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Una metodología en la que toda mentira vale

Por: Rodolfo Bueno

En 1078, San Anselmo de Canterbury expuso en el Proslogion el primer argumento ontológico cristiano. Definió a Dios como “aquel del que nada más grande puede ser pensado”, que debe existir incluso en la mente de quien lo niega; por lo tanto, si el ser mayor posible existe en la mente, se debe concluir que también existe en la realidad. La esencia del argumento ontológico consiste en que demuestra la existencia de Dios a partir del concepto de Dios, o sea, su existencia es un componente de su esencia.

Santo Tomás de Aquino rechazó la tesis ontológica con el argumento de que los seres humanos no pueden conocer la naturaleza de Dios, cuya existencia se puede llegar a percibir con el uso adecuado y lógico de la razón. En la escolástica de santo Tomás, el pensamiento se enmarca en estructuras rígidas, en las que el intelecto se somete a la fe que, finalmente, revela la verdad. Así, de esta manera, el conocimiento filosófico se somete a la teología y se aleja de la ciencia.

En 1637, el filósofo francés René Descartes escribe el Discurso del método, obra en la que desarrolla la manera correcta de razonar para buscar la verdad en las ciencias y que constituye el pilar básico del pensamiento filosófico de Occidente. Se trata de un tratado moderno de filosofía que establece el valor de la matemática, rompe con el medioevo y configura un mundo nuevo y actual, que plantea la necesidad de la investigación libre, lejos de la enseñanza escolástica que a Descartes le impartieron en las universidades y cuya inutilidad critica. Para lograr él mismo el conocimiento verdadero, Descartes reprueba el saber de su época, exceptuando la matemática, y pone en duda lo que ha aprendido a lo largo de su vida, luego de lo cual concluye que la verdad se encuentra en uno mismo.

Esto permite suponer que si durante la Edad de las Tinieblas, cuando vivió san Anselmo, una idea tan aceptada por el hombre, como la de Dios, para que sea sustentada requirió del pensamiento racional y lógico; si Descartes, para encontrar la manera correcta de razonar y así buscar la verdad, debió desarrollar un método; si para defender sus ideas, los grandes pensadores de Occidente crearon la dialéctica y demás formas de raciocinar, es razonable pensar que algo semejante pase en la actualidad. Pero no, aunque parezca mentira, hoy esto no es así. Para engatusar a la opinión pública mundial, las grandes corporaciones informativas usan un método fantasioso, más obstruso que los dogmas escolásticos del medioevo.

Así, la CIA emite una moneda para conmemorar su victoria en Playa Girón, que fue en realidad su primera derrota en Latinoamérica; los países del Grupo de Lima, junto con EEUU, reconocen como presidente de Venezuela al impostor Juan Guaidó y le dan su total apoyo; el Ministro de Defensa de Colombia acusa a Rusia de causar el levantamiento popular en su país; EEUU culpa a China de haber provocado la pandemia del coronavirus; los políticos de Occidente dictan cátedra sobre una democracia que jamás han practicado; la UE inculpa a Rusia de agresión por movilizar sus tropas dentro de su propio territorio; el Presidente Biden predica sobre los derechos humanos, que el mundo debe observar, cuando en su propio país no los respetan para nada; juntos, EEUU y UE, castigan a Bielorrusia, por hacer caso a una llamada de alerta enviada desde Suiza… Para colmo de los colmos, en Ecuador se evita que el pueblo se entere de otra versión de estos eventos, clausurando la emisión de TeleSur.

De tanto infundio mencionado, se va a analizar sólo uno: El aterrizaje de emergencia en Minsk, la detención de un opositor bielorruso y la ola de críticas y sanciones desatadas por parte de Occidente. ¿Qué pasó en realidad?

El 23 de mayo, un avión de la aerolínea Ryanair, que volaba de Atenas a Vilna, hizo un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Minsk. La decisión fue tomada por el piloto del avión de Ryanair luego de que un controlador aéreo del aeropuerto de Misks le recomendara aterrizar, porque el servicio de seguridad de dicho aeropuerto había recibido un correo electrónico que advertía sobre la existencia de una bomba en esa aeronave; el piloto preguntó cuál era la fuente del aviso de la bomba y el controlador aéreo le respondió que un correo electrónico recibido por el servicio de seguridad del aeropuerto. Bielorrusia envió un MiG-29 para que escoltara el vuelo hasta Minsk y publicó la transcripción de esa conversación.

El aviso de bomba resultó falso, pues en el avión no se encontró ningún artefacto explosivo. Vesna, ONG bielorrusa de derechos humanos, informó sobre la detención de Román Protasévich, fundador del canal opositor Telegram Nexta, que se encontraba a bordo del avión; a Protasévich, el KGB de Bielorrusia lo había incluido tiempo atrás en el registro de personas vinculadas a actividades terroristas y lo había acusado de varios delitos, uno de ellos, la organización de disturbios luego de la victoria de Alexandr Lukashenko en las elecciones presidenciales de 2020, lo que le podría acarrear una condena de hasta 15 años de cárcel. Protasévich se declaró culpable de haber organizado dichas protestas, que son una herramienta de presión política y dijo “que las sanciones son necesarias para que la economía de Bielorrusia se desplome lo antes posible. Y si la economía se desploma, la gente saldrá a las calles. Serán revueltas provocadas por el hambre. Y esto, básicamente, es uno de los objetivos de las sanciones económicas que se siguen imponiendo”.

Por su parte, Gitanas Nauseda, presidente de Lituania, pidió que Protasévich sea liberado inmediatamente; el Ministro de Exteriores de Grecia calificó el aterrizaje del avión de Ryanair en Minsk de acto de piratería aérea y recalcó la importancia de defender la democracia, la prevalencia de la ley y los derechos humanos; Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, expresó: “Cualquier violación de las reglas internacionales sobre el transporte aéreo debe acarrear consecuencias”; Joseph Borrell, jefe de la diplomacia europea, anunció que el Consejo Europeo examinará las acciones de Bielorrusia; Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, indicó que el incidente no quedará sin consecuencias; David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo, exigió que las autoridades bielorrusas expliquen por qué el avión aterrizó en Minsk y por qué detuvieron a Protasévich; Svetlana Tijanóvskaya, excandidata a la presidencia de Bielorrusia, exigió que la Organización Internacional de Aviación Civil tome medidas, incluyendo la exclusión de Bielorrusia de la entidad.

Todos argumentan prácticamente lo mismo, como si se tratara de un monólogo que ya han ensayado muchas veces antes y lo conocen al dedillo. Ninguno sigue el consejo de Descartes de no admitir nada como verdadero sin tener la evidencia de que asimismo es; de analizar todas las partes posibles de un hecho, que este análisis debe ser integral, sin omitir nada, y dudar de todo para llegar al verdadero conocimiento.

En cambio, para María Zajárova, portavoz de la Cancillería de Rusia: “Es impactante que Occidente califique de ‘impactante’ lo sucedido en el espacio aéreo de Bielorrusia”. Recordó que en 2013, Occidente no se mostró sorprendido después de que la aeronave del expresidente Evo Morales, que regresaba de Rusia, debió realizar un aterrizaje forzoso en Austria, porque EEUU pidió revisar el avión pues sospechaba que Edward Snowden se encontraba a bordo. Sobre el mismo tema, el Presidente Putin recordó que a Evo Morales “le pidieron que se bajara del avión y lo registraron. El avión de un jefe de Estado. Nadie lo recuerda, como si nunca hubiera sucedido. Pero sucedió. Y por cierto, los aterrizajes forzosos tuvieron lugar más de una vez, y no sólo con el avión de este presidente”.

Alexánder Lukashenko, presidente de Bielorrusia, declaró que Occidente reaccionó demasiado rápido, que apenas el avión aterrizó en Minsk empezaron las acusaciones de Occidente y las prohibiciones de vuelo. “Si no les gusta volar a través de una Bielorrusia segura, que vuelen allí donde murieron 300 personas”, se refería al derribo del Boeing 777 de Malaysia Airlines en el este de Ucrania en 2014. Indicó que enemigos de dentro y fuera del país han cambiado de métodos, pasaron de atacar al Estado a organizar disturbios para estrangularlo. Luego se preguntó: “¿Por qué el capitán decidió aterrizar en Minsk, cuando se quedaban unos 70 kilómetros hasta Vilna? ¿Por qué nadie quiso recibir el avión cuando informamos sobre los explosivos colocados: ni Vilna, adonde estaba volando, ni Varsovia, ni Leópolis ni tampoco Kiev. ¿Tenían miedo de responsabilidad? ¿O alguien realmente necesitaba que aterrizara en Minsk?” En las respuestas a estas preguntas se agazapan los verdaderos responsables.

Por eso, para que exista una real democracia es necesario que el gran capital no tenga la posibilidad de fabricar mentiras, de corromper periodistas y escritores, de comprar intelectuales, que ilusionen al cándido sobre las bondades del capitalismo, con lo que en realidad adquieren una patente de corso para explotar sin misericordia al pueblo y que unos pocos disfruten de lujos inimaginables mientras millones de personas viven en la pobreza más abyecta. A buena hora, las campanas doblan por el fin del capitalismo.

Nos alcanzó el futuro

Por: Rodolfo Bueno

La civilización actual es fruto de los últimos 200 años aproximadamente y se caracteriza por el elevado consumo de recursos naturales, que hace factible, en las condiciones más extremas, habitar el planeta en toda su extensión: los polos, los desiertos, bajo el agua e incluso el cosmos. Antiguamente, y a lo largo de milenios no era así, el hombre formaba parte de la naturaleza, o sea, se levantaba con el Sol, se acostaba con la Luna y empleaba para vivir la fuerza de los animales, del agua, del aire y la suya propia. En ese entonces, la naturaleza era limpia, los peces y los animales salvajes abundaban y los bosques rodeaban a nuestros antepasados.

La civilización actual es autodestructiva debido a su accionar depredador, que niega las leyes de la vida y el sentido común. Para mantenerse y desarrollarse necesita de recursos naturales, riquezas que los grandes monopolios se apropian a como dé lugar y las explotan sin límite en un planeta limitado, con lo que su colapso se vuelve inevitable, pues es insostenible el adelanto basado sólo en el crecimiento material, que consume los bienes naturales por encima de su capacidad de reposición.

Se agota el petróleo y el gas natural, los recursos energéticos de mayor importancia actual. El problema de cómo resolver este problema es crucial para toda la sociedad y la solución es encontrar una fuente de energía inagotable, limpia, segura y sin efectos negativos, que cubra las necesidades de la humanidad sin destruir el medio ambiente ni robar el futuro a las generaciones por venir; algo semejante a la energía que de manera permanente e inagotable nos brinda el Sol.

El átomo está compuesto de un núcleo de protones, de carga eléctrica positiva, y neutrones, que carecen de carga eléctrica. Fuerza nuclear fuerte es aquella que en el núcleo mantiene unidos a protones y neutrones. Alrededor del núcleo orbitan los electrones, de carga negativa.

La fusión nuclear es un proceso en el que los núcleos de dos átomos livianos se unen para formar un átomo de núcleo más pesado; en cada fusión nuclear se libera grandes cantidades de energía, llamada termonuclear. Con el fin de conseguir la fusión nuclear de dos átomos hay que superar la fuerza nuclear fuerte, o sea, la fuerza de repulsión mutua que ejercen los protones de dos núcleos. Sólo si ambos núcleos se acercan lo suficiente, pueden superar esta repulsión y liberar la energía de la fuerza nuclear fuerte, que mantenía unido al núcleo.

Esto se logra si los núcleos chocan a gran velocidad y la temperatura del reactor se eleva entre los 100 y 150 millones de grados, mayor a la del núcleo solar y superior a la que puede resistir cualquier material conocido. A esas temperaturas, los átomos se mueven a una velocidad tal que provocan la separación de núcleos y electrones, que ahora circulan libremente por ya no estar unidos por la fuerza eléctrica que los unía.

La materia en este estado se llama plasma, tiene la apariencia de un gas líquido, es poco densa y no tiene forma ni volumen estables. Si se calienta un gas a altas temperaturas, se puede obtener plasma. Para conservar estas altas temperaturas, se debe evitar que el plasma roce con las paredes del reactor, lo que causaría pérdida de temperatura. El plasma puede ser controlado si se manipula un campo magnético.

En la actualidad, la energía nuclear se obtiene en las centrales nucleares mediante procesos de fisión -método contrario a la fusión-, en el que un núcleo pesado se divide para producir otros más ligeros. La fisión requiere de combustibles escasos como el uranio, produce desechos radioactivos y, además, a diferencia de la fusión, genera una reacción en cadena que puede provocar una explosión nuclear. En cambio, si a un reactor de fusión no se le suministra energía, cesa la reacción. Esto implica que la energía de fusión es mucho más segura que la de fisión.

Los físicos Ígor Tam y Andréi Sájarov, sobre la base de las ideas de Oleg Lavrentiev, idearon en los años 1950 el reactor Tokamak, acrónimo ruso de “cámara toroidal con bobinas magnéticas”, que evita que las partículas del plasma choquen contra las paredes del reactor termonuclear. En el Instituto de Energía Atómica Kurchátov de la Academia de Ciencias de la URSS, la principal institución de investigación y desarrollo en el campo de la energía nuclear, se fabricaron en 1956 los primeros sistemas de fusión Tokamak. El primer reactor termonuclear Tokamak para la fusión de partículas de plasma consistía en una cámara con la forma de un cilindro anular toroide, semejante a una rosquilla, en su interior había hidrógeno y un dispositivo eléctrico que por fuertes descargas ionizaba el gas hasta llevarlo al estado plasmático.

Con la finalidad de que no tocase las paredes del Tokamak, desde el exterior el plasma era guiado por un campo magnético helicoidal, generado por potentes electroimanes, en el que el plasma seguía las líneas magnéticas como si fuera conducido en un carril.

Poco después de la victoria soviética en la Batalla de Stalingrado, el 11 de febrero de 1943 fue fundado el Instituto Kurchátov para la Energía Atómica; el desarrollo de las armas nucleares fue su propósito inicial. Tres años después, en las afueras de Moscú, un equipo dirigido por el físico Ígor Kurchátov logró la primera reacción nuclear en cadena fuera de EEUU. Hasta el año 1955, el instituto Kurchátov era conocido como Laboratorio Número 2 de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética.

La mayoría de los reactores nucleares soviéticos fueron diseñados en este instituto y, desde 1955, es el centro para importantes trabajos científicos experimentales en los campos de la fusión nuclear y la física del plasma. En noviembre de 1991, el instituto Kurchátov se transformó en un Centro Científico del Estado y quedó subordinado al gobierno ruso. En febrero de 2005, Mijail Kovalchuk fue nombrado director del instituto y desde el 2015 es su presidente. A partir de febrero del 2007, el Instituto Kurchátov coordina en Rusia los trabajos en el campo de la nanotecnología.

Este instituto nació con un objetivo estratégico que era necesario alcanzar para la supervivencia del país”, afirma Mijail Kovalchuk. Este hito se alcanzó en agosto de 1949, cuando la Unión Soviética detonó su primera bomba atómica. Al lado del reactor, con el que comenzó la historia nuclear soviética, Kovalchuk explica los avances científicos impulsados por el temor de ser aniquilados: “En 1954 se comenzó a emplear la energía nuclear para producir electricidad, luego llegaron los submarinos nucleares y todo tipo de proyectos de investigación básica. Ahora somos los líderes en rompehielos atómicos”.

El 18 de mayo del 2021 comenzó a funcionar en Rusia el reactor de plasma Tokamak Т-15MD, que no tiene análogos en el mundo y proveerá al planeta con energía limpia, prácticamente inagotable. Es el primer reactor termonuclear de este tipo construido en Rusia en los últimos 20 años. Durante la ceremonia de inauguración, que contó con la participación de Mijail Mishustin, primer ministro ruso, Mijail Kovalchuk explicó que “los estudios del plasma permitirán crear motores de plasma para la exploración de la Luna, Marte y otros planetas y que este negocio ofrece hoy otras tecnologías de plasma: procesar materiales y crear nuevos materiales”.

Según Mijail Kovalchuk, el Tokamak Т-15MD está diseñado para utilizar la fusión nuclear como fuente de energía ilimitada y su singularidad radica en su combinación de alta potencia y dimensiones compactas. Lo que ha sido posible gracias a varias tecnologías desarrolladas por el Centro de Investigación del Instituto Kurchátov”.

El Tokamak Т-15MD es parte del gigantesco Reactor Experimental Internacional Tokamak, ITER. El 24 de mayo del 2006, los siete socios de este proyecto, Rusia, UE, EEUU, China, Japón, Corea del Sur e India, firmaron en Bruselas el acuerdo internacional para el megaproyecto de reactor de fusión internacional, que usa el diseño Tokamak y que se construirá en Cadarache, en el sureste de Francia.

El reactor de plasma del ITER, que pesa 23.000 toneladas y será albergado en un edificio de 60 metros de altura, es la máquina de mayor complejidad ideada por el hombre, además es una tarea muy complicada y costosa, porque es difícil lograr que los reactores de fusión produzcan más potencia térmica que la que consumen. Sin embargo, el proyecto ITER demostrará que el Tokamak de fusión es viable científica y técnicamente, porque su producción térmica se estima en 500 megavatios de electricidad y su consumo, en cerca de 300. Se estima que para el 2040, el proyecto de investigación ITER estará terminado por completo y experimentalmente probará la factibilidad de crear centrales de fusión industrial en cualquier lugar del mundo.

Entre tantas malas noticias, como nunca abundantes en la actualidad, es reconfortante la de la creación del Tokamak Т-15MDl, que hace realidad el proyecto ITER, lo que demuestra que en política es mejor la colaboración que la confrontación. Unámonos para salvar a la especie humana.

9 de Mayo de 1945, final de la Gran Guerra Patria

Por: Rodolfo Bueno 

El 9 de mayo de 1945 finalizaron la Segunda Guerra Mundial y la Gran Guerra Patria, conflictos que se desarrollaron en lo fundamental en el frente soviético-alemán, donde se libraron las más importantes y decisivas batallas que resquebrajaron la espina dorsal de la Werhmacht, las Fuerzas Armadas de Alemania Nazi, el más potente complejo militar bélico creado por el hombre.

No se cumplieron las expectativas alemanas de conquistar el mundo porque, a diferencia del resto de Europa, la Wehrmacht encontró en la Unión Soviética una resistencia que jamás esperó. Gracias al sacrificio de todos los pueblos de la URSS, la humanidad se libró de la noche eterna del dominio imperial, con que Hitler soñó para mil años. Así es la historia. Ojalá que en Occidente dejen de mentir e inventar otras.

Hitler, el nazismo y la guerra

Adolf Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. Se encontraba en un bunker, donde al final de la guerra se había refugiado, protegiéndose de las tropas soviéticas que lo habían acorralado por completo durante la batalla por Berlín. El nazismo, principal responsable de este conflicto, nació antes de Hitler.

Herodoto cita la leyenda egipcia del continente Hiperbórea-Thule, situado en el lejano norte. Esta tierra mítica es mencionada también por Virgilio en la Eneida y se la suele asimilar a Escandinavia. Cuando el hielo destruye esa remota región, su pueblo emigra al sur. Según varios relatos, Hiperbórea se divide en las islas de Thule y Última Thule, que algunos suponen son Islandia y Groenlandia.

Bal Gangadhar Tilak, antiguo defensor de la libertad de India, en “El hogar ártico de los vedas”de 1903, asocia el origen de la raza aria con la migración al sur de los habitantes de Thule. Durante la Primera Guerra Mundial, y un poco antes, Guido von List, Jorg Lanz von Liebenfels y Phillip Stauffre, representantes del misticismo y el paganismo alemán, popularizan la ariosofía, sistema ideológico esotérico en que se mezclan el concepto de raza y la teosofía con el nacionalismo germán, para sobre la base de la superioridad de la raza aria legitimar las conquistas de Alemania.

Nietzsche resalta en “Así hablaba Zarathustra” el concepto del superhombre y recalca en su colección de aforismos, “La voluntad del poder”, el papel de la fuerza interna para el desarrollo superhumano. Escribe que la manada, se refiere a la gente común, busca seguridad de sí misma creando reglas, moralidad y leyes, mientras que los superhombres cuentan con una fuerza vital interna que les impulsa a ir más allá del rebaño. Esa fuerza exige y conduce a mentir a la manada para poder permanecer independientes y libres de la “mentalidad de manada”.

Rudolf von Sebottendorf, quien vive mucho tiempo en Estambul, en 1909 se había familiarizado con el movimiento de los jóvenes turcos, pan-turaniano, implicado en el genocidio armenio. Ya en Alemania se hace miembro de la Orden Germánica de los Caballeros Teutones, agrupación basada en el espíritu de la ariosofía, y en 1910 funda en Múnich la Sociedad Thule, cofradía secreta en la que se mezclan la masonería, el racismo, la astrología, la numerología, la alquimia, la meditación sufí, la superioridad aria, el antisemitismo, el genocidio y los asesinatos por motivos políticos. Esta última doctrina se basaba en los “assassins”, actividad estratégica de asesinatos selectivos contra dirigentes políticos, militares y reyes, derivada de la secta nazarí del islam chií, que floreció durante las Cruzadas.

La Sociedad Thule, madre espiritual del nacionalsocialismo, originalmente es creada para dar valor a las tradiciones alemanas y demostrar que el origen de la raza aria, quizás, es la Atlántida, se convierte en una agrupación cuya finalidad es instaurar el nazismo en Alemania. A finales de 1919, Dietrich Eckart, dirigente de la Sociedad Thule, introduce a Hitler en esa organización y le comienza a educar en los métodos para aprovechar el poder de la mente en la creación de la raza aria. Más adelante, le entrena para el discurso público. Hitler dedica “Mi lucha” a Eckart.

Anton Drexler, miembro de la Sociedad Thule, establece en 1919 vínculos con varias organizaciones extremistas de Múnich para, junto con Karl Harrer, fundar el DAP, o Partido Alemán de los Trabajadores. Hitler ingresa a ese partido y el 1 de abril de 1920 lo refunda como NSDAP, o Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán, Nazi.

El astrónomo británico Sir Edmund Halley añade otro ingrediente al nazismo, postula a finales del siglo XVII la idea de que la Tierra es hueca. Esta teoría capta la imaginación de mucha gente después de la publicación del libro de Julio Verne “Viaje al centro de la tierra”. En 1871, el novelista británico Edward Bulwer-Lytton, en “La raza que viene”, describe la raza superior, la vril-ya, que vive bajo tierra y planea conquistar el mundo con el vril, una energía psicoquinética. El autor francés Louis Jacolliot promueve este mito en “Las tradiciones indo-europeas” y en “Los hijos de Dios”; en ambos libros, los Thule, habitantes del mundo subterráneo, aprovecharían el poder del vril para convertirse en superhombres y dominar el mundo.

Karl Haushofer, consejero de los japoneses luego de la Guerra Ruso-Japonesa, influye también en el nacionalismo de Hitler. Es responsable, tal vez debido a la extremado respeto que sentía por la cultura japonesa, de la futura alianza de Alemania y Japón. En 1918, Haushofer funda en Berlín la Sociedad Vril, que en la práctica tiene las mismas ideas que la Sociedad Thule. La Sociedad Vril busca bajo tierra el contacto con seres sobrenaturales, para obtener de ellos el poder mental; también defiende el origen euroasiático de la raza aria. De esta manera, a principios del siglo XX, muchos alemanes creen descender de arios que habían migrado al sur desde Hiperbórea-Thule y que estaban destinados a convertirse, mediante el poder del vril, en la raza aria de superhombres; Hitler es uno de ellos.

Haushofer desarrolla la geopolítica y a principios de 1920 se convierte en director del Instituto de Geopolítica en la Universidad de Ludwig-Maximilian de Münich. En su geopolítica defiende la conquista de territorios como un medio para adquirir poder, lo que llama “espacio vital”, lebensraum en alemán. Rudolf Hess, estudiante próximo a Haushofer, le presenta a Hitler, que se hallaba en prisión después del fallido “Putsch de Münich” de noviembre del 1923. Luego le visita a menudo para enseñarle la relación de la geopolítica con las ideas de las Sociedades Thule y el vril. El 30 de enero de 1933, ya nombrado canciller, Hitler adopta la geopolítica como la doctrina para la conquista por la raza aria de Europa Oriental, Rusia y Asia Central.

La esvástica es un antiguo símbolo indú que significa bienestar o buena suerte. Durante miles de años es usada por los hinduistas, budistas y jains, también se generaliza su uso en Tibet y ha aparecido en muchas culturas del mundo antiguo. El nazismo adopta la variante que gira en contra de las manecillas del reloj.

El 25 de diciembre de 1907 por primera vez se usa la esvástica como símbolo ario. Ese día, la Orden de los Nuevos Templarios, sociedad secreta fundada por Adolf Joseph Lanz von Liebenfels, iza en el castillo de Werfenstein, Austria, una bandera amarilla con una esvástica y cuatro flores de lis, símbolo de poder, soberanía, honor y lealtad. Guido von List, poeta alemán, la considera un símbolo únicamente ario, emblema del movimiento neopagano de Alemania; sin embargo, no usa la palabra sánscrita esvástica, sino que la llama “Hakenkreuz”, o sea, la cruz gamada.

Los teóricos nazis sostienen que los arios de la India son el prototipo de invasores de raza blanca y asocian la esvástica con la tesis de la ascendencia aria del pueblo alemán. En 1920, los nazis adoptan la esvástica, la ven como el emblema apropiado de la supremacía blanca, el símbolo de la raza aria. Hitler, en “Mi lucha” la llama el estandarte de “la lucha por la victoria del hombre ario”.

La Sociedad Thule adopta la “Hakenkreuz” como emblema suyo y la sitúa dentro de un círculo con una daga vertical superpuesta. En 1920, Friedrich Krohn, de la Sociedad Thule, le sugiere a Hitler adoptar como el diseño central de la bandera del Partido nazi la «Hakenkreuz», dentro de un círculo blanco. Hitler elige el fondo rojo para competir contra la bandera del Partido Comunista.

Haushofer y la Sociedad Thule buscan los orígenes de la raza aria en el Tibet, donde creen que sus líderes espirituales poseen el poder del vril. Hitler, por influencia de Haushofer, autoriza fundar la Ahnenerbe, oficina para el Estudio de la Herencia Ancestral, que se encarga de investigar las runas alemanas, símbolos utilizados para la adivinación o la magia, la procedencia de la esvástica y el origen de la raza aria. En 1937, Himmler la adscribe a las SS. Ahnenerbe tenía el Instituto de Tibet, que en 1943 pasa a llamarse Instituto Sven Hedin para el Asia Interior y Expediciones. Toma ese nombre en honor al explorador sueco, amigo predilecto de los nazis, que fue invitado por Hitler a dar el discurso de apertura de las Olimpiadas de Berlín de 1936.

Entre abril de 1938 y mayo de 1939 tuvo lugar la expedición al Tíbet, dirigida por el naturalista alemán Ernst Schäfer. Uno de sus miembros, Bruno Beger, es antropólogo y se encarga de investigar las características raciales del pueblo tibetano. En “La raza nórdica entre los indo-germanos de Asia”, defiende la teoría de una “raza nórdica” en Asia Central y el Tibet. En Sikkim y en el Tibet, Beger mide los cráneos de trescientos tibetanos y habitantes de Sikkim y posteriormente examina otras características físicas y marcas corporales. Concluye que los tibetanos ocupan una posición intermedia entre la raza mongola y las europeas y que la presencia del elemento racial europeo se encuentra en la aristocracia, principalmente.

Diversas convicciones religiosas y corrientes ocultistas tuvieron influencia directa en el desarrollo del nazismo y en las creencias espirituales de sus líderes. Adolf Hitler es aficionado a la astrología, la mitología y la mística medieval; Himmler, Hess y Rosenberg tienen gran interés por el ocultismo, cuyo conocimiento debe permitirles determinar los orígenes de la raza aria, su pureza ligada a las tribus germanas y la superioridad de los arios por encima de las demás razas. En el misticismo nazi son importantes la Atlántida; Hiperbórea-Thule; Agartha, reino legendario ubicado debajo del desierto de Gobi; Shambhala, reino místico escondido en algún lugar más allá de la cordillera del Himalaya, y Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación Tauro, que consideran los hogares originales de la raza aria y el superhombre.

Creían en la raza madre, “herrenrasse”, que fue corrompida y debilitada por la mezcla con otras razas inferiores. De este conjunto de creencias nazis se destaca la búsqueda del Santo Grial. Otto Rahn, miembro de las SS y autor de “La corte de Lucifer”, lo buscó en Montsegur, y el propio Heinrich Himmler acudió a Montserrat, Barcelona, acompañado de Karl Wolf, su jefe de Estado Mayor y mentor de Rahn. Himmler llevaba consigo “La corte de Lucifer” y ordenó su distribución gratuita entre los oficiales de alta graduación de las SS.

Otro elemento dominante en el nazismo es el interés por los cátaros. Otto Rahn consideraba el Catarismo como una religión ecuménica, capaz de unificar Europa, y a los cátaros como los legítimos guardianes del santo Grial. Rahn falleció de frío el 13 de marzo de 1939 en la montaña del Wilden Kaiser, practicaba la Endura, una especie de suicidio en el ritual de los cátaros.

Himmler concedía a ciertos elegidos el anillo Totenkopfring que indicaba un rango de iniciación en las creencias esotéricas que caracterizaban a la alta cúpula de las SS, creencias que se traducían en rituales mágico-paganos practicados durante los solsticios o equinoccios, que propugnaban la exaltación de la raza aria.

Bajo la influencia de las obras de Nietzsche y la ideología de la Sociedad Thule, Hitler cree que el cristianismo es una religión infectada en sus raíces por el judaísmo, percibe el perdón y la abnegación como algo antinatural, como el triunfo de los débiles, y él mismo se ve predestinado a eliminar el comunismo, doctrina política para los débiles de espíritu.

Si a todo este mejunje ideológico se añade el soporte del gran capital financiero mundial, que ve en Hitler suficientes atributos de dureza y violencia, necesarios para derrotar la efervescencia revolucionaria del pueblo alemán, se comprende que Hitler no es sólo el demagogo que engatusa a un país de grandes tradiciones libertarias y formidables pensadores y artistas, que instaura una dictadura personal y lleva a los habitantes de Alemania a la guerra, como a una manada de ciegos, sino que se trata del resultado de un fenómeno político todavía latente, que muestra su vitalidad en el mundo actual, repleto de conflictos sociales.

La Segunda Guerra Mundial, una guerra imperialista

La Segunda Guerra Mundial fue obra de la plutocracia anglo-estadounidense, apenas terminada la Primera Guerra Mundial, la FED de Estados Unidos y el Banco de Inglaterra prepararon un conflicto de envergadura planetaria; por eso, el Tratado de Versalles exigió a Alemania pagos draconianos, germen del descontento popular que llevó a Hitler al poder, luego del fracaso de la República de Weimar.

En la década de los 30, muchas empresas de EEUU hicieron fuertes inversiones en Alemania, lo que permitió su recuperación luego de la Primera Guerra Mundial. Para entonces, las grandes compañías alemanas estaban en manos estadounidenses: la Standard Oil controlaba las refinerías de petróleo y el proceso de licuefacción de carbón; la Ford, gran parte de las acciones de Volkswagen; el grupo Morgan, la industria química Farbenindustrie AG; la ITT, la red telefónica; la General Electric, la radio y la industria eléctrica AEG, Siemens y Osram; Wall Street controlaba el Deutsche Bank, el Dresdner Bank y el Donat Bank, los más grandes bancos alemanes. Incluso, el oro de Checoslovaquia, depositado en Londres, fue entregado a Hitler cuando sus tropas entraron en Praga. Durante la guerra, la General Motors, dueña de la Opel, mejoró la tecnología de los vehículos militares con los que Alemania invadió la URSS, y una subsidiaria suya fabricó para la Wehrmacht camiones, repuestos para aeronaves militares, minas y detonadores para torpedos.

Por otra parte, los grandes capitalistas alemanes y los mayores empresarios del mundo se habían acercado al partido Nazi, que en la Alemania de la década de los 30 contaba con la mayor organización y fuerza para combatir el comunismo, porque Hitler les había prometido erradicarlo del planeta. En noviembre de 1932, diecisiete poderosos banqueros e industriales alemanes firmaron una solicitud dirigida al presidente Hindenburg, en la que exigían dar a Hitler el cargo de Canciller de Alemania. El 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania después de que banqueros de EEUU estudiaran bajo lupa su candidatura, finalmente aprobada. Luego se produjo el incendio del Reichstag, achacado a los comunistas, lo que le permitió a Hitler investirse de poderes omnímodos, proclamarse Führer, líder absoluto de Alemania, y obtener todo el apoyo internacional. Una vez en el poder, Hitler constituyó el Consejo General de la Nueva Alemania, compuesto por Thyssen, propietario de las minas de carbón del Ruhr; Krupp, dueño de grandes acerías; Simens, magnate de la electricidad; Schrodar, banquero y financista vinculado al capital estadounidense; Reinhardt, Presidente del Consejo de Observación del Banco Comercial; Fisher, Presidente de la Asociación Central de Bancos. En este organismo se hallaban las fuerzas que desataron la guerra.

Para 1939, el New Deal, plan económico creado por Roosevelt, había fracasado y la situación se mantuvo sin cambios. Lo único que pudo salvar al capitalismo mundial fueron los vientos de guerra, que con su soplo eliminaron la crisis. Antes del 1 de septiembre de 1939, los plutócratas del mundo presionaron a Hitler para que desatara la guerra contra Polonia y, posteriormente, contra la Unión Soviética, que siempre fue el blanco principal. Se trató de una política peligrosa, que estimuló las conquistas nazis en el llamado ‘espacio vital’ del este y que casi termina descuartizando a sus auspiciadores, ya que Hitler, antes de dar un paso hacia el Oriente, lo dio hacia Occidente, pues siempre mal paga el diablo a sus devotos.

Stalin, la Unión Soviética y la Gran Guerra Patria

Stalin es, tal vez, la personalidad más deformada de la historia, aunque se debe ser ecuánime y objetivo respecto a este controvertido líder. Un método sería escuchar la opinión de quienes pudieron evaluarlo mal, y no lo hicieron. Isaac Deutscher, autor de una trilogía llena de elogios a Trotsky, el mayor adversario de Stalin, escribe: “Stalin ha alzado a Rusia hasta el grado de segunda potencia industrial del mundo… No se habría podido obtener un resultado similar sin una gran revolución cultural, que ha enviado al colegio a un país entero para impartirle una amplia enseñanza”. Winston Churchill, cuando inicia la Guerra Fría, afirma: “Siento gran admiración y respeto por el valiente pueblo ruso y por mi compañero en tiempos de guerra, el Mariscal Stalin”. Ejemplos así hay por miles.

La Revolución Rusa puso fin a la propiedad privada en todos los ámbitos de la sociedad, redistribuyó los bienes en favor de las clases desposeídas y creó el sistema koljoziano de cooperativas campesinas, con el fin de convertir a corto plazo un país agrario en un país industrial. Entre los mayores logros de Stalin están la electrificación de la Unión Soviética, el progreso de la ciencia en todos los dominios y el desarrollo industrial de ese país mediante planes quinquenales, que se logró en el lapso de diez años, pues, debido a la situación internacional, Stalin previó en 1931 que la guerra contra Rusia se avecinaba, con más razón luego de la llegada de Hitler al poder en Alemania.

Como resultado de la Gran Crisis del capitalismo, que comenzó en 1929 y afectó al mundo de la postguerra como ningún otro fenómeno económico, se inició la lucha por el nuevo reparto colonial del mundo. Tal como lo analiza Stalin: A la sazón se podía dividir al mundo en potencias imperialistas agresoras y potencias imperialistas agredidas. Las primeras, que nada tenían y lo exigían todo, atacaban a las segundas, que lo poseían todo. Para ello, Alemania, Italia y Japón abandonaron la Liga de Naciones, conformaron la alianza del Eje y firmaron el Pacto AntiKomintern.

Las potencias agredidas, pese a que eran económica y militarmente mucho más fuertes que las agresoras, cedían y cedían posiciones. La razón de esta rara conducta era darle aire a la agresión hasta que se transforme en un conflicto germano-soviético; al mismo tiempo, quedar ellos al margen del conflicto. Esperaban que Hitler cumpliese la promesa de liquidar el comunismo, lo presionaban para que se dirija cada vez más lejos en dirección al Este, le abrían la posibilidad de atacar a la Unión Soviética a través de los países del Báltico, y le daban largas al asunto de emprender la creación de un sistema de seguridad colectiva contra la agresión nazi-fascista. Incitaban a las naciones del Eje a atacar a la URSS con la esperanza de que la guerra agotase mutuamente a ambos bandos. Entonces les ofrecerían sus soluciones y les dictarían sus condiciones. Los países beligerantes, cuyas fortalezas se hubieran destruido como consecuencia de un largo batallar entre ellos, no tendrían más opción que aceptarlas. Una forma fácil y barata de conseguir sus fines.

Pese a todos los esfuerzos por mantenerse al margen del conflicto, en 1941 la guerra llegó a la URSS. Desde el primer día de la agresión nazi, Stalin emitió órdenes para trasladar la población e instalaciones industriales lejos del frente; por su parte, el pueblo se aglutinó a su alrededor bajo la consigna: “¡Todo para el frente, todo para la victoria!” Con el fin de defender la patria, los trabajadores laboraron sin descanso, los poetas escribieron poemas motivadores, los compositores crearon música inspirada, los artistas se presentaron en todos los frentes, los campesinos cosecharon los mejores frutos de la tierra, los ingenieros crearon novedosos instrumentos de combate y los soldados entregaron la vida en aras de la libertad. Nadie permaneció indiferente. Un ejemplo es la creación del nuevo himno de la Unión Soviética, que antes había sido “La Internacional”. Cerca de 170 compositores participaron en el concurso. Stalin, personalmente, aprobó el himno y es el autor de la primera estrofa: “Unión indestructible de repúblicas libres, que la Gran Rusia ha unido para siempre…” Desde el 24 de junio de 1945 se entona en los desfiles del Día de la Victoria y su música es la misma que la del himno de Rusia.

El siguiente anécdota es un ejemplo de cómo Stalin tomaba decisiones importantes. La Conferencia de Yalta de 1945 reunió a Stalin, Roosevelt y Churchill, jefes de Estado de los aliados más importantes de la Segunda Guerra Mundial; se convocó para elaborar la política a seguir en Alemania por parte de los Aliados, luego de la guerra. A la propuesta de Churchill de dividir a Alemania en numerosos pequeños estados, Stalin contestó: “Los hitleres van y vienen, pero el pueblo alemán es uno y perdura”. Se puede pensar lo que se guste de Stalin, pero es de ingratos olvidar la inmensa contribución de este dirigente comunista en la derrota del nazismo.

Las guerras de la preguerra

Los historiadores de Occidente sitúan el 1 de noviembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia, como el inicio de la Segunda Guerra Mundial; no toman en cuenta que en el Lejano Oriente, entre el 30 de diciembre de 1937 y el día de la invasión a Polonia, Japón había asesinado a más de diez millones de chinos y que antes hubo otras guerras desatadas por el nazi-fascismo.

La guerra de Etiopía

Italia, cuya voracidad estaba estimulada por creerse estafada en la repartición del mundo que las potencias imperialistas realizaron en 1870, comenzó a codiciar Etiopía, en esa época llamada Abisinia. Esgrimió como razón una “misión civilizadora”. Mussolini preguntó su opinión a Mac’Donald, Primer Ministro de Inglaterra, quien le respondió: “A las mujeres inglesas les enorgullece las aventuras amorosas de sus maridos bajo la condición de que actúen discretamente. Por eso actúe con mucha táctica, nosotros no nos opondremos”.

Italia comenzó la agresión a Etiopía a partir de Eritrea y Somalía. Sus pertrechos, 350.000 soldados y 14.500 oficiales, 510 aviones y 300 tanques, cruzaron sin ninguna dificultad el Canal de Suez, que en esa época pertenecía a un consorcio anglo-francés. La URSS propuso en la Liga de Naciones que se declarara a Italia país agresor y se ayudese a Etiopía a repeler la agresión, pero no le hicieron caso. “Si se hubieran aplicado sanciones totales, la movilización de Mussolini hubiese sido detenida por completo”, escribe en sus memorias C. Hull, en ese entonces Secretario de Estado de Estados Unidos. Al contrario, Italia adquirió en ese país material estratégico, especialmente petróleo.

El cruce del Rin por las tropas alemanas

En 1936, Hitler rompió el Tratado de Versalles al cruzar sus tropas al otro lado del Rin, zona desmilitarizada de Alemania. Francia aceptó que el Ejército Alemán llegase a sus fronteras por estar paralizada por la política de apaciguamiento. “A Adolf Hitler se le permitió ganar la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial sin disparar un solo tiro”, escribió Sir Wheeler Bennet, historiador inglés.

La Guerra Civil de España

Posteriormente, los fascistas fijaron su interés en España. El triunfo del Frente Popular en las elecciones parlamentarias de ese país era algo que la derecha mundial no pudo aceptar. El 18 de julio de 1936, el General Francisco Franco inició el levantamiento de los llamados nacionalistas españoles. Hitler y Mussolini enviaron aviones de transporte para trasladar las tropas de Franco de Marruecos a España. Entre 1936 y 1939 llegaron para pelear en las filas nacionalistas 310.000 soldados extranjeros, de ellos 150.000 italianos, 90.000 marroquíes, 50.000 alemanes y 20.000 portugueses.

La política de no intervención, declarada por Inglaterra y Francia, consistía en prohibir la venta de armas a la República de España, y resultó ser de gran ayuda para Franco que, al mismo tiempo, adquirió 12.000 camiones Ford y 1’800.000 toneladas de gasolina, que la Texaco de la “neutra Norteamérica” y la inglesa Shell le vendieron a crédito durante la guerra. Franco sostuvo: “Sin el petróleo americano, sin los camiones americanos, sin los créditos americanos, nunca hubiésemos ganado la guerra”. A fines de marzo de 1939, Franco derrotó a la República de España.

La URSS fue el único país que vendió armas a la República de España y ayudó a organizar al Ejército Popular Español, también fueron de gran ayuda en la lucha contra el nazi-fascismo y por la democracia las Brigadas Internacionales procedentes de cincuenta y tres países. En ellas pelearon personalidades de la talla de Ernest Hemingway, César Vallejo, George Orwell, Palmiro Togliatti y otros más.

La Guerra Civil Española fue la más sangrienta conflagración que hubo antes de la Segunda Guerra Mundial, se prolongó durante 986 días y si las fuerzas democráticas fueron derrotadas fue porque se dieron una serie de factores, especialmente de orden externo, que posibilitaron este fatal suceso.

El Anschluss

La primera víctima directa de Alemania Nazi fue Austria. Un día soleado del 12 de marzo de 1938, Alemania invadió Austria y la anexó. Todo transcurrió mientras el gobierno británico ofrecía un almuerzo al ex Embajador Von Ribbentrop, que acababa de ser nombrado Ministro de Relaciones Exteriores del Tercer Reich. Ribbentrop tranquilizó a Lord Halifax, Canciller de Gran Bretaña, le explicó que sólo se trataba de reunificar a los alemanes y que, finiquitado este espinoso problema, quedaba abierto el camino para el entendimiento anglo-alemán.

El “Anschluss”, o sea la transformación de Austria en una provincia del Tercer Reich, fue un aperitivo en los planes expansionistas del nazismo. El territorio del Reich creció en un 17%, su población en un 10%, la Wehrmacht se incrementó de golpe en 50.000 soldados y oficiales y la economía y la industria de Austria comenzaron a trabajar para satisfacer los apetitos imperiales de los revanchistas alemanes.

El Primer Ministro de Inglaterra, Chamberlain, que no estaba dispuesto a pelear contra Alemania, dijo ante el comité de política exterior de Inglaterra: “Lo sucedido no debía obligar al gobierno inglés a cambiar de política, al contrario, los últimos acontecimientos han fortificado su convencimiento en la justeza de esta política y lo único de lamentar es que este rumbo no se hubiese emprendido antes”. Alemania comenzó de inmediato a construir autopistas que conducían a las fronteras checas, húngaras y yugoslavas. Checoslavaquia quedó así atenazada por las nuevas fronteras.

La confabulación de Münich

En septiembre de 1938 se suscribió el Pacto de Münich, que traspasó a Alemania la estratégica región de los Sudetes, perteneciente a Checoslovaquia. Hitler reclamaba para Alemania los Sudetes, donde estaban las principales fortificaciones militares de Checoslovaquia, por estar poblada mayoritariamente por alemanes. De esta manera, los imperios rifan el destino de las naciones más débiles; es este caso, las debilidades y las falencias de Inglaterra y Francia coludieron con las ambiciones de Hitler.

Checoslovaquia surgió luego de la Primera Guerra Mundial como consecuencia de la desintegración del Imperio Austro-Húngaro. El Pacto de Asistencia Mutua, firmado entre Francia y Checoslovaquia, garantizaba su existencia. También se firmó el Tratado Checo-Soviético, según el cual, en el caso de una agresión a Checoslovaquia y si Francia cumplía con el Pacto de Asistencia Mutua, la URSS se comprometía a pelear contra el agresor. Por otra parte, Gran Bretaña se comprometió a luchar junto a Francia en el caso de una guerra contra Alemania.

El capitán Wiedemann, enviado de Hitler, informó a Lord Halifax que el Führer estaba iracundo y que habría consecuencias desastrosas de no resolverse el problema de los Sudetes. Halifax le respondió: “Trasmítale que espero vivir hasta el momento en que se realice la meta fundamental de todos mis esfuerzos: Ver a Hitler con el rey inglés juntos en el balcón del palacio de Buckingham”.

Chamberlain se entrevistó con Hitler para “lograr un acuerdo anglo-alemán”, que resolviera definitivamente el problema checo. Le planteó a Hitler que Alemania e Inglaterra debían ser “los pilares de la paz en Europa y los baluartes contra el comunismo”. Luego de tres horas de conversación con Hitler, Chamberlain aceptó el traslado de los Sudetes a Alemania. Pidió tiempo para consultar con su gabinete y con París, a los que sostuvo que si se entregaban los Sudetes a Alemania se lograría el deseado arreglo con el Füher y “se podría amortiguar las dificultades existentes y alcanzar acuerdos en otros problemas”. No fue tomada en cuenta Checoslovaquia, a la que recomendaron anular los pactos con Francia y la URSS y ceder a Alemania las partes de los Sudetes donde vivían más del 50% de alemanes. A cambio de ello, Inglaterra y Francia se comprometían a garantizar las nuevas fronteras. La respuesta debía ser inmediata, pues Chamberlain se encontraría con Hitler el 22 de septiembre.

El Presidente Beneš rechazó la propuesta de Chamberlain porque la Unión Soviética le confirmó que estaba dispuesta a ayudar a Checoslovaquia aun si Francia no lo hacía y tendría el respaldo de Moscú en la Liga de Naciones en el caso de que Praga solicitara ayuda a ese organismo. Inglaterra y Francia le presentaron un ultimátum: “Si los checos se agrupan con los rusos, la guerra podría transformarse en una cruzada contra los bolcheviques. Entonces a los gobiernos de Inglaterra y Francia les sería muy difícil quedar al margen”. La mañana del 21 de septiembre, los checos aceptaron el ultimátum. Hitler exigió entonces que antes del 28 de septiembre los Sudetes debían formar parte del Tercer Reich y, a pedido de Chamberlain, alargó el plazo hasta el 1 de octubre.

Cuando Lord Halifax entregó esta exigencia a Jan Masaryk, Embajador de Checoslovaquia, le explicó: “Ni el Primer Ministro inglés ni yo queremos darle consejo alguno con respecto al memorándum… El Primer Ministro está persuadido de que Hitler sólo quiere los Sudetes, si lo consigue no reclamará nada más”. El díalogo continuó así, Masaryk: “¿Y usted cree eso?”; Lord Halifax: “Yo no le he dicho que el Primer Ministro esté convencido de eso”; Masaryk: “Si ni usted ni el Primer Ministro quieren darnos ningún consejo sobre el memorándum, entonces, ¿cuál es el papel del Primer Ministro?”; Lord Halifax: “El de correo y nada más”; Masaryk: “Debo entender que el Primer Ministro se ha convertido en recadero del asesino y salteador, Hitler”; Lord Halifax, un poco turbado: “Pues, si le parece, sí”.

Hitler propuso la realización de una conferencia entre Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Checoslovaquia, que en ese conciliábulo perdió la quinta parte de su territorio, la cuarta parte de su población y la mitad de su industria pesada, no fue invitada.

El 30 de septiembre se le comunicó verbalmente a la delegación checa, que esperaba impaciente en el piso inferior de la reunión, el destino de su país. Sus delegados reclamaron indignados por la monstruosa resolución, a lo que se les contestó: “¡Es inútil discutir! Está decidido”.

Chamberlain regresó a Londres. Blandía con mucho orgullo un papel que, según dijo, “aseguraba la paz por una generación”. Para reafirmar sus palabras citó la frase de Henrique IV, de Shakespeare: “De la ortiga de los peligros sacaremos las flores de la salvación”. El periódico Izvestia de Moscú le recordó al día siguiente la réplica que sigue a la misma frase: “La empresa que has cometido es peligrosa, los amigos que me has enumerado son inseguros, y el mismo momento ha sido mal escogido. Toda tu conspiración es demasiado liviana como para pesar más que dificultades graves”.

Medio año después, las tropas alemanas entraron a Praga ante la impasible mirada de Inglaterra y Francia, garantes que no movieron un dedo para prestar ayuda a Checoslovaquia. Política que hasta ahora no ha cambiado y que favorece al agresor.

El Pacto de no Agresión Ribbentrop-Mólotov

El 23 de julio de 1939, Molótov, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, propuso a Gran Bretaña y Francia el envío de una comisión militar a Moscú, con el propósito de lograr un acuerdo que impidiera la agresión alemana a Polonia. Pese a que la guerra estaba al borde de estallar, el 11 de agosto, diecinueve días después, la misión arribó a Moscú. Estaba encabezada por personajes que no tenían atribuciones ni poderes para discutir nada ni firmar algún convenio militar concreto. La delegación nunca contestó a la inquietud fundamental de Moscú: para poder enfrentarse con Alemania, las tropas soviéticas tenían que pasar por el territorio polaco o el rumano, sin esta condición era imposible la participación de la Unión Soviética en una alianza militar con Inglaterra y Francia.

El 14 de agosto, el Almirante Drax, Jefe la Misión, reconoció: “Creo que nuestra misión ha terminado”; sin embargo, propuso una nueva reunión para después de tres o cuatro días. El 23 de agosto, Voroshilov, Ministro de Defensa de la URSS, advirtió a la comisión: “Nosotros no podemos espera a que Alemania derrote a Polonia para que después se lance contra nosotros. Mientras tanto ustedes estarían en sus fronteras reteniendo a lo mucho diez divisiones alemanas. Necesitamos un trampolín desde el cual atacar los alemanes, sin él no podemos ayudarlos a ustedes”. Ante el silencio de los delegados añadió: “El año pasado, cuando Checoslovaquia se encontraba al borde del abismo, no obtuvimos una sola señal de Francia. El Ejército Rojo estuvo listo para atacar, pero esa señal nunca llegó. Ahora los gobiernos de Francia e Inglaterra han prolongado inútilmente y durante demasiado tiempo estas conversaciones. Fue necesario obtener una clara respuesta de Polonia y Rumania sobre el paso de nuestras tropas a través de sus territorios”.

Poco después, el gobierno soviético aceptó la propuesta alemana de concluir un acuerdo de no agresión que Alemania le había planteado en reiteradas ocasiones, desde mayo de 1939. La URSS, que actuaba con mucha cautela para impedir que la arrastraran a un conflicto que no buscaba ni deseaba, firmó el Pacto de no Agresión con Alemania el 23 de agosto de 1939. Conocía además que Francia e Inglaterra sostenían conversaciones secretas con Alemania con la finalidad de concluir un acuerdo dirigido contra la Unión Soviética. Al firmar este pacto, el gobierno soviético no se hacía ilusiones. El Mariscal Zhukov sostuvo que se partía del supuesto de que el mismo no libraba a la URSS de ser agredida y añadió: “En ningún momento escuché a Stalin palabras tranquilizadoras en relación al Pacto de no Agresión”. Las críticas a este pacto tienen la finalidad de absolver a los responsables del estallido de la guerra. Posteriormente, cuando se conformó la coalición antinazi, muchos políticos relevantes de Occidente lo valoraron positivamente.

La Segunda Guerra Mundial

Luego de la entrega de Checoslovaquia a Alemania, Hitler exigió la devolución del Corredor Polaco, la entrega del puerto de Dánzig y que Polonia le cediera facultades extraterritoriales para construir autopistas y líneas férreas por territorio polaco. Después, anuló el pacto de no agresión firmado con Polonia y renunció al convenio naval anglo-alemán, posteriormente comenzó a reclamar las colonias que le fueron arrebatadas por Francia e Inglaterra luego de la Primera Guerra Mundial.

El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. Dos días después Inglaterra y Francia le declararon la guerra a Alemania, estos hechos dieron inicio a la Segunda Guerra Mundial. La “Blitzkrieg” fue la estrategia de guerra que dio grandes éxitos a la Wehrmacht. Consistía en concentrar gran cantidad de fuerzas en zonas estrechas del frente, con lo que adquiría absoluta superioridad, tanto de soldados como de instrumentos de guerra. El Ejército Polaco fue derrotado en cinco semanas.

A partir del la derrota de Polonia se desarrolló lo que se conoce con el nombre de “Guerra Boba”. El ejército anglo-francés, que no había hecho nada durante el ataque alemán a Polonia, siguió sin hacer nada mientras Alemania concentraba grandes cantidades de tropas en la frontera occidental de Francia y continuó sin hacer nada cuando Alemania, entre el 9 de abril y el 10 de mayo de 1940, se apoderó de Noruega, Dinamarca, Holanda, Belgica y Luxemburgo.

El corresponsal francés R. Dorgeles escribe: “Yo estaba asombrado de la tranquilidad allí reinante. Quienes manejaban la artillería en el Rin miraban tranquilamente a los trenes alemanes que transportaban material de guerra en la orilla contraria, nuestros aviadores volaban sobre las humeantes chimeneas del Sarre, sin arrojar bombas. Evidentemente la principal preocupación del comando supremo consistía en no intranquilizar al enemigo”. Cuando al Ministro de Aviación de Inglaterra se le pidió bombardear los bosques macizos de Alemania, respondió: “Qué le pasa, es imposible, es propiedad privada. Sólo faltaría que se me pidiera bombardear el Ruhr”.

El 14 de mayo de 1940, los tanques alemanes rompieron las líneas defensivas francesas, en la región de Sedan, y se precipitaron en dirección a occidente, el pánico se apoderó de las tropas francesas. El 18 de mayo el 9° ejército francés fue derrotado y su comandante capturado. El 20 de mayo, las divisiones motorizadas alemanas llegaron a las costas de la Mancha. El 27 de mayo comenzó la evacuación de las fuerzas inglesas desde Dunquerke, que fue exitosa gracias a que las divisiones motorizadas comandadas por el General Kleist detuvieron su marcha.

Este hecho tiene una explicación política, eliminada Francia, Hitler esperaba ponerse de acuerdo con Gran Bretaña para lograr la creación de un frente común contra su principal enemigo, la Unión Soviética. Se cree que para esa negociación, Rudolf Hess, segundo hombre fuerte de Alemania, voló a Gran Bretaña y se arrojó en paracaídas cerca de la residencia de Lord Halifax. Buscaba contactos con Inglaterra para lograr la división de las esferas de influencia en el mundo.

La mañana del 14 de junio, las tropas nazis entraron en París y desfilaron por los Campos Elíseos. El Mariscal Petain formó un nuevo gobierno. El 17 de junio, Petain pidió a los franceses cesar los combates. El 21 de junio de 1940, en el bosque de Compiègne, a unos 70 kilómetros de París, en el mismo vagón en el que 22 años atrás se habían rendido los alemanes a los franceses, bajo los acordes de “Deutschland Uber Alles” y el saludo nazi hecho por Hitler, Francia se rindió a Alemania. Todo el potencial industrial de Francia, las fábricas de automotores, de aviación y de productos químicos, comenzó a trabajar para las necesidades bélicas de Alemania. Lo mismo pasó en todos los demás países ocupados por los nazis.

La mitad de Francia iba a ser zona ocupada, allí vivía el 65% de la población, se producía el 94% del acero, el 79% del carbón, el 75% del trigo y el 65% de la ganadería; la otra mitad, desde la ciudad de Vichy, iba a ser gobernada por Petain, dictadura del sector de la burguesía francesa, aliada al régimen nazi de Alemania. Razón por la cual, terminada la guerra, la IV República nacionalizó las fábricas de la mayor parte de estos sectores sociales. Pero la gran mayoría del pueblo francés se alineó con las fuerzas de la “Francia Libre”, a cuya cabeza se encontraba el General Charles De Gaulle, o con el Partido Comunista Francés. Ambos movimientos combatieron codo a codo y jugaron un importante rol en la lucha contra el fascismo.

El Plan Barbarrosa

Luego de apoderarse de Europa continental, el 18 de diciembre de 1940 Hitler firmó la orden para desarrollar el Plan Barbarrosa; el mismo contemplaba la destrucción de la URSS en tres o cuatro meses. El alto mando alemán estaba tan convencido del éxito del Plan Barbarossa que para después de su cumplimiento planeaba, a través del Cáucaso, la toma de Afganistán, Irán, Irak, Egipto y la India, donde las tropas alemanas planificaban encontrarse con las japonesas; esperaba también que se les unieran España, Portugal y Turquía. Dejaron para después la toma de Canadá y EEUU, con lo que Alemania lograría el dominio total del mundo.

La orden de poner en ejecución el Plan Barbarossa la dio Hitler cuando trabajaban para la Wehrmacht cerca de 6.500 centros industriales europeos y en las fábricas alemanas laboraban 3’100.000 obreros especialistas extranjeros. Alemania poseía en ese entonces dos veces y media más recursos que la URSS y era la más poderosa potencia imperialista del planeta; lo acompañaron en esta mortífera aventura muchos otros estados europeos y numerosos voluntarios del resto del mundo.

El Pacto Tripartito

El 27 de septiembre de 1940 se firmó el Pacto Tripartito, según el cual el mundo se dividía en esferas de influencia: Alemania e Italia dominarían Europa y Japón, el Asia Oriental. El 25 de marzo de 1941, Yugoslavia se unió al Pacto Tripartito. El pueblo de ese país salió a las calles a manifestar su descontento, y un grupo de jóvenes oficiales dio un golpe de Estado, derrocó al gobierno aliado de los nazis y nombró uno nuevo, encabezado por el General Simovich, Jefe de la Fuerza Aérea. El 6 de abril de 1941, Hitler declaró la guerra contra Yugoslavia y Grecia. La campaña de los Balcanes duró 18 días, entre el 6 de abril y el 24 de abril de 1941. Hitler era, prácticamente, dueño de Europa. Ahora sí podía lanzarse contra la Unión Soviética.

La Gran Guerra Patria de la Unión Soviética

La guerra de Alemania contra la URSS era esperada, pero las fechas notificadas por los servicios secretos soviéticos sobre su inicio no coincidían, algunas eran reales y otras erróneas. La “Orquesta Roja” informó a Moscú que “la cuestión del ataque armado contra la Unión Soviética estaba decidida”; Harro Schulze-Boisen, sobrino del Almirante Tirpiz y funcionario del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de Alemania, comunicó que “la cuestión de la agresión de Alemania a la Unión Soviética definitivamente está decidida. Su comienzo debe esperarse próximamente”; desde el Japón, Richard Sorge hizo saber que la guerra se iniciaría a fines de junio; Zoia Voskresenskaya relata en “Ahora puedo contar la verdad”, que el conde Von Schulenburg, Embajador de Alemania en la URSS, dio una recepción poco antes del comienzo de la Gran Guerra Patria, en ella, Schulenburg la invitó a bailar. Mientras bailaban el embajador disimuladamente la hizo pasar por distintas salas y Zoia cayó en cuenta de que la embajada iba a ser evacuada, pues las salas y los despachos estaban atiborrados de maletas, cajas… y los armarios estaban vacíos, lo que confirmaba la información que tenía la Inteligencia rusa. Horas después Zoia informó a sus jefes lo que había visto, los que, a su vez, informaron a Stalin. Todo esto se sabía, pero la Wehrmacht tenía el mayor poder destructivo conocido hasta entonces.

El domingo 22 de junio de 1941, exactamente a las 4 horas de la madrugada, Alemania nazi dio inicio al Plan Barbarossa. Un ejército jamás visto por su magnitud, experiencia y poderío, se lanzó al ataque en un frente de más de 3.500 kilómetros de extensión, desde el mar Ártico, en el norte, hasta el mar Negro, en el sur. Era un total de 190 divisiones, cinco millones y medio de soldados, 4.000 tanques, 4.980 aviones y 192 buques de la armada nazi.

El 24 de junio de 1941, el entonces Senador Harry Truman declaró al New York Times: “Si vemos que gana Alemania, entonces debemos ayudar a Rusia y si comienza a ganar Rusia, entonces debemos ayudar a Alemania. De esta manera, ojalá se maten entre ellos, entre más mejor. Aunque yo no quiero la victoria de Hitler bajo ninguna circunstancia”. Esta era la mentalidad de quien a la muerte de Roosevelt ocuparía la presidencia de EEUU.

Las expectativas alemanas del plan Barbarossa fracasaron porque la Wehrmacht encontró en la URSS una resistencia que los desesperó desde el mismo inicio de la guerra. El General Galdera, jefe de Estado Mayor de las tropas terrestres de Alemania, escribió: “Los rusos siempre luchan hasta la última persona”. Es que desde el primer día de guerra, la población soviética se aglutinó bajo la consigna: “¡Todo para el frente, todo para la victoria!” Con la finalidad de defender a su patria, los trabajadores laboraron sin descanso, los poetas escribieron poemas motivadores, los compositores crearon música inspirada, los artistas se presentaron en todos los frentes, los campesinos obtuvieron los mejores frutos de la tierra, los ingenieros inventaron novedosos instrumentos de combate y los soldados entregaron su vida en aras de la libertad. Nadie permaneció indiferente.

El 3 de julio de 1941, Stalin se dirigió al pueblo soviético en un discurso, célebre porque, pese a no ocultar para nada la gravedad de la situación en frente, sus palabras imbuían en el pueblo soviético la seguridad en la futura victoria. En su discurso dijo: “Nuestras tropas luchan heroicamente, a pesar de las grandes dificultades, contra un enemigo superiormente armado con tanques y aviones… El propósito de la guerra popular consistirá no sólo en destruir la amenaza que pesa sobre la Unión Soviética sino también en ayudar a todos aquellos pueblos de Europa que se encuentran bajo el yugo alemán… Camaradas, nuestras fuerzas son poderosas. El insolente enemigo se dará pronto cuenta de ello… ¡Hombres del Ejército Rojo, de la Armada Roja, oficiales y trabajadores políticos, luchadores guerrilleros! ¡Camaradas! ¡Los pueblos de Europa esclavizados os miran como libertadores! ¡Sed dignos de tan alta misión! La guerra en la que estáis luchando es una contienda libertadora, una guerra justa. Ojalá, os inspiren en esta lucha los espíritus de nuestros grandes antepasados… ¡Adelante, hacia la Victoria!” A partir de entonces se inicio la conflagración conocida como la Gran Guerra Patria. Se necesitó del colosal esfuerzo del pueblo soviético para revertir la grave situación y lograr la victoria.

En los primeros meses de guerra, los grupos “Centro” y “Norte” de la Wehrmacht lograron acercarse a Moscú y Leningrado, dos de sus principales metas; nada parecía capaz de detener a este monstruo apocalíptico, cuyas botas habían pisado casi toda Europa. Sin embargo, el primer fracaso del Plan Barbarrosa se dio cuando la Wehrmacht fue derrotada en las puertas de Moscú y no pudo desfilar el 7 de Noviembre de 1941 por la Plaza Roja, tal cual había sido planificado, sino que lo hizo el Ejército Soviético, después los soldados se dirigieron al frente y ganaron la Batalla de Moscú; cosechaban el ejemplo del Mayor Klochkov, que se arrojó debajo de un tanque alemán con granadas en las manos exclamando: “Aunque Rusia es inmensa, no hay a donde retroceder, ¡detrás está Moscú!”

Sobre esta batalla el General Douglas MacArthur escribe: “En mi vida he participado en varias guerras, he observado otras y he estudiado detalladamente las campañas de los más relevantes jefes militares del pasado. Pero en ninguna parte había visto una resistencia a la que siguiera una contraofensiva que hiciera retroceder al adversario hacía su propio territorio. La envergadura y brillantez de este esfuerzo lo convierten en el logro militar más relevante de la historia”.

Stalingrado, la batalla que enrumbó a la historia

La siguiente victoria soviética se dio en la Batalla de Stalingrado, la más sangrienta y encarnizada que se conoce, la suma total de las perdidas por ambas partes supera con creces los dos millones de soldados muertos; se prolongó desde el 17 de julio de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943, cuando, luego de ininterrumpidos y feroces combates, culminó con la victoria del Ejército Rojo sobre el poderoso Sexto Ejército Alemán, comandado por el General Paulus, algo que nadie en el mundo occidental esperaba.

Cuando el General Vasili Chuikov llegó a hacerse cargo de la comandancia del 62.º Ejército que se enfrentó al Sexto Ejército Alemán, fuerza élite de la Wehrmacht que había conquistado Europa continental, el Mariscal Yeriómenko le preguntó: “¿Camarada, cuál es el objetivo de su misión?” Su firme respuesta fue: “Defender la ciudad o morir en el intento”. Yeriómenko tuvo la certeza de que Chuikov había entendido perfectamente lo que se le exigía. Según Chuikov, “por todas las leyes de las ciencias militares, los alemanes debieron ganar la batalla de Stalingrado y, sin embargo, la perdieron. Es que nosotros creíamos en la victoria. Esta fe nos permitió vencer y evitó que fuésemos derrotados”. Comprendía cabalmente que Alemania ganaba la guerra si triunfaba en Stalingrado.

Chuikov comenzó con menos de 20.000 hombres y 60 tanques, pese a ello fortificó las defensas en los lugares donde era posible contener al enemigo, especialmente, en la colina de Mamáev Kurgán, donde cayó abatido Rubén Ruiz Ibárruri, hijo único Dolores Ibárruri, la Pasionaria, dirigente comunista de España; además, estimuló el uso de francotiradores, uno de ellos, el famoso Vasili Záitsev. Seguía la doctrina del conde Súvorov: “Sorprender al contrincante significa vencerlo”. Por eso, luchaba en las condiciones que los alemanes detestaban, ello le permitió derrotarlos.

Después de tres meses de sangrientos combates, los alemanes habían capturado el 90% de la ciudad y dividido a las fuerzas soviéticas en tres bolsas estrechas. Gracias a la moral combativa de los defensores de Stalingrado, los alemanes lograron avanzar apenas medio kilómetro en doce días de la ofensiva de octubre del 1942. El 11 de noviembre, y por última ocasión, los alemanes atacaron en Stalingrado, intentaban llegar al río Volga en un frente de cinco kilómetros; el ataque fracasó porque los rusos defendieron cada metro de su tierra.

Sobre la Batalla de Stalingrado, el General alemán, Dorr, escribió: “El territorio conquistado se medía en metros, había que realizar feroces acciones para tomar una casa o un taller… Estábamos frente a frente con los rusos, lo que impedía utilizar la aviación. Los rusos eran mejores que nosotros en el combate casa por casa, sus defensas eran muy fuertes”. El General Chuikov fue el que ideó esta forma de lucha, en la que el espacio de separación de sus tropas de las alemanas jamás excedía el radio de acción de un lanzador de granadas.

El 19 de noviembre de 1942 comenzó la operación Urano, ofensiva soviética que había sido preparada con el mayor de los secretos, por lo que fue inesperada para los alemanes, el objetivo donde convergían las tenazas de la ofensiva era el pueblo de Kalach y su puente. Al cuarto día, el 23 de noviembre, 330.000 soldados alemanes fueron cercados en un anillo de entre 40 a 60 kilómetros de amplitud. El ultimátum enviado por el Mariscal Rokosovsky al General Paulus fue rechazado.

El 30 de enero, Hitler ascendió al rango de Mariscal de Campo al General Paulus. En realidad, el acenso era una orden de suicidio, pues en la historia de las guerras no hay un sólo caso en que un mariscal de campo haya caído prisionero. Pero Paulus no tenía la intención de dispararse por ese cabo bohemio, como informó a varios generales, y prohibió hacerlo a los demás oficiales, que debían seguir la suerte de sus soldados.

El 2 de febrero de 1943, luego de arduos combates en los que fracasaron todos los intentos por romper el cerco, cesó la resistencia alemana en Stalingrado. El Ejército Soviético capturó un mariscal de campo, 24 generales, 25.000 oficiales y 91.000 soldados. Paulus fue hecho prisionero y en 1944 se unió al Comité Nacional por una Alemania Libre. En 1946 fue testigo en los Juicios de Núremberg. Antes de partir hacía Dresde, donde fue jefe del Instituto de Investigación Histórica Militar de la República Democrática Alemana, declaró: “Llegué como enemigo de Rusia, me voy como un buen amigo de ustedes”. Murió en Dresde el 1 de febrero de 1957.

En la batalla de Stalingrado, la Wehrmacht perdió cerca de un millón de hombres, el 11% del total de todas las pérdidas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, el 25% de todas las fuerzas que en esa época operaban en el Frente Oriental. Fue la peor derrota sufrida por el Ejército Alemán durante toda su historia. En Memorias de un Soldado, el General Heinz Guderian escribe: “Después de la catástrofe de Stalingrado, a finales de enero de 1943, la situación se hizo bastante amenazadora, aún sin la intervención de las potencias occidentales”.

Un episodio épico de esta batalla es el de la Casa de Pávlov, que sucedió entre el 23 de septiembre y el 25 de noviembre de 1942. Los alemanes fueron incapaces de apropiarse de ese edificio de departamentos, defendido por una docena de aguerridos soldados rusos. Los hombres de Yákov Pávlov, suboficial que tomó el edificio y comandó la defensa de ese fortín, eliminaron más soldados del enemigo que los soldados alemanes que murieron durante la liberación de París.

La Batalla de Stalingrado fue el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial y resultó una auténtica catástrofe militar para los alemanes, cuyas tropas no pararían de retroceder hasta rendirse ante el Mariscal Zhúkov en Berlín, dos años y cuatro meses después. La victoria Stalingrado marcó el inicio de la derrota de Alemania, sentó las bases para la expulsión masiva de los invasores del territorio soviético, desbarató los planes alemanes, resquebrajó su sistema de alianzas y llenó de esperanzas a todos los pueblos de los países que luchaban contra el fascismo. La casi totalidad del material militar que se empleó fue fabricado en las fábricas que los técnicos de la Unión Soviética habían trasladado desde la zona central de Rusia hasta el otro lado de los Urales, con los alemanes pisándoles los talones.

Después de la Batalla de Stalingrado, la URSS conoció que en 1943 tampoco se abrirá el Segundo Frente, lo que significaba que Alemania podía concentrar en el Frente Oriental a lo más selecto de sus tropas para luchar contra la URSS. Stalin le escribió a Roosevelt: “Usted y Churchill han decidido posponer la invasión a Europa Occidental para la primavera de 1944. Otra vez nos tocará luchar casi solitariamente”. Y en carta a Churchill escribe: “Nuestro gobierno nunca pudo imaginar que EEUU y Gran Bretaña revisaran la decisión de invadir Europa Occidental… Usted me dice que comprende por completo mi desilusión. Es mi deber aclararle que no se trata de una simple desilusión del gobierno soviético sino de mantener la confianza entre los aliados. No hay que olvidar que se trata de salvar la vida de millones de personas que viven en las regiones ocupadas de Europa Occidental y Rusia, así como también de reducir las inmensas bajas del Ejército Soviético”. Finalmente, un año después se produjo el desembarco en Normandía.

Kursk, la batalla definitoria

Bajo estas circunstancias se produjo la Batalla de Kursk, en la que, según Hitler, los alemanes “debían recuperar en el verano lo que habían perdido en el invierno”. Para ese entonces el frente soviético alemán se había estabilizado a lo largo de una línea que comenzaba en el Golfo de Finlandia, continuaba en el centro a unos 500 km de Moscú y terminaba en el sur, en el mar de Azov. El frente formaba una curva a la altura de la ciudad de Kurks, desde este arco los soviéticos se proponía liberar Oriol y Briansk. Los alemanes decidieron desatar una ofensiva, tanto desde el norte como desde sur de este arco, para encerrar en su interior a grandes concentraciones de tropas soviéticas; con este fin planificaron la operación Ciudadela.

Para ganar la batalla crearon nuevos tipos de tanques “Tigres”, los mejores que fabricó Alemania durante la guerra, carros de combate tipo “Pantera” y cañones “Ferdinand”, y concentró para el ataque 70 divisiones de 900.000 soldados, 10.000 cañones y morteros, 2.700 tanques y más de 2.000 aviones. La operación no correspondía a las posibilidades reales de la Wehrmacht, que no había apreciado correctamente las relaciones de fuerza en el Frente Oriental, donde los soviéticos habían construido 4.240 km de trincheras en Vorónezh y otra cantidad semejante en la frente central. La longitud total de las trincheras abiertas en el arco de Kursk podría cubrir la distancia entre San Francisco-Washington-Montreal.

El 5 de julio de 1943 comenzó la batalla. Los alemanes confiaban en que sus fuerzas romperían las defensas rusas tanto en el norte como en el sur, pero su ofensiva terminó en un rotundo fracaso. La contraofensiva soviética marcaría el fin del último intento alemán de recuperar la iniciativa en el Frente Oriental, iniciativa que a partir de ese momento quedó en manos del Ejército Soviético.

En la Batalla de Kursk se exterminaron las mejores unidades del ejército alemán, aquellas que luchaban bajo la consigna de vencer o morir, se enterró también el mito de que el invierno ruso era el que ayudaba al Ejército Rojo; también fue la mayor batalla de tanques de la historia, en ella participaron 6.900 tanques de ambos bandos. El General Guderian escribe en Memorias de un soldado: “Sufrimos una derrota demoledora en Kursk. Las tropas blindadas, que habían sido repuestas con gran esfuerzo como consecuencia de las grandes pérdidas de hombres y de material de guerra, quedaron fuera de servicio por largo tiempo. Era imposible restituirlas a tiempo para… el caso del desembarco con el que los aliados amenazaban para la primavera siguiente. Como consecuencia del fracaso del plan Ciudadela, el frente oriental absorbió todas las fuerzas que estaban emplazadas en Francia”.

La victoria soviética de Kursk demostró a los aliados de Occidente que si no desembarcaban en Europa, la URSS sola era capaz de derrotar a Alemania; fue el factor decisivo para que no se aplazara más el desembarco en Francia.

Novecientos días de un heroísmo ejemplar

La Venecia del Norte, como también es conocida San Petersburgo, fue fundada en 1703 por Pedro I, el Grande, y le dio a Rusia salida al mar Báltico. Ha sido la cuna de muchos pensadores y poetas: Pushkin, Gogol, Dostoievski, Blok y otros. Es también una de las ciudades más bellas del planeta: El Palacio de invierno, el Hermitage, la Catedral de San Isaac, el Palacio de Pedro… son hermosos monumentos de belleza sin par. Pero cuando se menciona su nombre, se debe recordar que sus hijos realizaron el acto de resistencia más grandioso de la historia, ante el cual es poco todo lo que se diga. Nadie podrá nunca narrar con exactitud lo que durante la Segunda Guerra Mundial aconteció en esta Ciudad Heroica, símbolo del valor del pueblo soviético. Que el heroísmo de sus habitantes, que el sacrificio de sus hijos más nobles ilumine a los futuros luchadores por la libertad, que el más de medio millón de víctimas que yacen en el grandioso cementerio de Piskariovskoye logren la paz eterna, cuando vean que el nazi-fascismo no existe más sobre este mundo.

La conquista de Leningrado, así se llamaba San Petersburgo, fue parte importante del Plan Barbarossa. Esta ciudad sufrió un bloqueo de 872 días, pero hace 78 años, el 18 de enero de 1943, el Ejército Rojo lo rompió parcialmente mediante una operación que Stalin denominó Iskrá, chispa en español, que comenzó seis días antes y conectó a Leningrado con el resto de la URSS. Cerca de un año después, el 27 de enero de 1944, el Ejército Soviético liberó la ciudad, rompiendo el bloqueo por completo.

Según el plan Barbarrosa, el grupo de ejércitos del norte, comandados por el Mariscal Leeb, debía partir desde Prusia Oriental, tomar todas las fortalezas soviéticas del Báltico y los puertos de Kronstadt y Leningrado, para dejar a la flota soviética sin bases en el Báltico. El grupo de ejércitos del norte y las tropas alemanas de Noruega, a los que se sumaría el Ejército de Finlandia, deberían ser suficientes para destruir a las fuerzas soviéticas que enfrentasen. Los sueños de Hitler de ocupar Leningrado o borrarla de la faz de la tierra tampoco se hicieron realidad, porque sus habitantes la defendieron sacrificándose más allá de lo imaginable. Durante el bloqueo, el pueblo ruso repetía como estribillo: “si Leningrado resiste, nosotros también resistiremos”.

El alto mando alemán, para el que la toma de Leningrado tenía importancia tanto política como estratégica, detuvo su avance sobre esta ciudad el 8 de septiembre de 1941, ordenó a sus tropas atrincherase y se preparó a romper la resistencia del pueblo ruso a través de un prolongado asedio, con ayuda del bombardeo continuo de la aviación a la urbe y mediante el fuego de artillería; suponían que el hambre los doblegaría. Como consecuencia murieron más de un millón de leningradenses, la inmensa mayoría, el 90 %, de hambre y frío, pero Leningrado no se rindió.

En pleno bloqueo, el 9 de agosto de 1942, la Orquesta Sinfónica de Leningrado interpretó la Séptima Sinfonía o Sinfonía a Leningrado, compuesta por Dmitri Shostakóvich. El célebre compositor dedicó esta creación a “nuestra lucha contra el fascismo, a la victoria que se aproxima y a mi Leningrado natal”. La obra, escrita durante el bloqueo, era un himno de esperanza en la victoria y el 5 de marzo de 1942 fue trasmitida por radio al mundo entero. Los altavoces se dirigían hacia donde estaban los alemanes, pues la ciudad quería que los invasores la escuchasen.

Pese al bloqueo, las fábricas de Leningrado entregaron al frente de batalla 713 tanques, 480 blindados y 10000 morteros; a su pueblo lo mantenía en píe la inquebrantable fe en la victoria. Las condiciones de trabajo eran muy duras, no había ni luz, ni calefacción, ni transporte, el frío era insoportable y no había que comer, y sin embargo, nadie se quejaba. Ni siquiera en el momento de la muerte. La gente moría en silencio.

A través del congelado lago Ládoga, llamado “el Camino de la Vida”, no se interrumpió nunca el envío de alimentos, medicina, armas y demás pertrechos. Pese al intenso bombardeo de la aviación alemana, los conductores manejaban días enteros sin descansar. Por este camino se evacuó a un millón de leningradenses. Quienes dirigían el tránsito debían permanecer parados sobre la nieve soportando el viento y el frío de hasta -30°C, durmiendo muy pocas horas al día. Se tendió un oleoducto por el fondo del lago y Leningrado revivió. Las fábricas volvieron a producir y la población de nuevo tuvo luz y calefacción. Por eso, sus habitantes dicen orgullosos: “Troya cayó, Roma cayó, Leningrado no cayó”.

Nada es más patético que el diario de Tania Sávicheva, una niña soviética que sintetiza en pocas líneas el sufrimiento de millones de ciudadanos de Leningrado. Escribe: “Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas. La abuela murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 de la tarde. Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 de la madrugada. El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, 2 horas después de la medianoche. El tío Lesha, el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 de la tarde. Mi mamá murió el 13 de mayo de 1942 a las 7.30 de la mañana. Los Sávichev murieron. Murieron todos. Solo queda Tania”. Gloria eterna a esta heroica ciudad.

El secreto que Hitler se llevó a la tumba

Adolf Hitler se suicidó al final de la guerra. Se desconoce por qué continuó luchando cuando Alemania sólo reculaba y había perdido toda iniciativa a partir de la derrota de Kursk. El sueño de las armas secretas, con las que pensaba ganar la guerra o, por lo menos, prolongarla hasta negociar una paz conveniente para sus intereses, se había esfumado como resultado del avance de las tropas soviéticas; fabricar la bomba atómica era imposible, lo mismo que sus cohetes portadores. Por más que el 20 de julio de 1944 la providencia le hubiera protegido del atentado del Coronel Claus von Stauffenberg -y Hitler creía mucho en este tipo de cábalas-, las circunstancias del momento le indicaban que no tenía salvación. ¿Qué esperaba, entonces? Que la unidad de los Aliados en su contra se rompiera, pues era inconcebible que esa alianza se mantuviera, porque el nazismo en sus raíces ideológicas era mucho más cercano al capitalismo estadounidense y al imperialismo inglés que el comunismo, del que los tres eran enemigos acérrimos.

Por esa razón, la guerra que Alemania había desatado contra la URSS era una guerra de exterminio contra los pueblos eslavos, gitanos y judíos, que para los nazis eran pueblos inferiores y ocupaban el espacio vital que les pertenecía a ellos, que eran de raza superior; por eso el elevado número de civiles muertos y los crímenes horripilantes que hubo en el territorio ocupado de la Unión Soviética, algo que no se dio en el resto de Europa, pues en todas las colonias de ese continente regían leyes raciales y en el ejército estadounidense se cumplía la segregación racial, un soldado blanco no podía estar bajo las órdenes de un oficial negro, y no sólo eso sino que EEUU estableció campos de concentración para sus ciudadanos de origen japonés.

Razón por la cual, la guerra en Occidente fue contra los pueblos, sin que las bajas civiles importara a los contrincantes; por eso, el bombardeo bárbaro a ciudades como Londres, Rotterdam, Dresden… o las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. En cambio, la URSS no peleaba contra el pueblo alemán sino contra el nazismo, y lo hizo así en las ciudades europeas que liberó.

Hitler, en su testamento político escrito horas pocas antes de su suicidio, expulsó del Partido Nazi a Goring y Himmler. Les acusó de tratar de hacerse del poder y, sin su consentimiento y contra su voluntad, intentar negociar la paz con los Aliados occidentales, con lo que “han hecho un daño enorme al país y a toda la nación… Antes de mi muerte, expulso del partido y de todas sus oficinas al antiguo Reichsführer SS y Ministro del Interior, Heinrich Himmler”.

¿Qué pasó realmente? Que un sector de Alemania buscaba capitular separadamente ante Occidente. El 21 de febrero de 1945 se inició en Berna ‘la Operación Amanecer’, en la que los jefes de las SS ofrecieron su colaboración a Occidente. Allí residía Allan Dulles, futuro director de la CIA, abogado de Wall Street y asesor de grandes empresas estadounidenses. En el norte de Italia, adonde Alemania había trasladado gran parte de su industria militar y las SS tenían su cuartel general, vivía Karl Wolff, general al que Hitler había designado Jefe de las SS. Himmler quería pactar con los norteamericanos y lo envió a Suiza para que negocie el apoyo a Alemania nazi en su lucha contra la Unión Soviética. Wolff, acompañado de altos oficiales, se reunió con Dulles en Zurich, para acordar que la Wehrmacht capitulara y no llevara a cabo su plan de atrincherarse en los Alpes, algo que Wolff no podía hacer sin el visto bueno del ejército, sólo lo podía hacer el Mariscal Kesselring, al que Hitler había nombrado Comandante del Frente Occidental. Por eso, la capitulación de Alemania en Italia está relacionada con la capitulación de todo el Frente Occidental.

Wolff no logró convencer a Kesselring de que capitule, el mariscal no quería romper su juramento al Führer. Himmler le dió un ultimátum a Wolff: o bien le revela de las conversaciones con los aliados y cómo ha negociado la capitulación de la Wehrmacht en Italia o le informará a Hitler que ha cometido alta traición. Wolff se reúne con Hitler, que le permite continuar con las negociaciones.

El 12 de abril de 1945 muere el Presidente Roosevelt, partidario de que Alemania capitule incondicionalmente y contrario a cualquier negociación con el nazismo. El 22 de abril, Dulles recibe ordenes de suspender las negociaciones, norteamericanos y británicos no quieren provocar a los soviéticos en los últimos días de la guerra. El 25 de abril, los comunistas liberan Milán. ¿Quedará bajo control rebelde el norte de Italia y el sur de Francia, como teme Occidente? No, porque la Wehrmacht capitula en Italia y no se atrincherara en los Alpes.

Luego del suicidio de Hitler, queda la pegunta: ¿Fue la ‘Operación Amanecer’ un pacto que no tuvo valor alguno sin el visto bueno de Hitler? Lo más probable es que así fuera. Como una ironía de la historia, los agentes soviéticos, infiltrados en el alto mando alemán, mantuvieron bien informado a Stalin sobre la ‘Operación Amanecer’. En 1998, el Presidente Clinton desclasificó los archivos secretos de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, que muestran lo estrecha que fueron las relaciones entre su país y las SS durante la guerra.

También existe la ‘Operación Impensable’, el plan británico para atacar a la Unión Soviética. Fue ordenado por Churchill a finales de la Segunda Guerra Mundial y fue desarrollado por las Fuerzas Armadas Británicas. Contemplaba “imponer a Rusia la voluntad de Estados Unidos y el Imperio Británico”, contaba con el uso de fuerzas polacas y soldados alemanes, capturados durante la guerra. Churchill ordenó al Ejército Británico apoderarse de armas alemanas para usarlas contra la URSS luego de que Alemania se rindiera. Finalmente, la derrota electoral de Churchill de 1945 y la necesidad de la ayuda soviética a EEUU en el conflicto con Japón enterraron el ‘Plan Impensable’, que hubiera sido el inicio de la Tercera Guerra Mundial. ¿Conocía de este plan Hitler? ¿Estaban ‘la Operación Amanecer’ y el ‘Plan Impensable’ concatenados? Lo más probable es que sí. Pero ese secreto lo llevó Hitler a la tumba.

9 de Mayo, final de la Gran Guerra Patria

Luego de la Batalla de Kursk, del desembarco en Normandía y de que la URSS liberara a numerosos países del yugo nazi-fascista, el Ejército Rojo entró a Berlín e izó la bandera soviética en el Reichstag, el parlamento alemán.

Finalmente, el 9 de Mayo de 1945 cesaron los combates en Praga y terminó la Gran Guerra Patria, que duró 1.418 días. Esta fecha es sagrada para Rusia, y no sólo para ese país, porque costó enormes sacrificios conseguirla. Estos son algunos hechos que los falsificadores de la historia odian recordar: La guerra eliminó en la Unión Soviética a 27 millones de personas y dejó 60 millones de heridos; destruyó en ese país 1.710 ciudades, 70.000 aldeas, 32.000 empresas industriales, 65.000 kilómetros de vías férreas, 98.000 cooperativas agrícolas, 1.876 haciendas estatales, 6 millones de edificios, 40.000 hospitales, 84.000 escuelas; los nazis trasladaron a Alemania 7 millones de caballos, 17 millones de cabezas de ganado vacuno, 20 millones de puercos, 27 millones de ovejas y cabras, 110 millones de aves de corral; la perdida total de la Unión Soviética fue de unos 3 billones de dólares (un 3 seguido de doce ceros). Gracias a este sacrificio, la humanidad se vio libre de la noche eterna del dominio imperial con que Hitler soñó para mil años.

Alexander Werth, reconocido periodista inglés de la BBC, escribe: “Los rusos llevaron el fardo más pesado en la guerra contra la Alemania Nazi, precisamente gracias a esto quedaron con vida millones de norteamericanos e ingleses”. Edward Stettinus, Secretario de Estado de EEUU durante esta guerra, reconoce que el pueblo norteamericano debería recordar que en 1942 estuvo al borde de la catástrofe. Si la Unión Soviética no hubiera sostenido su frente, los alemanes hubieran estado en condiciones de conquistar Gran Bretaña; habrían estado en condiciones de apoderarse de África y crear una plaza de armas en América Latina.

Es bueno recordar el pasado porque entonces, como ahora, el mal crecía sin aparente fin, sin que nadie fuera capaz de detenerlo; sin embargo, la heroica lucha contra la moderna barbarie, no sólo del pueblo soviético sino de todos los hombres libres, salvó al mundo. Tal vez, la más importante lección para las presentes y futuras generaciones es que las guerras hay que combatirlas antes de que estallen. ¡Gloria eterna al heroico pueblo soviético que libró al mundo del nazi-fascismo!

Fuentes: Rebelión

Por Rodolfo Bueno | 08/05/2021 | Mundo

Fuentes: Rebelión

La Gran Guerra Patria

Por: Rodolfo Bueno

El domingo 22 de junio de 1941, exactamente a las 4 horas de la madrugada, Alemania nazi dio inicio al Plan Barbarossa. Un ejército jamás visto por su magnitud, experiencia y poderío, se lanzó al ataque en un frente de más de 3.500 kilómetros de extensión, desde el mar Ártico, en el norte, hasta el mar Negro, en el sur. Era un total de 190 divisiones, cinco millones y medio de soldados, 4.000 tanques, 4.980 aviones y 192 buques de la armada nazi.

El 3 de julio de 1941, Stalin se dirigió al pueblo soviético en un discurso, célebre porque, pese a no ocultar para nada la gravedad de la situación en frente, sus palabras imbuían en el pueblo soviético la seguridad en la futura victoria. En su discurso dijo: “Hombres del Ejército Rojo, de la Armada Roja, oficiales y trabajadores políticos, luchadores guerrilleros! ¡Camaradas! ¡Los pueblos de Europa esclavizados os miran como libertadores! ¡Sed dignos de tan alta misión!… Ojalá, os inspiren en esta lucha los espíritus de nuestros grandes antepasados… ¡Adelante, hacia la Victoria!” A partir de entonces se inicio la conflagración conocida como la Gran Guerra Patria.

En los primeros meses de guerra, los grupos “Centro” y “Norte” de la Wehrmacht lograron acercarse a Moscú y Leningrado, dos de sus principales metas; nada parecía capaz de detener a este monstruo apocalíptico, cuyas botas habían pisado casi toda Europa. Sin embargo, el primer fracaso del Plan Barbarrosa se dio cuando la Wehrmacht fue derrotada en las puertas de Moscú y no pudo desfilar el 7 de Noviembre de 1941 por la Plaza Roja, tal cual había sido planificado, sino que lo hizo el Ejército Soviético, después los soldados se dirigieron al frente y ganaron la Batalla de Moscú; cosechaban el ejemplo del Mayor Klochkov, que se arrojó debajo de un tanque alemán con granadas en las manos exclamando: “Aunque Rusia es inmensa, no hay a donde retroceder, ¡detrás está Moscú!”

La siguiente victoria soviética se dio en la Batalla de Stalingrado, la más sangrienta y encarnizada que se conoce, la suma total de las perdidas por ambas partes supera con creces los dos millones de soldados muertos; se prolongó desde el 17 de julio de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943, cuando, luego de ininterrumpidos y feroces combates, culminó con la victoria del Ejército Rojo sobre el poderoso Sexto Ejército Alemán, comandado por el General Paulus, algo que nadie en el mundo occidental esperaba.

Cuando el General Vasili Chuikov llegó a hacerse cargo de la comandancia del 62.º Ejército que se enfrentó al Sexto Ejército Alemán, fuerza élite de la Wehrmacht que había conquistado Europa continental, el Mariscal Yeriómenko le preguntó: “¿Camarada, cuál es el objetivo de su misión?” Su firme respuesta fue: “Defender la ciudad o morir en el intento”. Yeriómenko tuvo la certeza de que Chuikov había entendido perfectamente lo que se le exigía. Según Chuikov, “por todas las leyes de las ciencias militares, los alemanes debieron ganar la batalla de Stalingrado y, sin embargo, la perdieron. Es que nosotros creíamos en la victoria. Esa fe nos permitió vencer y evitó que fuésemos derrotados”. Comprendía cabalmente que Alemania ganaba la guerra si triunfaba en Stalingrado.

Sobre la Batalla de Stalingrado, el General alemán, Dorr, escribió: “El territorio conquistado se medía en metros, había que realizar feroces acciones para tomar una casa o un taller… Estábamos frente a frente con los rusos, lo que impedía utilizar la aviación. Los rusos eran mejores que nosotros en el combate casa por casa, sus defensas eran muy fuertes”.

El 23 de noviembre de 1942 cerca de 330.000 soldados alemanes fueron cercados y el 2 de febrero de 1943 cesó la resistencia alemana en Stalingrado. En la batalla de Stalingrado, la Wehrmacht perdió cerca de un millón de hombres, el 11% del total de todas las pérdidas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, el 25% de todas las fuerzas que en esa época operaban en el Frente Oriental.

La Batalla de Stalingrado fue el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial y resultó una auténtica catástrofe militar para los alemanes, cuyas tropas no pararían de retroceder hasta rendirse ante el Mariscal Zhúkov en Berlín, dos años y cuatro meses después. La victoria Stalingrado marcó el inicio de la derrota de Alemania, sentó las bases para la expulsión masiva de los invasores del territorio soviético, desbarató los planes alemanes, resquebrajó su sistema de alianzas y llenó de esperanzas a todos los pueblos de los países que luchaban contra el fascismo. La casi totalidad del material militar que se empleó fue fabricado en las fábricas que los técnicos de la Unión Soviética habían trasladado desde la zona central de Rusia hasta el otro lado de los Urales, con los alemanes pisándoles los talones.

Después de la Batalla de Stalingrado, la URSS conoció que en 1943 tampoco se abrirá el Segundo Frente, lo que significaba que Alemania podía concentrar en el Frente Oriental a lo más selecto de sus tropas para luchar contra la URSS. Stalin le escribió a Roosevelt: “Otra vez nos tocará luchar casi solitariamente”. Y en carta a Churchill escribe: “Usted me dice que comprende por completo mi desilusión. Es mi deber aclararle que no se trata de una simple desilusión del gobierno soviético sino de mantener la confianza entre los aliados. No hay que olvidar que se trata de salvar la vida de millones de personas que viven en las regiones ocupadas de Europa, así como también de reducir las inmensas bajas del Ejército Soviético”.

Bajo estas circunstancias se produjo la Batalla de Kursk. Para ganar esta batalla los alemanes concentraron 70 divisiones de 900.000 soldados, 10.000 cañones, 2.700 tanques y más de 2.000 aviones. La operación no correspondía a las posibilidades reales de la Wehrmacht, pues los soviéticos habían construido 4.240 km de trincheras en Vorónezh y otra cantidad semejante en la frente central. El 5 de julio de 1943 comenzó la batalla. La victoria soviética marcaría el fin del último intento alemán de recuperar la iniciativa en el Frente Oriental, iniciativa que a partir de ese momento quedó en manos del Ejército Soviético.

El General Guderian escribe en Memorias de un soldado: “Sufrimos una derrota demoledora en Kursk. Las tropas blindadas, que habían sido repuestas con gran esfuerzo como consecuencia de las grandes pérdidas de hombres y de material de guerra, quedaron fuera de servicio por largo tiempo. Era imposible restituirlas a tiempo para… el caso del desembarco con el que los aliados amenazaban para la primavera siguiente. Como consecuencia del fracaso del plan Ciudadela, el frente oriental absorbió todas las fuerzas que estaban emplazadas en Francia”.

La victoria soviética de Kursk demostró a los aliados de Occidente que si no desembarcaban en Europa, la URSS sola era capaz de derrotar a Alemania; fue el factor decisivo para que no se aplazara más el desembarco en Francia.

Según el plan Barbarrosa, el grupo de ejércitos del norte y las tropas alemanas de Noruega, a los que se sumaría el Ejército de Finlandia, deberían ser suficientes para tomar todas las fortalezas soviéticas del Báltico y los puertos de Kronstadt y Leningrado, para dejar a la flota soviética sin bases en el Báltico. Los sueños de Hitler de ocupar Leningrado no se hicieron realidad, porque sus habitantes la defendieron sacrificándose más allá de lo imaginable. El alto mando alemán detuvo su avance. El 8 de septiembre de 1941 ordenó a sus tropas atrincherase y se preparó a romper la resistencia del pueblo ruso a través de un prolongado bloqueo, suponían que el hambre los doblegaría. Como consecuencia murieron más de un millón de leningradenses, la inmensa mayoría de hambre y frío, pero Leningrado no se rindió.

Durante el bloqueo las condiciones de trabajo eran muy duras, no había ni luz, ni calefacción, ni transporte, el frío era insoportable y no había que comer, y sin embargo, nadie se quejaba. Ni siquiera en el momento de la muerte. La gente moría en silencio. Por eso, sus habitantes dicen orgullosos: “Troya cayó, Roma cayó, Leningrado no cayó”.

Nada es más patético que el diario de Tania Sávicheva, una niña soviética que sintetiza en pocas líneas el sufrimiento de millones de ciudadanos de Leningrado. Escribe: “Zhenia murió el 28 de diciembre de 1941, a las 12:30 horas. La abuela murió el 25 de enero de 1942, a las 3:00 de la tarde. Leka murió el 17 de marzo de 1942, a las 5:00 de la madrugada. El tío Vasia murió el 13 de abril de 1942, 2 horas después de la medianoche. El tío Lesha, el 10 de mayo de 1942 a las 4:00 de la tarde. Mi mamá murió el 13 de mayo de 1942 a las 7.30 de la mañana. Los Sávichev murieron. Murieron todos. Solo queda Tania”. Gloria eterna a esta heroica ciudad.

Rodolfo Bueno

Karl Marx héroe eterno de la humanidad

Por: Rodolfo Bueno

El socialismo científico es formulado por Karl Marx, filósofo y pensador alemán nacido en Tréveris el 5 de mayo de 1818. Marx se doctora en 1841 con la tesis “Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro”. Luego se dedica a la elaboración de trabajos sobre la realidad social y colabora en la edición de la “Gaceta Renana”, de la que es jefe de redacción; Marx se exilia luego de que esta publicación es intervenida por la censura.

Se dedica entonces al estudio de diversas áreas del pensamiento, especialmente de la filosofía y la historia. Es influenciado por Hegel, el filósofo más importante de su época, al que modifica el método dialéctico de razonar, que, según palabras de Marx, pone de pie. Luego utiliza la dialéctica para analizar las contradicciones en la historia de la humanidad, en particular, las que existen entre el capital y el trabajo. Crea así “la dialéctica del devenir constante”, en la que se da la tesis y la antítesis, pero no se realiza la síntesis.

Marx se casa con Jenny von Westphalen, hermana del ministro de Interior de Prusia, con la que está comprometido desde joven. Viven con fuertes penurias económicas, pues la irregularidad de sus ingresos, la persecución política, la censura y la clausura de las revistas publicadas por él, los obliga a mudarse constantemente de país.

En París funda y dirige la revista “Anales franco-alemanes”, que el gobierno francés cierra por presiones de Prusia. En 1844 se conoce y traba profunda amistad con Friedrich Engels, quien, además de ofrecerle su incondicional apoyo económico, es en adelante su más importante colaborador; también conoce a Proudhon, Blanc, Bakunin y Heine, importantes pensadores socialistas de su época. Pero la buena acogida de sus artículos políticos y su fama de revolucionario provocan que sea expulsado de Francia. Se establece en Bruselas, donde funda la “Liga de los Comunistas”, luego de lo cual declara no tener patria, ser ateo y revolucionario. En 1848 publica junto con Engels el “Manifiesto del Partido Comunista”, después se traslada a Colonia donde organiza el diario “Nueva Gaceta Renana”. Esta novel publicación, de fuerte compromiso social, alcanza tal éxito que es prohibida de inmediato por el gobierno renano.

En 1848 es testigo de la primera gran crisis del capitalismo, que causa movimientos revolucionarios en toda Europa, en los que Marx participa. Esto le permite deducir una teoría económica capaz no sólo de explicar la crisis sino también de estimular al proletariado a que intervenga políticamente con el fin de provocar el cambio social revolucionario. Marx es miembro fundador de la Primera Internacional, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). En 1872, durante el Congreso de la AIT en La Haya, se dan fuertes debates entre Marx y Bakunin, que terminan con la expulsión de este último.

La Comuna de París, de 1871, es la primera experiencia de poder proletario y deja de legado valioso su misma existencia, la enseñanza que aporta, sus principios rebeldes y heroicos, su democracia participativa y la Internacional, un himno revolucionario que se propaga por un mundo deseoso de justicia social. La derrota de la Comuna de París es un duro golpe para la AIT; a partir de entonces, Marx abandona la lucha política y se dedica a redactar y publicar sus pensamientos. Su doctrina política explica la realidad social e histórica en términos puramente económicos.

Marx fallece en Londres el 14 de marzo de 1883. En su obra, escrita en colaboración de Engels, se crítica la política, la economía política y la filosofía. Su aporte principal es “El Capital”, cuyo primer volumen aparece en 1867, luego de dieciocho años de trabajo. Este estudio es pionero en la comprensión del mecanismo fundamental que rige el funcionamiento de toda sociedad moderna, especialmente en lo que respecta a la teoría del valor y la plusvalía; sobre todo, explica la acumulación del capital por parte de las clases dominantes.

Marx utiliza el método dialéctico como instrumento para realizar el análisis de la realidad social y política. Pese a no descubrir la lucha de clases, motor de la historia, Marx define el desarrollo de la humanidad como la historia de la lucha de clases, qué la origina y cómo finaliza la misma. Según su pensamiento, las clases dominadas son las que determinan el fin de las sociedades establecidas y dan lugar a las que surgen sobre sus cenizas. Basa sus conclusiones en la contradicción permanente entre el trabajo y el capital, es decir, entre la clase trabajadora y la burguesía. Con base en la dialéctica de Hegel, Marx concibe esta lucha como una síntesis constante de los contrarios, cuando surge la contradicción entre la acumulación de la riqueza en pocas manos y la imposibilidad de que la gran mayoría de la sociedad disfrute de ella. Según él, esa situación se vuelve insostenible y da lugar a un sistema en el que desaparece la explotación del trabajo por el capital, cuando nace el comunismo, una nueva sociedad sin clases antagónicas. Marx considera que sólo en una sociedad con características de ese tipo deja de existir la explotación del hombre por el hombre.

Sostiene además que sólo la clase trabajadora, principalmente la del sector industrial, es la productora de la plusvalía y que solamente mediante la lucha política de sus sectores más conscientes se puede eliminar el capitalismo. Según Marx, la clase obrera, o sea la clase dominada, es la encargada de enterrar al capitalismo mediante la toma del poder luego de la Revolución Proletaria. El objetivo de la revolución es acabar con el Estado, instrumento político para la opresión de las clases sociales productivas. La toma del poder por el proletariado y su gobierno, la “dictadura del proletariado”, aunque se debe aclarar que el término “dictadura” en alemán significa “hegemonía”, no garantiza la distribución equitativa de las riquezas de la sociedad sino que la burguesía derrocada no regrese nuevamente al poder del Estado.

Para llegar al comunismo, Marx propone una etapa de transición, que a nuestro entender es el socialismo, en la cual el proletariado suprime la propiedad privada de los medios de producción y planifica centralmente la economía, de manera que se provean todas las necesidades de la población. Marx entiende que con la realización de este objetivo cesan las causas para la existencia de clases antagónicas y, por ende, la necesidad del Estado. Si se socializan los medios de producción y se entrega su administración al Estado Obrero, con el tiempo disminuyen el tamaño y la influencia política del mismo. El comunismo es una etapa posterior del socialismo y se establece cuando la sociedad puede multiplicar tan abundantemente los medios de producción que la riqueza alcanza para todos, lo que hace superflua la existencia del Estado, que así se extingue. Marx define la violencia como la partera de la historia, es decir, como la fuerza necesaria para que los acontecimientos históricos se den, y considera deseable que la transición del capitalismo al socialismo se dé con la mínima violencia. También piensa que una vez que estalle la revolución en un país, la misma debe extenderse a los demás, lo que llama la Revolución Mundial.

¿Cómo no admirar a Marx, ser ejemplar que lucha toda su vida por liberar a la humanidad de la explotación del hombre por el hombre? Junto con Engels crean una teoría que explica las características intrínsecas del capitalismo, que por mucho que evolucione tiene la misma esencia. Sus propuestas: la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la extinción del Estado al desaparecer las clases sociales antagónicas, hoy son tan actuales como entonces. Gloria eterna a este pensador ahora que se cumplen doscientos tres años de su nacimiento.

Stalin, la URSS y la Guerra

Por: Rodolfo Bueno

Los historiadores de Occidente sitúan el 1 de noviembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia, como el inicio de la Segunda Guerra Mundial; no toman en cuenta que en el Lejano Oriente, entre el 30 de diciembre de 1937 y el día de la invasión a Polonia, Japón había asesinado a más de diez millones de chinos y que antes hubo: la agresión a Etiopía por parte de Italia; Francia aceptó que el Ejército Alemán cruzara sus tropas al otro lado del Rin, zona desmilitarizada de Alemania; la Guerra Civil de España, la más sangrienta conflagración que hubo antes de la Segunda Guerra Mundial; el “Anschluss”, o sea, la transformación de Austria en una provincia del Tercer Reich; el Pacto de Münich, que traspasó a Alemania la estratégica región de los Sudetes, perteneciente a Checoslovaquia, medio año después, las tropas alemanas entraron a Praga ante la impasible mirada de los garantes Inglaterra y Francia; la firma del Pacto de no Agresión Ribbentrop-Mólotov, que permitió a la Unión Soviética impedir que la arrastraran a un conflicto que no buscaba ni deseaba.

Luego de la entrega de Checoslovaquia a Alemania, Hitler exigió la devolución del Corredor Polaco, la entrega del puerto de Dánzig y que Polonia le cediera facultades extraterritoriales para construir autopistas y líneas férreas por territorio polaco. Después, anuló el pacto de no agresión firmado con Polonia y renunció al convenio naval anglo-alemán, posteriormente comenzó a reclamar las colonias que le fueron arrebatadas por Francia e Inglaterra luego de la Primera Guerra Mundial.

El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. Dos días después Inglaterra y Francia le declararon la guerra a Alemania, estos hechos dieron inicio a la Segunda Guerra Mundial. La “Blitzkrieg” fue la estrategia de guerra que dio grandes éxitos a la Wehrmacht. Consistía en concentrar gran cantidad de fuerzas en zonas estrechas del frente, con lo que adquiría absoluta superioridad, tanto de soldados como de instrumentos de guerra. El Ejército Polaco fue derrotado en cinco semanas.

A partir del la derrota de Polonia se desarrolló lo que se conoce con el nombre de “Guerra Boba”. El ejército anglo-francés, que no había hecho nada durante el ataque alemán a Polonia, siguió sin hacer nada mientras Alemania concentraba grandes cantidades de tropas en la frontera occidental de Francia y continuó sin hacer nada cuando Alemania, entre el 9 de abril y el 10 de mayo de 1940, se apoderó de Noruega, Dinamarca, Holanda, Belgica y Luxemburgo.

El 14 de mayo de 1940, los tanques alemanes rompieron las líneas defensivas francesas, en la región de Sedan, y se precipitaron en dirección a occidente, el pánico se apoderó de las tropas francesas. El 18 de mayo el 9° ejército francés fue derrotado y su comandante capturado. El 20 de mayo, las divisiones motorizadas alemanas llegaron a las costas de la Mancha. El 27 de mayo comenzó la evacuación de las fuerzas inglesas desde Dunquerke, que fue exitosa gracias a que las divisiones motorizadas comandadas por el General Kleist detuvieron su marcha.

Este hecho tiene una explicación política, eliminada Francia, Hitler esperaba ponerse de acuerdo con Gran Bretaña para lograr la creación de un frente común contra su principal enemigo, la Unión Soviética. Se cree que para esta negociación, Rudolf Hess, segundo hombre fuerte de Alemania, voló a Gran Bretaña y se arrojó en paracaídas cerca de la residencia de Lord Halifax. Buscaba contactos con Inglaterra para lograr la división de las esferas de influencia en el mundo.

La mañana del 14 de junio, las tropas nazis entraron en París y desfilaron por los Campos Elíseos. El Mariscal Petain formó un nuevo gobierno. El 21 de junio de 1940, en el bosque de Compiègne, a unos 70 kilómetros de París, en el mismo vagón en el que 22 años atrás se habían rendido los alemanes a los franceses, bajo los acordes de “Deutschland Uber Alles” y el saludo nazi hecho por Hitler, Francia se rindió a Alemania.

La mitad de Francia iba a ser zona ocupada, allí vivía el 65% de la población, se producía el 94% del acero, el 79% del carbón, el 75% del trigo y el 65% de la ganadería; la otra mitad, desde la ciudad de Vichy, iba a ser gobernada por Petain, dictadura del sector de la burguesía francesa, aliada al régimen nazi de Alemania. Pero la gran mayoría del pueblo francés se alineó con las fuerzas de la “Francia Libre”, a cuya cabeza se encontraba el General Charles De Gaulle, o con el Partido Comunista Francés. Ambos movimientos combatieron codo a codo y jugaron un importante rol en la lucha contra el fascismo.

Luego de apoderarse de Europa continental, el 18 de diciembre de 1940 Hitler firmó la orden para desarrollar el Plan Barbarrosa; el mismo contemplaba la destrucción de la URSS en tres o cuatro meses. El alto mando alemán estaba tan convencido del éxito del Plan Barbarossa que para después de su cumplimiento planeaba, a través del Cáucaso, la toma de Afganistán, Irán, Irak, Egipto y la India, donde las tropas alemanas planificaban encontrarse con las japonesas; esperaba también que se les unieran España, Portugal y Turquía. Dejaron para después la toma de Canadá y EEUU, con lo que Alemania lograría el dominio total del mundo.

La orden de poner en ejecución el Plan Barbarossa la dio Hitler cuando trabajaban para la Wehrmacht cerca de 6.500 centros industriales europeos y en las fábricas alemanas laboraban 3’100.000 obreros especialistas extranjeros. Alemania poseía en ese entonces dos veces y media más recursos que la URSS y era la más poderosa potencia imperialista del planeta; lo acompañaron en esta mortífera aventura muchos otros estados europeos y numerosos voluntarios del resto del mundo.

El 27 de septiembre de 1940 se firmó el Pacto Tripartito, según el cual el mundo se dividía en esferas de influencia: Alemania e Italia dominarían Europa y Japón, el Asia Oriental. El 25 de marzo de 1941, Yugoslavia se unió al Pacto Tripartito. El pueblo de ese país salió a las calles a manifestar su descontento, y un grupo de jóvenes oficiales dio un golpe de Estado, derrocó al gobierno aliado de los nazis y nombró uno nuevo, encabezado por el General Simovich, Jefe de la Fuerza Aérea. El 6 de abril de 1941, Hitler declaró la guerra contra Yugoslavia y Grecia. La campaña de los Balcanes duró 18 días, entre el 6 de abril y el 24 de abril de 1941. Hitler era, prácticamente, dueño de Europa. Ahora sí podía lanzarse contra la Unión Soviética

La guerra de Alemania contra la URSS era esperada, pero las fechas notificadas por los servicios secretos soviéticos sobre su inicio no coincidían, algunas eran reales y otras erróneas. La “Orquesta Roja” informó a Moscú que “la cuestión del ataque armado contra la Unión Soviética estaba decidida”; Harro Schulze-Boisen, sobrino del Almirante Tirpiz y funcionario del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de Alemania, comunicó que “la cuestión de la agresión de Alemania a la Unión Soviética definitivamente está decidida. Su comienzo debe esperarse próximamente”; Richard Sorge hizo saber, desde el Japón, que la guerra se iniciaría a fines de junio; Zoia Voskresenskaya relata en “Ahora puedo contar la verdad”, que el conde Von Schulenburg, Embajador de Alemania en la URSS, dio una recepción poco antes del comienzo de la Gran Guerra Patria, en ella, Schulenburg la invitó a bailar. Mientras bailaban el embajador disimuladamente la hizo pasar por distintas salas y Zoia cayó en cuenta de que la embajada iba a ser evacuada, pues las salas y los despachos estaban atiborrados de maletas, cajas… y los armarios estaban vacíos, lo que confirmaba la información que tenía la Inteligencia rusa. Horas después Zoia informó a sus jefes lo que había visto, los que, a su vez, informaron a Stalin. Todo esto se sabía, pero la Wehrmacht tenía el mayor poder destructivo conocido hasta entonces.

Pese a todos los esfuerzos por mantenerse al margen del conflicto, en 1941 la guerra llegó a la URSS. Desde el primer día de la agresión nazi, Stalin emitió órdenes para trasladar la población e instalaciones industriales lejos del frente; por su parte, el pueblo se aglutinó a su alrededor bajo la consigna: “¡Todo para el frente, todo para la victoria!” Se puede pensar lo que se guste de Stalin, pero es de ingratos olvidar la inmensa contribución de este dirigente comunista en la derrota del nazismo.

Stalin es, tal vez, la personalidad más deformada de la historia, aunque se debe ser ecuánime y objetivo respecto a este controvertido líder. Un método sería escuchar la opinión de quienes pudieron evaluarlo mal, y no lo hicieron. Isaac Deutscher, autor de una trilogía llena de elogios a Trotsky, el mayor adversario de Stalin, escribe: “Stalin ha alzado a Rusia hasta el grado de segunda potencia industrial del mundo… No se habría podido obtener un resultado similar sin una gran revolución cultural, que ha enviado al colegio a un país entero para impartirle una amplia enseñanza”. Winston Churchill, cuando inicia la Guerra Fría, afirma: “Siento gran admiración y respeto por el valiente pueblo ruso y por mi compañero en tiempos de guerra, el Mariscal Stalin”.

9 de Mayo, el Día de la Victoria

Por: Rodolfo Bueno

El 9 de mayo de 1945 finalizaron la Segunda Guerra Mundial y la Gran Guerra Patria, conflictos que se desarrollaron en lo fundamental en el frente soviético-alemán, donde se libraron las más importantes y decisivas batallas que resquebrajaron la espina dorsal de la Werhmacht, las Fuerzas Armadas de Alemania Nazi, el más potente complejo militar bélico creado por el hombre. No se cumplieron las expectativas alemanas de conquistar el mundo porque, a diferencia del resto de Europa, la Wehrmacht encontró en la Unión Soviética una resistencia que jamás esperó.

Adolf Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. Se encontraba en un bunker, donde al final de la guerra se había refugiado, protegiéndose de las tropas soviéticas que lo habían acorralado por completo durante la batalla por Berlín. El nazismo, principal responsable de este conflicto, nació antes de Hitler.

Según varios relatos, Hiperbórea se divide en las islas de Thule y Última Thule, que algunos suponen son Islandia y Groenlandia. Bal Gangadhar Tilak, en “El hogar ártico de los vedas” asocia el origen de la raza aria con la migración al sur de los habitantes de Thule. Durante la Primera Guerra Mundial, y un poco antes, Guido von List, Jorg Lanz von Liebenfels y Phillip Stauffre, representantes del misticismo y el paganismo alemán, popularizan la ariosofía, sistema ideológico esotérico en que se mezclan el concepto de raza y la teosofía con el nacionalismo germán, para sobre la base de la superioridad de la raza aria legitimar las conquistas de Alemania.

Rudolf von Sebottendorf se hace miembro de la Orden Germánica de los Caballeros Teutones, agrupación basada en el espíritu de la ariosofía, y en 1910 funda en Múnich la Sociedad Thule, cofradía secreta en la que se mezclan la masonería, el racismo, la astrología, la numerología, la alquimia, la meditación sufí, la superioridad aria, el antisemitismo, el genocidio y los asesinatos por motivos políticos. Esta última doctrina se basaba en los “assassins”, actividad estratégica de asesinatos selectivos contra dirigentes políticos, militares y reyes, derivada de la secta nazarí del islam chií, que floreció durante las Cruzadas.

La Sociedad Thule, madre espiritual del nacionalsocialismo, se convierte en una agrupación cuya finalidad es instaurar el nazismo en Alemania. A finales de 1919, Dietrich Eckart, dirigente de la Sociedad Thule, introduce a Hitler en esa organización y le comienza a educar en los métodos para aprovechar el poder de la mente en la creación de la raza aria. Anton Drexler, miembro de la Sociedad Thule, establece en 1919 vínculos con varias organizaciones extremistas de Múnich para, junto con Karl Harrer, fundar el DAP, o Partido Alemán de los Trabajadores. Hitler ingresa a ese partido y el 1 de abril de 1920 lo refunda como NSDAP, o Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán, Nazi.

En 1871, el novelista británico Edward Bulwer-Lytton, en “La raza que viene”, describe la raza superior, la vril-ya, que vive bajo tierra y planea conquistar el mundo con el vril, una energía psicoquinética. El autor francés Louis Jacolliot promueve este mito en “Las tradiciones indo-europeas” y en “Los hijos de Dios”; en ambos libros, los Thule, habitantes del mundo subterráneo, aprovecharían el poder del vril para convertirse en superhombres y dominar el mundo.

En 1918, Karl Haushofer funda en Berlín la Sociedad Vril, que en la práctica tiene las mismas ideas que la Sociedad Thule, e influye también en el nacionalismo de Hitler. La Sociedad Vril busca bajo tierra el contacto con seres sobrenaturales, para obtener de ellos el poder mental, defiende el origen euroasiático de la raza aria. De esta manera, a principios del siglo XX, muchos alemanes creen descender de arios que habían migrado desde Hiperbórea-Thule y que estaban destinados a convertirse, mediante el poder del vril, en la raza aria de superhombres; Hitler es uno de ellos.

Haushofer desarrolla la geopolítica y a principios de 1920 se convierte en director del Instituto de Geopolítica en la Universidad de Ludwig-Maximilian de Münich. En su geopolítica defiende la conquista de territorios como un medio para adquirir poder, lo que llama “espacio vital”, lebensraum en alemán. Rudolf Hess, estudiante próximo a Haushofer, le presenta a Hitler, que se hallaba en prisión después del fallido “Putsch de Münich” de noviembre del 1923. Luego le visita a menudo para enseñarle la relación de la geopolítica con las ideas de las Sociedades Thule y el vril. El 30 de enero de 1933, ya nombrado canciller, Hitler adopta la geopolítica como la doctrina para la conquista por la raza aria de Europa Oriental, Rusia y Asia Central.

Los teóricos nazis sostienen que los arios de la India son el prototipo de invasores de raza blanca y asocian la esvástica con la tesis de la ascendencia aria del pueblo alemán. En 1920, los nazis adoptan la esvástica, la ven como el emblema apropiado de la supremacía blanca, el símbolo de la raza aria. Hitler, en “Mi lucha” la llama el estandarte de “la lucha por la victoria del hombre ario”. La Sociedad Thule adopta la “Hakenkreuz” como emblema suyo y la sitúa dentro de un círculo con una daga vertical superpuesta. En 1920, Friedrich Krohn, de la Sociedad Thule, le sugiere a Hitler adoptar la “Hakenkreuz” como la bandera del Partido Nazi. Hitler la elige con el fondo rojo para competir contra la bandera del Partido Comunista.

Para los nazis son importantes la Atlántida; Hiperbórea-Thule; Agartha, reino legendario ubicado debajo del desierto de Gobi; Shambhala, reino místico escondido en algún lugar más allá de la cordillera del Himalaya, y Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación Tauro, que consideran los hogares originales de la raza aria y el superhombre. Creían en la “herrenrasse”, raza madre que fue corrompida por la mezcla con razas inferiores. De este conjunto de creencias nazis se destaca la búsqueda del Santo Grial; Otto Rahn, miembro de las SS y autor de “La corte de Lucifer”, lo buscó en Montsegur. Himmler ordenó la distribución gratuita de “La corte de Lucifer” entre los oficiales de alta graduación de las SS.

Otro elemento dominante en el nazismo es el interés por los cátaros. Otto Rahn consideraba el Catarismo como una religión ecuménica, capaz de unificar Europa, y a los cátaros como los legítimos guardianes del santo Grial. Himmler concedía a ciertos elegidos el anillo Totenkopfring que indicaba un rango de iniciación en las creencias esotéricas que caracterizaban a la alta cúpula de las SS. Bajo la influencia de la ideología de la Sociedad Thule, Hitler cree que el cristianismo es una religión infectada en sus raíces por el judaísmo, percibe el perdón y la abnegación como algo antinatural, como el triunfo de los débiles, y él mismo se ve predestinado a eliminar el comunismo, doctrina política para los débiles de espíritu.

Si a este mejunje ideológico se añade el soporte del gran capital financiero mundial, que vio en Hitler suficientes atributos de dureza y violencia, necesarios para derrotar la efervescencia revolucionaria del pueblo alemán, se comprende que Hitler no fue sólo el demagogo que engatusó a todo un país de grandes tradiciones libertarias y formidables pensadores y artistas, que instauró una dictadura personal y llevó a los habitantes de Alemania a la guerra, como a una manada de ciegos, sino que fue un fenómeno social generado por el capitalismo, todavía latente en la actualidad.

Los grandes capitalistas y empresarios del mundo se habían acercado en la década de los años 30 al partido Nazi, que en la Alemania contaba con la mayor organización y fuerza para combatir el comunismo, porque Hitler les había prometido erradicarlo del planeta. En noviembre de 1932 diecisiete poderosos banqueros e industriales alemanes firmaron una solicitud dirigida al presidente Hindenburg, en la que exigían dar a Hitler el cargo de Canciller de Alemania. El 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania después de que banqueros de EEUU lo aprobaran. Una vez en el poder, Hitler constituyó el Consejo General de la Nueva Alemania, compuesto por los mayores propietarios alemanes. En este organismo se hallaban las fuerzas que desataron la guerra. Luego vendría el incendio del Reichstag, achacado a los comunistas, que le permitió a Hitler investirse de poderes absolutos, proclamarse Führer, líder omnímodo de Alemania, y obtener todo el apoyo internacional.

Antes del septiembre de 1939, los plutócratas del mundo presionaron a Hitler para que desatara la guerra contra Polonia y, posteriormente, contra la Unión Soviética, que siempre fue el blanco principal. Se trató de una política peligrosa, que estimuló las conquistas nazis en el llamado ‘espacio vital’ del este y que casi termina descuartizando a sus auspiciadores, ya que Hitler, antes de dar un paso hacia el Oriente, lo dio hacia Occidente, ya que siempre el diablo mal paga a sus devotos.

El imperturbable Presidente Putin

  Por:  Rodolfo Bueno

Las relaciones de Rusia con Estados Unidos están peores que durante la Guerra Fría y sólo son comparables a la crisis de los misiles de Cuba de 1962, cuando EEUU y la URSS estuvieron al borde de la Tercera Guerra Mundial, y además causan gran inestabilidad a nivel mundial. Entonces, la guerra se evitó gracias a que los líderes de esas dos grandes potencias hicieron concesiones mutuas, pero en la actualidad EEUU mantiene una política exterior aventurera y belicosa. El expresidente Medvédev se plantea: “¿Encontrarán los actuales estadounidenses la sabiduría del compromiso que lograron sus líderes en la crisis del Caribe en la década del 60?”

Según Serguéi Shoigú, Ministro de Defensa ruso, “las fuerzas estadounidenses se trasladan de las partes continentales de Norteamérica a Europa a través del Atlántico y se están concentrando en las vecinas regiones de los mares Báltico y Negro”, lo que coincidió con la movilización de dos ejércitos y tres agrupaciones aerotransportadas rusas hacia sus fronteras occidentales, maniobra anual que ha permitido a la prensa de Occidente acusar de manera irresponsable a Rusia de ser agresora, por tener tropas en sus propios territorios fronterizos con Ucrania; las tensiones han tomado un rumbo preocupante, cuya única salida parecería ser un conflicto militar catastrófico.

La crisis en Ucrania se remonta al año 2014, cuando, luego del golpe de Estado, algunas provincias de este país proclamaron su deseo de integrarse a la Federación de Rusia, igual a lo que en marzo del 2014 hicieron Crimea y Sebastopol. El Presidente Zelenski, envalentonado por el sustento de la injerencia externa y en su intención de recuperar las repúblicas del Dombass, ha optado por el uso de la fuerza y no por atenerse a los Acuerdos de Minsk, conjunto de medidas para encontrar una solución pacífica a la crisis en el este de Ucrania, acordados en febrero del 2015 en la cumbre celebrada en Minsk, firmados por Kiev y las repúblicas populares no reconocidas de Donetsk y Lugansk, con las garantías de Francia, Alemania y Rusia, y respaldados por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Dmitri Peskov, portavoz del Presidente Putin, indicó: “Cerca de nosotros hay un país en el que no podemos descartar que sus dirigentes vuelvan a considerar posible resolver sus problemas internos por la fuerza. ¿Es peligroso para nosotros? Por supuesto que sí. ¿Debemos tomar medidas para garantizar nuestra seguridad? Sí, debemos hacerlo y así lo estamos haciendo”. María Zajárova, portavoz de la Cancillería rusa, indicó que la situación en Donbass es difícil y está empeorando debido a “la actitud belicosa de Kiev, que vive con la ilusión de una posible solución militar del conflicto en el sureste del país”; pidió a las autoridades de Kiev que respeten los Acuerdos de Minsk.

Por su parte, el Presidente Biden hace declaraciones irresponsables, ordena el despliegue de fuerzas militares a la frontera de Rusia y aprueba las agresiones a este país. ¿Qué ha pasado? Que la elite de EEUU añora la década de los años 1990, cuando maximizó lo que creyó que era su victoria en la Guerra Fría, minimizó las posibilidades del desarrollo de China y tomó iniciativas geopolitícas con el fin de impedir a toda costa que Rusia renazca y una sus intereses con los de China; por eso, la ampliación de la OTAN hacia el este y su actual llamado a integrar una coalición contra esos dos colosos son parte de su estrategia. Pero la administración de Biden tiene sueños de perro y vive el presente como si fuera el pasado, cuando gobernaba el mundo, lo que le impide asimilar que otros países tienen mayor capacidad estructural y un potencial militar comparable o superior al suyo.

En abril 21, el Presidente Putin dio su mensaje anual a la Asamblea Federal de Rusia. Habló de los proyectos científicos importantes, como crear un potente escudo sanitario en el ámbito de seguridad biológica; de la moderna industria energética y la importancia de crear nuevos enfoques integrados a la hora de desarrollar el potencial energético; de la cuestión del clima y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que en Rusia deberían ser más bajos que en la UE, pidió a la Asamblea Federal acelerar y actuar con dureza en la aprobación de la ley sobre la responsabilidad financiera de los empresarios por los daños al medio ambiente; de que las soluciones climáticas deben convertirse en un poderoso incentivo para la integral modernización de todos los sectores de la economía y la esfera social; y de mejorar la educación superior gratuita.

También habló de que la medicina vive una revolución y los rusos deben tener acceso a las últimas tecnologías en este ámbito; de los nuevos productos farmacéuticos y que Rusia debe poseer un ciclo completo de producción de vacunas y medicamentos; de que muchos países desarrollados no fueron capaces de defenderse del golpe de la pandemia con la misma eficacia que Rusia.

Agradeció a los trabajadores sanitarios que arriesgaron sus vidas para luchar contra la pandemia y notó que todo el pueblo trabajó con rapidez, calidad y conciencia, bajo medidas extenuantes pero vitales; dijo que los ciudadanos, la sociedad y el Estado actuaron juntos de forma responsable y solidaria para levantar una barrera poderosa contra la epidemia; que los científicos rusos han demostrado un creciente potencial al desarrollar tres vacunas fiables y seguras contra el COVID-19; que Rusia debe estar preparada para ampliar los sistemas de prueba contra nuevas enfermedades peligrosas y comenzar la producción masiva y eficiente de vacunas nacionales; que el Estado ruso busca lograr un crecimiento poblacional sostenible y alcanzar para el 2030 la esperanza de vida de 78 años, y pidió a los ciudadanos de su país: “vacúnense por favor, la vacunación es ahora de importancia crucial para que en septiembre se forme la inmunidad colectiva al COVID-19”.

Su discurso se centró en hacer un balance de la situación de su país y no en lo que el mundo esperaba, que respondiera a tanto insulto vertido en Occidente contra su persona y Rusia; nadie en particular fue mencionado, excepto Bielorrusia y su presidente, Alexandr Lukashenko.

Condenó las sanciones ilegales, los asesinatos políticos y la práctica de organizar golpes de Estado, que superan todos los límites imaginables, y dijo: “Hoy en día, esta práctica se está convirtiendo en algo mucho más peligroso. Me refiero a los hechos recientemente conocidos de un intento directo de organizar un golpe de Estado en Bielorrusia y el asesinato del presidente de este país” y criticó el silencio de Occidente: “Es característico que incluso acciones tan flagrantes no sean condenadas por el llamado Occidente colectivo, nadie parece darse cuenta de esto, todos fingen que no pasa nada en absoluto… ¿Y qué hubiese pasado si se hubiera llevado a cabo el intento de golpe de Estado en Bielorrusia? ¿Cuántas personas hubieran resultado heridas y cómo se desarrollaría el destino de Bielorrusia? Nadie piensa en eso, igual que nadie pensó en el destino de Ucrania cuando se llevó a cabo el golpe de Estado en este país, parecería que el mundo se hubiera acostumbrado a los intentos de unos de imponer por la fuerza su voluntad a otros y a las sanciones ilegales”.

En cuanto a cómo es tratada Rusia por parte de Occidente, denunció que no cesan los actos hostiles contra ella y añadió que para algunos países el atacar a Rusia se han convertido en un nuevo deporte. “Si alguien no quiere dialogar, elige un tono egoísta y arrogante, pero Rusia siempre encontrará una manera de defender su postura”. Subrayó que su país nunca responde a los actos hostiles y a la grosería franca y poco amistosa de algunos estados, porque quiere mantener buenas relaciones con todos los miembros de la comunidad internacional. “Rusia tiene sus propios intereses, que defendemos y seguiremos defendiendo en el marco del derecho internacional, como lo hacen, de hecho, otros Estados del mundo”.

Putin advirtió que, al tomar cualquier decisión, su país tiene suficiente paciencia, responsabilidad, profesionalismo y sentido común, y espera que a nadie se le ocurra cruzar las líneas rojas con respecto a Rusia; aunque no mencionó cuáles eran esas líneas rojas, subrayó que en sus relaciones con otros países será Rusia la que las defina por su propia cuenta y en cada caso concreto. Dijo que las acciones contra su país no cesan y se quiere culpar a Rusia “por cualquier motivo y, muy a menudo, sin ningún motivo en absoluto… Rusia no quiere quemar puentes y si alguien interpreta nuestras buenas intenciones como indiferencia o debilidad y quema definitivamente o destruye estos puentes, debe saber que la respuesta de Rusia será asimétrica, inmediata y enérgica… Que quienes amenacen la seguridad de Rusia se arrepentirán de lo que hicieron como no se han arrepentido de algo desde hace mucho tiempo”.

El imperturbable Presidente Putin no mencionó a nadie, pero mencionó a todos, y dijo sin decirlo: al que le calce el guante, que se lo chante y se ajustó al proverbio judío, la palabra es plata y el silencio es oro.

Desaciertos de un prepotente presidente

Por: Rodolfo Bueno

Los vaivenes del Presidente Biden son notorios: primero llamó asesino a su homólogo Putin, después le propuso celebrar una reunión, pues es el momento de reducir tensiones, y el camino a seguir es el diálogo y el proceso diplomático. Le explicó que Washington está preparado para seguir avanzando de forma constructiva a través de ese proceso y le pidió debatir toda la gama de problemas que sus países enfrentan: estabilidad estratégica y control de armamentos, el programa nuclear iraní, la situación en Afganistán, el cambio climático y la prórroga del START.

Luego de asegurarle a Putin que no buscaba una escalada de tensiones con Moscú sino una relación estable y predecible, siempre y cuando fuera del interés de EEUU, firmó de inmediato un decreto que imponía nuevas sanciones a Rusia, debido a las acciones de ese gobierno y sus servicios de inteligencia contra la soberanía e intereses estadounidenses. Biden expresó su preocupación por el aumento repentino de la presencia militar rusa en Crimea y en la frontera con Ucrania y llamó a bajar las tensiones en esas regiones, que resguarden las conveniencias de EEUU.

Dijo que defenderá los intereses de su país y actuará firmemente en respuesta a las acciones de Rusia, como son las intrusiones maliciosas cibernéticas, que además no puede permitir que una potencia extranjera interfiera impunemente en el proceso democrático de EEUU, como hizo Rusia en las elecciones presidenciales del 2020, y que si sigue interfiriendo en la democracia estadounidense, está dispuesto a tomar acciones más drásticas, en consonancia con su responsabilidad de presidente. Indicó que fue claro con Putin, en el sentido de que Washington pudo ir más allá en las sanciones y así lo hará si Moscú viola los intereses de EEUU.

Biden acusa a Rusia de que, al movilizar sus fuerzas armadas dentro de su territorio, agrede a Ucrania. ¿Qué esperaba, que Rusia se cruzara de brazos ante la amenaza de exterminio de la población rusa del Donbass, anunciada por Kiev luego de que Biden llamara al Presidente Zelenski y lo envalentonara? Gracias a esa movilización hasta ahora se ha impedido la tragedia organizada por el gobierno ucraniano. Putin explicó a Biden que el conflicto en el este de Ucrania se remonta al 2014, cuando, luego del golpe de Estado fascista, algunas regiones orientales de ese país proclamaron su deseo de integrarse a la Federación de Rusia, igual a lo que en marzo del 2014 hicieron Crimea y Sebastopol. Sin embargo, Rusia insiste en que esas regiones sean parte de Ucrania, pero con autonomía.

El levantamiento en el Donbass fue una respuesta a las amenazas que provenían de los fascistas ucranianos, pues Ucrania mandó a sus Fuerzas Armadas para imponer su autoridad, en vez de buscar resolver el conflicto políticamente. En la etapa inicial, los manifestantes de esa región propusieron federalizar Ucrania y entregar un estatus especial a las regiones habitadas por rusos, pero Kiev no hizo ninguna concesión. Moscú defiende la voluntad de los habitantes del Donbass y busca que la solución política de la crisis de Ucrania se realice sobre la base los acuerdos de Minsk, que contemplan el diálogo entre el gobierno central y el Donbass, que respete la autonomía de dicha región, pues ese conflicto podría desencadenar una guerra sin cuartel y Rusia no va a abandonar a su suerte a sus habitantes.

Ucrania le importa poco a la UE y a EEUU, no la quieren ni en la UE ni en la OTAN sino como instrumento para desestabilizar a Rusia. Pese a ello, ¿es factible una guerra en el este de Europa, a donde el ejército de Ucrania envía refuerzos para su confrontación contra el Donbass, EEUU manda buques al mar Negro en solidaridad con las acciones de Kiev, la OTAN utiliza una retórica belicosa y traslada a unos 40.000 efectivos de América del Norte a Europa? Las fuerzas de la OTAN se han concentrando en los países bálticos y la región del mar Negro, muy cerca de las fronteras de Rusia, y representan una amenaza directa para su seguridad.

Por eso, para repeler un posible ataque por parte de Ucrania y la OTAN, Rusia desplegó tres unidades de Fuerzas Aerotransportadas y dos de sus ejércitos. Moscú señaló que el movimiento de sus fuerzas militares dentro del territorio ruso son un asunto interno, que sólo busca proteger sus fronteras y la vida de los ciudadanos rusos, que sus acciones tienen exclusivamente un carácter defensivo y rechazan la posibilidad de una guerra contra Ucrania. Mientras tanto, las repúblicas de Donetsk y Lugansk se preparan para lo peor. Kiev, que todavía sueña con una solución armada del conflicto en el este de Ucrania y es apoyada por la OTAN, debería entender que una aventura militar podría acabar muy mal para su país; si las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que cuentan con la ayuda rusa, optaran por una ofensiva, Ucrania podría perder aún más territorios.

Es evidente que Rusia hará todo lo posible para proteger a los ciudadanos rusos del Donbass, pero, al mismo tiempo, se esfuerza por evitar un conflicto armado. Una guerra entre Rusia, las repúblicas del Donbass y Ucrania apoyada por la OTAN es poco probable, aunque está en el campo de lo posible, porque Kiev podría montar una provocación para involucrar a la OTAN en una guerra contra Rusia, pues sueña con adueñarse del Donbass, Crimea y otras zonas de Rusia, que le apetecen, sin caer en cuenta de que será muy dura la reacción rusa a estas acciones agresivas.

Sobre las intrusiones cibernéticas vale la pena recordar las contundentes palabras de respuesta a Anthony Blinken y Jake Sullivan, por parte de Wang Yi, Ministro de Relaciones Exteriores de China: “Sobre los ataques cibernéticos, permítanme decir que en capacidad para lanzar ataques cibernéticos ustedes son campeones”; sólo contra la Duma de Rusia, desde EEUU y otros países se lanzaron cerca de mil millones de estos ataques en el 2020.

Por otra parte, es absurda la acusación de interferencia rusa en las elecciones presidenciales del 2020 de EEUU, pues sería de locos intervenir en un lugar que posee un sistema electoral no sólo arcaico y anacrónico, sino que supera todo lo que podría suceder en un cuento de terror de Edgar Allan Poe. Ni siquiera tienen un tribunal supremo electoral, que regule y controle una elección, y cada Estado hace lo que le conviene. Eso permite que casi siempre haya más votantes que empadronados, que voten los muertos y las personas inexistentes, que el que quiera vote varias veces, que se queme los votos de sus contrincantes o se los arroje a la basura, que sufraguen personas de más de 120 años de edad, que los empleados de los centros electorales llenen las papeletas de votación a su antojo, las anulen y alimenten a la bartola los datos de las computadoras, que el conteo de votos se haga sin la presencia de la contraparte ni de testigo alguno. Con todas estas lisuras de por medio, ¿cómo intervenir en favor o en contra de alguien?

Por lo visto, el gobierno del Presidente Biden ha dado sus primeros pasos en una dirección errónea, al mismo tiempo le declaró una guerra no-convencional a Rusia y China, o sea, busca desestabilizar a estos dos países mediante el miedo y las amenazas, sin emplear tecnología bélica, para lograr de ellos concesiones de toda índole. Pero sobrevalora su real potencial porque carece de fuerzas para derrotar a la coalición de estos dos colosos, superior a EEUU en lo militar, económico y político.

La idea de que América regresó, y que todos esperaban este regreso, nació caduca y anacrónica. Ahora pueden imponer su voluntad sólo por temor, pero cada vez inspiran menos miedo; esa es la tragedia que viven. El meollo de asunto es el siguiente, la elite estadounidense, acostumbrada a mandar y que le obedezcan, de repente se encontró por primera vez en una situación cuando hay un grupo de países que no le hacen caso y se mueven en una dirección que ella considera contraria a sus intereses hegemónicos. Se trata de que EEUU ya no es la potencia dominante que fue y debe tomar en cuenta los intereses de los demás, y sin esta condición no tiene sentido ninguna reunión democrática, que está condenada al fracaso de antemano.

Se trata de una administración que vive en otra época, cuando podía imponer su omnímoda voluntad, y mide el presente con estándares del pasado. Por eso no acepta oír el ¡NO! de otras naciones, que le revuelve el estómago. El mundo cambió y ya no son la primera potencia económica ni poseen las mejores armas del planeta, y eso es lo que no pueden ni quieren aceptar.

Con sus bamboleos, Biden intenta demostrar a la opinión pública estadounidense que su enemistad contra Rusia es mucho más fuerte que la de Trump, pero, al mismo tiempo, más efectiva y pragmática. Mientras que Trump no dijo nada contra Putin, él lo llamó asesino y su invitación a un encuentro no es de ninguna manera para mejorar las relaciones con Rusia sino para ponerla en su lugar y obligarla a obedecer. Se trata, realmente, de crear una especie de confrontación caótica, controlada por Biden. ¿Qué va a lograr?, que China y Rusia se unan más aún y coordinen su acciones en defensa de sus intereses. En fin, amanecerá y veremos.

Van por lana, pero pueden salir trasquilados

 Por: Rodolfo Bueno

Al declarar al mismo tiempo conflictos belicosos contra Rusia y China, el gobierno del presidente Biden intenta matar dos pájaros de un tiro; misión imposible, pues sobre valora su real potencial y carece de fuerzas para derrotar la coalición de estos dos colosos, superior a EEUU en lo militar, económico y político. A ojos vistas, desarrolla una mala política y dio su primer paso en la dirección errónea.

La estrategia de Trump parecía mejor, intentó que no cuajara la unidad chino-rusa o que, por lo menos, Rusia permaneciera neutral en la lucha que llevaba contra China, para evitar que este país deje rezagado a EEUU. Hizo todo lo que pudo por lograr ese objetivo, y no lo logró, es que Rusia no escuchó y no podía escuchar los cantos de sirena entonados por Bolton, porque sabe que ninguna oferta de Washington puede ser firme, ya que sus gobernantes son fieles sólo a sus intereses, y a nadie más, y el infierno está empedrado con los huesos de quienes les creyeron.

En estas circunstancias apareció en la arena mundial un nuevo payaso, el presidente de Ucrania, Zelenski. Lo de payaso no es peyorativo, esa fue su profesión antes de ocupar el cargo que inmerecidamente ostenta, en un país en peligro de desaparecer en la vorágine de sus fantochadas presidenciales. “El ingreso de Ucrania a la OTAN es la única manera de poner fin a la guerra en el Donbass”, declaró a Jens Stoltenberg, Secretario General de esa alianza, luego de que el presidente Biden lo envalentonara con un eventual apoyo de EEUU en una ficticia agresión de Rusia a Ucrania.

Lo real es que esta hipotética membresía a la OTAN no traería la paz a Ucrania, sino que provocaría un incremento de las tensiones en el Donbass y tendría consecuencias desastrosas para Ucrania, es que este agravamiento se da para presionar a la UE para que se enemiste con Rusia y no se termine del Nord Stream 2, gasoducto que debe transportar por año cerca de 55.000 millones de metros cúbicos de gas natural desde Rusia hasta Alemania. EEUU se opone a este proyecto porque busca vender a la UE el gas de sus yacimientos de esquisto, que es más caro.

Serguéi Lavrov, Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, lamentó que el Gobierno ucraniano cuente con el respaldo de Occidente “pese a que son obvias las violaciones de todos los acuerdos de Minsk por parte de Kiev, que ahora ha pasado de criticar el marco político para resolver la crisis en Donbass a las amenazas de acción militar”. Lamenta que en Occidente crean que es necesario apoyar a las autoridades ucranianas incluso ante acciones y declaraciones absolutamente inaceptables.

El presidente Putin habló con la Canciller Merkel sobre la necesidad de que Kiev cumpla los acuerdos firmados, “principalmente para establecer un diálogo directo con Donetsk y Lugansk, legalizar el estatus especial del Donbass y evitar las acciones provocadoras de Kiev, que recientemente ha estado exacerbando la situación en la línea de contacto entre las tropas ucranianas y las milicias populares de las repúblicas de Donetsk y Lugansk”. Rusia busca evitar la escalada de este conflicto, pero garantizará su seguridad sin importar el giro que tomen los acontecimientos.

Esta conflagración tiene una larga cola que vale la pena recordar. El colapso del mundo socialista fue organizado por las potencias occidentales y sus testaferros ocultos. El grueso de la suma con la que “La Nueva Clase” del sistema socialista inició sus incursiones en el sistema financiero occidental provenía de europeos, israelíes y estadounidenses, que sacaron tajada de las fraudulentas oportunidades que les ofrecían las privatizaciones durante el derrumbe del socialismo.

Se originaron así las mafias de esos países, en particular la de Ucrania, donde gobierna lo peor de su corruptela. Ningún oligarca heredó propiedad alguna sino que se apoderó de los bienes de la sociedad mediante el crimen, el robo y la estafa.

En Ucrania, Occidente puso en marcha la revolución color de hormiga; le hicieron creer al presidente Yanukovich que sería bienvenido a la UE. Cuando leyó el acuerdo se asustó, pues no sólo cavaba su sepultura sino también la de su país. No lo firmó. Organizaron manifestaciones contra la ignominia en que Ucrania había vivido veinte años: miseria, mafias, oligarquías y corrupción. Luego trajeron matones entrenados en Estonia y Polonia. Primero les encargaron mutilar, aporrear y quemar viva a la milicia, después, disparar contra uniformados y manifestantes. Cien muertos.

Luego llegaron a un acuerdo entre el gobierno y la oposición. Cuando Yanukovich firmó lo que le exigían, con las firmas aún frescas y las garantías de la UE y Rusia, las bandas nazis dieron un golpe de Estado, que fue de inmediato declarado legítimo, porque dizque representaba a Ucrania. Occidente sostiene que la junta de Kiev es demócrata. ¿Será una forma de democracia nazi?, porque nazis sí son, pues usan sus símbolos y marchan al estilo nazi, rinden culto a Hitler, son antisemitas y emplean los métodos represivos que usaron las SS hitlerianas. Si eso no es nazismo, la inquisición medieval sería un baile de gala.

La junta de Kiev comenzó muy mal: su primer decreto fue prohibir hablar ruso, al extremo de que quien lo hacía era golpeado; se persiguió a rusos y judíos; se estableció una férrea censura contra los medios de comunicación; se maltrató, se aporreó, se torturó y se secuestró a diputados, periodistas y candidatos, que no eran del agrado del poder ilegítimo; se promulgó más leyes discriminatorias en el primer mes de gobierno, que Hitler en el primer año. Ante tanta atrocidad, ¿qué dijeron los líderes de la UE y EEUU? ¡Nada! Sólo acusaron de terrorista a la población del Donbass, que no se amedrantó y desconoció al gobierno nazi. ¡Que barbaridad! ¿Desde cuándo terrorismo es el amor a la libertad? ¿Adónde arrojaron la Declaración Universal de los Derechos del Hombre? ¿Es que es papel higiénico la Constitución de EEUU, que otorga el derecho a luchar por la independencia nacional?

Con este prolegómeno, Crimea realizó un referéndum. La abrumadora mayoría de su población escogió el retorno a la madre patria, Rusia, pero la UE y EEUU lo declararon ilegal; antes habían avalado la independencia de Kosovo, pese a que Dick Marty, relator especial de derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, acusó al primer ministro kosovar, Thaçi, de ser “jefe de un grupo albano, similar a la mafia, responsable en Europa del contrabando de armas, drogas y tráfico de órganos humanos”. No se entiende por qué Occidente no acepta que el pueblo de Crimea escoja su destino, pese a que sobre la base de la Carta de la ONU, la Corte Internacional de la ONU aprobó que “Las declaraciones de independencia pueden –y a menudo es el caso– violar la legislación nacional. No obstante, ello no constituye una violación del derecho internacional”. ¡Cuánta hipocresía!

Gracias al Cielo, y a Putin, se firmaron Los Acuerdos de Minsk, medidas para alcanzar la paz en Ucrania y el Donbass, que logró el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Fueron acordados en febrero del 2015 en la cumbre celebrada en la capital bielorrusa por los gobernantes de Alemania, Francia, Ucrania y Rusia.

Zelenski, electo presidente en una contienda precipitada, por decir lo menos, pues en ella se impidió la participación de todos los candidatos de la oposición, al anunciar que va a abandonar Los Acuerdos de Minsk, prácticamente declaró la guerra a Rusia; tiene su punto de apoyo en los miembros más retrógrados de la OTAN y en los acólitos de Stepan Bandera, héroe del gobierno de Ucrania y culpable del exterminio de cerca de un millón de judíos, además de rusos, bielorrusos, húngaros, polacos, gitanos… Sucedía que a las Fuerzas Armadas del Tercer Reich les repugnaba mancharse las manos con sangre humana, por lo que encargaban hacer el trabajo sucio a sus vasallos, en este caso, a las huestes de Bandera. Sus partidarios agredieron el 2015 a gente desarmada, a la que, luego de refugiarse en la Casa de los Sindicatos de Odesa, quemaron viva, después se tomaron fotos con las víctimas carbonizadas y burlonamente los llamaron negros. ¡Criminales!

Algo huele mal en Bruselas. ¿Por qué acusan a Rusia de buscar la Tercera Guerra Mundial, aunque Rusia no inició ninguna de las guerras anteriores y son EEUU y la UE los que han agredido a más países que el mismo Hitler? ¿Por qué se acusa a Rusia de agresor cuando moviliza sus fuerzas armadas dentro de su territorio? ¿Qué exigieron los líderes de Occidente? Que Rusia se cruce de brazos y permanezca impávida ante el exterminio en el Donbass anunciado por Kiev. ¿Qué mentira se oculta tras esta tragedia organizada? ¿Por qué son sordos, ciegos y mudos ante tanta perversidad neonazi? EEUU busca acorralar a Rusia hasta que no tenga más salida que intervenir en el Donbass para defender los derechos de los rusos de esa región; luego, con ayuda de la monstruosa maquinaria de propaganda, que controla el pensamiento de todos, va a asustar al planeta entero con el cuco del imperialismo ruso. Estos planes contra Rusia van a fracasar porque se enfrentan al liderazgo sólido del presidente Putin, que ya les ha bajado el moco algunas veces.