Un reportaje de Adeline Marcos, de la Agencia de Noticias Científicas SINC, anota que en la la lucha contra la COVID-19, al igual que para tantas otras enfermedades, las vacunas serán una herramienta importante, “pero debido a que muchas infecciones son asintomáticas o levemente sintomáticas y no se identifican, el control seguirá siendo un desafío y existe la necesidad de terapias y pruebas estratégicas sólidas”, sugiere a SINC David Heymann.
El desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 comenzó tan pronto como los científicos chinos publicaron la secuencia del SARS-CoV-2 el 11 de enero de 2020. “La primera prueba de fase 1 comenzó entre ocho y diez semanas después. La OMS ha estado involucrada en esfuerzos de I+D desde enero”, indican a SINC fuentes de esta organización mundial.
“Debemos recordar que, aunque las vacunas ayudarán a poner fin a la pandemia, no resolverán todo”, dicen fuentes consultadas a la Organización Mundial de la Salud
A medida que continúa la crisis de la COVID-19, la OMS aconseja seguir tomando todas las medidas necesarias para evitar que el virus se propague y cause más muertes. “Necesitamos seguir adelante y adoptar un enfoque de ‘hacerlo todo’: mantener la distancia física, quedarnos en casa si se nos pide, y seguir todas las medidas que se ponen en marcha para mantenernos a salvo”, recalcan.
Los expertos coinciden en que las vacunas obtenidas sí protegen contra los casos más graves de la enfermedad, y que en el futuro “con suerte también lo harán contras las infecciones y el portador nasal”, afirma Heymann.
Sin embargo, al tratarse de un virus respiratorio, no está claro aún si las vacunas permiten por el momento la no dispersión del virus. Además, gran parte de la comunidad científica considera que el SARS-CoV-2 se terminará convirtiendo en endémico.