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¿Educación de calidad?

Por: Ximena Ortiz Crespo

Para muchos, la educación se reduce a un medio de proveer conocimiento. ¡Qué bueno es hallar ese profesor que enseña a su estudiante a ser un pensador independiente, creativo y crítico!

Activar el aprendizaje es el primer paso. Este no se da por transmisión ni por ciencia infusa, sino por la toma de conciencia del alumno sobre cómo aprender. Si el maestro se toma el tiempo para aclarar el proceso y lo discute con sus alumnos, esto se facilita. Y más si asigna tareas en clase, organiza discusiones, les deja pensar en voz alta.

El aprendizaje cooperativo es un factor de activación del aprendizaje. Los estudiantes que aprenden juntos, discuten y se instruyen mutuamente. El trabajo de grupos es una herramienta que requiere planificación, supervisión y espacio para la evaluación grupal e individual, tomando en cuenta que hay estudiantes que cargan con todo el trabajo frente a los demás.

Otra herramienta es diferenciar a los estudiantes. Nuestra sociedad es heterogénea en antecedentes culturales, intereses personales, conocimientos previos, estilos de aprendizaje, motivación, objetivos, etc. Esas características influyen en lo que un alumno aprende en clase.

Por ello, el profesor debe diversificar su forma de enseñar, permitir que los estudiantes elijan sus temas para las tareas, ofrecer materiales de aprendizaje adicionales, sugerir lecturas, ofrecer una hora de consulta individual para dar ayuda específica, ofrecer “pastillas” en video de temas difíciles, usar diferentes medios de presentación, no solo hablar, no siempre “powerpointear”, usar animación, demostraciones, pistas visuales o artísticas. Dar y pedir información a través de los medios digitales, en los que los estudiantes son maestros, son herramientas muy útiles.

El contenido educativo es crucial. Tanto el currículo como el material didáctico deben ir con la realidad de los estudiantes y su futuro profesional. Por ello, el profesor que enfatiza en las habilidades básicas de la lengua y las matemáticas, que hace conexiones interdisciplinarias, que incluye temas como relaciones humanas, vocación cívica, resolución de conflictos, derechos humanos, igualdad de género, inclusión, equidad, logrará pensadores independientes, creativos y críticos.

FUENTE: EL TELÉGRAFO
29 de febrero de 2020

Enseñar es inspirar

Por: Ximena Ortiz Crespo

La directora del colegio marcó en mí la profesora que soy. Me dijo: “Cuando lleguen tus estudiantes, debes estar en la puerta del aula y recibirlos con cortesía, porque son tus invitados”.

Tengo decenas de años enseñando en colegios y universidades. He ido captando modelos de enseñanza-aprendizaje, he experimentado mucho, y mis clases son bulliciosas y alegres. Allí sucede algo mágico, allí se aprende. Al menos, me ufano yo de que es así. Aprendí que lo primordial de enseñar es respetar a tus estudiantes. Para ello, es necesario crear una atmósfera, desde el principio, en que ellos se sientan cómodos y seguros. Y decirles claramente que los tomas en serio, que crees en sus facultades para aprender y que los vas a querer y a ayudar incondicionalmente. El primer paso será aprenderte de memoria sus nombres en la primera semana de clases y trabajar, durante el curso, para establecer una relación personal con ellos, saber de su vida, conocer qué les interesa y cuáles son sus estilos de aprendizaje.

La clave de educar es planificar. Y para ello lo primero que debes saber es qué saben sobre tu materia. Preguntarles. Ir construyendo sobre ese andamiaje el contenido del curso. Debes establecer con anticipación qué vas a enseñar en cada sesión de clase, cómo se va a desarrollar, en qué ejercicios van a trabajar los estudiantes, cuáles son las preguntas clave que quieres que respondan. Planifica. La improvisación no va con la educación.

Debes, además, modelar cómo aprender. Estar maravillado con lo que enseñas y transmitirlo. Acuérdate de que eres un guía en el aprendizaje del otro. Deja al estudiante descubrir, cuestionar, reflexionar. Preséntale problemas e interlocuta. Guíale para que aprenda a pensar de forma crítica. Crea pausas creativas y también pausas de total relajación. Pon entusiasmo en el arreglo de tu clase. No es menor el entorno educativo estético, visual y sonoro. Que se vea cuánto amas enseñar. Que se vea que has puesto trabajo en mostrar asuntos importantes (pósteres, objetos, fotografías) relacionados con la materia.

Y cuando enseñar te llene de adrenalina, acuérdate de que debes tomar nota de lo que funciona en clase y de lo que no. Reflexiona sobre cómo enseñas, ese es el mejor momento para mejorar tus metodologías, para investigar cómo aprenden tus estudiantes y seguir planificando. Enseñar es inspirar a tus estudiantes a que aprendan a pensar. Tu materia es solo una herramienta hacia ese fin.

FUENTE: EL TELÉGRAFO
22 de febrero de 2020