Por: Wilson Zapata Bustamante / Maestro Nacional
En toda partida de ajedrez se producen tres fases diferentes: apertura, medio juego y final. Esta división no es puramente formal. Los objetivos a alcanzarse en cada uno de estos momentos es diferente y por tanto también las valoraciones que se hagan también deben ser diferentes según la fase de juego.
Obviamente, la apertura viene antes del medio juego y este antes del final; lo importante es entender dónde y por qué se delimitan estas tres fases y cuáles son los conceptos esenciales para tener presentes en cada una de las partes de la partida.
La apertura
Al comienzo de la partida los rivales se encuentran en igualdad de condiciones, sus fuerzas, absolutamente idénticas, ocupan territorios iguales y están ubicados en forma simétrica. Cierto que las blancas tienen una ventaja: el derecho a efectuar el primer movimiento.
¿Es grande esta ventaja? Como muestra la estadística de los encuentros entre maestros y grandes maestros, por lo común, las blancas ganan más partidas que las negras: el sesenta por ciento aproximadamente. Es más difícil ganar con las negras, aunque al criterio de la mayoría de grandes maestros, lo importante es jugar bien.
En partidas de ajedrecistas principiantes el color, por lo común, no juega gran papel, pero los conocimientos sí adquieren trascendencia colosal. Sin saber los fundamentos de la primera fase del juego: la apertura, es fácil caer en situación de derrota. Por eso hay que estudiar la “salida”. Pero antes de analizar las variantes de aperturas se precisa dominar como es debido los principios en los que se asientan. Esto ayudará al jugador bisoño a orientarse en muchas salidas.
Sin embargo, existen muchas aperturas donde de inmediato se entabla un juego reñido y donde el más leve error puede ser decisivo. Se trata del Gambito de Rey, el Gambito Evans, la Defensa de los dos Caballos. En tales aperturas, por más vueltas que le dé, por más esfuerzos que haga, es necesario poseer conocimientos concretos. Pero no debe intentarse aprender de memoria las complicadas variantes de tales aperturas, puesto que reporta poco provecho. Es mucho más importante comprender la idea de tal o cual continuación, en tanto que entonces se podrá encontrar las jugadas aisladas.
Debe tenerse en cuenta que ni siquiera los grandes maestros conocen todas las variantes de aperturas, lo que no es obstáculo para que se orienten magníficamente ante aperturas desconocidas. Además, tampoco los ajedrecistas avezados juegan todas las aperturas. Por lo general, en el arsenal de los maestros y grandes maestros no figuran más que unas cuantas. Por eso, analizando los diferentes sistemas de aperturas y haciéndose una idea de ellos, usted debe elegir las que jugará. La elección dependerá de su gusto, carácter y estilo de juego. Si siente vocación por el ataque, no tema sacrificar y arriesgar, elija gambitos que conducen de inmediato a una lucha reñida. Si por el contrario, le seduce más el juego pausado, tendrá también a su disposición aperturas relativamente tranquilas.
Sin embargo, en todas las circunstancias deberá probar sus fuerzas en ataque y en defensa, comprobar en qué campo se desenvuelve mejor.
Las aperturas deben estudiarse examinando superficialmente la salida y, habiendo sacado la primera impresión, jugar después para sí una partida de estudio.
La apertura es la fase en la cual los jugadores desplazan las propias piezas de la casilla de partida a otra en la cual puedan desempeñar un papel más activo, como un ataque o una defensa (generalmente tal cosa sucede en las primeras diez o quince jugadas). También están bien las posiciones donde las piezas no entran inmediatamente en juego sino que están listas para intervenir en un momento subsiguiente de la partida: esto se define como “desarrollo”, es decir, el despliegue del ejército en posiciones estratégicamente importantes. Con un ejemplo entenderemos mejor el concepto de la apertura e introduciremos algunas valoraciones muy útiles en esta fase.
Un ejemplo de apertura
1. e4, e5
2. Cf3, Cc6
3. Cc3, Cf6
4. d4, e:d4
5. C:d4, Ab4
6. C:c6, b:c6
7. Ad3, d5
8. e:d5, c:d5
9. 0-0,0-0
10. Ag5, c6
11. Df3, Ae7
12. Tae1, Te8
13. Dg3, Ae6
14. f4, Tb8
Con estas catorce jugadas, tanto las blancas como las negras han completado la apertura con buenas jugadas, sobre las cuales podemos hacer algunas observaciones:
Las piezas ligeras fueron movilizadas antes que las pesadas, porque es más difícil que sufran ataques, dado su menor valor.
La primera jugada de todos los cuatro caballos los ubicó magníficamente hacia el centro del tablero (debe recordar que todas las piezas, con excepción de la torre, desarrollan una acción más eficaz cuanto más se ubiquen hacia el centro del tablero para controlar los cuadros d5, e5, d4, e4. (Ver diagrama)
Las blancas prefirieron cambiar un caballo porque no era fácil defenderlo.
Tres de las cuatro torres se ubicaron sobre columnas donde están ausentes los peones propios, para ejercer una acción directa contra el campo adversario.
La dama negra no se ha movido, mientras que la blanca sólo lo hizo cuando tuvo que darle espacio a la torre (la dama, la pieza más poderosa del tablero, con frecuencia se pone en movimiento de última, precisamente para no exponerla a ataques adversarios).
En la práctica, todas las jugadas de peones tuvieron una función precisa y útil, como liberar el movimiento de los alfiles, capturar una pieza o peón adversario, o defender otro peón.
Consejos útiles para la apertura
La primera jugada de una partida no puede ser hecha al azar, a la espera de ver lo que pasa. En la jugada inicial, en la apertura, puede ya ganarse o perderse una partida.
Estos movimientos iniciales tienen por objeto poner en juego las piezas necesarias para llevar a cabo un fuerte ataque o para montar una férrea defensa. Pero sea lo uno o lo otro, tienen que estar meditadas y estudiadas al máximo.
El principiante deberá conformarse en sus comienzos con el estudio de alguna de las aperturas que ya son famosas en el mundo internacional del ajedrez. Más tarde, podrá ya combinar los conocimientos adquiridos mediante la teoría con la práctica que haya adquirido en las partidas jugadas y a través de las diferentes situaciones que se le hayan planteado. Será entonces el momento de dar una personalidad propia al juego, al combinar con habilidad la teoría de los grandes maestros y la práctica poco menos que cotidiana, pues diario es el juego frente al tablero en un buen jugador de ajedrez.
En líneas generales, y antes de ofrecer a nuestros lectores un estudio de las aperturas reconocidas oficialmente, vamos a darles unos cuantos consejos generales, todos ellos, como es lógico, relacionados con lo que debe ser considerado como una buena apertura:
1º No haga jugadas sin una estrategia a mediano plazo.
2º Ocupe y controle el centro del tablero. Los peones centrales son las piezas que conviene mover en primer término. Ello permite poner en juego los alfiles, tener dispuesta la dama y acelerar el enroque. Los caballos pueden salir en cualquier momento y, por tanto, no hay necesidad de despejarles el camino.
3º No mueva, si no es necesaria, varias veces la misma pieza. En la apertura no debe perderse tiempo y, por tanto, no es conveniente el jugar demasiadas veces las mismas piezas.
4º No es prudente hacer salir la dama a las primeras de cambio; es preferible mantenerla en acecho dentro de su casilla inicial.
5º Debe procurarse que unas piezas no estorben a las otras obstruyéndoles la acción. Al mismo tiempo, debe procurarse que unas piezas defiendan a las otras. Las piezas que defienden otras, deben ser iguales en número y calidad a las piezas atacantes.
6º No deben emprenderse ataques prematuros, o sea, antes de haber puesto en acción el mayor número de piezas posible.
7º Como tendencia, desarrolle primero las piezas ligeras. En la apertura es conveniente apresurar la salida de las llamadas piezas menores, es decir, alfiles y caballos, para que el rey y las piezas mayores –dama y torre- tengan la debida libertad de acción. Saque los caballos antes que los alfiles.
8º Ubique las torres sobre las columnas abiertas, es decir, donde han desaparecido los peones propios.
9º Enróquese, si puede, lo más pronto posible.
10º Intercambie piezas y peones cuando considere que sea necesario, o útil. Sólo deberán ser cambiadas las piezas en la primera fase y cuando el cambio reporte una indiscutible ventaja posicional.
11º Deben evitarse aquellas jugadas del enemigo que puedan producir ataques simultáneos a dos piezas. Por lo general, es imposible evitar la pérdida de ambas una vez planteado el ataque.
12º Las piezas que más hay que vigilar, por su aptitud para las dobles agresiones, son los caballos y la dama.
13º Al principio de la partida es preciso vigilar mucho las grandes diagonales para evitar las pérdidas de las torres.
14º No haga jugadas restrictivas.
15º No cambie piezas activas por inactivas.
16º Domine el centro del tablero.
17º No capture peones con perjuicio del desarrollo.
18º No intente combinaciones prematuramente.
19º No cambie de plan.
20º No abra el juego prematuramente.
21º Conserve la iniciativa.
De los anteriores consejos es fácil sacar una conclusión importante: la de que es preciso vigilar desde un principio el plan estratégico en el movimiento de las piezas, procurando alcanzar los escaques de forma que dominen mucho campo.
En la lucha por el control del centro del tablero la experiencia ha demostrado que a estos efectos las casillas d4 y d5 y e4 y e5 deben ser consideradas en forma especial. De ello se desprende que cada jugador procurará obtener la iniciativa de esta posesión, la cual puede obtener directa o indirectamente. En el primer caso, el centro será ocupado por los movimientos propios; en el segundo –el indirecto-, se someterá al centro de la presión de un ataque.
El gran campeón mundial José Raúl Capablanca enseña que las casillas d4, d5, e4 y e5, tanto para las blancas como para las negras, son las casillas centrales (ver diagrama). Son las casillas más importantes tanto en la apertura como en el medio juego y, con frecuencia, también en el final. Estas merecen especial atención. Dice Capablanca:” Una sencilla mirada mostrará que un alfil o una dama emplazada en cualquiera de estas cuatro casillas, dominará más casillas que en cualquier otra parte. Además, un caballo emplazado en cualquiera de las cuatro casillas centrales podrá moverse a cualquier lado con mayor rapidez que desde cualquier otro lugar. También, en el final de la partida el rey colocado en cualquiera de esas cuatro casillas, podrá ir con más rapidez a un ala o a la otra, que desde cualquier otro lugar”.
Todo lo expuesto en el párrafo anterior-agrega Capablanca- es, sencillamente, un hecho matemático y, en sí mismo, suficiente para demostrar la importancia de esas casillas; pero hay otros factores para demostrar su importancia, como que las dos primeras jugadas mejores de la apertura en teoría, son bien d4 o e4. Eso significa que las cuatro casillas centrales son donde la batalla tiene lugar inmediatamente. Además, según tiene lugar el desarrollo, las piezas se sacan al centro del tablero, haciendo así, por necesidad, las cuatro casillas centrales de suprema importancia. Por lo que concierne al medio juego, existe un principio general fundamental que dice: El control del centro es un prerrequisito esencial para un exitoso ataque directo contra el rey. Por control del centro se entiende dominio de las cuatro casillas centrales: d4, d5, e4 y e5.
Existen ajedrecistas que juegan todo tipo de sistemas aunque no tratan de introducir nada significativo en la teoría; llamados por consiguiente jugadores prácticos. Estos ajedrecistas trasladan el centro de gravedad de la partida hacia el medio juego. Esta táctica puede ser discutible pero en la práctica permite economizar mucho tiempo, fuerza y energía. Representantes de esta corriente son los Excampeones Mundiales Mijail Thal, Boris Spassky y en alguna medida Anatoly karpov.
También existen ajedrecistas que conocen perfectamente la teoría y al mismo tiempo tratan de crear en cualquier apertura algo suyo, nuevo; proponen un nuevo plan, una disposición nueva de las piezas, etc. Es así como ellos precisamente crean, es decir desarrollan la teoría. En este caso los ajedrecistas gastan mucho tiempo en el análisis de los problemas de la apertura e incluso en la misma partida con el consecuente gasto de tiempo, energía y fuerza. Ejemplo de estos maestros son Efin Gueller, Lajos Portisch, Bobby Fischer y Garry Kasparov, estos dos últimos en forma excepcional.
Asimismo, el mundo nos ha dado ajedrecistas que tienen un repertorio de aperturas bastante limitado, pero son verdaderos especialistas de las posiciones que conocen y juegan regularmente. En su preparación, experimentan, crean innovaciones, tratan de desmentir o al menos ponen en duda lo que la teoría reconoce como correcta. Esto exige una gran cantidad de tiempo y a veces surte efecto en una sola partida. Representantes de esta forma de tratar la apertura son Lev Polugaievsky (Siciliana), W. Ulhman (Francesa) y más recientemente E. Svesnikov (Sicialiana).
En lo que se refiere al repertorio de aperturas, hay que decir que al elegir los métodos de juego más cómodos para usted, en esta fase inicial, no tiene que descartar por completo el resto de los planteos. Sería erróneo limitarse a una única defensa o a un solo esquema de ataque, ya que el ajedrecista no tendría ni los conocimientos ni la experiencia necesaria. Se recomienda en general tener tres sistemas con blancas e igual número con negras. Asimismo, hay que señalar que las ideas características de una apertura determinada pueden hasta cierto punto, hacerse extensivas a otras, lo cual facilita mucho la orientación en una situación poco conocida.
La elección de una apertura no debe depender de la moda, sino, ante todo, del gusto en lo referente al tipo de posiciones a que cada planteo lleva. Al elegirse la apertura para un determinado adversario, se puede utilizar a menudo el efecto sorpresa, tomando en consideración que un esquema de apertura que no sea absolutamente correcto puede resultar complicado y desagradable para determinado rival.
Cuando se inicia con 1.e4 se tiene en cuenta que en las aperturas abiertas o semiabiertas es más rápido el despliegue de las fuerzas combativas y es más fácil organizar ataques sobre el punto “f7” y más sencilla la coordinación de las piezas.
Para jugar 1.d4 o 1.c4 no se precisa una preparación tan especial como en los juegos abiertos, pero si es necesario elegir la dirección correcta de las peripecias ulteriores de la lucha.
No es obligatorio, de forma alguna, analizarlo todo seguido, pero si le ha interesado algún esquema de apertura, ante todo, debe tratar de comprenderlo. Al analizar las partidas y variantes de apertura, se deben resolver todas las cuestiones y eliminar los puntos oscuros. Si no se comprende el objetivo de algunas jugadas, tiene que insistir hasta encontrar una respuesta exhaustiva. Los complicados esquemas modernos de aperturas se basan en matices estratégicos muy sutiles, dejando en el orden del día los problemas eternos del centro, las cuestiones vinculadas a la creación de puntos débiles permanentes y a la lucha por las líneas abiertas. Dichos esquemas no resuelven estas cuestiones y problemas en forma directa, sino recurriendo a menudo al rodeo astuto.
Hay que elegir los sistemas de apertura y la manera de juego que menos gusten al rival; es decir, que durante la lucha es necesario tomar en consideración no sólo las debilidades de la posición enemiga, sino los puntos vulnerables de su juego.
Es imprescindible no analizar las jugadas de la apertura en forma aislada, ni siquiera en forma de variantes, sino más bien en esquemas de larga duración, las posiciones típicas de cada apertura. Indudablemente que el estudio concienzudo de las aperturas es un problema para el ajedrecista, pues se necesita de una gran dosis de voluntad y dedicación, independientemente de la bibliografía y el material de apoyo que es esencial; no obstante, aunque existen infinidad de tratados y monografías para cada sistema de apertura, esto sólo no es suficiente porque intentar conocer de memoria las miles de variantes que existen es improductivo y morboso; embota el pensamiento y limita la creatividad.
Como la victoria en el ajedrez depende de regularidades lógicas, es necesario desarrollar las cualidades del carácter y el hábito de pensar. Se debe disciplinar ese carácter y la mente, acostumbrándose a encontrar fija y prolongadamente la atención.
Para aumentar los conocimientos de la apertura es conveniente perfeccionar el nivel de juego; su estudio estará relacionado con la asimilación de los elementos tácticos y estratégicos del medio juego, fase estrechamente relacionada con la movilización de las fuerzas combativas, pues a menudo resulta difícil determinar dónde finaliza la apertura y comienza el medio juego, aunque muchos dicen que la apertura puede terminar entre las movidas diez y quince.
En general, hay que tomar en cuenta que la teoría moderna de las aperturas no pretende resolver infaliblemente las complejas cuestiones que se plantean. Esta teoría sigue avanzando en base a la lucha de opiniones y a las apreciaciones cambiantes. La clave está en ¡estudiar bien las aperturas!
El ex campeón mundial de ajedrez, Tigran Petrosian señala con mucho acierto que el arte de prepararse en materia de aperturas es uno de los componentes de la maestría superior en ajedrez. Puede discutirse cuáles son los componentes más importantes o que cumplen la función principal en la elección del repertorio de aperturas, pero es indudable que resultan igualmente importantes tanto una exhaustiva información sobre las partidas y sobre las aperturas empleadas, que usted lector estudia, como también la objetividad al efectuarse el análisis de las partidas disputadas y las búsquedas originales. El descuido de cualesquiera de estos principios –dice Petrosian- significa socavar los cimientos sobre los cuales debe sostenerse la propia posición ajedrecística.
Muchos ajedrecistas se ensañan en el estudio de las aperturas. Se ocupan solamente en la preparación de la información, de los nuevos conocimientos de la apertura que estudian. El famoso entrenador Mark Dvoretsky dice:”Estoy convencido de que las principales reservas de un ajedrecista para el desarrollo de una competición, sobre todo en el caso de un joven, no se deben dirigir por ese camino. Es más importante poner en marcha la capacidad de entrenarse para el autoperfeccionamiento”.
La principal tarea del entrenador para con sus alumnos -agrega- consiste en establecer un “diagnóstico” de cada uno de ellos, para ayudarles a que lleguen con un estilo propio a descubrir tanto los puntos débiles como los fuertes, para ayudarles a liberarse de sus defectos y reforzar sus puntos fuertes.
Mañana veremos la segunda fase de una partida de ajedrez: El medio juego.
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