Por: Vinicio Vásquez Bernal
Las manifestaciones de la sociedad constituyen los elementos sustanciales de análisis de una innovación, de manera que su impacto es lo que valida o no, en magnitud real, las propuestas de cambio, en tal sentido las tecnologías serán validadas en función de los cambios que generen en las prácticas sociales. En el caso de la práctica docente, esta realidad sin embargo es mucho más que un resultado de causalidad lineal, y no únicamente por lo importante de esta actividad, responde más bien a la gran cantidad de factores que tienen que ver con el tema docente y que son susceptibles de ser modificados por estas tecnologías, lo que obliga a que el resultado sea analizado en su integralidad y no de forma individual.
Los cambios de tecnologías, además, deben entenderse como una variación en las circunstancias de vida de la sociedad, donde el individuo, la familia y los estados deben responder a esas innovaciones. No es posible esperar un impacto significativo en el accionar del alumno si su entorno no ha aceptado las nuevas propuestas tecnológicas.
Las nuevas herramientas son ilimitadas y cada vez más posibilitan alcanzar nuevos horizontes. Ya no es valor agregado el utilizar estas tecnologías en clase, esto es un requerimiento obligatorio en los desempeños del docente. Más en esto cabe algo fundamental, todas estas herramientas no dejan de ser útiles de apoyo para el maestro, que le ayudan a cumplir con su noble objetivo de enseñar, entendiendo y respetando los distintos vértices que esto significa.
Reconociendo por supuesto que estas tecnologías se adaptan mejor a las metodologías didácticas modernas, aquellas que privilegian lo práctico, lo vivencial, aquello de lograr que sean los alumnos quienes vayan construyendo el conocimiento.
Vivimos una época donde el problema ya no es acceder a la información, el nuevo ciudadano debe tener la capacidad crítica y reflexiva de valorarla y utilizarla en contextos éticos para lograr sus objetivos; en tal virtud, la enseñanza con las nuevas tecnologías no puede limitarse al manejo logística correcto de hardware y software, debe basarse en la ética y en el compromiso social, así podremos garantizar que la identidad de los pueblos, que sus manifestaciones culturales no sean socavadas por los avances tecnológicos.
Toda herramienta es creada por una necesidad y está para beneficiar el desarrollo humano, es el hombre quien deberá utilizarla con ese objetivo; sin embargo, siempre habrá la alternativa de un uso negativo para ésta, las tecnologías no son la excepción. La burla utilidad del Ctrl C, Ctrl V, demuestran lo afirmado, siendo esta una ayuda para ganar tiempo y no repetir textos y formas idénticas, se lo utiliza para robar ideas, justamente porque se respeta la ética. Todas las herramientas de las TIC´s, deben utilizarse por tanto respetando la honestidad para así cumplir a cabalidad con el objetivo de su existencia.
La utilización de esas tecnologías en la docencia, constituyen hoy una realidad que nadie puede refutar, el Estado debe brindar la infraestructura necesaria; la familia debe incentivar y valorar su uso y el individuo debe capacitarse y formarse para una adecuada utilización en función de sus requerimientos y objetivos de vida, construyendo además los documentos pedagógicos y didácticos para apoyar esa realidad.
Al docente le corresponde, además, la inmensa responsabilidad de predicar con el ejemplo, mostrando en el desarrollo de cada clase las bondades de estas herramientas que permiten el acceso a un cúmulo de información y de nuevos recursos que deben sujetarse a un uso adecuado y pertinente con lo que demanda la enseñanza y la formación de ciudadanos de bien.