Por: Gustavo Salgado Enríquez
Astrofísico
Este martes 3 de octubre a las 4:50 de la mañana (hora de Quito), cerca de 11.000 participantes estuvimos atentos a la teleconferencia que daba la Academia Sueca de Ciencias, en ese momento se hacía público el nombre de los ganadores del Premio Nobel de Física 2017. Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, son los galardonados “por sus contribuciones decisivas al detector LIGO y por la observación de ondas gravitatorias”.
Desde que se instauró este premio en 1901, pocas veces ha existido tanta seguridad sobre sus ganadores, la observación experimental de la coalescencia de agujeros negros masivos, por medio de las ondas gravitacionales que emiten, abre toda una ventana a la observación astrofísica moderna.
Las ondas gravitatorias, fueron predichas por Einstein en 1915, tratadas de detectar sin éxito por Weber en 1969, detectadas de forma indirecta por Taylor y Hulse en 1974, por lo que fueron galardonados con el Nobel en 1994, y no fue sino el 14 de septiembre del 2015 a las 4:50 de la mañana cuando el detector LIGO de Livingston (Luisiana), y siete milésimas de segundo más tarde, el otro detector de Hanford (Washington) que lograban detectarlas de forma directa, la señal duró unos 0,2 segundos, y aumentó en frecuencia y amplitud, de acuerdo a lo calculado para este tipo de eventos. Hasta el momento se han realizado cuatro observaciones, la última confirmada con el detector Virgo en la afueras de Pisa.
La concesión del Premio Nobel 2017, nuevamente, apuntala la validez experimental de la teoría más perfecta que ha podido crear un ser humano: la Teoría de la Relatividad General.
Referencia: https://www.nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/2017/press.html