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Vida y obra de Monseñor Luis Alberto Luna Tobar

Nació en Quito el 15 de Diciembre de 1923. Hijo legítimo del Dr. Moisés Luna Andrade, Abogado de situación acomodada, luego Gerente del Banco de Abastos y prominente dirigente conservador y de Ana María Tobar Donoso.

El séptimo de trece hermanos que vivían desde 1933 en una casa propia en el Centro Histórico de Quito (en la calle Manabí entre García Moreno y Venezuela). Había recibido las primeras letras directamente de su hermano mayor Julio Moisés, fallecido prematuramente de solo once años, a causa de un reumatismo cardiaco.

Hizo sus primeros estudios en el Pensionado “Pedro Pablo Borja” y en 1936 cursó el primer año de secundaria en el Colegio “San Gabriel” de los padres Jesuitas. Durante las vacaciones realizó una excursión con varios compañeritos Boy Scout a la Misión Carmelitana de Sucumbíos y de inmediato se sintió atraído por esa vida de servicio.

Aficionado práctico a los toros, se echaba al ruedo a escondidas de sus padres, su primer toreo lo realizó en la Avelina, cerca de Latacunga, luego ha toreado hasta con sotana.

“Mi padre había prestado su nombre para que los Carmelitas tuvieren sus propiedades en el Ecuador y quizá por eso yo había oído en mi casa, siempre, de ellos. El día de nuestra decisión ingresamos cuatro: César Durán Ballén Cordovez, Eduardo Arosemena Monroy, José Arreaga Bucheli y yo, pero ellos se salieron enseguida, solo yo persistí en la vocación”.

En 1938 fue enviado a realizar sus estudios religiosos a España, durante la Guerra Civil de esa nación. Esperó el barco en las islas Canarias y tomó un tren en Cádiz, que lo llevaría a Burgos. El 3 de Agosto de 1939 fue el primer ciudadano ecuatoriano en tomar el hábito de la Orden de los Carmelitas Descalzos en Burgos de Osma y al año siguiente hizo su profesión religiosa.

Desde 1940 al 46 estudió paralelamente el Bachillerato español y los cursos de Filosofía y Teología que requería por su condición eclesiástica. Finalmente alcanzó la Licenciatura en ambos órdenes, en Burgos y en Oviedo, pero quedó tan agotado por el esfuerzo que tuvo que descansar un mes. Como dato curioso cabe indicar que al enterarse de la invasión peruana en 1941 se presentó ante el Cónsul ecuatoriano en Sevilla, José Rumazo González, ofreciéndose como soldado voluntario, pero no fue aceptado. El 42 falleció su padre en Quito.

El 25 de Julio de 1946, a los veintidós años y medio, fue ordenado Sacerdote en la Cartuja de Miraflores de Burgos. Fue un acto muy solemne del que guarda feliz memoria.

Enseguida le enviaron a Quito, al llegar se enteró de la muerte de su padre y el 23 de Noviembre cantó su primera misa en la Iglesia de Santa Teresita, donde laboró incansablemente como Párroco durante 22 años hasta 1968, con éxitos insospechados, pues llegó a convertirse en el sacerdote de moda y no había bautizo, Confesión ni matrimonio que no lo celebrare. Tenía un cierto carisma para inspirar confianza, fue el consejero de cientos de personajes de la política y el mundo social de la capital.

En 1947 editó su ensayo “Estética del Extasis” en 312 páginas en octavo menor, Monte Carmelo de Burgos, obra en la que ya se advierte al erudito sacerdote.

En 1948, el Ministro de Gobierno, Dr. Juan Tanca Marengo, le designó Secretario de la Junta Orientalista Nacional JUNO y representante en ella de todas las Misiones católicas. Desde el 48 hasta el 54 fue Procurador Jurídico de la Misión Carmelitana de Sucumbíos y desde 1947 hasta el 68 Procurador Jurídico de la orden del Carmen en el Ecuador.

En 1954 publicó en Quito “Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz”.

A partir de Octubre fue llamado a dar clases en la Universidad Católica del Ecuador, a la que se perteneció como catedrático hasta Abril de 1968, habiendo dictado los Tratados Teológicos de Gracia, Sacramentos y Moral Profesional en las Facultades de Pedagogía, Ingeniería, Economía y Derecho. También dio varios cursos de Psicopatología en la Facultad de Pedagogía, y Psiquiatría Forense en la de Derecho.

El 68, después de haber ejercido varias veces los cargos de Superior de los Carmelitas de Quito y Legado Provincial en el Ecuador, fue llevado al Gobierno General de la Orden del Carmen en Roma, honor inmenso y muy merecido. En el Instituto Teresiano dictó tres curso: Dos de “Oración y Análisis de la Intimidad” y uno de “Enfermedad Mental y Vida de Gracia”.

Durante sus años de gobierno se le confió la Misión de Visitador General de ella en los idiomas español y portugués, en cumplimiento de lo cual debió recorrer casi todo el mundo (los cinco continentes). Fueron años de constantes viajes y trabajos muy duros y penosos, había sitios donde aún la Orden no estaba bien asentada y tenían problemas que se requería conocer y resolver; pero, como era el amigo de todos, que hacía el bien general, que solo buscaba la paz a través de palabras de generosidad y consuelo, de argumentos de unidad, logró grandes beneficios.

En 1972 ingresó a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, llegando a ocupar la silla de Miembro de Número en 1988, en reemplazo de su tío el Dr. Julio Tobar Donoso. Ese año se editó en Roma su “Enfermedad Mental y Vida de Gracia” en 217 páginas en Octavo Mayor.

En 1977 fue designado Obispo Auxiliar del Cardenal Pablo Muñoz Vega, Arzobispo de Quito, dedicándose incansablemente al trabajo pastoral de conformidad con las directrices del Concilio Vaticano II, que tantos problemas ocasiona a las mentalidades católicas más tradicionales, enemigas del cambio. El 81 el Nuncio Apostólico Vicente Farano le promovió al Arzobispado de Cuenca, vacante por fallecimiento de su titular Manuel Serrano Abad. Al principio se sintió sorprendido por la noticia, que no esperaba, pero fiel al ejemplo de su padre (1) cuya memoria admira mucho, quien siempre decía que hay que dar a los más necesitados pan y sonrisas, aceptó alegremente y a sabiendas de que le esperaban graves problemas por resolver, que su misión no sería nada fácil.

Efectivamente, ni bien llegado, tuvo que resolver el problema de la Catedral antigua que se había convertido en lugar de prácticas pueblerinas. La religión bien entendida no puede ser objeto de culto populachero, ni tampoco debe prestarse a prácticas casi mágica, alejadas de la verdad y de la ciencia, luego aplicó las líneas de la iglesia, que pueden definirse en una sola conducta, proteger al débil y ayudar al desvalido sin ocasionar daño a nadie. El Ecuador es un país tercer mundista y atrasado, con una población campesina empobrecida que merece todo respeto. Hacia ellos dirigió su pastoral, estudiando a fondo con el campesino, qué es lo mejor para el presente.

Posteriormente trató con cariño y verdad el problema surgido en el jardín del Cajas, donde una señorita cuencana Patricia Talbot dijo haberse comunicado con la Virgen nada menos que en español antiguo y no faltaron cándidos que con este motivo creyeron, sin faltar los vivales como Monseñor Julio Terán Dutari, que desde la Universidad Católica de Quito hacían viajes periódicos a Cuenca para “serrucharle el Arzobispado”.

Como intelectual es un buen escritor y excelente orador que logra transmitir paz y bien, vive modestamente en una villita obsequiada a la Arquidiócesis cuencana por la feligresía de Alemania, donde todo es pulcro, limpio y decente, sin caer en lujos ni exageraciones. Antes vivía en el antiguo caserón del centro de la ciudad, hasta que se derrumbó parte del tumbado y se volvió inhabitable.

Articulista para periódicos y revistas, éstas últimas colaboraciones entran en el campo del Ensayo por su extensión y calidad. En la línea de esos trabajos se debe contar con su colaboración casi permanente desde el 54 hasta el 68 en la Revista de la Facultades de Derecho de la PUCE de Quito y Cuenca, en los Archivos de Psiquiatría y Criminología de la Casa de la Cultura de Quito, en las Revistas de Espiritualidad de España y Colombia. Durante seis años editó y escribió casi íntegramente la Revista “Carmelo Ecuatoriano” y en Cuenca ha mantenido colaboraciones mensuales en “Treinta Días” “Iglesia” y “Avance”, revistas de buena circulación.

En los diarios de Quito escribió por años y con distintos pseudónimos sobre temas religiosos, socio-políticos y hasta taurinos, pues como herencia de su educación en España pasa por aficionado con buenos conocimientos y criterio. Escribió semanalmente en el Diario “Hoy” de Quito y en “El Mercurio” de Cuenca. Se estima que la recopilación de sus artículos ocuparían siquiera diez volúmenes, donde aparecería su luminoso pensamiento libre.

También tiene capítulos de diferentes obras escritas en coautoría, tales como: 1) “Institutos religiosos hoy”. Madrid, 1975. 2) “La Dirección espiritual de Salesianos” Quito, 1983. 3) “Los siete pecados Capitales”, El Conejo, Quito, 1987. 4) “Leonidas Proaño, el Obispo de los Pobres” El Conejo, Quito, 1989, 5) “Agonía de la Educación Media” Facso, Quito, 1990, 6) “Dios en Deuda con los Hombres”, Abdia Yala” Cayambe, J990,7) Caridad y Nueva Evangelización”, Curitas Uruguaya, Piriápolís, 1990, 8) “El Padre Solano y la formación de la Nacionalidad Ecuatoriana”, Idis, Cuenca, 1991.-

Su estatura mediana, rostro canela claro, ojos plomizos, pelo entrecano, mirada serena y llena de paz. Es la primera figura de la Iglesia ecuatoriana por su decisión y valentía para enfrentar los problemas más angustiosos del proletariado, por su dedicación al servicio de los demás y porque no teme arrostrar las iras de los poderosos diciendo la verdad.

Finalmente en este hombre de Dios hay una voluntad férrea para combatir la magia, el error y el fanatismo que tanto denigró a la religión en el pasado. Por eso se le ha calificado acertadamente de ser un hombre de Paz en tiempos de guerra, por sereno, valiente, sencillo y jovial.

En 1998 al cumplir 78 años de edad, presentó su renuncia al Arzobispado. El papa no se atrevió a reemplazarlo dada su gran popularidad en todo el país, pero la cúpula eclesiástica ecuatoriana, que había caído en actos de tanta corrupción como la compra de segmentos devaluados de la deuda externa en New York, para canjearlos con Bonos dólares del Banco Central con grandes ganancias, presionaba su salida.(2) En octubre apoyó la protesta de 17 sacerdotes azuayos en contra del llamado Bono de la pobreza que solo llega a las ciudades y es un estigma contra la dignidad del género humano y no permitió que los poderosos los humillen como

El 99, fue un año escandaloso y de gran pobreza, por las quiebras mañosas de los bancos, la complicidad del gobierno de Jamil Mahuad, que entregó buena parte de la reserva monetaria en dólares para tapar los huecos producidos por los robos de los banqueros. Finalmente vino la congelación de los fondos privados que dejó a los cuenta correntistas y ahorristas sin un centavo. Monseñor Luna se convirtió en el adalid de la justa protesta ciudadana y el viernes 21 de enero encabezó la protesta popular de la CONAIE y de los indígenas, que se habían movilizado a Quito. Caído el gobierno y después de tres horas el triunvirato indígena por obra de la Embajada de los Estados Unidos en Quito, que dio las órdenes respectivas a los altos oficiales, subió al poder, el Vicepresidente Gustavo Noboa Bejarano. Poco después recibía el apoyo de los Estados Unidos y de los grupos reaccionarios del país como la prensa, la iglesia, la banca y los partidos fascistas (Social cristiano del Ing. León Febres Cordero en la costa y Democracia Popular del Dr. Oswaldo Hurtado Larrea en la sierra). El 14 de febrero, a menos de un mes a golpe, Roma promovió a Monseñor Vicente Cisneros Durán, Obispo de Ambato, para ocupar el arzobispado de Cuenca.
Monseñor Luna había gobernado 19 años esa sede, el martes 15 ofreció su última misa en la Catedral, luego salió a pie hacia el arzobispado con la sonrisa a flor de labios. Se retiraba la figura mayor de la iglesia ecuatoriana de fines del siglo XX. A la prensa confesó “He sonreído mucho, he dado esperanza a la gente y he reclamado por las mayorías.

“Si desde Guayaquil se ha manifestado el poder económico y desde Quito el poder político, Cuenca se ha determinado por ser determinante en el campo social”, dijo al evaluar su paso por la Diócesis de Cuenca. Su paso por Cuenca fue determinante en su vida religiosa, y que continuará viviendo en esta ciudad donde escribe una especie de autobiografía. “He visto la necesidad de recopilar todo lo que se ha trabajado, y ahora con mayor tiempo disponible”, dijo.

NOTAS
(1) La biografía del Dr. Moisés Luna Andrade está siendo escrita en la capital, para su próxima publicación.
(2) La conversión de la Deuda de Crédito Público ecuatoriano debía realizarse a base de donaciones obtenidas de Fundaciones del exterior y en benéfico de fundaciones culturales y/o de beneficencia del Ecuador; pero como no se presentaron donantes, la picardía criolla hizo que los ecuatorianos compraran los segmentos, haciendo aparecer como que eran donaciones, a fin de ganar la diferencia de precio entre el 18 % y el 50% de su valor, pues al entregar los segmentos inmediatamente recibían bonos dólares emitidos por el Banco Central, por el 50% del total entregado. La iglesia realizó a través de la Conferencia Episcopal ecuatoriana, varias operaciones por un total de 100 millones de dólares, que le fueron entregados al español Antonio Arregui, del Opus Dei.

FUENTE: Diccionario Biográfico del Ecuador