Archivo de la etiqueta: ILEANA ALMEIDA

Los salasaca

Por: ILEANA ALMEIDA

Varios estudiosos han advertido que en la comunidad Salasaca se ha mantenido cierta pluralidad étnica que incluye una alianza de elementos culturales diversos. Considerando que en una etapa lejana, los salasaca vivían en el actual Pelileo -hasta ahora tienen ahí sitios sagrados- cabe pensar que ocuparon un área mucho más extensa, incluyendo pequeños pueblos emparentados entre sí: Panzaleo, Chibuleo, Tizaleo y el propio Pelileo.

Salasaca no es palabra quichua ni aymara. Tal vez tenga origen barbacoano, y en tal caso sería tsala tsaca (en castellano salasaca) y correspondería a un ayllu o parcialidad del sitio epónimo.

Tupac Inca Yupanqui fundó Latacunga, (ciudad sobre una cuesta), y designó a un mayordomo real para que diera cuenta de los sucesos de la región y emprendiera en la enseñanza del quechua y la religión solar, pilares del expansionismo incásico. El cronista Cieza de León constató la existencia de cacicazgos cercanos a Latacunga: Sigchos, Pujilí, Saquisilí, cuyos señores tendrían origen panzaleo: Masaquiza, Toaquiza, Chasiquiza, Iza.

Wayna Capac fue recibido con el mismo acatamiento que dieran a su padre y residió en el palacio de Callo (San Agustín del Callo) y en los aposentos de Pujilí. Puso sus ojos en Pelileo, sitio muy apropiado para controlar los enclaves ecológicos de la Amazonia, a los que se podía acceder desde ahí, y envió a algunos señores de su confianza, entre ellos al curaca Masaquiza y a su gente, que compartía el nombre del jefe, y que ya para entonces habrían dominado el quechua, lo que les permitió imponer rasgos de la cultura quechua-inca como la representación del mundo en el ritual del Danzante y el culto al árbol quishuar, que perduraron pese a la persecución católica.

Los Masaquiza gobernaron hasta el siglo XVIII y aún ahora la mayoría de la población lleva ese apellido. También hay otros que se conservan y pueden dar pistas a la historia. Algunos vendrían como mitmas con Wayna Capac. Curichumbi (faja de oro en quechua) posiblemente fue quipukamayuj real, funcionario que llevaba las cuentas con los quipus; Anancolla, mitmas de los collas, pobladores de las serranías bolivianas, hablantes quechua-aymara, conquistados por los incas, pero privilegiados con un trato especial debido a los yacimientos de oro y plata del Altiplano.

Rasgo distintivo de los salasacas es un desarrollado sentido estético en la producción artística y artesanal; antiguos cuencos de plata y siguen elaborando objetos muy bellos: tejidos, algunos tinturadas con cochinilla, bordados, cerámica, instrumentos musicales, joyas, así como rituales preservados en su comarca, rezago de una mucho más vasta cercenada por el régimen de hacienda.

FUENTE: EL COMRCIO
Martes 31 de marzo 2020

Tsáchilas o Colorados

Por: ILEANA ALMEIDA

Las condiciones de vida para los tsáchila han sido adversas. Todo ha contribuido para que su territorio ancestral sea mutilado: la “reducción de pueblos” impuesta por los jesuitas, la viruela, la superposición territorial con otros pueblos (niguas y yumbos), la presencia de colonos, la Reforma Agraria, la construcción de carreteras, la aparición de la ciudad. Originalmente su terruño debió colindar con el de los chachi y ocupar una gran extensión.

“…El gobernador Ramírez Dávalos en 1542 reconoció la autoridad y mando de Cristóbal Tusasamin (Tu tsa tsa min) el ‘gentil´, sobre las tierras de Sigchos, Niguas y Colorados. El territorio del ‘gentil’, abarcaba desde el río Grande Toachi, arriba de Guantoaló, y de allí a Consacoto, y de allí loma abajo con el que pasa por Sigchos y cierra el círculo».

El hecho de que el nombre del gobernante “gentil” de los colorados Tu tsa Tsa min, sea igual al del poderoso “gentil” de Tu tsa (Tusa, en San Gabriel, Carchi) y que así se llame el lugar de origen de los chachis y tsáchila, ubicado en las montañas de Imbabura, y denominado Tu tsa (Pueblo Viejo), podría aludir a sitios desde donde comenzaron a emigrar los chachi y los tsáchila hacia la costa. Quizás fue un apelativo genérico para significar “tierra verdadera”. Los tsáchila siempre recuerdan que su nombre original es también el de los chachi. En la ciudad de Santo Domingo una escuela lleva el nombre de Tu tsa Keesha.

Hasta ahora, entre los tsáchila, la clasificación simbólica dual está vinculada a una visión binaria del mundo: “cuando el sol dejó de alumbrar, la luna también se apagó, no sabía cuándo debía brillar”. Aunque se va perdiendo el pensamiento originario, en las comunidades el principio de dualidad se refleja en la organización social, y existen dos autoridades, el poné y el miyá. El uno precede las ceremonias y rituales, el otro es la autoridad máxima del pueblo.

El sentido de la dualidad se transmite por el código de la planta del achiote. Cuando madura, se aprecia la simetría del fruto, de modo que cada mitad contiene las semillas con que se multiplica esta especie vegetal. Es imposible no apreciar la semejanza que tiene el fruto con los órganos reproductores masculinos; de ahí que solo los hombres se pinten el pelo con el colorante y que a los niños varones se les unte el cabello desde temprana edad.

La comarca tsáchila, aunque reducida, guarda la exaltada visión estética de sus habitantes: el aire vibra con el sonido de la marimba y se escucha hablar el tsafiqui, “la verdadera palabra”; se ensayan las danzas iniciáticas, impresionan los coloridos atuendos y los rostros y cuerpos pintados con achiote; se aspiran las fragancias de los rituales de sanación. La región, afamada por sus shamanes, es visitada por ecuatorianos y extranjeros que quieren curarse del estrés rampante en el mundo actual.

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 11 de febrero 2020

Quito llacta

Por: ILEANA ALMEIDA

Caminando por el actual centro histórico de Quito, y recordando ciertas evidencias arqueológicas, recobra la ciudad algo de su pasado y se entiende mejor su presente. En Quito se repiten patrones tecnológicos, mítico-religiosos, artísticos de otras urbes incásicas como Ollantay Tambo, Aucaylle (San Jerónimo) y el propio Cuzco.

Gustaban los incas recostar sus moradas en las laderas de las montañas para utilizar el agua que corría desde vertientes de altura, y en los sitios más altos se construían los baños del Inca. Aquí, en la chorrera del volcán Pichincha comenzaban los dominios de Huayna Capac, cuyos vestigios hidráulicos han sido descubiertos por investigadores como Max Uhle.

La ciudad se desliza hacia planicies artificiales con canchas, mansiones y templos incas, rodeadas de muros altos y cerrados para protegerlas.

Cuando fray Jodoco Ricke llega a Quito en 1535, después de Benalcázar, informa a las autoridades españolas que se hospedaría en lo que “quedaba de los aposentos del Inca Huayna Capac”, esto es en el sitio donde se levantan la iglesia de San Francisco, sus capillas, el monasterio y la plaza.(Es posible que los claustros del convento hayan reemplazado a las canchas que recordaban a los patios de las casas andaluzas). Descendiendo por la ladera, se llega a otra explanada, la actual Plaza de La Independencia, donde quedaba la cancha del Inca Atahualpa: aún hay piedras de un muro incaico en el zócalo del palacio de Carondelet.

Huayna Capac y su hijo Atahualpa reinaban, hacían justicia y organizaban la guerra desde el Hanan Quito (Alto Quito) que se extendía desde el Panecillo hasta la colina de Toctiuco (rebautizado como San Juan). Es posible que en el Urin Quito (Bajo Quito) se haya localizado el Cori Cancha (templo del sol) en el lugar del Colegio de los Sagrados Corazones. Si se considera que los españoles no solo destruyeron, sino que además sustituyeron, podríamos pensar que se quiso ocultar para siempre el sacrificio ritual de las llamas, a las que se les extraían los corazones.

La ciudad se anima con el recuerdo de una bella joven inca. Recorriendo la calle Cuenca, uno de los límites de la plaza de San Francisco cuando ya se trazó la ciudad colonial, podemos imaginar el esplendor del cortejo de la mujer que, según el cronista Pedro Cieza de León, fue bautizada con el nombre de Francisca y casada con el capitán Diego de Sandoval.

Era hija de Huayna Capac y llevaba el título de Coya (reina) porque quizás estuvo destinada a ser esposa de Atahualpa. Doña Francisca Coya era muy hermosa, vestía con ricas telas, de chumbi y tucapu, llevaba los áureos símbolos reales que correspondían a su linaje, la transportaban en andas y la protegían con quitasol de plumas. Cada vez que salía de su casa la acompañaban varias señoras, hijas de curacas, que cubrían con sus mantos el trayecto que iba a transitar.

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 10 de diciembre 2019

Comunidades indígenas

Por: ILEANA ALMEIDA

Según el antropólogo José Matos Mar, “las comunidades indígenas del área centro-andina (Ecuador, Perú y Bolivia) constituyen una forma propia y peculiar de organización social de un amplio sector de la población campesina, y responden a un tradicional patrón de establecimiento, claramente diferenciado dentro del conjunto de instituciones de las sociedades en que están insertas. Su importancia es tal, que, conjuntamente con la hacienda, es uno de los pilares de la estructura agraria andina.
“Estas comunidades están definidas por tres rasgos: a) la propiedad colectiva de un espacio rural que es usufructuado por sus miembros de manera individual y colectiva; b) por una forma de organización social basada en la reciprocidad y en un particular sistema de participación de las bases; y c) por el mantenimiento de un patrón cultural singular que recoge elementos del mundo andino. Por lo general, están confinadas a las zonas agrícolas más precarias y vinculadas de manera desigual al sector capitalista que las utiliza como reserva de mano de obra y las explota a través de varios mecanismos”. En síntesis, la comunidad desciende de los antiguos ayllus andinos.

Se calcula que en Ecuador existen tres mil comunidades, unas se ubican en sitios apartados en los páramos de Chimborazo o Tungurahua, otras muy cerca de las ciudades, como Otavalo. Ya maltratadas en épocas anteriores, ahora, en plena civilización contemporánea, tampoco les ha ido bien, de ahí el cuidado que ponen los comuneros en controlar a quienes ingresan a sus pequeños territorios.

Para sus habitantes, la comunidad es su morada y su intimidad, lo que implica que no se deba poner signos de igualdad entre la ideología campesina tradicional y las imposiciones autocráticas del poder. Los comuneros no son hostiles ni impenetrables a la técnica y el mejoramiento de la vida, siempre y cuando se guarde el equilibrio con la naturaleza. En la actual era de alteraciones climáticas globales, provocadas por los seres humanos, la intuición indígena aplicada al cultivo y el cuidado de la tierra -la Pachamama- destaca como una impecable ecología popular.

Los nombres de las comunidades demuestran su antigua procedencia patronímica: Dugdug, Chibuleo, Natabuela, Pacaricamac, Pilahuín, Chismaute, etc. Sin embargo, otros han sido sustituidos por denominaciones ajenas a las raíces lingüísticas ancestrales: San Luis, San Jerónimo, Santa Rosa, etc.

La justicia indígena refleja el fuerte nexo de cada miembro de la comunidad con todo el cuerpo social, y deviene en un juicio muy humano y sin sistemas carcelarios. Los ecuatorianos deberíamos respetar y apoyar a las comunidades indígenas, y no verlas como un blanco ideológico, más aún que con los pocos tractorcitos de que disponen, en buena medida, abastecen de alimentos a todo el país.

FUENTE: EL COMERCIO
Jueves 28 de noviembre 2019

De los iroqueses a la Conaie

Por: ILEANA ALMEIDA
Columnista invitada

En teoría política, federación o confederación es una forma de administrar el poder delegándolo en un organismo superior, justo e incluyente, con el fin de propiciar la unión y confraternidad de los asociados. ¿De dónde proviene esta idea? No, no proviene de la democracia de la antigua Grecia. Aunque usted no lo crea: procede de los indios iroqueses que vivían alrededor de los Grandes Lagos que hoy integran los territorios de Estados Unidos y Canadá.

La sociedad iroquesa tenía en su seno tres niveles de agrupaciones sociales: clanes, fratrias y tribus. En la práctica, todos estos segmentos participaban en las decisiones políticas: los clanes elegían a sus jefes libremente y resolvían por sí mismos sus problemas; cuando algún asunto competía a varios clanes, sus representantes apelaban al consejo de la fratria donde se lo absolvía. Si el asunto concernía a más de una fratria, se solucionaba en el Gran Consejo de las Cinco Tribus, cuyo dictamen descendía a través de delegados hasta los clanes. De esta manera se ejercía la soberanía de cada uno de los estratos, incluyéndose en la del gobierno confederado.

Benjamín Franklin, el padre fundador de los EE.UU., visitaba con frecuencia los territorios iroqueses, y se admiraba como los clanes, fratrias y tribus convivían en una Liga, respetando la autoridad territorial y étnica de los asociados. Al redactar la primera constitución estadounidense tomó la idea de este pacto afirmando que si las tribus-naciones iroquesas habían podido llegar a tan deseable democracia, no debería ser imposible para las diez colonias inglesas conformar un estado federal. En la asamblea de Filadelfia consiguió que se lo adoptara en el nuevo país, que se denominaría Estados Unidos de América.

Aquí, la Conaie establece la participación democrática de sus miembros basada en la comunidad. Pocos conocen el saber y experiencia que subyacen en su organización: las comunidades y centros de base tienen sus propios dirigentes y resuelven libremente sus asuntos; si exceden su competencia, se apela a la unión de los pueblos, en el caso de la Sierra, la Ecuarunari. En la Amazonia es la Confeniae la que responde por los centros y nacionalidades amazónicas. En la Costa, la Conaice lo hace con las comunidades y nacionalidades de esa región. Los tres organismos conforman la directiva superior, la Conaie.

La Conaie no plantea la secesión, y por esto, no propone un ejército “propio”. Lo que ha conseguido es que la Constitución establezca, al menos en el plano declarativo, que el Ecuador es un Estado Plurinacional, o sea, una estructura sociopolítica que incluya a los indígenas y donde tengan los mismos derechos que los ecuatorianos pertenecientes a la nación gobernante: de habla española, cultura occidental, territorio oficial y, acostumbrada a pensar que en el país hay una sola formación nacional y una sola historia.

FUENTE: EL COMERCIO
Miércoles 06 de noviembre 2019

Aprender el quichua

Por: ILEANA ALMEIDA

Pocos son los valientes que aprenden el quichua. Todas las lenguas indoeuropeas responden a la misma lógica que el español; el quichua tiene un razonamiento muy distinto. El primer obstáculo: en la oración el verbo está al final; así, se dice: “En el alto del monte, por la mañana, la paja y el agua cristalina bajo el sol brillan”.

Luego, el pasado está adelante y el futuro atrás (para desconcierto de todos). El profesor aclara que tales dimensiones no están ni adelante ni atrás, que su localización es una convención cultural y añade que las mismas palabras se usan para el tiempo y el espacio: Ñaupa Pacha (tiempo pasado, adelante), y Ñaupa Pampa (delante de la pampa). Ofuscación de todos, menos del estudiante húngaro que lo toma con naturalidad.

A estas alturas ya ha habido unas cuantas deserciones y entre los que quedamos surge una inevitable fascinación por un pensamiento tan distinto pero impecable. El profesor explica que hay dos formas de tiempo pasado, una para expresar que a la persona le ha constado la acción y otra cuando la persona sabe que la acción es pasada, pero que no le consta. (Rishka y Rirka).
Esto no es todo: hay varias formas de expresar el genitivo: con el sufijo Yuk, (pertenencia inalienable): tukuy llaktaYuk runa: “la comunidad es de todos”; con Pa (pertenencia circunstancial): “warmiPa muski: perfume de mujer”.

También se utiliza la fórmula de dos elementos unidos: rumi chaca: (puente de piedra), sin sufijo.

El húngaro dice que en su lengua también es así; él ya conversa con el profesor en quichua (y todos le tenemos una callada envidia).

Aprendemos que hay un sufijo propio de las lenguas aglutinantes, como el mongol, el turco, el húngaro: Ntin, que puede significar compañía, adhesión, solidaridad; que cuando se utiliza con personas, la persona acompañante se omite: ApuchaNtin “el abuelo con su nieto”.

Ahora viene algo más complejo: el gerundio puede tener dos formas, una cuando hay un solo sujeto: “MallquikaShpa juchuta mallquikunaman llaututa kuyman (El árbol grande a los más pequeños les brinda sombra). Puede haber dos sujetos: Kanki waylluyka wañuKPIka ñukapask wañushami (Cuando muera tu amor yo también moriré).

El húngaro se ríe de los chapurreos de los demás (odiamos al húngaro).

Y bien, Miky (comida) puede ser nombre, imperativo o infinitivo, según el contexto.

Alguien pregunta: ¿cuántos sufijos hay en el quichua?

El húngaro contesta: son incontables porque en cualquier momento pueden surgir nuevos sufijos y todos expresan innumerables matices del pensamiento y los sentimientos. Nadie dice ni piu (no hay en quichua la vocal.

FUENTE: EL COMERCIO
Quito, septiembre 3 de 2019