Pretendían Castrar a los sacerdotes. 1763

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador y Cronista Oficial de Ambato

Este dato proviene de la relación documentada expuesta en un relato extenso, judicial, redactada desde la palabra del poder, por boca de un español “horrorizado” ante un levantamiento indígena en Chimborazo, el señor General Don Francisco de Vida y Roldán, sargento mayor de infantería corregidor y Justicia Mayor de dicha villa y su jurisdicción, particularmente en Riobamba, por el año de 1763, un Miércoles de Ceniza. El expediente lo he tomado del Archivo General de la Nación que mantiene Bogotá. Los indígenas sublevados difundieron varias consignas entre su gente. No solo se trataba de ir contra los “numeradores”, o sea, en contra de quienes los registraban para que los indígenas fueran contribuyentes, o que fuesen esclavizados bajo denominaciones de “indios concertados”. El caso va ya con una consigna que abre un abanico de interpretaciones de cómo estaba el nivel de reacción intelectual frente al proceso cristianizador. Por lo general, las llamadas sublevaciones o levantamientos, los historiadores lo han focalizado como sucesos de reivindicación económica. Tal y como hemos tenido los llamados “paros” de distintos gremios como el magisterio, de la salud, de la transportación, o los paros provinciales, en nuestra historia no muy lejana. Un paro del magisterio nunca fue planteado para reclamar al Estado por el crecimiento académico e intelectual, esto fue un asunto de segunda instancia.

“No dejaron de pensar los robos de los bienes de los españoles aun en caso de que no lograsen el total vencimiento y para este fin era la prevención de barretas, ni se les pasó por alto el pensamiento de incendiar la villa, y por fin cuanto intentaban era atrocidad, pues aunque decían no, darían muerte a los sacerdotes, aseguraban los castrarían para que así quedasen entre ellos, lo que yo he oído a varios y lo certifica don Miguel Rosales en su certificación a fojas 214, no siendo singular en su dicho, pues le sigue el testigo séptimo y nada repugna el dar creencia a este sacrílego delito, si se atiende a la violencia con que los más de los indios siguen la religión católica, pues son llevados por fuerza a misa, doctrinas y confesiones, y prueba en parte su violencia y las dañadas intenciones que tenían, lo que depone el testigo vigésimo en su dicho a la pregunta tercera de que los indios sublevados decían que les salía muy cara la religión cathólica, y que por esto querían sacudir el yugo de la fe y quedar en total libertad. (subrayado en el original)=”

¿Por qué está en el imaginario de los líderes que llevaron a cabo la insurrección del Miércoles de Ceniza que pretendían la castración de los sacerdotes? No ha de haber sido porque habrían aprendido de los propios curas que fue la propia iglesia la que tenía métodos vigentes de la sagrada inquisición que procuraba torturar el cuerpo para que fueran purificados al paraíso.

Fernando Vallejo se pregunta ¿para qué sirven las tetas de los hombres? Y si hacemos extensiva la pregunta dentro del imaginario de la castidad y el celibato, ¿para qué sirven los genitales con la castidad a cuestas? Resulta mucho más apasionante este comentario con el pequeño gran detalle de saber quiénes eran los líderes indígenas que habían generado esta “atrocidad”. Los principales líderes de esta revuelta fueron sacristanes.

“También se hicieron famosos jefes un Antonio Taypi, sacristán que había sido y volvió a serlo después de la sublevación en la iglesia de la Compañía de Jesús, y otro que era sacristán y lo es hoy en la de San Agustín nombrado Ambrosio Anla, y un fulano Gabilánes de oficio bordador, que los más de los testigos dicen no supieron su nombre y solo declaran su fisonomía, que fue criado del doctor Gabilanes y que vivía en la casa de doña Isabel de Velasco, pero lo nombra el testigo octavo a la pregunta segunda y dice ser Juan Gavilanes”.

Deja una respuesta