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Personas buenas

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

1990: ‘Los primeros estudiantes de la Escuela de Formación de Educadores Populares, propuesta de universidad abierta para docentes que anhelan educación de calidad, fueron 14 mujeres’, contó doña Lilián Álvaro, en el homenaje que la Academia Ecuatoriana de la Lengua, AEL rindió a Simón Espinosa. En 1990, él escribía en HOY.
Doña Lilián le comprometió a dirigir un taller sobre el futuro del país y de América Latina, y Simón se quedó; durante cerca de 30 años subió semanalmente al cerro Ungüí, a 3030 metros de altitud, para enseñar a escribir a los docentes. (Nuestra pobreza educativa clama por rectores y maestros de todo nivel y ámbito que, conscientes de sus carencias e improvisaciones, busquen preparación!). Y sigue doña Lilián: ‘Cada pregunta era tomada en cuenta y respondida con exquisita erudición por el maestro. Su primer análisis partió de los versos de Machado: “Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar”’.

Sus cursos marcaron a educadores ‘populares y revolucionarios’. Llegaron maestros de Quinindé, San José de Minas, Ibarra, Calderón, el Valle de los Chillos, los barrios del sur. ‘La autoestima del grupo germinó con ejercicios de didáctica de la escritura, sintaxis, ortografía, vocabulario’. Hicieron suyas ‘las más hermosas expresiones de la lengua gracias a la pasión con la que el maestro condujo el análisis de párrafos que les descubrían lo esencial de la gramática’ y siete años después se constituyen en Escuela de Formación Docente, con Simón como rector; firman un convenio de cooperación con la Politécnica Nacional y les abren sus puertas la Universidad Técnica de Cotopaxi, la de Cuenca, la de las Américas, la UTPL, la PUCE, la Andina, la Flacs, red de universidades con las que se relaciona el Inepe. Todo y más contó doña Lilián: En una jornada de graduación al pie del cerro Ungüí, frente a un hermoso bosque, Simón exclamó: ¡Ojalá nunca lo talen! ‘Desde el 2008, al frente de una comisión municipal para declarar el bosque Parque Natural Chilibulo-Huayrapungo, el sur y Quito entero disfrutan del viento que proviene de la bocana de Lloa, de la humedad de la neblina, del aire fresco de los seis mil yalomanes, alisos, arrayanes sembrados. Volvieron las águilas, hay mirlos y colibríes’. Cuando en marzo 2012, Simón es nombrado doctor Honoris Causa de la UPN, su hijo menor, Simón, escribe esta semblanza de su padre: “Su principal defecto es tal vez su carencia total de ambición personal, tanto en el campo profesional como en el de acumular bienes materiales, su primera preocupación es colaborar …, por hacer del Ecuador un país bueno. Ello sumado a su fe ingenua y persistente en el ser humano, explican su constante y a veces irritante optimismo en que las cosas puedan mejorar. Ese optimismo lo ha llevado a participar en causas perdidas como el movimiento anticorrupción Manos limpias”… ¡Causas perdidas?, ¡nunca!

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 03 de marzo 2020

Derechos, deberes

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

Esteban Guarderas habla de frente, aunque decir lo que debe decir no resulte fácil en ambientes cargados de un feminismo radical, de reivindicaciones que ofenden y avergüenzan a personas sensatas que odian pretensiones falsas, importancias sacadas del bolsillo de aduladores y políticos obsecuentes y aprovechados; borreguismos, ofertas, cargos ‘merecidos por ser mujeres’…

Ya Sartre, pareja de S. de Beauvoir, que en pleno siglo XX escribió genialmente El segundo sexo, sabía que ‘cada ser humano es lo que él hace de sí mismo’. No basta, para humanizarnos y ser dignos de nuestra condición, haber nacido en tal cuna, pertenecer al sexo fuerte o al débil –por el momento, de las mejores mujeres que he conocido he de decir que pertenecían al sexo fuerte, sin reclamarlo para sí mismas; aceptaron su papel y lo representaron leales a su destino y a su época-. Si nuestro tiempo pide volver la mirada sobre el destino femenino y poner en tela de juicio cuanto en ese azar fue previsto para enaltecer al varón en detrimento de la mujer, cabe aceptarlo con lucidez y conciencia de responsabilidad sobre nosotras mismas, sobre la familia y la sociedad en que vivimos, sobre el mundo. No acomodarnos, luchar, trabajar más; no esperar que algo nos sea dado, esforzarnos por ver con lucidez lo que anhelamos y reclamamos y presentarlo ante los demás, para ayudarles a ver, a exigirse, a ser.

Según J. E. Guarderas, educarnos debe ser nuestra meta, prepararnos para ‘promover la igualdad de oportunidades y derechos para todas’, pues nada nos autoriza a reclamar derechos solo por haber nacido mujeres. Los derechos conllevan deberes: entreguemos a la sociedad a la que exigimos, personalidades cultivadas y dignas, conocimiento y reconocimiento de nuestros límites, educación, autoeducación; cumplamos el destino singular que merecemos; lograrlo nos devolverá nuestro esfuerzo por merecer el tiempo que vivimos y el logro de las reivindicaciones a que aspiramos. Guarderas va así al meollo: “ser feminista no significa apoyar a una mujer para la presidencia solo por el hecho de ser mujer. Eso es ilógico e irresponsable. No importa que una persona venga de una minoría, una gestión deficiente es una gestión deficiente”. ¿Cuánto las conocidas borregas aportaron desde la Asamblea al Ecuador? “¿La mujer quedó mejor ante los ojos de la sociedad?” ¡No, absolutamente no! Desde sus altos puestos sus deficiencias se leían mejor”. Parapetadas en un feminismo entendido para beneficiarlas, cuando fueron enjuiciadas –ojalá lo fueran todas, para que se prueben- acudieron a un estúpido argumento que, según querían creerlo con mala fe, las eximía de toda otra respuesta: “Nos atacan porque somos mujeres”. Y, lo trágico, lo horrible, lo que, si sigue sirviendo como argumento promete falsificarlo todo, es que eso ‘funcionó’. Señoras juezas, (¡qué orgullo si son mujeres!) ¿qué opinan de otro argumento ‘feliz’ pero desgraciado, el de la ‘persecución política’, ante hechos execrables?

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 14 de enero 2020

Desde una lectura

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

El ‘hábito del arte’, según Maritain, compromete la personalidad del artista: su cultivo exige una tenacidad que no admite descanso. Marco Antonio Rodríguez trabajó sus ‘Cuentos del rincón’, ‘Historia de un intruso’, ‘Un Delfín y la luna’ y ‘Jaula’ entre 1972 y 1991. Hoy los reúne en ‘Todos mis cuentos’, en una bella edición ilustrada por grandes maestros amigos. Su escritura es insuperable. Cada narración contiene en germen las demás. Sucedió con “Historia de un intruso” y sucede con el cuento que da título a “Un delfín y la luna”: su universo es, de alguna forma, el de todos los otros.

Nunca he hablado con el autor acerca de su creación, y esto, que constituye un límite respecto de mi comprensión de su literatura y su personalidad es, a la vez, garantía de que entro en sus textos sin otro compromiso que el que la lectura teje en mí, a manera de una ardua tela de araña espesa, gris.

En tiempos en que los premios de concursos se deciden por amistad o enemistad con los concursantes, es positivo, excepcional sentirse emocionalmente libre de juzgar.

Se decía, se siente, se sabe que toda literatura está, ‘per se’, destinada a la derrota y convenimos en que la vida misma, cuya desembocadura es la muerte, es fallida. ¿Basta contar con una obra para captar el sentido que el escritor da a su vida, las ideas-base que le acosan, los sueños que persigue o que desecha, su forma de mirar nuestro mundo? ¿Es legítimo exigir al escritor que transparente en la ficción, lo real?; ¿lo es, esperar desde nuestra condición lectora, que el texto traduzca el misterio del fracaso de cada ser humano? Cada cuento es finito, pero son infinitas las posibilidades de interpretarlo, aunque nunca lo captemos desde las motivaciones que incitaron a escribir al escritor. ¿Las conoce él mismo? ¿Sabe a dónde lo llevan sus criaturas? La obra desafía a autor y lector: el ámbito de humanidad o inhumanidad que despliega duele, nos rebela y refleja, y nunca entrega cuanto el artista deseó, cuyo genio le obliga a decir menos, no más. Si el lector llega al cuento dispuesto a llenar los intersticios en los que actualizará lo ‘no dicho’, lo hace preñado de humildad. Entre el texto escrito y la interpretación lectora se establece un diálogo irreproducible…

Estos cuentos nos llevan a un ayer casi definitivo, aunque con certeza aciaga, deslumbrante, muestren que aun en ese tiempo ‘otro’, las vidas narradas permanecen, siguen reflejándonos y provocándonos. Están sus héroes o antihéroes familiares; perviven los prejuicios, los complejos, los egoísmos; la ternura, la desidia, la soledad, el desamparo. Cada vida creada por Rodríguez, desde la situación específica e individual de sus personajes, compromete dramáticamente nuestro indigente destino en el misterio de la condición humana. Escritura-espejo de esperanzas frustradas en el tiempo, cuentos como estos no serán anulados por la información incesante del universo virtual, ni por su actualidad presurosa, vaciada, vacía. Leámonos en ellos.

scordero@elcomercio.org
FUENTE: EL COMERCIO
Martes 07 de enero 2020

‘Desafíos en la diversidad’

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

Comunicar significa ‘hacer común’ aquello que aún no lo es; comunicamos, cuando entregamos algo nuevo a otro, y al recibirlo, este se apropia de lo que antes no le perteneció. Estos conceptos nos llevan a pensar en el español, lengua que a base de dolor y lágrimas nos fue impuesta en la conquista, como tantas otras realidades de nuestra condición humana e histórica, y que hoy es el lazo comunicativo con los hablantes de nobles lenguas originarias que existen en nuestra patria, constituida por territorios con diferentes etnias.

Fue razón de orgullo para la Academia Ecuatoriana de la Lengua haber sido invitada por quienes organizaron en Quito el ‘III Simposio Internacional Desafíos en la Diversidad’ sobre las lenguas indígenas vivas, a cerrar con nuestra palabra la tarde de inauguración de ese congreso.

Durante mi experiencia en la Universidad de Otavalo, me relacioné con alumnos y profesores otavaleños; escuché su lengua, pronunciada con orgullo, dulzura y vivacidad. Una de las mayores muestras de amistad y confianza, y, sobre todo, de conocimiento de una lengua es la posibilidad de captar el humor del pueblo que la habla, de reír en ella; aún me parece oír, en el camino entre Peguche y la universidad, la risa de los niños otavaleños, preciosos con pantalón y camisa blanquísimos, alpargatas igualmente nítidas y su ponchito azul para el frío mañanero, camino de la escuela.

En mis largos años de profesora universitaria, gocé del comportamiento delicado y sensible de jóvenes estudiantes indígenas. Para ese mundo ‘otro’, desconocido aún para tantos mestizos ecuatorianos, escribió Fray Domingo de Santo Tomás la primera gramática quichua y calificó a los indígenas de ‘excelentísimos lenguarazes’; lenguaraz no significaba ‘chismoso’, sino ‘capaz de aprender nuevas lenguas’. El perspicaz dominico captó la capacidad innata de dominar varias lenguas de nuestros pueblos originarios. El castellano es lengua oficial del Ecuador; el quichua y el shuar, de relación intercultural. Las demás lenguas son oficiales en las zonas habitadas por sus pueblos. Cuando en 1999, la Unesco Instituyó el ‘día Internacional de la Lengua Materna’, el Estado se obligó a estimular y preservar los idiomas originarios.

Los indígenas ecuatorianos de distintas etnias toman conciencia de su propio valor y del de sus idiomas. Los mestizos, desde la colonia, revelamos nuestra idiosincrasia con giros quichuas: perífrasis como ‘le mandó sacando’, ‘dejarás cerrando’, ‘da diciendo que voy a volver’ no son anatematizadas. Comemos mucho de lo nuestro, deliciosamente, en quichua: el locro, el timbushca, los llapingachos; las choclotandas, el caucara, el champús; el sango, el mote; el chulco, la mashca, bebemos la chicha.

‘Se vuelve, en el examen de la lengua, al restablecimiento de vínculos gloriosos’, escribía don Julio Tobar Donoso, ‘cuando estos se fundan en dos patrimonios inefables grabados en el alma de las multitudes: religión y lengua’.

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 10 de diciembre 2019

Asale

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

Académicos representantes de la Real Academia Española, las academias americanas, la Filipina, la Norteamericana y la Ecuatoguineana (Guinea Ecuatorial es el único país cuya lengua oficial es el español, en el luminoso y desconocido continente africano) acabamos de asistir al XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua (Asale), a la pertenecemos: Madrid, Sevilla, Córdoba. Días de plenitud humana, intelectual, estética, en la fraternidad impar del idioma común.

La Asale se fundó en México, en 1951, ‘con carácter jurídico internacional reconocido en el convenio multilateral sobre la Asociación, suscrito en 1960 en Bogotá’. En 1963, el Gobierno ecuatoriano ratificó dicho convenio. Gracias a su cumplimiento, la Academia Ecuatoriana recibe una subvención estatal anual, y sobrevive oficialmente en el mundo hispano, con la dignidad de haber sido la segunda Academia fundada en América, en 1874, y la primera institución cultural del Ecuador: ¡pronto cumpliremos 150 años de existencia!

Alrededor de 160 académicos, generosamente invitados, hemos experimentado la noble sabiduría de la hospitalidad académica y española. No es de extrañar que todos los que gozamos de esta experiencia hayamos vuelto a nuestros países de origen maravillados y agradecidos por la previsión, preparación y desarrollo del Congreso, que prestó atención a detalles importantes o aparentemente nimios, a cada sugerencia, aspiración o necesidad de las Academias. Se discutieron en sesiones plenarias, ‘asuntos institucionales, iniciativas sobre política lingüística panhispánica, acción cultural, educación, relación con los medios de comunicación’. Las Academias presentaron distintas mociones. Dentro de los proyectos panhispánicos, nuestra AEL ilustró, con amplio apoyo de las demás Corporaciones, algunas de las razones que avalan la realización de una segunda edición del ‘Diccionario de americanismos’ (la primera culminó en 2010). Igualmente, nos referimos a la posibilidad de edición de obras de nuestros grandes poetas, con los respectivos estudios.

Ocho académicos ecuatorianos numerarios y correspondientes presentaron libros y leyeron lúcidas ponencias de índole literaria y lexicográfica. ¡Cómo, cuándo tener espacio para referirnos a cada una de ellas!

En el ‘Cartuja Center’ de Sevilla, tuvo lugar la solemne sesión de clausura del Congreso, presidida por sus majestades los Reyes. Cada uno de los directores saludó al rey y la reina; se presentó la novísima edición de las obras completas de Cervantes, dirigida por don Francisco Rico, y se expuso el proyecto ‘Lengua española e inteligencia artificial’, firmado por la RAE, la Asale y empresas tecnológicas como Telefónica, Amazon, Microsoft, Twitter y Facebook, para velar por el buen uso del español y ‘obligar’ a las máquinas a emplearlo correctamente.

Nos esperaba Córdoba: en la bellísima ciudad de la deslumbrante mezquita-catedral, calles estrechas, patios y plazas inolvidables, culminó este trascendental encuentro.

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 19 de noviembre 2019

La buena conciencia

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

Tener el mundo a mano me abruma hasta el hastío: Me llega desde clics que me pesan como si empujara piedras con las manos; páginas sin papel ni borrones, virtuales y sangrientas, repletas y vacías…

La bruma de la abundancia: me llegan, me cercan avalanchas de sucesos, de decisiones que no puedo medir, y no es virtual este sentimiento de culpabilidad por mi impotencia ante tanta muerte y tanta vida.

Ya en casa, me vuelco hacia el jardín, hoy un difícil ámbito seco donde el aguacate que un día floreció muere bajo el cielo de azul interminable, de nubes viajeras y acolchadas que no anuncian lluvia.

La ciudad de la lluvia cotidiana y leve, pero real, luego del mediodía de la infancia, que regaba y verdecía los jardines de La Mariscal, los de La Floresta; la ciudad de la Juana, que servía en casa de Conchita, amiga de mi madre, y cuando se casó, vivió la dicha de su luna de miel ‘en La Floresta, niña’, de donde regresó perfumada de rosas y alhelíes; la ciudad de la lluvia al regreso de las dos jornadas de Rumipamba; del almuerzo del seminternado en la escuela con olor a ciprés, del encauchado amarillo, ya no existe. A veces, en medio de todos, pienso ‘la ciudad se acabó’, y me acabo con ella.

El debate fallido sobre la despenalización del aborto, por gracia o por desgracia de unos asambleístas torpes y obsecuentes me colma: me harta tanta falaz hipocresía… ¿Acaso los que así defienden ‘la vida’, celebraron misas para pedir perdón por la pederastia probada y la escondida de cientos de clérigos, de maestros religiosos en colegios y escuelas? ¿Hicieron manifestaciones, gritaron a favor de la vida de los niños violados, heridos para siempre en su condición? ¿Llamaron, clamaron?

Sepulcros blanqueados sus cuerpos y sus almas. Catoliquísimos, puestos en el lugar de la desgracia, ¿dejarían que su hija, su hermana, su sobrina violadas dieran a luz al hijo de su padre, de su tío, de su hermano?: que arrojen la primera piedra, como pedía Cristo, a los que condenaban a la mujer adúltera. Arrójenla.

Pero como ya la arrojaron, que la recojan ahora, pues el golpe de la piedra que arrojan, el de la que seguirán arrojando no será peor, ni más brutal, ni menos inhumano que su buena conciencia.

Todo es parte central de esta sequedad y este hartazgo interiores. Aunque ayer llovió, la hierba sigue amarillenta. Espero, esperamos: queremos otro ámbito de muerte y de vida, uno en el que no se condene a una, a cientos, a miles de niñas, a soportar la inmensa carga de la violación durante su vida entera, junto a otro ser que vino, no solo sin amor: que vino en el extremo de la desgracia, la impudicia, el vicio y el abuso, y asumirá su vida entera, desde la concepción, como su culpa; pero será culpa de ustedes, asambleístas conspicuos y mentirosos, de ustedes, merecedores de castigo porque su bondadosa concepción del valor de la vida se mantiene contra niñas desvalidas y pobres, y no se ejercería, me atrevo a jurarlo, si ellas fuesen ustedes…

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 01 de octubre 2019

Furukawa, Furukawa

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

‘Esclavitud moderna en los campos del Ecuador’, repitámoslo sin cansancio para que lo sepamos, que lo sepan y lo solucionen tanto Gobierno, tanta Asamblea, tanto Ministerio, tanta burocracia… Es, lo que, sin querer, se le escapó a un tal director o gerente chalem: una ‘auténtica película de terror’ lo que se vive y se ha vivido desde hace cincuenta años con distintos ‘arreglos’ concebidos para explotar mejor a los trabajadores y comprometer menos a los dueños, ‘por consejo de sus abogados’… Furukawa tiene 32 haciendas, 25 arrendadas a abacaleros analfabetos, para liberarse de toda responsabilidad laboral. Y adivinen a quién los ‘inquilinos’ deben vender la cosecha de abacá, la que les cuesta vidas: ¡a Furukawa, pues! Y así sigue esta sujeción terrible, esta servidumbre, porque temen con razón el hambre, la falta de trabajo, a pesar de tanta e inicua inequidad. Los furukawa y sus secuaces chalemes y almeidas, ricos, millonarios; los que proveen la fibra, ellos y sus familias, en la miseria por generaciones… Y nuestra fibra explotada por extraños, ¡tal es nuestro destino?

Sí, lector, el abacá, la fibra del futuro, como la llama la FAO, llena de promesas… Japoneses y filipinos, sujetos ecuatorianos al frente, con afanosa codicia protegen este oprobio, esta esclavizadora explotación. Debo a Sara España, de El País, la terrible noticia. Cómo no reproducirla, entrecortada. Cuento, y quiero gritar que es deber de mi país conocer y reconocer, juzgar y cortar, y es deber de los fukurawas, si alguno aceptan que tienen, resarcir a cuantos trabajadores pasaron por sus malditos campamentos, no solo a los presentes. Cortados dedos y piernas y manos y brazos y cuellos y caras, indefinidamente, sin otra esperanza que recibir miserias por la entrega de sus vidas, las de sus esposas e hijos. Barracas sin baños albergan en espacios ínfimos a familias enteras. Sin agua potable, sin luz –los dadivosos japoneses ‘regalaron’ un generador que se enciende tres horas diarias ¡con combustible comprado por los trabajadores!-. Con guantes de caucho para lavar platos se defienden de hojas afiladas, de machetes y máquinas que por poco se tragan dedos, brazos, manos, piernas. Delantales, pañuelos, todo inadecuado, lo compran los trabajadores indefensos. Y el tal almeida dice que él ‘no está para conocer esas minucias’.

“Los cortes en manos y pies por esa labor son frecuentes. Las mujeres ‘tusean’ la fibra con rudimentarias herramientas: cuchillo y guantes comprados por ellas”. Manos y articulaciones deformes, aun en plena juventud. ¿Hasta dónde, hasta cuándo la horrible imaginación de ladronicio internacional pervertirá a abogados, a jueces, acabará vidas en esta espiral de dolor y esclavitud cincuentenarias?

Los padres sacan a sus pequeños de la escuela por falta de recursos. Sus denuncias caen en saco roto: ni sueldo básico, ni seguridad social ni beneficios.

‘Reventados los poros de su rostro, cuenta que empezó como ‘tusero’ a los 13 años’ y sigue ahí y así…

scordero@elcomercio.org

FUENTE: EL COMERCIO
Martes 17 de septiembre 2019

La verdadera desgracia

Por: SUSANA CORDERO DE ESPINOSA

No lo es, la pérdida de miles de hectáreas de ‘pulmón’, en bien de los que, enriquecidos hasta la saciedad (¿se sacia alguna vez el rico-rico?) agostan nuestras selvas y agotan nuestro aire. Es algo mucho mayor, en lo que todo lo negativo se origina, de donde surge la mayoría de nuestras carencias personales, sociales y políticas; maldición que no concienciamos, y apenas actuamos para contrarrestarla con ‘soluciones’ siempre insuficientes. Generación tras generación, supone la pérdida sin pausa del ‘capital humano’ ecuatoriano, del talento y la sensibilidad de nuestros niños y jóvenes que perdieron, pierden y perderán la posibilidad de abrirse al mundo, de conocerlo y conocerse a sí mismos, de vivir una vida humanizada y pugnar por una patria mejor.

¡Ojalá exagerara, pero no! Nuestra desventura, origen de la desigualdad y la miseria tiene nombre, apellido y consistencia, la llamamos ‘educación’, pero aun en la multitud de kínderes, escuelas y colegios privados y públicos, universidades, grados y posgrados, no educamos, no cumplimos con el requerimiento que, en la misma palabra ‘educar’ se halla implícito: de ‘educere’, ‘sacar’ significa explotar al máximo la íntima fuente que cada individuo trae en sí, y potenciarla hasta su pleno desenvolvimiento. Es exigencia personal y social, íntima y externa: todo está en cada niño como posibilidad, la educación ha de descubrirlo, respetarlo y ampliarlo. ¿Dónde y cuándo empieza ese ejercicio? ¿Dotará a nuestros hijos de la única forma de crecer y llegar a ‘ser alguien’; conducirá a la mayoría fuera de la miseria física y psicológica? Empieza en los primeros contactos con el mundo, las primeras palabras oídas, el acompañamiento y el estímulo de la curiosidad innata, preguntas y respuestas válidas. Soñar en conseguirlo es utopía para padres que solo pueden aspirar a dotar a los suyos del pan diario, que apenas leen y escriben, aunque sueñan en que sus hijos reciban lo que ellos no tuvieron; en hogares ‘medianos’ y ‘ricos’, es también utopía. Según unos y otros, la escuela dará a los niños lo que necesitan, pero los valores se entregan y estimulan en el hogar, y solo una escuela plenamente consciente compensará en mínima parte lo que no se recibió en los primeros años, cuando se aprende a valorar lo intelectual, se enriquece la intuición sensible, se inicia el hábito de la lectura. Ya en la escuela, y sin ir a extremos atroces conocidos por todos, en el mejor de los casos, cunde en ellas la mediocridad.

La esencia del ansia de aprender se halla, de modo natural, en el cerebro humano, pero nuestra vulgaridad ha convertido en tortura la satisfacción de esa urgencia. ¿Qué espantosa equivocación convence a nuestros niños, a nuestros jóvenes, a nosotros mismos, de que el esfuerzo por aprender, leer, estudiar, saber, es sacrificio y tormento?

¡La ilusión por aprender pertenece a la condición humana y ha de acompañarnos, si no nos la quitaron, hasta nuestros últimos días, hasta el fin!

FUENTE: EL COMERCIO
scordero@elcomercio.org
Martes 27 de agosto 2019

Una pareja singular

Por: Susana Cordero de Espinosa
scordero@elcomercio.org

En el pensamiento moral de Nietzche, el ser humano es “el animal criado para cumplir promesas; según su teoría, el hombre que cumple promesas ha creado en sí mismo una facultad opuesta al olvido, una ‘memoria de la voluntad’”… A esta memoria acudo, pues hace ya algún tiempo se presentó en Quito y recibimos en la Academia el libro “Filosofía de la Libertad”, único en nuestro medio intelectual, recopilación de reflexiones, ensayos y discursos con ideas de particular profundidad, escritos a lo largo de su vida por don José Rafael Bustamante (1881-1961); miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y su director interino durante algún tiempo; fundador del Grupo América –nuestro primer grupo cultural anterior a la querida Casa de la Cultura, hoy en trance de ser engullida por el múltiple vientre de auténticos elefantes blancos- y hombre público de honor.

Fue esposo de una mujer excepcional, Hipatia Cárdenas de Bustamante, (1889-1972) a quien el Ecuador agradece el inicio genuino de la lucha feminista en nuestra patria; ella clamó desde su pluma a favor del reconocimiento de la mujer; promocionó en sus talentosos escritos el logro del sufragio femenino en el Ecuador, y gracias a su activismo y al de Zoila Ugarte de Landívar, “las mujeres ecuatorianas fueron las primeras en toda Hispanoamérica en recibir el sufragio nacional en 1929”; se cuenta entre las más importantes luchadoras feministas de la época, en la patria y en América.

En 1938, vive el Ecuador agobiado por las dictaduras –Federico Páez, Alberto Enríquez Gallo-. Doña Hipatia, al compartir con su marido la inquietud respecto del espíritu democrático de los ecuatorianos, envía a diversas personalidades una encuesta con la siguiente pregunta: “¿Qué debe hacer el Ecuador para librarse de las dictaduras?”. El libro en el que recopila las ciento nueve respuestas provenientes de miembros de los partidos Liberal, Conservador y Socialista, publicado en plena dictadura militar de Alberto Enríquez, contribuyó, se dice, a la renuncia digna del general al gobierno de facto.

Entre quienes recibieron y respondieron a la original encuesta se encontraba su propio cónyuge, pensador y filósofo ecuatoriano, quien razonó así: “La guerra de la Independencia nos legó el caudillaje y la serie de grandes hombres de corte y tipo dictatorial. … en ellos gustamos de ver a nuestros héroes máximos: Bolívar, Rocafuerte, García Moreno, Alfaro, figuras que adoramos con fervor: al Libertador, todos; a los otros, según el partido en que militemos”. “Toda la historia republicana se desarrolla en un ambiente despótico revolucionario y sitúa la contienda política en el campo violento y primitivo de la fuerza que excluye la posibilidad democrática y exalta la autocracia. Nuestra política oscila entre dos crímenes: el del despotismo en el Gobierno y el de la revolución en los gobernados. Y los mismos hombres que cuando están abajo hacen la revolución en nombre de la libertad, ejercen el despotismo cuando están arriba, en nombre del orden”…

Nada resume mejor este espíritu, hasta hoy.

Tomado de EL COMERCIO
Febrero 23 de 2016