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Más allá de la universidad

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Por:Alfonso González Hermoso de Mendoza

 

«Ningún verdadero maestro puede dudar de que su tarea es ayudarle a su alumno a realizar la naturaleza humana contra todas las fuerzas deformadoras de la convención y el prejuicio»

(Allan Bloom. The closing of American Mind, 1987)

«Una crisis nos obliga a volver a las cuestiones mismas y exige respuestas nuevas o viejas, pero, de todos modos, requiere juicios directos. Una crisis solamente se torna un desastre cuando respondemos a ella por medio de juicios preformados, es decir, por medio de preconceptos. Tal actitud no solamente agrava la crisis como también nos priva de la experiencia de la realidad y de la oportunidad que ella proporciona a la reflexión.»

(Hannah Arendt, The crisis in education, 1954)

En plena emergencia educativa, mientras las universidades buscaban atender el derecho a aprender de sus alumnos con un uso más o menos atropellado de internet, los periódicos y redes sociales recogían la noticia del lanzamiento de Google career certificates. Un servicio con tarifa plana de 250 euros y una duración de seis meses, que da la opción a conseguir títulos de Google equiparables a un grado. No es casualidad que El País titulara la noticia con: «Google, también a por la universidades»; y La Vanguardia con: «Google ya diseña sus propias carreras universitarias». En el texto de El País podía oírse la voz profética de un profesor de la Universidad de Nueva York que nos recordaba que «ya sucedió algo similar con los periódicos, que con la irrupción de internet perdieron progresivamente el monopolio informativo».

Sirva esta noticia exclusivamente como una anécdota del sinfín de proyectos de corporaciones tecnológicas y educativas que están emergiendo en la crisis actual, en muchos casos después de más de una década de espera para afianzar su modelo de negocio.

El sistema de educación superior ofrece unas expectativas de crecimiento alto, sostenido y a largo plazo, por lo que la irrupción de nuevos operadores es difícilmente cuestionable y evitable

El sistema de educación superior ofrece unas expectativas de crecimiento alto, sostenido y a largo plazo, por lo que la irrupción de nuevos operadores es difícilmente cuestionable y evitable. Actores que incorporan nuevos productos formativos acordes a las demandas empresariales, con nuevas metodologías flexibles de aprendizaje fundamentadas en un uso intensivo de la tecnología; además de, con contenidos de excelencia referenciados por las universidades líderes en los rankings globales, y con prácticas de certificación de competencias al margen de los títulos oficiales, legitimadas por el reconocimiento del mercado de trabajo y con una alta empleabilidad.

El impacto de este nuevo marco educativo en los sistemas nacionales de aprendizaje afectará tanto a las prácticas formales, como a las no formales, e incluso a las informales, e impulsarán cambios radicales. Para valorar la dimensión del fenómeno al que nos enfrentamos podemos usar como referencia las previsiones del Instituto de Estadística de la UNESCO.

El bienestar de las personas, la productividad de las instituciones y la sostenibilidad de las sociedades dependerá de su capacidad de aprender y de la prioridad que concedan a esta actividad

Según este organismo internacional, en 1970 había 32,6 millones de estudiantes matriculados, en comparación con 99,9 millones en 2000, y se estima que para 2030 habrá 377,4 millones, 471,4 millones en 2035 y 594,1 millones de estudiantes en 2040. Tan solo en el sector de las universidades, Rafael Puyol, presidente de UNIR, considera que «algo parecido va a pasar en España en un contexto de crecimiento general del alum- nado hasta 2030-35 debido al desembarco de las generaciones nacidas en la etapa de recuperación de la natalidad (1998-2008)».

Estos cambios se retroalimentan en un entorno social que de acuerdo con el informe de la OCDE Knowledge Management in the Learning Society. Education and Skills, del año 2000, bien podríamos denominar «sociedad del aprendizaje». Como señala José Antonio Marina, «hemos entrado en la sociedad del aprendizaje, que se rige por una ley implacable: Toda persona, toda empresa y toda sociedad, para progresar, tiene que aprender al menos a la misma velocidad a la que cambia el entorno. Y si quiere progresar, deberá hacerlo a más velocidad».

El bienestar de las personas, la productividad de las instituciones y la sostenibilidad de las sociedades dependerá de su capacidad de aprender y de la prioridad que concedan a esta actividad. Este informe de la OCDE repite el título del libro en el que Robert Hutchins nos proponía, en 1968, a una visión utópica de la sociedad, cercana a la Paideia griega, en la que el desarrollo integral de la persona a través del apren- dizaje estaría en el centro de la actividad social. Con una perspectiva complementaria de naturaleza económica, el premio Nobel Joseph E. Stiglitz, en su monografía La creación de una sociedad del aprendizaje, nos recuerda que «el éxito de las economías modernas se debe a la innovación del aprendizaje», a la vez que insta a la puesta en marcha de políticas públicas que ayuden a superar las ineficiencias del mercado para facilitar el aprendizaje personal e institucional.

LA PARADOJA DE LA SOCIEDAD DEL APRENDIZAJE

La sociedad del aprendizaje lleva aparejada una paradoja: nos obliga a vivir sin poder parar de aprender, a la vez que nos sumerge en una incertidumbre irresoluble; lo que una persona necesitará conocer dentro de veinte años es imposible de saber de manera adecuada en el presente. Solo cabe un propósito: educarse. Como señala Stiglitz, «el factor determinante en el aprendizaje de los individuos son sus capacidades, su capacidad de aprender y, quizá, el determinante más crucial en ello es la educación». Una educación que no podrá ser igual a la que ha sido hasta ahora. «La comunidad académica debe tener el valor de decirle a la juventud que las prerrogativas y certezas no forman ya parte del presente. Es en la incertidumbre donde está la esperanza, al filo de las luces y las sombras» (Federico Mayor Zaragoza, 1992). Del papel que asignen las políticas públicas a las universidades, y de la capacidad de estas para adaptarse a las demandas sociales, no solo dependerá su futuro, sino también la justicia y la prosperidad de sus países.

Al plantearnos el futuro de la universidad lo primero que deberíamos de tener en cuenta es que no existe un concepto único de universidad, la idea y la función de la misma están estrechamente vinculadas a los territorios y al momento en el que desarrollan su actividad. Como destaca el premio Príncipe de Asturias, Belisario Betancourt, «una nación sin universidad es un ser incompleto, sin expresión, ni señas de identidad; y, sobre todo, es una nación recortada de perspectivas e interrogada en su destino». El proceso de democratización en el acceso a la universidad posterior a la Segunda Guerra Mundial en los países occidentales, y las transformaciones producto de la globalización en las últimas décadas, en especial en Asia, han acarreado una mayor diversidad entre las universidades. Por otra parte, el retorno generado, en las últimas décadas, por las universidades a sus respectivos países también han sido muy diversas, con aportaciones en muchos casos decisivas, como en España, para la consolidación de una cultura de la democracia.

Por otro lado, conviene recordar que «la universidad es una institución que vive de sus crisis», como señalaba e 1989 en el Club Siglo XXI el entonces rector de la Universidad Complutense de Madrid. En la apertura del congreso sobre «La universidad ante el quinto centenario del descubrimiento de América», Federico Mayor Zaragoza, en aquel momento director general de la UNESCO, apelaba a la urgencia de adaptar la universidad: «Es preciso –decía– crear una conciencia social, un convencimiento general para poder enderezar los viciados contornos de nuestras instituciones de enseñanza superior concebidas para otros momentos y otros contextos».

La crisis económica y la masificación reclamaban la transformación de la universidad a finales del siglo pasado. De igual manera que dos siglos antes la revolución humboldtiana había metamorfoseado los vestigios de la universidad escolástica (cuyo aislamiento de la sociedad había conducido al cierre de universidades, último refugio del pensamiento más reaccionario), creando una nueva institución, la «universidad investigadora». Un proyecto concebido a la luz de la revolución industrial, el liberalismo y la creación de los estados nación, que, junto a las universidades imperiales en Japón, y las Land-Grant Universities estadounidenses, contribuirían a transformar el mundo de manera radical. Universidad escolástica en cuyas aulas se alumbraron las ideas que condujeron a la Reforma protestante, y que en siglos previos abrieron paso a un saber interrogante, indagado y adquirido que debía conducir al descubrimiento de la Naturaleza y a los ideales del Humanismo.

Al hablar de universidad tampoco podemos pasar por alto su singularidad en el marco constitucional, que deriva de sus privilegios originarios como comunidad de maestros y estudiantes, derechos incorporados en la libertad de cátedra, y que hoy se vertebran en el derecho fundamental de la autonomía universitaria, reconocido en el artículo 27 de la Constitución española. Derecho de autonomía que viene a establecer una suerte de relación directa entre universidad y sociedad, o cuando menos, una relación paralela a la del Estado. Privilegio que confiere a la universidad una profunda responsabilidad social, y que la legitima a intervenir en las regulaciones que sobre su futuro se pretende establecer desde las administraciones territoriales.

Otras circunstancias que con demasiada frecuencia condicionan el debate universitario son los prejuicios ideológicos. Nos referimos tanto a aquellos prejuicios que surgen de la nostalgia de una universidad de excelencia, que nunca existió; planteamientos que conllevan implícitamente la denuncia de la universidad de masas, y la reivindicación de una universidad de élites, como también a aquellas posiciones que denuncian la mercantilización de la universidad, reivindicando la desaparición de cualquier vínculo con el mundo productivo. Posiciones, no por legítimas, menos estériles y bastante más cercanas en sus conclusiones de lo que pudiera parecer en primera instancia.

Junto a los prejuicios ideológicos también son frecuentes los tópicos interesados que denostan la universidad española. Así pasa cuando la endogamia se plantea como si fuera una enfermedad de los universitarios y no como consecuencia de un determinado modelo refrendado, reforma tras reforma.

Desgraciadamente, la lectura sesgada de los rankings internacionales hace habitual minusvalorar el sistema universitario español

Desgraciadamente también la lectura sesgada de los rankings internacionales hace habitual minusvalorar el sistema universitario español. Son los datos de estos mismos rankings los que ponen de manifiesto que, en su conjunto, solamente son aquellos países que han convertido la industria de la educación superior en su principal actividad de servicios los que aparecen situados detrás del sistema universitario español. Por no hablar del lugar común de reprochar a la universidad su incapacidad para poner en valor los resultados de su investigación, sin perjuicio de que no exista un análisis riguroso acerca de si esta situación responde más bien a una limitación del sistema productivo español.

EL RETO DE REDEFINIRSE

Hoy por hoy, las universidades se han convertido en el actor más destacado del creciente y complejo ecosistema de la educación superior. Si aspiramos a que la universidad siga manteniendo su centralidad, no bastará con rememorar méritos anteriores, ni con reivindicar como propia la misión que Ortega y Gasset deseó para la universidad: transmitir la cultura, enseñar las profesiones y asumir la investigación de ciencia.

Como no será suficiente para liderar la sociedad del aprendizaje, aunque sea absolutamente necesario, que las universidades sean diversas, y compitan con los nuevos actores, incorporando nuevos públicos, nuevas competencias, nuevas metodologías y nuevas certificaciones, y que, aun siendo de gran valor, refuercen su condición de impulsores del desarrollo endógeno a través de la innovación tecnológica y social, o que se posicionen como industria de la educación superior y motor de la atracción de talento a sus territorios.

La universidad debe construir una nueva «carta de servicio público» que evidencie su capacidad diferencial de generar valor

El reto de las universidades es redefinirse en relación con la singularidad de la función que su sociedad demanda. Desde su posición privilegiada y única entre la sociedad y el Estado; el mercado y los reguladores; lo global y lo local, la universidad tiene que renovar su legitimidad. La universidad debe construir una nueva «carta de servicio público» que evidencie su capacidad diferencial de generar valor. Tiene que revisar su contrato social en un nuevo marco en el que su presencia está llamada a ser mucho más intensa y determinante: en la sociedad del aprendizaje.

Este pacto viene determinado por las funciones y privilegios que justifican la razón de ser de la autonomía universitaria: la búsqueda, la reflexión y la comunicación. Atributos estos garantizados constitucionalmente como condición necesaria para atender el deseo de comprender la realidad, así como de promover la transformación de las personas y de la sociedad de acuerdo con los valores de un Estado social y democrático de derecho.

Pasemos, a continuación, a considerar cuáles son conceptos en los que podría apuntalarse la singularidad de la propuesta de valor de las universidades para su centralidad en la sociedad del aprendizaje.

EL ESTUDIO

El artículo 1 de la Ley Orgánica de Universidades, Funciones de la Universidad, establece en su primer párrafo que «la universidad realiza el servicio público de la educación superior mediante la investigación, la docencia y el estudio». Es el momento de reivindicar el estudio como actividad esencial de la universidad. El estudio entendido como el camino para el desarrollo personal y la socialización.

«El estudio no tiene que ver con adquirir conocimientos o competencias o, en general, con el logro de resultados de aprendizaje, sino con la formación del sujeto y con la transformación de su relación con el mundo, es decir, con hacerla más atenta, cuidadosa, densa y profunda» (McClintock, 1971). Una universidad transformadora es la oportunidad conocida y probable de entender la educación como un todo. De acercarnos a los referentes que hace veinticinco años marcó el Informe Delors de la UNESCO. Porque, como nos recuerda César Coll, «no podemos separar al estudiante del aprendiz».

En un escenario que bien podemos llamar de «nuevo orden educativo» nada parece más necesario que reivindicar la figura del maestro en la universidad

La otra cara de la moneda del estudio es aquella en la que aparece la figura del maestro. En un escenario que bien podemos llamar de «nuevo orden educativo», caracterizado por un acceso potencialmente universal y ubicuo a la información, y dominado por una ideología que nos invita a creer que cada persona tiene exclusivamente bajo su propia responsabilidad el aprender a lo largo de su vida, nada parece más necesario que reivindicar la figura del maestro en la universidad. La función del maestro es esencial en tanto que agente que gestiona, con claridad, lo que queremos alcanzar en conocimiento, habilidades, subjetivación y, por supuesto, socialización a través de la educación. En la era de internet, las instituciones que consideren al profesor como una fuente de información están llamadas a la irrelevancia. El maestro no es recurso, es un «virtuoso» que posee el «don de la enseñanza».

Hablamos de la transformación del profesor, mediatizado por indicadores cuantitativos, para llegar a ser un maestro capaz de «dirigir su actividad al control de la definición de lo que es deseable en cada situación, en lo que respecta a los propósitos y a los medios desde el punto de vista educativo, para valorar la singularidad de persona y el momento; en definitiva, para asumir el juicio y la mediación del maestro» (Gert J.J. Biesta, 2016).

LA ESPERANZA

«Esperanzarse es mostrarse capaz de anticipar lo por venir y comenzar desde ya a transformar nuestras condiciones actuales de vida. Darnos esperanza es construir desde ahora. La esperanza entonces es performativa» (Antonio Lafuente, 2018). La esperanza es el principal valor de la universidad para la sociedad del aprendizaje.

En una sociedad en la que la capacidad de aprendizaje permanente es la condición para el acceso a una actividad retribuida y al ejercicio de la ciudadanía, en definitiva, para eludir la exclusión, el propósito de la universidad es diferencial. Así, el sesgo socioeconómico de los estudiantes en la universidad no es una variable independiente en la función universitaria, pues «gran parte de los retos de la educación no son educativos sino sociales» (Carlos Magro, 2020).

La garantía del acceso al conocimiento de una manera inclusiva y diversa es esencial. En su consecución, las universidades adquieren una relevancia superior a la que hayan podido tener en cualquier otro momento. El aprendizaje permanente es determinante de la mejora de la productividad de las personas, pero por encima de todo, es una condición de ciudadanía.

La falta de movilidad social que condena a la sociedad española actual (Olga Cantó, 2020), y que la universidad consiguió romper hace unas décadas, se soporta fundamentalmente en la ignorancia. La Organización Mundial del Trabajo, en la declaración por su centenario, nos recordaba que el principal obstáculo para acceder a un empleo digno es «la carencia de las competencias básicas, que limita la capacidad de comprender la importancia que tiene su conocimiento». La paradoja de Menón nos persigue, y sirve para recordar el papel crucial de las políticas públicas y de las universidades.

En un mundo interconectado es imposible hablar de esperanza y equidad como circunstancias aisladas, de ahí que sea consustancial su vinculación a la idea de una universidad cosmopolita. El cosmopolitismo surge cuando los contextos locales de interpretación se transforman como consecuencia de su interacción con lo global, a la vez que estos sufren la influencia de lo local. Las universidades son un nodo privilegiado que posibilita la glocalización, así como, agentes clave en la construcción de nuevos tipos de ciudadanía que van más allá de nación (Gerard Delanty, 2008).

Posiblemente el mayor reto al que se enfrenta la universidad, y las universidades, es aprender a escuchar a la sociedad, y, por qué no, a escucharse

La emergencia de los populismos y nacionalismos nos sirve para cuestionar el papel subordinado que tuvieron las universidades elitistas en la construcción de las estructuras cognitivas del Estado-nación. Reemplazar, en las universidades de masas, esta hegemonía por la del mercado, lejos de solucionar el problema, lo agravaría. La construcción de una sociedad que tenga como  referencia la democratización en el acceso al conocimiento demanda una universidad abierta que contribuya a definir las estructuras cognitivas de la sociedad.

Por otra parte, siguiendo con la visión cosmopolita de la universidad, conviene recordar que en la Carta Constitucional de la UNESCO, en 1945, ya aparece como indisoluble la unión entre educación y paz, en su apartado primero: «Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz». Desde entonces, y según ha ido evolucionando la relación de la universidad con la sociedad, no ha hecho más que evidenciarse que la universidad, como señala la expresidenta del Consejo Ejecutivo de UNESCO, Aziza Bennan, «puede contribuir de forma eficaz a la creación de un mundo en el que exista mayor comprensión, concordia y paz, en beneficio de la gran familia humana, la cual, al fin al cabo, tiene un único y mismo destino común. Este mundo solo podrá hacerse realidad si nos orientamos hacia el mestizaje, la convivencia multicultural y lo universal»

Posiblemente el documento que mejor recoge este compromiso es la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI de UNESCO en 1998, en donde se refuerza la idea de «la necesidad de una nueva visión y un nuevo modelo de la educación superior».

El compromiso actual de las universidades con los objetivos de desarrollo sostenible 2030 de la ONU, no hacen más que dar continuidad a lo expresado en declaraciones como las de 1990 de Talloires (Francia), o de 1990 de Halifax (Canadá). Manifiestos cuya concreción hacen evidente que no hay una red global con la capacidad de la universitaria para buscar la paz y la sostenibilidad económica, social y medioambiental.

LA ESCUCHA

Posiblemente el mayor reto al que se enfrenta la universidad, y las universidades, es aprender a escuchar a la sociedad y, por qué no, a escucharse. Ninguna otra institución goza de una posición como la suya en la relación entre sociedad y Estado. Privilegio que le legitima y habilita para actuar como una plataforma de escucha capaz de integrar flujos de información tan dispares como los que proceden de: el estudio, la educación, la investigación, la innovación tecnológica y social, la atracción de talento, la creación cultural, la interculturalidad, la globalidad, la búsqueda de la paz…  La gestión de un mundo cada vez más global e interrelacionado, como es al que nos dirigimos, demanda plataformas de convivencia, de cohabitabilidad y de cocreación que lo hagan posible. Las universidades tienen ante sí una oportunidad ineludible.

Una universidad calmada puede crear «una forma de organización del conocimiento que dé valor al entorno local, al trabajo colaborativo, que anteponga la vida buena, que sea capaz de aprender sin necesidad de aislarse y que convierta a sus miembros en una comunidad más libre, justa y sostenible. Un espacio de encuentro para lo transdisciplinar, lo interdisciplinar y lo indisciplinar. Un lugar para enfrentarnos a los conflictos de naturaleza crónica ante los que actuamos como si el tiempo los arreglara por sí solo, cuando sabemos que no es así» (Juan Freire, 2018).

La necesidad de escuchar de las universidades puede canalizarse a través del emergente concepto de la ciencia abierta, cuyo antecedente más sólido lo encontramos en la Conferencia Mundial sobre la Ciencia para el Siglo XXI: Un nuevo compromiso de Budapest, en 1999, de donde surgió la Declaración sobre la Ciencia y el uso del saber científico de UNESCO.

Por un lado, las universidades son el principal instrumento del que disponen los poderes públicos para contrarrestar la privatización del conocimiento. Es un sentir común que la respuesta a los acuciantes conflictos energéticos, climáticos, alimentarios, epidemiológicos o de salud a los que nos enfrentamos no pueden quedar bajo el único criterio de los planes de negocio de las corporaciones con capacidad de producir y adquirir el conocimiento; y, sobre todo, de modular la llegada de sus beneficios a la sociedad por criterios exclusivamente de mercado. La soberanía tecnológica, nacional o europea, ha pasado a ser una preocupación crítica en todas las estrategias de seguridad y defensa, como hemos podido vivir en la crisis de la COVID. En este sentido podemos encontrar en las últimas décadas múltiples declaraciones institucionales; desde la realizada por los ministros de ciencia y presidentes de las academias del G-8 en 2013, a las célebres de la Open Society Foundations (OSF), Budapest Open Access Initiative 2002, o Berlin Declaration on Open Access to Knowledge in the Sciences and Humanities, Berlín: Max Plank Society, 2003/2007.

En este apartado también hay que destacar la tradicional dificultad que encuentra para abrirse paso la comunicación social de la ciencia. Antivacunas, negacionistas del calentamiento global o de la COVID, tierraplanistas o supremacistas conviven en la irrelevancia de la cultura científica, cuando no en el aislamiento de los científicos. Vivimos una realidad cada vez más esquiva. Las noticias falsas ya no se elaboran en pueblos de Ucrania. Las mayores falsedades se inoculan con talento y recursos, tomando incluso la forma de las publicaciones científicas. Recientemente lo hemos podido comprobar en la lucha por la desinformación sobre el SARS-CoV-2, con la publicación realizada por Li-Meng Yan y financiada por Steve Bannon. En este ámbito es de destacar la Iniciativa Helsinki sobre Multilingüismo en la Comunicación Científica de 2019, que defiende con intensidad la necesidad que la investigación se realice en el idioma vernáculo para interactuar con la sociedad y para compartir conocimiento más allá de la academia.

La universidad tiene la oportunidad de jugar un papel determinante en la construcción de una ciencia ciudadana, y con ella, en la defensa de la democracia

Por último, los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como especie, el cambio climático, los demográficos, la eugenesia o la pérdida de la intimidad, no pueden resolverse solo en los laboratorios y por los expertos. Es necesario incorporar a los ciudadanos en la formulación de las preguntas y en la investigación de las respuestas. Su diagnóstico y tratamiento necesita de la presencia de los afectados; de los expertos en experiencia. La universidad tiene la oportunidad de jugar un papel determinante en la construcción de una ciencia ciudadana, y con ella, en la defensa de la democracia.

CONCLUSIÓN

Hay tantas universidades posibles como propuestas de sociedad. La construcción de la sociedad del aprendizaje demanda una universidad capaz de ofrecer servicios y valores que ninguna otra institución puede ofrecer. Sobre el estudio, y la figura del maestro, la esperanza, construida a través de una visión cosmopolita, y la escucha, articulada sobre la noción de ciencia abierta, la universidad está en condiciones de garantizar el acceso democrático al conocimiento.

Construir una universidad transformadora, calmada y abierta, que mire más allá del mercado, del laboratorio y del Estado, con una visión propositiva, creativa y glocal, es una prioridad moral. 

FUENTE: UNIVERSIDAD

Alfonso González Hermoso de Mendoza (Madrid, 1961) es licenciado en Derecho y técnico superior de Universidad. Ha sido profesor asociado de Derecho Administrativo en las Universidades Complutense y Rey Juan Carlos de Madrid. Entre los cargos que ha desempeñado en la Administración destacan: subdirector general de Investigación en la Comunidad de Madrid, director general de la Escuela de Organización Industrial del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y director general de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación Cultura y Deporte. Fue director de la Escuela de Negocios EOI 2008-2012, y secretario de la Asociación Española de Escuelas de Negocios (AEEDE).

El caso de Singapur: SkillsFuture

Port: Xiangüen Guo

Subdirectora de SkillsFuture.

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SkillsFuture Singapore (SSG) es una comisión gubernamental dependiente del Ministerio de Educación de Singapur. Impulsa y coordina la aplicación de la iniciativa nacional SkillsFuture, para promover una cultura y un sistema global de aprendizaje permanente.

Esto se lleva a cabo mediante la búsqueda del dominio de las aptitudes y el fortalecimiento del ecosistema de la educación y la capacitación de calidad en Singapur. Desde los estudiantes hasta los empleados, para todos aquellos que desean hacer la transición digital, Singapur ha elaborado 34 marcos de aptitudes (https://www.skillsfuture.sg/skills-framework) que ayudan a los empleadores a desarrollar mejores capacidades en la fuerza de trabajo.

Junto con las instituciones educativas y otros socios colaboradores en materia de educación, la SSG garantiza que los estudiantes y los adultos que trabajan tengan acceso a una capacitación de alta calidad y adecuada para la actividad profesional durante toda la vida. Así, la SSG reúne las sinergias de la educación y la capacitación continuas (CET por sus siglas en inglés), la capacitación previa al empleo (PET por sus siglas en inglés) y la industria con el fin de garantizar que se cumplan los requisitos de aptitudes en los diferentes sectores de la economía. (Véase https://www.ssg-wsg.gov.sg/about.html).

Para que todos los naturales de Singapur pudieran acceder a esta capacitación adecuada durante su vida laboral, cada singapurense de 25 años o más recibió un crédito de 500 dólares en 2016 que se ha ampliado en 2020 (Véase:  https://www.skillsfuture.sg/credit).

El sector de la educación y la formación continuas ha seguido funcionando con éxito durante la crisis de la COVID-19. A partir del 7 de abril de 2020 se ordenó a los centros de educación y formación permanentes de Singapur que impartieran sus cursos mediante aulas virtuales y otras formas de aprendizaje en línea, salvo en casos excepcionales específicamente aprobados. Esto significó que todos los centros de formación, incluidos los centros de formación interna, estaban obligados a adoptar disposiciones para incorporar las infraestructuras, la instrucción pedagógica, el plan de estudios, la capacitación y la evaluación adecuadas a los modos de aprendizaje online. Nuestros centros CET ya estaban impartiendo formación por diferentes formatos (online incluido) antes de la COVID-19, de modo que la transición fue sencilla para el sector.

SkillsFuture Singapore (SSG) garantiza que los estudiantes y los adultos que trabajan tengan acceso a una capacitación de alta calidad y adecuada para la actividad profesional durante toda la vida

El paquete de empleos y aptitudes del SGUnited  (https://www.ssg-wsg.gov.sg/sgunitedjobsandskills.html) es un conjunto de medidas de apoyo que tiene por objetivo ayudar a unos 100.000 singapurenses, incluidos los afectados por la situación de COVID-19. Las iniciativas ayudarán a los singapurenses a adquirir aptitudes y competencias relacionadas con el empleo y a acceder a mayores oportunidades de trabajo.

Las principales iniciativas son las siguientes:

– Aumento de las oportunidades de trabajo: La iniciativa SGUnited Jobs se amplía, con el objetivo de crear 40.000 puestos de trabajo en 2020 -15.000 de los cuales en el sector público- para cubrir una gran variedad de funciones a largo y corto plazo que satisfagan las demandas inmediatas y futuras.

 Aumento de prácticas: El programa de prácticas (SGUnited Traineeships programmese introdujo en los Presupuestos de Recuperación de marzo de 2020, con el fin de ofrecer a los recién graduados la oportunidad de adquirir una valiosa experiencia relevante para la industria y el mercado laboral, así como para crear redes profesionales, en el contexto de las escasas contrataciones que se estaban llevando a cabo durante la crisis de la COVID-19. El WSG (Workforce Singapore) cofinancia el 80% del subsidio de formación para los que disfruten de las prácticas y el resto lo financia la organización de acogida.

– Programa para personas en la mitad de su vida profesional: Este programa (SGUnited Mic-Career Pathwayse introdujo para ofrecer oportunidades de formación y capacitación en empresas y organismos del sector público a personas en la mitad de su vida profesional. Permite elegir entre las modalidades de adscripción o formación.

 Adscripción: Proporciona oportunidades a las personas en la mitad de su carrera para asumir una vinculación con una empresa u organización de acogida y obtener una experiencia significativa relevante para la industria a la hora de impulsar la empleabilidad, mientras recibe un subsidio de hasta 3.000 dólares.

– Formación a tiempo completo de entre seis y doce meses: En sectores que pueden ofrecer oportunidades de empleo a medida que la economía se recupera, como las tecnologías de la información y las comunicaciones y la industria manufacturera. Los alumnos recibirán un subsidio mensual de capacitación de 1.500 dólares, sujeto a los criterios de elegibilidad, durante la duración de su formación; así como asesoramiento profesional y asistencia para el empleo mientras buscan trabajos adecuados donde puedan poner en práctica sus recién adquiridas habilidades.

– Programa para la capacitación y el apoyo laboral: El programa de habilidades SGUnited es un programa de formación a tiempo completo que va de seis a doce meses. El programa comprenderá cursos certificables impartidos por centros de educación y formación continua (CET), incluidos instituciones de enseñanza superior.

Los cursos de capacitación están diseñados en colaboración con el mercado laboral para ayudar a quienes se inscriban a adquirir las aptitudes pertinentes para la industria y que pueden mejorar sus posibilidades de empleo. Los estudiantes también podrán aplicar los conocimientos adquiridos durante el programa mediante oportunidades de inmersión en los lugares de trabajo y en proyectos industriales.

(Traducción del inglés: Pilar Gómez)

FUENTE:  UNIVERSIDAD

 

UDLA y Ministerio de Educación abren cursos de formación continua

La Universidad de Las Américas (UDLA) y el Ministerio de Educación, invitan a docentes del magisterio fiscal a inscribirse en el curso de formación continua “Manejo de Aulas Virtuales – Moodle”, el cual está diseñado para que los maestros sean capaces de crear y configurar cursos que incluyan actividades y recursos.Los educadores podrán preinscribirse hasta este jueves  6 de mayo a través de https://forms.office.com/r/A1gKCkavJy, comenzará el 17 de mayo y tendrá una duración de 40 horas.

La labor del docente es fundamental para que los estudiantes aprendan y trasciendan incluso los obstáculos materiales y de rezago que deben afrontar, esto debido a la falta de habilidades para poder desarrollar materiales relacionados con las tecnologías.

La capacitación periódica del docente potencia a largo plazo el progreso de los alumnos, cuyo desarrollo en conocimientos, habilidades y competencias permitirá que se desenvuelvan con éxito en el ámbito profesional, especialmente en lo referente a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Las herramientas tecnológicas han transformado a tal grado la forma de producir, compartir y resguardar la información.

Por está razón el Ministerio de Educación trabaja en la formación docente cuyo objetivo es impulsar el cambio y la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje, para elevar el potencial de los estudiantes con el fin de que desarrollen sus habilidades de orden superior como pensamiento crítico, solución de problemas y gestión de información y alcanzar de esta manera una educación con criterios de calidad y pertinencia.

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Primera ‘máquina de agua’ matemática

Investigadores del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) y la Universidad Politécnica de Cataluña han logrado diseñar una construcción abstracta que simula, usando la dinámica de fluidos, cualquier máquina de Turing. El enfoque fue propuesto hace años para tratar de resolver uno de los problemas del milenio, el de las ecuaciones de Navier-Stokes.

Los cuatro matemáticos que han obtenido por primera vez soluciones para un fluido capaz de simular cualquier máquina de Turing. / ICMAT/UPC

Hace siete años el matemático australiano Terence Tao, galardonado con una medalla Fields, propuso un nuevo enfoque para resolver el famoso problema sobre las llamadas ecuaciones de Navier-Stokes, que describen el movimiento de los fluidos.

La catedrática Eva Miranda de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y miembro del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) vio la publicación en el blog de Tao y le llamó la atención, ya que en aquellos momentos estaba finalizando un trabajo con Daniel Peralta-Salas (ICMAT-CSIC) y Robert Cardona (BGSMath – UPC) sobre fluidos en espacios con frontera.

Ahora, estos tres autores, junto a Francisco Presas (ICMAT-CSIC), por primera vez han conseguido construir soluciones para un fluido capaz de simular cualquier máquina de Turing, motivados por el enfoque de Tao. El resultado se publica hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Por primera vez se han conseguido obtener soluciones para un fluido capaz de simular cualquier máquina de Turing, una construcción abstracta capaz de simular cualquier algoritmo

Una máquina de Turing es una construcción abstracta capaz de simular cualquier algoritmo. Recibe, como dato de entrada, una secuencia de ceros y unos y, tras un número de pasos, devuelve un resultado, también en forma de ceros y unos.

El fluido estudiado por los investigadores se puede considerar como una ‘máquina de agua’: toma como dato de entrada un punto del espacio, lo procesa –siguiendo la trayectoria del fluido por ese punto– y ofrece como resultado la siguiente región a la que se ha desplazado el fluido.

El resultado es un fluido incompresible y sin viscosidad –las ecuaciones de Navier-Stokes sí consideran la viscosidad– en dimensión tres. Es la primera vez que se consigue diseñar una máquina de agua.

Fenómenos indecibles

Una de las consecuencias principales del resultado es que permite probar que ciertos fenómenos de la hidrodinámica son indecidibles (problemas sin un algoritmo que conduzca a una respuesta de sí o no correcta). Por ejemplo, si lanzamos un mensaje dentro de una botella, no podemos asegurar que llegue a su destinatario.

Algo parecido les ocurrió a los 29.000 patitos de goma que se cayeron de un carguero durante una tormenta y se perdieron en el océano en 1992: nadie pudo predecir dónde aparecerían. Es decir, no existe ningún algoritmo que permita asegurar si una partícula fluida pasará por cierta región del espacio en tiempo finito.

“Esta incapacidad de predicción, que es distinta a la que establece la teoría del caos, supone una nueva manifestación del comportamiento turbulento de los fluidos”, afirman los autores.

Los resultados muestran que ciertos fenómenos de la hidrodinámica son indecidibles, lo que supone una nueva manifestación del comportamiento turbulento de los fluidos

“En la teoría del caos la impredecibilidad está asociada a la extrema sensibilidad del sistema con las condiciones iniciales –el aleteo de una mariposa puede generar un tornado–, en este caso se va más allá: probamos que no puede haber ningún algoritmo que resuelva el problema, no es una limitación de nuestro conocimiento, sino de la propia lógica matemática”, destacan Miranda y Peralta-Salas.

Esto muestra la complejidad del comportamiento de los fluidos, que aparecen en diversos campos, desde la predicción del tiempo atmosférico hasta la dinámica en caudales y cascadas.

Posible relación con un problema del milenio

Sobre su relación con el problema de Navier-Stokes, incluido en la lista de los Problemas del Milenio de la Fundación Clay, los investigadores son cautelosos y aseguran que la propuesta de Tao “es, de momento, hipotética”, aseguran.

El enfoque replanteado ahora fue propuesto por el matemático Terence Tao como una estrategia para tratar de resolver uno de los problemas del milenio, el de las ecuaciones de Navier-Stokes

Su idea es usar un ordenador de agua para forzar al fluido para que acumule más y más energía en regiones cada vez más pequeñas, hasta que se forme una singularidad, es decir, un punto en el que la energía se haga infinita. La existencia o no de singularidades en las ecuaciones es, precisamente, el problema de Navier-Stokes.

Sin embargo, “de momento no se sabe hacer esto para las ecuaciones de Euler o Navier-Stokes”, afirman los científicos que han discutido sus resultados con Tao.

Combinación de varias áreas matemáticas

La máquina de agua de Cardona, Miranda, Peralta-Salas y Presas –la primera que existe–, está guiada por las ecuaciones de Euler pero sus soluciones no tienen singularidades. Para su diseño han sido clave diversas herramientas de geometría, topología y sistemas dinámicos desarrolladas en los últimos 30 años.

En concreto, se combina la geometría simpléctica y de contacto y la dinámica de fluidos, con la teoría de ciencias de la computación y la lógica matemática. “Nos ha costado más de un año entender como conectar los diversos cables de la demostración”, concluyen los autores.

Referencia:

R. Cardona et al. “Constructing Turing complete Euler flows in dimension 3”. PNAS 2021.

Fuente: ICMAT
Derechos: Creative Commons.

La Revista Educación Superior y Sociedad cumple 30 años con un análisis del pasado, presente y futuro de la educación superior en América Latina y el Caribe

La Revista Educación Superior y Sociedad (ESS) que edita el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior de América Latina y el Caribe (IESALC) llega a 30 años de dedicación exclusiva divulgando resultados de investigaciones, esta vez publicando su más reciente número con una visión retrospectiva y visionaria de esta actividad académica bajo el título: Tres décadas de investigación en educación superior en América Latina y el Caribe: pasado, presente y futuro.

En su prólogo Francesc Pedró, director de UNESCO IESALC, indica que la ocasión no solo amerita celebrar la labor ininterrumpida de estas tres décadas de trabajo, sino que reafirma el compromiso con la investigación. La editorial de esta edición especial 30 aniversario (Volumen 33, No 1, 2021), a cargo de Norberto Fernández Lamarra, editor general de la Revista, celebra el aporte analítico del pasado y el esbozo de perspectivas futuras para la educación superior en América latina y el Caribe. Por su parte, José Antonio Quinteiro Goris, coordinador de programas de UNESCO IESALC, perfila los antecedentes de la revista incluyendo un balance global de los 30 años de existencia y presencia en los institutos y entidades asociadas a la educación superior.

En las 438 páginas de este reciente número de ESS se muestra la evolución y los retos de la educación superior en la región, así como su visión a futuro, abordada con especial detalle y atención por el equipo editorial y por sus autores en orden de aparición en la publicación: Carlos Alberto Torres, Estela Miranda, Francisco Tamarit, Ana García Fanelli, Cecilia Adrogué, Gloria Mancinelli, Marco Aurelio Navarro Leal, Mario Albornoz, Rodolfo Barrere, Daniela Atairo, Antonio Camou, Enrique Martínez Larrechea, Adriana Chiancone, Angélica Buendía Espinosa, Sylvie Andree Didou Aupetit, Elia Marúm Espinosa. Marilia Morosini. Rosane Carneiro Sarturi, Mônica de Souza Trevisan, Antônio Carlos Minussi Righes, Viviane Martins Vital Ferraz, Ernesto Villanueva, Julián Dércoli y Aritz Recalde, todos académicos procedentes de distintos países de la región de América Latina y el Caribe.

Les invitamos  a disfrutar del contenido completo de esta publicación especial descargándolo desde aquí o leyéndolo directamente en la plataforma de la revista.

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Este miércoles se realizó el pregón del I Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores 2021

En el acto de presentación del Congreso intervinieron el Dr. Gustavo Vega Delgado, rector de la Universidad Internacional del Ecuador -UIDE- , el Dr. José Manuel Castellano Gil, Editor-Jefe de la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina -CES-AL-  y el Dr. Enrique Pozo, rector de la Universidad Católica de Cuenca. El even to fue moderado por Pamela Andrade, Jonnathan Uyaguari y Daniela Quintero.

Este encuentro internacional se realizará del 25 al 29 de octubre de 2021 en modalidad virtual, con el tema: Situación actual y perspectivas de futuro de las Universidades Latinoamericanas y del Caribe.  Los ejes temáticos propuestos buscan fomentar una triple perspectiva: analítica, crítica y constructiva, invitando a todas las áreas de conocimiento (Ciencias Sociales y Humanidades, Ciencias de la Salud y Ciencias experimentales) al abordaje de los principales componentes desde su propia visión disciplinaria.

CONVOCATORIA PARA PONENTES

Dirigida a: estudiantes de pregrado universitario, licenciados y magísteres que hayan obtenido su titulación en los últimos tres años, candidatos a PhD.

Género de los aportes: ensayo científico.

Fechas importantes:

Hasta el 30 de junio de 2021: envío del resumen del ensayo para su aceptación. Se comunicará su resolución siete (7) días después a su recepción.

Hasta el 10 de octubre de 2021: envío del ensayo completo.

Contacto, información y registro:

cijiec2021@gmail.co

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Especialistas debatieron sobre los derechos en riesgo en Ecuador y América Latina

Este miércoles se presenta el I Congreso Internacional Jóvenes Investigadores, octubre 2021

La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina, la Universidad Internacional del Ecuador -UIDE- y la Universidad Católica de Cuenca invitan al acto de presentación institucional del I Congreso Internacional Jóvenes Investigadores, que se celebrará este miércoles 28 de abril a las 11:00 h. a través de Facebook Live (https://www.facebook.com/jose.m.caste) con la participación del rector de la UIDE, Dr. Gustavo Vega, el Editor-Jefe de CES-AL, Dr. José Manuel Castellano, y el rector de la UCACUE, Dr. Enrique Pozo.

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Hasta el 30 de abril se puede responder la II Encuesta Regional sobre Internacionalización de la Educación terciaria en América Latina y el Caribe de la OBIRET

El Observatorio Regional sobre Internacionalización y Redes en Educación Terciaria en América Latina y el Caribe (OBIRET) invita a los responsables de internacionalización y cooperación de las universidades a participar en la II Encuesta Regional sobre Internacionalización de la Educación Terciaria en América Latina y el Caribe. 

La finalidad de esta nueva encuesta es obtener información relevante sobre el estado del proceso de internacionalización de las instituciones de educación superior latinoamericanas y caribeñas, identificando las principales tendencias, fortalezas, riesgos, obstáculos y limitaciones. En esta ocasión, se ha agregado una sección especialmente dedicada al impacto del COVID-19 para el futuro de la internacionalización de la educación superior en nuestra región.

El cuestionario está disponible en el enlace: https://2da-encuesta-obiret.questionpro.com y la fecha límite para responder es el 30 de abril de 2021.

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Sesgos en procesos de selección: así se erosiona la generosidad al evaluar candidaturas

Investigadores de la Universidad de Barcelona y expertos de las universidades de Zúrich y Brown han identificado un sesgo cognitivo que afecta a los procesos de contratación: si los evaluadores puntúan de forma generosa a un participante, actúan con más dureza con los posteriores.

El estudio denomina este sesgo cognitivo como la “erosión de la generosidad”. / Adobe Stock

Si en una entrevista de trabajo o en una evaluación de un examen, una persona recibe una puntuación generosa, los evaluadores no serán tan positivos con los siguientes candidatos y actuarán con más dureza.

Esta es la conclusión a la que ha llegado un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) junto con expertos de las universidades de Zúrich (Suiza) y Brown (Estados Unidos). El trabajo, publicado en Science Advances, identifica un nuevo sesgo cognitivo que afecta a los procesos de evaluación: la “erosión de la generosidad”.

La investigación señala que las probabilidades de aprobar a un candidato disminuyen un 7,7 % por cada persona examinada que haya obtenido una puntuación ‘generosa’

El estudio ha analizado más de 10.000 evaluaciones realizadas a candidatos que van a ocupar un puesto fijo como docente de Primaria y Secundaria de Cataluña. El objetivo, según han indicado los autores, era estudiar cómo afecta a la decisión de los comités evaluadores el hecho de que un candidato ocupe determinada posición en la lista de los examinados.

Los investigadores han considerado que otorgar un 5,00 (el mínimo para aprobar) era un acto de generosidad en tanto que permitía superar la prueba a personas que se encontraban en el límite de hacerlo.

Una vez establecido este parámetro, la investigación muestra que las probabilidades de aprobar a un candidato disminuyen un 7,7 % por cada persona examinada previamente ese mismo día que haya obtenido una puntuación ‘generosa’ de 5,00.

La aversión a la culpa, posible explicación

Los autores proponen algunas explicaciones para esta erosión de la generosidad. Una podría ser la aversión a la culpa: los evaluadores tenderían a ser generosos y aprobarían a candidatos dudosos para evitar el sentimiento de culpa, pero una vez han aprobado varios candidatos con un 5, ya disminuiría ese sentimiento de culpa y juzgarían cada vez con más dureza.

“Hemos visto que el mecanismo que afecta a la nota final no es ni la fatiga, ni el contraste con el candidato anterior, ni la expectativa del jurado, como habían dicho otras investigaciones: es sobre todo la culpa, o la erosión de la generosidad”, explica el investigador de la Facultad de Economía y Empresa de la UB y coautor del artículo, Jordi J. Teixidó.

El trabajo emplea herramientas de la teoría de juegos, propias de las ciencias sociales, para interepretar los resultados de sus análisis

El trabajo, firmado también por la investigadora de la UB Tania Fernández, así como por Marc Lluís Vives (Universidad de Brow) y Miquel Serra Burriel (Universidad de Zúrich), emplea herramientas de la teoría de juegos, propia de las ciencias sociales, para interpretar los resultados de su análisis.

El proceso de selección de los maestros tenía características adecuadas para el estudio, dado que el orden de las personas que se examinaban era aleatorio y que la decisión se tomaba, no de forma individual, sino entre los miembros de un comité, como cada vez es más común en los procesos de selección.

Referencia:

Marc-Lluís Vives, Tania Fernandez-Navia, Jordi J. Teixidó, Miquel Serra-Burriel. «Lenience breeds strictness: the generosity-erosion effect in hiring decisions», Science Advances (2021). DOI: /10.1126/sciadv.abe2045

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.