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Investigación de la UTE destaca que alto consumo de carbohidratos está asociado a enfermedades cardiovasculares

 Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el Ecuador preocupan porque se han convertido en un problema de salud pública. En un estudio de la Organización Panamericana de Salud, se encontró que en el 2016 aproximadamente un 30% de la población adulta entre 40 y 69 años corre riesgo de algún tipo de enfermedad cardíaca.

La explicación oficial y tradicional ha determinado que son las grasas saturadas las causantes; sin embargo, un nuevo estudio realizado por investigadores del Centro de Investigación Biomédica (Cenbio) de la UTE y la Fundación Oftalmológica de Santander de Colombia (Foscal) propone que no es así y que la alta ingesta de carbohidratos simples se asoció a un mayor riesgo de mortalidad.

«Este análisis deriva de un estudio internacional que nos permite tener una nueva perspectiva sobre el papel de la nutrición en enfermedades cardiovasculares», comenta Manuel Baldeón, Director de Cenbio y coautor junto a Patricio López y Marco Fornasini de la UTE y Johanna Otero y Paúl Camacho de la Foscal.

La investigación está basada en un meta-análisis y reportes del estudio PURE (Prospective Urban Rural Epidemiology). El proyecto evaluó el impacto de la composición de la dieta en ciertos factores de riesgo en más de 135.000 personas de 18 países de ingresos económicos altos (PIA), medianos (PIM) y bajos (PIB) de cinco continentes, que fueron monitoreados durante siete años en promedio.

Los resultados demostraron que el consumo de grasa total, saturada e insaturada, no se asocia con riesgo de infarto agudo de miocardio o mortalidad por enfermedad cardiovascular sino que el excesivo consumo de carbohidratos simples sería el causante.

“Esto no quiere decir que las personas pueden consumir grasas de manera indiscriminada sino que parte de las recomendaciones de las guías de nutrición actuales deben ser reformuladas”, agrega.

Dieta saludable

Para los investigadores una dieta saludable y variada sería la clave para reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares. Esta debería estar compuesta con una adecuada proporción de carbohidratos complejos ricos en fibra (50-55%), grasa saturada e insaturada (25-30%), proteína animal y vegetal entre 15-25%.

«La diferencia entre carbohidratos complejos y simples es que los primeros se digieren en el colón mientras que los otros en la parte próxima del sistema digestivo», explica el investigador. Este tipo de carbohidratos son fibra que se transforman en compuestos útiles para el ser humano.

Las frutas, vegetales y legumbres, en especial leguminosas, conforman este grupo de alimentos. Su consumo, además, permite un mejoramiento de la microbiota intestinal (bacterias positivas que normalmente se encuentran en el intestino). Según Baldeón,  100 gramos de leguminosas (un puñado aproximadamente), dos o tres veces por semana contribuiría a mejorar el estilo de vida y está asociado con una disminución del riesgo de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles.

Recomienda que las personas deben tener dietas acorde a su peso, talla y actividad física. “Un futbolista y un profesor universitario van a tener un consumo muy diferente de kilocalorías pero la composición entre grasas, carbohidratos (simples y complejos) y proteínas siempre es la misma”, comenta.

Por su parte, el estudio concluye que deben establecerse políticas públicas que promuevan la disponibilidad y acceso a estos nutrientes dentro de los programas de prevención primaria para disminuir la creciente prevalencia de enfermedades cardiometabólicas.

Para revisar el estudio completo pueden ingresar AQUÍ

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UTE desarrolla VII edición del Workshop Internacional de Arquitectura Equinoccial

Durante dos semanas más de 115 estudiantes, 20 docentes, y ocho talleristas internacionales trabajarán en un intenso proyecto para desarrollar una visión innovadora y crítica para el futuro arquitectónico, urbanístico y paisajístico del noroccidente de Quito. El trabajo se realizará del 10 al 22 de septiembre en la VII edición del Workshop Internacional de Arquitectura Equinoccial (WinAReQ) 2018, organizado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UTE.

“Es un evento internacional en el que grandes exponentes de todo el mundo brindarán su experiencia y conocimiento  a los estudiantes para que perciban nuevas tendencias y principios de una arquitectura global”, comenta Daniele Rocchio, Decano de la FAU.

Con la temática de 0°,0’,0’’ Making City,  este taller universitario se guiará por la Visión de Quito 2040 impulsada por el cabildo de la ciudad. Para ello el Instituto Metropolitano de Planificación Urbana de Quito (IMPU) asignó a la UTE el estudio y proyección de las parroquias de Calderón, Pomasqui y San Antonio de Pichincha.

“Este intercambio docente brindará la oportunidad única para que los participantes puedan contribuir en la visión y proyección de la ciudad del futuro”, agrega Paola Bracchi, Docente y Coordinadora del Proyecto.

Liderados por tres arquitectos internacionales: Juan Carlos Dall’Asta de la Universidad de Liverpool; Enrique Fernández Vivancos de la Escuela Politécnica de Valencia; y Ramón Pico de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, los estudiantes experimentarán un taller vivencial con el fin de definir una mirada holística de la parroquia de San Antonio de Pichincha.

“El trabajo nos permitirá ampliar la mirada no solo de los jóvenes, sino de nosotros como docentes. El objetivo será abrir puertas y permitirnos tener una visión diferente del territorio”, señala Fernández-Vivancos. El docente español trabajará sobre la relación entre naturaleza y ciudad, desde una perspectiva ambiental que resuelva problemáticas urbanas.

Este eje forma parte de una de las tres áreas de intervención que serán estudiadas por los equipos, junto al abordaje del proyecto como proceso y sistema. Se trabajará en áreas de regeneración urbana, paisajes conflictivos y limitaciones territoriales. «Es una “ocasión privilegiada de experimentación de la relación entre arquitectura, paisaje y ciudad”, añade Rocchio.

Conferencias magistrales

Pero los participantes no solo trabajarán desde la práctica sino que abordarán conceptos teóricos en ciclos de conferencias magistrales con reconocidos arquitectos nacionales e internacionales como Fernando Menis (Italia), Joao Nunes (Portugal), Francis Metzger (Bélgica), Diego Ceresuela-Wiesmann (Suiza) y José Gómez (Ecuador).

El resultado será obtener una propuesta completa de regeneración del territorio que “trabaje a la masa arquitectónica hacia una nueva imagen de la ciudad, analizada desde la misión de nuestra facultad que es crear proyectos para y con la gente”, concluye el  Decano de la FAU.

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UTE se enorgullece de sus graduados emprendedores de ‘Crepes City’

Luego de haber intentado con dos restaurantes de manera individual, Pablo Alarcón y Carlos Sierra, dos graduados de la UTE, se aliaron en 2017 para crear ‘Crepes City’. Ahora, y en menos de un año, cuentan con cuatro locales en Quito. Una crepería con sabores internacionales es la apuesta de estos emprendedores.

“Desde un inicio nuestro objetivo fue franquiciar la marca, juntando el know how de Carlos, el mío y el de la experiencia de nuestros emprendimientos anteriores”, comenta Pablo Alarcón, graduado de la carrera de Ingeniería de Empresas y Negocios de la UTE.

Junto con Carlos Sierra, Administrador Gastronómico de la UTE, tienen más de dos años de experiencia en la industria de alimentos y bebidas. Durante el ‘boom’ de los Food Trucks en Quito, ambos y de manera independiente emprendieron en puestos de comida. Sierra ofertaba crepes de dulce y Alarcón parrilladas, fue en ese patio de comidas como ‘vecinos’ donde se conocieron y comenzaron su alianza y amistad.

“Se presentó la oportunidad de ingresar a la plaza Boho Park, así que conversamos sobre nuestros proyectos y decidimos fusionarlos”, explica Sierra. De esta manera nació Crepes City, renovaron la línea de dulce e incorporaron una de sal.

Además, juntos reestructuraron el concepto del restaurante, su nuevo emprendimiento presentaba platos con características de distintas ciudades del mundo. Nueva York, Dubai, Venecia y Tokio inspiraron los platos que llevan elementos distintivos de cada locación.

Con una inversión inicial de aproximadamente 20.000 dólares arrancaron esta nueva aventura y para su sorpresa, en seis meses lograron recuperarla. A pesar de compartir el espacio con marcas ya posicionadas en el mercado, el éxito de su local les demostró que sí era posible convertir a este restaurante en una franquicia.

De esta forma comenzaron a trabajar en los manuales y los protocolos para poner a la venta su primera franquicia. “Todos los conocimientos para hacerlo lo obtuvimos en la Universidad, desde el manejo de recursos humanos, proyecciones financieras y manejo administrativo del local, todo lo hicimos nosotros, aparte de áreas puntuales donde solicitamos asesoría legal y en temas labores”, señala Alarcón.

Es así que en diciembre de 2017 sacaron a la venta su marca y en enero de 2018 lograron obtener su primer franquiciado. En la actualidad ya cuentan con dos locales propios y dos franquicias, el costo aproximado para montarse un restaurante de Crepes City bordea los 25.000 dólares, pero sus creadores proyectan que en un año y medio se recupera la inversión.

“Nosotros les damos todo lo que necesitan, desde las listas de proveedores, recetas, formatos de contratos e incluso hacemos visitas semanales para apoyarlos y revisar que todo esté funcionando correctamente”, agrega Sierra.

Pero sus planes no se detienen ahí. Los emprendedores esperan abrir dos o tres franquicias más en lugares estratégicos de la ciudad y expandirse a otras provincias. Su objetivo a corto plazo es entrar en el mercado de los centros comerciales.

“Nuestro objetivo siempre fue ser dueños de nuestra propia empresa, generar empleo y crear algo nuevo y es algo que nos enseñaron a hacer desde las aulas de clase”, concluye Alarcón.

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UTE impulsa el estudio de la Biología Sintética

 

La Biología sintética se define como la síntesis de biomoléculas o ingeniería de sistemas biológicos con funciones nuevas que no se encuentran en la naturaleza. Es decir, manipular los genomas de organismos simples procariotas con el objetivo de programarlos como “en el caso de un chip de computadora”, señala Linda Guamán, líder del Centro de Investigación Biomédica (Cenbio) de la UTE, universidad capitalina que ha tenido un despegue muy importante en los últimos 3 años.

 

Manipular y editar la biología o programar a un organismo para que haga lo que el científico desea eran, hasta hace pocos años, supuestos que pertenecían a la ciencia ficción. Sin embargo, gracias a los avances en la ciencia ahora son una realidad y se están realizando en la UTE. Conocido como biología sintética, este es uno de los nuevos ejes de estudio del Centro de Investigación Biomédica (Cenbio), liderado por la investigadora Linda Guamán.

 

“Es utilizar a los genes como piezas de Lego para, en términos biológicos, utilizarlos y programarlos en una bacteria para que haga lo que tú quieres”, explica la científica e investigadora de Cenbio.

 

Desde hace 15 años, aproximadamente, esta rama de la ciencia ha tomado fuerza debido a los avances en tecnologías como el CRISPR de modificación de la secuencia genética o el campo de la biología molecular. Debido a factores bioéticos, no se permite la manipulación en seres vivos más complejos, pero aun así las aplicaciones son posibles en áreas como la salud, combustibles y alimentos.

 

Por ejemplo, Linda Guamán durante su doctorado programó para que una bacteria produzca un nuevo biocombustible. Para ello tomó genes de cinco organismos entre los cuales estaban un árbol, bacterias, animales y un homo sapiens. “Al lograrlo tuvimos que patentarlo e inversionistas se acercaron para comprar la idea. En Estados Unidos muchos lo hacen para producir el nuevo compuesto u otros para bloquearlo ya que existen intereses económicos”, anota Linda Guamán.

 

Con su experiencia, en la UTE se encargará junto a Manuel Baldeón, Director del Centro, al estudio de probióticos y su relación con la salud y la microbiota intestinal. Uno de los proyectos recientemente fue seleccionado en la XII edición del Concurso Ecuatoriano de Proyectos en Redes Avanzadas (CEPRA).

 

“Este proyecto también me permitió aplicar para ser becada en el evento más importante de Biología Sintética del mundo, el SynBioBeta”, comenta la investigadora que fue seleccionada por la Universidad John Hopkins en Estados Unidos junto a 30 científicos más. Ella representará a Ecuador y a la UTE en el evento internacional donde conocerá a los más importantes científicos de este campo, los recientes avances, y las empresas y emprendimientos que apuestan a esta tecnología para el futuro.

 

“Es muy importante haber sido seleccionada no solo para mí sino para el Cenbio ya que nos permite dar cuenta que estamos haciendo investigación de un nivel alto en estándares de las universidades de más alto prestigio”, comenta.

 

El evento se realizará en la primera semana del octubre del 2018 y la investigadora será parte de todas las charlas y ponencias, como también de talleres especiales para los becarios y visitas guiadas a Silicon Valley, meca de las más innovadoras empresas tecnológicas del mundo.

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Tecnologías de poscosecha se estudian en los laboratorios de la UTE

Una de las etapas más críticas en la producción de alimentos agrícolas es la poscosecha, en esta fase ocurren más del 40% de las pérdidas, tanto en frutas como vegetales. Es por esta razón que cinco docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería e Industrias (FCII)  de la UTE se dedican a estudiar nuevas tecnologías y métodos para alargar la vida útil y calidad de los productos.

El Grupo de Investigación en Calidad y Tecnología Poscosecha (Icatep) es una de las tres iniciativas del Centro de Investigación de Alimentos (CIAL) de la UTE. Está conformado por Christian Alcívar, Carlota Moreno, María José Andrade, Michelle Guijarro y Silvana Cuaspud, quienes estudian y evalúan la aplicación de tecnologías y técnicas emergentes en la poscosecha, enfocándose en productos frutihortícolas nativos del Ecuador.

“Nuestro interés es mantener los nutrientes de los productos y generar mayor cantidad de estos, alargando su vida útil. Además dar un impulso a nivel internacional a aquellas frutas y vegetales nativos del Ecuador”, explica Carlota Moreno, quien junto a María José Andrade conformaron el equipo en el 2008 con una investigación sobre la carambola y tratamientos ultravioleta.

En la actualidad el grupo tiene tres objetivos de investigación: análisis de tecnologías con radiación UV-C, reguladores vegetales como el 1-MCP, atmósferas modificadas y ozono en productos frescos y mínimamente procesados; estudios sobre la fisiología, calidad fisioquímica, microbiológica y determinación de compuestos antioxidantes en productos frutihortícolas; y el desarrollo de biomateriales con características antimicrobianas y antioxidantes con potencial uso en el empacado y procesamiento poscosecha.

Sobre el primer eje han trabajado con estudios de aplicación de radiación UV-C para disminuir el deterioro en la uvilla al momento de la exportación y sobre los efectos de estos métodos en la composición química de los frutos como naranjillas, mortiños o mora de castilla. Además, junto a la carrera de Mecatrónica, han diseñado y construido cámaras de ozono y atmósferas controladas.

Aprovechando la síntesis de estos bioactivos realizaron una investigación para incorporarlos en alimentos con el fin de observar cómo se comportarían en el organismo. “Realizamos investigaciones de bio-accesibilidad para saber cuánto es liberado y aprovechado por el ser humano en el tracto digestivo”, comenta Michelle Guijarro.

El resultado fue la producción de panes hechos en base de harina de naranjilla, mortiño y uvilla. El trabajo fue presentando en el IX Congreso Iberoamericano de Tecnología Poscosecha y Agro exportaciones que se realizó en Chile en el 2017, organizado por la Asociación Iberoamericana de Tecnología Poscosecha (Aitep), de la cual todos los investigadores son miembros.

Estos acercamientos realizados con el campo de la biomedicina han permitido desarrollar otro de los ejes de estudio: los biomateriales. “Estamos trabajando con Jorge Heredia del Centro de Investigación Biomédica de la UTE para sintetizar nuevos compuestos y analizar su reacción con bioquímicos para obtener estos materiales”, explica Christian Alcívar.

Los biomateriales producidos permitirían, en la primera etapa, sustituir el uso de empaques plásticos o recubrimientos dañinos al medio ambiente. Y en una segunda etapa esperan que los compuestos bioactivos del empaque no solo brinden protección sino una funcionalidad para incrementar o mantener antioxidantes y detener la presencia microbiana.

Al momento se encuentran trabajando en estos proyectos y esperan finalizar en el 2018 con seis publicaciones y una ponencia en la décima edición del congreso de la Aitep, que se realizará en Brasil. Además a finales de junio de este mismo año fueron premiados con el mejor Póster científico en el I Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología Agropecuaria.

“Estos logros son parte de un trabajo conjunto y varios años de investigación que nos permitirán seguir produciendo resultados tanto para el grupo como para la Facultad”, concluye Carlota Moreno.

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En Red Iberoamericana, la UTE avanza el estudio del cáncer linfático en el Ecuador

El Centro de Investigación Genética y Genómica (CIGG) de la UTE, como parte de su objetivo de estudiar el cáncer y su incidencia en Ecuador, forma parte de la Red Iberoamericana para el Desarrollo de una Plataforma para el Estudio de Linfomas. Esta iniciativa reúne a ocho países y más de 40 especialistas para investigar el linfoma no hodgkiniano, con el apoyo y financiamiento del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED).

Desde 2017 se conformó este grupo de investigadores pertenecientes a Ecuador, México, Argentina, Brasil, Guatemala, El Salvador, Perú y España, con el objetivo de  establecer una red multidisciplinaria de laboratorios básicos y clínicos especializados en el estudio de los linfomas no Hodgkin B. Este tipo de cáncer surge en los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco de la sangre, y constituye el 90% de los linfomas y el 4% de los nuevos cánceres, según la Red.

Paola Leone lidera el proyecto en la UTE

“Es importante generar este tipo de grupos de trabajo para analizar la situación de cada país y lograr crear una batería mínima y estándar de protocolos para su investigación, clasificación, diagnóstico y tratamiento”, comentó Paola Leone, Investigadora del CIGG quien lidera el proyecto universitario en la UTE.

Precisó que de esta manera los colaboradores interactúan entre sí para establecer herramientas de diagnóstico acordes a la realidad de cada país, mediante la realización de pasantías, reuniones de coordinación y talleres de formación en los diversos centros de salud. Mientas que aquellos que ya manejan ciertas herramientas diagnósticas de complejidad intercambian metodologías de análisis, comparten y consensuan controles, y generan estándares de calidad inter- laboratorio.

Explicó que la primera reunión se realizó en Argentina en 2017 y en junio del 2018 se realizó un segundo taller en Brasil. En esta ocasión, Leone presentó un taller sobre las técnicas de diagnóstico molecular de linfomas.

“Buscamos entregar herramientas teóricas y prácticas para realizar reacciones de laboratorio de forma accesible y barata u otras con herramientas más sofisticadas para aquellos que las tienen, como el secuenciador”, explicó la investigadora. Además la reunión les permitió discutir la más reciente clasificación de linfomas, presentada por la Organización Mundial de la Salud.

UTE organiza taller

En septiembre del 2018 se realizará un tercer taller en Ecuador, organizado por la UTE en el nuevo laboratorio del CIGG. En este se prevé trabajar con los representantes técnicos de los países miembros en el diagnóstico y clasificación a través de la citogenética con técnicas como la hibridación fluorescente in situ (FISH) y métodos como la secuenciación masiva.

“Es el segundo año que contamos con financiamiento del CYTED y esto demuestra que el balance es positivo. Sin embargo, para el próximo año los objetivos serán más exigentes y el trabajo más arduo”, agregó Leone. En 2019 se desarrollará un taller en México, en el cual esperan recopilar los datos de todos los países para la elaboración de un libro de resultados.

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UTE desarrolla dispositivo inalámbrico para medir la composición de la tierra

La composición física y química del suelo es un factor clave para dictaminar su uso en disciplinas como la agricultura o la construcción, una tierra muy ácida o alcalina carecerá de ciertos nutrientes para las plantas o mucha humedad puede ser fatal al momento de cimentar una estructura. Es por esta razón que Henry Llumiguano, graduado de Mecatrónica de la UTE, decidió crear un sistema para facilitar y agilizar la medición de estos parámetros.

“Muchas de las casas, durante el terremoto del 2016, fueron construidas donde no debían por el tipo de suelo y fue uno de los factores de su desplome. Es por esto que los ingenieros civiles o ambientales hacen estudios de factibilidad pero la técnica es más complicada”, explica el joven ingeniero.

El método al que se refiere es el lavado del suelo, en el cual se recoge una muestra de tierra y en un laboratorio con el uso de líquidos se depuran los distintos parámetros de medición. “En Ecuador no hay dispositivos que permitan generar estos datos de forma inmediata y en tiempo real”, agrega.

Es así que Henry construyó un dispositivo electrónico para mediciones directas de la humedad, temperatura, pH y conductividad eléctrica del suelo a través de una aplicación desarrollada para dispositivos móviles.

El sistema, a través de sensores, recopila la información y la envía a una aplicación específicamente diseñada para dispositivos móviles mediante una comunicación bluetooth, dentro de un radio máximo de 10 metros de distancia y con una duración de nueve horas, debido a la batería interna.

Los sensores son colocados en la tierra, el principal a un metro de profundidad con un radio de medición de 30 cm. La información que se obtiene genera cálculos estadísticos básicos como máximos, mínimos y promedios, así como la representación gráfica de los parámetros en función del tiempo, los mismos que son almacenados en una memoria interna que luego pueden exportarse a un computador.

“Realizamos una validación experimental para comparar los resultados obtenidos entre el dispositivo y un lavado de suelo. Los datos arrogados fueron similares con un margen de error de menos del 2%”, explica.

El joven ingeniero está trabajando en incorporar paneles solares para alargar el tiempo de uso y un nuevo sistema de comunicación entre el dispositivo y el receptor a través de wifi u ondas de radio. Al momento, instituciones como la Universidad Central del Ecuador y el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMI) han demostrado interés en este proyecto.

Sin embargo, el desarrollo de las mejoras e innovaciones las continuará realizando en España ya que gracias al vínculo entre la UTE y la Asociación Universitaria Iberoamericana de Postgrados, obtuvo una beca para una maestría en Energías Renovables en la Universidad de Córdoba. “Esto me permitirá seguir trabajando en sistemas que mejoren la utilidad de distintos campos de estudio en pos del bienestar de la sociedad”, comenta.

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Proyecto de investigación de la UTE es seleccionado

        

Por segundo año consecutivo, un proyecto de investigación de la UTE ha sido seleccionado en el Concurso Ecuatoriano de Proyectos en Redes Avanzadas (CEPRA), organizado por la Red Nacional de Investigación y Educación del Ecuador (Red CEDIA). La propuesta del Centro de Investigación Biomédica (Cenbio) de la UTE estudiará los efectos en el organismo de un probiótico obtenido a partir de un hongo.

 

“Estamos trabajando en la vanguardia del conocimiento ya que el estudio de la microbiota intestinal (bacterias que normalmente se encuentran en el intestino) muestra ser un campo prometedor e innovador para el futuro de las ciencias de la salud”, comentó Manuel Baldeón, Director de Cenbio.

 

Según los investigadores, la evidencia científica muestra cada vez más la existencia de una relación entre las enfermedades crónicas no transmisibles como la obesidad, hipertensión, síndrome metabólico, y cáncer, y cambios en la conformación microbiana en el intestino, asociados especialmente con un incremento de la permeabilidad del epitelio intestinal, tejido celular que recubre el órgano.

 

“Por lo tanto, es necesario desarrollar nuevas herramientas para estudiar y modificar positivamente el metabolismo y la composición de la microbiota intestinal y de esta manera contribuir a la búsqueda de alternativas de tratamiento para diversas enfermedades”, agregó el investigador.

 

Dentro de este contexto son los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como el butirato, que contribuyen al desarrollo normal y mantenimiento del epitelio y del sistema inmune del intestino. Por lo que los investigadores y docentes de la UTE: Linda Guamán, Erika Muñoz, Oswaldo Cargua, y Manuel Baldeon, iniciarán una investigación para manipular genéticamente al hongo, saccharomyces boulardii, con el fin de que produzca butirato, y evaluar su efecto in vitro en la estructura y función del epitelio intestinal y las células del sistema inmunitario (macrófagos).

 

“Esperamos que el hongo modificado produzca estos AGCC para influir en la biología del epitelio, mejorando la unión celular para hacerlo más impermeable ante el ingreso de compuestos microbianos nocivos. Además pensamos que esos ácidos se van a absorber y pasar al interior del intestino para tener efectos benéficos en los macrófagos”, explicó el experto.

 

Desde septiembre del 2018, y durante un año, se establecerá un sistema de cultivo dual de células epiteliales intestinales y monocitos/macrófagos que será utilizado para determinar el efecto del butirato producido por el hongo en la morfología y funcionalidad del experimento. “Este un estudio piloto de biología que nos permitirá abrir nuevos ejes de investigación, con un posibilidad inmensa de generar impactos positivos para la salud”, agregó Manuel Baldeón.

 

El proyecto se trabajará en conjunto con la Universidad Técnica de Ambato y la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE y es parte de las 15 propuestas pertenecientes a 23 Instituciones de Educación Superior de la XII edición del concurso, cuyo objetivo es financiar proyectos en diferentes áreas de la investigación, desarrollo e innovación que contribuyan a la comunidad científica y tecnológica del país.

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UTE renueva su marca en consonancia con la oferta académica actual

El doctor Ricardo Hidalgo Ottolenghi, Rector de la UTE informa que la Asamblea Nacional en el marco del Proyecto de Ley Reformatoria a la Ley Orgánica de Educación Superior, dispuso reformar la Ley de Creación de la Universidad Tecnológica Equinoccial, y “aprobó cambiar el nombre a ‘Universidad UTE’,  acogiendo la resolución emitida por  nuestro Consejo Universitario, en ejercicio de su autonomía”.

Agrega que la UTE se ha consolidado como una institución de educación superior, debidamente acreditada, que imparte exclusivamente formación de tercero y cuarto niveles.

Nuestro anterior nombre ‘Universidad Tecnológica Equinoccial’ , dice  el rector, generaba confusión a nivel de la estructura de formación del Sistema de Educación Superior, en relación con la oferta académica, ya que el nivel técnico tecnológico, corresponde a programas de ciclo corto que conduce a un título profesional otorgado por institutos superiores técnicos y tecnológicos.

Además, enfatiza, “esta decisión se alinea al cambio de imagen corporativa que estamos trabajando desde el inicio de la actual administración, con el objetivo de mejorar el desarrollo y crecimiento de la institución”.

Se transforma en la Universidad UTE

“Hemos decidido dar un vuelco a nuestra imagen y transformarnos en la Universidad UTE. Es el momento de hacer cambios fundamentales que reflejen la dinámica innovadora que estamos llevando a cabo para convertirnos en una de las mejores Instituciones de Educación Superior del país”, explica Ricardo Hidalgo Ottolenghi.

Es importante aclarar que el cambio en la denominación no implica una modificación de la razón social. Los compromisos adquiridos con empleados, trabajadores, bancos, empresas privadas y demás instituciones nacionales e internacionales, se mantienen.

El lanzamiento oficial de la nueva marca se realizó el 31 de julio en el marco de la Rendición de Cuentas 2017. “Es la nueva UTE, un reto que significa mostrar cariño por la institución y compromiso de todos para renovar y mejorar constantemente con el objetivo claro de servicio a la juventud ecuatoriana”, señala el rector.

 98% de docentes con títulos de PhD.

 Ricardo Hidalgo Ottolenghi, rector de la UTE destaca que en el 2017 la Universidad se ubicó entre las 14 IES que más publican en Ecuador. El 98% de los docentes registran un título de PhD. o Maestría; se entregaron 6.7 millones de dólares en becas; fue la primera universidad en el país en lanzar un nanosatélite al espacio; aproximadamente 7% del gasto total se lo dedica a la investigación y desarrollo; y se han implementado más de una decena de programas para el bienestar estudiantil, apunta la primera autoridad de la UTE.

Y para este año, concluye, renovamos nuestra oferta académica, contaremos con nuevas carreras entre ellas Derecho, que iniciará su formación de los nuevos profesionales en octubre.

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UTE y UESOR se preparan para un nuevo lanzamiento de nanosatélites

La Universidad Tecnológica Equinoccial –UTE- volverá al espacio con un nuevo proyecto de nanosatélites en alianza con la Universidad Estatal del Suroeste de Rusia (UESOR). Luego del exitoso lanzamiento del primer nanosatélite, en julio de 2017, ambas universidades se encuentran desarrollando un nuevo proyecto para colocar dos dispositivos en órbita.

“Para nosotros es importante seguir profundizando en el área de la tecnología espacial. El futuro del ser humano es el espacio y debemos empezar a pensar y trabajar en este objetivo. Es primordial como una visión a futuro, ganar experiencia y formar nuevas generaciones”, comentó Fausto Freire, Coordinador del proyecto e Investigador de la UTE.

El 14 de julio de 2017, la UTE se convirtió en la primera universidad ecuatoriana en colocar un nanosatélite en órbita. El objetivo del equipo era utilizar técnicas avanzadas de medición de partículas para obtener datos científicos en el estudio de la ionósfera. En base a este exitoso logro se acordó continuar trabajando en el campo de tecnología espacial y fue en mayo de 2018 que este proyecto tuvo ‘luz verde’ por parte de la Agencia Espacial Federal Rusa (Roscosmos).

Es así que en septiembre de 2018 se iniciará la construcción de dos nanosatélites de cuatro kilogramos de peso (tres veces más pesados que el primero) con un largo de 30 cm por 10 cm de ancho.

“El objetivo es poner en práctica una plataforma de diseño y construcción satelital para colocar distintos proyectos de investigación”, explicó Nikolay Frolov, Director del Centro de Cooperación Científico-Técnica e Innovación con Países Iberoamericanos de la UESOR.

Estos aparatos contarán con tecnología y componentes de última generación. Entre los cuales se destaca la implementación de construcción modular: los dos primeros módulos contendrán la navegación y control y el tercero los experimentos científicos.

La misión continuará con la medición de partículas en capas atmosféricas entre 600 y 500 km de altura, también se está analizando la propuesta y viabilidad de colocar sensores y escáneres de basura espacial.

Los dos dispositivos realizarán una órbita elíptica, y no circular, alrededor de la tierra y serán lanzados como parte de una misión más grande desde el Cosmódromo de Vostochni. “De esta manera podremos garantizar al menos dos años de misión en el espacio. Además contaremos con tres puntos de recepción de señal en Quito, Kursk y Madrid”, agregó Frolov.

La fase de construcción tomará tres meses, será una experiencia conjunta que sentará las bases para en un futuro comercializar esta tecnología y ponerla a disposición de agencias gubernamentales o empresas privadas, finalizó el investigador ruso.

Además, como parte de este proyecto, en las próximas semanas se realizará un concurso de méritos entre los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería e Industrias. “Esta convocatoria buscará seleccionar a tres postulantes que serán parte del proyecto y viajarán a Rusia para trabajar conjuntamente con el equipo técnico de la UESOR”, manifestó Ricardo Hidalgo Ottolenghi, Rector de la UTE.

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