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La mejor herencia… es ninguna

Por: Mónica Mancero Acosta

El debate sobre la modificación de los impuestos a las herencias, como pocos, ha sacado a luz la naturalización de principios fuertemente asentados en nuestra conciencia: el de la propiedad privada que convive junto con el de una sociedad dinástica, contrario al individualismo que es aquello que fue erigido como parte del paradigma liberal.

Los grandes detractores de la profundización de este impuesto evidentemente son aquellos que presienten serán afectados. Ellos cuentan con suficientes medios de comunicación y vocería para ser escuchados en todos los espacios y pretenden acabar imponiendo su criterio. Los desheredados de este país, quienes no tienen nada que perder -y al contrario, si se distribuyeran adecuadamente estos recursos recaudados tendrían que ganar- no tienen aún suficientes medios para expresarse.

Que esta medida sea un mecanismo redistributivo en una sociedad profundamente desigual como la nuestra, queda fuera de toda duda. Parecería que el gobierno tardó demasiado en implementarla, y que el propio impuesto a la renta a aquellas grandes fortunas debería ser reconsiderado, más todavía a la luz de las ganancias que en el período inmediatamente anterior de bonanza estos grupos económicos han recibido. Por ello, el verdadero debate debe centrarse en dos aspectos, por un lado la pertinencia de la base imponible que aparenta resultar muy baja, y que terminaría afectando a una escuálida clase media baja que este mismo gobierno afirma haber pretendido fortalecer. Y por otro, la viabilidad económica para nuestra sociedad de subir hasta un 77 por ciento en el tramo más alto de la escala.

Me explico: la cultura tributaria y de responsabilidad social de nuestras élites económicas es peculiar; se acostumbraron a concentrar todos los privilegios, y con cualquier señal en contra responden ideando estratagemas jurídicas y financieras para evadir el bulto. Este gesto podría acarrear consecuencias económicas de impacto generalizado por un virtual desincentivo a la producción. Llamados a que estas élites sean más responsables socialmente y reconocer el origen social de su riqueza en nuestro país, caen -como sabemos- en saco roto.

Los sistemáticos estudios recientes sobre el capitalismo confirman el diagnóstico de sociedades cada vez más escandalosamente desiguales, con una tendencia prácticamente irreversible a una peligrosa concentración. Estas investigaciones evidencian que el presupuesto de Ricardo y de Marx de los rendimientos decrecientes del capital no se sostiene, pero tampoco las visiones optimistas liberales y socialdemócratas de reducción de desigualdades a medida que el desarrollo avanza. Thomas Piketty, economista francés experto en desigualdad y distribución, ha demostrado que los patrimonios tienden a acumularse a un ritmo mayor del efecto redistributivo del crecimiento por aumento de producción y salarios, lo que genera desigualdades crecientes e intolerables; frente a esto ha propuesto, precisamente, los impuestos progresivos al capital. David Harvey ha señalado que estamos viviendo una “acumulación por desposesión” que mercantiliza ámbitos antes impenetrables al mercado por vías diversas, lo cual implica una sobreacumulación del capital.

Es decir, desde la economía política seria, hay una base fundada para idear medidas redistributivas urgentes en nuestras sociedades de capitalismo renovado y agresivo. Por ello, la mejor herencia es quizás ninguna o, como reza el dicho, es lo que dejamos a nuestros hijos en educación y formación.

¿Se puede ser feminista y correísta?

Por: Mónica Mancero Acosta

La asambleísta Gina Godoy, en un ejercicio de debate democrático, ha replicado mi artículo ‘Lo sumisas que fuimos’, publicado en este mismo diario. Ella cuestiona mi pertinencia para hacer críticas al decir: “sobre todo cuando se habla sin ser activamente partícipe de los espacios en los que se generan los cambios”. Me pregunto: ¿Qué privilegio tienen las mujeres en un parlamento o en un gobierno para decir que su lucha es más importante que las que luchamos desde abajo y desde afuera? ¿Acaso cuando Gina Godoy criticaba desde la calle, Cynthia Viteri tenía más derecho porque luchaba desde adentro? ¿Es más cómodo hacerlo desde afuera?

La asambleísta Godoy dice “jamás podría reconocerme sumisa”, y eso me alegra mucho. Pero eso no es lo más significativo, lo que realmente cuenta es que, en mi opinión, la Revolución Ciudadana no es un proyecto que crea firmemente en las luchas feministas. Por eso, asambleístas feministas como Godoy y otras han debido plegar con sumisión a temas tan duros para nuestras luchas, como no legislar a favor del aborto por violación, o no decir nada frente al giro ultraconservador del manejo del embarazo adolescente, o aceptar el no tener ninguna reacción de un minusválido Consejo de Igualdad de Género, o haber sido partícipe de la derogatoria de la Ley de Maternidad gratuita.

La asambleísta Godoy sostiene que “mira con decepción cómo nosotras mismas nos agredimos y somos violentas” en referencia a mi artículo. Creo que no debería decepcionarse, el feminismo siempre ha polemizado consigo mismo, en las prácticas feministas no ha imperado un espíritu de cuerpo -que al parecer es lo que le anima a la propia asambleísta Godoy a defender a su colega Aguiñaga en un rol bastante incómodo para la primera, puesto que reconoce que no comparte la sumisión-. Los feminismos han crecido y se han desarrollado gracias a un robusto espíritu crítico, que no ha hecho concesiones ni con el patriarcado ni con las interpretaciones acerca de dónde radica la desigualdad de las mujeres, así sean hechas por las propias mujeres.

No hay que asustarse, y precisamente ese es el rol de aquello que se ha denominado ‘feminismo académico’, término que no comparto porque las feministas en la academia no nos dedicamos solo a reflexionar sobre la desigualdad, también luchamos contra ella en espacios diversos y entre ellos la propia Universidad, que es uno de los lugares donde más lentamente permean los cambios.

Si un rol cabe a las feministas ‘académicas’ es ser implacablemente críticas con nuestras propias debilidades. Eso no impide que paralelamente se fomente eso que llamamos ‘sororidad’, un reconocernos entre nosotras como interlocutoras sin jerarquías por nuestros ideales de igualdad; pero sin traicionarlos por acomodarnos en un espacio, por más privilegiado que sea.

Finalmente dice la asambleísta “no lancemos piedras si tenemos techo de cristal, porque esa puede ser la peor de las trampas, sobre todo entre nosotras”. Yo le digo, entre nosotras las mujeres solo caben -no piedras porque las mías no lo fueron- argumentos, prácticas y debates. Con ellos no hay que temer que explote el techo de cristal que nos impide seguir creciendo; al contrario, este techo, que es una barrera a nuestros sueños de igualdad, terminará por expandirse. De eso, en cambio, no tengo dudas.

Las claves de la vida

Por: Mónica Mancero Acosta

Este artículo no se trata de ningún texto de autoayuda; realmente es lo opuesto, intenta ser una denuncia de un mundo hostil al que estamos siendo sometidos y que sin chistar lo acabamos aceptando y cayendo en las enmarañadas redes de la denominada sociedad de la información. Que hoy necesitemos tener al menos como unas 30 ‘claves’ para sobrevivir en esta selva urbana de tecnología es aquello que algunos pensadores deberían dedicarse a investigar. Sería preciso dar cuenta de cómo cambian los patrones de comportamiento, los usos del tiempo, y los complicados mecanismos a los que tiene que recurrir la memoria para la tarea de recordar tantas claves con la finalidad de asegurarnos privacidad, acceso a recursos tecnológicos y seguridad financiera.

Por un lado, tenemos las claves para todo el complicado mundo financiero: consulta de estados de cuentas o transferencias de cuentas de ahorros, corriente, de tarjetas de crédito, de compras por internet, de avances de efectivo, de tarjetas de débito, etc. Si pensamos que una persona es titular de una o dos cuentas en bancos, más una o dos tarjetas de crédito y débito, resulta que debería estar ‘gestionando’ al menos como diez contraseñas distintas por este tema. Todo esto se duplica realmente porque debemos recordar nuestra clave de usuario o login, y nuestro password o contraseña.
También tenemos las claves para nuestros deberes ciudadanos, por ejemplo para pagar impuestos al Estado, municipales, para acceder a los servicios de la seguridad social, y varios otros servicios, claves además que por su uso menos frecuente las olvidamos; aunque si olvidamos pagar impuestos ya sabemos las multas que se generan, y así debe ser, solo que las claves son las escurridizas.

Por otro lado están las contraseñas para el wifi, de acceso a computadoras, tablets, y celulares, el caso es que debemos recordarlas aunque no nos soliciten a cada momento. Ahora además tenemos nuestras cuentas de correo electrónico, algunas personales y otras institucionales, ya la cosa aquí comienza a complicarse puesto que si además tenemos cuentas en redes sociales como Facebook, Twitter, Skype, Instagram, el tema adquiere dimensiones descomunales. Si hacemos seguimiento académico a nuestros hijos, también debemos ingresar a sus registros y contar con nuestras claves ‘parentales’ y si los chicos aún son incapaces de recordar las suyas debemos hacerlo nosotros, y dependiendo del número de hijos, el número de claves crece como por un efecto de bola de nieve.

Los expertos nos recomiendan tener una buena gestión de nuestra información, esto significa que debemos utilizar varios dígitos y que para crear estas contraseñas debemos hacerlo con números y letras, y mejor aún si introducimos caracteres especiales de esos raros que tenemos en nuestros teclados, y la contraseña se vuelve más robusta todavía si utilizamos minúsculas y mayúsculas. Nos recomiendan que no utilicemos datos que sean fácilmente deducibles como fechas de cumpleaños o nombres de hijos o parejas. Como se imaginará, queridos lector y lectora, ya a estas alturas hemos perdido cualquier control mental de nuestras claves. Y, por si esto fuera poco, nos piden que no guardemos estas claves en nuestro computador, ni en el celular, ni tablet o peor aún en papelitos en el escritorio o billetera, pues podríamos ser víctimas de lo que se llama pishing, y que utilicen estos datos para dejarnos en banca rota, o descubierta toda nuestra información. Esto provoca que acabemos esquizoides en plena era de la (i)- racionalidad tecnológica e informática.

Lo sumisas que fuimos

Por: Mónica Mancero Acosta

Al final de la jornada, todos y todas deberemos dar cuenta de nuestros actos y omisiones, las mujeres que nos definimos feministas también lo haremos acerca de nuestras luchas y cobardías. Estas cuentas no son ante un tribunal divino, sino ante las nuevas generaciones que querrán saber, investigarán, se enterarán. Y ahí deberemos decir lo sumisas o irreverentes que fuimos ante el poder patriarcal, ante el marido, ante la sociedad.

Parece desconocerse cuántas mujeres han luchado incansablemente para que podamos estar donde estamos muchas de nosotras: haciendo opinión pública, poblando las aulas universitarias, abriendo espacios profesionales, representando políticamente. Nada de esto fue gratuito ni una dádiva del poder. La lucha de las mujeres en este país, paralelamente que en el resto de América Latina, ha significado diversas etapas donde las feministas debieron idear estrategias -con mucha imaginación y no menos tenacidad- para poder enfrentar al poder patriarcal en sus múltiples espacios. De un plumazo, un desafortunado discurso y ‘tuits’ de una asambleísta, que se declara sumisa, se barre con una historia completa de lucha feminista de nuestra generación y de las anteriores. Pero no solo barre con las prácticas feministas de lucha, sino que también liquida la inmensa y profusa reflexión sobre feminismo que, paso a paso, las feministas en todo el mundo se han esforzado en construir. ¿Se puede ser sumisa para defender los derechos de las mujeres? Es un retruécano extraño, quizás en las teorías de la resistencia oculta pueden detectarse prácticas semejantes, las cuales suelen desplegarse justo en sociedades donde impera la dominación más recalcitrante; casi quiere admitir que el poder patriarcal más consolidado obliga a la sumisión para sacar una mísera tajada a ese poder, tener a tres mujeres en la dirección de la Asamblea Nacional. No es gran cosa, no es aquello por lo que hemos soñado ni aquello por lo que hemos luchado.

Pruebas al canto, ahí tenemos instalado al Plan Familia con su llamado a la abstinencia sexual y su visión moralista de la sexualidad mientras miles de adolescentes continúan embarazándose sin cumplirse el derecho a una educación sexual laica garantizada por el Estado. Ahí tenemos al Código Integral Penal que está operando para encarcelar a las mujeres que han osado abortar, tratadas no solo como ‘idiotas’ sino como delincuentes. Pero ¿cómo es posible que esto ocurra justo cuando se dice que los avances de género han sido como nunca antes en la historia de este país? ¿Cómo es posible que suceda justo cuando tres mujeres presiden la Asamblea Nacional? Sin duda el feminismo académico tendrá que hacer esfuerzos para examinar y explicar esta suerte de instrumentalización del género que se ha dado en la Revolución Ciudadana y que, al parecer, empieza a ser emulado en la propia oposición de derechas, con la reciente reunión de las mujeres autoridades locales en Guayaquil. De todas formas, lo verdaderamente importante no es el discurso o el ‘tuit’, que puede ser desde un exabrupto hasta una traición del inconsciente. Lo significativo es que en la gestión de estas tres asambleístas mujeres se haya provocado varios retrocesos en derechos sexuales y reproductivos, justo de aquellos en los que urgía avanzar ahora mismo; es decir, la batalla por la soberanía del cuerpo que ha reclamado el feminismo como una lucha clave, ha sido nuevamente postergada. Cierto que han habido algunos logros específicos de transversalización en algunas leyes, pero el gesto del silencio impuesto desde la cúspide del poder patriarcal, y la consecuente sumisión callada de las asambleístas oficialistas, constituye una verdadera bofetada a las luchas de las mujeres ecuatorianas y permanece aún en el imaginario colectivo. Por eso lastima que nos hablen de sumisión; por eso agravia ese desenfadado reconocimiento público; por eso deberán reconocer ante las nuevas generaciones, ahí sí con más vergüenza que cinismo, lo sumisas que fuimos.

Las dos marchas

Por: Mónica Mancero Acosta

Las dos marchas de celebración del 1 de mayo me trajeron a la memoria la existencia de las dos repúblicas en la época colonial, la de los españoles y la de los indios. Dos marchas, dos visiones, dos países. Sin embargo, ni siquiera hubo solo dos marchas, ni tampoco en la marcha de la oposición –y quizás en la del gobierno- hubo un solo proyecto consolidado, sino varios y heterogéneos. Por lo que la fragmentación estaría operando en el escenario político, esto es una novedad en el país solo en estos últimos ocho años de una aparente consolidación del proyecto de la Revolución Ciudadana.

La marcha del gobierno demostró tanto fortaleza numérica como táctica para convocar a través de la CUT, afín al régimen, que habría aglutinado a una serie de actores populares diversos. Se movilizaron estos sectores organizados, militantes de Alianza PAIS, y funcionarios del propio Estado. Cuánto movilizó una supuesta amenaza a funcionarios y los famosos sánduches es lo que habría que valorar, pero vimos una compacta plaza de Santo Domingo, con un líder que aglutinaba en la plaza.

La marcha de la oposición fue también numerosa, convocada por las centrales sindicales históricas de trabajadores; se sumaron a ella estudiantes, mujeres, ecologistas, profesionales, jubilados, ciudadanos no organizados. Pero también algunos actores políticos que jamás habrán desfilado un Primero de Mayo, ni saben qué significa eso. De ahí que la marcha no fue de la oposición sino de las oposiciones, en plural. Una marcha heterogénea en sus demandas y en sus intereses a la cual, al parecer, le unificó la consigna ¡Fuera Correa, fuera!

El maniqueo debate sobre quién ganó numéricamente en las marchas es relativamente insustancial. Cuántos individuos hubo en cada marcha, el número, quiénes fueron más o ‘somos más’ es un dato en política, pero no es ni todo el dato ni el más importante. Ya lo decía Gramsci, ¡cuántas veces las fuerzas inferiores en número pueden estar mejor organizadas y obtener victorias sobre las fuerzas superiores numéricamente!
En balance, es mi opinión que la dije públicamente en un debate televisivo, las marchas han provocado una apertura del escenario político posicionado en un nuevo escenario económico. En este punto de inflexión los interesados han hablado de postcorreísmo. Se rumora que dentro de la Revolución Ciudadana también hay sectores que hablarían de postcorreísmo. Mi argumento es que en estos últimos meses o años, quizás, el correísmo es quien más trabaja para el postcorreísmo, antes que las oposiciones que aún no alcanzan a articularse, ni definir agendas o liderazgos.

La magia de Nepal

Por: Mónica Mancero Acosta

Nepal es uno de los lugares más mágicos que he tenido la oportunidad de conocer. La conjunción de hinduismo, budismo nepalí y tibetano; unido a su diversidad étnica, su larga historia de dinastías y reinos, su geografía que va desde los imponentes Himalayas hasta valles más cálidos, hacen de este país un lugar excepcional. Ubicado entre dos gigantes, China e India; no obstante, Nepal tiene un carácter e identidad definidos.

Una guerra civil sangrienta tuvo lugar en Nepal en los últimos años y como resultado de ella en 2008 se derrocó la monarquía y se instituyó la república. Gracias a una nueva Constitución y elecciones se hizo del poder el Partido Comunista de Nepal, de tendencia maoísta. Su vida política ha estado llena de incidentes y acontecimientos cruentos.

Katmandú, su capital, era un verdadero museo en el que destacaban palacios mágicos, de colores ocres oscuros, de ladrillos y madera, muy diferentes de los occidentales brillosos a los que estamos acostumbrados. En otros templos circulares se observaban a los monjes tibetanos imbuidos en una contemplación paralizante. El misterio y la magia envolvía toda el aura de los templos y palacios en Katmandú, y una se sentía transportada a otro mundo. Los rituales budistas de oración eran tan especiales que inmediatamente aun el turista más despistado se implicaba en ellos, sintiendo una espiritualidad contagiosa.

La ‘niña diosa’ o kumari, por ejemplo, es un extraño ritual de adoración a una niña virgen escogida luego de pasar una dura prueba en la que deben evidenciarse 32 signos distintivos; así, la niña es venerada tanto por budistas como por hinduistas. Para los nepalíes la ‘niña diosa’ es la reencarnación de la diosa Taleju que se mantiene en este cuerpo hasta que la niña se hace mujer, es decir, cuando la niña menstrúa la diosa se desencarna del cuerpo de esta niña y otra debe reemplazarla.

Otro rito impactante de origen hindú y practicado antiguamente en India, aunque fue ya prohibido pero que pude presenciar con mayor facilidad en Nepal, fue la ceremonia del sati. En este ritual pude observar varias piras humanas que incineraban con sándalo a orillas del río sagrado, en una de ellas la viuda hizo el gesto de inmolación. El sati no significa muerte para los hinduistas sino de regeneración y purificación.

Lamentablemente no puedo relatar mi experiencia de ascenso en el Everest porque nunca me entrené en esas maravillosas prácticas, sí pude observar cómo llegaban turistas de todo el mundo para escalar esta majestuosa montaña enclavada en Nepal. En fin, para quien conoció Nepal, ciertamente no es posible ver las imágenes de la destrucción ocurrida a raíz del terremoto. Es una verdadera catástrofe el haber perdido ya más de cinco mil vidas de este pueblo tan maravilloso y trabajador, y también una catástrofe saber que esos extraordinarios templos y plazas están en ruinas.

Los gurkas son feroces combatientes que formaron una dinastía que fundó el reino de Nepal. Hoy Nepal debe librar otro tipo de batalla, y nuevos gurkas surgirán de las cenizas para reconstruir estos grandiosos templos y reiniciar la vida.

Los “barbarismos” de la RAE

Por: Mónica Mancero Acosta

El otro día tuve la buena fortuna de que me atendieran rápidamente en el Registro Civil de Cuenca cuando obtuve mi nueva cédula por caducidad de la anterior. No obstante, al actualizar mi instrucción/profesión pedí que constara en femenino, pero mi solicitud fue negada y por consiguiente soy la “Doctor” Mancero. Si eso no es un barbarismo, quisiera que alguien me explique qué lo es.

Han pasado casi desapercibidos los últimos anuncios de la Real Academia Española RAE, pero hay al menos 2 colectivos que se han sentido afectados: los gitanos y las mujeres. Los gitanos por ser tildados de trapaceros (personas que engañan con astucia —ellos argumentan que mejor deberían definir así a los políticos—), y las mujeres por ser invisibilizadas.

Cuando la RAE hizo su anuncio de descalificar los manuales de lenguaje no sexista en español y de que no es correcto utilizar un código especial para visibilizar a las mujeres como el signo de arroba @, la x, o cualquier otro, pude observar que en las redes mucha gente celebró el tema con las burlas consecuentes que el todos y todas; quiteños y quiteñas; cuencanos y cuencanas; ecuatorianas y ecuatorianos genera en nuestro medio. Claro, la interpelación que pretende este uso termina por caer en absurdos y en trampas sin salida. Sin embargo, no podemos negar el sexismo en el lenguaje en palabras por sí mismas discriminatorias, como zorra por ejemplo; o en las profesiones, como el ejemplo personal que situé en el inicio de este artículo.

La lengua es una construcción colectiva y cultural, y está sujeta a cambios e innovaciones, pero también expresa en sí misma los odios sociales y las discriminaciones que persisten en los grupos humanos. Y esto ha quedado nítidamente transparentado ahora que la RAE dictamina esta medida.

El feminismo ha librado una batalla en el terreno del lenguaje, y lo ha hecho en las diferentes lenguas. El español no es la excepción, de hecho ha sido calificado como un idioma muy sexista. Librar esta lucha no significa que la visibilización e inclusión de las mujeres quede zanjada con que nos nombren simplemente, como suele pasar. La obsesión que frecuentemente las feministas ponemos en estos temas, es cierto, puede provocar un desplazamiento de los objetivos más importantes que son la inclusión de las mujeres en la vida práctica. Pero qué duda cabe que también pasa por el lenguaje, aunque no empieza y termina en él. Como dice una socióloga norteamericana: “Escribir chairperson es más fácil que pagarle a una chairwoman el sueldo de un chairman” (citado en Wagner, 2004).

Que la RAE descalifique de plano todos los esfuerzos de inclusión para el lenguaje no sexista es, en mi opinión, una barbaridad. Pero la lengua es libre, más allá de las formalidades de la Real Academia —que quizás no es tan academia ni tan “real”— los sujetos hablantes somos los que tenemos que apropiarnos de ella, y reinventarla para convertirla en un medio de expresión en equidad, sin caer en desatinos, pero tampoco permitiendo que se nos invisibilice o discrimine.

La dignidad de nuestros jubilados

Por: Mónica Mancero Acosta

La memoria individual, y más aún la memoria histórica, es imprescindible para enfrentarnos a los retos del presente. Y en nuestro país hay un colectivo que nos ha dado históricamente muestras de una dignidad que puede apabullar a cualquier movimiento social que pretende poner por delante sus reivindicaciones y demandas. Cuando los actores sociales no tienen mayores recursos que desplegar en sus luchas, ya lo sabemos, ponen sus cuerpos y sus vidas. Y este ha sido el caso de los jubilados en nuestro país. Para mis lectores jóvenes que no vivieron esto, o aquellos que no tuvieron la clara conciencia de lo que acontecía en nuestro país, en el gobierno de Lucio Gutiérrez el colectivo de jubilados libró una batalla que arrancó a la sociedad ecuatoriana más de 15 vidas. La prepotencia, la desidia y la negligencia fueron la tónica de la actitud desde el poder.

También de esta lucha -como de otras- bebió, se alimentó y creció la Revolución Ciudadana. Pero sin duda esta fue una de las más significativas y por los elementos de tragedia y dignidad que comportó. Hemos visto a jubilados y jubiladas nuevamente encrespados, no solo porque perciben afectados sus derechos y en una incertidumbre inaceptable en esta etapa de sus vidas, sino también porque manifiestan no haber sido en absoluto consultados para el debate de las medidas de suspensión del aporte del Estado al Instituto de Seguridad Social, IESS. Entonces, ¿no hay memoria colectiva en nuestro país?, ¿dónde quedan las pequeñas y grandes batallas de nuestros sectores populares?, ¿dónde queda la dignidad de nuestros viejos?

Circulan múltiples análisis sobre lo inapropiado de la medida tomada por la Asamblea en estos últimos días. Todos ellos apelan a una supuesta ausencia de estudios actuariales, datos, proyecciones y argumentos frecuentemente no tan bien sustentados. El Gobierno no plantea una privatización de la seguridad social, como la derecha neoliberal quisiera y seguramente auspiciaría. Lo ideal es ir hacia una institución de seguridad social autosustentable –hay que analizar la real viabilidad de esto en nuestro país- lo cual no implica desconocer la deuda existente al momento, y tampoco excusa el hecho de no haber debatido la medida con todos los sectores implicados.

Nuestros jubilados son una generación a la que le correspondió vivir las vicisitudes de las dictaduras militares, las promesas del desarrollismo, el desencanto por el retorno de la democracia; les tocó mirar cómo unas élites en el poder gobernaban para el privilegio de unos grupos, y se esperanzaron inmensamente cuando vieron momentos de cambio. Esto lo digo porque he sido testigo cómo mis propios padres, trabajadores de verdad toda su vida y hoy jubilados, transitaron por estas etapas. No quiero para ellos, como para ninguno de nuestros jubilados, que en sus vidas se cierna el agobio y la desesperanza. La grandeza de la lucha de los jubilados no solo reside en que ellos defienden sus legítimos derechos, sino que realmente lo que hacen a través de las fuerzas que les quedan, es defender los nuestros, de aquellos a quienes nos corresponderá después seguir sus pasos.

EcuadorUniversitario.Com

Fanesca después de Semana Santa

Por: Mónica Mancero Acosta

La nueva ‘fanesca’ que iba a cocinarse esta semana fue detenida a tiempo por el jefe del bloque de Pachakutik, César Umajinga, quien sostuvo que no se reunirían con Lasso, que están muy ocupados con otros temas. No obstante, todo puede ocurrir en este escenario político en cualquier momento.

Estuve investigando acerca de la suerte de los diferentes petitorios de partidos y movimientos para la consulta y la verdad que me perdí. Al parecer todos han hecho mal sus tareas. Los partidos, movimientos e iniciativas ciudadanas equivocaron el procedimiento, esto resulta sospechoso y están en un ping-pong entre el CNE y la Corte Constitucional. Ello acarrea graves impactos para la institucionalidad democrática y supone una verdadera clausura del escenario político participativo.

Si cerca del 80 por ciento de la ciudadanía, de acuerdo a las últimas encuestas, quiere ser consultada sobre las enmiendas constitucionales, cualquier acción que se haga para dar viabilidad a las demandas ciudadanas sería bien recibida por esa mayoría. O ¿quizás cause escozor a los ecuatorianos ver en la misma mesa a banqueros e indígenas? Es posible, agua y aceite, o fanesca como dijo el Presidente.

Pero, en mi opinión, es la negativa del gobierno de llamar a consulta lo que podría propiciar que desde ambos bandos, de derecha e izquierda, se terminen uniendo sobre el tema de la consulta y, más específicamente, sobre el de la reelección. En otras palabras, es el propio gobierno quien va generando un escenario de oportunidades políticas para la oposición, y sobre todo para aquella representada por Lasso.

Si llegaran a acciones conjuntas entre estas fuerzas, esto no necesariamente significaría que estén en una alianza orgánica puesto que en política caben acuerdos sobre temas puntuales, y la reelección indefinida sí es un tema que podría propiciar un entendimiento puntual entre derecha e izquierda. Esta posibilidad debería valorarse desde el gobierno, porque su cerrazón en negar la consulta popular está llevando no solo a que todos se junten en su contra, sino lo que es peor, lleva a que se posicione una derecha ansiosa de poder.

No cabe duda de que el movimiento de Lasso es electoral, sin embargo se podría levantar eventualmente un movimiento ciudadano amplio en contra de la reelección y esto significaría un escenario en el cual el capital político del gobierno sea irrecuperable. En ese contexto, me parece que la alternativa de que se retire ese proyecto de enmiendas constitucionales, o al menos los temas más polémicos como la reelección, debería analizarse. Alianza PAIS podría reconsiderar en su propio entorno una renovación si quiere tener posibilidades más certeras en el escenario electoral.

La fanesca política, esto es la unión de izquierda y derecha con objetivos políticos comunes a corto plazo, se vuelve una realidad inminente. Pero al parecer, a quien más está gustando este platillo es al propio gobierno, quien la promueve, la sazona y pone más fuego para su cocción. Aunque, ciertamente, la fanesca, luego de Semana Santa, puede resultar indigesta

¿Que USA ‘salve’ la democracia ecuatoriana?

Por: Mónica Mancero Acosta

La solicitud que pretende presentar Fernando Villavicencio ante el Senado de Estados Unidos para que intervenga en nuestro país, con el argumento de afectación a los derechos humanos y corrupción, constituye un verdadero despropósito. Si se violaran derechos humanos o temas de esta índole, no va a ser Estados Unidos el que venga a salvarnos. Estas aberrantes solicitudes no hacen sino desconocer la fatalidad que conllevan las intervenciones de la potencia mundial a los países periféricos.

La situación de Villavicencio y, sobre todo, la del exasambleísta Jiménez, no ha sido fácil. Es un caso que devino en judicialización, el asambleísta perdió su curul y fue condenado por la justicia y optó por la clandestinidad. Sin embargo, en mi opinión, la judicialización de estos temas políticos están afectando la democracia ecuatoriana. Pero de ahí a acudir al Senado norteamericano y pedir una sanción igual a la de Venezuela, solo demuestra el nivel absurdo y de descomposición al que está llegando la política en Ecuador, en donde los diferendos, que son consustanciales a la política, peligrosamente rebasan sus fronteras para afincarse en espacios cada vez más oscuros vinculados con riesgos de afectación de derechos humanos y -ante esta nueva respuesta de estos actores- con solicitudes de injerencia e intervención externa.

Hay toda una institucionalidad internacional establecida para canalizar supuestas afectaciones a los derechos humanos. Es verdad que ciertas instancias de estos mecanismos han tenido una complicada relación con el Estado ecuatoriano, pero de cualquier forma, buscar canalizar sus demandas precisamente hacia el país de largo historial guerrerista e imperialista, y que no es precisamente un modelo de defensa de derechos humanos, es simplemente inaceptable.

Que ciertos actores de izquierda asuman las demandas de la derecha para enfrentarse al Gobierno, muestra no solo estos insólitos despropósitos, sino la complejidad del momento político en Ecuador, cuando las vías de cualquier proyecto progresista parecieran cerrarse a favor de un neoliberalismo parcialmente remozado. Pareciera que todas las ‘izquierdas’, las que aún quedan en el Gobierno (?) y las de la oposición, están cada vez más dispuestas a servirles la mesa a la hambrienta derecha.

Creo que en estos momentos hace falta, tanto al Gobierno como a la izquierda opositora, una lectura más calmada, pero también más estratégica acerca de la situación política actual y sus previsibles aunque peligrosas consecuencias de derechización. ¿O acaso pensar que este llamado sea viable constituya en sí mismo una ingenuidad u otro nuevo despropósito?