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¿Qué hacer cuando te dicen que no puedes?

Por: José L. Pantoja PhD.

Cuando una persona recibe halagos, premios, o reconocimientos, por lo general se motiva para seguir con su trabajo o avanzar en sus estudios. El ser reconocido es un aliciente para continuar cumpliendo de buena forma con nuestras obligaciones. ¿Pero qué pasa cuando recibimos mensajes que nos desmotivan, que nos frenan, que no nos permiten continuar? ¿Qué pasa cuando los demás no creen en nosotros y nos transmiten ese sentimiento de inseguridad y desconfianza? Siempre aparece alguien que te dice: ¡No puedes! ¡No pierdas el tiempo con eso! ¡Así ya estás bien, mejor disfruta de la vida y diviértete! ¡Estas mejor viviendo con tus padres! ¿Para qué te vas a ir tan lejos?

Cuando esto sucede muchas personas creen en estas frases, y por sorprendente que parezca, esas frases pueden venir de amigos, compañeros de trabajo, profesores, e incluso de la propia familia. Quizá también, y de forma inconsciente, nos convencemos a nosotros mismos de que no podemos. Pero mucho ojo, el que te digan que no puedes no significa que te deseen el mal. Resulta que hay personas que, sin tener mala intención, pero que al no poder hacer algo por sí mismas, piensan que tú tampoco puedes. El resultado a esta situación puede tener dos finales: 1) que permanezcas estancado en un mismo lugar o situación -es decir, en una zona de confort, o 2) que vayas en la vida como barco a la deriva -es decir, sin rumbo fijo.

Hoy les comparto un poco de lo que ha sido mi vida en unas líneas. Nací y crecí en una parroquia rural del cantón Pimampiro, en Imbabura. Vengo de una familia de escasos recursos como muchas otras de la región andina y de nuestro país. Pero mis padres, a pesar de su desconocimiento por no haber terminado la educación primaria, siempre trataron de hacer lo mejor para mí y mis hermanos. Por eso, en el año 1993 decidieron salir a Ibarra para darnos acceso a una mejor educación. Ahí fue la primera vez que alguien dijo: ¡No puedes! Había tenido un buen desempeño mientras estaba en la escuela primaria en la parroquia rural, pero esa persona creía que no tenía el potencial para rendir igual o mejor en la ciudad y me aconsejó no sentirme mal si mis calificaciones no seguían siendo buenas. Al fin y al cabo la gente del campo es más ingenua, por no decir más ignorante, que la gente de la ciudad. Al menos eso es lo que se creía en ese tiempo. Terminé quinto y sexto grado de la primaria en Ibarra con el promedio más alto de mi promoción (entre unos 70 estudiantes).

Al terminar la primaria yo quería ir a un colegio privado, pues en ese entonces la educación pública era más deficiente que la educación privada. Sin embargo, mis padres no estaban en condiciones de pagar esa educación. Nuevamente alguien se enteró de que yo quería ir a un colegio privado y como conocía la situación de mis padres, esa persona me dijo: “No te metas a ese colegio, de gana vas a gastar plata, anda mejor a un colegio público”. Lo que esta persona no sabía es que, por mi desempeño y las recomendaciones de mis profesores, había obtenido una beca para ir al colegio que yo quería. En el colegio no fui el primero de mi promoción (87 estudiantes), ese es un tema para otro artículo pues también fue una gran lección para mí (siempre hay alguien que te puede superar). Sin embargo, mantuve un buen desempeño y eso me motivó para buscar opciones de estudio fuera del país.

Mis padres desconocían sobre lo que significa el tener una formación académica a nivel universitario. De hecho, cuando les comenté que quería estudiar fuera del país, ellos se quedaron con muchas interrogantes. Por ello y con toda buena intención, mi papá buscó asesoramiento con alguien que él conocía para tener una mejor idea de lo que yo quería hacer. Esa persona, al enterarse de mis intenciones me buscó y me dijo: “Eres un tonto, un inconsciente, un irresponsable; quieres salir fuera del país a pesar de la situación de tus padres; vas a llenarnos de deudas y hasta te puede ir mal por allá”. Incluso me dijo esta frase: “Las cobijas solo se estiran hasta donde llega el filo de la cama”.

No le respondí a esta persona y dejé que el tiempo hablara por sí solo. Siempre he preferido demostrar con hechos que mis sueños y metas tienen su razón de ser. Lo que si hice fue prepararme para rendir los exámenes de la mejor manera y así obtener la beca que deseaba. Por eso pude salir a realizar mis estudios universitarios desde el año 2002. Desde entonces cursé toda mi carrera fuera del país, y aunque hubieron personas que me alentaban a seguir adelante, siempre aparecían personas que por a o b razón me decían: ¡No puedes! ¡Mejor no te preocupes por eso! ¡Relájate, ya estás bien con lo que has logrado! De hecho, cuando conocí sobre las oportunidades de estudio en EE.UU. y me propuse aprender inglés, hubieron personas que decían… ¡Mejor ya no sigas estudiando! ¡Ya no te vayas tan lejos! ¡Ya sacaste la ingeniería, con eso es suficiente, es hora de que vuelvas a Ecuador! Con el tiempo aprendí que estas personas, sin querer, se convierten en parásitos a los que hay que eliminar.

A veces medito sobre este tipo de situaciones y me llama la atención el ver que algunas personas hacen caso a este tipo de frases y dejan escapar oportunidades.

Hace poco conocí el caso de estudiantes que, convencidos por sus padres, renunciaban a becas el mismo instante de abordar un avión (al parecer el ¡hija/hijo, mejor no te vayas! pesaba mucho más en sus vidas que la posibilidad de crecer profesionalmente y deciden renunciar a una beca).

También les comparto que el año 2013, mientras terminaba mis estudios doctorales, habían personas que me decían: ¡No vengas a Ecuador, aquí estamos cada vez peor! Un amigo mío que es residente en EE.UU. llegó a decirme: “¿Por qué extrañar Ecuador? ¿Para qué volver? Es mejor quedarse aquí y punto. En las actuales circunstancias Ecuador no es un país para extrañar ni para ayudar a cambiar, porque lo más seguro es que uno termine mal parado al opinar diferente a otro. Una cosa son los sueños y otra muy distinta son las quimeras.

¿Por qué extrañar un país en donde la cantidad de profesionales desempleados es alta y la cantidad de personas que no tienen profesión es más alta todavía? ¿Por qué extrañar un país donde los hombres y mujeres son rechazados en una entrevista de trabajo en su mayor etapa productiva? ¿Por qué extrañar un país donde más del 30% de mi sueldo se va en la educación de un hijo? ¿Por qué extrañar un país donde el soborno es normal a la hora de ganarse un contrato, obtener un documento, o incluso pasar de grado/curso/nivel? ¿Por qué extrañar un país en el que ser honesto es algo de destacar? ¿Por qué extrañar un país que piensa que porque sus principales ciudades tienen barrios de ricos que están “bien”, todo lo demás está bien? ¿Por qué extrañar un país que enseña intolerancia y clasismo a mis hijos? ¿Por qué extrañar un país que tiene hospitales, supermercados, y universidades de primera y segunda clase? ¿Por qué extrañar un país donde el cholo, longo, y negro son discriminados? ¿Por qué extrañar un país donde un politiquero tiene más estatus y credibilidad que el ciudadano promedio, y por eso recibe más atención y beneficios? ¿Por qué extrañar un país que tiene lagos, montañas, y valles; pero si uno va con sus hijos a pasear por ahí, no sabe si los delincuentes lo dejarán regresar sano y salvo? ¿Por qué extrañar un país donde mi hijo puede ser asaltado o secuestrado mientras va o regresa del colegio? ¿Por qué extrañar un país donde el vivo se sale con la suya y abusa de los demás?”.

Medité mucho antes de contestar a mi amigo, pero cuando lo hice le dije: Amigo, los ecuatorianos tenemos un debate: vaso medio lleno o medio vacío. Cada persona puede conseguir evidencias que apoyen con detalle que nuestro país está lleno de brechas, fisuras, y paradojas. Hay quienes dicen que ante una crisis algunos lloran y otros venden pañuelos. Yo decido vender pañuelos y no llorar. Yo decido ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Y lo más importante, decido ser un actor del cambio y no un espectador, pues cada uno es arquitecto e ingeniero de su propia vida. Porque la vida es eso, ¡una elección! Y la experiencia me ha mostrado que cuando hago caso de los comentarios negativos todo se vuelve oscuro y no encuentro la salida. Pero cuando veo las oportunidades y las posibilidades, se me abren ventanas que nunca había visto. Por eso, para mí: Las dificultades son únicamente oportunidades para aprender a ser mejores.

Ecuador está lleno de oportunidades, de arquitectos rediseñando el país y de ingenieros planificando la forma de construir el Ecuador que todos queremos.

Todo cambio requiere un proceso serio. Si queremos construir un castillo no lo podemos hacer de un solo movimiento, por el contrario, debemos ir ladrillo por ladrillo. Lamentablemente muchos de nosotros nos acostumbramos a quejarnos y a culpar a los demás. No pasamos una clase, entonces es culpa del profesor. Le dieron el ascenso laboral que esperabas a otra persona, entonces la otra persona es chupa medias. Somos pobres, entonces es culpa del gobierno. Y así múltiples ejemplos que vemos en nuestra vida diaria. También es común ver gente que se vuelve esclava de los “Es que”… Es que mis papas no me apoyaron. Es que el profesor es malo y no explica bien. Es que no tengo tiempo para aprender inglés. Etc. Sin darnos cuenta perdemos nuestra autonomía y desaprovechamos la libertad que tenemos para salir adelante por nuestra cuenta, porque así nos hemos acostumbrado.

Tenemos un país rico por toda su gente, por aquellos que se levantan de madrugada a ganarse el dinero para su sustento diario, por los que permanecen en su empleo hasta altas horas de la noche para llevar pan a su hogar, por los que se esfuerzan por educar a sus hijos, por los que a la distancia apoyan a sus seres queridos, por los estudiantes que se esfuerzan por superarse a sí mismos. Ecuador es grande porque así somos los ecuatorianos y porque queremos lo mejor para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Por eso debemos confiar en Ecuador y respirar un aire nuevo; y como el aire, muchas de las cosas buenas no se ven, sino que se sienten, se perciben, se disfrutan. Durante mi formación profesional he podido estar en varios países, incluido EE.UU. Esta oportunidad me mostró cuan ricos somos los ecuatorianos. Ahora valoro todo el potencial que tiene nuestro país para alcanzar un desarrollo sustentable y a largo plazo. Pero para lograrlo, debemos dejar a un lado los “Es que” y los “No puedo”.

Aún hay mucho por hacer, pues debemos aprender a administrar toda la riqueza que tenemos. No debe ser un trabajo de unos pocos, sino el resultado del aporte de todos. Debemos dejar la costumbre de solo pedir que las cosas se hagan, y de permitir que nuestras limitaciones triunfen sobre nosotros. Con quejarnos y dejarnos convencer con los “no puedo” no ganamos nada. Son aquellos que se atreven a actuar los que verdaderamente pueden ayudar a construir el país que queremos. Amigo, aquí te comparto una frase de Steve Jobs, genio de la computación: “En la vida solo podemos hacer algunas cosas porque tenemos un tiempo limitado. Por eso brindo por los locos, los inadaptados, y los rebeldes. Brindo por los que cambian las cosas. Porque solo quienes están suficientemente locos para creer que pueden cambiar el mundo son los que lo logran”.

Los ecuatorianos debemos aprender a transformar el sufrimiento que llevamos dentro en una apreciación profunda por las cosas pequeñas de la vida. Y luego, la gente apasionada por las cosas positivas debe contagiar a otros. Hoy por hoy más ecuatorianos tienen acceso a educación y algunos salen a especializarse fuera del país para luego regresar y contribuir al crecimiento que estamos forjando. Pienso que los ecuatorianos, al levantarnos de varias crisis, nos hemos vuelto un pueblo comprometido, curioso, luchador, y trabajador. Ahora nos distinguimos por tener una mentalidad de lucha. Si tratas de convencerme de que me quede en EE.UU., yo te diré que Ecuador es el país en el que quiero sembrar y cosechar, en él quiero construir mi casa, formar mi familia, y en él quiero que me entierren. Estamos cambiando muchas cosas que frenaban nuestro desarrollo, pero aún tenemos mucho por hacer, porque apenas hemos dado los primeros pasos. Por eso, me gustaría ver una reinvención de Ecuador y para ello debemos trabajar unidos y dejar de quejarnos. Por eso yo asumo el reto de regresar a Ecuador y vender pañuelos sin hacer caso de los “No puedes” con los que tú tratas de convencerme. Y más bien te pregunto a ti: ¿Quieres ser parte del cambio o te dejarás convencer por tus propios no puedo?

Esa fue la respuesta a mi amigo.

Quizá si le hubiera hecho caso tal vez seguiría en EE.UU. Pero ahora, después de mi regreso, sé que tomé la decisión correcta, pues, estoy haciendo lo que me gusta y formo parte del proceso que me interesa como ciudadano de este país y del mundo. Pero les cuento que a mi llegada habían algunas personas a la que escuchaba decir: “¡Este profesor es muy joven! ¿Qué experiencia va a tener?…” Obviamente mis energías están concentradas en conseguir resultados positivos a pesar de que para otros parezca demasiado joven y carente de experiencia. Y déjenme decirles que los estudiantes están valorando y aprovechando el trabajo que se realiza como docente.

Señores: creamos en nosotros mismos, en nuestras capacidades, y no en los “no puedes” o en los “es que” que las sociedad constantemente nos transmite. Si es posible, eliminemos a esos parásitos que nos frenan en el camino hacia el éxito que tanto anhelamos. Si queremos salir a estudiar, debemos creer que si podemos lograrlo y debemos prepararnos para conseguirlo. Si queremos ser de los profesores que inspiran a los estudiantes, entonces preparémonos didáctica y académicamente. Si deseamos sacar adelante un proyecto, trabajemos por ello. Y si alguien te dice que no puedes, entonces sé poquito necio ante esas personas y no te rindas, cuida tus sueños y anhelos, no hagas caso a esas palabras, y lucha por conseguir lo que quieres.

¡El cielo es el límite!

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NOTA DEL DIRECTOR

El Dr. José Luis Pantoja PhD. se graduó como Ing. Agrónomo en la Escuela Agrícola Panamericana – Zamorano, en el 2005. Luego realizó una práctica profesional en Manejo y Conservación de Suelos en la Universidad de Florida. En el 2009 obtuvo su Maestría en Fertilidad de Suelos en la Universidad de Arkansas, y en el 2013 obtuvo su Doctorado, también en Fertilidad de Suelos, en la Universidad Estatal de Iowa. A continuació se vinculó como científico PROMETEO de la SENESCYT, y desempeñó funciones de docencia e investigación en la ESPE – IASA I. Hoy está vinculado a la empresa privada.

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Actitud de ganador

La actitud es la manera en que enfrentamos los acontecimientos de nuestra vida. Es el prisma a través del cual se filtra la realidad de lo que pasa en nuestro entorno. Por eso, cuanto más rápido comiences a forjar una actitud ganadora, mayores serán tus probabilidades de alcanzar el éxito. Para hacerlo, demanda de la vida solo lo mejor y la vida comenzará a mostrarte su lado más amable. Recuerda que con la actitud adecuada, el límite de tu potencial y de tus logros lo pondrás tú mismo.

Si se pudiera expresar el potencial de una persona mediante una fórmula, ésta sería así:
(Ci + Ca) x A = Pi
Donde Ci son las cualidades innatas, Ca las cualidades adquiridas, A la actitud, y Pi el potencial individual. Cada persona tiene cualidades innatas (Ci), una estructura genética y habilidades más desarrolladas que los demás, predisposición a ciertos temas, e intereses propios. Además, se puede adquirir cualidades nuevas mediante el aprendizaje (Ca). La suma de estas cualidades es “nuestro nivel de aptitud en la vida”. Para muchos esto es suficiente, pero en realidad este factor es limitado porque todos poseen cualidades innatas determinadas y tienen la capacidad de aprender un número limitado de cualidades y habilidades. Por eso, si la fórmula estuviera completa solo con la aptitud, entonces no se podría ir más allá de esas limitaciones.

Sin embargo, la realidad es otra porque existe el factor multiplicador llamado actitud (A), que puede incrementar el potencial individual (innato y adquirido) tanto como se desee. Al mejorar la actitud se puede llegar a tener tanto potencial como uno se propone. Esta fórmula explica el por qué algunas personas consideradas normales bajo la medida de la aptitud, pueden conseguir resultados increíbles y fuera del alcance de los demás. Los que se conforman con lo mínimo a esto lo llaman suerte, pero los ganadores lo llaman desafío. Esto también explica el por qué hay personas que parecen equipadas para lograr grandes éxitos, pero fracasan en la vida y no logran las metas que se habían propuesto.

En la vida, cada uno crea sus propias oportunidades o ventanas de éxito, y la actitud es la herramienta para hacerlo. Esto sucede porque a pesar de tener grandes aptitudes (i.e., alto coeficiente intelectual) les falta el factor fundamental que es poseer una actitud ganadora. Es la actitud positiva la que te lleva a ver una oportunidad de éxito donde otros (por mantenerse en su zona de confort y no arriesgar) ven dificultades y fracaso. En resumen: ¡Tu actitud determina tu éxito o tu fracaso!
Para explicar de forma gráfica la proporción determinante del éxito de una persona entre aptitud y actitud el mejor ejemplo sería el de un iceberg; en el que la aptitud es la parte que sobresale del agua y está a la vista de todos; mientras que la actitud es la parte oculta bajo el agua. Por eso el efecto de la actitud es hasta 10 veces más grande que el de la aptitud en términos de éxito personal. Y es así que una persona con actitud positiva, que ve oportunidades donde otros ven peligro, se convierte en una persona ganadora.

Esta derivación de actitudes también ocurre porque en la sociedad actual las personas buscan lograr resultados de tipo promedio (i.e., estudiar solo para pasar la clase), porque eso es lo más común o normal. Y de forma inconsciente las personas buscan ser normales. Por eso a aquel que busca ser mejor en algo (i.e., el más estudioso del curso) se lo califica como una persona anormal. Es así que la persona que no se plantea metas altas y busca avanzar en la vida cumpliendo solo con promedios, es una persona que limita su propio crecimiento y desarrollo; mientras que aquel que se plantea altos desafíos y se esfuerza por vencerlos, por lo general es alguien que explota todo su potencial y alcanza metas por encima del promedio.

Al inicio de este módulo te mencioné que la palabra fácil no la conozco. Eso es cierto porque en este camino llamado vida nada es gratis. Pero si mantienes una actitud positiva, puedes lograr éxito y felicidad para ti y las personas que amas. Hoy la vida te hizo una oferta, una elección con dos posibilidades: “1) Aceptar una calificación promedio para pasar la clase sin problemas; y 2) Rendir el examen escrito con el riesgo de obtener una calificación más baja, o con la oportunidad de obtener una calificación más alta”. Si tomaste la primera opción (lo fácil, aceptar una calificación promedio), ojalá esta sea la última vez que lo hagas y te invito a meditar y a aplicar este mensaje a tu vida ¡Puedes mejorar! Además, si te relacionas con otras personas, en especial si tienes hijos o trabajas con niños y jóvenes, medita acerca del ejemplo que transmites con tu actitud diaria para que no conviertas a los demás en tomadores de decisiones fáciles. En cambio, si tomaste la segunda opción (la difícil, arriesgarte a tomar el examen escrito porque viste la oportunidad de mejorar tu calificación), ¡te felicito, espero que continúes así en tus actividades futuras y que puedas contagiar esa actitud a los demás!

Para finalizar, decirte que ha sido un placer ser tu profesor, porque veo en ti a una persona con alto potencial y deseo que tu vida esté llena de triunfos.

Att. José L. Pantoja PhD.

Nota: El texto original fue adaptado a partir de una reflexión expuesta por José M. Vicedo.

José Luis Pantoja les propuso a los estudiantes ponerles una nota promedio en su examen final, o dejarles rendir el examen escrito y ahi cada quien obtendria la nota que merecia.

Es muy importante aprender el inglés

Por José L. Pantoja PhD.

Son alrededor de las 3:00 am. Esta es una de esas noches extrañas en las cuales, luego de estar en la oficina prácticamente todo el día, aun no me da sueño. Quizá mañana (hoy) tenga problemas para levantarme a tiempo… ¡o quizá no! Para quienes se animan a estudiar un post-grado y para los que trabajan y estudian al mismo tiempo, permanecer despierto hasta bien avanzada la noche puede volverse una rutina. Sin duda, el esfuerzo genera recompensas.

Antes de ir a casa quiero compartir con Uds. una experiencia personal y con base en ella invitarlos a reflexionar un poco. En el tercer año de la universidad (pre-grado) viví una situación que me dejó una gran lección. Pero antes de hablar de ello debo mencionarles que desde que recibí mis primeras clases de inglés (en la primaria) nunca me sentí atraído por aprender este idioma. De hecho, era una de las clases en las que solía tener más dificultades. Eso también pasaba por la poca pasión que tenía por aprender inglés. Siempre me atrajeron las ciencias naturales, la biología, la química, incluso la matemática y la física, que no eran mis fuertes. Pero el inglés simplemente no era importante para mí. Sin embargo, en la universidad sucedió algo que me enseñaría, sobre todas las cosas, que estaba equivocado y que debía ponerle más empeño para aprender este idioma.

Resulta que llegaron a la universidad los representantes de una empresa multinacional, de aquellas que generan muchos millones de dólares. Estas personas habían solicitado que se les permitiera entrevistar a estudiantes destacados con potencial para formar parte de su empresa luego de graduarse. La universidad hizo una pre-selección de los mejorcitos por así decirlo, y se nos pidió ir al salón de entrevistas a una hora determinada. Éramos unos 25 estudiantes que llegábamos a la entrevista a probar suerte. Para muchos seguramente esa era nuestra primera entrevista formal de trabajo. Había emoción en algunos rostros, inquietudes en otros. Para la entrevista se nos pidió esperar en un salón separado mientras íbamos pasando uno a uno y en orden alfabético. Yo estaba más o menos a la mitad de la lista. Al empezar las entrevistas sucedía algo extraño, pues la persona a la que llamaban cuando mucho se demoraba uno o dos minutos, salía sin decir nada (quizá porque había alguien que controlaba el proceso en la puerta de ingreso), y se retiraba. En fin, la emoción del momento iba creciendo. Aún estaba lejos de la tan esperada graduación, pero este podía ser el golpe de suerte que necesitaba para darle impulso a mi carrera. Cuando se me pidió pasar ingresé muy motivado al salón de entrevistas. Pero cuando apenas saludaba a las dos personas que hacían la entrevista estas me preguntaron: “Can we have this interview in English? (¿Podemos tener esta entrevista en inglés)”. Me sentí en shock y respondí: “No hablo bien inglés” (pues mi inglés era pésimo en ese entonces). Quizá pude haber respondido algo menos seco y mostrar un poco más de entereza para iniciar la entrevista, por ejemplo: “Esta bien, aunque mi inglés no es perfecto, trataré de hacerlo lo mejor posible”. Sin embargo, el simple hecho de que quisieran entrevistarme en inglés me causó pánico. Ahí entendí el por qué mis compañeros que habían pasado a la entrevista antes que mi salían tan rápido. Llevaba conmigo documentos que consideré necesarios para ese momento. Sin embargo, estas personas no miraron mis transcripts de calificaciones, tampoco mi curriculum vitae, ni siquiera las cartas de recomendación que tan amablemente unos profesores escribieron para mejorar mi aplicación. Para serles sincero, no me preguntaron ni el nombre. La única explicación que me dieron (antes de invitarme a salir) fue: “Lo sentimos, en nuestra empresa solo trabaja personal bilingüe. ¡Es una política empresarial!”.

En lugar de quejarme por lo que había sucedido o por buscarle los peros al asunto, en ese momento comprendí cuan equivocado había estado al no darle la importancia necesaria al idioma inglés. Un par de días después hablé con un colega sobre este tema y nos propusimos estudiar inglés para pasar, por lo menos, el examen oficial de inglés (TOEFL). Si pasábamos ese examen se nos abría la posibilidad para realizar una pasantía en EE.UU. durante un semestre de nuestro último año de pre-grado, así que esa fue una motivación adicional para nosotros. Con este colega estudiamos inglés al menos por dos horas diarias durante los semestres de clases, y en el periodo de vacaciones permanecimos en la universidad estudiando hasta ocho horas diarias. Los primeros días recuerdo haberme sentido frustrado porque parecía que no aprendía nada. Pero poco a poco noté algo de progreso.

Tomamos el TOEFL a los tres meses de haber iniciado esa rutina y no lo pasamos por un margen pequeño. El esfuerzo estaba rindiendo frutos pero debíamos continuar aprendiendo y mejorando. Literalmente, estábamos devorando el material para estudiar inglés del que se disponía en la biblioteca universitaria. Volvimos a tomar el TOEFL un par de meses después y los resultados fueron mucho mejores. Aquí quiero aclarar algo. Pasar el examen de TOEFL no significa ser bilingüe ni mucho menos ser un experto en inglés. Cuando se pasa el TOEFL, simplemente se cumple un requerimiento mínimo para estar arriba de un cierto nivel. Pero siempre hay margen para seguir aprendiendo y mejorando. Es como cuando apruebas un curso con nota de 8/10, pues esto no significa que sepas todo el material del curso, sino que sabes lo suficiente para aprobarlo.

Luego de pasar el TOEFL se fueron abriendo oportunidades para realizar pasantías y estudios aquí en EE.UU., lo cual es tema para otra ocasión.

También les comparto que hace un par de días necesitaba hacer un trámite de índole personal y se me recomendó ir al Departamento de Idiomas de la Universidad en la que trabajo en busca de la ayuda que requería. La verdad, nunca había ingresado a ese departamento y creí que era algo pequeño, pues al fin y al cabo aquí toda la enseñanza es en inglés y pensaba que no se le daba importancia a otros idiomas. Me sorprendió ver que en dicho departamento había más o menos 50 profesores, todos con título de doctorado (PhD.), y ¿Qué creen? ¡Había al menos 10 profesores especializados en impartir clases de español! Si mi gente, los americanos le están dando mucha importancia a nuestro idioma, quizá más de la que nosotros le damos a aprender inglés. Esto me generó curiosidad y pregunté el por qué se le daba tanta importancia al idioma español y uno de los profesores dijo: “EE.UU. tiene cada vez mayor influencia de los Latino-Americanos. Muchos de nuestros profesionales e incluso nuestros hijos, viajan a Latino-América por diferentes motivos. También tenemos cada día más estudiantes latinos en nuestros establecimientos educativos. Por eso, estamos desafiando nuestras limitaciones en este idioma al desarrollar programas completos para quienes desean aprender español”. Pude comprobar esto al leer un artículo hoy en la mañana que mencionaba que el departamento de Ingeniería de la Universidad de Colorado ha establecido, como norma obligatoria, el hablar en español dentro de su departamento. Se lleva a cabo esa iniciativa con el objetivo de desarrollar recursos humanos capaces de desenvolverse globalmente.

Esta realidad me genera cierta alegría y nostalgia al mismo tiempo. Alegría porque nuestra lengua materna va ganando terreno y se está volviendo más conocida (es mi apreciación) en países donde no se habla español de forma oficial. Pero también nostalgia porque, al menos por lo que he vivido y conozco de nuestras universidades e instituciones educativas, nosotros aún no desarrollamos programas serios y completos que fomenten el aprendizaje del idioma inglés. En realidad, ni siquiera tenemos programas serios para enseñar a los estudiantes a utilizar correctamente el idioma español.

Yo no recuerdo haber visto en nuestros países profesionales altamente capacitados como profesores de inglés en establecimientos primarios, secundarios, ni en universidades. De hecho, muchos de los profesores de inglés son personas que recibieron un cursito por aquí, otro por allá, y que algo entienden de este idioma. En la mayoría de los casos ese entendimiento se relaciona solamente con el lenguaje popular o jerga, más no con el uso del idioma desde un punto de vista técnico y aplicado a las ciencias. En otros casos, el profesor o profesora de inglés es alguien que por algún motivo vivió cierto tiempo en un país de habla inglesa, se asume que esa persona es bilingüe, y por lo tanto se la nombra como profesor o profesora de inglés. También, aunque se defienda la meritocracia, todos sabemos que la realidad es otra.

Ambas situaciones invitan a pensar mucho sobre el nivel de aprendizaje del idioma inglés que tienen nuestros estudiantes. Más aun cuando en algunas instituciones no se exige la elaboración de un cronograma académico que los profesores deban cumplir durante cada ciclo de estudios. En la mayoría de los casos los profesores enseñan lo que ellos creen que deben enseñar y ahí se termina el asunto. El nivel de enseñanza limitado y de bajo perfil técnico puede generar que el estudiante también sienta temor a aprender inglés. De hecho, conozco varias personas que han tomado varios cursos de inglés por aquí y por allá, gastando considerables cantidades de dinero, y dicen no haber aprendido nada o casi nada. En muchos casos, desde luego, también depende de la dedicación que cada persona le ponga a este tema. Conozco personas que empiezan a estudiar inglés y al poco tiempo se frustran y no culminan lo que empezaron. Aquí en las universidades de EE.UU. veo por ejemplo, que incluso estudiantes de doctorado (de cualquier especialidad) continúan recibiendo clases de inglés, especialmente en relación a escritura científica y comunicación verbal eficiente. Perdónenme si me equivoco, pero por lo que he visto, muchos de los programas de post-grado que se ofrecen en nuestras universidades no incluyen clases de redacción técnica ni siquiera en español, mucho menos de inglés en un nivel avanzado.

Les comento también que hace un par de años visité una de nuestras universidades y debatí sobre este tema con un profesor de dicha universidad. Me sorprendió ver que incluso hay profesores que no impulsan a los estudiantes a aprender este idioma. Este profesor me decía: “Pantoja, la verdad es que yo no entiendo por qué el inglés debe ser una clase obligatoria y que los estudiantes deben quedarse a supletorio de inglés si no obtienen una nota mínima. Al fin y al cabo, aquí en Latinoamérica casi todo se hace en español y no pasa nada si no sabes inglés. Mira por ejemplo, yo no hablo inglés y no he tenido problemas para ser profesor. Para mí que el inglés debería ser algo opcional. El que quiere aprender inglés que lo haga, y el que no, pues que no se estrese”.

En mi opinión, este profesor (aunque es relativamente joven) vive en otra época. Con frecuencia escucho que muchos profesionales también mencionan que el inglés no ha sido su fuerte y que por a o b razón no lo han aprendido. Por eso, los invito a que pongamos un esfuerzo adicional para vencer esta limitación. No se trata solamente de vencer un miedo, sino de solventar una necesidad que tenemos como personas y como profesionales. Esta es también una responsabilidad de nuestros sistemas educativos. Y aquellos que hemos tenido la oportunidad de ver el mundo desde afuera y conocer las habilidades que un profesional moderno debe tener, estamos obligados a transmitir este mensaje a las nuevas generaciones.

La globalización nos empuja a estar conectados con personas de casi todo el mundo, y nos guste o no, el idioma universal es el inglés. Además, la información más actualizada que se genera (especialmente sobre investigaciones científicas) se publica en idioma inglés, y pueden pasar años o incluso décadas hasta que se publiquen versiones similares (por ejemplo libros) en idioma español. Al escribir esto recuerdo y medito sobre uno de los emotivos discursos del presidente de Uruguay, José Mujica, quien mencionó estas palabras: “Los uruguayitos (niños y jóvenes de Uruguay) deben aprender inglés en todas nuestras escuelas, en las facultades en el interior del país, incluso en la enseñanza terciaria masificada, y probablemente inglés desde el preescolar en la enseñanza pública. Digo esto no porque el inglés es el idioma que hablan los yanquis y porque debamos parecernos a ellos. No, los uruguayitos deben aprender inglés porque ese es el idioma con el que los chinos, japoneses, coreanos, rusos, y todos los de este mundo globalizado se dan a conocer con el resto. Nosotros necesitamos poder comunicarnos con ellos si queremos promover el crecimiento de nuestro país”.

Tiempo atrás escuchaba que una persona quería proponer una ley según la cual las universidades de EE.UU. debían eliminar el TOEFL como requisito obligatorio para los estudiantes internacionales que desean estudiar un post-grado en este país. Los EE.UU. ofrecen anualmente becas a través de sus universidades, y miles de estudiantes internacionales hemos sido beneficiarios de esas becas. Desde luego, las becas no llegan gratis, ¡Hay que ganárselas! Yo soy de quienes consideran que la competencia sana te ayuda a crecer. De hecho, pienso que un poco de competencia te permite mejorar como profesional, e incluso como persona. También suelo decir que hoy en día, lo más probable es que nunca conozcas a tu competencia directa, porque la oportunidad (beca de estudios o puesto de trabajo) que tú quieres obtener, también la quieren otras personas y desde diferentes partes del mundo. Sin que nos demos cuenta estamos compitiendo con personas de Norte-América, de Asia, de Europa, de África, y desde luego, con los mismos latinos. Y para competir, debemos estar preparados. En mi opinión, el TOEFL debe mantenerse como requisito obligatorio, pues eso nos desafía un poco más a dar lo mejor de nosotros mismos y mejorar nuestras habilidades. En definitiva, al saber inglés podemos competir mejor, y para ello debemos mejorar nuestros sistemas educativos en relación al aprendizaje de este idioma. También considero que debemos crear en nuestro jóvenes el hábito de auto-educarse sin esperar a que la universidad o un X curso sea la solución a su necesidad de aprender inglés. Actualmente el internet y las bibliotecas cuentan con bastante material de apoyo que pueden ayudar a nuestros jóvenes a aprender inglés de una forma más rápida. Desde luego, hay que saber utilizar estas herramientas. Hay personas que ponen como escusa la falta de tiempo o dinero para no aprender inglés. Creo que con los recursos actuales y si sabemos organizar nuestro tiempo, es posible aprender inglés por nuestra cuenta y sin gastar dinero de forma innecesaria.

Estimados amigos y colegas, pero sobre todo, estimados jóvenes, al inglés no hay que tenerle miedo. Es cuestión de entrarle con ganas y también de ser constante, pues tampoco se lo aprende de la noche a la mañana. Un profesional que domina el inglés es como un profesional que tiene un título académico adicional y por tanto es más competente. Para muchas empresas, especialmente las que orientan sus productos o servicios al mercado internacional, saber inglés es un requisito obligatorio.

DÉCALOGO DE LAS VENTAJAS DE SABER INGLÉS

Finalmente, quiero resumir a continuación las ventajas de saber inglés que se presentan el portal LANGUAGE PLUS.

1. El inglés nos da acceso a una mejor educación y a mejores oportunidades de trabajo.
2. El inglés es el idioma de la comunicación internacional, el comercio y las finanzas.
3. El inglés nos da acceso a información más actualizada y completa. Podemos acceder a la mayoría de textos académicos,
científicos, y tecnológicos, escritos en inglés.
4. Cuando viajes por cuestiones de trabajo o vacaciones, el inglés te permitirá movilizarte por el mundo sin tener problemas
de comunicación.
5. El inglés te permitirá conocer otras culturas, estilos de vida, y diferentes formas de pensar.
6. El inglés te ayudará a entender y usar mejor el español, pues cuando aprendes inglés, también estas aprendiendo a
comunicarte mejor en español, tanto de forma verbal como escrita.
7. Aprender inglés es más fácil de lo que se piensa y te ayuda a incrementar la confianza en ti mismo. Por eso ¡Supérate y
aprende inglés! Una vez aprendidas las bases, el resto viene seguido. A medida que vayas aumentando tus conocimientos y
vocabulario, perderás el miedo y hablarás en inglés sin pensarlo.
8. Si sabes inglés podrás disfrutar entre otras cosas, del cine y la literatura que se produce en este idioma. Muchas veces,
cuando las películas o los libros son traducidos al español pierden algo de su esencia, pues la traducción no suele ser
perfecta.
9. Aprender inglés produce ciertos estímulos que también nos ayudan a mejorar en otras áreas. Por ejemplo, hablar en público y
el razonamiento lógico.
10. Si le tienes miedo al inglés, entonces apréndelo. Al vencerlo habrás mejorado tu capacidad para enfrentar otros desafíos
que se te presenten en la vida.

Un fuerte abrazo.

Nota del Director:
El Dr. José Luis Pantoja PhD. ha tenido una destacada carrera en agronomía con enfoque en fertilidad y manejo de suelos. Inició sus estudios en la Universidad Central del Ecuador en el 2001, pero al poco tiempo de iniciar su carrera recibió una beca para estudiar en la Escuela Agrícola Panamericana – Zamorano, Honduras, C.A. En esa universidad se graduó como Ing. Agrónomo en el 2005, siendo reconocido como el mejor egresado de su promoción. Previo a su graduación realizó una pasantía en la Universidad de Florida, lugar en el que conoció sobre las oportunidades para estudiar un post-grado en EE.UU. En el 2006 e inicios del 2007 trabajó en Zamorano, primero como asistente del laboratorio de suelos, y después como instructor de estudiantes en la unidad de servicios agrícolas. En el 2007 hizo otra pasantía en la Universidad de Arkansas, en la cual también realizó sus estudios de Maestría y se graduó en el 2009. Posteriormente, realizó sus estudios doctorales en la Universidad Estatal de Iowa y se graduó en Mayo del 2013. Además de sus proyectos de investigación el Dr. Pantoja ha sido asistente de cátedra y actualmente trabaja como Post-doc en esa Universidad. A lo largo de su carrera el Dr. Pantoja ha obtenido múltiples reconocimientos por su desempeño académico y por los trabajos de investigación que ha realizado. Se ha desempeñado también como Investigador del Proyecto Prometeo de la SENESCYT. Es un colaborador asiduo de EcuadorUniversitario.Com

¡El cielo es el límite!

Por: José L. Pantoja PhD.

Cuando una persona recibe halagos, premios, o reconocimientos, por lo general se motiva para seguir con su trabajo o avanzar en sus estudios. El ser reconocido es un aliciente para continuar cumpliendo de buena forma con nuestras obligaciones. ¿Pero qué pasa cuando recibimos mensajes que nos desmotivan, que nos frenan, que no nos permiten continuar? ¿Qué pasa cuando los demás no creen en nosotros y nos transmiten ese sentimiento de inseguridad y desconfianza? Siempre aparece alguien que te dice: ¡No puedes! ¡No pierdas el tiempo con eso! ¡Así ya estás bien, mejor disfruta de la vida y diviértete! ¡Estas mejor viviendo con tus padres! ¿Para qué te vas a ir tan lejos? Cuando esto sucede muchas personas creen en estas frases, y por sorprendente que parezca, esas frases pueden venir de amigos, compañeros de trabajo, profesores, e incluso de la propia familia. Quizá también, y de forma inconsciente, nos convencemos a nosotros mismos de que no podemos. Pero mucho ojo, el que te digan que no puedes no significa que te deseen el mal. Resulta que hay personas que, sin tener mala intención, pero que al no poder hacer algo por sí mismas, piensan que tú tampoco puedes. El resultado a esta situación puede tener dos finales: 1) que permanezcas estancado en un mismo lugar o situación -es decir, en una zona de confort, o 2) que vayas en la vida como barco a la deriva -es decir, sin rumbo fijo.

Hoy les comparto un poco de lo que ha sido mi vida en unas líneas. Nací y crecí en una parroquia rural del cantón Pimampiro, en Imbabura. Vengo de una familia de escasos recursos como muchas otras de la región andina y de nuestro país. Pero mis padres, a pesar de su desconocimiento por no haber terminado la educación primaria, siempre trataron de hacer lo mejor para mí y mis hermanos. Por eso, en el año 1993 decidieron salir a Ibarra para darnos acceso a una mejor educación. Ahí fue la primera vez que alguien dijo: ¡No puedes! Había tenido un buen desempeño mientras estaba en la escuela primaria en la parroquia rural, pero esa persona creía que no tenía el potencial para rendir igual o mejor en la ciudad y me aconsejó no sentirme mal si mis calificaciones no seguían siendo buenas. Al fin y al cabo la gente del campo es más ingenua, por no decir más ignorante, que la gente de la ciudad. Al menos eso es lo que se creía en ese tiempo. Terminé quinto y sexto grado de la primaria en Ibarra con el promedio más alto de mi promoción (entre unos 70 estudiantes).

Al terminar la primaria yo quería ir a un colegio privado, pues en ese entonces la educación pública era más deficiente que la educación privada. Sin embargo, mis padres no estaban en condiciones de pagar esa educación. Nuevamente alguien se enteró de que yo quería ir un colegio privado y como conocía la situación de mis padres, esa persona me dijo: “No te metas a ese colegio, de gana vas a gastar plata, anda mejor a un colegio público”. Lo que esta persona no sabía es que, por mi desempeño y las recomendaciones de mis profesores, había obtenido una beca para ir al colegio que yo quería. En el colegio no fui el primero de mi promoción (87 estudiantes), ese es un tema para otro artículo pues también fue una gran lección para mí (siempre hay alguien que te puede superar). Sin embargo, mantuve un buen desempeño y eso me motivó para buscar opciones de estudio fuera del país.

Mis padres desconocían sobre lo que significa el tener una formación académica a nivel universitario. De hecho, cuando les comenté que quería estudiar fuera del país, ellos se quedaron con muchas interrogantes. Por ello y con toda buena intención, mi papá buscó asesoramiento con alguien que él conocía para tener una mejor idea de lo que yo quería hacer. Esa persona, al enterarse de mis intenciones me buscó y me dijo: “Eres un tonto, un inconsciente, un irresponsable; quieres salir fuera del país a pesar de la situación de tus padres; vas a llenarnos de deudas y hasta te puede ir mal por allá”. Incluso me dijo esta frase: “Las cobijas solo se estiran hasta donde llega el filo de la cama”.

No le respondí a esta persona y dejé que el tiempo hablara por sí solo. Siempre he preferido demostrar con hechos que mis sueños y metas tienen su razón de ser. Lo que si hice fue prepararme para rendir los exámenes de la mejor manera y así obtener la beca que deseaba. Por eso pude salir a realizar mis estudios universitarios desde el año 2002. Desde entonces cursé toda mi carrera fuera del país, y aunque hubieron personas que me alentaban a seguir adelante, siempre aparecían personas que por a o b razón me decían: ¡No puedes! ¡Mejor no te preocupes por eso! ¡Relájate, ya estás bien con lo que has logrado! De hecho, cuando conocí sobre las oportunidades de estudio en EE.UU. y me propuse aprender inglés, hubieron personas que decían… ¡Mejor ya no sigas estudiando! ¡Ya no te vayas tan lejos! ¡Ya sacaste la ingeniería, con eso es suficiente, es hora de que vuelvas a Ecuador! Con el tiempo aprendí que estas personas, sin querer, se convierten en parásitos a los que hay que eliminar.

A veces medito sobre este tipo de situaciones y me llama la atención el ver que algunas personas hacen caso a este tipo de frases y dejan escapar oportunidades.

Hace poco conocí el caso de estudiantes que, convencidos por sus padres, renunciaban a becas el mismo instante de abordar un avión (al parecer el ¡hija/hijo, mejor no te vayas! pesaba mucho más en sus vidas que la posibilidad de crecer profesionalmente y deciden renunciar a una beca).

También les comparto que e mientras terminaba mis estudios doctorales, habían personas que me decían: ¡No vengas a Ecuador, aquí estamos cada vez peor! Un amigo mío que es residente en EE.UU. llegó a decirme: “¿Por qué extrañar Ecuador? ¿Para qué volver? Es mejor quedarse aquí y punto. En las actuales circunstancias Ecuador no es un país para extrañar ni para ayudar a cambiar, porque lo más seguro es que uno termine mal parado al opinar diferente a otro. Una cosa son los sueños y otra muy distinta son las quimeras. ¿Por qué extrañar un país en donde la cantidad de profesionales desempleados es alta y la cantidad de personas que no tienen profesión es más alta todavía? ¿Por qué extrañar un país donde los hombres y mujeres son rechazados en una entrevista de trabajo en su mayor etapa productiva? ¿Por qué extrañar un país donde más del 30% de mi sueldo se va en la educación de un hijo? ¿Por qué extrañar un país donde el soborno es normal a la hora de ganarse un contrato, obtener un documento, o incluso pasar de grado/curso/nivel? ¿Por qué extrañar un país en el que ser honesto es algo de destacar? ¿Por qué extrañar un país que piensa que porque sus principales ciudades tienen barrios de ricos que están “bien”, todo lo demás está bien? ¿Por qué extrañar un país que enseña intolerancia y clasismo a mis hijos? ¿Por qué extrañar un país que tiene hospitales, supermercados, y universidades de primera y segunda clase? ¿Por qué extrañar un país donde el cholo, longo, y negro son discriminados? ¿Por qué extrañar un país donde un politiquero tiene más estatus y credibilidad que el ciudadano promedio, y por eso recibe más atención y beneficios? ¿Por qué extrañar un país que tiene lagos, montañas, y valles; pero si uno va con sus hijos a pasear por ahí, no sabe si los delincuentes lo dejarán regresar sano y salvo? ¿Por qué extrañar un país donde mi hijo puede ser asaltado o secuestrado mientras va o regresa del colegio? ¿Por qué extrañar un país donde el vivo se sale con la suya y abusa de los demás?”.

Medité mucho antes de contestar a mi amigo, pero cuando lo hice le dije: Amigo, los ecuatorianos tenemos un debate: vaso medio lleno o medio vacío. Cada persona puede conseguir evidencias que apoyen con detalle que nuestro país está lleno de brechas, fisuras, y paradojas. Hay quienes dicen que ante una crisis algunos lloran y otros venden pañuelos. Yo decido vender pañuelos y no llorar. Yo decido ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Y lo más importante, decido ser un actor del cambio y no un espectador, pues cada uno es arquitecto e ingeniero de su propia vida. Porque la vida es eso, ¡una elección! Y la experiencia me ha mostrado que cuando hago caso de los comentarios negativos todo se vuelve oscuro y no encuentro la salida. Pero cuando veo las oportunidades y las posibilidades, se me abren ventanas que nunca había visto. Por eso, para mí: Las dificultades son únicamente oportunidades para aprender a ser mejores.

Ecuador está lleno de oportunidades, de arquitectos rediseñando el país y de ingenieros planificando la forma de construir el Ecuador que todos queremos.

Todo cambio requiere un proceso serio. Si queremos construir un castillo no lo podemos hacer de un solo movimiento, por el contrario, debemos ir ladrillo por ladrillo. Lamentablemente muchos de nosotros nos acostumbramos a quejarnos y a culpar a los demás. No pasamos una clase, entonces es culpa del profesor. Le dieron el ascenso laboral que esperabas a otra persona, entonces la otra persona es chupa medias. Somos pobres, entonces es culpa del gobierno. Y así múltiples ejemplos que vemos en nuestra vida diaria. También es común ver gente que se vuelve esclava de los “Es que”… Es que mis papas no me apoyaron. Es que el profesor es malo y no explica bien. Es que no tengo tiempo para aprender inglés. Etc. Sin darnos cuenta perdemos nuestra autonomía y desaprovechamos la libertad que tenemos para salir adelante por nuestra cuenta, porque así nos hemos acostumbrado.

Tenemos un país rico por toda su gente, por aquellos que se levantan de madrugada a ganarse el dinero para su sustento diario, por los que permanecen en su empleo hasta altas horas de la noche para llevar pan a su hogar, por los que se esfuerzan por educar a sus hijos, por los que a la distancia apoyan a sus seres queridos, por los estudiantes que se esfuerzan por superarse a sí mismos. Ecuador es grande porque así somos los ecuatorianos y porque queremos lo mejor para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Por eso debemos confiar en Ecuador y respirar un aire nuevo; y como el aire, muchas de las cosas buenas no se ven, sino que se sienten, se perciben, se disfrutan. Durante mi formación profesional he podido estar en varios países, incluido EE.UU. Esta oportunidad me mostró cuan ricos somos los ecuatorianos. Ahora valoro todo el potencial que tiene nuestro país para alcanzar un desarrollo sustentable y a largo plazo. Pero para lograrlo, debemos dejar a un lado los “Es que” y los “No puedo”.

Aún hay mucho por hacer, pues debemos aprender a administrar toda la riqueza que tenemos. No debe ser un trabajo de unos pocos, sino el resultado del aporte de todos. Debemos dejar la costumbre de solo pedir que las cosas se hagan, y de permitir que nuestras limitaciones triunfen sobre nosotros. Con quejarnos y dejarnos convencer con los “no puedo” no ganamos nada. Son aquellos que se atreven a actuar los que verdaderamente pueden ayudar a construir el país que queremos. Amigo, aquí te comparto una frase de Steve Jobs, genio de la computación: “En la vida solo podemos hacer algunas cosas porque tenemos un tiempo limitado. Por eso brindo por los locos, los inadaptados, y los rebeldes. Brindo por los que cambian las cosas. Porque solo quienes están suficientemente locos para creer que pueden cambiar el mundo son los que lo logran”.

Los ecuatorianos debemos aprender a transformar el sufrimiento que llevamos dentro en una apreciación profunda por las cosas pequeñas de la vida. Y luego, la gente apasionada por las cosas positivas debe contagiar a otros. Hoy por hoy más ecuatorianos tienen acceso a educación y algunos salen a especializarse fuera del país para luego regresar y contribuir al crecimiento que estamos forjando. Pienso que los ecuatorianos, al levantarnos de varias crisis, nos hemos vuelto un pueblo comprometido, curioso, luchador, y trabajador. Ahora nos distinguimos por tener una mentalidad de lucha. Si tratas de convencerme de que me quede en EE.UU., yo te diré que Ecuador es el país en el que quiero sembrar y cosechar, en él quiero construir mi casa, formar mi familia, y en él quiero que me entierren. Estamos cambiando muchas cosas que frenaban nuestro desarrollo, pero aún tenemos mucho por hacer, porque apenas hemos dado los primeros pasos. Por eso, me gustaría ver una reinvención de Ecuador y para ello debemos trabajar unidos y dejar de quejarnos. Por eso yo asumo el reto de regresar a Ecuador y vender pañuelos sin hacer caso de los “No puedes” con los que tú tratas de convencerme. Y más bien te pregunto a ti: ¿Quieres ser parte del cambio o te dejarás convencer por tus propios no puedo?

Esa fue la respuesta a mi amigo.

Quizá si le hubiera hecho caso tal vez seguiría en EE.UU. Pero ahora, algunos meses después de mi regreso, sé que tomé la decisión correcta, pues, estoy haciendo lo que me gusta y formo parte del proceso que me interesa como ciudadano de este país y del mundo. Pero les cuento que a mi llegada habían algunas personas a la que escuchaba decir: “¡Este profesor es muy joven! ¿Qué experiencia va a tener?…” Obviamente mis energías están concentradas en conseguir resultados positivos a pesar de que para otros parezca demasiado joven y carente de experiencia. Y déjenme decirles que los estudiantes están valorando y aprovechando el trabajo que se realiza como docente.

Señores: creamos en nosotros mismos, en nuestras capacidades, y no en los “no puedes” o en los “es que” que las sociedad constantemente nos transmite. Si es posible, eliminemos a esos parásitos que nos frenan en el camino hacia el éxito que tanto anhelamos. Si queremos salir a estudiar, debemos creer que si podemos lograrlo y debemos prepararnos para conseguirlo. Si queremos ser de los profesores que inspiran a los estudiantes, entonces preparémonos didáctica y académicamente. Si deseamos sacar adelante un proyecto, trabajemos por ello. Y si alguien te dice que no puedes, entonces sé poquito necio ante esas personas y no te rindas, cuida tus sueños y anhelos, no hagas caso a esas palabras, y lucha por conseguir lo que quieres.
¡El cielo es el límite!
EcuadorUniversitario.Com

El Dr. José Luis Pantoja PhD. se graduó como Ing. Agrónomo en la Escuela Agrícola Panamericana – Zamorano, en el 2005. Luego realizó una práctica profesional en Manejo y Conservación de Suelos en la Universidad de Florida. En el 2009 obtuvo su Maestría en Fertilidad de Suelos en la Universidad de Arkansas, y en el 2013 obtuvo su Doctorado, también en Fertilidad de Suelos, en la Universidad Estatal de Iowa. A continuación se vinculó como científico Prometeo de la SENESCYT, y desempeñó funciones de docencia e investigación en la ESPE – IASA I. Es colaborador frecuente de EcuadorUniversitario.Com