¡La capital, abandonada!

Por: Mauricio Gándara Gallegos

Me parece evidente que gran parte del caos que vivimos se debe a que la administración no planificó debidamente la aplicación del decreto de eliminación del subsidio a los combustibles. Más de una semana después, la situación política ha empeorado día a día, y hoy el Gobierno luce casi, casi implorando el diálogo con el sector indígena. Esta falta de planificación para que las medidas surtan un efecto positivo, me parece que se ha agravado, todavía más, con la decisión presidencial de trasladar de Quito a Guayaquil la sede de la capital de la República; es una demostración de debilidad del Gobierno, fortifica en los opositores confianza en su fuerza, y desconcierta a la población de la capital, pues la sume en un sentido de abandono. Esto desmoronó la impresión que se forjó, inicialmente, sobre la fortaleza que tuvo el presidente para eliminar el subsidio a los combustibles.

Recuerdo las escenas de violencia que vivió Colombia, durante el Bogotazo de 1948, cuando fue asesinado el popular líder Jorge Eliécer Gaitán, y el caos cundió en la capital. Al presidente colombiano Ospina Pérez se le instó, aunque nada tenía que ver con la muerte del gran líder, a que abandonara el local de la Presidencia porque era inminente el asalto de las masas enardecidas; él se negó a hacerlo, diciendo que “vale más un presidente muerto que un presidente fugitivo”.

El país es uno e indivisible; no puede haber dos cabezas, dos autoridades; no se puede aceptar que la Conaie declare un estado de excepción en los que llama territorios indígenas, y advierta que “militares y policías que se acerquen a territorios indígenas serán retenidos y sometidos a justicia indígena”

Los ecuatorianos –lo he dicho antes– asistimos a una suerte de guerra civil entre dos facciones de Alianza PAIS; eso debilita mucho al Gobierno, porque la otra ala domina la función judicial, que no fue reorganizada, con lo que acciones para condenar a los autores de actos de vandalismo se hacen muy difíciles, improbables.

Las Fuerzas Armadas y la Policía son instituciones muy eficaces, pero necesitan de órdenes claras y precisas, y, sobre todo, del ejemplo, de la inspiración de fortaleza de la cabeza. Sin eso, no habrá una actuación fuerte, eficaz, ejemplificadora. Se debe tener presente, cuando el movimiento indígena, a pie, tomó posesión de Quito y derrocó a Mahuad. Las movilizaciones actuales superan, en mucho, las de ese entonces, cubren no solo la Sierra, sino que se trasladan a Guayaquil, donde ahora, irónicamente, se encuentra la sede del Gobierno.

Esta discusión entre la autoridad central y las seccionales por la fijación de pasajes y fletes, me parece intrascendente, pues resta prontitud a las decisiones. Debe fijarlas, provisionalmente, el Gobierno, cuyas medidas son las que provocan las alzas.

El Gobierno debe recuperar autoridad, presencia en todo el territorio nacional. Debe empezar por un mea culpa de todo lo que dejó de hacer por falta de una mirada política amplia y lejana, de decisiones rápidas, claras y firmes. El presidente no necesita que sus secretarios lo ensalcen a toda hora. (O)

FUENTE: EL UNIVERSO
9 de Octubre, 2019