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¿¡Hasta cuándo san Benjamín!?

Por: Dr. RODRIGO FIERRO BENÍTEZ

Hasta tanto, por esos imperativos que se dan en los pueblos que se resisten a dejar de ser, y le veamos, renacido, con esa su sonrisa “de perdón y optimismo”, a Benjamín Carrión, el creador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE).

En un país como el nuestro, pequeñito, con un espacio geográfico cuestionado por los vecinos, se imponía sustentar nuestra identidad en los documentos culturales con los que sí contábamos y se remontaban a 10 mil años de historia. En aquella CCE el estudioso hallaría museos y nuestra producción bibliográfica en ciencias y en humanidades. Nuestras cédulas de identidad. No faltarían salas para exposiciones, conferencias y conciertos. Una imprenta, la publicación de obras ecuatorianas de ayer y del presente. Y todo sujeto a rigores y calificaciones, de nacionales, y extranjeros, que sí sabían de méritos en el campo de la cultura y tenían términos de comparación.

Actividad permanente, es lo que suponía mantener la CCE fiel a su espíritu fundacional. Con Benjamín Carrión llegamos a ser adelantados entre los países hispanoamericanos en crear un piso y un techo en pos de definir identidades nacionales, en el entendimiento que “un río y una ciudad” o “una etnia y su idioma”, no forman una nación. La suma de etnias, lenguas, un espacio geográfico y un idioma dominante, si constituyen una nación.

A Carrión le rodearon y continuaron su obra los más destacados intelectuales, artistas y científicos de la época. El escritor Edmundo Rivadeneira, Secretario General de la Casa por largos años fue un personaje clave para la consolidación y desarrollo de aquel espacio de cultura. Obtuvo de un Gobierno militar los cuantiosos fondos que se requería para la construcción del nuevo edificio, precioso. A partir de entonces la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo contó con un espacio amplio y apropiado.

Lo que vino después de la creación del Ministerio de Cultura es para no creer. Con cada ministro nuevas ‘ideas brillantes’, disposiciones, proyectos que nunca se concretan dados los vaivenes de la política. El ejemplo más desconcertante lo que tiene relación con una Biblioteca Nacional, la Biblioteca de la CCE y la Biblioteca de Autores Ecuatorianos Aurelio Espinoza Pólit. De cultura, de identidad cultural, en los últimos tiempos, poco menos que nada. Que los pasillos deben ser menos tristes, pues hoy nadie está para morirse de la pena, un desafío insoluble, creación de engendros. ¡Eso de emprendimientos! Financiar la vida de músicos, artistas, etc. pues tales actividades no dan para vivir. Ahora resulta que los países periféricos, como el nuestro, están en una situación privilegiada, pues desde atalayas pueden ver lo que pasa en el mundo (¡!). Desconcertados: el ecuatoriano lee medio libro al año, frente a 25 y hasta 50 de los que se hallan en el centro del mundo.

rfierro@elcomercio.org
FUENTE: EL COMERCIO
Jueves 19 de septiembre 2019

EPN: 150 años de fundación

Por: Dr. RODRIGO FIERRO BENÍTEZ

El jueves 29 de este mes, en una Sesión Solemne se conmemorará el 150 aniversario de la fundación de la Escuela Politécnica Nacional. Hecho portentoso en uno de los últimos rincones del mundo occidental. El fundador, don Gabriel García Moreno, presidente de la República, quien había estudiado en la Escuela Politécnica de París y había llegado a la conclusión de que ningún país tendría futuro si no dominaba las ciencias básicas, usaba las modernas tecnologías y emprendía investigaciones científicas aplicadas. Tal empresa requería de buenos maestros. Don Gabriel contó con la participación de un calificado grupo de jesuitas, de entre aquellos que habían sido expulsados de Alemania. Un triunfo de la civilización sobre la barbarie, eso fue la fundación de la EPN. Los bárbaros la cerraron. Fue un Presidente ilustrado, el doctor Velasco Ibarra, quien la reabrió en 1935. Con los dos primeros rectores, Pedro Pinto y Jaime Chávez Ramírez, se consolida la vocación científica de la Politécnica. Destacados profesionales ecuatorianos y extranjeros, los más de ellos judíos, retoman la posta que dejaron los jesuitas.

Mi sueño: estudiar la biopatología de las comunidades campesinas andinas. Con tal propósito me especialicé en Endocrinología y Medicina Nuclear. Día de gloria, a poco de mi retorno, el señor rector de la EPN, Chávez Ramírez, en 1958, me citó a su despacho para ofrecerme la Dirección del Departamento de Aplicaciones Biomédicas de un Instituto de Ciencias Nucleares que días más tarde iniciaría sus actividades. Compartiría tal responsabilidad con el doctor Luis Levy y los ingenieros químicos Raúl Estrada y Ricardo Muñoz. Desde entonces, hasta cuando me jubilé en el 2005, la EPN fue el piso y el techo con los que conté para la realización de mis investigaciones.

Tuve la fortuna de tener como rector de la EPN, durante 30 años, al ingeniero J. Rubén Orellana. Encajó como anillo al dedo con la vocación científica de la Politécnica. Liberal y limpio. Incapaz de una arbitrariedad.
Respetuoso del pensamiento ajeno. Prudente, previsor, una suerte de estadista el ingeniero Orellana. De carácter fuerte, duro, cuando se trataba de defender los principios que a la EPN le habían llevado a ser un paradigma de la educación superior estatal. Inviolable la autonomía universitaria. Cuando logré mi primera beca de investigación, se pretendió que aquellos fondos pasaran a la Administración General. Así, como Investigador Principal quedaba maniatado. Fuimos con el señor rector Orellana a la Contraloría. ¡Aquellos fondos no provenían de fuentes nacionales! Se impuso la razón.

Mi testimonio cubre un espacio de 47 años. Lo que vino después de la muerte de Orellana fue la continuidad de una sólida y dinámica vida institucional. Sí, ¡institucional! Poco frecuente en países como el nuestro.

Jueves 22 de agosto 2019

La Educación Superior Pública

Por: Dr. Rodrigo Fierro Benítez

La Educación Superior Pública, es decir la financiada por el Estado, es, sin lugar a dudas, la reinversión más significativa en países de inequidades palmarias como es el nuestro.

Por lo dicho, la responsabilidad de las universidades y escuelas politécnicas financiadas por el Estado llega al punto de participar en el proceso que conduce a la justicia social y al desarrollo del país. No se concibe posibilidad alguna de justicia social en un país subdesarrollado, así también que sin libertad de pensamiento y de expresión a lo que se llega es al socialismo real, lapidado por la historia, que cayó como un castillo de naipes.

Resulta obligatorio añadir que por las razones antes mencionadas la Educación Superior Pública debe empeñarse en llegar al máximo que nos sea dable, que es mucho. Oros países pequeños como el nuestro, tal el caso de Finlandia digamos, lo han logrado. En educación, en salud, en desarrollo humano, son ejemplos para el mundo entero.

De unos años a esta parte las transformaciones que se han dado en universidades y escuelas politécnicas públicas nos llevan al optimismo. Los revolucionarios actuales son los que se hallan empeñados en dominar conocimientos avanzados y tecnologías de punta. A profesores, rectores y otras autoridades, se les exige estudios y títulos de Cuarto Nivel (Ph.D.s.), como manda La Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), vigente. Esfuerzo extraordinario, en voluntad y recursos económicos, el realizado en acatamiento de la ley y en las razones que le asisten.

Ya se verá: en pocos años serán miles de profesores bien formados, en conocimientos y en la utilización de tecnologías, los que por el efecto multiplicador que suponen participen en un desarrollo sostenido y por este camino lleguemos a la justicia social. Con lo que hasta hoy ya se ha hecho y más en los últimos 15 años, la Universidad, con mayúscula, será una suerte de timonel de la nave del Estado. Las instituciones públicas dejarán de ser barquitos al garete, dirigiéndose hacia donde se le ocurra a cualquier muñeco de mente enanizada, pero sí audaz. En el Centro de Estudios Políticos de París se han graduado los más de quienes han dirigido y dirigen las instituciones públicas de Francia, presidentes incluidos.

Nos sorprendió a todos, a casi todos, el manifiesto de los señores rectores de las principales universidades y escuelas politécnicas públicas, publicado en EL COMERCIO (24, abril, 2019). Con el título “Ante el proyecto de reforma de la LOES”, se ponen de manifiesto las razones que les asiste para oponerse a que en aquel proyecto de Ley, que será tratado en la Asamblea Nacional, se elimine el grado doctoral para profesores principales, rectores y otras autoridades. ¡No les falta razón! Todos debemos oponernos al pensamiento, decisiones y arbitrariedades de los bárbaros.

FUENTE: Diario EL COMERCIO
Quito, Jueves 02 de mayo 2019