Archivo de la etiqueta: Rodolfo Bueno

Un retorno al pasado

Por: Rodolfo Bueno

Huey Long fue un político demócrata conocido por sus ideas radicales. En Baton Rouge tuvo la fama de ser defensor de los campesinos pobres y de los obreros explotados, lo que le ayudó en sus aspiraciones políticas. En 1928 se postuló para gobernador de Luisiana. Sus promesas atrajeron el voto de grandes masas y, con ayuda de sus contactos en los sindicatos y en las asociaciones campesinas, rompió el monopolio político de los terratenientes de las antiguas familias de dicho Estado, que perdieron su influencia sobre el pueblo. Luego de su triunfo comenzó un vasto programa de obras públicas, construyendo gran cantidad de carreteras, caminos y puentes, lo que le aseguró la adhesión de la mayoría de la población.

Long incrementó la carga tributaria de las grandes empresas, pues, según él, los negocios más solventes deben pagar un mayor tributo al gobierno estatal. Tenía como lema: “Cada hombre es un rey, pero ninguno tiene corona”. Atacó a los dueños de las mayores fortunas de Luisiana, tachó a los ricos de parásitos y acusó a Wall Street de haber causado los males sufridos por la población rural durante la Gran Depresión. Al mismo tiempo, promovió la entrega de alimentos a las familias pobres, pero no apoyó las huelgas, ni a los sindicatos, ni a sus líderes, al extremo que impidió las actividades sindicalistas porque destruían el individualismo estadounidense que, para Long, era una de las virtudes nacionales. Si bien rechazaba férreamente a las grandes empresas y al capital financiero, también era enemigo frontal del socialismo y de cualquier revolución, que transforme radicalmente a la sociedad.

Long ganó en 1931 la elección de senador por el Estado de Luisiana. En 1934 creó el programa “Compartamos nuestro bienestar”, en el que, con el fin de combatir la pobreza, consecuencia de la Gran Depresión, propuso la redistribución de la riqueza mediante impuestos a las corporaciones. Para estimular la economía, defendió el gasto federal en obras públicas, educación, pensiones de jubilación y otros programas sociales. Criticó la política de la FED de reducir los préstamos y apoyó al deudor pobre, ya que cada individuo puede asumir las deudas que desee, pues es el único responsable si algo llegara a fallar. También pidió que se imponga un tributo especial a las rentas de los más ricos, que se fije un gravamen del 1% sobre las fortunas que sobrepasen el millón de dólares y, a partir de allí, una progresión ascendente. Roosevelt desautorizó las propuestas de Long por considerar que fomentaban un peligroso radicalismo populista.

El 30 de mayo de 1934, Long pronunció un discurso en el Senado, en el que describió el modo de operar en Latinoamérica de la Standard Oil de Nueva Jersey. Denunció que entre 1932 y 1935 esa empresa había provocado la Guerra del Chaco, al financiar al ejército Boliviano para, por su intermedio, apoderase del Chaco Paraguayo y la trató de malhechora, asesina y conspiradora doméstica. “Estos criminales han ido allá y han alquilado a sus asesinos”, dijo.

Long atacó a la judicatura de su Estado, a la que acusó de entorpecer sus medidas gubernativas y sometió a votación la destitución del juez Pavy. El 8 de septiembre de 1935, Carl Weiss, yerno de Pavy, acudió a la legislatura estatal de Luisiana, cuando estuvo cerca desenfundó un revolver y disparó contra Long. Los guardaespaldas mataron al atacante, pero fue tarde: Long falleció dos días después a la edad de 42 años. Dicen que sus últimas palabras fueron: “Dios, no me dejes morir. Tengo tanto que hacer todavía”, es que aspiraba a la presidencia de EEUU.

Long en 1933 publicó su autobiografía, Cada Hombre es un Rey, en la que presentó su plan para redistribuir las riquezas del país. A Long se le atribuye la frase: “Si alguna vez el fascismo triunfa en Estados Unidos, lo hará bajo consignas antifascistas”, palabras proféticas ahora que a ese país a arribado algo semejante a un neo Macartismo, que disfraza sus fines con lemas contrarios a sus intenciones, establecer un nuevo orden mundial mediante la destrucción de los estados nacionales.

El macartismo es un capítulo negro de la política de EEUU, durante el cual Joseph McCarthy, senador por Wisconsin, denunció una conspiración revolucionaria en las altas esferas del Estado, lo que desencadenó a su vez la persecución de los sectores progresistas estadounidenses, que durante la década de los cincuenta fueron acusados de ser comunistas, subversivos, desleales y traidores a la patria, sin que se respeten los procedimientos legales ni los derechos de los acusados, que llamaron a estos procesos irregulares, interrogatorios y listas negras, una verdadera cacería de brujasLa persecución fue general y tenaz. Se retiró de las bibliotecas libros como Robin Hood o la novela Espartaco, de Howard Fast. También diez guionistas de Hollywood fueron encarcelados por negarse a cooperar con la Comisión y no delatar a sus compañeros. Personalidades, como Bertolt Brecht y Charles Chaplin, escaparon de EEUU y muchos actores de Hollywood, escritores y guionistas fueron víctimas de delaciones y asedios, que les impedía trabajar porque quien les contratara sería acusado de colaborar con los comunistas; pese a esto, hubo resistencia. Muchos de los convocados a declarar en la Comisión de Actividades Antiamericanas no comparecieron por considerar que dicha indagatoria era contraria a la Constitución de EEUU. Incluso se formó el Comité de la Primera Enmienda, integrado por cerca de 500 actores de la talla de John Huston, Orson Welles, Burt Lancaster, Humphrey Bogart, Gregory Peck, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Gene Kelly, Frank Sinatra… quienes afirmaron que todo era una tramoya dirigida a destruir los derechos civiles. En cambio, Ronald Reagan, Walt Disney, Cecil B. DeMille, Elia Kazan, Gary Cooper, Robert Taylor… estuvieron entre los que denunciaron a sus amigos.

Mientras el Maccartismo se estableció contra una minoría de la población de EEUU, que simpatizaba con el comunismo o era partidaria de profundizar las buenas relaciones con la URSS, establecidas durante la Segunda Guerra Mundial, el neo Macartismo se establecería para reeducar a decenas de millones de estadounidenses que votaron por Trump.

Entre las cosas positivas que ha hecho el gobierno de Biden, está plantear la prórroga por otros cinco años de la vigencia del START III, Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, que establece que las partes reduzcan sus arsenales nucleares con la finalidad de que en siete años su cantidad total no supere las 1550 ojivas nucleares y 700 vectores de lanzamiento operativos. El START III es el único acuerdo en materia de control de armas nucleares que vincula a Rusia y EEUU, si no se lo prorroga, no habrá ningún tratado que limite el arsenal nuclear de estas poderosas potencias.

Jennifer Psaki, portavoz de la Casa Blanca, destacó que el acuerdo responde a los intereses de la seguridad nacional de EEUU y “su prolongación tiene más importancia en el período, cuando las relaciones con Rusia sufren un enfrentamiento tan grave, como ahora”. Incluso, el Secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, pese a que ambos funcionarios consideran que Rusia es el principal enemigo de EEUU, han señalado que el acuerdo responde a los intereses estadounidenses y su conservación es una oportunidad para negociar con Rusia acuerdos sobre las armas que EEUU no ha desarrollado todavía, incluidas las hipersónicas. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, declaró que la prórroga del START III interesa a ambos países, así como al mundo entero. Rusia está dispuesta a mantener un diálogo respetuoso con la administración de Washington, para que este importante mecanismo jurídico internacional funcione. Es más, los presidentes Putin y Biden expresaron satisfacción por el intercambio de notas diplomáticas sobre el logro de un acuerdo para la extensión del tratado.

Se recuerda que para Trump el enemigo número uno de su país es China y buscaba mejorar las relaciones con Moscú, para que en esta confrontación Rusia permaneciera neutral, si no se lograba que fuera aliada de EEUU. Con Biden existe el peligro de que Washington retorne a la vieja estrategia de primero derrotar a Rusia, sacarla de la contienda derrocando al actual régimen, para afrontarse con China a solas. Para ello fomentarían el aislamiento de Rusia, incrementarían el régimen de sanciones y presionarían más aún a los países de la ex URSS y del antiguo Campo Socialista, para que se enfrenten a Moscú, nada bueno para el mundo.

Esto es lo que se teme, que en Estados Unidos descarten un posible acuerdo de paz con Rusia y resuciten la fracasada estrategia de primero eliminarla, ahora que en Washington gobiernan las mismas personas que otrora llamaron luchadores por la democracia y la libertad a los fascistas que en la Plaza Maidán de Kiev cometieron todo tipo de barbaridades contra el Estado y el pueblo de Ucrania, pero que ahora, cuando este mismo problema surge en su propio país, llaman “terroristas internos” al sector del pueblo que está en la oposición y amenazan a las personas que se tomaron el Capitolio con 15 o 20 años de cárcel.

Tal vez, por esta razón Nancy Pelosi e Hillary Clinton buscan las huellas de Putin en la toma del Capitolio, porque, según ellas, el presidente ruso quiere destruir la democracia en EEUU y el mundo. De todo tipo de alimañas hay en la viña del Señor.

Vicisitudes de Donald Trump en la cloaca

Por: Rodolfo  Bueno

Los historiadores del futuro compararán la toma de la Bastilla con la pasada irrupción en el edificio del Capitolio de Washington y sus conclusiones dependerán de cómo se desarrolle la crisis política de EEUU. Aunque estarán de acuerdo en una cosa, en que no era una lucha entre los candidatos Trump y Biden ni tampoco entre los partidos Demócrata y Republicano, sino que se trataba de un problema mucho más profundo, el conflicto entre tres grandes sectores del poder mundial: el internacionalista, el nacionalista y las corporaciones de la tecnología informática.

Los neocon pertenecen al sector internacionalista que, luego de la caída de la URSS, impuso al mundo la globalización y el neoliberalismo, doctrinas de la total libertad económica y comercial, de la fuerte reducción del gasto social y de la intervención privada en las competencias del Estado, lo que permitió enriquecerse más aún a las grandes corporaciones del mundo. Santo Tomás de Aquino dijo en plena Edad Media: “Teme al hombre de un solo libro”, en este caso, teme a la ideología de una sola receta. ¿Qué han hecho los neocon? Aplicar el mismo método pese a que, desde el punto de vista social, les falló desde el inicio.

La política financiera neoliberal permitió emitir dinero sin respaldo, o sea produjo la ruptura entre el sistema financiero y el productivo. Por eso, hoy día circula tanto dinero como para comprar diez veces el planeta entero; también hay una colosal diferencia entre los ingresos de la élite y el resto de la población. Nadie está en capacidad de encontrar una salida a este problema, lo evidente es que no da para más la política seguida por los gobernantes de los países desarrollados de Occidente, que se vive el preámbulo de una dolorosa crisis económica, cuya solución no se ve, pues el capitalismo arribó a los límites de su propio desarrollo.

Por otra parte, están los nacionalistas, en cierta manera representados por Trump, quien, cuando arribó al mundo político de Washington, que llamó la cloaca, parecía ser el enterrador del sistema bicéfalo de EEUU, pues amenazó con finalizar las guerras eternas, especialmente las que se libran debido a las decisiones erróneas que se tomaron hace muchos años; dijo que iba a eliminar gastos superfluos, como el mantenimiento de la OTAN; acusó a los medios de comunicación de ser corruptos e impedir a la gente conocer lo que en realidad sucede; propuso suscribir una alianza estratégica con Rusia para combatir al Estado islámico; habló de investigar lo que verdaderamente pasó el 9/11, cuya versión oficial, según Trump, es una flagrante mentira que contradice las leyes de la física, y pensó auditar a la FED, banco privado que controla el sistema financiero de EEUU.

También acusó a Hillary Clinton de haber llevado “políticas estúpidas en Libia y Siria y haber matado a cientos de miles de personas con su estupidez… Fue realmente, si no la peor, una de las peores secretarias de Estado de la historia del país. Que pudiera ser que Obama sacara de mala manera a las tropas de Irak y parte de las desplegadas en Afganistán, pero meterse ahí fue, para mí, el peor error cometido en la historia de nuestro país… Gastamos siete trillones de dólares en el Oriente Medio… y hubo millones de muertos, porque me gusta contar las vidas perdidas en ambos lados de la contienda”; denunció que los principales líderes del Departamento de Defensa “quieren nada más que pelear guerras, para que sean felices todas esas maravillosas compañías que fabrican bombas, aviones y todo lo demás” y que “no es deber de las tropas estadounidenses resolver conflictos antiguos en tierras lejanas de las que mucha gente nunca ha oído hablar”.

Trump tiene el mérito de que estas cosas las dice por primera vez un presidente de EEUU y esta es la razón por la que es aborrecido por los miembros de la cloaca, sean demócratas o republicanos. Es que no los representa y es un extraño que ha roto una montonera de mitos, como el libre mercado, la libertad de prensa, las elecciones libres, la libertad de expresión, las Revoluciones de colores, entre otros.

Las discordias entre internacionalistas y nacionalistas son dos caras de la misma moneda, la que busca mantener la hegemonía mediante la globalización de su industria y la del Presidente Trump, que para volver a EEUU un país grande, optó a raja tabla por el proteccionismo, lo que va contra las reglas del neoliberalismo y poco a poco disminuirá la competitividad del sistema productivo estadounidense.

Parece que los neocon no aceptaron ni su propia derrota ni las propuestas de Trump, por lo que, para pescar en río revuelto, impulsan el actual desbarajuste, que más semeja ser un golpe de Estado. Para ello satanizan la figura de Trump, tarea bastante fácil, pues en muchas ocasiones él mismo colabora, y organizan un Maidán en casa propia. Esperan que si las revoluciones de colores han sido exitosas en el mundo, ¿por qué no va a triunfar una entre ellos, que les dé el poder absoluto?

Da la impresión que EEUU se deshace a pedazos y se autodestruye, porque se ve soldados de la Guardia Nacional y la policía estatal enfrentándose a protestas pacíficas, a grupos armados y a saqueadores; manifestaciones populares reprimidas o toleradas, algunas apoyadas por la policía. Por otra parte, el grave problema de EEUU es que el problema recién comienza, que todo se va a complicar, porque la sociedad de ese país se divide cada vez más en dos bandos intolerantes, que no se soportan mutuamente y que, desgraciadamente, están armados hasta los dientes. Lo real es que no da para más el sistema creado por los fundadores de EEUU, que ya se agotó y llegó a su límite.

El batiburrillo del pésimo sistema electoral estadounidense es justificado con el bodrio de que se trata de un país conservador, que no quiere cambiar sus tradiciones, pero lo cierto es que se preserva un método que filtra a los indeseables, como Trump. Puesto que la ley lo permite, los demócratas organizaron el voto por correspondencia, con más de cien millones de sufragios, algo imposible de contabilizar; esto les permitió hacer fraude. Cuando en el Estado de Míchigan se cerraron los centros electorales, Trump ganaba con cerca de 100.000 votos y la votación era pareja, pero perdió extrañamente al día siguiente con cerca de 18.000 votos. Resulta que, mientras los gallos cantaban, durante la noche llegaron 128.000 a favor de Biden y ni uno solo a favor de Trump. Si ambos candidatos tienen igual probabilidad de ser votados, es imposible que se dé este evento, pues es más factible, pero mucho más factible, si se supone que por cada átomo del universo hay un burro, que todos estos burros vuelen, antes de que haya 128.000 votos en favor de Biden y ni uno sólo en favor de Trump.

Luego entraron en el juego las corporaciones de la tecnología informática. Para evitar el riesgo de una mayor incitación a la violencia, Twitter, Facebook, Instagram y casi todas las demás redes sociales anunciaron el bloqueo permanente de las cuentas del Presidente Trump, al que acusaron de instigar a sus partidarios a irrumpir en el edificio del Capitolio.

Según María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia: “La decisión de las plataformas norteamericanas de internet de bloquear al jefe de Estado puede equipararse a un ataque nuclear: las destrucciones no son tan espantosas como lo son las consecuencias… Desconectaron las cuentas que tenían millones de seguidores, fueron atacados los valores que Occidente dice defender”. Incluso, la Canciller Ángela Merkel se manifestó en contra de este atentado a la libertad de expresión.

Por su parte, López Obrador, Presidente de Méjico, dijo: “No puede haber un organismo particular en ningún Estado, que se convierta en un órgano de censura. La libertad debe garantizarse. Ninguna regulación puede estar en manos de particulares, esto corresponde a los Estados nacionales… hay que garantizar la libertad de expresión, no a la censura”. Su Canciller, Marcelo Ebrard, declaró que está en contacto con los países de América Latina y el sureste de Asia, para discutir y presentar una propuesta en conjunto que evite la existencia de un gobierno supranacional gestionado por empresas privadas. Es que si al presidente de EEUU le hicieron tal canallada, ¿qué puede esperar el ciudadano común?

¿A dónde va EEUU? La respuesta no la dio la elección del 3 noviembre, pues los problemas de esa sociedad son profundos y no se resuelven mediante ese mecanismo. Nadie está en capacidad de prever en qué va a terminar la actual convulsión social de EEUU, ya que todo se ha complicado porque sus mandatarios no han abordado los acuciantes problemas sociales que les agobian. Por eso, ese país corre el riesgo de que el caos se propague más allá de los disturbios actuales y se ponga en entredicho, incluso, la integridad de ese país. Y aunque esto no sucediera y sorteara dicho peligro, han borrado todos esos valores de libertad y democracia, en los que dicen actuar los políticos, los economistas, los militares y el sistema financiero internacional, todo eso va a sonar huero cuando se descubra la verdad, que en concreto, el remedio, Biden, podría resultar peor que la enfermedad, Trump.

Hubo o no fraude en las elecciones del 3 de noviembre

Por: Rodolfo Bueno

Las siguientes líneas no van a cambiar el hecho de que en Estados Unidos Joe Biden es el nuevo presidente, electo legalmente, lo que no despeja las dudas de si hubo o no fraude electoral en las últimas elecciones presidenciales del 3 de noviembre. La respuesta oficial es que a lo mejor hubo irregularidades, pero fueron muy pequeñas y no incidieron en los resultados. Al autor de este escrito no le gusta el Presidente Trump, es más, le disgusta por su estilo de gobernar, por ser prepotente, autoritario, bocón y poco instruido. Sin embargo, piensa que lo más probable es que sí hubo fraude, por lo menos en dos estados.

Pasa que el sistema electoral de EEUU no es ni arcaico ni anacrónico, como piensan algunos bien pensados, sino que supera todo lo que podría suceder incluso en un manicomio para anarquistas. Ni siquiera tienen un tribunal supremo electoral, que regule y controle una elección, allá cada Estado hace lo que le conviene. Esto permite que casi siempre haya más votantes que empadronados, que voten los muertos y las personas inexistentes, que alguien vote varias veces, que gente interesada queme los votos de sus contrincantes o los arroje a la basura, que voten personas de más de 120 años de edad, que los empleados de los centros electorales llenen las papeletas de votación a la bartola, que el conteo de votos se haga sin la presencia de la contraparte ni de testigo alguno y que, además de las lisuras mencionadas, se den los eventos más increíbles de la historia.

Lo último hace referencia a lo que pasó en el Estado de Míchigan, donde además de que votaron el 105% de los empadronados, que la votación era pareja cuando se cerraron los centros de votación y que Trump ganaba con cerca de 100.000 votos, extrañamente, al día siguiente perdió con cerca de 18.000 votos. Resulta que mientras los gallos cantaban, durante la noche llegaron 128.000 a favor de Biden y ni uno solo a favor de Trump. Este evento es imposible que suceda.

Se explica la razón de esta imposibilidad mediante el siguiente experimento imaginario. Si se lanza una moneda al aire, se ve el resultado, y si cae cara, se vuelve a lanzar la moneda porque se busca que caiga sello. Se supone que cara es un voto por Biden y que sello es un voto por Trump, suposición que se semeja a lo que pasó en Míchigan, donde, después de contar millones de votos, ambos candidatos estaban prácticamente empates. Se pregunta, qué tan probable es que en cierto momento 128.000 electores de Míchigan voten a favor de Biden y ni un sólo de ellos vote a favor de Trump o, lo que se plantea en el experimento, que la moneda marque 128.000 veces cara y ni una sola vez sello. Este resultado no puede darse.

Se explica por qué. Porque si 0,5 es la probabilidad de que la moneda marque cara y se la lanza 128.000 veces, la probabilidad de que esas 128.000 veces caiga cara es de (0,5)128.000 o, lo que es lo mismo, (0,1)38.400. El valor de esta probabilidad es tan pequeña, que es mucho más probable que todos lo burros del mundo vuelen antes de que 128.000 electores voten por Biden y ni uno sólo vote por Trump, como pasó no sólo en Míchigan sino también en Wisconsin.

Se explica lo de los burros voladores. Si se juega con los números, se puede concluir lo siguiente: Como todos los seres humanos estamos compuestos de átomos, que caóticamente se mueven en nosotros, qué pasaría si en algún momento todos los átomos se movieran en una sola dirección, por ejemplo, hacia arriba. Pues que saldríamos volando sin tener alas. Esto pasaría no sólo con nosotros sino con cualquier objeto que, como se sabe desde la antigua Grecia, esté compuesto por átomos. En otras palabras, incluso una manada de burros podrían comenzar a volar si sus átomos se movieran hacia arriba. Este fenómeno nunca pasa por ser completamente improbable.

Regresando al tema electoral. Para que se tenga la esperanza de que se dé el evento 128.000 votos en favor de Biden y ni uno sólo en favor de Trump, si ambos candidatos tienen igual probabilidad de ser votados, habría que repetir la elección de Míchigan 1038.400 veces, pero esta magnitud, que bien pudiera ser llamada “Número de Míchigan o NMI”, es tan grande, pero tan grande, que es casi imposible compararla con algo existente. Por ejemplo, si se supone que por cada átomo del universo hay un burro volador, se obtendría a duras penas 10180 burros voladores, pues se estima que hay 1080 átomos en el universo y que la esperanza de que un burro vuele es de 10100.

Se analiza otro experimento imaginario. Si se lanza cada segundo una moneda al aire, se ve el resultado, y si cae cara, se vuelve a lanzar la moneda porque se busca que caiga sello. Se supone que cara es un voto por Biden y que sello es un voto por Trump, suposición que se semeja a lo que pasó en esos estados, donde, después de contar millones de votos, ambos candidatos estaban, casi, casi, empates. Se pregunta, qué tan probable es que de la noche a la mañana haya cien votos a favor de Biden y ni un voto a favor de Trump o, lo que en el experimento se plantea, que la moneda marque cien veces cara y ni una sola vez sello. Este resultado es poco probable.

Se explica por qué. Porque si 0,5 es la probabilidad de que la moneda marque cara y se la lanza 100 veces, la probabilidad de que esas 100 veces marque cara es de (0,5)100 o, lo que es lo mismo, (0,1)30. Como el resultado deseado para el experimento tiene una probabilidad tan baja de cumplirse, se debería realizar un mínimo de 1030 veces el experimento para que se cumpla por lo menos una vez ese resultado, o sea, deberían transcurrir 100×1030 = 1032 segundos sin que aparezca ni una sola vez sello y todas la veces cara.

Ahora bien, según postula la ciencia moderna, han transcurrido 1017 segundos desde que se produjo el Big Bang, o sea, desde que apareció el universo hasta el día de hoy, por lo que, debería el universo, hoy día, desaparecer y volver a aparecer 1000 billones de veces, para que la moneda marque cara 100 veces. Si esto pasa con sólo 100 monedas, o sea, lo que equivale a 100 votos, es imposible que para ambos candidatos, que tienen casi igual probabilidad de ser votados, haya cien votos a favor del uno y ni uno sólo a favor del contrincante. Con más razón, es completamente improbable que se dé el evento 128.000 a favor de Biden y ni uno sólo en favor de Trump, tal como pasó en Michigan. No se exagera.

Sin embargo, Biden ha triunfado, tampoco se exagera. Lo reconocen todos los líderes políticos del mundo, incluido Guaidó, que no es líder de nadie, la prensa mundial y la mar en coche; por algo será. Sólo el obsecuente de Trump no lo reconoce, mérito o demérito, así es él. Ojalá que su sucesor, Biden, le copie por lo menos el buen ejemplo de no comenzar guerras en ningún lugar, como hicieron sus predecesores. Se piensa que no lo hizo por bueno sino porque, a la postre, la guerra resultó ser un mal negocio, además de ser, según Trump, el peor error de la historia de EEUU y porque se gastó más de siete billones de dólares, sin que se obtuviera rédito alguno, y se produjo millones de muertos, incluyendo las bajas del contrincante, que también son seres humanos. A lo mejor esta era la virtud por la que Trump fue mal visto por el Complejo Militar Industrial, uno de los pilares de la democracia estadounidense. También sostuvo que la gran prensa, otro de los grandes pilares de esta democracia, engañaba desvergonzadamente al pueblo con sus grandes mentiras, que falseaban la realidad, lo que tampoco le perdonaron.

Cuál será el destino de Donald Trump, luego de su tan apabullante derrota. Es difícil, aunque no imposible, que tome la dirección de los republicanos, que podrían convertirse, ahora que portan velas en su propio entierro, en un partido opositor de pacotilla, que dé nacimiento a un sistema mono partidista en EEUU, o, que funde su propio partido. De todo es capaz este loco audaz, y no se exagera en esto de loco, porque a uno le deben faltar algunos tornillos en el coco, para meterse con los ojos cerrados en la cloaca, así llama Trump al mundo político de Washington, en lugar de dedicarse a jugar golf en cancha propia; lo que es equivalente a ingresar en una cueva oscura, repleta de alimañas, sin una pequeña luciérnaga que ilumine.

También es probable que le toque emigrar, tal como sugirió últimamente, porque su cabeza va a tener precio cuando abandone la presidencia. Es posible que hasta lo eliminen físicamente sus enemigos, que son muchos, sólo deberían encontrar la oportunidad de acusar de su muerte a Irán, o a cualquier otro país, de los muchos donde Trump sembró tempestades, no vientos.

En fin, por el bien de todos, ojalá su paso por la cloaca no cause más víctimas mortales y el presidente electo, Biden, cumpla con sus promesas de gobernar para todos, tarea difícil y bastante imposible. Amanecerá y veremos.

 

Los niños de la guerra

Por: Rodolfo Bueno

Durante la Guerra Civil Española, con la intención de salvarlos de padecimientos inútiles, fueron evacuados a Francia, Inglaterra y la Unión Soviética algunos miles de párvulos. Los que llegaron a Moscú fueron llamados los niños de la guerra, allí los educados con todas las comodidades que el socialismo pudo brindarles y adquirieron una ambigua dualidad, se sentían de igual manera rusos y españoles: leían a Gógol y Cervantes en sus propias lenguas, mantenían vivas las tradiciones de España, zapateaban flamenco, tocaban las castañuelas y la pandereta, pero también danzaban, rasgueaban la balalaica, bebían vodka, como cualquier ruso, y soltaban palabrotas en ambos idiomas.

Uno de ellos era Juan Pepe Cedeño, un madrileño paliducho, de andar tan desgarbado que parecía al borde de caer aparatosamente al suelo, y tan oblongo, escuálido y pelón que se semejaba a una lombriz con cuatro escasos pelos a ras del cráneo. Tendría unos cuarenta años, pero se le notaba el agravio por el paso del tiempo; le sobresalían debajo de la nariz unos bigotes, que lo hacían idéntico a un cepillo de dientes, y usaba los lentes al estilo de Grucho Marx, que le daban el aspecto de un cegatón.

De los niños de la guerra fue el mayor de todos los que partieron de España, y por haberse embarcado luego de cumplir quince años era el que más vivas reminiscencias tenía de su tierra natal, el que más la añoraba y el menos adaptado al nuevo país.

Recordaba todavía el fogoso discurso con el que los había despedido la Pasionaria y la infinita felicidad que les pronosticó. Ella, con el fin de desvirtuar la propaganda antisoviética y que nadie dudara de enviar a su párvulo, hizo que uno de sus hijos formara parte del primer grupo que viajó a Moscú.

Cuando terminó la Guerra Civil de España, todos los niños de la guerra, menos los refugiados en la URSS, regresaron a su patria. Con el tiempo se volvieron un problema político: el gobierno español los reclamaba y el soviético les impedía partir aduciendo que era inhumano que estos “niños”, que en el interín de la disputa se transformaron en hombres hechos y derechos, algunos casados una nutrida cantidad de veces, cambiaran el fraternal socialismo por el inhumano franquismo. Años después, Kruschev, que en algunas cosas era pragmático, les permitió regresar al sol de su querida tierra.

Unos cuantos no se acostumbraron a España por no encontrar allí las comodidades que tenían en la Unión Soviética, y comenzó un ir y venir entre ambos países. En la madre patria les hacía mella la incomprensión de la familia y les faltaban las seguridades del socialismo, las libertades de las mujeres rusas, el vodka, la nieve espesa y el intenso frío invernal; regresaban a Rusia y extrañaban el cielo español, el calor, las playas, los toros, la música calé, el vino y hasta el jugo de horchata.

Un día, el Generalísimo Franco se enojó: “¡Que decidan de una vez, o España o Rusia! Los que se quedan, se quedan y los que se van, no vuelven más” y dio la orden de cerrar definitivamente las fronteras de la madre patria a los niños de la guerra. El más perjudicado por esta decisión fue Juan Pepe, porque ellas se abrieron cuando él se encontraba preso en un campo de concentración y se cerraron cuando obtuvo la libertad; maldecía de su suerte y se convirtió en un antisoviético rabioso.

Juan Pepe, como nadie, había esperado el momento cuando se permitió la partida de los niños de la guerra y sufrió mucho porque por su condición de preso político no podía partir. Terminada la Segunda Guerra Mundial, trabajó en la Embajada de Argentina como traductor. A finales de la década de los cuarenta se produjo el siguiente incidente: un individuo, que quería escapar a occidente, se ocultó en el baúl de la valija diplomática de dicha embajada y en medio vuelo comenzó a vomitar por los efectos del vodka ingerido para aplacar los nervios. El copiloto se percató de un extraño ruido y descubrió al fugitivo.

Durante los interrogatorios a los empleados soviéticos de la Embajada de Argentina, Juan Pepe declaró no haber participado en nada ni haber conocido del asunto y que si algo hubiera sabido, tampoco lo habría denunciado por no gustarle el oficio de soplón. Según él, eso fue suficiente para ser condenado a diez años.

Finalmente, la alegría general se apoderó de todos los presos al conocerse el Informe de Kruschev de 1956; después se revisaron uno a uno y en orden alfabético sus casos. Si la amnistía hubiese ocurrido en occidente, el apellido Cedeño le hubiera garantizado ser uno de los primeros en la lista de reivindicados, pero como la letra latina C se halla casi al final del alfabeto cirílico, le tocó la desdicha de estar entre los últimos.

Juan Pepe arrancaba cada día con impaciencia una hoja del calendario, aguardando su próxima liberación. Al tocarle su turno, el campo estaba prácticamente vacío, pero se acabó la letra C, y el resto del alfabeto cirílico, y su caso no fue tratado. Atormentado concluyó que el perdón no era para él y que debía cumplir su larga condena, por lo que decidió quitarse la vida.

Quejándose de no poder dormir, visitó a varios médicos, abundantes y sin trabajo, pues la mayoría de los presos ya habían recuperado la libertad, y coleccionó una buena dosis de somníferos, que una noche tragó calculando no despertar más. Pero las amenas características de Juan Pepe, su buen humor y alegría, hicieron que su ausencia fuera notada.

Lo encontraron durmiendo de día, esto llamó la atención, y al leer la nota de despedida comprendieron lo que pasaba. Rápidamente le introdujeron un tubo en la garganta y, a través de él, agua tibia con sal, lo pusieron de cabeza, lo sacudieron de arriba a abajo y se pararon sobre su vientre forzándolo a arrojar el contenido del estómago. Al revivir, dos guardias lo mantuvieron en ancas, obligándolo a caminar el día entero hasta que despertó totalmente. Las autoridades no le supieron explicar la razón por la que su caso no fue revisado, pues no pudieron hallar el folio con sus documentos. Después de una minuciosa búsqueda lo localizaron refundido detrás de un escaparate. Comprobaron su inocencia y lo eximieron de culpa.

Según la ley soviética, por un tiempo que dependía de cada caso, el prisionero liberado no podía vivir en las grandes ciudades, en particular en Moscú. A Juan Pepe le correspondió pasar por ese purgatorio durante el lapso de cuatro años. Al cumplirse ese plazo era demasiado tarde, el Caudillo de España por la Gracia de Dios había cerrado las puertas de la península Ibérica a los niños de la guerra.

Juan Pepe planificaba viajar a Cuba para laborar de traductor, y escapar así de los largos y fríos inviernos. Eduardo, su amigo ecuatoriano, le explicaba que la situación en la Isla de la Libertad era dura y que para soportar tan severa vida debía estar investido de una mentalidad revolucionaria, que él no tenía. Pero Juan Pepe quería salir de la Unión Soviética a cualquier lugar del planeta y Cuba era el único sitio posible.

En aquella época no se vivía mal en Moscú, es más, aparentemente Juan Pepe tenía de todo: buen departamento, empleo, esposa e hijo. A pesar de entenderlo bien, le decía a Eduardo: “Tú no me puedes comprender, no has vivido mi vida, tendrías que haber pasado las de Caín, como yo, para sentir animadversión por este sistema”.

Un día, Eduardo se conoció con unos delegados del gobierno de España, que habían llegado a la URSS para establecer relaciones comerciales, y les contó la historia de Juan Pepe con lujo de detalles, salpicándola de buen humor. Uno de los ministros, luego de secarse las lágrimas de risa, le entregó su tarjeta: “¡Qué bello cachondeo! Dile que me busque y me traiga sus papeles, voy a ayudarlo”, dijo.

Al siguiente día, Juan Pepe no podía creer la buena nueva. Gracias a Eduardo se cumplirían sus sueños de partir a la tierra prometida. Años más tarde, en un viaje de París a Moscú, Eduardo compartió el cupé con un español, quien le contó que Juan Pepe trabajaba para la policía y había delatado a muchos niños de la guerra de ideas comunistas, que por culpa de ese vil chivato terminaron en las mazmorras franquistas.

La ley de la fatalidad actuaba en esta ocasión, cuando cada vez que alguien se propone enderezar algún entuerto, le sale el tiro por la culata. Esta ley rige en ocasiones algunos actos de la vida, como si, al revés de lo que dice Goethe, uno fuese parte de aquella fuerza que quiere hacer el bien y termina practicando el mal. En este caso, lo cierto es que nadie sabe para quién trabaja.

Caída y auge del pueblo ruso

Por: Rodolfo Bueno

El 8 de diciembre de 1991, Gorbachov anunció la disolución de la URSS, que en poco tiempo generó la desintegración del sistema socialista en el este de Europa, una de las mayores calamidades del siglo XX, pues causó la eliminación física de muchos de sus habitantes, debilitó la organización obrera del mundo, rompió el equilibrio geopolítico del planeta mantenido desde la derrota del nazi-fascismo y posibilitó la actuación de los países imperialistas con la absoluta desfachatez actual.

Este colapso fue organizado por las potencias de Occidente en contubernio con testaferros internos camuflados de libertadores. La oligarquía que actualmente gobierna en casi todos los países ex socialistas devino en una nueva clase, según la definición de Mijail Djilas, y tuvo por meta apoderarse de la totalidad de los bienes de la sociedad. El grueso de la suma, con la que iniciaron sus incursiones en el naciente sistema financiero, provenía de europeos, israelíes y norteamericanos, que invirtieron una pizca de sus capitales, para sacar buena tajada de las fraudulentas oportunidades que durante el derrumbe del socialismo ofrecían las privatizaciones; es obvio que a Occidente no le apesta el dinero robado en estos países.

Para sacarle más jugo a la troncha realizaron miles de actos truculentos, habían adquirido bienes públicos a precios de huevos y los hacían fructificar sin que les preocupara el aspecto económico y social de estos países, lo que fue la causa principal de la espantosa caída del nivel de vida de la prematura muerte de decenas de millones de ciudadanos del este de Europa.

Los nuevos patrones insistían en que la redistribución de las riquezas y la economía moderna eran incompatibles, y a los obreros, que se quejaban por las malas condiciones de trabajo y los bajos sueldos, les amenazaban con que si protestaban, serían despedidos y se irían a casa a rascarse la barriga con las manos vacías. Les pagaban en especies porque dizque no tenían liquidez y les bajaron tanto los salarios que muchos trabajadores se comían a los perros callejeros. Como era de esperar, el capitalismo sólo trajo miserias y angustias a la población de esos países.

Los más engatusados fueron los jóvenes, porque se embarcaron sin recapacitar en la nueva ola. Creyeron haber nacido en un mundo que los mataba de aburrimiento, donde vivían por vivir, y que ahora todo iba a ser muy hermoso, pero luego las cosas cambiaron para peor, lo que sucedió abruptamente, sin darles tiempo para calibrar la complejidad de la nueva vida, y sólo pudieron soñar en el brillo sórdido de las discotecas, en la hermosura de los carros de lujo, en los desfiles de moda ostentosos y en los placeres de una existencia vacua, a la que tenían acceso en sus mórbidailusiones.

En la Unión Soviética, la expansión del mercado negro se dio en correspondencia con la escasez de productos básicos, consecuencia de los gigantescos destrozos causados por la Segunda Guerra Mundial. Este mercado posibilitó la formación paulatina de la nueva clase, compuesta por seres humanos carentes de principios morales, éticos y religiosos que, luego de instituir sus propias reglas de propiedad, tomaron el control del aparato productivo y de los bienes de la sociedad. Se trataba de los cerditos de La rebelión en la granja, de George Orwell, convertidos en hipopótamos. La nueva clase fue fruto de la decadencia moral de los herederos de la vieja guardia bolchevique; sus intereses de rapiña coincidían con los de los corruptos funcionarios de las más altaesferas del Estado, de la delincuencia común y del crimen organizado.

Con el pretexto de las privatizaciones, la nueva clase obtuvo por una bagatela las riquezas de la sociedad, en esa época dorada para los intereses de esos buitres hambrientos. El ciudadano común y corriente fue engatusado por sus “libertadores”, que se adueñaron del producto del sacrificio de una gran parte del mundo, que alguna vez soñó con tomar el cielo entre sus manos. ¡Para qué realizar una revolución sangrienta! ¡Para qué ganar la más cruenta guerra de la historia! ¿Para que unos cuantos vivos se levanten con el santo y la limosna? Es inconcebible que entre los nuevos dueños del poder se repartieran alegremente el resultado del esfuerzo de muchas generaciones, fruto del sudor de millones de trabajadores, que se sacrificaron al extremo de lo imaginable durante una buena parte del siglo XX.

Todo lo pasado explica porque en la actualidad Rusia es lo que es. Se trata de que el sector oligárquico de Occidente le declaró una guerra de nuevo cuño, que debía concluir con la muerte de ese país y el reparto de sus despojos entre las hordas vencedoras. Casi logran esa finalidad con la desintegración de la URSS, pues Rusia pasó a ser gobernada por títeres que respondían a intereses foráneos. Parece que en un momento de sobriedad, Yeltsin, molesto ante tanto engaño consecutivo, recuperó la cordura y le delegó el poder a Putin. Pocos cayeron en cuenta del significativo cambio que ese paso representaba, aunque sus primeros movimientos, decisivos y firmes, indicaban que todo era para el bien de su país.

En su discurso del 10 de febrero de 2007, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, señaló que las cosas iban en serio. No le hicieron caso y continuaron actuando como si nada hubiera ocurrido: Rodearon a Rusia con casi cuatrocientas bases militares; apoyaron a los movimientos terroristas y separatistas; en contra de lo que habían prometido, durante la reunificación de Alemania, no mover a la OTAN ni una sola pulgada, la acercaron hasta las mismas puertas de Moscú; en Ucrania dieron un golpe de Estado de tinte fascista, pese a los acuerdos firmados el día anterior, seguros de que desde ese país podrían extender aún más sus dominios. Pasó lo contrario, Crimea retornó al seno de su madre patria.

Con motivo del Día del Armero, el Presidente Putin declaró que su país “contaba con las armas más avanzadas, un tipo de armamento que nadie más posee; lo debimos crear en respuesta al despliegue del Sistema Estratégico de Defensa Antimisiles estadounidense, que en el futuro sería capaz de neutralizar y anular todo nuestro potencial nuclear”. Recalcó que, en lo referente a la tecnología de los misiles intercontinentales, a las armas nucleares y a la aviación estratégica de largo alcance, Rusia debió asumir durante décadas el papel de los rezagados, lo que puso a su país en una situación muy difícil e incluso peligrosa. “De hecho, hubo momentos en que nos amenazaron, pero no teníamos con que responder, ahora, por primera vez en la historia moderna, Rusia posee los tipos de armas más poderosos, que superan en mucho por fuerza, potencia, velocidad y precisión a todo lo que ha existido y existe hoy. Al menos por ahora, nadie en el mundo tiene estas armas”.

El asunto tiene preámbulo. Putin les advirtió que no instalaran el Sistema Estratégico de Defensa Antimisiles y que si lo hacíanRusia iba a desarrollar armas de alta tecnología que volverían inoperantes sus sistemas. No le prestaron oídos y le aseguraron que ese sistema no iba contra Rusia sino contra Irán y Corea del Norte. A otro perro con ese hueso, al romper el Tratado Antimisiles, amenazaban directamente a Rusia. “Por lo menos, dennos garantías de que no nos van a agredir”, reclamó Moscú. “Garantías no damos, hagan lo que les dé la gana”, contestaron los norteamericanos. Creyeron que no lograría responder de manera alguna, seguros de que Rusia jamás podría instalar algo semejante en Canadá o México.

En respuesta a la instalación de cerca de 400 bases militares de EEUU a su alrededor, al unilateral abandono estadounidense del Tratado sobre Misiles Antibalísticos y a la proclamación de una doctrina atómica que les faculta emplear armas nucleares cuando quieran y contra el que quieran, Rusia desarrolló innovadoras armas estratégicas, de la más avanzada tecnología; estas armas son un increíble avance científico, jamás esperado por nadie. Al contrario de lo que se afirmaba, Rusia, heredera de la Unión Soviética, tiene cultura, ciencia y tecnología no inferiores a las de cualquier país sino, posiblemente, superiores; basta señalar que sus micro centrales atómicas, las comenzó a diseñar Kurchátov en 1955.

Este increíble salto tecnológico, que envía a la edad de piedra a todo el arsenal creado hasta el día de hoy, que convierte en polvo y ceniza todos los billones gastados por el Pentágono, que vuelve obsoletas a todas las flotas que patrullan los siete mares, que minimizan la efectividad de las casi mil bases que se encuentran en más de cien países y que convierte en espantapájaros al paraguas antimisiles, instalado alrededor de Rusia y China, no lo esperaba nadie en el mundo.

Moscú recalcó que su poderío militar no amenaza a nadie, que existe únicamente para garantizar el resguardo de su soberanía, antes amenazada, y que sólo sería empleado en el caso de que fueran agredidos su país o cualquiera de sus aliados. Ahora que es tan poderosa, Rusia expresó la esperanza de ser escuchada. Ojalá así sea, porque sus adversarios son más persuadidos que piojo sobre caspa.

Después de la tempestad ¿llegará la calma?

Por: Rodolfo Bueno

Los últimos esfuerzos legales del Presidente Trump, y sus aliados, para cuestionar el conteo de votos en numerosos estados y anular los resultados electorales en los que él había perdido y así revertir la tendencia favorable al candidato demócrata Biden, fracasaron luego de que la Corte Suprema de EEUU determinara: “La moción del Estado de Texas para presentar un reclamo es rechazada por falta de base en el Artículo III de la Constitución. Texas no ha demostrado un interés admisible judicialmente en la manera en que otro estado lleva adelante sus elecciones. Todas las otras mociones pendientes son rechazadas por irrelevantes”.

Trump lamentó esta decisión por ser muy mala para su país: “El hecho de que la Corte Suprema no encuentre legitimación en un asunto de jurisdicción original entre múltiples estados, e incluso el presidente de Estados Unidos, es absurdo. Está enumerado en la Constitución. La Corte Suprema realmente nos falló. ¡Sin sabiduría, sin valor! ¡Las elecciones están falsificadas! ¡Seguimos luchando! ¡A pelear!”

Además, salió derrotada la demanda de Ken Paxton, Fiscal General de Texas, que fue impulsada por el Presidente Trump y contó con el respaldo de los fiscales de 19 estados y 125 diputados. Ken Paxton alegó que los estados de Pensilvania, Georgia, Michigan y Wisconsin “han explotado la pandemia de COVID-19 para justificar la omisión de leyes electorales federales y estatales y la aprobación ilegal de cambios de último minuto, alterando así los resultados de las elecciones generales del 2020”. Pidió a la Corte Suprema de EEUU impedir que los representantes de estos cuatro estados voten en el colegio electoral, que se reunió el 14 de diciembre, y fueran las cámaras legislativas de estos estados las que otorguen el voto final. Ken Paxton dijo que “era desafortunado que la Corte Suprema decidiera no encargarse del caso y determinar la constitucionalidad de la falta de cumplimiento de la ley electoral federal y estatal de estos cuatro estados”.

Después de que la Corte Suprema tomara esa decisión, Allen West, Presidente del Partido Republicano de Texas, sugirió formar la unión de estados respetuosos de la ley, porque la Corte estableció un precedente al dejar que algunos “puedan violar la Constitución de EEUU y no rendir cuentas… Quizás los estados que respetan de la ley deberían aliarse y formar una unión de estados que se rija por la Constitución”.

Por otra parte, Kyle Biedermann, legislador de Texas, dijo: “El gobierno federal está fuera de control y no representa los valores de los texanos”, y prometió presentar una legislación que permita celebrar un referéndum que reafirme el estatus de nación independiente del Estado de Texas. Se basa en que la Constitución de Texas reza: “Todo poder político es inherente al pueblo, y todos los gobiernos libres se basan en su autoridad y se instituyen para su beneficio. La fe del pueblo de Texas está comprometida con la preservación de una forma republicana de gobierno y sujeto únicamente a esta limitación tienen en todo momento el derecho inalienable de alterar, reformar o abolir su gobierno de la manera que le сonvenga”. Sería la segunda vez que Texas se independiza. A comienzos de la Guerra Civil, este Estado se separó de EEUU y se unió a los Estados Confederados de América. Cuando finalizó la Guerra de la Secesión, Texas fue admitida de nuevo en la Unión.

En cambio, Dana Nessel, Fiscal General de Michigan, enfatizó que el fallo de la Corte Suprema de EEUU fue “un importante recordatorio de que somos una nación de leyes, y aunque algunos pueden doblegarse al deseo de un solo individuo, no lo harán los tribunales”. Un poco antes, el Tribunal Supremo del Estado de Míchigan había rechazado la demanda planteada por el comando de la campaña de Donald Trump, en la que cuestionaban los resultados de las elecciones en dicho Estado. Tras esa decisión, Joe Biden ganó en el Estado de Míchigan y Trump perdió una gran oportunidad para derrotarlo.

La Corte de Apelaciones de Míchigan había desestimado la demanda, alegando que los resultados electorales ya fueron certificados. En la misma se acusaba a Jocelyn Benson, Secretaria de Estado de Míchigan, de haber violado la Constitución local al impedir que los desafiantes (observadores que vigilan que los votantes sean legales) supervisaran el contaje de votos en un centro electoral de Detroit. “Echar a los desafiantes y observadores de las mesas de recuento y negarles la significativa oportunidad de observar el desarrollo de la elección y el recuento de los votos, socava aun más la confianza en la integridad de la elección”, decía la acusación.

Rudy Giuliani, abogado de Trump, sostuvo que los recursos legales de Trump no se han agotado y que “no hay nada que nos impida presentar estos casos inmediatamente en el tribunal de distrito, seguiremos en el empeño de invalidar las elecciones antes del 6 de enero, cuando el Congreso acepte los resultados del Colegio Electoral”.

En cambio, William Barr, Fiscal General de EEUU, dijo que el Departamento de Justicia no tenía evidencia de irregularidades masivas que pudieran influir en los resultados, declaración que selló su destino; Trump calificó a Barr de ser una decepción y lo despidió del cargo después de que el Wall Street Journal informara que el Fiscal General conocía a principios de 2020 los detalles de una investigación sobre los impuestos del hijo de Biden y no hizo nada.

Previamente, Brett Ludwig, Juez Federal, había rechazado la demanda de Trump para anular la victoria de Biden en el Estado de Wisconsin, “debido a que el demandante no pudo presentar violaciones claras de las directivas para celebrar elecciones de la legislatura de Wisconsin, su demanda debe ser desestimada… El demandante pide que ‘se acate el Estado de Derecho’, y así ha sido”. Trump, que perdió en ese Estado por 20700 votos, alega que hubo fraude y dirimirá la controversia electoral en los tribunales correspondientes. Los demócratas acusan a Trump de socavar la integridad de las elecciones estadounidenses y sabotear la democracia del país al tratar de subvertir la voluntad de los votantes.

La victoria de Biden se legitimó el 14 de diciembre, cuando el Colegio Electoral de EEUU (órgano compuesto por un total de 538 electores, por lo que son necesarios 270 votos para que un candidato gane la presidencia del país) oficializó los resultados electorales, que el 6 de enero serán definitivos si el nuevo Congreso los ratifica; esta votación se aprobará en el Congreso. Mike Pence, actual Vicepresidente y Presidente del Senado, anunciará formalmente a los ganadores. El Presidente Trump dijo que en enero saldría de la Casa Blanca si perdía la votación del Colegio Electoral, pese a que, según él, las elecciones fueron manipuladas.

Luego de conocerse el resultado oficial, Joe Biden 306 sufragios y Donald Trump 232, los presidentes Vladímir Putin, López Obrador y Bolsanaro felicitaron a Joe Biden, por su triunfo en los comicios presidenciales de EEUU, pronunciamiento que antes no tenía sentido.

¿Qué pasará después en el churrigueresco mapa político de EEUU, donde el mayor perdedor es su pueblo? Lo único que hasta ahora está claro es que nada está claro, pero si se supone que todos los eventos se van a desarrollar en el mejor escenario posible: El Congreso no toma en cuenta los votos de los electores alternativos, nombrados por los estados bisagras y que van a votar por Trump (algo nuevo en la política de EEUU), y el 6 de enero nombra a Biden presidente, ratificando la votación del Colegio Electoral; si aplacan sus ánimos adversos el 46% de los estadounidenses, que están convencidos de que en las elecciones presidenciales hubo fraudes masivos en favor del candidato demócrata; si el Presidente Trump acepta su derrota y se aleja sin patalear de la Casa Blanca; si el Estado de Texas no se separa de la Unión y las Fuerzas Armadas de EEUU no deben decretar la ley marcial para evitar una guerra civil. Incluso, bajo estas condiciones idílicas, a Biden no le va a ser fácil gobernar.

Paul Krugman, premio Nobel de Economía, piensa que EEUU se podría convertir en un Estado fallido, inclusive duda de que a Biden le sea factible gobernar, porque “en este momento, existe la posibilidad de que el Senado permanezca en manos de un partido extremista que saboteará a Biden de todas las maneras posibles”. Es probable que, por la pandemia del COVID-19, EEUU se enfrente a “una debilidad económica persistente y a una necesidad desesperada de mayor inversión pública”, algo a lo que los republicanos se opusieron siempre. “¿Por qué van a ser más condescendiente con Biden en el cargo?”

Además, según el Departamento del Tesoro de EEUU, el déficit del presupuesto norteamericano es mayor que tres billones y el Bank of America predice que este país se enfrentará a un aumento del desempleo, a una caída brusca en la confianza del consumidor y a la desaparición casi total de los ahorros de la población. La deuda es del tamaño de la economía actual y pronto será mayor que en cualquier otro momento de la historia; no ha habido una situación similar desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Podrá Biden tomar el toro por los cuernos? Amanecerá y veremos.

 

Una elección más torcida que cuerno de cabra

Por: Rodolfo Bueno

Cuando finalizaba la elección presidencial de Estados Unidos del 2020 y el escrutinio oficial estaba en curso, los principales medios de comunicación anunciaron que Biden, candidato demócrata, había superado la cota de los 270 votos electorales y elogiaron su triunfo recalcando que, aunque los resultados no eran oficiales, era cuestión de tiempo para ser convalidados. Pese a ello, el Presidente Trump se resistió a aceptar la derrota y envió la controversia a los correspondientes tribunales, porque, según él, fue electo para que respete y haga respetar la Constitución de su país.

Trump, que se ha convertido en un ojo de pollo en el talón de Aquiles del Estado profundo que gobierna EEUU, acusó a los demócratas de cometer fraude, actuar sin transparencia y amañar los resultados con votos ilegales: Estafaron y falsificaron nuestra elección presidencial, pero nosotros aún la ganaremos”. Varias cadenas de televisión interrumpieron y cortaron la transmisión de su discurso acusándolo de ser un obcecado que no reconoce su derrota.

Según Trump, los demócratas son tan descarados que le falta cara para persignarse, puesto que las juntas electorales de algunos estados pulían las cifras para que cupieran dentro del estrecho margen victorioso de Biden y las acusó de anular las papeletas que le favorecían, de falsificar votos a favor de Biden, de pasar informes adulterados de los resultados y de alimentar a la bartola los datos de las computadoras, equivocándose siempre en su contra. No fue escuchado su pedido de detener el conteo de votos, para comprobar estas afirmaciones.

Trump había hablado antes de “la deshonestidad de los medios de comunicación, un sistema corrupto”, que controla la vida de todos e impide a la gente conocer lo que realmente sucede, una máquina para lavar cerebros a favor del mismo demonio. Estas corporaciones mediáticas debieron actuar en su contra para que él se dé cuenta de algo que la gente con sentido común sabía desde hace mucho tiempo, que la prensa amarilla es capaz de convertir en tiburón a una sardina, lo contrario sería pensar que sólo últimamente la democracia made in USA se ha convertido en una parodia y que antes las elecciones eran honestas, las manifestaciones espontáneas y no pagadas, los debates de altura, la prensa objetiva e imparcial.

De ser ciertas las afirmaciones de Trump, en EEUU se perpetró algo que ni siquiera Malaparte en su libro Técnica del Golpe de Estado pudo imaginar, la más sui géneris toma de poder: sin tanques ni barricadas, sin muertos, heridos o contusos, sin cárceles, campos de concentración, detenidos o deportados, en fin, sin toda la secuela de viudas y huérfanos, víctimas de los vencedores. ¡Cero muertos! Esta cifra es un rotundo éxito que deja a los electores, que piensan que sí hubo fraude, con la sensación de que, en vez de que los convocaran a votar, mejor hubiera sido que realizaran encuestas amañadas, que luego pudieran obtener la sacrosanta bendición de la afamada prensa. Esto permite afirmar que el sistema electoral de EEUU deja mucho que desear y ha generado el peor escenario de la historia de ese país, pues la mitad de la población no va ha aceptar los resultados por ilegales y fraudulentos; así es de radical la actual división de esa sociedad, en la que lo que para uno es blanco para otro es bermejo.

Trump y sus aliados, en un intento de anular los resultados de la votación en varios estados del país, donde ganó Biden, presentaron acusaciones de fraude ante la Corte Suprema de EEUU, pero Linda Parker, jueza de esa corte, desestimó la demanda por no haber evidencias de fraude en ningún Estado de EEUU.

En estas circunstancias, Ken Paxton, Fiscal General de Texas, demandó en la Corte Suprema de EEUU a los estados de Georgia, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin. Los acusó de haber “explotado la pandemia de COVID-19 para justificar la omisión de leyes electorales federales y estatales y la aprobación ilegal de cambios de último minuto, alterando así los resultados de las elecciones generales de 2020… No sólo han contaminado la integridad del voto de sus propios ciudadanos, sino también el de Texas y de cualquier otro Estado que celebró elecciones lícitas”. Dijo que estos estados efectuaron cambios en las leyes electorales que violaban la Constitución de EEUU, ya que “solo las legislaturas estatales pueden fijar las reglas que gobiernan la designación de electores y elecciones, y no pueden ser delegadas a los funcionarios locales. La mayoría de las decisiones apresuradas tomadas por funcionarios locales, no fueron aprobadas por las legislaturas estatales, eludiendo de esta forma la Constitución”, y solicitó que se impida a los representantes de estos estados votar en el colegio electoral, que se debe reunir el 14 de diciembre.

Posteriormente, 17 estados de la Unión presentaron un escrito en la Corte Suprema de EEUU en apoyo a la demanda de Texas, por estar profundamente preocupados por el hecho de que algunos estados llevaron a cabo las elecciones pasando por alto la Constitución de EEUU. Argumentaron que cada voto ilegal contado, y voto legal no contado, degrada y diluye el libre ejercicio de la votación por parte de los ciudadanos.

Esta demanda cobró más fuerza después de que 106 republicanos de la Cámara de Representantes de EEUU se unieron a 17 estados y al Presidente Trump, para respaldar la moción de Texas. Alegan que “las irregularidades inconstitucionales involucradas en las elecciones presidenciales de 2020 arrojan dudas sobre el resultado y la integridad del sistema electoral estadounidense”. Trump presentó una moción de 39 páginas para intervenir en el caso, argumentando que tiene interés directo en el resultado, ya que el número de votos afectados por la conducta ilegal de los funcionarios electorales en esos cuatro estados supera con creces el margen actual entre él y Biden.

Si la Corte Suprema de EEUU acepta la demanda del Fiscal de Texas y declara nula y sin efecto la victoria de Joe Biden en los estados de Georgia, Pensilvania, Míchigan y Wisconsin, ni Trump ni Biden obtendrían los 270 votos necesarios para ser electo presidente; entonces, la elección la haría el Congreso de EEUU. Jaque mate a Biden, caso contrario, jaque mate al Presidente Trump.

Para una mejor comprensión del actual conflicto, lo correcto es dividir, a groso modo, a la clase política de EEUU no en demócratas y republicanos, sino en nacionalistas e internacionalistas. Los neocon pertenecen al sector internacionalista que, luego de la caída de la URSS, impuso en el mundo la globalización y el neoliberalismo, doctrinas de la total libertad económica y comercial, de la fuerte reducción del gasto social y de la intervención privada en las competencias del Estado, lo que permitió enriquecerse más aún a las grandes corporaciones del mundo. La doctrina neocon posibilitó al enviar las fábricas al extranjero, que se arruinara la clase obrera de EEUU.

Por otra parte están los nacionalistas, en cierta forma representados por el Presidente Trump. Los neocon pueden ser republicanos o demócratas y hay muchos neocon en el gobierno de Trump; son la misma jeringa con distinto bitoque. El 9/11 fue una chiripa que cayó como anillo al dedo a los neocon, porque a partir de esa fecha comenzaron las intervenciones armadas de EEUU en el Medio Oriente, lo que Trump llama el mayor error cometido en la historia de ese país.

La crisis estadounidense es consecuencia de la globalización, porque los productores de EEUU, por pura avaricia y buscando minimizar el costo de sus productos, se aprovecharon de los bajos salarios en China y trasladaron sus fábricas a ese país. La elevada capacidad industrial de China se basa, en parte, en las exportaciones a EEUU de productos que ese país no produce. El déficit comercial de EEUU con China se da porque los estadounidenses consumen más productos chinos que los chinos productos norteamericanos. Ese fue el pretexto para que Trump iniciara la guerra comercial contra la China; aunque lo que realmente intenta es frenar el desarrollo chino, pues EEUU no quiere perder su actual supremacía.

Las discordias entre demócratas y republicanos son dos caras de la misma moneda, la que busca mantener la hegemonía mediante la globalización de su industria y la del Presidente Trump, que optó por el proteccionismo a raja tabla, para volver a EEUU un país grande, lo que va contra las reglas del neoliberalismo y poco a poco disminuirá la competitividad del sistema productivo estadounidense. ¿A dónde va Estados Unidos, en qué va a parar la crisis que vive? La respuesta no la dará la pasada elección de noviembre, pues los problemas de la sociedad de ese país son muy profundos y no se resuelven mediante ese mecanismo. Lo real es que no da para más el sistema creado por los fundadores de EEUU, que ya se agotó y llegó a su límite.

Sea lo que sea, se necesita de un politólogo de elevados quilates que defina el enfrentamiento que se da en esas altas esferas de poder y que nada tiene que ver con la reseña de lucha de clases, que Marx y Engels dieron en el Manifiesto Comunista: “Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos”; en este caso: internacionalistas y nacionalistas. ¿Qué se observa desde la subida de Trump? Una lucha que no se sabe adónde conduce, bien pudiera ser al exterminio de los clanes beligerantes, a la desintegración de EEUU o a la transformación revolucionaria de dicho país.

Curiosidades matemáticas

Por: Rodolfo Bueno

Una paradoja es una declaración no contradictoria que contradice el sentido común, en ella se unen dos ideas opuestas que contienen una verdad oculta. Las paradojas se dan en cualquier idioma porque todo lenguaje es contradictorio.

Epiménides, filósofo griego del siglo VI antes de Cristo, de quien se dice que durmió durante cincuenta y siete años seguidos, aunque Plutarco sostenga que sólo fueron cincuenta, afirmó que todos los cretenses eran mentirosos, como él mismo era cretense, ¿decía o no la verdad? Si lo que dice es cierto no todos los cretenses son mentirosos, porque por lo menos un cretense, él, no miente, o sea que Epiménides miente al decir la verdad; en cambio, si él miente significa que no todos los cretenses mienten, por lo que ha dicho la verdad, o sea que dice la verdad al mentir. Otra versión de esta paradoja, atribuida al filósofo griego Eubulides de Mileto, sostiene: “Si un hombre afirma que está mintiendo. ¿Dice la verdad o miente?” También es contradictoria la afirmación que sostiene, “todo lo que afirmo es mentira”.

Zenón de Elea ideó la paradoja de Aquiles y la tortuga. Aquiles decide competir contra una tortuga. Puesto que él corre rápido le da a la tortuga una ventaja inicial, pues está muy seguro de su fortaleza. Poco después de la partida, Aquiles recorre la distancia que inicialmente lo separaba de la tortuga, pero al llegar a ese lugar descubre que la tortuga ha avanzado un pequeño trecho. Sin desanimarse, sigue corriendo, pero al llegar de nuevo adonde estaba la tortuga, ésta ha avanzado un poco más. Por esa causa, Aquiles no ganará la carrera ya que la tortuga estará siempre delante de él.

Se dispara una flecha. Puesto que al mismo tiempo la flecha no puede estar en dos lugares diferentes, la flecha debe hallarse en una determinada posición, por lo que se encuentra en reposo. Por igual razón, durante los siguientes lapsos de tiempo la flecha también estará en reposo; de esta manera, la flecha estará siempre en reposo y su movimiento es imposible. Lo mismo se puede decir de cualquier cuerpo en movimiento, lo que contradice la realidad.

“Vísteme despacio, porque estoy de apuro”, dicen que le dijo Napoleón a Josefina.

“Pienso, luego existo”, escribió Descartes. Luego, si Descartes no piensa, ¿no existe?

“No hay mal que por bien no venga”, es un decir del pueblo.

Hay otras curiosidades matemáticas. En un país habitado por negros y blancos, los primeros sólo dicen la verdad y los segundos siempre mienten. Pasa una canoa y alguien que no distingue el color del canoero le pregunta: “¿Es usted negro o blanco?” La respuesta se la lleva el viento. “¿De qué color dijo que era?”, le pregunta a los dos canoeros que reman detrás. “Dijo que es blanco”, responde el blanco; “dijo que es negro”, responde el negro. ¿De qué color era el canoero? Independientemente del color del canoero, la respuesta es que el canoero era negro.

Una persona es calva si carece de pelos. ¿Qué pasa si tiene sólo un pelo? ¿Si tiene dos?, etc. En general, ¿cuándo un calvo deja de ser calvo?

El director de una cárcel decide liberar a un preso de tres condenados. Coge dos discos azules y tres rojos y sitúa al azar un disco en la espalda de cada preso, de manera que todos ven el color de los demás a excepción del suyo propio. Dejará libre al primero que acierte el color que porta. Pasado cierto tiempo, uno de los presos afirma que el color de su disco es rojo. ¿Cómo lo dedujo, si este preso es ciego?

De antemano se pide disculpas al lector creyente, de cualquier fe que tuviere, porque en este escrito no se intenta jugar con la fe de nadie, muy respetable por cierto, sino que tiene que ver con lo contradictorio que es cualquier idioma. Aclarado este pequeño e importante detalle, se continúa con el tema.

Se pregunta: ¿Qué pasa si un objeto super potente, creado por Dios, capaz de remover todo lo que obstruya su paso, choca contra un objeto inamovible, también creado por Dios? Esto es algo imposible de responder. También es contradictoria la pregunta que durante en el medioevo hacían los herejes a los creyentes: ¿Puede crear Dios una piedra tan pesada que no la pueda levantar? Si no lo puede hacer no es todopoderoso y si la puede crear tampoco lo es. Por esta otra pregunta durante la inquisición fue castigada la persona que la formuló: “¿Tuvo o no tuvo Adán ombligo?” No pudo tenerlo por no ser parido y si no lo tuvo ¿por qué nosotros, que descendemos de él, lo tenemos? También es de por sí contradictoria la idea de que existe un dios omnipotente, amoroso y bueno. Porque si le pidiera algo que sin lugar a duda es bueno y no lo puede hacer, no es omnipotente, si lo puede hacer y no lo quiere hacer, no nos ama ni es amoroso, y si lo quiere hacer y no le da la gana de hacerlo, es caprichoso, se burla de nosotros y no es bueno.

Cada ser humano tiene dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos, etc. Lo que significa que el mundo debió tener mucha más gente antes que ahora, lo que es contradictorio con lo observado y con la idea bíblica de que todos provenimos sólo de Adán y Eva.

El asno de Buridán es el protagonista de un antiguo argumento contra el racionalismo defendido por los partidarios del libre albedrío, que sostenían la posición de que cualquier decisión puede ser tomada de manera racional, y de Juan Buridán, un teólogo escolástico discípulo de Guillermo de Ocán. Para ridiculizar esta opinión, sus críticos imaginaron el absurdo de un asno que no puede elegir entre dos fajos de heno completamente iguales, en consecuencia termina muriendo de inanición. Se trata de que pudiendo comer, no come, porque no sabe, no puede o no quiere elegir qué montón es más conveniente, ya que ambos son exactamente iguales.

Para terminar se hace una pregunta bastante sencilla de responder “¿Qué edad tienen tus hijos?”, pregunta una matemática a una vieja amiga suya. Ésta le responde: “Como recuerdo que eras buena con los números te daré la respuesta a manera de problema. El producto de las edades de mis tres hijos es 36 y la suma es igual al número de ventanas de la casa de enfrente, la blanca”. La matemática, luego de contar las ventanas de la casa de enfrente, afirma: “Me falta un dato”. Ni corta ni perezosa, su amiga se lo da: “El mayor tiene un lunar en la frente”. ¿Qué edad tiene cada muchacho? La pregunta no es tan complicada de responder ahora que se tienen los datos indispensables para despejar todas las incógnitas. Las edades de los niños son 9, 2 y 2 años. Pensemos un poco. Si, por ejemplo, la matemática hubiera contado diez ventanas, habría contestado: “Las edades son 3, 3 y 4 años”, pues 3x3x4=36 y 3+3+4=10, lo mismo en los demás casos. Pero ella ha contado 13 ventanas y en este caso las edades pueden ser 2, 2 y 9, o también, 6, 6 y 1, por lo que dice: “Me falta un dato”, que su amiga le da: “El mayor tiene un lunar en la frente”, o sea, hay hermano mayor, lo que no sucede en 6, 6 y 1, pero sí en 2, 2 y 9. No era tan difícil.

Cambiar uno mismo, para que las cosas cambien

Por: Rodolfo Bueno

Nadie prevé en qué va a terminar la actual convulsión social del planeta, porque sus gobernantes no han abordado los acuciantes problemas que agobian a sus sociedades: millones de personas que nacen, crecen, se reproducen y mueren en las calles de las grandes ciudades; salarios de trabajadores que bajan sin cesar; mujeres explotadas que buscan equidad por su sacrificada labor; profesionales que no encuentran trabajo y, finalmente, los desposeídos por un sistema, que sólo genera riquezas para el 1% de sus miembros…

Con respecto a EEUU, Zbigniew Brzezinski, politólogo estadounidense de origen polaco, sostuvo que actualmente su país se semeja a la URSS de la década de los ochenta por las siguientes razones: la llegada al poder de una clase adinerada, que sólo piensa en enriquecerse y a la que es indiferente el destino del resto de la nación; la imposibilidad de reformar su sistema político; la bancarrota financiera provocada por sus aventuras militares; la caída de su nivel de vida; el encubrir los problemas internos, acusando a enemigos externos, y una política internacional, que los aísla del resto del mundo. Afirmó que de mantenerse estas tendencias, no sólo que EEUU perderá su liderazgo actual sino que es muy probable que le sobrevenga una catástrofe social.

Es imposible evitar el colapso de EEUU, porque sus dirigentes no cuentan ni con la voluntad ni con las bases organizadas para enfrentar al gran capital, que es el que obtiene beneficios de los seis factores antes mencionados. Se pregunta: ¿Quién defenderá los intereses de las grandes masas? ¿Quién controlará a los banqueros poderosos, cuyas ambiciones conducen a la quiebra generalizada del sistema financiero mundial? ¿Quién incrementará los impuestos a las exorbitantes ganancias de Wall Street, como sugieren numerosos pensadores estadounidenses? ¿Quién creó estas condiciones adversas, que ponen en peligro todo lo existente?

La respuesta a la última pregunta la da Sherlock Holmes: El que obtiene el mayor beneficio del crimen. En este caso, el Sistema de la Reserva Federal de EEUU, la FED, “una entidad con una estructura público-privada en su gobierno”, que pertenece a un cogollo de banqueros cuyas decisiones no tienen que ser ratificadas por el presidente de EEUU ni por ningún otro órgano ejecutivo del Gobierno y que están dispuestos a todo para conservar el privilegio de imprimir dólares. El anecdótico multimillonario Warren Buffett describe esta peculiaridad como una bomba financiera de relojería para las economías y los ciudadanos de a pie.

La falta de regulaciones le permite a la FED emitir, a su gusto y paladar, dinero sin respaldo alguno, lo que hace desde que el Presidente Nixon ordenara “suspender la conversión del dólar en oro u otro valor de reserva”. Es que la FED, como si adquiriera productos en un supermercado, puede comprar a la cloaca de Washington, tal como el Presidente Trump llama a la clase política estadounidense.

La facultad de crear dinero de la nada ha convertido a EEUU en un verdadero parásito económico, ya que consume muchos productos del mundo, sin sudar la frente. Su deuda pública es su mayor riqueza, porque entrega esos papeluchos a cambio de mercancías, lo que convierte a las finanzas mundiales en un albur en el que sólo los banqueros poderosos pueden ganar, y si algún país no acepta este sistema, lo asfixia con sanciones y, como los correctivos no se han hecho ni los van a hacer, el problema va a estallar y el efecto bola de nieve será imparable.

Se trata de un juego sin reglas o, mejor dicho, con reglas que fueron creadas para favorecer solamente a sí mismos, los demás deben acudir a agoreros de todo tipo con el fin de sobrevivir a la quiebra catastrófica que ineludiblemente va a llegar cuando se derrumbe la pirámide financiera diabólica creada por EEUU.

Parecería que este mundo tiene la terquedad de un burro chúcaro, que si lo intentan montar, corcovea y arroja de encima al que se subió; o que, para seguir su trayectoria se resiste a los cambios y cojea de la misma pata de siempre, la ambición humana, que ha destruido los más hermosos sueños que los pensadores esbozaron con tanto ahínco. ¿A dónde demonios se dirige la sociedad mundial? Lo trágico es que nadie lo sabe, pero va a cualquier parte menos a un neocomunismo salvador, donde reine una sociedad auténticamente democrática.

Es que, lastimosamente, el mundo capitalista está plagado de injusticias, en el que no se ha organizado un procedimiento que permita el fluir de sus mejores miembros hacia las capas superiores, para que, de ese modo, el descontento se diluya y nadie luche por destruirlo. El actual desbarajuste es la resultante de un sistema cerrado y despótico, que impide la promoción de los más aptos, a lo que se debe añadir una abundante corrupción. En casos así, la entropía social crece hasta hacer pedazos al sistema y permitir que los de abajo surjan, lo que es una revolución social.

EEUU no tiene una sociedad abierta para quien desee progresar y el que crea lo contrario es porque no conoce su estructura de poder ni la vida parasitaria de sus sanguijuelas. Se trata de un monstruo sólido, cuyas ramificaciones, cual tentáculos, se disgregan por los interminables laberintos de ese país, donde lo más degenerado del ingenio humano ha levantado una inigualable academia de atracadores, y quien la termina es un consumado maestro en las artes de Caco. El día en que Pandora destape esa olla de grillos, surgirán por doquier grotescas creaciones de una democracia distorsionada, verdaderas aberraciones económicas, morales, éticas y estéticas, difíciles de concebir para una mente sana.

La corrupción de EEUU es motivo de inestabilidad social, pues funciona exclusivamente para los pícaros de ese país, en el que existen reglas y vínculos mafiosos desconocidos -cuyas estructuras son una incógnita mayor que la atómica-, que responden a intereses de los altos círculos de poder, de la delincuencia común y el crimen organizado, y su característica principal es la unidad, convertida casi en una amalgama; es el reflejo de una economía deformada por completo. Los órganos de seguridad del Estado vigilan sólo a los ingenuos.

De esta manera, el sistema evita que se derrumbe un pesado andamiaje social. Es el perfeccionamiento lógico de una élite corrupta, camuflada por una cápsula impenetrable, que los órganos más importantes de la seguridad, de acuerdo con la ley y a cualquier precio, custodian con exagerado celo, y no existen fuerzas para romper esta aberrante situación, pues quien llega a ocupar el puesto más preciso, con el paso del tiempo se envilece y se torna escoria. Es porque la bestia que les gobierna es aún más potente y es posible que la venalidad de EEUU sea la peor del mundo, porque entre ellos el diablo goza de un largo insomnio a partir del momento en que comenzaron a mentar a Dios por cualquier nimiedad.

Todo esto es parte del descalabro y de la maldición diabólica que rige el planeta, se trata del síndrome de la bestia, conjunto de características que poseen los seres carentes de principios morales, éticos y religiosos, que han formado mafias para apoderarse de los más altos mandos del poder mundial; por esa causa, la inmoralidad campea por doquier. Y no es que se infle el problema, es el resultado de siglos de mentiras, en los que se ha gobernado con ayuda de la fuerza bruta, la violencia ciega y el terror sangriento.

Sucede que la desgracia del hombre honrado, que lucha contra la ignominia, consiste en que el enfrentamiento lo vuelve cruel y semejante a la iniquidad que pretende derrotar, y su antagonista antes de morir se las ingenia para inyectarle su morbo. La euforia del triunfo, de este aparente ganador, le impide sentir que ya lleva en su seno la simiente maldita y que él, sin notarlo, empollará en adelante al huevo del monstruo que, finalmente devorará los cimientos de los ideales por los que combatió. En el transcurso de los siglos, la bestia, cual Ave Fénix, renace en lo recóndito del nuevo orden para reiniciar la eterna lucha que existe entre el bien y el mal desde la aurora del tiempo hasta su crepúsculo y que, como está escrito en las sagradas escrituras, terminará con la derrota del maligno en la batalla final de Armagedón.

Por lo visto, no se debe tener fe ciega en los proyectos del hombre y, peor aún, en sus obras, puesto que la problemática social es tan compleja que si no se la resuelve bien, se complica y se vuelve irresoluble, pues no es lo mismo romper huevos que hacer tortilla. En fin de cuentas, si en este campo se inicia no tan bien, se termina mal, y si se inicia mal, se termina peor, ya que los políticos son como la ballena, que todo les cabe y nada les llena. Por esta razón, es válida la pregunta ¿hay solución para los problemas sociales? Sí, si los hay, pero primero debemos cambiar nosotros mismos para que todo cambie, ya que es imposible combatir a la bestia con sus reglas de juego, de hacerlo así, el cambio es aparente y no perdura.

¿Salvará la belleza al mundo actual?

Por: Rodolfo Bueno

A fines de la década de los cincuenta, los jóvenes con inclinaciones comunistas eran admiradores de la moderna cultura francesa, Camus, Sartre, Truffaut, Clouzot y Dassin eran su luz, pero también idolatraban a Rusia: preferían Dostoyevski a cualquier escritor; Chaikovski a cualquier compositor, estaban persuadidos de que únicamente las teorías de Michurin eran correctas y que la Genética de Méndel era una pseudociencia reaccionaria; de que el cosmos sería conquistado gracias a las fórmulas y experimentos de Tsiolkovski y que Von Braun no era más que un farsante; y creían que el pueblo soviético, al crear a un hombre nuevo, había sido escogido por la historia para construir el mundo del mañana, el comunismo.

Con ellos concordó en lo último nada menos que Henry Kissinger, politólogo estadounidense de origen alemán, de gran influencia en la política mundial, quien afirmó que “en EEUU teníamos sólo sexo, mientras en la URSS tenían amor. Teníamos sólo dinero, ellos tenían un sincero y humano agradecimiento, y así era en todo. A mí, difícilmente me pueden llamar admirador del socialismo, soy hombre de Occidente, con mentalidad occidental, pero considero que en la Unión Soviética realmente nacía un hombre nuevo, se puede decir, un homus soviéticus. Ser que estuvo un peldaño sobre nosotros y da pena que destruimos esta reserva humana. Posiblemente, este es nuestro mayor crimen”.

Los jóvenes estaban también persuadidos, sobre la base de la opinión de Dostoyevsky, de que fue la belleza la que salvó al mundo del macartismo, capítulo negro de la política de EEUU, durante el cual Joseph McCarthy, senador por Wisconsin, denunció una conspiración revolucionaria en las altas esferas del Estado, lo que desencadenó a su vez la persecución de los sectores progresistas estadounidenses, que durante la década de los cincuenta fueron acusados de ser comunistas, subversivos, desleales y traidores a la patria, sin que se respeten los procedimientos legales ni los derechos de los acusados, que llamaron a estos procesos irregulares, interrogatorios y listas negras, una verdadera cacería de brujas, acoso que motivó al gran dramaturgo Arthur Miller a escribir su famosa obra Las brujas de Salem. Grandes personalidades, como Bertolt Brecht y Charles Chaplin, escaparon de EEUU y muchos actores de Hollywood, escritores y guionistas fueron víctimas de delaciones, denuncias y asedios, que les impedía trabajar porque cualquiera que les contratara sería acusado de colaborar con los comunistas, pese a lo cual hubo resistencia.

Muchos de los convocados a declarar en la Comisión de Actividades Antiamericanas, presidida por Joseph McCarthy, no comparecieron por considerar que dicha indagatoria era contraria a la Constitución de EEUU, por lo que fueron llamados testigos hostiles. Incluso se formó el Comité de la Primera Enmienda, integrado por cerca de 500 actores de la talla de John Huston, Orson Welles, Burt Lancaster, Humphrey Bogart, Gregory Peck, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Gene Kelly, Frank Sinatra… quienes afirmaron que todo era una tramoya dirigida a destruir de los derechos civiles. En cambio, Ronald Reagan, Walt Disney, Cecil B. DeMille, Elia Kazan, Gary Cooper, Robert Taylor… estuvieron entre los que denunciaron a sus amigos.

Diez guionistas de Hollywood fueron encarcelados por negarse a cooperar con la Comisión y no delatar a sus compañeros. Dalton Trumbo fue uno de ellos. Después de estar en prisión, sobrevivió exiliándose en México y vendiendo sus guiones bajo el camuflaje de numerosos seudónimos, incluso llegó a ganar un Óscar, que no pudo recoger porque legalmente no existía. También se retiró de las bibliotecas y las librerías libros como Robin Hood o la novela Espartaco, de Howard Fast.

En estas circunstancias era prácticamente imposible que en EEUU se filmara Las brujas de Salen, pieza teatral que contaba la historia de John y Elizabeth Proctor, personajes que en 1692 fueron reprimidos por la iglesia anglicana de Massachusetts, algo semejante a lo que en esos momentos pasaba con los esposos Rosenberg, víctimas del macartismo. Arthur Miller, que no podía moverse de Brooklyn, envió la obra a Francia, país en el que era un autor desconocido, algo así como un brujo enclaustrado en su propia trama, y al que sólo conocía el director de cine, Jules Dassin.

En su escrito autobiográfico, La nostalgia ya no es la que era, Simone Signoret, gran mujer y actriz de primer nivel, cuenta que leyeron la pieza palabra por palabra. Junto a su esposo, Yves Montand, actuaron en la adaptación para el cine de Las brujas de Salem, que se filmó en 1957 en los mismos estudios de Berlín Oriental, donde el año anterior Simone había interpretado el papel de prostituta francesa, en la versión filmada de la obra de Bertolt Brecht Madre Coraje y sus hijos.

Las brujas de Salen resultó una película cercana a lo perfecto, de gran belleza y de elevado contenido espiritual y humano, pues la obra era de Arthur Miller, el libreto de Jean-Paul Sartre, estaba dirigida por Jules Dassin, y trabajaban actores de la talla de Yves Montand, Simone Signore, Myléne Demongeot, que volvía al mundo del cine, y los operadores eran Claude Renoir y su equipo.

Arthur Miller había puesto una sola condición, que la adaptación la hiciera Jean-Paul Sartre o Marcel Aymé, y nadie más. Había que pedírselo primero a Sartre y, en caso de que se negara, pedírselo a Aymée. Sartre dijo no, Aymé también la rechazó porque odiaba todo lo norteamericano; finalmente, la leyó y The Crucible, título original de la obra, se convirtió en Les sorciéres de Salem.

Sartre escribió un guion que era fiel del original, fruto de una larga correspondencia con Miller, en él se adentraba en la real situación de los pioneros de Nueva Inglaterra: desembarcaron pobres y en el decurso del tiempo las barreras sociales se levantaron; hubo a quienes le tocó buena tierra, los que trabajaron más, los honestos y los que no lo eran. En resumen, los de arriba y los de abajo. En la obra original, todo estaba escrito entrelíneas.

El film caló en todos los ámbitos sociales y contribuyó en gran manera a comprender los horrores del macartismo; en pocas palabras, la belleza del arte colaboró a derrotar la fea represión estadounidense. Pero el mundo de entonces era diferente del actual, pese a que la Guerra Fría era fuerte y amenazaba en convertirse en caliente, algo de lo que el planeta se salvó por un pelo, cuando la URSS experimentó la bomba atómica en 1949. La Revolución China triunfaría ese mismo año, la guerra de Corea estallaría en junio de 1950 y la guerra de Vietnam comenzaría oficialmente en 1955. En resumen, había sólo dos realidades, el comunismo y el capitalismo, que intentaban imponer su hegemonía.

Ahora, todo es diferente: China, que en 1949 era un país en el que gran parte de su población pasaba hambre y miseria, se ha convertido en la primera potencia económica del mundo y en pocos años, de continuar su actual ritmo de crecimiento, el nivel de vida de su población será superior al de la UE; Rusia, país que a comienzo de este siglo estuvo al borde de desaparecer, se ha convertido, por su desarrollo tecnológico, en la primera potencia militar del mundo; la India, de continuar su actual ímpetu de crecimiento, se va a convertir, después de China, en la segunda potencia del planeta; Turquía, pese a depender de Occidente para mantener en función a sus fuerzas armadas, pretende revivir el imperio Otomano y se da el lujo de retar a la UE con todo tipo de chantajes; África despierta, a buena hora, y América Latina, de continuar las actuales tendencias políticas, podría llegar a unificarse. La multipolaridad, que apareció en oposición a la bipolaridad de la guerra fría y a la unipolaridad que nació luego de la caída del Muro de Berlín, llegó para instalarse.

Todo sería muy lindo de no ser porque lo que sucede no agrada a los que hasta ahora desgobiernan el mundo. Incluso existen fuerzas, llamadas apocalípticas, dispuestas a arrasar con todo, antes de aceptar que han sido derrotados con las mismas reglas de juego que ellos impusieron para mantener su hegemonía. Y eso es lo peligroso.

¿Podrá la belleza salvar al mundo de ahora? ¿Se encontrará a personalidades de la estatura de Arthur Miller, Jean-Paul Sartre, Jules Dassin, Yves Montand, Simone Signore, Myléne Demongeot, Claude Renoir, capaces de producir una obra del nivel de Las brujas de Salen, que nos libere de la peste, peor que el COVID-19, con la que el neomacartismo que se gesta en EEUU, independientemente del que gane la elección del 3 de noviembre, amenaza con propagar por todos los rincones de planta? De esta posibilidad, no tan grande, depende la existencia de la civilización actual.

A buena hora que, como reza la sabiduría popular, la esperanza es lo último que muere.