y con dos hijos.
Esta conversación no la pueden oír ni las paredes ni las rocas de estos farallones, porque doña Beatriz sabe que la única forma de tapar la boca a los de las habladurías, es mandándolos a degollar a todos quienes la critican. Muchos saben que doña Beatriz cazaba a hombres que le gustaba para esclavizarlos y disponer de ellos; y que luego los envenenaba y se deshacía de los mismos para que no tuvieran que alardear que habían estado con ella. Esto lo ejecutó hasta con el nuevo gobernador. Ella dio orden de exterminio a los aborígenes de la isla. Vendía como esclavos a los niños.
Creo que estas cosas son las que tendrá que hablar con el Almirante Colón. Lo que os digo, lo pueden comprobar. (Murió envenenada en 1504 en Medina del Campo, muy probablemente por orden de la Reina Isabel). Mientras tanto la gente canta:
Las Coplas De Hupalupo
I
La reina doña Isabel
La Católica tenía
una dama que decían
era su bello vergel.
Cuentan que en el tiempo aquel
era la dama más bella
y la más radiante estrella
que en toda España se hallaba,
espejo en que se miraba
la reina y el dueño de ella.
II
Muy poco duró el edén
de nuestra reina su espejo,
porque el rey de amor perplejo
quiso verse en él también.
Aquí se principia el vaivén
de Isabel y Beatriz,
no había nadie feliz
por causa de la manzana,
¡dejémonos de jaranas
aquí hubo algún desliz!
III
La reina como una fiera
de celos brava rugía
cual ruge la mar bravía
contra la playa serena.
«¡Cómo vengaré mis penas
contra mi vil traicionera?
Hay que andar a la carrera,
por fin la voy a casar
y la voy a desterrar
a la isla de Gomera!».
….
Décimas de Manuel Roldán Dorta (Valle Gran Rey, 1878-1968)
PRIMERA PARTE. “LA BAJA DEL SECRETO”.