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Beatriz de Bobadilla y Osorio, la cazadora. 1493

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Linguista e Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Un rebaño de carabelas sale del Puerto de Cádiz a comerse los follajes de mares recién descubiertos. Se sabe que regresarán con mucha ‘lana’. Son cinco naos y doce carabelas que conforman la flota en las que el Almirante don Cristóforus Columbus enrumba a mil quinientas almas con destino a las Indias. A todos los ha parido la Virgen para que prediquen obediencias de sumisión a Jesucristo. Repican todas las campanas cristianas de España ese día inolvidable que fue el 25 de septiembre de 1493, fecha de partida del segundo viaje de Colón hacia mares ignotos. Venían advertidos que en altamar, los frailes que integraban la tripulación no les dejarían sin rezos ni sin la celebración de las misas secas que habrían de ejecutarse, debido a que no se puede consagrar el vino por los movimientos del mar, y se podría regar y desperdiciar la preciosísima sangre de Cristo.

Marigalante era la nao capitana en la que se embarcó el Almirante don Cristóbal. Se oyeron estampidos de salvas disparados en honor a la partida de tantos desarrapados y mugrientos aventureros que cambiando nombres, mintiendo edades y oficios, estimulados por el erotismo de llegar a islas donde están a la mano mujeres desnudas obedientes para la cópula, se habían hecho registrar como aspirantes dispuestos a enviar el codiciado oro que venían a recoger de playas abandonadas, de montes sin dueño y territorios desolados. Lo han contado de viva voz quienes en el primer viaje dijeron que habían llegado al paraíso.

Cuando salieron a mar abierto, todos estaban advertidos que se enrumbarían a Canarias, las islas más remotas que tenía Castilla para confinar a tanto perverso que siempre estorbaba en el gobierno de la corte. Estaban advertidos que atracarían primero en la isla de La Gomera, en el archipiélago canario, último punto donde demorarían hasta cargar leña, embarcar cerdos y entonelar agua fresca, antes de lanzarse a la mar océana. Eso duraría por lo menos una semana, si así lo dispone la gobernadora de la isla, una mujer hermosa pero terrible, llamada doña Beatriz de Bobadilla y Ossorio, muy conocida como “La Cazadora”, por el oficio que tenía su padre que era cazador del Rey.

Después de unos ocho días de navegación llegaron a la ponderada isla para “hacer aguada”, que significaba recoger el agua para la travesía. Los aventureros miraban los escarpados laberintos de la isla, de la que contaban que estaba repleta de mitos y de tragedias contadas por los nativos sobrevivientes a la colonización.

El mar traía rumores que los viajeros iban a comprobarlo. Divisaron en la penumbra los peñones y el encañonado lugar en medio de riscos, en donde iban a acampar. Estaban arribando a las playas de San Sebastián, aguas que acunaron a las tres carabelas en el primer viaje. Algunos viajeros decían que Colón hacía sus “aguajes” con la bella Beatriz, la gobernadora de esos confines de la tierra, a quien Colón había conocido en el campamento de Santa Fe. De pronto, se pone en evidencia la disposición del Almirante:

Desde las naos salen tiros de bombarda, fuegos artificiales. Las carabelas se embanderan con lo que se pueda. Algunos ingenuos de la tripulación se preguntaban ¿Por qué antes de arribar a la isla ordenaba a grumetes y galopines embanderar las naves con gallardetes? ¿Por qué se gastaba pólvora en alegres salvas? Los que están más cerca del compadre de Don Cristóbal Colón, como el signore Michele da Cuneo, dice: “Todo ello se hace por causa de la señora de este dicho lugar, de la cual nuestro señor Almirante está encendido de amor [tincto de amore] desde otros tiempos. En este dicho lugar recogeremos refrescos y todo lo necesario. Me ha dicho que el día 10 de octubre daremos a la vela para tornar a nuestra derrota.” (Eslava Galán, Juan, La Conquista de América contada para escépticos, Editorial Planeta, impreso en España, 2019, p. 97).

Beatriz de Bobadilla y Osorio le sale al encuentro. Está más bella que las estrellas que se filtran desde el cielo a encender la luz de sus ojos autoritarios y seductores. No le importa lo que la gente de la isla y los de Castilla dicen de ella: que tiene fama de fogosa. Si los descubre en habladurías no los perdonará: los convertirá en alimento de sus peces.

“Beatriz de Bobadilla y Ossorio es una de las mujeres más singulares y controvertidas de su época, fue un fiel reflejo de la sociedad colonizadora europea en Canarias durante los siglos XV y posteriores. “Mujer despiadada, cruel, sanguinaria, ambiciosa, ladrona y ninfómana” calificativos a los que habría que añadir los de envenenadora, comerciante en seres humanos y Señora de Horca y Cuchillo. Su política de represión le consiguió a Beatriz el sobrenombre de “la dama sangrienta”. Era tal su poder que solía decirse: “Después de la reina de Castilla, la Bobadilla.” (Wikipedia).

“Beatriz durante el tiempo que pasa en Castilla pleiteando con sus suegros por la propiedad de la Isla de la Gomera, conoció allí a Cristóbal Colón e intercede ante él dada su renovada amistad con los Reyes Católicos. Ya a la sazón gobernadora oficial de la isla en nombre de su hijo menor Guillén, abasteció a la flota de Cristóbal Colón, que paró en La Gomera en sus viajes a América de 1492, 1493 y 1498. La rumorología apunta a un romance entre la bella y el descubridor, aunque los historiadores discrepan profundamente sobre ello”. (Wikipedia).

¿Dónde andará el almirante? Se preguntaba la gente en esos días y noches que pasaban lentos en La Gomera. Las carabelas se impacientaban en ascuas arremetidas por los potros del mar. Esperemos que salga con vida, decían entre risas quienes sabían historias de la bella gobernadora. Cuidaos de soltar la lengua y de ponerle historias a la Cazadora, advertía la gente a quienes se percataban de las inquietudes del Almirante con la bella gobernadora. Si ella os oye, es posible que por aquí termine vuestro viaje.

Pero esto es lo que nos despierta mayor curiosidad – comentaban- Es que ella está aquí por orden de la Reina Isabel de Castilla. Ella le ha montado una historia de celos porque su esposo, el Rey Fernando, dicen que la ha convertido en su amante. Y es que la tía de doña Beatriz, la que también tiene el mismo nombre, era la consejera de la Reina Isabel, a más de ser su dama de compañía. Y la niña de que hablamos ha crecido bajo su sombra con mucha belleza e inteligencia.

¿Y por qué le han confinado a esta isla? Preguntaba la curiosidad de la gente.

La Reina Isabel le ha fabricado matrimonio obligatorio con el señor de la Gomera don Hernán Peraza, para alejarla de la corte y de su marido. Conversan que ella ya había sido amante del maestre de Calatrava don Rodrigo Tellez Jirón; de don Alonso Carrillo el Señor de Caracena, y del paje Gonzalo Fernández de Oviedo.

¿Y dónde está ese marido? Debe haber sido un escándalo su matrimonio obligado con la concubina del rey Fernando, a más de los que habéis dicho.

Ahora debe estar en los infiernos por cruel y despiadado con la gente de la isla. Hernán Peraza está muerto desde 1488. Desde entonces la bella viuda se ha hecho amante del gobernador de Tenerife don Alonso Fernández de Lugo. Está apenas tres años viuda con 25 años de edad y con dos hijos.

Esta conversación no la pueden oír ni las paredes ni las rocas de estos farallones, porque doña Beatriz sabe que la única forma de tapar la boca a los de las habladurías, es mandándolos a degollar a todos quienes la critican. Muchos saben que doña Beatriz cazaba a hombres que le gustaba para esclavizarlos y disponer de ellos; y que luego los envenenaba y se deshacía de los mismos para que no tuvieran que alardear que habían estado con ella. Esto lo ejecutó hasta con el nuevo gobernador. Ella dio orden de exterminio a los aborígenes de la isla. Vendía como esclavos a los niños.

Creo que estas cosas son las que tendrá que hablar con el Almirante Colón. Lo que os digo, lo pueden comprobar. (Murió envenenada en 1504 en Medina del Campo, muy probablemente por orden de la Reina Isabel). Mientras tanto la gente canta:

Las Coplas De Hupalupo

I
La reina doña Isabel
La Católica tenía
una dama que decían
era su bello vergel.
Cuentan que en el tiempo aquel
era la dama más bella
y la más radiante estrella
que en toda España se hallaba,
espejo en que se miraba
la reina y el dueño de ella.

II
Muy poco duró el edén
de nuestra reina su espejo,
porque el rey de amor perplejo
quiso verse en él también.
Aquí se principia el vaivén
de Isabel y Beatriz,
no había nadie feliz
por causa de la manzana,
¡dejémonos de jaranas
aquí hubo algún desliz!

III
La reina como una fiera
de celos brava rugía
cual ruge la mar bravía
contra la playa serena.
«¡Cómo vengaré mis penas
contra mi vil traicionera?
Hay que andar a la carrera,
por fin la voy a casar
y la voy a desterrar
a la isla de Gomera!».
….
Décimas de Manuel Roldán Dorta (Valle Gran Rey, 1878-1968)
PRIMERA PARTE. “LA BAJA DEL SECRETO”.

Apuntes sobre pensamiento político moderno. 2019

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Lingüista e Historiador/ Cronista Oficial de Ambato

Sin embargo de opinar que el pensamiento político moderno enraíza sus conceptos en el siglo XVII, Michel Foucault (Del gobierno de los vivos, 2014) se apoya en estudiosos predecesores como Botero, quien a su tiempo escribió: “Estado es una firme dominación sobre los pueblos y la razón de Estado es el conocimiento de los medios idóneos para fundar, conservar y ampliar dicha dominación y señorío” Giovanni Botero, /Della Ragion di Stato libri dieci…1589). Lo estamos sintiendo. Lo estamos viviendo de modo perfeccionado. Según su opinión, Botero “fue el primero o uno de los primeros en formular de manera más sistemática el principio de razón de Estado”.

Pero es interesante para no perdernos en las redes de estas estructuras democráticas, y más bien dicho, burocráticas, tener en cuenta los principios de Saint-Simon, autor de El Sistema industrial, y del Catecismo de los Industriales (1823-1824): “En el estado actual de las luces, la nación ya no necesita ser gobernada; necesita ser administrada al costo más bajo posible. Ahora bien, solo en la industria se puede aprender a administrar a bajo costo”. Frente a esto Foucault dice sobre los especializados que las especializaciones constituyen “un dominio que no es exactamente lo propio de la política, sino que definen más bien un conjunto de cosas y de relaciones que, en todo caso, deben imponerse a la política.”

Como el pensamiento humano en estos campos siempre es “calculador”, digamos entre nosotros en términos de intereses (que pueden ser y lo son: empresarial-económicos) “si todo el mundo supiera todo sobre la sociedad en que vive, el gobierno simplemente ya no podría gobernar y se produciría de inmediato una revolución”. Este párrafo nos da a entender muy claramente que todo gobierno ejerce su poder sobre la ignorancia y la impotencia de los demás. Los gobernantes se creen dueños de la verdad, y la imponen bajo la premisa de menosprecio a sus propios electores. El más listo termina de representante de los ineptos. En nuestros procesos democráticos siempre elegimos a los peores. Ahora la alternabilidad también resulta un desencanto; por ello el patriarcalismo político propicia la permanencia en el poder más que en la coherencia de principios.

Así las cosas, no es que nos falten líderes. Nos hace falta superación de las masas. El recuento histórico de las administraciones anteriores debe ser parte de una formación cívica educativa, y no parte de los procesos proselitistas de enfrentamiento partidista. “Tomemos conciencia de lo que es la sociedad en la cual vivimos…tomemos conciencia de los mecanismos de la explotación y la dominación, y de resultas, el gobierno caerá”, cree Foucault.

Un tercer aspecto en este comentario es el terror. El autor al que nos estamos refiriendo indica que el terror es el que deja inmóvil a la verdad y moviliza la mentira. No solamente estamos hablando de difusión de lo que “dice” el Estado por medio de sus portavoces ejecutivo, legislativo y judicial. Es en estas tres cunas donde nacen los trillizos de la misma paternidad donde se engendran las mentiras. ¿Han visto qué leyes nos están fabricando estos engendradores de Patria? ¿Han sentido el terror fabricado desde el poder de los miedos invocados en nombre de la verdad? ¿Con cuánto de verdad y coherencia actúa un ejecutivo edípico que ni siquiera busca a su propia madre engendradora para purgar su culpa? Los estados modernos, trajeron en su núcleo el germen del terror, según Foucault, porque la verdad no les interesa, y debe ser enredada en la manipulación pública

Pago a los traductores que ayudaron a Pizarro. 1533

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Lingüista e Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Tenemos dos traductores fundamentales relacionados con la toma de Cajamarca y la caída del Tahuantinsuyo: son los indios bautizados como Felipillo y Martinillo de Poechos. Se usan formas diminutivas para Felipe y Martín, que más bien son un tanto despectivas, según forma de trato que hasta ahora son usuales entre hablantes peninsulares. Recordemos que “varios muchachos tallanes sirvieron a Pizarro como intérpretes”, pero sobresalen Felipillo y Martinillo, este último de clara inteligencia e incondicional de Pizarro, quien hasta le concedió caballo para su movilidad. Digamos que la historia califica a Felipillo, como “traicionero”, pero en el sentido de inconsecuente con los aborígenes, aunque tan conquistadores fueron los incas como los hispanos. Estos jóvenes, entre tantos que se vincularon a la hueste de Pizarro, fueron un “obsequio” como muestra de amistad y simpatía, por parte del cacique Maizabilca, gobernador de Poechos.

Según las cifras de las fundiciones de los objetos de oro que iban tomando los saqueadores constituidos en empresarios de la conquista del Perú, hay detalles, como en el presente caso que se remiten a 1533. Dicho proceso se dio entre mayo, junio, julio y agosto. Se comprenderá que la empresa que estuvo legalmente constituida, trajo a un experto fundidor de los metales y frente a semejante acto, lo hicieron con constancia de escribano que levantaba un acta, la cual ha servido de documento para explicar la historia.

Según el documento, el 31 de Julio, “Francisco Pizarro fundió piezas que dijo le había dado Atahualpa, por separado a lo del monto principal del rescate, que llegaron al valor de 460.945 pesos de oro.- Felipe y Martín, lenguas, recibieron 70.010 pesos de oro. Juan de Porras, en nombre de Juan de Guzmán, se los dio su cacique, recibió 102.010 pesos de oro.- Gonzalo de Pineda, criado del Gobernador. Oro que le dio Atahualpa, por un valor de 219.780 pesos. Melchor Palomino, cierto oro que dijo se lo dio el gobernador, por un valor de 11.135 pesos de oro.- El contador Antonio Navarro también recibió su parte, dijo se lo dio su cacique, y que se hizo constar por un valor de 8.800 pesos de oro”. Advertimos al lector que estas fundiciones y estas cuentas se hicieron de modo separado a lo realizado por el rescate principal que dio el inca, quien había llenado el cuarto hasta la altura de su brazo levantado, en objetos que debieron ser vasos ceremoniales, láminas de templos, adornos de atuendos, etc. y que sumaron después de la fundición la astronómica cifra de 113’779.136 pesos de oro. (Mira Caballos, Pizarro, Ed. Planeta, 2018).

En el léxico colonial, se llaman “lenguas” a los traductores. Entre los datos que quedan anotados están juntos estos dos jóvenes que fueron beneficiados con 70.010 pesos de oro. Este dato nos lleva a una reflexión, diré, de alguna manera, ‘extraña’, por cuanto, dar un pago en lingotes a quienes culturalmente habrán preferido disponer de un vaso de oro, o de cualquier objeto ritual, es un contrasentido. De otro lado, Pizarro bien pudo no darles nada puesto que estaba en el proceso de dominio a todos quienes fueran nativos; pero algo más pasaba en el imaginario de estrategias con que se dio el hecho atropellador de la conquista.

Las hipótesis y razonamientos quedan para nuevas reflexiones. En otra de mis entregas había señalado que “Martinillo, llegó a casarse con una española y posteriormente viajó a España. Allí asimiló más la cultura de occidente y comprendió todo el gran “adelanto” del viejo mundo, logrando en la corte española buenas relaciones. En un segundo viaje, trató que se le armara caballero, pues aseguraba allí que había sido príncipe en su tierra, lo que no pudo probar. Martinillo poseía solar en Lima y tenía derecho a portar armas, es decir tenía la condición de vecino principal en la Ciudad de los Reyes.” (Juan José Vega, conferencia dada en Piura en junio de 1982 historia de Martinillo).

Noticias sobre sociolectos en el quichua del incario

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador y Lingüista/Cronista Oficial de Ambato

Queda dicho que, en teoría, una lengua de amplia cultura como el quichua, sobre todo en la que existieron castas dominantes y estratos sociales dominados que incluían sujetos de otras culturas lingüísticamente sometidas, de hecho debía tener modos comunicativos que los podemos ver como acrolectos, mesolectos y basilectos: Élite, pueblo llano y populacho, respectivamente.

Se entiende que los incias tenían desarrollado un sistema simbólico de comunicación numérica y una memoria de su oralidad por medio de los kipus. No se ha querido reconocer a una propia palabra de su lengua que significa escritura. Esta palabra es “killcana” entre nosotros; y entre peruanos: kellkkana, qellqay. Para respaldarnos en alguna fuente, citemos: “Por otra parte, existía, en tiempos de los incas, la profesión de quilca camayoc, es decir, el encargado de las iconografías (Guaman Poma, 1980, 331, T. I)” (Ver: Mamani, José Luis, Inca Quipu, elementos, Universidad Nacional de Jujuy, Argentina, 2014, p. 77)

El libro de Mamani en la parte que relata sobre uno de los kipus encontrados en Nazca nos advierte: “el quipucamayoj que elaboró el quipu MA1 estuvo en conexión con la clase gobernante inca; pudo haber sido un administrador de provincia. La forma en que está construido el quipu manifiesta conocimiento de su profesión, era un hombre idóneo para esa tarea, un andino nato; realizó un trabajo intelectual-práctico intenso. No podemos asegurar que sea oriundo de Nazca, ya que muchas veces los incas enviaban a estas personas a lugares distantes para supervisión y control.

La precisión en los datos, número de habitantes por sexo, cantidad de alimentos producidos, excedentes que van a las reservas para tiempos de crisis o para necesitados impedidos de trabajar, cantidad de armas, cantidad de vestimentas para la gente de guerra, era importante para brindar informaciones que permitieran al estado ejecutor, el inca y su consejo, tomar decisiones acertadas, propender al bienestar de la Nación y acrecentar su territorio, población y poder”. (Mamani, José Luis, Ob cit. P. 74)

El kipucamayoj era un “alfabetizado”. “El quipucamayoj solo se dedicaba a los quipus… se le atribuye la función de “historiador”, escencial para mantener la memoria y la tradición de un pueblo”. (Mamani, José Luis Ob cit. P. 96)

Los cronistas nos han dado noticias de la existencia de otros especialistas en lecturas de kipus reales, que eran kipus literarios, diferentes de los de las contabilidades estadístico-censales. “Varios elementos están relacionados con el sistema de comunicación inca y los kipus literarios: el Quechua, el Quechua Real, los tocapus, los ticcisimi, los números y la religión…

El Quechua Real.- Hubo un lenguaje propio de los incias de sangre real, distinto al quechua utilizado por el resto de la comunidad,/Es de saber que los incas tuvieron otra lengua particular que hablaban entre ellos, que no la entendían los demás indios ni les era lícito aprenderla, como lenguaje divino. Esta, me escriben del Perú (1600) que se ha perdido totalmente, porque como pereció la república particular de los incas, pereció también el lenguaje de ellos (Garcilaso, 1973)/ ”…

Dice J.A. Cumis: /dicha lengua, que llaman quechua que procede de la antigua aymara, es como una música y se diferencia en varios grados: aquel que todos hablan, y el que es conocido solo por los capuc apo, por los sacerdotes, por las vírgenes del sol, los amautas, los aravec y los tucuiricucuna (los que lo ven todo, que eran funcionarios). Se transmitía solo a través del arte de anudar, es decir, mediante los quipus, otra expresión lingüística se daba a través del tejido y de algunos diseños sobre monumentos/”. (Mamani, José Luis, Ob cit. P. 77 – 78)

Queda claro que hubo un acrolecto quichua manejado por las élites, mientras que el llamado llanamente quichua, era la lengua del pueblo que la consideraríamos un mesolecto.

Sobre los tocapus, diremos que se refieren a figuras simbólicas cuyo significado se ha perdido. Muchas de estas figuras están en la memoria popular cuando se miran los tejidos arcaicos.

Los ticsisimi, /tixi-shimi/ para nosotros, serían voces o palabras de los sabios, quien sabe comparables a los filósofos. En este mismo trabajo tenemos notas sobre los tixi-runas que complementan nuestro imaginario*

Libros y cultura en nuestra vida colonial del siglo XVII

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

¿Quién hará en nuestro medio provinciano tungurahuense un rastreo investigativo para obtener información sobre bibliotecas particulares o familiares? Si se diera el caso, habría que averiguar con qué tipo de libros se ha educado una familia. En muchos casos, y por mi experiencia como docente, bien podría afirmar que ni siquiera las bibliotecas universitarias tenían ni tendrán libros actualizados, si acaso los tuvieran. En nuestro medio, crear una especialidad o carrera universitaria, se lo ha hecho con una ligereza espantosa. Se creaba el aparato burocrático sin una elemental biblioteca de respaldo. Peor vamos a decir, biblioteca de especialidad. Un profesor universitario actualmente me ha dicho que “su” biblioteca (que es mínima) tiene más libros que la de su facultad.

Yendo al grano sobre información de nuestro pasado: “El licenciado Cristóbal Ferrer de Ayala, asesor del Virrey del Perú, Fiscal de la Audiencia de Lima, luego Oidor de la Audiencia de Quito, tuvo una biblioteca de 226 volúmenes (con tres obras lexicográficas), valorada en 550 pesos”, según una carta de venta hecha en Lima en 1590. “El doctor Hernando Arias de Ugarte, criollo, natural de Bogotá, Oidor de las audiencias de Panamá Charcas (Bolivia) y Lima, luego obispo de Quito y Arzobispo de Bogotá, Charcas y Lima, tuvo una biblioteca de 640 volúmenes (con 5 obras lexicográficas), valorada en 3.825 pesos”, según una tasación de bienes hecha en Lima en 1614. Quien sabe, el hombre más “culto” (salvando el caso de que haya sido tan solo un coleccionista), resulta un “Doctor Francisco de Ávila, mestizo natural del Cuzco, doctrinero y extirpador de idolatrías en la provincia de Huarochiri, canónigo de la catedral de Charcas y luego de Lima. Tenía una biblioteca de 3.108 volúmenes (con 17 obras lexicográficas”, según inventario de bienes hecho en Lima, en 1648. Comparando con la biblioteca del Inca Garcilaso de la Vega, mestizo que vivió la mayor parte de su vida en España, que tuvo una biblioteca de apenas 200 volúmenes (con 2 obras lexicográficas), según un inventario de bienes hecho en Córdoba en 1616, digamos que fue poco ilustrado.

Estoy comentando datos de Teodoro Hampe Martínez, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, que según se explica “fue redactado durante una estancia de investigación en el Instituto de Historia de la Universidad de Viena, gracias al financiamiento del Ministerio austriaco de Ciencia e Investigación”.

Averiguando datos relacionados con posibles bibliotecas particulares de la Real Audiencia de Quito, tan solo se señala lo que queda reseñado. En conjunto, miro que una fuerte intelectualidad en el siglo XVII, es decir por los 1600, se sube con los libros al altiplano de la actual Bolivia. Pienso que la economía derivada de las fabulosas minas de Potosí, atrajeron a gente dedicada al cultivo de su intelecto.

En estas listas, indudablemente no aparecen como tenedores de libros los virreyes, ni los burócratas de la administración de la época. Igual que ahora, pedir que una autoridad sea quien tenga la biblioteca más grande, sigue siendo una utopía. ¿Cuántos gobernadores, alcaldes, concejales, ministros, rectores de colegios, de universidades, en nuestro medio legarán a su ciudad sus inmensas bibliotecas? Lo más triste es que a ellos elegimos para que “nos gobiernen” y hagan y deshagan nuestro propio destino cultural.

¿Por qué esto de resaltar que entre los libros, básicamente de temas religiosos y morales, se tome en cuenta los lexicográficos? Por una sencilla razón. La lexicografía, es decir, las palabras nuevas del continente descubierto, hasta ahora siguen siendo postergadas y anuladas. Hay que pedir consentimiento a la Real Academia, para ingresarlas como cosa “legalizada”. La discriminación lingüística a las lenguas indígenas y a los modos comunicativos de los afroesclavizados, casi que son un estorbo para el español normativo contemporáneo. Hasta ahora, el concepto de hombre “culto” guarda relación con quien sabe francés, inglés o alguna lengua europea. Del que se interesa por las lenguas indígenas, se le tiene un triste concepto. La anulación lingüística del continente se debe a la actitud anulatoria de la palabra de los vencidos. De todos modos, los sacerdotes que se interesaron en hacer sus diccionarios, son quienes constituyen el mayor sustento contradictorio de nuestra heredad.

Uno de los criterios extremos sobre lo dicho, viene argumentado en el texto que estoy compartiendo: “Muchos autores han enfatizado con acierto las penalidades que supone la tarea lexicográfica en general: el humanista Giulio Cesare Scaligero, por ejemplo, advertía en el siglo XVI que los peores criminales no deberían ser ejecutados ni sentenciados a trabajo forzado, sino condenados a compilar diccionarios, por lo tortuoso de esa labor” (Ladislav Zgusta, Manual de Lexicografía, Praga, Academia, 1971, p. 15).

La concepción de “nuestra cultura” para que tenga un carácter de esencial, debe tener cuerpo y alma con sus propias palabras, no solo como novedad, sino con ese sentido consubstancial que orgullosamente debe ser asumido por un pueblo querendón de lo suyo. Pobres lingüistas nosotros “condenados” a los trabajos forzados que los cómodos hombres libres no pueden asumir.

Aleturgias y el gobierno de los vivos. 2019

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

¿Sabe usted quién le gobierna? ¿Se ha dado cuenta que no solo le gobierna el que está más arriba, sino hasta una hilera de mediocres intermediarios? Si no se ha detenido a pensar en esto, siéntase feliz, porque no es un ser pensante, sino un obedeciente que terminará en obediente.

¿Sabe usted lo que significa ‘aleturgia’? Si no hubiera dado con el libro de Michael Foucault, titulado “Del gobierno de los vivos” (2014), yo estuviera igualmente feliz. No hay duda que la ignorancia nos da felicidad y conformismo. Pero el caso es que leyendo y releyendo me entero de que un emperador romano llamado Septimio Severo (146 – 211) que gobernó el imperio desde 193 a 211 de nuestra era, había tenido un raro capricho, como lo hacen nuestros emperadorcillos inmediatos, de hacer construir su palacio “y en él, claro está, una gran sala solemne en la cual daba audiencia, emitía sus sentencias e impartía justicia”. Se dice que en el cielo de esta sala hizo pintar sus estrellas, las que había visto desde su nacimiento. Eran “las estrellas que habían presidido su destino”. Foucault dice que en esta alegoría “su interés radicaba en inscribir las sentencias particulares y coyunturales que él dictaba dentro del sistema del mismo mundo, y mostrar que el logos que regía ese orden…” en una palabra, justificaba las sentencias pronunciadas por él.

¿Cómo actuaba Septimio Severo en el ejercicio del poder? Foucault dice que lo hacía “en orden a la información recogida, del orden del conocimiento” que devienen de leyes, tablas, rituales, ceremonias, operaciones de magia, de adivinación, de consulta a oráculos y a los dioses “mediante los cuales se saca a la luz algo que se afirma, o, más bien, se postula como verdadero…”.

Para nuestra reflexión, ¿se ha puesto a pensar en el orden o nivel de conocimiento con que actúa su gobernante? ¿Qué clase de estrellas cobijan su cielo? Y yendo a lo de fondo, ¿Se ha puesto a meditar qué tiene su gobernante como principio de la verdad? ¿Le interesa gobernar con la verdad? De esta pregunta es que salta la palabra ‘aleturgia’, repensada por el gramático griego Heráclides, para advertir que entre tantos que opinan, alguien dice la verdad. Entonces, la aleturgia sirve para entender “el conjunto de los procedimientos posibles, verbales o no, por los cuales se saca a la luz lo que se postula como verdadero en oposición a lo falso, a lo oculto, a lo indecible, lo imprevisible, el olvido, y decir que no hay ejercicio del poder sin algo parecido a una aleturgia.”

Es sabido que entre nosotros, la convivencia es más con rituales que con leyes. Estamos muy conscientes de que la máscara es la imagen de nuestra cara pública. Tanta alusión a la transparencia no es sino la angustia, el grito público, el pregón oficial, de que se reconozca a la máscara como a la identidad verdadera. ¿Por qué tanta publicidad sobre la transparencia? Pues porque la verdad que está atrapada entre la gente, tiene que ser desmontada, falsificada, desacreditada.

¿Quién tendrá la verdad? ¿Quién la constata? Si el protagonista del poder es el primer enmascarado predicador de falsedades, ¿quién guarda la verdad? Por ello, Foucault advierte que los gobernantes lo que hacen es apoderarse de un conocimiento que les resulta útil o utilizable, para darnos “entretenimientos” con rituales, como en nuestro caso lo son los mismos ceremoniales de posesionamientos de autoridades, bastones de mando, bandas de dignidades, condecoraciones, sesiones solemnes, ruedas de prensa; etc. Si a esto añadimos nuestra interculturalidad, donde la ritualidad está menos racionalizada (en el sentido del ejercicio del razonamiento), las aleturgias se nos vuelven más imprescindibles. Vivimos nosotros el arcaísmo de la racionalidad de los siglos XVI y XVII, dice el aludido autor. Vivimos la experiencia de que gobernar significa el arte de confundir.

Mandaba a lavar sus camisas a Londres. 1824

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés

Frente al mar hay mucha más plata que en los montes. Los ricos de verdad, los que tienen el mar como su patio, con recursos e iniciativa, juegan a comerciar con quien les place a las buenas o a las malas. Siendo dueños de fortunas viajeras, hacen leyes a su gusto para vivir protegidos en los pueblos que les toca gobernar mientras duran sus largas vidas. En esas ciudades, la plebe solo es parte del paisaje. Se les da la ilusión de creerse ciudadanos. Las cédulas de identificación  les sirven para su condición de contribuyentes y para poder identificarlos  como autores de sus historias de atracadores y malandros, además de corsarios de las involuciones legislativas.

Enrique Swayne había dejado su lejana Escocia en el Reino Unido para buscar algún parecido entre la niebla del Callao. Ahí se puso a buscar similitudes con el pequeño puerto  de donde procedía, que se llamaba Dysart. Atrás venía dejando historias de mujeres belicosas y campesinas de faldas cuadriculadas que hacían decir a la gente que “donde hay una vaca, hay una mujer; y donde hay una mujer hay malicia”. Había llegado a Lima en 1824, es decir, nuestro personaje llega justo el año de la batalla de Ayacucho, cuando se está corriendo la suerte libertaria del Perú. Se pasó 10 años levantando una fortuna con hombres que quedaron libres para comerciar  sin el estorbo de España; llenos de indios y negros que no entendían esa libertad.

Se sabe que en 1833 Enrique Swayne regresó a Liberpool en búsqueda de su hermano Roberto que tenía el establecimiento de negocios llamado “Swayne Reid y Co.” Según las notas de historieta narradas por el guayaquileño Rodolfo Pérez Pimentel (El Ecuador Profundo, tomo 2, Guayaquil 1988) “En 1834 volvió al Perú y dedicó sus mejores horas a las faenas agrícolas y muy especialmente al cultivo y transformación de la caña de azúcar, para lo cual fundó varios ingenios en la región de Cañete.  Con el tiempo compró las haciendas Quebrada, Casa Blanca, Cerro Azul, El Chical, Ungara. La Huaca, Santa Bárbara, San Jacinto de Nepeña, Punguri, Santa Rosa, Mocache, Puente de Piedra y Huancarpón, que le producían caña convirtiéndose en el rey de la región”. ¿Contaron? Son 13 haciendas  para endulzar los mares.

En el Cañete de don Enrique Swayne y Wallace, según el mismo investigador, circulaba moneda propia: billetes, monedas de plata, de níquel y de cobre. Este dato hay que volverlo paralelo con lo que hizo el banquero Urbina Jado en Guayaquil, el hijo del ex presidente José María Urbina, quien  también hizo circular su propia moneda cien años después. Los buenos ejemplos de los inversionistas, siempre dejan lecciones a seguir.

Estando en una visita en Lima, dos guayaquileños llamados Matías Sotomayor Luna y Miró, y Nicanor Márquez de la Plata Plaza, llenos de apellidos y de urgencias amorosas, conocieron a las señoritas limeñas Carlota y Enriqueta Swayne y Méndez la Chica. No se diga más, y los monos de Guayaquil se desposaron un 21 de mayo de 1854 en la parroquia de San Sebastián en Lima. Según el decir de las lenguas entendidas en genealogía,  las dos hijas ‘naturales’ de  Swayne fueron homenajeadas por su generoso padre “con la bicoca de 50.000 pesos fuerte oro, para que cada uno de los yernos los gastaran en alfileres, si así lo querían”. Formadas las familias y pasados los tiempos, los Sotomayor y Luna pasaron a vivir en Guayaquil; y un tiempo después sus primos Márquez de la Plata Plaza, a la muerte de su padre en Lima.

Cosas de gente rica que se vuelve extravagante, nos cuenta Rodolfo Pérez Pimentel. Como buen inglés acaudalado: “Cuentan que solía quejarse de la falta de buenas lavanderas en el Perú, y mandaba a lavar  y planchar sus camisas de seda natural y puños de fino encaje nada menos que a Londres, de donde se las regresaban a los tres meses, blancas e impecables y a entero gusto. Habría tenido algunos cientos de ellas porque el viajecito, a la par que el costo, era demorado”.  Una nueva historia de la opulencia  se sabe que existió con la señora de Sotomayor y Luna, quien hizo que su esposo le construyera una mansión en la 9 de Octubre y Chimborazo, en el boulevard. ¡Una maravilla ser acaudalado en Guayaquil!

Los intelectuales orgánicos

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador – Cronista Oficial de Ambato

¿Qué son los intelectuales orgánicos en nuestro medio? Sin más rodeos, son los más listos que tienen las familias de poder en nuestros núcleos sociales. Pueden o no haber estudiado. Si lo han hecho, no es que vayan a defenderse con su profesión en el sustento diario, sino que necesitan título para su honoris causa de la manipulación. Estos ilustres orgánicos, hasta por inercia están dispuestos a ocupar los espacios directrices para ejercer un control ejemónico que apuntala al control de la economía. Provienen en nuestro caso de dos etapas históricas muy marcadas. Los más rancios o ancestrales, para no aplicarles un calificativo de quesos guardados y casi putrefactos, son herederos de las llamadas “estirpes” coloniales. Gente que deviene de apellidos que ejercieron control sobre la sociedad vencida y ultrajada. Los más frescos, de los que también tenemos a la orden del día, provienen de la manipulación ideológica de los heroísmos hiperbólicos, míticos, con que saltaron al pedestal de la república, en medio de las revueltas de la independencia. Son los descendientes de supuestos héroes, los que sacan el pecho en las rememoraciones de efemérides calendarizadas por ellos mismos, y que se han convencido de esa importancia que da la cantaleta, la que nos obligan a aprender hasta en la educación cívica.

Un intelectual orgánico tiene como cosa suya un pueblo, una villa, una ciudad, una provincia, una región. Y desde luego que los intelectuales orgánicos vienen manejando las instituciones del Estado. “En cada siglo o período histórico surgirán una o dos familias principales en torno a las cuales van a girar las familias secundarias constituyendo un tupido entramado de relaciones interpersonales, cuyos intereses como clase y como élite de poder serán coincidentes; el elemento aglutinador a nivel ideológico y político va a recaer sobre sus intelectuales orgánicos, cuya función principal será la de asegurar a su red familiar la hegemonía social y el control político, legitimando así su dominación en el bloque de poder”. (Ver: El papel de las redes familiares en la configuración de la élite de poder en Centroamérica, por Marta Elena Casaúz Arzú)

En nuestra experiencia, los intelectuales orgánicos, para camuflar su injerencia directa, han elaborado leyes, ordenanzas y reglamentos que les dan respaldo. Son escudos y parapetos que les aseguran su imagen de fondo. Es muy de nuestro comportamiento de subalternos el tener que hacerles la genuflexión verbal antes de cualquier declaración pública. Un intelectual funcional y crítico al frente de un organismo de su competencia les resulta molesto e incómodo si no menciona primero la dependencia y su condición de “favorecido” o de simple ejecutor de lo que ha sido “aprobado” por quien ocupa el trono del poder. Si algo tiene de intelectualidad algún burócrata, termina en apariencia, puesto que pasa a ser un peón orgánico del aparato del poder.

Los intelectuales natos no sirven para cargos de la burocracia. Sencillamente tendrían que operar en contra de estas estructuras si quieren dar rienda suelta a su creatividad. El intelectual funcional, de hecho tiene un sentido crítico de la vida y de su sociedad. El intelectual orgánico y sus peones o pajecillos, terminan desterrando la creatividad con la que se ilusionan llegar al poder para ocupar los cargos. Los intelectuales orgánicos, según Marta Elena Casaúz Arzú, utilizan su “capacidad de mimetismo y metamorfosis”. Tienen muy desarrollado su olfato y su capacidad de cálculo. Por eso entregan el caramelo de una función a sumisos y obedientes, con trayectoria en el adulo.

Doctor Pedro Arturo Reino Garcés se incorpora a la Academia Nacional de Historia

Este viernes 1 de Septiembre de 2017 se incorpora como Miembro de la Academia Nacional de Historia el doctor Pedro Arturo Reino Garcés, valioso intelectual y distingido colaborador de www.EcuadorUniversitario.Com. El acto solemne se desarrollará en Patate, provincia de Tungurahua, con la presencia del directorio de la academia, invitados especiales y personalidades del mundo social y cultural.

El discurso de incorporación que ofrecerá el doctor Pedro Arturo Reino Garcés tiene que ver con un libro que lo presentará en dicho evento, y que lleva por título Senderos Históricos de Patate.

Aquí les presentamos un avance, no sin antes decir que celebraramos contar con amigos como el doctor Pedro Arturo Reino Garcés, intelectual, periodista, historiador, músico, pintor y gran promtor cultural.

!Felicitaciones estimado Pedro!

…Hay palabras que están empacadas, guardadas en estanterías. Llevo media vida minando en esas canteras de reciclajes de las sombras. He tomado un raro gusto por las cenizas prohibidas. Más solo que nunca me enfrento a los ventisqueros y a las avalanchas polvorientas como un buscador de tesoros, mientras los gallinazos me graznan y predican que sigo perdiendo el tiempo en mi locura de desocupado.

Las calaveras, desde apelmazados anaqueles, me gimen al oído sus pasiones. Algunas larvas engordadas con tiniebla, amparadas en que natura no les ha hecho con ojos, se relamen los huesos de la tinta y de los sellos reales engrasados con lacre.

Descubro en largas firmas a importantísimos personajes que guardan todavía la risa de sus perversidades despiadadas. Me doy cuenta que la sedición no es cosa de forma sino esencia de la vida. Ciertas polillas huyen de mis dedos ácidos y los hijos generacionales de los descarnados me echan maldiciones y conjuros porque no saben cómo tapar la boca a sus nobles calaveras que solo hablan conmigo en un lenguaje cómplice, con la ventaja del destiempo. Muchas ocasiones me encuentro todavía con verdugos intactos buscando entre las sobras algún cuello para decapitar a quien quiera, argumentando que son cosas del destino. Solo a mí me relatan sus verdades escondidas para alivianarse el peso de sus conciencias, mientras sincerándose en el final de su ceniza, me dicen que anhelan dormir tranquilizados, cobijados, inevitablemente, con la esperanza de encontrarse con nuevas formas de experimentar orgasmos con la muerte.

Aprender a leer los garabatos de los archivos, eso que disciplinariamente se llama paleografía, es lo más importante que me ha ocurrido en la vida, diré ahora, rememorando y parafraseando el discurso de Vargas Llosa al recibir su Nobel en 2010. Quienes no saben de su pasado y de sus ancestros, que dicho de mejor manera son nuestros en todos los sentidos, son hijos de la ceguera. Tantean el mundo y sus apetencias, muchas veces con bastones prestados; huelen por las narices ajenas y oyendo los engaños caminan por el mundo y viven inconsciente y desperdiciadamente toda una existencia de ignorancias.

He aprendido a ir al principio acompañando a Sísifo por nuestras propias montañas. Cada día aprendo las primeras letras en una escuela en donde los maestros se han huido abandonando los legajos malditos. El hijo único de la orfandad tiene que enfrentarse a sí mismo si quiere sobrevivir después de los desbordes de Prometeo. Quiero olvidarme de Juan Salvador Gaviota cuando trato de sacar en limpio historias de carroña.

Quiero pensar que una cosa es la muerte de los huesos y otra la muerte de las palabras. No se imaginan cuántos espíritus insepultos me buscan para contarme sus historias. Tengo la gran ventaja de que soy querido por las almas en pena a lo largo de todo un continente. Tengo la ventaja de haber bajado a muchos purgatorios tan solo con la silenciosa sombra de Dante enmudecido. También he subido a los infiernos a reconocer genealogías de perversos y cretinos que buscan la lumbre aureolada que produce lo podrido. Ahora mismo he venido a contarles en un libro lo que me han dicho tantas almas pululantes que como mariposas revolotean ante la luz de sus propios huesos encendidos con el fuelle de mi aliento.

¿Quieren una revelación? Creo que ahora es el momento, porque siento que mi espíritu está titilante en su epifanía. Yo no soy el que me ven y se imaginan que parezco ser. Yo soy un cementerio que habla. Soy una tumba destapada por donde aparecen parientes que abandonaron esta vida. Si dudan, huelan mis transcripciones y encontrarán ese aire guardado que tienen las catacumbas bajo el altar mayor, las del quicio de la hacienda; pero sobre todo, el olor inconfundible que tienen las calaveras de los desamparados de la suerte. No soy el que habla, sino el que grita de prestado con las impotencias de los caídos en las quebradas, de los ahogados en el lodo de la infamia, de los silenciados con las piedras metidas en sus bocas y con las miradas perdidas de los gritos de justicia en sus ojos muertos.

Dentro de mi pecho están reprimidos los gritos de los pobres de solemnidad obligándome a volverles a la vida. Por ahora, el agua no está en mis ojos. Están las lágrimas de fuego de quienes nunca fueron al paraíso a pesar de las ofertas de la fe y de tanta prédica que practica la hipocresía del poder. Si un día se les ocurre abrir mi pecho, tendrán que enfrentarse al avispero de los marginados caídos en la hojarasca. Esa es mi utopía que lucha contra quienes han salido al mundo con sus mangueras alimentadoras de incendios enorgulleciéndose de sus actualizaciones atópicas a combatir a supuestos adversarios. Esos son los aguijones que han alimentado sus almas con la esperanza de fugarse de sus reveladoras muertes.

No sé si estoy en guerra con la vida o con la muerte. Lo dirán ustedes. Patate es Patate, y Comala es Comala. Rulfo camina conmigo desde hace rato alentándome a no tener miedo a las calaveras redivivas que me sacan sus lenguas y siguen armando sus solemnidades en sus salones de apoteosis y riéndose de lo que han concretado en sus mezquindades, negándome los espacios repletos de sus aristocracias podridas que llevan el nombre de sus ciudades.

Por ahora, Patate me significa la catedral solemne de espacio abierto donde he venido a dar vuelo a mis palabras. Gracias por ello a la bondad de su gente. Gracias a la Academia Nacional de Historia que ha insistido en que me integre a luchar por las sendas controvertidas de la oficialidad de la memoria. Correspondo con igual indiferencia ante quienes me han ignorado embelesados en sus poderes fatuos por no poder corresponder a su necesidad de adulos. Mis historias tienen ni tendrán que ver con el miedo que tienen a la verdad tapada. Me quedan muchas fuerzas para luchar contra las opulencias que también terminan en las canteras del desprecio. No avizoro enemigos por mi senda, sino solo rumores de desesperados por figurar en la página social de los acomodos.

Gracias a todos quienes tienen que ver con mi vida, a mis familiares y a mi esposa; a los que me han dado y siguen dando fortalezas; y ahora, a quienes han sido y serán testigos de este acto que también se inscribe en la historia de esta Patria.

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La pragmática y los códigos lingüísticos en textos de la vertiente histórica

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador y Cronista Oficial de Ambato

A partir de “las semióticas de la tercera generación”.

Los analistas dicen que a mediados de l980 hay indagaciones de estudios semióticos más complejos. Se dejó de lado a los “actores” y se pasó, según dice Victorino Zecchetto, a “aceptar que los textos y discursos son construcciones sociales realizadas por múltiples actores”; y esto, claro está que trata de ver qué efectos produce un texto en su contexto de recepción. Entonces, nuevamente tenemos que volvernos interdisciplinarios porque para entender mejor el mundo y sus señales, o para decodificar los mensajes deberemos respaldarnos en la sociolingüística, en la psicología social, en la etnografía, la antropología, la sociología cognitiva, y hasta en la proxémica y en la kinésica, puesto que el mundo se entiende como que está determinado por el interaccionismo, según el estracto que lo tomo del autor que estoy comentando.

Morris dividió a la semiótica en tres ramas: la semántica, la pragmática y la sintáctica. La semántica tiene que ver con lo que los signos quieren significar. Se puede ir de los sentidos a los significados según imaginarios de la fuente, el emisor y el receptor. Desde luego que la semántica guarda relación directa con la sintáctica porque ella establece las ‘gramáticas’ diseñadas para analizar los lenguajes. Todos los signos se relacionan entre sí por ciertas leyes que permiten la semiosis como actividad de comunicación que se produce entre los grupos partícipes del gregarismo.

La pragmática, por su parte, quiere posesionarse en un mundo concreto de interpretaciones. Greimas dice que la pragmática se preocupa por la dimensión cognoscitiva del mundo. Pensemos entonces que la aprehensión del mundo, tan heterogénea, no tanto por pensar en lo diverso, sino por sus niveles de profundidad que pueden ir desde los más periféricos hasta los meollos, operan en los productores de signos, así como en la decodificación de los destinatarios. Greimas cree que con estos antecedentes se puede incursionar en lo que significa un hacer pragmático y un hacer cognoscitivo que está vinculado con los niveles de competencia.

Otro de los enfoques dentro de la pragmática guarda relación con dos tipos de “haceres”, el interpretativo y el persuasivo que son parte del proceso de la comunicación. Hay mucho que comentar en cuanto destinadores y destinatarios como ‘sujetos competentes’ y no ‘instancias simbólicas vacías’ que se activan ante los estímulos de los mensajes. La persuasión por los mensajes entra definitivamente en los planos ideológicos y subliminales, de ahí que la pragmática no puede ser ingenua en su estructuración sintáctica.

En el mundo actual la vida está diagramada con los sentidos interpretativos prefabricados. No hay interés en que el destinatario realice su búsqueda semántica, sino que hay que entender que se nos dan los objetos sígnicos con sus sentidos ya hechos, listos para que puedan pasar a una digestión cerebral rápida. Son una especie de enlatados precocidos que consumimos masificadamente sin ningún sentido crítico. Vivimos como atrofiados del sentido del gusto intelectual. La persuasión, como conducta de mercado opera en la semiósfera en la que vivimos inmersos. Todo está en el ambiente y en el tiempo en el que se produce y desenvuelve este tejido social.

Para no detenernos mucho en la teoría, digamos que la pragmática, estudiada como una parte de la semiótica de la cultura opera con esquemas mentales que van a desembocar en las concepciones paradigmáticas. Por lo general, los textos de la vertiente histórica que hemos consumido o que nos ofrecen como enlatados es lo que se debe comentar con ejemplos concretos.

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