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Ambigüedades y certezas del 68 francés

Por: Rafael Poch

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Una tarde de invierno de 1972, el sociólogo Jean-Pierre Garnier recibió una llamada del Elíseo. El presidente Georges Pompidou le invitaba a comer para charlar, algo bien extraño teniendo en cuenta que Garnier era un marxista y Pompidou, como Macron, un liberal exejecutivo de la Banca Rothschild. La cita fue en un restaurante de la rive gauche. En un reservado del segundo piso, con la escolta presidencial tomando el piso de abajo. Pompidou quería escuchar la tesis de Garnier sobre el mayo del 68.

Garnier era discípulo del filósofo marxista Michel Clouscard (1918-2009), un crítico acérrimo de Louis Althusser muy hostil al estructuralismo. Para Clouscard, el 68 había sido una contrarrevolución liberal-libertaria encaminada a ocultar la lucha de clases detrás de las cuestiones de género e identidad. Un movimiento que expresaba el ascenso de un nuevo estrato “ilustrado” que, en coalición con la moderna burguesía tecnocrática representada por Pompidou acabaría desplazando del poder a la coalición difusa de resistentes burgueses-conservadores y comunistas que gobernó bajo De Gaulle los “treinta gloriosos” y que había dado lugar al programa del Consejo Nacional de la Resistencia de marzo de 1944, un programa que hoy sería tachado de “izquierda radical”.

Según Clouscard había sido la alianza de aquellas dos Francias la que había dado lugar a la excepción francesa. El 68 la destronaría en beneficio de un nuevo orden de capas medias con desarrollo del sector servicios, de la capa ilustrada y eclosión de la sociedad de consumo. Todo había empezado con el Plan Marshall, decía Clouscard, con la entrada de la ideología made in USA por la vía del consumo, el entretenimiento, la música y el cine, destinado a diluir en la posguerra el poder de los partidos comunistas en países como Francia e Italia, con apoyos del 20% y el 30%, respectivamente. Países con comunistas armados tras su papel en la resistencia y conviviendo con burguesías debilitadas y desprestigiadas por su colaboracionismo.

Música binaria de repetición (rock) matando al jazz, la música popular más sabia; la música pop, que es lo mismo en todos lados, como lo contrario de la música popular; la cultura de masas como lo opuesto a la cultura popular, fabricada desde arriba para el consumo de las clases populares con miras a apuntalar el conformismo, una sociedad permisiva hacia el consumidor y represiva hacia el productor en la que todo está permitido pero nada es posible.

En el 68, Pompidou era primer ministro de De Gaulle. Le explicó a Garnier que el general quería apelar al ejército para desalojar la Sorbonne. Con ese objeto, el 30 de mayo De Gaulle había tanteado al General Jacques Massu, comandante en jefe de las tropas franceses en Alemania en una visita relámpago que le hizo a su cuartel general en Baden-Baden. Pompidou se oponía a toda intervención del ejército. En la comida con Garnier de 1972 el entonces ya presidente escuchó con atención la tesis de Garnier de que reemplazar la lucha de clases por “el combate de los hombres contra las mujeres, los negros contra los blancos, los jóvenes contra los viejos, los hutus contra los tutsi y los corsos contra los franceses” era algo mucho más conveniente para el capital.

“La nueva capa ilustrada quedaba fuera del poder y en mayo de 1968 reclamaba su lugar. Los más excitados crean partidos de extrema izquierda, grupúsculos trotskistas, maoístas, anarquistas y se meten con el gobierno y la V República, los más radicales hasta con el propio capitalismo”, explicaba Garnier. “Cuando les hablé de la irresistible ascensión de la pequeña burguesía intelectual, me dijeron ‘es el mismo análisis que hicimos nosotros cuando había que decidir si teníamos que desalojar la Sorbonne por el ejército’”. Pompidou y sus fontaneros tecnócratas explicaron a De Gaulle que aquello no sería una solución realista, que todos aquellos excitados que enarbolaban banderas rojas, hoces y martillos y retratos del Che eran «la futura élite de nuestro país y que no debía dispararse sobre nuestra futura élite….”

Contemplando nuestro actual panorama definitivamente americanizado, en el que todo parece reducirse a género e identidad, con lo social y lo económico tan eclipsado pese a los retrocesos en curso y el avance en explotación, ese balance da que pensar.

Tiene razón Josep Fontana cuando observa que “todos los movimientos iniciados en aquel año acabaron en el fracaso: el intento de establecer un socialismo de rostro humano en Praga, los movimientos estudiantiles en Alemania, Italia, Francia y Polonia, las protestas contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos…”. De todos ellos, el más trágico fracaso –porque era el más consistente– me parece el de Praga. Si el bloque del Este (socialismo + dictadura) hubiera disminuido su segundo componente logrando hacerse más atractivo, habría creado serios problemas a su síntesis adversaria en Europa (capitalismo + democracia). Al lado de las simplezas sobre la playa bajo los adoquines, aquello habría sido algo más que poesía.

Respecto al peligro de que las ideas liberadoras de los estudiantes prendieran en movimientos sociales de masas, rápidamente se encontraron maneras de conjurarlas. Una de ellas fue la violencia. El asesinato de sus líderes, Martin Luther King y Robert Kennedy en Estados Unidos, el atentado que eliminó a Rudi Dutschke en Alemania, así como la aparición de toda una serie de sospechosos “grupos armados” fuertemente infiltrados, si no propiciados desde el principio por la policía (la tesis sugerida por Boby Baumann, fundador del menos demencial de ellos, el Movimiento 2 de junio), particularmente en Alemania (Fracción del Ejército Rojo) e Italia (Brigadas Rojas).

En todos esos países el sistema se comió el 68 juvenil (nunca en el mundo la mayoría de la población había sido tan joven) mientras la sociedad de consumo se frotaba las manos ante la aparición de la juventud como grupo social independiente, lo que hizo el agosto en ramas enteras de la industria; discografía, higiene, moda, cosmética…

Como explica Hobsbawm, el resultado general de toda aquella “revolución cultural” fue el triunfo de lo individual sobre lo social.

Al mismo tiempo, por más que en la conmemoración del 68 el establishment mediático francés haya puesto por delante toda la ambigüedad de aquella “revolución de las costumbres”, no hay que olvidar lo que se ha querido ocultar con ello: la mayor huelga general de la historia de Francia, que paralizó el país y obligó al gobierno y al empresariado a negociar con el resultado de un incremento del 30% del salario mínimo, un aumento salarial general del 10%, acuerdo interprofesional sobre la seguridad en el empleo, sobre formación profesional, cuatro semanas de vacaciones pagadas, subvenciones de maternidad, límites a la duración máxima del trabajo, prejubilaciones con el 70% del salario, derecho de los emigrantes a participar en las elecciones profesionales, prohibición del trabajo clandestino, refuerzo del subsidio de paro, derecho a la actividad sindical en la empresa…. Mucho de todo eso está siendo destruido ahora por Macron.

Como ha explicado Thomas Guénolé, insistiendo en la “revolución de las costumbres” se oculta la lección básica de todo aquello: si mañana nuestras élites dejan de trabajar, no pasa nada, se puede cambiar de élite. En cambio, si la mayoría social, si el pueblo, deja de trabajar y se pone en huelga, una huelga masiva y general, las élites no pueden cambiar de pueblo, así que tienen que negociar y aceptar lo que se les exige.

Fuente original: http://ctxt.es/es/20180516/Politica/19634/Mayo-68-Francia-revolucion-costumbres-mejoras-sociales.htm

Hollande abre la puerta del Elíseo a los “Cascos blancos”, ovacionados en la Asamblea Nacional

La posición francesa en Siria, cada vez más marginal y menos comprensible

Por: Rafael Poch
La Vanguardia

Francia reafirmó la pasada semana su compromiso y apoyo a los adversarios del régimen sirio, cuando su presidente, François Hollande, recibió en el Elíseo a Rahed Al Saleh, presidente de la organización “Cascos blancos” y cabeza de una delegación civil de rebeldes del sector oriental de la asediada ciudad de Alepo. Al Saleh y su delegación fueron recibidos, y ovacionados, en la Asamblea Nacional entre el escepticismo de varios diputados que han visitado Siria en los últimos meses.
“Lo que pasa en Alepo con los bombardeos incesantes del régimen y sus sostenedores es inaceptable e intolerable, haré todo lo posible para que la tregua sea prolongada”, dijo Hollande en la recepción, poco antes de salir para Berlín a reunirse con el “grupo de Minsk”, donde pensaba abordar la cuestión siria con el presidente ruso, Vladimir Putin. Las diferencias entre París y Moscú sobre Siria, intercambiándose vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU, anularon esta semana una visita de Putin a París.

Una nota del Elíseo explicaba que, “el papel de la sociedad civil es fundamental para denunciar la situación de Alepo, las violaciones del derecho internacional y humanitario y la implicación directa de Rusia”, cuya intervención militar al lado del gobierno sirio ha dado un vuelco a la situación y frustrado, de momento, el proyecto de cambio de régimen en el país auspiciado por los países del Golfo y las potencias occidentales, con Estados Unidos y Francia en primer lugar, maltrecho proyecto que se superpone y al mismo tiempo arropa la revuelta contra el régimen de Bashar El Assad.

Humanitarios-yihadistas

La organización de Al Saleh, que solo actúa en zonas controladas por los yihadistas, “gestiona 121 centros y una red de 3000 voluntarios, ha salvado la vida de más de 60.000 personas y desempeña el papel de observador imparcial sobre el terreno”, explicaba la nota informativa del Elíseo.

En abril, Estados Unidos negó la entrada en su territorio a Al Saleh, devolviéndolo en el mismo avión a Turquía por considerarlo un islamista radical. El portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, confirmó recientemente ese informe, sin conseguir aclarar por qué, al mismo tiempo, organizaciones estadounidenses como USAID -históricamente vinculada a la desestabilización de regímenes adversarios por la CIA- y otras, subvencionaron al peligroso y no deseado Al Saleh con 23 millones de dólares. El secretario de exteriores británico, Boris Johnson, también ha confirmado la financiación de su país a los Cascos blancos de Al Saleh con 65 millones de libras.

La comparecencia del Presidente de los “Cascos blancos” en la Asamblea Nacional francesa fue contestada por varios diputados que le preguntaron por esa financiación. “¿A quien representan ustedes verdaderamente?, ¿Quién les financia?, ¿No es su presencia aquí una manipulación?”, preguntaron los diputados de la derecha Jacques Myard y Pierre Lelouche. En su respuesta, Al Saleh mencionó a Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Holanda y Dinamarca, pero no a Francia, entre sus financiadores.

El “buen trabajo” de la filial de Al Qaeda

Desde el principio del conflicto sirio, Francia estuvo proporcionando armas y medios al Frente Al Nusra, una filial de Al Qaeda de la que el entonces ministro de exteriores francés, Laurent Fabius, afirmó que “hace un buen trabajo”, recuerda Claude Goasguen, un ex ministro y actual diputado importante de Los Republicanos. “Los rebeldes recuperaron para Al Qaeda las armas entregadas por Francia”, explica este veterano político conservador. Los últimos mensajes electrónicos de Hillary Clinton divulgados por WikiLeaks confirman en palabras de la actual candidata a la presidencia de Estados Unidos el secreto a voces de una, “financiación clandestina y ayuda logística en apoyo del Estado Islámico y otros grupos sunitas radicales en la región” por parte de Arabia Saudí y Qatar.

Los correos de Clinton divulgados por WikiLeaks no hacen sino confirmar, a su vez, la declaración pública del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la conferencia que pronunció en la Universidad de Harvard en octubre de 2014: el régimen saudí, con otros países del Golfo y Turquía, “han puesto centenares de millones de dólares y decenas de miles de toneladas de armas en manos de cualquiera dispuesto a combatir contra Assad”, dijo Biden.

“Somos el aliado incondicional de Arabia Saudí”, dice en París el diputado Goasguen.

Disneylandia

La utilización propagandística de organizaciones no gubernamentales, supuestas o reales, en conflictos y operaciones de cambio de régimen, tiene una larga historia reciente, desde Yugoslavia, hasta Ucrania, pasando por Georgia y otras ex repúblicas soviéticas. Los “Cascos Blancos” de Siria han estado en el centro de una de esas acciones cuyo objetivo reciente, y frustrado, fue la campaña en pro del Premio Nobel de la Paz 2016. En la campaña participaron desde actores de Hollywood como George Clooney, Ben Affleck y Justin Timberlake, hasta potentes lobys atlantistas y medios qatarís como el canal Al Jazira y el diario Al Arabi Al Jadid-New Arab con sede en Londres. El Premio Nobel fue finalmente concedido al Presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

La apertura de las puertas del Elíseo a los “Cascos Blancos”, “es una especie de protesta de Francia contra su exclusión de la conferencia de Lausana sobre Siria, el pasado 15 de octubre”, explica Rene Naba, experto francés en Oriente Medio y editor de la web Madaniya. “Rusos y americanos excluyeron a los europeos de las negociaciones de paz para no dificultar la búsqueda de un acuerdo sobre Siria”, explica Naba. Ahora, Kerry irá el sábado y el domingo a Londres para informar a los europeos de los resultados de las negociaciones con los rusos. Reino Unidos, Alemania y Francia son ahora designados “países afines” por su afinidad con la guerra de Siria. “Al principio de la guerra ese grupo se llamaba “grupo de amigos de Siria” y tenía 105 miembros”, recuerda este experto, sugiriendo lo mucho que ha cambiado la situación.

Incoherencias

Francia tiene una posición muy frágil hacia Siria. Por un lado aquellos que su ministro de exteriores definía no hace mucho como factores de “un buen trabajo” estuvieron directa e ideológicamente relacionados con los autores de la matanza de periodistas y dibujantes en la redacción de Charlie Hebdo en enero del año pasado. Por otro, Francia critica los bombardeos de Rusia en Alepo Este, sin que nunca haya manifestado la menor objeción por el bombardeo del otro sector de la ciudad, menos intenso pero continuo y también con goteo de víctimas civiles, y aún menos durante los combates en Irak en la ciudad de Falluya, donde se emplearon armas y medios tanto o más destructivos que en Alepo y que dejan inquietantes secuelas genéticas para las futuras generaciones. La propia Francia lleva meses bombardeando en Irak con su aviación.

Analogías inconvenientes

El Presidente Hollande tiende a adjudicar a su adversario el Assad el monopolio de los 300.000 muertos (la cifra que mencionó ayer en el Elíseo) de esta cruel y devastadora guerra con múltiples responsabilidades, incluidas rusas, pero casi todas derivadas de la intentona del “nuevo orden” de George W. Bush en la región, ignorando los estimados 65.000 soldados del régimen caídos en la guerra civil inducida, así como las muertes civiles de partidarios de Assad, o de los muchos indiferentes y no alineados en el conflicto, en múltiples bombardeos y atentados de los “rebeldes”.

Toda esa manifiesta incoherencia puede hacerse ahora más complicada que nunca con el inicio de las operaciones militares contra Mosul, donde hay muchos más civiles que en sector oriental de Alepo y donde quienes dirigen la artillería son militares franceses, mientras la aviación se reparte entre Estados Unidos, Francia y otros. En ese sentido, suena muy significativa la afirmación publicada en su edición de hoy por el diario Le Monde, descalificando, por inconveniente, “la analogía entre los bombardeos de ambas ciudades”. Eso es, “un recurso de quienes apoyan a Vladimir Putin”, dice cándidamente ese diario que hace cuarenta años aún ofrecía una visión francesa del mundo diferente de la atlantista.

Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/10/19/la-posicion-francesa-siria-vez-mas-marginal-menos-comprensible-80820/

Siria: Propaganda, peligros y responsabilidades

Por: Rafael Poch
La Vanguardia

Solo la acción de una poderosa máquina de tergiversación impide que toda esta loca carrera belicista en la que los nuestros tienen la mayor responsabilidad, sea un obvio y manifiesto escándalo para la opinión pública occidental.

Francia ha vuelto a enfriar sus relaciones con Rusia a causa del veto ruso, en el Consejo de Seguridad de la ONU, a la propuesta francesa de prolongar el acuerdo de alto el fuego en Siria. Dicho acuerdo fue invalidado por el ataque aéreo “por error” contra fuerzas gubernamentales sirias por parte de la aviación de Estados Unidos, en Deir-el-Zor, el 17 de septiembre.
Uno de los peligros de estas guerras por actor interpuesto es que se registren enfrentamientos directos accidentales entre las potencias (nucleares) que tienen detrás, lo que puede degenerar en tensiones mayores de tanto riesgo como las que la guerra fría conoció en sus peores momentos. Lo inquietante de aquel ataque no es solo si entre los 60 muertos y más de 100 heridos había también algunos consejeros militares rusos. Si Moscú ha ocultado ese dato, sería una señal de un miedo más que razonable a que la cosa pase a mayores… Pero hay otra cosa.

Aquel ataque “erróneo” por parte de la fuerza aérea de Estados Unidos podría confirmar los informes de que el Pentágono estaba muy descontento con las condiciones del alto el fuego pactadas entre los ministros de exteriores Sergei Lavrov y John Kerry, pacto que incluía una coordinación militar con las fuerzas rusas que enfureció al Pentágono. Si eso es así, el cuadro que resulta se parece mucho a una especie de motín de los militares de Estados Unidos en contra de la política de su propio gobierno. Es mucho más interesante y grave que los “tocamientos” de Donald Trump, pero no ha sido tema.

Los medios de comunicación occidentales no han escarbado en este aspecto, pese a que las acciones militares “erroneas” tienen tradición. En 1999 esa fue la explicación de la bomba americana que entró por el balcón de la embajada china en Belgrado, destruyendo el edificio y matando a varios funcionarios chinos. La embajada albergaba secretamente parte del sistema de transmisiones del ejército serbio, pero las partes decidieron cubrir el asunto con la tesis del “error”. Ni a chinos ni a americanos les interesaba una escalada por aquello. Ahora tampoco a los rusos les interesa reconocer víctimas propias en aquel ataque, que permitió al Estado Islámico entrar en la ciudad y realizar una matanza antes de ser de nuevo rechazados por los gubernamentales.

Tal acción sitúa, en este caso concreto, a las fuerzas de Estados Unidos como ayudantes del Estado Islámico, su declarado enemigo, al que los amigos del Golfo(Arabia Saudí y Qatar) proporcionan, “apoyo logístico y financiero” con el conocimiento de Washington, tal como demuestran los correos de Hillary Clinton de 2014 recién divulgados por WikiLeaks. Y aún menos interesa mostrar el nivel de autonomía e insubordinación que el Pentágono puede mostrar desafiando a su gobierno, algo que el Presidente Obama ha experimentado personalmente durante su mandato en diversas ocasiones.

Dos días después del ataque “erroneo”, el 19 de septiembre, un convoy de la ONU con ayuda humanitaria para Alepo fue atacado a su vez con el resultado de 21 muertos y 18 de los 31 camiones destruidos. Rusia fue acusada por ello. El 12 de octubre el Presidente Putin desmintió tal acusación y señaló a “grupos terroristas”. La mentira forma parte de la política de las potencias y Moscú la practica. Una de sus mentiras más probables es la de continuar negando su responsabilidad en el derribo del vuelo MH17 en territorio ucraniano, el 17 de julio de 2014. Aquello tiene toda la pinta de haber sido un error criminal, agravado por el desmentido y la cínica y activa política de disimulo practicada a su alrededor. Pero del ataque al convoy de la ONU del día 19, lo menos que puede decirse es que no beneficia a los gubernamentales sirios ni a los rusos. Una vez más, cabe la posibilidad del “error criminal”, pero lo interesante es la diferente fijación mediática que ambos sucesos han merecido.

El ataque del día 17 en Deir-el-Zor no se ha problematizado particularmente, mientras que el de dos días después focalizó la atención sobre la responsabilidad criminal de Moscú. Algo parecido ocurre con la batalla de Alepo.

Las fuerzas gubernamentales, ayudadas por la aviación rusa, están batiendo allí a las fuerzas (fundamentalmente yihadistas) movilizadas por Occidente y los amigos del Golfo para el cambio de régimen en Siria. Lo más probable es que los gubernamentales consigan en las próximas semanas una victoria fundamental, haciéndose con el conjunto de la ciudad antes de que en Washington una nueva administración belicosa tenga tiempo de reaccionar incrementando aún más la tensión.

En Siria no hay buenos y malos, pero hay diferentes grados de responsabilidad que, una vez más, la intensa propaganda mediática occidental (recuerden los engaños de Yugoslavia, Irak y Libia, entre otros) invierte al apuntar en exclusiva a el Assad y a Putin.

Repitámoslo una vez más: desde el punto de vista del hegemonismo occidental, el crimen de Putin, tanto en Ucrania como en Siria, es oponerse militarmente a las operaciones de cambio de régimen. Eso sienta un precedente y un ejemplo muy peligroso en el contexto del pulso fundamental del mundo actual: la tensión entre el hegemonismo occidental y la potencia de las nuevas fuerzas emergentes de los Brics. Es el cuadro de los imperios combatientes. Lo demás son minucias.

En Siria aparecen los mismos recursos a onegés, “cascos blancos” y “observatorios de derechos humanos” al servicio y a sueldo del cambio de régimen, y los mismos medios de comunicación y propagandistas sacando a relucir Sarajevo, Grozny y hasta Guernica, pero no Gaza, Faluya o Mosul.

Lo que se está preparando en Mosul, el bombardeo con aviación y artillería de una gran ciudad llena de civiles no es muy diferente de Alepo. En ambos casos los asediados parapetados en medio de la población civil son los que mataron a los periodistas de Charlie Hebdo y estrellaron aviones en Nueva York (vinculados Al Qaeda) y ametrallaron las terrazas de París (vinculados al Estado Islámico). La diferencia está en quienes bombardean: la artillería contra Mosul es francesa, no de Assad, y la aviación fundamentalmente de Estados Unidos, no de Rusia.

Solo el trabajo y el dinero de una poderosa máquina de tergiversación propagandística impide que toda esta loca carrera belicista en la que los nuestros tienen la mayor responsabilidad, sea un obvio y manifiesto escándalo para la opinión pública occidental. La pregunta que debería estar en el centro debería ser: ¿Quién es el principal responsable de tantas víctimas humanas y de tanto peligro regional (Europa oriental, Oriente Medio, Mar de China meridional) y global en el mundo de hoy?
Para evitar una peligrosa catástrofe, el paso de la lógica del hegemonismo a la lógica de la multipolaridad y el multilateralismo al que una iniciativa rusa (la Perestroikagorbacheviana, lo que se conoce como “el fin de la guerra fría), abrió la puerta hace un cuarto de siglo, se está haciendo cada vez más urgente.

Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/10/15/siria-propaganda-peligros-y-responsabilidades-72465/