La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales es una prestigiosa institución que empezó a trabajar en el Ecuador en 1975 y desde entonces hasta el presente ha tenido muchas historias y momentos de fortuna, así como crisis importantes. Pero desde hace mucho tiempo gozamos de estabilidad institucional y esto nos ha permitido generar un proceso de consolidación y desarrollo académico así como de la infraestructura de la Sede, señala su Director, el Dr. Adrián Bonilla.
La sociedad ecuatoriana, agrega, ha sido muy solidaria con esta institución, que ha devuelto con los mejores esfuerzos de sus profesionales y con el trabajo calificado ese respaldo. No solo lo atestiguan el número de graduados, profesores e investigadores que ocupan funciones relevantes en los ámbitos públicos y no gubernamentales del Ecuador y de varios otros países de América Latina, sino los libros, estudios y producciones científicas que se generan permanentemente en la institución. FLACSO ha publicado en los últimos tres años un promedio de tres libros mensuales producidos por sus académicos e investigadores.
El Ecuador, por otra parte, destaca el Dr. Adrián Bonilla, ha elevado a política de Estado el reconocimiento social de la institución. En efecto, el Ecuador le ha dado a FLACSO el carácter de Universidad Pública de Postgrado. La entidad se encuentra regulada y amparada por la Ley de Educación Superior y tiene, por lo tanto una serie de obligaciones y garantías que complementan y fortalecen el Acuerdo Internacional que le dio origen. Es su calidad de Universidad la que, finalmente, produjo el entorno favorable para el desarrollo de su infraestructura.
Como la Universidad que es, FLACSO Ecuador goza de autonomía, en su gestión, gobierno interno, y en su vida académica; y esto es indispensable para el desarrollo de un ambiente comunicativo en libertad que suponga la posibilidad de conocer desde todas las posibilidades teóricas posibles. Las Ciencias Sociales solo podrán avanzar desde el disenso, la aproximación crítica hacia todos los eventos de la realidad; la autonomía es un derecho no solo inalienable, sino un requisito indispensable para producir calidad académica, subraya el Dr. Adrián Bonilla.
Quienes ejercemos profesiones en el campo de las ciencias sociales, concluye, sabemos que es imposible aceptar ningún sentido sin cuestionarlo primero y sabemos también que la divergencia es indispensable, por lo que las normas de convivencia de la academia se levantan sobre reglas mínimas de tolerancia hacia la legítima capacidad de existir del otro, tanto argumental como políticamente.
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