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La OTAN, 70 años de cuentear al mundo

Por: Rodolfo Bueno Rebelión

La OTAN nació con el cuento de evitar que la URSS, país que nunca fue una amenaza para nadie y que sacrificó un alto porcentaje de su población para librar al mundo del yugo nazi-fascista, se apoderara de Europa. La OTAN se comportó relativamente bien mientras existió ese hipotético peligro, pero apenas la URSS se desintegró, comenzó una serie de guerras, que llamó humanitarias pese a que causaron millones de muertos y desplazados, la destrucción de cientos de ciudades y más secuelas fatales, todavía no superadas. En realidad, desató esas conflagraciones para apoderarse de los recursos de otros países luego de una sucia campaña de mentiras. Lo absurdo es que la OTAN siga existiendo pese a que ya no existe la Unión Soviética y el peligro del comunismo sea, por ahora, cero.

El 24 de marzo de 1999, la OTAN comenzó la guerra contra Yugoslavia, un Estado soberano. Le dio al Presidente Slobodan Milošević el siguiente ultimátum: ¡Abandona Kosovo! Y “salvaron Yugoslavia de la misma Yugoslavia” sin que lesimporten los acuerdos de Teherán, Yalta y Postdam, ni la existencia de la ONU. Se rompía así el orden mundial creado después de la Segunda Guerra Mundial. En ese entonces, la cabeza visible del imperio era el Presidente de EEUU, Bill Clinton.

Entre esa fecha y el 12 de junio de 1999, la OTAN lanzó un total de 420.000 proyectiles, 2.300 misiles crucero Tomahawk y su aviación realizó unas 38.000 misiones de combate, el 38% contra instalaciones civiles. Solamente sobre Belgrado, ciudad que pocos estadounidenses son capaces de señalar en el mapa, cayeron unas 1.000 bombas. Estos ataques criminales cobraron la vida de 2.500 personas, de ellos 89 eran niños, hirieron a 12.500, muchos de los cuales perdieron los brazos o las piernas, destruyeron unas 300 escuelas, varias maternidades y hospitales, unos 25.000 edificios residenciales, cerca de 600 kilómetros de vías férreas, 38 puentes y 470 kilómetros de carreteras y causaron pérdidas materiales por unos 100 mil millones de dólares, lo que la OTAN calificó de “daños colaterales”.

Estos crímenes se justificaron con el bulo de que querían “prevenir una catástrofe humanitaria en la provincia separatista de Kosovo”; el problema de esa región no está resuelto hasta ahora y es la principal fuente de inestabilidad en los Balcanes. El bombardeo de 78 días cambió la política del mundo y es testimonio de cómo las potencias occidentales usan falsos pretextos para ejecutar sus delitos. El Presidente Trump, cuando en el 2016 era candidato, sostuvo que “los serbios son gente buena y que estos bombardeos fueron un gran error. La administración de Clinton creó un caos en los Balcanes”. Esta cruel e injustificada guerra hizo factible que se desintegrara Yugoslavia; que Kosovo proclamara unilateralmente su independencia; que más de 200.000 serbios y otros “no albaneses” abandonaran la región; que la OTAN se aproximara a las fronteras rusas y actualmente sirve de precedente para las amenazas de guerra contra Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Ahora bien, ¿qué mismo es la OTAN, organismo que se autodenomina la más exitosa alianza militar de la historia? Para celebrar el 70 aniversario de su creación sus lideres se reunieron en Londres este 4 de diciembre, pero lo hicieron en condiciones críticas que se han agudizado más aún. En sus entrañas, la atmósfera es lo menos festiva que alguien pudiera imaginar, porque nunca antes se había visto algo semejante a las rivalidades de ahora.

¿Qué festividad pudo haber cuando el Presidente Emmanuel Macron declara al The Economist que “lo que estamos viviendo es la muerte cerebral de la OTAN, por la falta de cooperación entre EEUU y Europa?” ¿Qué mismo oculta la metáfora de la
muerte cerebral de la OTAN? Oculta una sutil realidad: EEUU desde siempre fue y es la mano derecha, y la izquierda también, de esta coalición militar, pero de repente llega Macron y propone un trasplante cerebral que da aire a la idea de una Europa libre de la ocupación estadounidense; Alemania, por ejemplo, tiene en su territorio ochenta mil soldados de EEUU y, para colmo, se da el absurdo de que le exigen pagar más aún por mantenerlos.

Esta declaración molestó al Presidente Trump que la calificó de “muy, pero muy desagradable, porque nadie necesita a la OTAN más que Francia. Francamente, quien menos se beneficia es en realidad EEUU. Somos los menos beneficiados, estamos ayudando a Europa. Cuando Francia hace una declaración como la que hizo sobre la OTAN, es una declaración muy peligrosa. Nosotros les ayudamos cuando eran pobres, ahora devuelvan el favor”. Y exige más dinero si quieren que EEUU les defienda, lo que hace que en Europa se pregunten, ¿de quién y de qué manera quieren defendernos?

Por su parte, la Canciller Merkel entró en abierta confrontación con Macron. Sostiene estar aburrida de recoger los trozos de las tazas que los demás han roto algunas veces, sólo porque espera tener el chance de que todos juntos se sienten a tomar té. Macron le responde que no puede quedar sentado y aparentar que nada pasa. Pero no se trata solamente de que Macron rompe las tazas que la señora Mekel debe soldar después, tampoco es una simple reyerta entre los casquivanos miembros de la OTAN, sino que existen problemas mucho más profundos, como la disconformidad de Europa con la actual estructura de la OTAN y la manera de financiarla; también hay una toma de consciencia de que las guerras del Medio Oriente, en las que EEUU la embarcó casi en contra de su voluntad, son la causa de los actuales líos migratorios y de la aparición de grupos terroristas contra los que le toca luchar sola.

Macron, verdadero crítico de la OTAN, cree que Europa vive momentos claves para liberarse del vasallaje y la tutela de EEUU, por eso sostiene: “La OTAN es una alianza colectiva de defensa. ¿Contra qué y contra quién pelea? ¿Cuales son nuestros temas comunes? Estas preguntas, que son estratégicas, requieren respuestas precisas.

¿Es hoy Rusia nuestra enemiga, como a menudo escucho? ¿Es China el objetivo de la OTAN? ¿Debemos declararlos nuestros enemigos? ¡No, no estamos de acuerdo! Hoy día nuestro enemigo común es el terrorismo, que ha mordido a cada uno de nuestros países”. Macron, siguiendo sin dudar las huellas del General De Gaulle, quiere ser el adalid intelectual de Europa, de una Europa que espera con impaciencia el nacimiento del mundo bipolar de EEUU y China. En estas circunstancias, Macron ve que Rusia, como mínimo, podría servirle a Europa de puente en sus relaciones con China.

Algo completamente diferente piensa la Canciller Merkel. Aspira a que todo siga igual a lo que hubo luego de la caída del Muro de Berlín. Sabe que eso no es posible, pero no lo puede ni lo quiere reconocer, lo comprende muy bien, pero desea no distinguir la diferencia entre el pasado no lejano, la unipolaridad, y la actual multipolaridad, pretende que nada cambie y por eso sostiene: “La conservación de la OTAN corresponde totalmente a nuestros intereses, más que en los años de la Guerra Fría o, por lo menos, en el mismo grado”.

Lo increíble es que la OTAN no determine todavía quien es su real enemigo o si verdaderamente tiene enemigos. Stotemberg, su Secretario General, dice “no tener la lista de enemigos de la OTAN y no ve que ninguno de sus miembros esté en peligro. Rusia es un país fuerte, está armada con técnica militar moderna, incluidas las armas atómicas, lo que rompe los convenios internacionales, pese a ello, no es enemiga de la OTAN… Nosotros le enviamos a Rusia una señal fuerte cuando estacionamos nuestras fuerzas en Polonia y países del Báltico; de esta manera evitamos un ataque, que es la finalidad de la OTAN”. Uno se pregunta, ¿si ninguno de sus miembros está en peligro, contra quién se arman? ¿Tiene sentido que el Presidente Trump exija a sus aliados de la OTAN incrementar los gastos militares?

Rusia, cuyo cerebro está bien vivo, recuerda que en 1941 toda Europa continental, bajo el mando de Hitler, se lanzó a conquistarla. Por eso, el Presidente Putin, que nunca come cuentos, expresó: “Hoy hay que partir de que la ampliación de la OTAN y el desarrollo de su infraestructura militar en las cercanías de la frontera rusa es una potencial amenaza a nuestro país, por lo que debemos dar la mayor atención a la modernización de la Fuerza Armadas de Rusia”. El peligro estriba en que la OTAN diga, como Rusia se arma, nosotros también nos armamos, y comience una absurda carrera armamentista. Ojalá, la racionalidad se imponga finalmente.

EE.UU. es culpable por donde se mire

Por: Rodolfo Bueno Rebelión

Algún día el mundo deberá agradecer a Trump por ser el primer presidente de EE.UU. que acusó de mentir a los medios de comunicación masiva (mcm), porque si estos mienten respecto a la primera autoridad de ese país, el más poderoso del mundo, ¿qué lisuras no dirán de los dirigentes del resto de países y de los acontecimientos que se dan y se dieron a nivel mundial, como en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria…? Por si fuera poco, el general James Mattis, Secretario de Defensa de EE.UU., declaró no tener “prueba alguna, ni creíble, ni no creíble” de que Damasco hubiera empleado armas químicas contra su propio pueblo, lo que contradice en su totalidad la parafernalia en la que se ve a unos tipos con cascos blancos, dizque prestando atención a ciudadanos sirios gaseados por su gobierno. También desmiente los bombardeos aéreos israelíes contra Siria para, aparentemente, destruir las armas químicas de ese país, cuya eliminación a su debido tiempo el Pentágono supervisó directamente.

En pocas palabras, se trata de ‘fake news’, método empleado para justificar guerras injustificables que los mcm se encargan de promover. Si no recuerden a Colin Powell, Secretario de Estado de George W. Bush, mostrando en la ONU pruebas falsas de que Irak poseía armas de destrucción masiva, o al Secretario de Defensa Robert McNamara mintiendo sobre los incidentes del golfo de Tonkin, para justificar la guerra de EE.UU. contra Vietnam. Y no importa que estos personajes hicieran confesiones tardías de que mintieron al mundo, porque ya la mentira causó millones de víctimas.

Es que la realidad se ha retorcido tanto que es prácticamente imposible entenderla. Así, oficiales del Pentágono han confirmado la destrucción de un tanque del ejército sirio modelo T-72 en respuesta a una agresión de ese carro de combate, para lo cual las tropas estadounidenses organizaron una ofensiva con drones y grupos opositores y han “llevado a cabo una estrategia de defensa propia para protegernos.” Se debe entender que todo esto pasa en Siria. ¿Es posible que el ejército de algún país destruya tanques norteamericanos en territorio de EE.UU.? No. Aunque, ¿no fue eso lo que hizo Japón en Pearl Harbor en 1941, sólo que en mayor magnitud? Tal vez.

También se puede preguntar: ¿Qué hacen en Siria las fuerzas armadas de EE.UU. sin permiso de autoridad legal alguna? Se recuerda que la coalición liderada por Washington actúa ilegalmente en Siria porque no cuenta ni con el permiso del Gobierno sirio ni con un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Hasta cuándo planifican permanecer en esta nación árabe? Ni siquiera el Presidente Trump lo sabe. El cuento de que están ahí para combatir el terrorismo ya no lo creen ni sus aliados. El presidente turco, Erdogan, les reclama: “Tenemos 911 kilómetros de frontera con Siria. ¿Qué relación tienen ellos (EE.UU.) con la frontera siria? Ya han gastado 550 millones de dólares de ayuda a las YPG (milicias kurdas de Siria), pero ahora quieren aumentar esta cifra a 3.000 millones. Dicen que están luchando contra Daesh. ¿Y con cuántos miembros de Daesh han acabado? Nadie tiene derecho a utilizar a Daesh como excusa. Es hora de poner fin a este teatro, es el momento de quitarse las máscaras”. Y exige que EE.UU. deje de apoyar a los kurdos en Siria, pero este país, al contrario, incrementa la ayuda militar y lo justifica por la lucha contra los terroristas del Daesh, pese a que Rusia y el ejército de Siria liberaron ya todo el territorio que antes controlaba el Daesh. Estas discrepancias se multiplicaron cuando se supo que la coalición liderada por EE.UU. iba a crear una fuerza de 30.000 combatientes kurdos para dizque proteger la frontera Siria con Turquía. En realidad usan a los kurdos como pretexto para no salir de Siria.

En respuesta a esta actitud, el 20 de enero Turquía lanzó en Afrín la operación Rama de Olivo contra las YPG, que para el gobierno turco son una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que tanto Turquía como EE.UU. consideran una organización terrorista. Turquía y EE.UU. son miembros de la OTAN, organización que está obligada a defender a sus miembros en caso de ser agredidos. Según Erdogan, EE.UU. falta a sus obligaciones de aliado en el marco de la OTAN, porque incumple su promesa de retirar a las YPG de la ciudad siria de Manbij.

Pese a ello EE.UU. prometió “responder agresivamente” si Turquía atacaba Manbij, controlada actualmente por las YPG, a lo que Erdogan les contestó: “Está claro que aquellos que dicen ‘vamos a responder de manera agresiva si nos atacan’ nunca han experimentado una bofetada otomana”, o sea, un fuerte golpe con la palma de la mano que puede fracturar el cráneo y causar la muerte. Sucede que eso no asusta a EE.UU. porque se ha acostumbrado a un pragmatismo de espanto: “Como soy poderoso hago lo que me da la gana”. Craso error, porque el mundo actual es multipolar y en él debe primar el respeto al derecho internacional. Turquía ha sufrido numerosos y sangrientos ataques terroristas, parte de una guerra contra el PKK, que no se juzga en este escrito. Hace mucho que advierte de que no va ha permitir que en su frontera con Siria se establezca una región autónoma controlada por las milicias kurdas del YPG y actúa militarmente siguiendo ese criterio.

Según Serguei Lavrov, Canciller de Rusia, se intenta que entren en razón, a pesar de que la estrategia de EE.UU. consiste en “instalarse en Siria para siempre…” y les insta “a no jugar con fuego y calibrar sus pasos, no partiendo de las necesidades inmediatas de la situación política actual, sino de los intereses a largo plazo del pueblo sirio y de todos los pueblos de la región, incluidos los kurdos”. Opinión muy probable de ser cierta, pues Lavrov los conoce bien.

Todo lo que pasa se semeja al argumento de alguna obra de teatro surrealista escrita para ser presentada en un manicomio. Dos países de la OTAN amenazan con fajarse a palos para resolver sus discrepancias. ¿Dónde? En Siria, país al que no han pedido permiso para nada y que se encuentra muy lejos del Atlántico Norte, mar que le dio origen al nombre de la OTAN. ¿Y para qué? Pues para justificar los gastos militares de EE.UU., que han crecido como nunca.

Un paso más al precipicio

Por: Rodolfo Bueno Rebelión

Alguien sostuvo alguna vez que para el norteamericano medio el mundo termina en los confines de su condado. Eso explica el porqué de la absurda política internacional del presidente Donald Trump, como dar a Jerusalén el reconocimiento de capital de Israel y ordenar al Departamento de Estado que inicie el proceso para trasladar la embajada de EEUU de Tel Aviv a esa ciudad, algo que satisface al gobierno del Primer Ministro Netanyahu, afectado por escándalos de corrupción; a los 50 millones de evangelistas radicales, que piensan que así se acelera la tan esperada parusía; a la poderosa AIPAC, urdimbre de instituciones judías y millonarios que operan en el mundo en favor del sionismo, de Israel y del Nuevo Orden Mundial, la misma que podría salvar a Trump de que sus enemigos, tanto demócratas como republicanos, lo arrojen del poder, y pare de contar.

A Trump no le importan los muertos, los heridos y los contusos que habrá como consecuencia de los enfrentamientos que se darán entre los manifestantes palestinos y los órganos represivos de Israel; ni la condena unánime del Consejo de Seguridad de la ONU a su decisión sobre Jerusalén; ni las multitudinarias protestas que habrá en el mundo árabe y musulmán; ni que se incremente la violencia en el Medio Oriente; ni que la Liga Árabe opine que su decisión es una “violación peligrosa del derecho internacional, equivalente a legalizar la ocupación israelí de Palestina”, y llame “a la comunidad internacional a reconocer al Estado palestino dentro de las fronteras establecidas el 4 de junio del 1967, y su capital en Jerusalén Este”; ni que los países miembros de la Organización para la Cooperación Islámica reconozcan a Jerusalén como la capital de Palestina; ni que se “socave la confianza árabe” en EEUU al extremo de que el Presidente del Estado Palestino, Mahmud Abbás se niegue a reunir con el Vicepresidente Mike Pence y su Ministro de Relaciones Exteriores, Riyad al Maliki, declarase que los palestinos no pueden aceptar más a EEUU como intermediario en el proceso de paz, porque ahora es “una parte en la disputa y no un mediador… que EEUU es un agresor del pueblo palestino y del derecho internacional”; ni que el papa Francisco haga un llamamiento a respetar las resoluciones de la ONU.

Menos aún, le puede importar que Jerusalén, además de ser el centro espiritual de la religión judía, sea también igualmente sagrada para cristianos y musulmanes. Esta ciudad santa tiene razones fundamentadas para ser considerada por las tres religiones monoteístas que predominan en el mundo la cuna de sus orígenes. Para los judíos, en esta ciudad se encuentra la Roca Fundacional, formación pétrea que es objeto de veneración y culto porque allí se hallaba el recinto más protegido del Templo de Salomón, el Sancta Sanctórum. Suponen que esta piedra fue la primera del universo, a partir de la cual Dios hizo todo lo demás. En este sitio, una vez al año, el sumo sacerdote expresaba en voz alta el impronunciable nombre de Dios. Los musulmanes, para los que La Meca, Medina y Jerusalén son ciudades sagradas, construyeron en ese lugar la mezquita de la Explanada, donde Mahoma oró por el alma de todos los profetas, y por eso levantaron allí la mezquita de Al Aqsa; su alma ascendió a los cielos desde aquel lugar, por lo que Jerusalén es sagrada para los musulmanes. Demás está decir que para los cristianos Jesucristo fue crucificado en el Gólgota y que allí resucitó al tercer día. Los barrios del centro de Jerusalén son cristianos y durante las cruzadas en este lugar se construyó la Iglesia del Santo Sepulcro. Los filigreses católicos ortodoxos, apostólicos de Armenia y ortodoxos coptos cada Sábado Santo, la víspera de la Pascua de Resurrección, entran en el Santo Sepulcro en contacto con lo divino. Nadie puede explicarse por qué ese día, milagrosamente, desciende la Luz Sagrada, que desde 1106 enciende todos los templos de estas religiones.

A Trump, nada de eso le importa porque, así como cree que el mundo termina en los confines de sus torres, cree que la posición árabe y musulmana no pasa de ser una bullaranga que se aplacará apenas les venda armas para defenderlos de ‘la agresión rusa’ y está persuadido de que EEUU puede imponer su voluntad omnímoda, como la de ubicar sus embajadas donde le dé la regalada gana, ya que son únicos y exclusivos, tal como sostuvo Obama, en eso sí le da la razón, puesto que son la “nación que construyó el canal de Panamá, ganó dos guerras mundiales, envió a un hombre a la Luna y puso al comunismo de rodillas”.

Tampoco le asusta que los países árabes, para prevenir que EEUU traslade a Jerusalén su embajada en Israel, cumplan la amenaza del Ministro de Relaciones Exteriores de Líbano, Gebran Bassil, de “tomar medidas preventivas contra esta decisión… comenzando con medidas diplomáticas, luego políticas y después económicas y financieras”, porque está seguro de que los árabes nunca se pondrán de acuerdo en controlar el caos que EEUU provoca con cada una de sus medidas, pues por algo el Ejército de su país es la “mayor fuerza de justicia” en la historia del mundo y tienen bases militares por doquier.

No lo sabe o no le han informado que todo cambia, que ya no son la primera potencia económica del mundo, que debido al incontrolado gasto público, especialmente el militar, sólo ocupan un honroso segundo lugar, que se encuentran al borde del precipicio y cuando las naciones del BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica hagan sus transacciones en divisas respaldadas por oro físico, lo que va a comenzar el próximo año, será letal para la estabilidad del dólar, que se situará en el lugar que realmente le corresponde, un castigo por haber eliminado el acuerdo de Bretton Woods, la mayor e insostenible estafa cometida en 1971 por Nixon.

Tanto va el cántaro al agua, hasta que al fin se rompe.

Síndrome de la maldad

Por: Rodolfo Bueno Rebelión

No se necesita de mucho cacumen para comprender que el terrorismo es actualmente enemigo de cualquier sociedad. Los miembros del Estado Islámico, EI, sin esgrimir razones destruyen lo existente, sea bueno o malo. Para esta finalidad aprovechan las estupideces que a menudo comenten algunos gobiernos de occidente; la principal, creer que el EI puede servir a sus intereses tácticos. Por eso, el “nosotros lo creamos”, pronunciado por el vicepresidente Biden, cobra sentido.

Esta táctica va a ser desterrada por Donald Trump, que desde la presidencia piensa combatir al EI con todas sus fuerzas. Para ello no le asusta aliarse con Rusia e Irán, enemigos del EI, porque comprende que la afirmación del general Michael Flynn, su futuro Asesor de Seguridad Nacional, “Somos enemigos de los crueles, peligrosos y sangrientos radicales islamistas… Si perdiéramos, no quedaría nada de nosotros”, responde a la realidad y al interés de su país y el mundo.

No piensan así los neocon, fuerza política que ha conducido a EE.UU. al borde de la bancarrota y la disolución y que son los principales perdedores de las pasadas elecciones en ese país. Sus intereses son defendidos a capa y espada por algunos de sus lacayos sin moral, que así siembran odio, meollo del síndrome de la maldad.

Este es el caso del columnista Gersh Kuntzman, del diario estadounidense New York Daily News, que se congratuló del asesinato del Embajador ruso en Turquía, Andréi Kárlov, por quien sostuvo no haber derramado una sola lágrima, pues su asesino “no era un terrorista, sino un soldado que en represalia se vengaba de los crímenes de guerra perpetrados por el presidente de Rusia, Vladimir Putin”, equiparó los métodos terroristas del EI con la lucha de los judíos contra el antisemitismo y consideró que la imagen del asesino al lado del cuerpo de Kárlov es “chocante pero no asombra”. Con posterioridad añadiría: “Decide América, a favor de quién estás, de un luchador autoproclamado por la libertad o de Rusia”.

La opinión de toda persona es sagrada, pero no se la debe confundir con “un entendimiento pervertido de lo que está bien y lo que está mal”, sostuvo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin; en cambio, María Zajárova aseguró: “¿Está loco?”, y a nombre de la Cancillería de Rusia envió al jefe de redacción de ese diario una carta en la que exigía disculpas por difundir un artículo “xenófobo” que “justifica un acto terrorista”.

Por lo visto, no es un camino de rosas lo que le espera a Trump luego de que se posesione, pues debe plasmar en realidad su propuesta internacional de exterminar al EI, con cuya ayuda los neocon han causado en estos últimos años tanto desbarajuste en el mundo, cuya reparación parece misión imposible. Desde luego que existe una actitud positiva por parte de Rusia para colaborar con la nueva administración no sólo en este problema sino en recomponer las maltrechas relaciones entre ambas potencias, principalmente por culpa de los errores del actual Presidente Obama. En palabras de Dmitri Peskov “Es más fácil inventar un enemigo diabólico y demonizar a nuestro país y nuestro líder que hacer un balance de su presidencia y analizar lo que usted ha hecho”.

Según Protágoras, “El hombre es la medida de todas las cosas”; de la estulticia en este caso.

Mojiganga electoral

Por: Rodolfo Bueno Rebelión

Donald Trump, que se ha convertido en un ojo de pollo en el talón de Aquiles del sistema oligárquico que gobierna EE.UU., acusa al sistema electoral estadounidense de falsificar elecciones, pues su actuación no ha sido transparente: permitió que las preguntas de los debates se redactaran a gusto y paladar de su oponente, Hillary Clinton; ha impedido la asistencia de observadores extranjeros, entre ellos, rusos; ha anticipado la elección en algunos estados, en los que se vota incluso sin identificación de identidad y ha facultado que voten hasta los muertos, por lo que, por no ser ni libres ni democráticas, amenaza con desconocer los resultados de las elecciones.

Cuando habla de falsificación, Trump se refiere, principalmente, a “la deshonestidad de los medios de comunicación”, un “sistema corrupto” que controla la vida de todos e impide a la gente conocer lo que realmente sucede, una máquina para lavar cerebros en favor del mismo demonio; los acusa de “silenciar los escándalos y los delitos” del clan Clinton y sostiene que “Hillary no sería nada”, sin el apoyo que éstos le brindan. Estas corporaciones mediáticas tenían que actuar en su contra para que el candidato republicano cayera en cuenta de algo que la gente con sentido común sabía ya desde hace mucho tiempo, que la prensa amarilla es capaz de convertir en tiburón a una sardina; es que las bajezas de la actual campaña electoral de Estados Unidos asustan a cualquier ingenuo que le avergüence la falta de respeto entre ambos candidatos, pues las porquerías que se echan a la cara superan a las que se echarían en cualquier país del tercer mundo. Sin embargo, se le recuerda a todos que “Nada nuevo hay bajo el Sol”. Lo contrario sería pensar que sólo últimamente la democracia ‘made in USA’ se ha convertido en una parodia: que antes las elecciones eran honestas, los debates de altura, las manifestaciones espontáneas y no pagadas, la prensa objetiva e imparcial, y eso no es así.

Uno de los grandes literatos de ese país, Mark Twain, en el relato “Como fui electo gobernador”, escribe a nombre de un personaje muy honesto, que él representa, que aceptó esta nominación por estar convencido de tener una gran reputación, ya que no había cometido nunca ningún delito, pero que al día siguiente sus ojos se desorbitaron al leer las calumnias conque la prensa adornó su vida. No supo qué hacer y, totalmente indefenso, se encontró acusado de cometer todos los delitos posibles: de ser chantajista ruin; ladrón rebusca bolsillos; borracho empedernido, que entra en cuatro patas al hotel; incendiario que había quemado un hospicio con sus inquilinos adentro porque dañaba el paisaje y de haber envenenado a su abuelo para heredar su fortuna. Por último, en un mitin que se realizaba a su favor, nueve muchachos de todos los colores, vestidos con todos los harapos posibles, subieron a la tribuna y aferrándose de sus piernas le gritaron: “¡Papá!” No soportó más y arrojó la bandera. Ser candidato independiente a Gobernador de New York fue superior a todas sus fuerzas. Si esto pasaba hace más de ciento cincuenta años, ya pueden imaginarse las lisuras que, agigantadas por la modernidad de la tecnología informativa, actualmente suceden.

¡Y aún así nos pretenden dictar lecciones de democracia!