La Conferencia Episcopal Ecuatoriana, a través del Consejo de Presidencia, expresa, de forma pública, su sentir ante una escandalosa proliferación de casos de corrupción que afectan a la sociedad ecuatoriana, en momentos en los que el pueblo sufre las dolorosas consecuencias de la pandemia del COVID19.
En una carta abierta, publicada este viernes 26 de junio de 2020, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana , hace un llamado a políticos, funcionarios públicos e instituciones del Estado cumplan con su responsabilidad de afrontar, al menos de forma honesta, las necesidades del pueblo, maximizando la transparencia en la gestión de los recursos destinados a todo tipo de crisis. “Éticamente, la corrupción es un crimen que condena a muerte a muchas personas necesitadas, hoy más que nunca, de vida, trabajo y oportunidades; pues promueve el “descarte” de los más vulnerables y la falta de sensibilidad por los necesitados, además de fomentar la injusticia, la impunidad y el irrespeto a la ley”, precisa el documento.
Subraya que los casos de corrupción en medio de la pandemia del covid-19 afectan a la sociedad ecuatoriana, sobre todo a los más necesitados. “Esta dura realidad no es de hoy, sino que viene de lejos, como tampoco es exclusiva de políticos o altos funcionarios, pues, lamentablemente, se ha extendido a las costumbres de todos los estratos sociales” , manifiesta.
Por ello, anota, al tiempo que denunciamos la corrupción de los demás, debemos de mirar también nuestros propios comportamientos cotidianos,
La Conferencia Episcopal se conduele de que la corrupción se da en un escenario económico y político en que los recursos públicos disponibles se ven mermados, privando a la gente de lo indispensable para poder sobrevivir: insumos de salud, medicinas, respiradores, camas hospitalarias y de cuidados intensivos y medios de bioseguridad.
La Conferencia señala que desde el punto de vista religioso la corrupción es un gravísimo pecado por los males que promueve y es un desorden moral incompatible con la fe cristiana.
«Todos tendremos que dar cuentas de la propia vida al Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Los corruptos y quienes los han amparado tendrán también que dar cuenta de su corrupción ante Dios y, ojalá, ante los hombres; por tal motivo, exigimos que se hagan las más exhaustivas investigaciones, se llegue hasta el fondo, “caiga quien caiga”, y se devuelva el dinero defraudado y robado a la sociedad. Un pueblo digno no puede ser cómplice de la corrupción y de la impunidad», explica.
La Conferencia Episcopal Ecuatoriana hace un llamado a no conformarse a vivir sometidos de la corrupción y a aportar lo mejor de sí mismo en favor de la justicia y de la paz, a favor del bien y del futuro de la patria.
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