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Milton Luna: “Ecuador vive el desmantelamiento del Estado y de la educación pública“

Milton Luna, exministro de Educación,  anota que Ecuador vive el desmantelamiento del Estado y de la educación pública. En cambio, los sectores opulentos de la sociedad, con sus colegios privados, mejor dotados, remontan la crisis. Se agiganta la brecha social y cultural entre ricos y pobres.

Podría revertirse esta situación, afirma,  si el gobierno restituye los casi mil millones de dólares a educación. Con estos recursos, el MinEduc podría recuperar liderazgo y credibilidad, estableciendo un plan emergente, que priorice la inversión en agua, servicios higiénicos e internet para todas las instituciones educativas; entregue computadores y tabletas a estudiantes y profesores; textos escolares y materiales de apoyo para los docentes y familias; capacitación a docentes; re impulso a la reapertura masiva de escuelas comunitarias; contratación de docentes y psicólogos para aliviar la probable masificación y para canalizar las presiones emocionales de los estudiantes y de sus familias. Además el Gobierno, debería decretar aranceles cero, para la importación de computadores y teléfonos inteligentes.

 Inviable la modalidad ‘on line’ de educación

En su  argumentación, Milton Luna precisa: “ La enorme carencia de conectividad en amplias zonas del país hace en ellas inviable la modalidad ‘on line’ de educación. E incluso, de manera hipotética, aunque se contara con una cobertura del 100% de internet en todo el territorio nacional, quedan pendientes problemas estructurales, como el que una mayoría de hogares rurales no cuenta con computadoras, teléfonos inteligentes y televisores, y que en muchas de estas familias, los padres y madres son analfabetos, con lo que el acompañamiento educativo a sus hijos es nulo en un esquema de educación abierto: ‘On line’, radiofónico o de TV. “

Por esto, enfatiza el exministro de Educación,  es fundamental la presencia del maestro. Pero los docentes, que pagan de sus bolsillos el internet, están desmotivados e indignados. Reciben de manera impuntual sus salarios, se reduce las horas laborables para bajar sus sueldos, cuando en la práctica trabajan 10 o 12 horas diarias; y han recibido, según denuncian, capacitación deficiente, extemporánea o ninguna, por problemas de conectividad.

La preocupación docente aumenta, subraya Milton Luna,  cuando se habla de posible retorno a la presencialidad en cientos o miles de escuelas que carecen de agua potable, lavamanos, infraestructura elemental para evadir al virus.

Anota que el docente angustiado deja de ser un aliado de esta manera de enfrentar la crisis.

El escenario es catastrófico para los niños pobres del país

Una madre de familia campesina es categórica, cuando dice: “mi hijo en estos meses no aprendió nada, y temo que el próximo año le irá peor”. Por eso estas familias los retiran del sistema educativo, para integrarlos a la producción. Así, se disparan el abandono escolar y el trabajo infantil, destaca el exministro de Educación.

Ante el inicio de clases  en las zonas rurales de la Costa y la próxima en la Sierra, los interrogantes se agigantan ante un virus letal que seguirá presente. Las afirmaciones del exministro de Educación se justifican plenamente e    invitan  a la meditación.

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Milton Luna: El impacto de la crisis en la sociedad civil es demoledor

Los sectores populares agudizan su exclusión y la clase media sufre un embate tremendo. Buena parte de ella va camino a la pobreza. El desempleo es el mayor flagelo. La pérdida de matrícula universitaria se anuncia como una hecatombe para el capital intelectual, técnico y científico del país. Profesores universitarios o de colegios privados y estudiantes, convertidos en vendedores a domicilio, anota  en su columna semanal, Milton Luna, exministro de Educación e intelectual muy respetado.

Agrega que mientras, el poder intenta solo salvar empresas. No entiende que hay que salvar también la educación con becas y crédito blando para que los niños y jóvenes mantengan sus estudios.

Subraya que si la sociedad civil afronta uno de sus peores momentos, el Estado también. Su situación de histórico botín de las diversas élites que a su momento lo controlan, lo vuelve altamente vulnerable, precisa Milton Luna.

¿Hacia dónde vamos?

Si ayer sufrió un crecimiento anti técnico por razones clientelares, continúa,  hoy padece de un recorte anti técnico por razones fiscales. Primer resultado, la debilidad de un aparato que debería servir para regular la sociedad y distribuir mejor la riqueza. Segundo, la percepción de estar en una película del viejo Oeste. Tiros por todos los lados, sin autoridad, sin estado, dominio de los malos y criminales. ¿Hacia dónde vamos?

Algunos círculos del poder lo saben y lo construyen. Para otros, la pregunta, con angustia, se levanta desde las entrañas, concluye.

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Otros caminos

Por: MILTON LUNA
Exministro de Educación

El 81,4% de ecuatorianos es pesimista respecto al futuro, según encuesta reciente de Cedatos. El panorama político es desolador: el 14% cree en el Presidente, el 9% en la Asamblea Nacional; y el 90% de ecuatorianos está indeciso respecto a alguna candidatura presidencial. Así, el pueblo no cree en sus dirigentes, (con alguna excepción). La orfandad de liderazgo político, se mezcla con otros factores de una crisis integral y profunda: sanitaria, económica, fiscal y social, nunca antes vivida en nuestra historia.

Pero el colapso también es psicológico e intelectual. Nos ha paralizado. Tenemos la sensación de vivir una horrenda pesadilla. Desmoralizados, sonámbulos, navegamos en la obscuridad al abismo. Y al mismo tiempo, el poder, amparado en el desconcierto general y en el estado de excepción, sin creatividad intelectual ni sensibilidad para entender el momento en su desmesura e integralidad, aplica viejos recetarios, que no responden a dicha complejidad sino que se ajustan al cumplimiento de las condiciones de los créditos internacionales, acordados antes de la tormenta global de la pandemia, y que hoy, siendo social y políticamente inviables, pudieran ser renegociados, por un liderazgo lúcido con estrategia regional y respaldo nacional.

Los “pragmáticos” tomadores de estas decisiones, creyeron que era la hora de aprovechar el pánico, para implantar las medidas que no pudieron en octubre del 2019, y de paso otras que reafirman el modelo neoliberal. No obstante, no se dan cuenta, ya que no comprenden el funcionamiento de la sociedad, que encendieron una bomba, que cuando explote, superará la onda expansiva de octubre.

¿Había otros caminos a los tomados? Sí. Nunca hay una sola vía para llegar a un objetivo. Pero, para encontrar otra ruta, se requiere de un liderazgo abierto, heterodoxo, no dogmático, que haga comprender a la gente y a los acreedores, la dimensión del problema y del necesario esfuerzo equitativo de todos, para salir adelante. Por ahora, buena parte de ecuatorianos ignora la gravedad de la situación, y luego de las medidas adoptadas hasta hoy, observa que la crisis la pagan los pobres y la clase media, y que las contadas familias poderosas, y otros segmentos estatales, no se suman a salvar al país. Entonces, el mensaje del Gobierno es incoherente con la corresponsabilidad, clave para desatar energías positivas. Por eso su desprestigio.

En otros momentos de la historia de la humanidad, situaciones como las que vivimos en Ecuador provocaban revoluciones. Hoy la carencia de liderazgos hace inviable una revolución, pero sí un desborde social irrefrenable y violento, que podría aprovecharlo algún mesías o un líder sensato. En cualquier escenario, a menos que escale el autoritarismo, las medidas neoliberales penden de un hilo. Estamos a tiempo para encontrar otros caminos, que unan a la nación, para superar la crisis.

 

Debe educar…

Por: MILTON LUNA
Exministro de Educación

Nos quejamos por todo y de todos. No sabemos qué es la crítica constructiva, peor la autocrítica. Echamos la culpa a los demás. Envidiamos el triunfo del otro. Siempre tenemos la razón. No pedimos ayuda. Difícilmente nos unimos. Sí, así somos, no todos, pero si buena parte de los intelectuales, profesionales y artistas, de los empresarios y de los políticos.

Estas élites contribuyen a cómo está hoy el Ecuador. Tal vez una de las causas de la hecatombe sanitaria de Guayaquil, se encuentre en la irresponsabilidad de las dirigencias nacionales y locales. Algún día se sabrá…

El echar la culpa a los demás es algo practicado por muchos voceros oficiales y sus medios amigos, inspira el relato que dice que la responsabilidad de la profundización de la crisis actual está en la indisciplina, ignorancia, escasa capacidad cívica de colaboración y corresponsabilidad de la gente y, por supuesto, no en las pésimas decisiones o des coordinaciones de los conductores del proceso.

Este relato es reforzado en la prensa y TV con imágenes de gente sin protección saliendo masivamente a la calle, de miles de autos tomados las avenidas, de ciudadanos agrediendo a policías que los controlan, de vecinos bebiendo en la aceras en pleno toque de queda. Sí, al ver esto, la reacción es dar la razón a los voceros antes referidos. Y, a renglón seguido, experimentar una vergüenza y dolor de pertenecer a un pueblo indolente, indisciplinado y anti solidario.

Pero lo que no hacen los medios es preguntarse por qué actúa así la gente. Claro, no ve que las causas son múltiples, complejas y políticamente molestosas. ¿Cuáles? Por ahora me quedo con dos:

La una viene de la economía. Hay un inmenso comercio informal que vive del día a día. Si no trabaja, no come. ¿Cuántos informales hay en Ecuador? Nada menos que 3,6 millones, según el INEC. ¿Pero qué está más allá de la supervivencia? Para el articulista peruano Carlos Meléndez (Perú21): “A la informalidad no se le puede encerrar en una cuarentena. Desborda cualquier imposición. Primero, porque el confinamiento atenta contra la dinámica económica cotidiana de quien la practica. Pero, sobre todo, porque la informalidad ha moldeado un tipo de relacionamiento entre el individuo y el Estado, marcado por la desobediencia del primero frente a la incapacidad del segundo”. El informal no le debe nada al Estado, ya que su vida depende de su propio esfuerzo. No es leal ni le obedece, está fuera del contrato social, no es parte de la república, es un cuasi ciudadano.

La otra explicación viene de lo social: la falta de cooperación es producto de la ignorancia, de la ninguna o pésima educación.

Informal o no, la vida del ciudadano tiene que ser protegida por el Estado. Debe proteger el empleo, y tiene que educar para que la gente en la calle o en la casa no sea un factor de contagio.

La nueva normalidad no se hará realidad sin educación.

FUENTE: EL COMERCIO

Miércoles 29 de abril 2020

Nueva normalidad

Por: MILTON LUNA

Este lunes la TV y las redes difundían imágenes de miles de vehículos tomándose las avenidas de Quito y en especial de Guayaquil. Con tal actitud de la gente el confinamiento está por fracasar, liquidando una de las medidas, #QuédateEnCasa, promovida a escala mundial para frenar la expansión del coronavirus.

Esta baja actitud cívica y solidaria de amplios sectores sociales, da cuenta de la poca o ninguna educación y preparación que recibieron y reciben los pobladores, de parte de las autoridades y de los medios, sobre la gravedad de la enfermedad y la manera de evadirla.

Estamos en plena tormenta, “lo peor está por venir” dice la OMS, por lo que si la sociedad no colabora, el tiempo de salida de la crisis se alargará, y el problema apunta a apocalipsis.

La educación de masas debe estar dirigida a enfrentar disciplinadamente la coyuntura y la fase de salida del confinamiento denominada “nueva normalidad”, tomando en cuenta que el virus vertiginoso y letal, se quedará de largo.

Así que, hasta que se consiga una vacuna y una medicina efectiva, conviviremos con la muerte a cada paso. Entonces una salida, para no quedarnos en casa para siempre, es prepararnos a asumir nuevos hábitos de higiene, convivencia y comportamiento personal y colectivo. Ejemplo: tenemos que aprender a integrar en nuestra vida cotidiana a la mascarilla, como naturalmente hoy están integrados el pantalón, la falda, las medias y la ropa interior.

Se requiere de un cambio de hábitos que demanda una operación consciente y repetitiva de comportamientos que lleguen al subconsciente, para que la acción ya no pase por procesos reflexivos, como es el caso de lavarse los dientes luego de cada comida. Así el hábito se convierte en una necesidad que la persona la realiza sin necesidad de presión externa.

En otras palabras estoy planteando que para salir de la crisis es necesario propiciar una revolución cultural. La gente debe generar nuevos hábitos de higiene, pero también practicar valores de convivencia en armonía. Debo aprender que: “tengo que ponerme la mascarilla, porque cuido de mí mismo, y también, cuido a los demás”. Este cuidado significa amor, solidaridad y respeto por uno y por el otro, que es el abuelo, la esposa, el vecino, la mascota. Si aprendo esto, habré cambiado para siempre. El país habrá cambiado.

El mejor instrumento para llevar a cabo la revolución cultural, entendida como concienciación masiva, es la educación. Los maestros son los principales gestores junto a sus escuelas, colegios y universidades.

Esta revolución debe iniciarse ya. No hay tiempo. El municipio de Quito construye un manual para enfrentar la “nueva normalidad”. Que lo entregue al MinEduc, a Fe y Alegría, a Confedec, a Corpeducar, a la UNE, para que lo pasen a los docentes y ellos lo transformen en procesos didácticos que lleguen a las familias y a los medios. Por allí arrancamos.

FUENTE: EL COMERCIO
Miércoles 22 de abril 2020

Monstruo burocrático

Por: MILTON LUNA

La educación de la mayoría de escuelas, colegios y universidades, no responde a las demandas de una realidad en la que conviven condiciones aberrantes y lentas del siglo XVIII y las frenéticas y desafiantes del siglo XXI.

Tal realidad de un país de la periferia de un capitalismo con brechas cada vez más grandes, de la región más inequitativa y violenta del mundo, requiere, más que nunca, de ciudadanos críticos y propositivos, que dispongan de una formación integral en lo científico y ético; que desarrollen su creatividad y su versatilidad, a la par que su compromiso con la libertad, con la justicia, con el país y con su tiempo; y que sean capaces de enfrentarse a un mundo desbordado de información, altamente competitivo, excluyente, violentamente rápido y progresivamente dominado por la inteligencia artificial, la biotecnología y la Big Data, en el marco de un indetenible deterioro ambiental y de supremo dominio de las grandes multinacionales.

Si el sistema educativo ya era obsoleto para el siglo XX, hoy es totalmente ahistórico. Tal cual está es una enorme y costosa maquinaria que no sabe a dónde va, pero que de manera perversa traga, procesa y regurgita millones de seres humanos, la mayoría descriteriados, sin destino, desempleados con títulos inútiles, sin creatividad, obsecuentes reproductores de órdenes, y cada vez más deprimidos o violentos.

¿Cómo salir de este atolladero?

Es necesario conectar el sistema educativo con la realidad. Este desafío pasa por soluciones técnicas y sobre todo decisiones políticas.

En las técnicas, hay que dejar la vieja escuela y construir la nueva con autonomía pedagógica, relacionada con la comunidad y la naturaleza, formadora de seres humanos integrales, pensantes, sensibles y libres.

Para esto se debe cambiar el modelo pedagógico y actualizar el currículo, revalorizar socialmente al profesor y construir una política integral docente, rehabilitar la educación técnica y fundar carreras intermedias. Mas también se requiere de un nuevo modelo de gestión, racionalizar el monstruo burocrático que actualmente existe, para establecer un sistema ágil, descentralizado, democrático, con participación de gobiernos locales y familias.

Pero las técnicas están mediadas por las decisiones políticas. Y estas no pasan por la voluntad de una persona, gremio o federación educativa. Pasan por la energía de las élites económicas y sociales, y por la clase política. Y allí está el gran inconveniente: élites de espaldas al país, y la mayoría de la clase política que ve al sistema educativo como un suculento botín. A lo anterior hay que añadirle la aguda crisis fiscal y de liderazgo.

La juventud, alguna clase social, algún líder y partido político que quiera revestirse de una imagen de seriedad, deberían asumir el tema educativo, como prioridad de una agenda estratégica para hacer del Ecuador un estado viable.

FUENTE: EL COMERCIO
Miércoles 04 de marzo 2020

Estado botín

Por: MILTON LUNA

Mientras el país se hunde, algunos connotados medios nos distraen, no dejan mirar el bosque. El principal distractor es el próximo proceso electoral, tema que, en vez de constituirse en un buen pretexto para examinar problemas sustantivos, se convierte en la superficial conversa sobre personas y candidatos, o en espacio de promoción de voces oficiales que buscan legitimidad para sus probables candidaturas.
Uno de los problemas estructurales nunca abordados, y que sacó a flote la insurrección de octubre, fue la inviabilidad del Estado Nacional y la no discusión, serena y sabia, sobre la realización del Estado plurinacional. Semejante evasión nos podría a un escenario catastrófico.

La verdad es que el Ecuador, agobiado de intereses particulares y contradictorios que solo miran para sí mismos, está pegado con saliva y sin destino, tal cual hace 50 años lo veían destacados intelectuales.

El sociólogo Agustín Cueva, mirando al Ecuador desde la cultura, en su libro “Entre la ira y la esperanza”, decía: “…uno tiene la impresión de encontrarse ante una realidad completamente des totalizada, hecha de retazos mal ensamblados, de materiales imperfectamente fusionados, a menudo disonantes, en la cual los diferentes componentes no parecen haber sido elaborados a partir de una pre-concepción estructural”.

Desde la economía, el ex rector de la Universidad Central y pensador Manuel Agustín Aguirre, opinaba del Ecuador: “Abigarramiento económico, abigarramiento político y abigarramiento social y cultural. Mosaico y taracea. Economía de retazos, de parches y remiendos, de etapas pasadas y presentes, contradictorias y contrapuestas, que no han podido cancelarse ni superarse, y que coexisten y se hacinan en un amontonamiento de siglos. Economía envejecida antes de desarrollarse, aplastada y deformada por la presión de economías exteriores… Tipos de cultura que aún no han podido fundirse, asimilarse y unificarse plenamente.”

Así es, nunca se concretó el Estado Nacional democrático soñado por los liberales de inicios del siglo XX. La clase media que debía ser portadora del proyecto cayó abatida por su debilidad política y ambigüedad cultural. Fue poder momentáneamente, a través de algunas dictaduras militares modernizantes y del correato. Sin embargo, las tradicionales y poderosas familias regionales, terratenientes y agroexportadoras, o las nuevas élites cuasi industriales, importadoras y financieras, se turnaron el manejo del Estado, para ponerlo a su servicio. Así, durante los últimos 120 años, se afirmó un Estado botín, al servicio de aquellas élites y de capitales foráneos. El Estado botín tuvo su máxima expresión en la década 2007-2017, liderado por personajes de clase media acusados de delincuencia junto a ciertas empresas nacionales e internacionales.

Veamos el bosque. El proyecto de país justo, democrático y plurinacional está pendiente.

FUENTE: EL COMERCIO
Miércoles 26 de febrero 2020

2020: Inercia

Por: MILTON LUNA

Datos alarmantes. Según varias encuestas la gente tiene elevado pesimismo del futuro. Un gran porcentaje cree que sus condiciones de vida actuales son malas y que lo que se viene será peor. No cree en ninguna instancia de poder político: ni en el Gobierno ni en los políticos ni en los empresarios ni en los medios ni en nada, peor en la Asamblea. Hay una debacle del liderazgo. La gente percibe que sus líderes no dan la talla para enfrentar el tsunami que es al mismo tiempo económico, social y ético. Pero la desconfianza aumenta, cuando percibe que la mala situación es aprovechada por poderosos intereses para utilizar las condiciones en su propio beneficio. Como siempre en la historia, no todos pierden en una crisis, hay sectores que ganan.

Es tan baja la credibilidad del Gobierno, sobre todo luego del mal manejo político que devino en la sublevación de octubre, que algunos analistas dicen que con tales indicadores de popularidad, prácticamente, en otras circunstancias, estaría fuera, como muchos gobiernos en nuestra reciente historia. Pero no, allí está, y seguramente termine su mandato.

¿Cuáles son esas circunstancias? Es tan grave la situación, que por el momento, nadie quiere hacerse cargo ya que no tiene capital político. Así que el presidente Moreno, en los meses que le queda, tiene que cargar la cruz hasta el final.

Vivimos un acuerdo implícito por la inercia, impulsado por todas las fuerzas políticas tradicionales y empresariales, para que este barco, navegue hasta el puerto del 2021. El pacto es no hacer muchas olas, “dejar hacer, dejar pasar”, siempre y cuando no afecte sus intereses.

La inercia es una compra de tiempo para apresuradamente recargar capital político, refrescar representaciones deterioradas por el paro de octubre, re enamorar a las masas incrédulas. Inercia creada por el indetenible “boom del oro” que da tranquilidad a las élites, que se ven administrándolo, en el próximo gobierno.

Ahora, lo que no toman en cuenta los “concertados y calculadores” es que en cualquier momento la navegación inercial puede sufrir un altercado a causa de un iceberg o de una inesperada tormenta. Y allí sí, el estado de inercia se acaba, y todos nos vamos a pique… no todos, ya que algunos tienen bien protegidos intereses.

La tormenta, sin duda podría ser el resurgimiento de la movilización popular por asfixia frente nuevas medidas de ajuste mal calculadas que impliquen deterioro de servicios sociales vitales como salud y educación (el cierre de escuelas por falta de docentes despedidos, por ejemplo).

Y por la carencia de agenda social. De esta movilización surgirán o reforzarán liderazgos alternativos que incomodan al poder.

El estado de inercia perderá fuerza a medida que avance el 2020, y la campaña electoral adelantada, profundizará fracturas que desestabilizarán el “pacto”. Una de ellas, la disputa por la “fiebre del oro”.

FUENTE: EL COMERCIO
mluna@elcomercio.org
Miércoles 25 de diciembre 2019

El rostro de las protestas

Por: MILTON LUNA

Dejando de lado a los dirigentes que tanto incomodan a algunos analistas, políticos y periodistas, el principal rostro de las protestas de octubre no fueron los indígenas, fueron los jóvenes de clase media y baja de las ciudades, entre los que se encontraban indígenas. En efecto, según el Informe cuantitativo realizado por la Defensoría del Pueblo, de las personas detenidas en el paro, se conoce que en total fueron 1.192. De ellas el 72 por ciento eran jóvenes de entre 15 y 29 años.

¿Estos jóvenes protestaron de locos? No locos, pero si deprimidos y angustiados. Sí, quizá fueron los jóvenes, el grupo social más golpeado por la crisis económica desde el 2014, por la falta de empleo, y por los alucinados ensayos de la evaluación educativa y por la represión del correato.

Sobre el medio millón no accedieron a las universidades y simultáneamente no encontraron ni encuentran trabajo. Así es, ni estudian ni trabajan. Se quedaron en el limbo, en calidad de verdaderos parias. Fueron excluidos por el Estado reformista, por la sociedad del rendimiento, por las familias. Tal exclusión fue “vendida” a los jóvenes como producto de su responsabilidad. La mayoría se convenció del argumento, asumieron “su fracaso”, en medio cuadros psicológicos de depresión, incertidumbre, sentimiento de culpa e incapacidad de generar resistencia, peor aún de protesta.

Se destruyeron proyectos de vida. En otras palabras, la vida perdió sentido para cientos de miles de adolescentes y jóvenes. Este y otros factores por investigarse podrían explicar el preocupante aumento del suicidio en el país.

Según el informe del Observatorio Social del Ecuador (2018) sobre la Situación de la niñez y adolescencia en el Ecuador: “En el 2006 murieron 137 jóvenes y en el 2016, 192. 83 suicidios fueron realizados por mujeres, 109 por hombres” … El mayor número se presentan en las provincias de la Amazonía. También en la sierra, como es el caso de las provincias de Cotopaxi, y Pichincha que “registra 37 suicidios de adolescentes de 12 a 17 años en el 2016”.

Es probable que, muchos de estos jóvenes vieran en las protestas de octubre las condiciones para desfogar su descontento. No construyeron una respuesta política ni estratégica. Solo fue desfogue, aprovechado para el juego político, por oportunistas y golpistas y, más tarde por manipuladores de la información.

Ante esto, amigos analistas y políticos, sino se solucionan los problemas de base, la revuelta volverá. Entonces, el tema no es reforzar los aparatos policiales – militares, ni de promover un estado autoritario, sino emprender con urgencia y seriedad cambios sociales y económicos.

Sí, claro que se necesita “inteligencia”, pero la que surja de las universidades, de sus facultades de ciencias humanas, para entender mejor este país que se hunde también por la ignorancia de nuestras élites políticas, económicas e intelectuales. Hay que volver los ojos a la educación.

FUENTE: EL COMERCIO
Miércoles 11 de diciembre 2019

La tercera vía…

Por: MILTON LUNA

Hace 30 años cayó el muro de Berlín, anunciando el fin de la guerra fría y el derrumbe del socialismo real. El capitalismo se alzaba triunfante, quedando como único actor en el escenario global.

En estos días, exactamente a los 30 años de aquel suceso, la cereza del pastel del capitalismo, el ensayo neoliberal chileno, ha exhibido sus costuras y se resquebraja, debido a la poderosa interpelación del pueblo de Chile.

Sin embargo, en Sudamérica, en estas horas, no solo se agrieta el esquema capitalista, también acelera su desplome otro paradigma menor: el Socialismo del S. XXI.

Por obra del octubre incendiario, América Latina, temporalmente se encuentra con paradigmas muy debilitados y sin legitimidad. Las élites conservadoras y algunos organismos de crédito, rápidamente pondrán parches al arquetipo caduco. Los pueblos, superando telarañas ideológicas, sepultarán al Socialismo del S. XXI. Tal “orfandad” podría ser una oportunidad para explorar otras rutas de desarrollo, inspiradas en la justicia social y el bien común.

El nuevo modelo, debería superar el viejo esquema primario-exportador vigente desde el S. XVIII. La extrema fragilidad en el mercado mundial de un solo producto (cacao, banano, petróleo), al ser eje de la economía, ha gestado cíclicamente, momentos de auge, y dramáticas crisis sociales y políticas, como ahora. Por esto el nuevo modelo debe provenir de la investigación geo política, económica y estratégica de nuestras posibilidades en un mundo contemporáneo amenazado por el calentamiento global, el individualismo extremo y la concentración absurda de capital.

Hay que superar el economicismo. Esto es, construir un paradigma donde lo económico no sea el centro, sino que interactúe con los otros factores de la realidad, edificando una propuesta civilizatoria integral, donde la economía y la cultura, al unísono, produzcan y reproduzcan la vida teniendo como centro de su acción al ser humano, que se sabe parte de la naturaleza.

Por cientos de años, como país, hemos vivido en relaciones de dependencia, con escasos chispazos de autonomía. Hemos sido serviles reproductores de pensamiento ajeno, o ejecutores de agendas privadas, internas o foráneas. Debido a la insurrección de octubre, se han creado condiciones para gestar un pensamiento propio. Nuestras universidades junto a la sociedad deberían liderar este proceso, en diálogo con el Gobierno y con las élites.

Para esto se requiere confianza y espíritu democrático. Pero la coyuntura es adversa. Esta el peligroso hueco fiscal. Están las heridas y prejuicios innombrables que sacó a flote el incendio social. El olor a guerra está en los trajes y corazones de los líderes e ‘influencers’, de lado y lado.

Mientras baja la temperatura, los más serenos y estrategas deben empezar los trazos de la tercera vía de desarrollo, alternativa al neoliberalismo y al socialismo del siglo XXI.

FUENTE: EL COMERCIO
Miércoles 06 de noviembre 2019