«La Universidad de las Artes es un proyecto muy atractivo»

«Aunque debería estar atado a un conjunto de procesos (públicos y privados) que generen las condiciones de aprecio de la actividad cultural y artística en nuestro medio, pues no es la pura oferta académica la que contribuirá al desarrollo de las artes y la cultura si no existe un medio apropiado para ello», opina  el cuencano Sebastián Endara Rosales.

De ahí que, agrega, no solo se trata de crear una universidad con el esquema tradicional, pues esta universidad conjuntamente con el proyecto Yachay, abre la posibilidad de generar una academia para el futuro, incluyente, diversa y que sobre todo valore las riquezas socio culturales que nuestros pueblos han producido, a pesar de una historia llena de injusticia, exclusión y menosprecio por lo propio.

Puntualiza que «Esta institución en verdad debiera ser  concebida como una pluriversidad ligada, sobre todo, al naciente concepto del Sumak Kawsay, puesto que las artes y la cultura adquieren una importancia gravitante para la sociedad dentro de este novedoso criterio de desarrollo social»

Sebastián Endara Rosales señala que «antes de pensar en lo que se debe enseñar en esta pluriversidad, habría que pensar las nuevas formas del aprendizaje y las nuevas construcciones del pensamiento de manera plena, participativa, ejerciendo el concepto de democracia para la construcción colectiva de un saber útil, pero sin dejar de conservar lo utópico, o lo que es lo mismo, la posibilidad de la creatividad y la fantasía, que hacen de la actividad artística una actividad clave para la prospectiva colectiva».

Por otro lado, considera «que siempre es pretencioso pensar en cosas acabadas y definitivas». «La Universidad de las Artes, enfatiza,  no puede estar pensando en “garantizar” un mayor movimiento cultural, sino que tan solo debería considerar el aportar, contribuir a que este movimiento que ya existe, efectivamente se desarrolle, y sobre todo, se democratice, pues es sabido que hay una suerte de secuestro por parte de la denominada “alta cultura”, de los criterios que permiten catalogar a determinada producción artística como válida o inválida, y de ahí que la producción artística y cultural vaya supeditándose perversamente a las oscuras formas del poder cuando debiera ser la punta de lanza de la libertad. En la libertad simbólica se puede advertir el futuro, pero esta debe poder ser apreciada y valorada por todos. Si en esta pluriversidad se puede potenciar el aprecio por la cultura y el arte en la sociedad y sobre todo en las nuevas generaciones, habrá cumplido su misión».

Fuente: El Mercurio

Deja una respuesta