Por: Fernando Naranjo-Villacís
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Recordar al educador ecuatoriano, constituye una de las más hermosas expresiones de gratitud, por eso el 13 de abril, el calendario nos trae ese día especial como un homenaje a su entrega, a su guía intelectual y espiritual para tantos niños y jóvenes que reciben sus sabias enseñanzas en las escuelas, colegios y universidades.
Puntualizo que no todos poseen esa mística de la misión encomendada, hay quienes acuden a las aulas como parte de su rutina; llegan, hablan y se van. Este sentido homenaje, es para los maestros verdaderos, aquellos que responsablemente preparan sus clases, acuden a compartir conocimientos y experiencias, hacen de la cátedra auténtico apostolado y al tomar exámenes, revisan hasta la última palabra para conocer el alcance de los conocimientos asimilados y luego poner la justa calificación. Hay quienes incluso, anotan alguna observación o recomendación especial. Es ese el maestro que trasciende.
En mis personales recuerdos, tengo a algunos de mis queridos profesores, quienes se daban tiempo, fuera de las horas de clase y hasta en los recreos para referir alguna de las inquietudes planteadas. Ahora, en esta sociedad de las prisas, tanto alumnos y algunos profesores andan afanados con el reloj que los acecha o tal vez están presurosos por revisar el facebook y otras whatsaperías, muchas de las cuales son pura novelería, inútil pérdida del valioso tiempo.
Pienso que muchos alumnos, hemos sido afortunados, con gratificantes momentos para dialogar con nuestros maestros.
Conversaciones de amena sabiduría, allí con sus rostros serenos, las damas y caballeros de privilegiada inteligencia quienes nos otorgaron el precioso legado de su tiempo para atendernos y entendernos.
Recuerdo el pensamiento del maestro y filósofo chileno Claudio Naranjo: “No se educa para la sabiduría ni para la comprensión, se educa para pasar pruebas, para pasar test. Esa es la terrible pérdida de vida y de tiempo y el robo que le hacen a la gente en sus vidas.” El sacerdote católico, José Kentenich, alemán, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt; refiere: “Un verdadero educador es todo aquel que se da cuenta de que su vida influye sobre otra vida, lo asume responsablemente y lo vive como misión”.
La vida continúa y el aprendizaje también. Ahora tengo maestros virtuales, en libros e incluso, presenciales; ecuatorianos y universales, de quienes, a diario recibo sus magníficas enseñanzas. Aquellas que en estos momentos son vitales para entrenar y enriquecer nuestro pensamiento, estar alerta a fin de evitar la impaciencia y tranquilizar la mente. Maestros que nos inspiran al logro de buenos propósitos. De ellos aprendí la importancia de mantenerse ocupado, en constante actividad. Ser personas estables, equilibradas, serenas. La mente vaga es peligrosa; la mente activa es creativa y por lo tanto, altamente productiva.
Buena vida, a los abnegados maestros de nuestra aldea planetaria..!!
