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Un acercamiento a la liberación humana…

Por: Marco Arteaga Calderón
E Mail: artecal85@yahoo.com

¿Quieres conocer tu pasado? Entonces mira tu presente que es su resultado…¿Quieres conocer tu futuro? Entonces observa tu presente que es su causa”. Siddharta Gautama.

¿Vivir en libertad es aclarar, en términos sociales, la posibilidad cierta de poder expresar, en coherencia, la experiencia concreta de una verdadera relación humana?. ¿Sin libertad la simulación promueve, entonces, una falsa identidad, hacia el objetivo de un destino amorfo? Pero, como que la liberación humana, tal cual explican teosofías, filosofías y religiones, está más allá de estas limitaciones para tomar consciencia de comprensión de sí mismo. Y, al parecer, es en esta comprensión de sí mismo en que la libertad, sus razones y objetivos, para el humano, entra en juego. Es posible, incluso, que mucha gente viviendo en libertad sus relaciones sociales, es prisionera de la ausencia del sentido propio de su existencia. ¿Reside aquí la clave de la paz, del amor, de la confraternidad…?

Subsistir para el humano ha sido hasta hoy estar entre cosas y proyectarse desde estas cosas. Para no olvidarse, sin embargo, de su trayectoria como sujeto antes que objeto está obligado, continuamente, a interrogarse en su interior… ¿Hasta qué punto lo racional, el sentido común, lo coherente, es en mí un evento permanente y no algo aleatorio? El estado espiritual de buda, esto de lograr la percepción de la realidad en tanto consciencia de una ilusión es, en esta búsqueda, el inicio de la suprema verdad de cada quien… Pero, conseguir dicho momento responde al logro previo de mantenerse, caminando, en el Sendero de la Rectitud. Sea en los puntos de vista, de los pensamientos, de las palabras, de la conducta, de los medios de vida, del esfuerzo, de la atención, de la concentración. ¿Cómo si no, al margen de la práctica de la realidad, llegar a una toma de consciencia cierta? Ahora el humano descarnado del pellejo superfluo del simular, de la seudo vivencia asume las condiciones y características de buda… Es el instante del despertar. Es la iluminación por la consciencia clara de comprender…

¿Comprender? ¿Comprensión de qué? Que al asumir, por fin, por voluntad propia, la responsabilidad de ser hay asunción también del dolor, consecuencia de la cosificación de la vida… Pero, también, del mágico impronto de la aceptación o no del sufrimiento. Porque el dolor es permanente y, de cualquier forma y bajo toda circunstancia, estará siempre presente, el sufrimiento, en cambio, está en ti, en las condiciones en que vives y comprendes la vida… Para Siddhartha Gautama, quien según la tradición histórica, alcanzó, hace muchos, muchos siglos, el más alto nivel de la liberación humana (nirvana), consagrándose en calidad de un verdadero BUDA, cualquier humano que asuma esta vivencia de trascenderse a sí mismo, puede obtenerlo. En su último discurso (Sutra) dejó aclarado “NO ESPERÉIS NADA DE LOS DIOSES…SOMETIDOS A LA LEY DEL KARMA… ESPERADLO TODO DE VOSOTROS MISMOS. NO OLVIDÉIS QUE CADA HOMBRE CREA SU PROPIA PRISIÓN Y QUE EN CADA UNO ESTÁ SUPERARSE A UN NIVEL SUPERIOR…”.

En el juego político del debate…

Por: Marco Arteaga Calderón
Mail: artecal85@yahoo.com

La palabra nos diferencia. Pero también nos convoca. Toda convocatoria incluye, por cierto, algún tipo de relación de posiciones. Casi siempre, por cierto, la discusión fragua los resultados. A favor. O en contra. Lo importante, sin embargo, es establecer el diálogo. Pues con el diálogo es cuando la palabra valoriza su presencia. ¿Para qué, en cambio, si gira en monólogo sobre sí mismo? Todo dialogante, incluso, transforma su gestión, al confrontar su expectativa de expresarse en un proyecto, lleno de planes, propuestas, decisiones, prospectivas. Pero, además, dialogar es enriquecer, con mucha frescura, no únicamente la cosmovisión de cada interviniente. También, y es de extremada importancia, permitir la confrontación de sus convicciones…

Hay que reconocer en el diálogo una fuente mágica de mutación personal. Mutación espiritual o intelectual de la que siempre saldrán fortalecidos los criterios que insuflan más vida a la personalidad, al carácter, al temperamento. Pues que dialogar, en muchas ocasiones, significa poner en el juego de la duda el mundo en que cada quien vive encerrado. ¿Qué tanto, sin embargo, semejante evento debe restringir un diálogo que pueda descubrir las flaquezas humanas o, simplemente, sociales? Solo aquel que sea presa de la alcahuetería de un fanatismo, de una mentira cuajada en una consciencia deformada, claro que vive el miedo de quedar al desnudo… Y es que este desnudo no es tan natural. Es, quizás, algo así como sentirse perseguido por una culpa inconfesable.

Las cosas para que sean conocidas, las ideas para que sean apreciadas, los hechos para sean aceptados deben, siempre, ponerse a prueba. Sufrir serios escrutinios y saber, por fin, luego de serias contrastaciones, saber hasta qué punto tiene sentido o no su vigencia. Por el diálogo, el debate, la confrontación, es posible lograr la certeza sobre la realidad de algo. Es posible, igualmente, comprender las razones por las que “tal suceso”, del que tanto se habla, no posee ninguna significancia. O, al contrario, hay que tenerlo pendiente de estudio, de análisis, de observación continua. Con el debate, por el ir y venir de preguntas y respuestas, el descubrimiento de lo que ayer era un enigma, un misterio, un secreto hoy está en las calles de boca en boca. Sea mentira o sea verdad la discusión sobre el problema lo puso en boga. Nadie quiere ser engañado. Quien más quien menos pretende vivir en una sociedad en que la verdad sobre los hechos, las cosas, las ideas fluya sin bloqueos, sin mordazas, sin miedos…

Una democracia sin debate es una sociedad de miedos, mentiras y engaños.

Debatir es estar listo a poner las cartas sobre la mesa sin esperar a ser obligado… Debatir es decir las cosas, tal cual son y tal cual valen, sin temor al que dirán… Debatir es usar la simplicidad y no los embrollos en la expresión de las ideas…

Debatir es algo propio de la entereza y seriedad de las personas, que no tienen porqué ocultar ni su vida ni su imagen… Por eso, Una democracia sin debate es una sociedad de miedos, mentiras y engaños.

Nota del Director:

Agradecemos al doctor Marco Arteaga Calderón por el envío de esta valiosa colaboración. Estaremos muy gustosos de seguir recibiendo sus artículos.

Insistimos en la Autonomía Universitaria

Por: Marco Arteaga Calderón
E Mail: artecal85@yahoo.com

Es indudable que el conocimiento, el saber, siendo integrante por excelencia de la cultura, está vinculado, obligadamente, al desarrollo productivo de los pueblos. Instancia que social, económica y políticamente, responde al proceso de su creatividad colectiva. La universidad, en gran medida, desde sus inicios, en el modelo que, más o menos, aun persiste, es el referente quizás más importante, en cuanto a convertir la experiencia y la erudición en proyecto científico. Todo apunta, eso sí, antes que nada, a UNA PLENA LIBERTAD EN EL PROCESAMIENTO DE LOS CONTENIDOS INTELECTUALES Y A UNA PLENA INDEPENDENCIA, TAMBIÉN, DE CUALQUIER PODER DE MANDO CON PRETENSIONES DE INTERVENIR.

ES QUE TODO ADOCTRINAMIENTO, SEA DEL TIPO QUE FUERE, OBSTACULIZA EL PROCESO CREATIVO DEL CONOCIMIENTO, POR LA CANTIDAD DE PREJUICIOS QUE INTERPONE. Más aun cuando, está por demás sabido, toda doctrina es una fuente vinculante, por más racional que sea, de fetiches y absolutismos. La autonomía universitaria corresponde tanto a la libertad institucional, en todos sus aspectos, como a la libre discusión temática de la docencia, cualquiera sean los contenidos. Sin esta situación no hay posibilidad cierta del diálogo constructivo mediante la discusión, la confrontación de ideas y realidades. Un conocimiento, un saber no contrastado genera, ipso facto, por defecto, un evento de dudas por convergencia.

La tradición y los gobiernos proclives al mando centralizado son, por naturaleza, conservadores, y solo ven en el ámbito universitario un camino unilineal que ratifique, académicamente, sus valores como objetivos nacionales. Pues en todas las épocas está prohibido fomentar el conocimiento que contradiga al poder. Los populismos, fascismos, totalitarismos, miren hacia las cansinas izquierdas o derechas, rechazan el criterio libertario del saber. ¿Por qué? Es que, en gran medida, el conocimiento crítico obtenido por un sistema autonómico contradice, quiera que no, la arbitrariedad enfermiza de sus direcciones y metas. Pero LOS ESTUDIOS SUPERIORES, JUSTAMENTE, RECONOCEN COMO NECESARIOS, LOS CAMBIOS CONTINUOS DE TODA SAPIENCIA COMO RESULTADO DEL PROCESO TEÓRICO EXPERIMENTAL DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE, PARA UNA RECREACIÓN VÁLIDA EN EL ADELANTO SOCIO CULTURAL.

En este sentido la vida universitaria, tal cual lo manifestamos en “ Reflexiones sobre la Educación Superior”, hace algunos años, en cumplimiento a sus principales funciones de investigación, enseñanza y servicio a la comunidad, tiene que ser considerada independiente de toda intervención estatal. O sea, “en el contexto de la autonomía institucional y la libertad académica”, tal cual lo afirma, en 2009, la Conferencia Mundial de Educación Superior.