Archivo de la etiqueta: Dr. Pedro Reino Garcés

Administrar el hambre. 2021

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

 

¿Qué políticas implementarán los diferentes gobiernos para administrar el hambre de los sobrevivientes a esta pandemia llamada del covit-19? Pues queda algo subyacente en cada país. ¿Cómo quedarán las economías del capitalismo? ¿Cómo quedaremos los submundos subdesarrollados? Indudablemente que  todo lo vinculado a la salud está siendo el principal negocio, desde una pastilla hasta una hospitalización privada, que pasa al rango de selectividad espantosa, son negocios rentables, porque la salud pública está desprotegida por el Estado y hasta es la primera gran estafa estructurada por modelos de corrupción en la que estamos sumergidos. De esto hablamos los sobrevivientes con algo de aliento, porque el miedo nos crece todos los días.

Sin salud no hay nada. Y en esta pandemia hasta las iglesias de nuestros entornos están prohibidas y cerradas. No hay comunión que valga sino la del espíritu con la fe del creyente. ¿Qué vía se vuelve necesaria para nuestra resurrección social? Pues no otra sino el trabajo al que se le debe dar el justo valor de su dignidad primigenia. No pensemos en salario, sino en una reconceptualización y reconocimiento a formas de sustento en que hay que tener presente, algo así como empezar de cero. Los de primera línea serán los que trabajan para darnos de comer. Si los médicos conscientes han ofrendado su entereza para sostenernos con vida, quienes luchen por darnos el producto de la naturaleza para llevar a nuestras mesas, deben ser los nuevos héroes que nos ayudarán a  tomar energía de los alimentos que nos proporcionen: Agricultores, pescadores, granjeros. De aquí, quienes colaboren en la cadena alimenticia, deben ser considerados los principales aliados y asistentes de la rehabilitación social. Pero por ahí aparecen los problemas, en esas “cadenas” como de la transportación y sus costos.

Hagamos aquí un corte para decir que así como han quedado obsoletas  muchas infraestructuras, incluidos los propios mercados, no se diga parques, campos deportivos, colegios, balnearios, iglesias, etc. lo están en evidencia sus leyes y ordenanzas. Las vías públicas ofrecen ahora el sustento alimenticio. Menos mal que en algunos casos se han salvado de los manipuladores de los mercados y sus roscas espoleadoras que cobran por todo y a toda víctima. Yo, no es que crea, sino que puedo dar fe histórica de que los municipios heredaron el poder de la explotación colonial.

Esta focalización va para la “otra Sociedad”, desde la que participo; porque las élites tienen los supermercados con todas las “normas de bio seguridad”, que no está mal, pero que son la demostración de los dos mundos, que como dos tetas dan de comer a pobres y a ricos ratificados por la pandemia. Sin embargo, no hay que olvidar que esos mismos productos de la calle, que lo están mejor presentados en las vitrinas mejor cuidadas, vienen de las manos de los mismos trabajadores a quienes hay que valorarles y retribuirles en condiciones de equidad.

Un gobernante debe saber que todo esto y mucho más lo mueve el hambre: “que es el más temible de los enemigos, contra el que no pueden cañones ni decretos, porque es quien diezma tus ejércitos. Hunde tus naves, llena de criminales las noches y de pícaros las plazas. Da crédito y poder a los clérigos. Prostituye a las mujeres. Hace viejos a los niños. Él, que es padre de todos los vicios. Que engendra la adulación. Promueve la traición. Atrae al juego. Somete al vino y al alcohol. Mete los dedos en la bolsa ajena. El puñal en el vientre. El pescuezo en el yugo…decide la suerte de las almas. Hace las guerras. Crea las victorias y las derrotas. Destruye reinos, somete pueblos. Todo lo puede”. (Napoleón Baccino, Premio Casa de las Américas, 1989, Maluco, p. 230). Esto quiere decir que primero hay que curar el hambre y luego lo demás.

Conductas sobre las pestes. 2020

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Indirectamente hay un dios vengativo tras las pandemias. Creo que demasiado materialismo le hace daño a la humanidad, aunque esta sea una argumentación mítica, creo que resulta válida cuando la sociedad necesita correctivos. Lo que desarma esta opinión es que la “cura” o solución excluya a la ciencia y a sus principios que han puesto en orden las mentalidades mágico-religiosas. Hay que hacer una reingeniería de las religiones y un replanteo de la fe.

La historia de las pandemias nos evidencia muchas conductas humanas sobre las grandes pestes del mundo occidental. Las pandemias siempre han afectado a los marginados, a los residuos de la opulencia social, a quienes sintiéndose impotentes ante el poder político, vuelcan sus esperanzas en la divinidad para que actúe con su misericordia y los salve, no de la muerte, sino de una secuela de contagios que afectan más al alma que al cuerpo. Lo estamos viviendo los frustrados ciudadanos que hemos entendido que las vacunas  y la salvación son y han sido privilegios para los círculos del poder. Esto pongamos en contexto mencionando terribles epidemias que han afectado a la humanidad: la lepra, la locura y las enfermedades venéreas que vienen al caso de esta focalización.

La lepra se dijo que tenía origen divino, según los innumerables infectados de la Edad Media. Recién en el siglo XIX se descubrió que tenía origen bacteriano. Las víctimas del mal tenían la evidencia del “castigo divino”. El imaginario de Lázaro salta a la memoria y los lazaretos son los reclusorios. “Amigo mío – decía un ritual de la iglesia de Viena- le place a Nuestro Señor que  hayas sido infectado con esta enfermedad, y te hace Nuestro Señor una gracia, al querer castigar por los males que has hecho en este mundo” (Foucault, Historia de la locura, 2017). Solo en Inglaterra y Escocia, según este autor, había 220 leprosarios. ¿Cuántos siglos se ha necesitado para que la ciencia luche contra la religión? ¿Qué se hizo de por medio como conductas de contentillo? Pues lo que pasa  ahora en nuestro medio: dar las ayudas de beneficencia. Los repartidores de miseria aparecieron como angelitos, igual que ahora, disfrazados de benefactores, pero no salen a solucionar lo de fondo. Operan sobre la proliferación de contagios. Más bien hemos visto en nuestro medio a muchos dadivosos que se han postulado para el arribismo politiquero, manipulando calculadoramente el reparto de “ayudas”.

Habría que estudiar las estadísticas para  mirar lo que ocurrió luego de  la decadencia de la lepra. Después de esta terrible peste, devino un mal de la razón. El nuevo mal fue el de la locura “en el horizonte del Renacimiento”. Lo subsiguiente fue una peste de todos modos: la humanidad entró en  la proliferación de las enfermedades venéreas.

Las variables de la locura me suenan a un puente entre el alma del misticismo medieval con el re-encuentro con su cuerpo: El Renacimiento replanteó los placeres vinculándose al cuerpo  y a la carne. Y así la humanidad ha ido experimentando conductas públicas: Los leprosos eran confinados a sus reclusorios condenados, además, al estigma moral. En cambio con los locos se hizo todo lo contrario, se los soltaba en pueblos lejanos y en caminos, en calidad de migrantes expatriados; hasta se los embarcaba en navíos para dejarlos en lejanos puertos cuando no eran arrojados al mar. Aquí el gran problema era la diversidad de síntomas.

Pero, igualmente, ¿A qué clase social afectaron mayoritariamente los extravíos de la razón y el desenfreno por los placeres sexuales? Si la locura es un “estado de confusión” es porque el mundo había quedado a la deriva. Desarmar los credos no es tarea fácil. Se necesitan generaciones con mentalidad abierta para que ocurra el “milagro” de la reconceptualización del mundo y de la vida. Las consecuencias son impredecibles.

¿Qué nos irá a pasar ahora? Estamos viendo que pandemia Covit-19 y poder son una sola cosa. En nuestro caso como país, el control de la pandemia hacia las masas poblacionales no la han liderado los médicos sino los políticos y los privilegiados con el espantoso resultado (apetecido) de una población diezmada a su capricho. Otro de los resultados pueden verse en la cantidad de suicidios, que desde algún ángulo no son sino “extravíos de la razón” ante las impotencias de sistema vigente, de un capitalismo que no perdona centavos a quienes se arriman a la supervivencia. No se suicidan quienes disfrutan de los beneficios del capital sino los afectados por leyes que vislumbran deterioro en sus horizontes llenos de miedos. No se suicidan los magistrados de las cortes, ni los ministros, ni los banqueros. Ellos tienen demasiadas razones para querer la vida. Y como los placeres se han vuelto también selectivos, solo queda decir por ahora que una cosa son los instintos en los depauperados y otra cosa en los que manejan las prevenciones y sus refinamientos

Seis mil pesos para el diputado Olmedo a Cádiz. 1810

Fondos del Malecón se destinan a viáticos

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

La resolución de que don José Joaquín de Olmedo fuera designado diputado a las Cortes de Cádiz, salió de la elección que  hicieran varias autoridades coloniales porteñas: en el “Muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento: don Bartolomé Cucalón y Villamayor, Brigadier de los reales ejércitos, Gobernador Militar y Político de esta plaza y subdelegado de Real Hacienda; don Vicente Rocafuerte y don francisco Javier Paredes, Alcaldes Ordinarios; don José López Merino, Alguacil Mayor; don José Julián del Campo, Alcalde Provincial; don José Morán de Butrón y Castillo, Fiel Ejecutor; don Manuel Ignacio Moreno y Santistevan, Regidor Decano; don Manuel Ruiz, don Juan Bautista Elizalde, don Domingo Iglesias y García, don José Ignacio Gorrichátegui y don Ignacio Casanova, Regidores; don Juan Millán, Procurador General; y el doctor don Mariano Sáenz de Viteri, Asesor, conmigo el escribano…No habiendo concurrido los señores Alférez Real don José Joaquín Pareja, por estar ausente en la capital de Lima, y, el Regidor don Andrés de Herrera Capusano, que al presente se halla enfermo… ”  Esto ocurrió en una sesión realizada el 11 de septiembre de 1810.

Se trataba de elegir un diputado, según disposición de 14 de febrero de 1810. Para tomar esta resolución, “oyeron los señores concurrentes la misa del Espíritu Santo en la iglesia del Convento de San Agustín, y ocupando  en esta sala capitular sus lugares respectivos…”  el Gobernador entregó al Regidor un oficio enviado por el virrey del Perú, de fecha 7 de agosto, que contenía la petición de realizar la referida designación, no sin antes  elogiar a “nuestro deseado Monarca el señor don Fernando VII que manda y gobierna los vastos dominios de la Monarquía Española”. Esta es una demostración de que Guayaquil no estaba dependiendo del virreinato de Nueva Granada.

Viajar a España como diputado debió haber generado inusitada expectativa y gran favor al elegido, puesto que a más de la representación, iban con todos los gastos pagados, a pesar de la crisis económica en la que se debatía la administración pública. Según se puede leer en el acta a mi alcance, cada integrante de esta junta electora tenía la opción de votar por tres candidatos. Finalmente, los resultados fueron: “8 votos al señor Alférez Real Dr. Dn. José Joaquín Pareja; con 10 el Dr. Dn. José Joaquín de Olmedo; con 6 votos el Dr. Dn. Miguel Moreno; con 3 el señor Dr. Dn. Ignacio de Olazo; con 2 el señor Dr. Dn. José Ignacio Moreno; con otros 2 el Dr. Dn. Francisco de Icaza; con 1 el señor alcalde don Vicente Rocafuerte; y con otro voto don Pedro de Santander”. ¿Serían todos vecinos de la provincia de Guayaquil?

Según relata el escribano, finalmente los nombres de Joaquín de Olmedo  y del Dr. Dn. Miguel Moreno (tercero en votación) “entraron estos al cántaro, en tres distintas cédulas, y llamándose a un niño, se le previno que sacase una sola, y verificándole así a presencia de todos los señores y de mí el escribano que doy fe,  salió la que estaba escrito el nombre del Dr. Dn. José Joaquín de Olmedo, y como tal se le ha reconocido como Diputado de Cortes, a nombre de esta provincia.” Luego se dice que se verificó que “las otras dos cédulas” eran de Joaquín Pareja y Miguel Moreno. ¿Fue el azar lo que hizo que Olmedo fuese a las Cortes de Cádiz?

La propia fuente explica que “don Manuel Ignacio Moreno y Santistevan, (era) Regidor Decano” y además era  “Cura Vicario del partido de Huancayo, en el arzobispado de Lima, que entró en la suerte del año pasado, con ocasión de elegirse al Excelentísimo Señor Diputado General del Virreinato del Perú,” Otro de los candidatos fue el “Dr. Dn Ignacio Olazo y Maruri, Cura párroco de la iglesia de la Concepción  de esta ciudad, calificador y Comisario del Santo Oficio, cuya aptitud y arregladas costumbres conocen bien vuestras señorías”. Lo curioso de estas actas es que al referirse a la candidatura de Olmedo, no se hace ningún comentario. Uno espera que se diga algo sobre su intelectualidad, pero no hay tal.

Pero pongamos algo de lo que se dice sobre quien obtuvo el segundo lugar con 8 votos: se trata del Alférez Real don José Joaquín Pareja “cuya persona tiene pendiente el Litis de  acusación y capitulación particular que puso contra mí (dice el Gobernador) en la Real Audiencia del Distrito (Lima), desertando la primera por convencido de falsedad y quedando la segunda suspensa hasta la resolución del rey, que será precisamente contra uno de los dos con infames notas…” Esto prueba que las pugnas de poderes se evidenciaron en estas reñidas elecciones. Saber a quién se favorece con los votos es una clave en política. ¿Cómo votó Rocafuerte? Nos interesa para que el lector saque su propia conjetura: “Empezó la votación de esta forma: El señor Alcalde Vicente Rocafuerte dijo daba su voto a los señores Dr. José Joaquín Pareja, Dr. Dn. José Joaquín Olmedo y Dr. Dn. Miguel Moreno”.

El acta dice que fueron a llamarlo a Olmedo a que se posesionara del cargo. “luego se trató de proporcionar el dinero…para su ayuda de costa de gastos de su viaje, navegaciones y arribada hasta su llegada a la Isla de Mallorca, según y como lo previene el real decreto  citado igualmente, que la segura contribución de seis pesos fuertes al día para su subsistencia en España; y, considerando no deber exponérsele a contingencias en circunstancias del estado de cosas en la península, unánimemente se acordó  el que aquí se pongan, desde luego, seis mil pesos fuertes a disposición del enunciado  señor Diputado para que se los lleve consigo con el objeto de que se costee su entrada a dicha Isla de Mallorca o en donde Su Majestad disponga posteriormente, y que del sobrante líquido pueda tomar y gastar los seis pesos fuertes diarios con que debe subsistir en España, mientras que instruyendo oportunamente su inversión y consumo tome el Cabildo sus providencias de sucesivas remesas.”

Igualmente, acordó este Cabildo, que en atención a la escasez  de dineros que en el día sufre el Ramo de Propios, por la inversión que ha dado a los caudales recaudados hasta ahora  en el desempeño de sus obligaciones anteriores con los justos motivos de los donativos hechos a Su Majestad y demás imprescindibles ocurrencias, se comisione como en efecto ha comisionado este Ayuntamiento a los señores Regidor Decano Don Manuel Ignacio Moreno, Regidor don José Ignacio Gorrichategui y Procurador General don Juan Millán, para que proporcionen de los vecinos pudientes el suplemento de los expresados seis mil pesos, aunque sea al interés del seis por ciento, obligando todas las rentas de Propios y arbitrios de este cabildo al pago de dicho principal e intereses, sobre que a nombre de este Cuerpo otorgarán y firmarán la correspondiente escritura los dichos señores, quienes pasarán a poder de dicho señor Diputado a citada cantidad”.

Pero ocurre que el Cabildo de Guayaquil, cuyo alcalde era Vicente Rocafuerte, hizo una sesión el 9 de octubre de 1810 en la cual se despreció la comunicación hecha desde Quito por el Conde Ruiz de Castilla, Presidente de Quito, y Don Carlos Montúfar sobre petición de la subordinación de Guayaquil a Quito. La respuesta es clara: “Y respecto a que acerca de esta incidencia se ha dado cuenta al excelentísimo señor Virrey del Perú, a quien únicamente quiere esta Provincia subordinarse con reconocimiento y dependencia del Soberano Consejo que existe en la Península de España…”

Ahora vamos a lo nuestro, y miremos cómo se desviaron los fondos destinados a los arreglos del Malecón de Guayaquil, para que sirvieran de viáticos al Diputado Olmedo:

Asimismo, se recibió un oficio de don Martín de Icaza, en que participa a este Cabildo hallarse en su poder 4.191 pesos 7 y un cuartillo  reales de descuento de la tercera parte del derecho de avería aplicada a la obra del Malecón que hizo por disposición del Tribunal del Consulado de Cartagena, desde 28 de abril de 1802 hasta el 4 del mismo mes de 1804 Y se decretó que se conteste  que queda enterado este Cabildo de este particular y que mantenga la expresada cantidad a disposición del Ayuntamiento, que ha determinado tomarla sobre sus Propios con calidad de reintegro, para habilitar el viaje del Diputado de Cortes, pues con este recurso, hallándose exhausto  el insinuado ramo público, a causa de los donativos hechos para la guerra y de otros gastos indispensables de ciudad que han ocurrido, se evita la molestia de solicitar prestado el dinero necesario para la dicha habilitación del referido viaje y se ahorra al mismo tiempo el gravamen  del interés que debía pagarse…vienen las firmas, ante mi Alejo Guiraldes Pereira y Castro, Escribano Público de Cabildo , Minas y Real Hacienda.”  (Todas las citas van de los documentos: Rocafuerte: Su vida pública en el Ecuador, volumen XIII, Edición del Gobierno del Ecuador, Quito, 1947, págs. 6 a 20)

Quedan muchas cosas más claras cuando uno lee directamente los documentos. Pensemos por ejemplo, ¿cómo es que aparece una plata guardada desde 1804, seis años después, por don Martín de Icaza, con el objeto de favorecer al Diputado? ¿No estaban en crisis? ¿De esto no se enteraba el Cabildo?

En fin, la herencia colonial y sus manejos nos persiguen.

Borrar el pasado

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Todo ladrón es un idiota. Es un abyecto que se miente a sí mismo porque se  “ilumina” de su propia tiniebla. No sabe, por ejemplo, que el sol tiene conciencia de no falsear su luminosidad, ni acepta que el mar no puede  falsear sus movimientos. El ladrón no cree en la luz propia, por eso babea estupefacto con su falacia; y si se mueve, lo hace en función del otro. Su alimento preferido es la envidia y la codicia. El regodeo es su pocilga. Por eso absorbe la sangre y el intelecto ajenos. Su espíritu no busca la tierra para enraizarse como un árbol sano, sino que procura la savia ajena. Todo ladrón es un apátrida.

Todo ladrón que se cree listo piensa que debe borrar las evidencias para juzgarse honesto. Como piensa de prestado deslumbra por ridículo. Los idiotas tienen y han tenido su trascendencia en el poder. Solo que antes venían disfrazados de honestos y hasta de generosos. Ahora son cínicos. Galerías, monumentos y apologías son constancias de la vigencia de sus máscaras. La aleturgia moderna los ha descubierto. A lo lejos, el poder apesta a podredumbre heredada.

Solo el ojo de Dios mira y reconoce a quien hace las maldades, pero Él siempre se queda en silencio. Dios se dejó arrebatar la justicia por las argucias de los jueces, hasta que la prostituyeron desde el principio de los tiempos. Ahora, los jueces son profetas del engaño y la perversidad. Profetas de bolsas y bolsillos.

 La codicia y la vanidad son las armas de todo pícaro e inmoral. ¿En dónde  está la verdad de los farsantes? Pues en sus máscaras que pasan a ser sus rostros. Ellos viven su propio código porque su leche nutricia es la falacia que brota de las ubres insaciables de sus intereses. Entonces resulta que quien les cree debe ser otro de sus iguales.

La verdad es un hecho reflexivo dice el filósofo. Si la verdad es un acto de amor, siempre será un asunto individual porque está luchando contra su muerte implícita. Como los farsantes no pueden con el amor, sino con la hipocresía, siempre fomentan el odio como un principio colectivo. ¿Creéis que hay amor detrás de una dádiva?

Debéis estar cansados de actos de obediencia y sumisión que os administra el poder, si sois críticos, te lo dirá tu razón. Esa es la mejor prueba de que ellos no se gobiernan con la verdad intrínseca. El poder os ha hecho creer que sois lo que dicen sus leyes. El poder os ha vuelto seres subjetivos, por no decir que sois solo sombras de sus desprecios. Os creen sombras, os creen números. Ahora sois barras de sus códigos. Sois sus objetos de beneficencia pública. Rebaños de obedecedores que olvidasteis que tenéis derechos.

Mas resulta que los farsantes tienen abundancia en sus clasificaciones. Con la aleturgia se puede descubrir a farsantes intelectuales, farsantes mediocres, farsantes cínicos, farsantes lacayos, farsantes cleptócratas, farsantes incondicionales, farsantes testaferros, y muchos más que llegan hasta la gran variedad de asesinos que son quienes os acompañan en la maraña de la humanidad.

El mayor problema está cuando estos llegan al poder y se ponen a gobernar  respaldados por el aparato de la justicia y las armas de la represión. ¿Cómo es justo que Dios –encarnación de justicia- permita que los tontos gobiernen a los sabios? Ha dicho el semiólogo. Si no analizan la historia no se darán cuenta nunca que los grandes malvados  modernos predican la democracia porque saben que la masa es amorfa, perezosa, pobre, sin filosofía y sin futuro. Con su pobreza extrema no creen en la verdad intrínseca sino en la supervivencia, y aplauden y aprueban las leyes que les dan haciendo los especialistas en tiranías, inclusive para amaestrarlos a los más jóvenes.

 (Reflexiones sobre mis lecturas pedagógicas a Umberto Eco y a Michael Foucault, 2020)

La Tsé-tsé y el DDT

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Se sabe que la mosca tsé-tsé es la transmisora de la “enfermedad del sueño: fiebre, inflamación de los nódulos linfáticos, compromiso del cerebro y la médula espinal conducen a una profunda letargia que desemboca con frecuencia en la muerte del infectado”. Esta mosca se proliferó en el África entre la maleza  y la fauna salvaje. Según dice el periodista investigador Jorge Orduna, a quien me estoy refiriendo y tomando datos de su libro Ecofascismo (Ed. Planeta, s.f.). Entran en escena los intereses y criterios de los “conservacionistas europeos” que impidieron a los nativos la quema de malezas y desmontes para cultivos y más bien fueron de la idea de generar la “áreas protegidas”  impidiendo a los nativos estos desmontes y  la caza de animales. Hasta en el negocio de las películas nos damos cuenta que fueron concebidos para distracción y recreo de los blancos dentro de los “parques naturales”, que además eran negocios del ecoturismo con gastronomía exótica. Desde luego que en el negocio entran los gobiernos disfrazados de defensores de la naturaleza.

El investigador evidencia que médicos como un doctor George Pretince había hecho denuncias ante el Ministerio de Asuntos Coloniales que “los responsables de las leyes de caza son los responsables de la presencia de la tsé-tsé…”. Los británicos, hace cien años (1925) tuvieron miedo e “implementaron  una política de control del ganado salvaje”. Sin embargo, los del negocio llegaron a decir que “la erradicación de la mosca tsé-tsé sería así una desgracia para el África…” y prohibieron la fumigación en los parques nacionales. ¿Qué se pensaba con esto? Pues que no importa que muera la gente, con tal que se conserve la naturaleza intacta que necesitan los empresarios ecologistas.

“Otro de los temas en que las grandes ecologistas han hecho sonreír a los partidarios de la reducción poblacional es la campaña contra el DDT. Principal enemigo de la malaria, pues mata al mosquito portador; el DDT fue denunciado por los ecologistas como nocivo  y se logró la prohibición  de su uso en Estados Unidos en 1972. Iniciaron esta campaña la WWF y Max Nicholson y pronto Greenpeace y The Environmental Defese Fund se sumaron a la condena radical al DDT. Como consecuencia la prohibición se extendió a diferentes países. El resultado fue que los índices de mortalidad por paludismo volvieron a crecer. Cada año, cerca de 300 millones de africanos contraen malaria, y para dos millones es la causa de muerte…” Hay más cifras en el libro que dan la idea de que esta política de control poblacional les está yendo en contra, razón por la cual:

“En los 30 años que duró la prohibición decenas de millones de personas murieron por causa de esta política. Lo peor del caso es que en 2005 tanto WWF como Greenpeace han revertido su posición contra el DDT, y viendo que los métodos alternativos que habían propuesto no funcionan, ahora reconocen que su uso es un mal necesario (según cita de una entrevista  en The New York Times, 2005). Nos equivocamos, pero no importa, ahora cambiaremos de actitud”, han dicho.

El periodista norteamericano Paul K. Driessen ha escrito en 2004: “Si los Estados Unidos fuesen golpeados por la malaria en el mismo grado en que lo está el África subsahariana, más de 100 millones de norteamericanos se verían infectados cada año y 500 mil morirían (la mitad de ellos, niños). Muchos quedarían incapacitados para trabajar durante semanas y meses por agónicos ciclos de fiebres…muchos quedarían con daño cerebral permanente…Exigiríamos la acción inmediata para terminar con la epidemia, incluyendo fumigación general con DDT y no toleraríamos objeción alguna de la comunidad internacional. Pero nosotros ya no tenemos paludismo. Principalmente gracias a los pesticidas…” Así funciona nuestro mundo con las pandemias. ¿Se dan cuenta en manos de quiénes estamos?

 

Conductas sobre las pestes.2021

Por: Dr. Pedro Reino Garcés

Indirectamente hay un dios vengativo tras las pandemias. Creo que demasiado materialismo le hace daño a la humanidad, aunque esta sea una argumentación mítica, creo que resulta válida cuando la sociedad necesita correctivos. Lo que desarma esta opinión es que la “cura” o solución excluya a la ciencia y a sus principios que han puesto en orden las mentalidades mágico-religiosas. Hay que hacer una reingeniería de las religiones y un replanteo de la fe.

La historia de las pandemias nos evidencia muchas conductas humanas sobre las grandes pestes del mundo occidental. Las pandemias siempre han afectado a los marginados, a los residuos de la opulencia social, a quienes sintiéndose impotentes ante el poder político, vuelcan sus esperanzas en la divinidad para que actúe con su misericordia y los salve, no de la muerte, sino de una secuela de contagios que afectan más al alma que al cuerpo. Lo estamos viviendo los frustrados ciudadanos que hemos entendido que las vacunas y la salvación son y han sido privilegios para los círculos del poder. Esto pongamos en contexto mencionando terribles epidemias que han afectado a la humanidad: la lepra, la locura y las enfermedades venéreas que vienen al caso de esta focalización.

La lepra se dijo que tenía origen divino, según los innumerables infectados de la Edad Media. Recién en el siglo XIX se descubrió que tenía origen bacteriano. Las víctimas del mal tenían la evidencia del “castigo divino”. El imaginario de Lázaro salta a la memoria y los lazaretos son los reclusorios. “Amigo mío – decía un ritual de la iglesia de Viena- le place a Nuestro Señor que hayas sido infectado con esta enfermedad, y te hace Nuestro Señor una gracia, al querer castigar por los males que has hecho en este mundo” (Foucault, Historia de la locura, 2017). Solo en Inglaterra y Escocia, según este autor, había 220 leprosarios. ¿Cuántos siglos se ha necesitado para que la ciencia luche contra la religión? ¿Qué se hizo de por medio como conductas de contentillo? Pues lo que pasa ahora en nuestro medio: dar las ayudas de beneficencia. Los repartidores de miseria aparecieron como angelitos, igual que ahora, disfrazados de benefactores, pero no salen a solucionar lo de fondo. Operan sobre la proliferación de contagios. Más bien hemos visto en nuestro medio a muchos dadivosos que se han postulado para el arribismo politiquero, manipulando calculadoramente el reparto de “ayudas”.

Habría que estudiar las estadísticas para mirar lo que ocurrió luego de la decadencia de la lepra. Después de esta terrible peste, devino un mal de la razón. El nuevo mal fue el de la locura “en el horizonte del Renacimiento”. Lo subsiguiente fue una peste de todos modos: la humanidad entró en la proliferación de las enfermedades venéreas.

Las variables de la locura me suenan a un puente entre el alma del misticismo medieval con el re-encuentro con su cuerpo: El Renacimiento replanteó los placeres vinculándose al cuerpo y a la carne. Y así la humanidad ha ido experimentando conductas públicas: Los leprosos eran confinados a sus reclusorios condenados, además, al estigma moral. En cambio con los locos se hizo todo lo contrario, se los soltaba en pueblos lejanos y en caminos, en calidad de migrantes expatriados; hasta se los embarcaba en navíos para dejarlos en lejanos puertos cuando no eran arrojados al mar. Aquí el gran problema era la diversidad de síntomas.

Pero, igualmente, ¿A qué clase social afectaron mayoritariamente los extravíos de la razón y el desenfreno por los placeres sexuales? Si la locura es un “estado de confusión” es porque el mundo había quedado a la deriva.

Desarmar los credos no es tarea fácil. Se necesitan generaciones con mentalidad abierta para que ocurra el “milagro” de la reconceptualización del mundo y de la vida. Las consecuencias son impredecibles.

¿Qué nos irá a pasar ahora? Estamos viendo que pandemia Covit-19 y poder son una sola cosa. En nuestro caso como país, el control de la pandemia hacia las masas poblacionales no la han liderado los médicos sino los políticos y los privilegiados con el espantoso resultado (apetecido) de una población diezmada a su capricho. Otro de los resultados pueden verse en la cantidad de suicidios, que desde algún ángulo no son sino “extravíos de la razón” ante las impotencias de sistema vigente, de un capitalismo que no perdona centavos a quienes se arriman a la supervivencia. No se suicidan quienes disfrutan de los beneficios del capital sino los afectados por leyes que vislumbran deterioro en sus horizontes llenos de miedos. No se suicidan los magistrados de las cortes, ni los ministros, ni los banqueros. Ellos tienen demasiadas razones para querer la vida. Y como los placeres se han vuelto también selectivos, solo queda decir por ahora que una cosa son los instintos en los depauperados y otra cosa en los que manejan las prevenciones y sus refinamientos.

Extracto de una tertulia en la CCE en Baños, 17-03-21

Medicina para esclavos y para libres

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador-Cronista Oficial de Ambato

“Solo hay que dar consejos a quienes aceptan seguirlos. Si no es menester hacer como los médicos que se marchan cuando los pacientes y los enfermos no quieren escuchar sus prescripciones”, dice Foucault sobre los filósofos griegos en la interpretación de los textos relacionados  con las experiencias de la democracia. Nos alerta Foucault que ya unos 500 años antes de Cristo, “la medicina se caracteriza de tres maneras, no solo en los textos platónicos…” Dice que la medicina  es un arte de coyuntura y a la vez de conjetura, “porque a través de los signos mostrados se trata de reconocer la enfermedad, prever su evolución y, por consiguiente, escoger la terapéutica adecuada. Arte de coyuntura, arte de conjetura que se apoya, por supuesto, en una ciencia, una teoría de conocimientos…debe poner en juego una práctica del desciframiento.” (p. 241)

Además dice que la medicina “es un arte de persuasión. El médico, el buen médico, es también quien es capaz de persuadir a su enfermo”. Entonces nos adentramos en entender una especie de condición intelectual del paciente. En nuestro medio de prácticas interculturales, hay mucha tela que cortar al respecto porque tocaría verificar, por ejemplo, quiénes son conocedores de una práctica confiable de “medicina ancestral” para saber si no caemos en la charlatanería y el riesgo de complicar estados de salud y aspiraciones de vida. Estas ideas se me anticiparon a lo expuesto por Foucault que  explica que en Grecia había una “medicina para esclavos” y otra medicina para “personas libres, ejercida por médicos que por su parte son hombres libres”. Una tercera clase de medicina es “un arte que toma en cuenta la vida entera del enfermo…” (sociedad) no está pensando solamente en curar tal o cual enfermedad” sino en una actividad que oriente a “un régimen de vida, con la tarea de la persuasión, que es propia de la medicina y del médico” (p. 242).

¿Quiénes son los esclavos pacientes de una medicina para ellos? Pienso que se trata de enfermos que dan explicaciones hasta mágicas a sus enfermedades, que en todo ponen de por medio a la divinidad. En Grecia, al parecer se curaban porque llevaban hasta amuletos. El médico aquí tiene que enfrentar con conjeturas y coyunturas  étnico-culturales. ¿Cómo persuadir a un paciente que tiene esquemas mágico-religiosos? –la enfermedad en estos estratos es castigo divino- Aquí no hacen falta médicos sino brujos y sacerdotes. Y cuando interviene el médico se limitará  “con decir: hay que hacer esto, no hay que hacer aquello; hay que tomar esto y no hay que tomar aquello”.

En los hombres libres, se cree que el paciente tiene o está consciente de su enfermedad, por eso le toca “prescribir y al mismo  tiempo persuadir” El hombre libre tiene mejor formación y mente abierta para demostrar que es deliberante. Aquí el médico tiene más libertad porque se dirige a “espíritus libres”, creo que debemos decir que son espíritus deliberantes que han salido de los dogmatismos por muchos caminos, pero fundamentalmente por el de la educación crítica.

Sobre el tercer enfoque referente a la “vida entera del enfermo”, se entiende que es una especie de pedagogía social porque hay que pensar en toda una colectividad. Los griegos estudiaron “su colectividad” para entender cómo debían llevar sus prácticas curativas. En una sociedad como la nuestra, que es una sociedad abiertamente enferma, que por ejemplo hace caso omiso de disposiciones restrictivas de aglomeraciones de mercadeo, festejos, respaldos políticos en procesos eleccionarios, irrespeto a los distanciamientos en trasportes, mercados, trámites burocráticos, etc, las pedagogías académicas deben partir de los postulados de la realidad social para no fomentar esa discriminación vigente, afectada con el eje transversal de la ignorancia. (Comentarios al libro de Foucault, El gobierno de sí y de los otros, Fondo Cultura Económica, 2017).

Lecturas urgentes sobre el ecofascismo

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

“ES sabido que desde el siglo XIX las grandes potencias comenzaron a preocuparse por los recursos naturales, habiendo comprendido que su supervivencia estaba ligada al control de estos recursos. Con todo su desarrollo industrial, Suiza agotó a principios del  siglo XX todas sus fuentes de energía hidroeléctrica y comenzó a importar petróleo. España carece de hidrocarburos. Más del 80% del suelo de Suecia es piedra. Lo mismo sucede con Noruega. Dado su inmenso consumo, Estados Unidos depende no solo del Medio Oriente, sino incluso de países de América Latina. El África ecuatorial y Eurasia para abastecerse de materias primas.  Apoyándose en Malthus, los ideólogos de las grandes potencias encontraron como respuesta a sus problemas el consabido estribillo: si el crecimiento poblacional es superior al de los recursos, hay que disminuir la población, cuyo exceso realiza un “despilfarro” de los mismos amenazando a “toda la humanidad”. Por ello, para no esperar a que las guerras o las epidemias restablezcan el equilibrio, sería mejor proceder antes, limitando conscientemente la reproducción de todos aquellos cuya vida constituye un inútil despilfarro de recursos. Se hacía necesario enfrentar la necesidad de control poblacional del Tercer Mundo como un problema propio…”(p.39).

Tremendamente lúcido este periodista del Cono Sur, Jorge Orduna, que nos alerta sus reflexiones desde su libro Ecofascismo, producto de la editorial Planeta, s.f. pero de circulación reciente. No estamos lejos de entender los propósitos de lo que estamos viviendo en esta última pandemia. En nuestro medio tungurahuense, con tremendos técnicos en desarrollo agrícola y en emprendimientos, nadie ha comentado siquiera que ahora los cultivos de papa solo producen matas, ramas sí, pero cuando se las arranca y se quiere “cavar” la tierra, no hay nada. Si alguien ha fumigado, cosecha un mínimo de producto. Lo digo por experiencia propia. Entonces viene el comentario con la vecindad y solo queda el testimonio de que de un cantero solo sale máximo un canasto, cuando en los buenos tiempos esto se cosechaba en un solo “huacho”. ¿Qué técnico ha dicho “pío” al respecto? ¿Y las siembras del maíz? ¿Se siembra para que solo hagan mata? Nunca antes se fumigaba el maíz ni el fréjol. ¿Quién hizo este milagro de la semilla certificada? ¿Qué universidad nuestra explica los resultados de esta manipulación genética? Pero son encumbrados burócratas llenos de maestrías. ¿Y los ecologistas? Cuidando los recursos  que les interesa a los “desarrollados”.  Hablando y actuando ciegos o entregados a la inversión extranjera que tanto claman los ideólogos que piden a gritos que venga  la “protección” de las potencias.

¡Ah! Que en el mundo siempre sobreviven los mejores, como en los animales. Señor Darwin. Así entonces los pueblos desarrollados son los que deben quedarse de dueños del mundo. Los subdesarrollados están destinados a morir de hambre.  “El hombre, argumentaban, debe hacerse cargo del poder para dirigir su propia evolución, impidiendo la multiplicación de los inferiores y favoreciendo la reproducción de los superiores” (p.20). Al parecer, nadie se ha dado cuenta que los ecologistas nuestros, los ecologistas criollos, son los primeros vendidos a los intereses de quienes se sienten dueños de la naturaleza y sus recursos, y que estas organizaciones fueron creadas y financiadas para ello.

Suicidios y tragedia. 2021

Por: Dr. Pedro Reino Garcés

Historiador-Cronista Oficial de Ambato

Ecuador, mirándolo en escena, a la manera griega, tiene todos los elementos para la función de reestrenos de su tragedia. Advertimos sin embargo que, dolorosamente son los jóvenes las víctimas que llegan al final de la obra, al suicidio, como un grito de impotencia, porque, como dice Foucault: “¿A dónde dirigirse para reclamar justicia, si la iniquidad de los poderosos nos mata?” (p. 149, El Gobierno de sí y de los otros, 2017).

Quiero sacarle alguna reflexión a mi alcance sobre la lectura de este libro de Foucault. Pienso en los griegos que hicieron de la “tragedia” un género que atrajo a miles de espectadores que no han de haber ido a las representaciones a “distraerse” solamente, sino a buscar ese lavado espiritual que implicaba la catarsis, dada su condición de sujetos dependientes del Destino.

Según los datos de la prensa en Ecuador, durante el 2020 se registraron 220 suicidios y 429 frustrados, lo que daría un total de 649 perturbaciones emocionales y de desequilibrio de la razón. Después de los accidentes de tránsito, los jóvenes sobre todo, se autoeliminan por causas en las que tiene que ver mucho el aparato Estatal y los sistemas de nuestros gobiernos. Estas cifras son un pálido reflejo de un número mayor de casos, por la condición de los registros. Tungurahua, solo en 2020 registra 71 suicidios, mientras que un año antes, en 2019, se quitaron la vida 68 personas.  ¿Por qué la gente se suicida en Galápagos? Es una interrogante curiosa, no comprable con lo que se vive en Azuay, Cañar, Pichincha, Guayas, Tungurahua, Santo Domingo, o en Machala, donde los casos desbordan.

Foucault hace reflexiones que me parecen aplicables a nuestra desesperación: Tenemos actores suicidas de carne y hueso. Casi no hay ateos en nuestro concepto cultural, lo que quiere decir que, como entre los griegos, los dioses actúan en nuestras vidas de maneras caóticas, dados los sincretismos culturales. En las tragedias griegas los dioses se inmiscuyen en la vida de los mortales con tanta evidencia que nuestros psicólogos tendrían que tomar los paralelismos porque de tanta impotencia, los suicidas que se sienten “desamparados” se revelan  ante natura que es la revelación ante su propia creación mitificada. Y no solo los psicólogos deberían mostrar su preocupación, sino las religiones que pregonan el cuidado de sus creyentes mortales.

Un suicida es un enrostrador de su impotencia, que en su desesperación está “devolviendo” su vida a su creador, porque ya no la desea, por  el exceso de sufrimiento. “El impotente, cuando es víctima de una injusticia ¿qué puede hacer? Puede hacer una sola cosa: volverse contra el poderoso…sabrán que en la India encontramos el ritual de la huelga de hambre…acto por el cual, aquel que no puede nada, señala, delante del que lo puede todo, que él, que no puede nada, ha sido víctima de una injusticia  cometida por aquel que lo puede todo. Ciertas formas de suicidio japonés tienen asimismo este valor y esta significación” (Foucault, p. 147).

¿Qué clasificación se ha hecho sobre las “impotencias” de los suicidas? Las tragedias griegas como la de Edipo, o la de Ión (de Eurípides) mitifican a los bastardos. Las mujeres han concebido hijos no deseados porque han sido engañadas por los propios dioses. En el cristianismo pasa igual, María también engendró a su hijo por obra de un Espíritu, quien murió en la cruz reclamando su desamparo. El Dios Apolo resultó seductor a una mujer “débil” y sumisa tal y  como María frente al Padre Eterno. En el fondo inmaduro de los púberes que engendran hijos de sus primeros impulsos, los dioses no vienen en su auxilio. Este es un índice de las razones de los más altos que aparecen en los registros de suicidantes.

Si miramos este detalle de la tragedia griega, hace falta tener un registro de suicidas que provendrían de las infidelidades y de los desórdenes  en las estructuras familiares para entender mejor la problemática subyacente que encubre el teatro griego. De otro lado, vale la pena entender mejor las “impotencias” que pueden provocar los suicidios para procurar correctivos. Una sociedad enferma como la nuestra, seguro que maneja el discurso de la agonía. Foucault dice que en estos casos conviene impulsar la ética para tener personas y sistemas a quienes uno debe temer y honrar. Sin Dios ni ley, el alma se extravía.

Nuestras patologías

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Ya se les fue Trump, el dueño de la casa grande, a donde llegaban sus predilectos llenos de amor filial, a saludarlo y rendirle el homenaje (que ha sido efímero), a más de tenerlo al tanto de cómo iban las cosas administradas por encargo presidencial desde sus haciendas. Los lacayos le apoyaban a que haga el muro para que no entre la chusma al paraíso a comerse los restos de hamburguesas y los huesos de KFC  que con otros buenos desperdicios, allá se botan en los basureros. El problema de ir al paraíso es asunto de pasaportes. A los lacayos les tramitan las embajadas, mientras que a los informales les ayudan los coyoteros. ¿Es nuestra patología no entender las razones de buscar tierras de promisión?

¿Dónde se forman mejor los lacayos, o sea quienes deben presidir las haciendas? Nosotros estamos en tiempo de elecciones, que es como estar en tiempo de frutas, unas podridas, otras maduras y hasta verdes que quieren salir al mercado a convertirse en dinero. Creo que también podemos decir que estamos como en las  circunstancias del amor en tiempos del cólera, a la que hay que añadir que vivimos la experiencia de vivir las patojologías de los tiempos de odio.

Pero estamos preocupados de la formación de nuestros gobernantes, y para ello voy de los datos que presenta el crítico Augusto Zamora, un nicaragüense profesor universitario  de la Universidad Autónoma de Madrid y otras europeas y americanas. Los datos van de su libro: Malditos Libertadores  (Siglo XXI, España, 2020): “Según la afamada agencia británica de noticias BBC, en los años 60 había 50.000 estudiantes extranjeros en universidades y centros superiores de Estados Unidos, cifra que ascendió a medio millón en el año 2000 y a un millón en el año 2015. Cifras mareantes que dejaban al país beneficios por valor de 42.000 millones de dólares y –algo muchísimo más importante- aquella marea de estudiantes extranjeros permitía (y sigue permitiendo) a empresas, gobiernos, centros de investigación y universidades tener un caldero interminable de cerebros de primer orden, con los que alimentar la condición de Estados Unidos como primera potencia mundial y país líder en la ciencia, tecnologías y un largo etcétera…El sistema permite a EE.UU…el premio de esparcir por el planeta una pléyade de graduados que dejan el país agradecidos y enamorados de él y que, luego, están prestos a servir a los intereses estadounidenses…que es sin duda el mejor negocio del mundo…Las universidades estadounidenses llegaron a ser para los civiles latinoamericanos –con las diferencias del caso- un equivalente a lo que fue la Escuela de las Américas para los militares. Si ser graduados en esta escuela garantizaba ascensos y altos cargos a los militares (los dictadores Hugo Banzer, de Bolivia; Efraín Ríos Montt, de Guatemala, y Lepoldo Galtieri, de Argentina), ser graduado de una de las universidades de los Estados Unidos abría en pampa las puertas de los gobiernos…Cinco de los últimos seis presidentes de México estudiaron en universidades estadounidenses. También lo hicieron Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, de Colombia, Jamil Mahuad, de Ecuador, Eduardo Rodríguez, de Bolivia, y José María Figueres, de Costa Rica, por mencionar unos cuantos. Todos ellos fieles servidores de las políticas que emanaban de Wáshington… entre los últimos figuran el argentino Mauricio Macri, quien hizo estudios en Columbia; Sebastián Piñera, en Harvard, e Iván Duque en Georgetown…En 2017 había 79.552 estudiantes latinoamericanos en universidades estadounidenses, preparándose una mayoría de ellos para ser, en sus países de origen, la perfecta ~Voz de su amo~” (p. 30 a 32). Si una patología es un estudio de los “cambios estructurales bioquímicos y funcionales” en nuestro organismo, nos conviene un chequeo cerebral de la mano de médicos que funcionen con conciencia social.