LA UNESCO advierte que el cierre de escuelas, causados por la pandemia por COVID-19, significarán, sin duda, una desaceleración de los logros educacionales de las últimas décadas. Una de las temáticas complejas que ha traído consigo la interrupción de las clases presenciales es la incertidumbre respecto a la evaluación.
El aprendizaje a distancia complejiza ciertos elementos necesarios de una evaluación eficaz, como condiciones equitativas de examinación, ambientes libres de distractores o ciertos mínimos para su implementación, como podría ser un grado de supervisión mínimo para limitar la copia. Por lo demás, ciertos tipos de evaluación pueden contribuir a la ansiedad y la sobrecarga emocional que ya está generando la incertidumbre de la crisis sanitaria (UNESCO, 2020).
Si bien con frecuencia las evaluaciones suelen tener una mala reputación, debido al uso excesivo de éstas para propósitos de competencia, ránking y/o calificación, lo cierto es que evaluar es uno de los componentes claves del aprendizaje. Sólo mediante información clara respecto a qué están aprendiendo y retroalimentando a los estudiantes pueden los maestros planificar clases exitosas, ya que así pueden adaptar sus estrategias pedagógicas y los objetivos de la clase en respuesta a ello.
Además, la retroalimentación hacia los estudiantes y hacia el mismo profesor, les sirve a ambos para tener conciencia de sus fortalezas y debilidades, prepararse de manera acorde e ir en busca de sus metas de aprendizaje como también como apoyarlos en esa dirección.
En esa dirección, los sistemas de evaluación nacionales han sido ajenos a estas demandas, transformaciones y necesidades, donde actualmente existe la necesidad de ampliar los sistemas hacia nuevos componentes, propósitos y necesidades, con el fin de aportar con herramientas, metodologías e información pertinentes para docentes, directivos, centros y sistemas educativos, avanzando hacia formas con usos formativas. La evaluación formativa en tener información pertinente para mirar el aprendizaje, la cual está enfocada en la trayectoria del estudiante y cuyo énfasis permite cambiar el foco de la evaluación sumativa y centrada en la calificación, a una orientada en los procesos y como un ciclo de retroalimentación.
La Evaluación Formativa es el término usado para describir un tipo de evaluación, donde el enfoque está en informar el aprendizaje, y no en medirlo o resumirlo. El objetivo es hacer que el aprendizaje avance desde donde se encuentra actualmente. “Cuando los docentes implementan la evaluación formativa significa que cambian la manera en la que “piensan acerca de la enseñanza y ven su rol como docente.” (Black et al., 2003, p. 80).
Con el fin de promover iniciativas dirigidas a apoyar estos esfuerzos, intercambiar experiencias, y promover un espacio de discusión para maestras y maestros de América Latina y los diferentes actores educativos de la región, se llevará a cabo el jueves 6 de agosto el Seminario web regional n°15: “Evaluación formativa: ¿Cómo evaluamos y retroalimentamos para movilizar aprendizajes en el contexto de la COVID-19?”
Esta decimoquinta sesión de la serie será facilitada por UNICEF y la UNESCO y es organizada de forma conjunta por el Grupo Regional de Educación América Latina y el Caribe Gestión del Riesgo, Desastres y Migración y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago).
El evento se llevará a cabo a las 11:00 a través de la plataforma ZOOM y en YouTube en español, con el propósito de reflexionar en torno al rol que cumple la evaluación en el derecho a la educación, y cómo asegurar un uso adecuado de ella en contextos de crisis. Discutir sobre mecanismos pertinentes de evaluación, que consideren las complejidades existentes en el contexto de la pandemia. Compartir experiencias nacionales de evaluación formativa, reflexionando en torno a los elementos relevantes a considerar para replicarlas en otros contextos.
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