Foto: Wikipedia
Por: Dr. Pedro Reino Garcés, Cronista Oficial de Ambato
Intervención por el Día del Periodismo en Ecuador
Viernes 5 de enero 2024 / Gobierno Provincial de Tungurahua
Vamos a partir de un cuestionamiento: ¿Por qué trajeron las imprentas a Hispanoamérica, cuya invención “se atribuye al alemán, Johannes Gutenberg en el año 1440? Colón llega 52 años después de este suceso dado en Alemania; y 21 años después de que España tuviese imprenta. Se sabe que “El primer taller lo instalaron en Segovia a finales de 1471.”. La historia es similar a lo que ocurrió en Hambato en 1775, pasados 304 años. De Alemania a España demoraron 21 años; y para que llegue a Quito pasando primero por Hambato se demoraron 3 siglos. En lo que coinciden es en la temática y sus interesados: En España lo primero que se imprimió fue la “Sinoidal Aguilafuente”, que son actas de los sínodos de la iglesia cristiana; y lo de Hambato fue la Piissima Devoción a María Santísima.
Uno cree que quien sabe habría sido La Biblia uno de los primeros objetivos de la imprenta en España, pero la historia dice que esta impresión fue un hecho clandestino que ocurrió en Suiza donde se publicó La Biblia del Oso “el 28 de septiembre de 1569 a cargo de Casiodoro de Reina”, y según se sabe, la hizo sin mencionar ni traductor ni lugar de impresión. Esto, porque era “lectura para privilegiados” que superando el hebreo, debían saber griego y latín.
Mi inquietud es ¿Qué Biblia trajo a Cajamarca el padre Valverde? Desde luego que no puede ser la de 1569, porque a Atahualpa se la mostró en 1533. ¿Traería la primera Biblia impresa en España?, pero por ahí no van los datos porque “La Biblia Valenciana es la primera Biblia impresa en valenciano y la cuarta del mundo, después de la Biblia Vulgata en latín (impresa por Gutenberg en 1448), la alemana (1466) y la italiana (1471). Esta valenciana está fechada entre 1477 y 1478; y no está en castellano.
¿Qué provecho sacamos de estos datos de la historia? La respuesta está a la vista: desde los comienzos de la imprenta, los impresos no han sido las obras trascendentes, sino las de entretenimiento y utilidad cotidiana. Las de adoctrinamiento, que de la iglesia ha pasado al Estado. No hay duda que el adoctrinamiento a cualquier tendencia es el rol de la tecnología comunicacional.
¿Quiénes serían los soñadores populares en tener imprenta en nuestra América Hispana? Pues alejándonos de una supuesta necesidad de información en América, y de la gente que desde la iglesia estructuraba la domesticación cristiana, encuentro un dato que me viene a curiosidad: la gente llana que empezaba a pulular en el mestizaje mezclada con los inmigrantes, participaban de su vida de ocio entretenidos en la baraja. Debió haber sido un tesoro tener naipes para suculentas apuestas, puesto que se hacían escrituras públicas ante jueces, “prometiendo no jugar naipes ni barajas” durante la vida colonial en nuestro medio. Recordemos que las barajas o naipes estaban prohibidos en España desde los 1400. Algún curioso investigador afirma que trajeron las imprentas con el objeto de imprimir clandestinamente estos objetos de consumo popular, que debieron dar réditos seguros a las imprentas.
Entre las publicaciones de estas primeras imprentas no aparecen ni los cronistas que derivaron en periodistas como interesados en publicar sus testimonios, ni algún pensador popular. Si los cronistas iban descubriendo y describiendo tantas novedades de las conquistas y recorridos por nuevas tierras, era de esperar que abundaran tal tipo de libros impresos en América; pero nuestro camino no viene trazado por allí. Hasta ahora, datos que constan como “declaraciones” de pleitos coloniales están en espera para poner íconos en la historia, como los indígenas que fueron encarcelados en Quisapincha acusados por saber leer y escribir.
Veamos un resumen sobre estas cosas de imprenta y sus interesados:
Según datos de redes virtuales: (La imprenta en América, Historia de los Medios), La primera imprenta en América la tuvo México en 1539, después de recibir el permiso del Rey español Carlos I de España, y por gestiones del virrey don Antonio de Mendoza y del obispo Juan de Zumárraga. Conviene decir que mientras unos buscaban la vía legal, otros, como un naipero, quería imprimir barajas, pero se encontró con la prohibición de la iglesia. Frente a esto, Fray Domingo de Betanzos hizo un libro llamado “La forma en que se ha de rezar el rosario”, en la imprenta del naipero, por 1535. Esto indica que la imprenta en América se inició entre Dios y el diablo.
Luego se señala que Lima tuvo imprenta en 1576. Otras fuentes indican que el 14 de febrero de 1584 llega a Lima la provisión para hacerla funcionar. Esto quiere decir que mientras unos buscaban el oro en el Perú, otros ya buscaban las letras impresas. Se sabe que a Bogotá llegó en 1738, a 200 años casi exactos de ya haber llegado a México. A Ambato llega en 1755, unos 17 años más tarde. Esto significa que Quito tenía unos 217 años de retraso cultural frente a México.
Veamos un breve itinerario de la primera imprenta que llega a Ecuador:
“La primera imprenta del Ecuador es instalada en Ambato en 1755.
1750, prensa adquirida en Italia por el padre José María Maugeri.
1754, llegó la prensa del padre José María Maugeri, sacerdote jesuita, a Guayaquil.
1755, Primera imprenta llegada a la Real Audiencia de Quito, instalada en Ambato.
1759, Traslado de la imprenta de los jesuitas a Quito.
1761, Mejorada la imprenta por el impresor Hno. Juan Adán Schwarz.
1765, Pragmática sanción de Carlos III y expulsión de los jesuitas.
1767, Confiscación de la Primera Imprenta por la Real Audiencia de Quito.
1786, Imprenta confiscada a los jesuitas llamada Imprenta de Gobierno.
1792, Publicación del periódico “Primicias de la Cultura de Quito”, de Eugenio Espejo”.
¿Qué nos dice este último dato frente a los ambateños?
Como que quisiéramos que un Espejo hubiese sido ambateño o que se hubieran publicado por alguien de esta tierra algo parecido a las primicias de la cultura de Ambato. Entonces viene la pregunta ¿cuál fue la razón de traer a lomo de indio la imprenta que bien pudo quedarse en Guayaquil o pasar directamente a Quito? De las “14.000 almas entre nobles mestizos e indios” que habitaban Tungurahua en 1745, según dice Cicala, ¿dónde estaba la intelectualidad ambateña? ¡Qué paradoja esta de traer una imprenta a una tierra donde nadie escribía! ¿Se pensó en tener un negocio clandestino? ¿Acaso sería por la misma razón que dice el jesuita Cicala que el Ambato de esa época se caracterizaba “por sus maneras muy rústicas y cualidades naturales groseras, descorteses e intratables”? Me resulta incómoda la cita, pero la reflexión que nos sirva para fortalecer lo contrario.
¿Qué significa para Tungurahua este historial? Pues que sencillamente nos hemos contentado con la memoria y la monumentalística, tanto de un monumento hecho con piedras, y otro hecho como una nave espacial sin motores intelectuales que lo proyecten al firmamento. Lo de fondo creo que ha quedado en el vacío. Para tener el verdadero orgullo de “tierra de la primera imprenta”, creo que convendría presentarnos ante la faz de la República, como publicadores de periódicos y de libros que vean por primera vez la luz libertaria desde esta tierra. Pero ni el Archivo Histórico de Ambato que tiene documentos desde 1604 está bien respetado y ubicado, pese a reclamos que ya duran décadas.
Ahora estamos, queridos escuchas, en una época en la que la comunicación es instantánea y alejada de intermediarios. La profesión del periodismo va por caminos de riesgo si no se plantean nuevas utopías en cada una de las ramas que antes eran especialidades en la comunicación: la prensa y sus periódicos; la radio y sus programaciones; la televisión y sus cautivos de la imagen; los libros y sus variados contenidos de saberes congelados.
En este recuento que trata de ser historiográfico, me he preguntado quiénes son los periodistas populares de nuestra cultura colonial. Pienso que bien vale mencionar a nuestros “Pregoneros”, básicamente indígenas que tenían que ser bilingües en diversas lenguas nativas y en español, como los verdaderos antecesores de la comunicación e información. Tenemos nombres como de Agustín Taguaro que en 1726 era Pregonero de Hambato que por plazas, calles y frente a ciertas casas daba la noticia de muertes y herencias. Revestido de solemnidad e importancia hay que recordar al indígena salasaca Tomás Xerez, quien a usanza de guerra publicó el regocijo de la erección de Hambato en Villa un 26 de abril de 1757. Por su parte, el indígena Lázaro Yancha, ladino en dos idiomas en 1789, acompañado de un piquete de soldados y a son de pitos y cajas daba la noticia de la posesión de nuestro Rey don Carlos IV. Y la lista sigue. Pero, si se dice que la imprenta de Hambato estuvo aquí de 1755 a 1759, ¿por qué no se aprovechó de este medio para publicitar tan importante suceso?
Estimados amigos periodistas, muchos de ustedes han sido mis alumnos de las primeras promociones de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Técnica de Ambato, de la cual fui su primer Director, abriendo espacios contra vientos adversos y mareas de escándalos que las hemos vivido y superado. Hagamos votos por reencontrarnos con el papel de los creadores, de los defensores de la verdad y los investigadores de las injusticias para procurar el prestigio del gremio. Hagamos votos porque los libros y los periódicos eduquen a nuestra sociedad agonizante, con el ejemplo de Espejo.
Ambato está en espera de llenar ese vacío que heredamos de la vida colonial. Ya el siglo XIX nos dio muchas glorias con cantidades prolíficas de periódicos y escritores que sacudieron el alma nacional, muchos de ellos inventándose periódicos y revistas y publicando por cuenta propia las verdades que quería ocultar el poder. El siglo XX tiene sus íconos en periódicos como El Nacional y la Crónica para dar paso al más estable El Heraldo, que superó a El Avance. Perdón si por espacio omito otros, pero no quiero terminar estas palabras invocando a los medios masivos, que son privados, que apoyen las voces de esta tierra de gente que como Montalvo, procuren ser paradigmas de la reserva moral que necesita la Patria en estas horas de suma urgencia cívica y de requerimientos de consenso social.