José Raúl Capablanca el intelectual del ajedrez

Por: Wilson Zapata Bustamante / Maestro Nacional

Capablanca puede ser considerado como el mejor exponente que haya aparecido en la historia del ajedrez, de ciertas cualidades intelectuales y de carácter, que son precisamente las que dan alcurnia al juego. Entre las primeras figuran la inventiva dentro de la lógica y la sencillez aunada con la profundidad, cuatro cualidades que en el grado que las poseía Capablanca se dan aisladas rarísimamente, pero que combinadas como lo estaban en el genial cubano constituyen, un caso único.

Innumerables testimonios sobre el genio de Capablanca han sido expresados por los ajedrecistas más reputados de la historia. El genio de Capablanca y su vigencia resaltan en la siguiente afirmación del cinco veces campeón mundial Mijail Botvinnik: “Es imposible comprender el ajedrez sin mirarlo con los ojos de Capablanca”.

José Raúl Capablanca y Graupera (La Habana, 19 de noviembre de 1888 – Nueva York, 8 de marzo de 1942) fue un ajedrecista cubano, campeón mundial de ajedrez de 1921 a 1927. Por su genio precoz, fue apodado «el Mozart del ajedrez»; por el aura de invencibilidad en su época dorada se le llamó «la máquina del ajedrez».

Capablanca no fundó ninguna escuela por sí mismo, pero su estilo fue muy influyente en las partidas de los campeones mundiales Bobby Fischer y Anatoly Karpov. Mijaíl Botvínnik escribió acerca de cuánto aprendió de Capablanca, y precisó que también Alekhine debía al cubano mucho de su juego posicional, que aprendió durante sus frecuentes reuniones antes de que la lucha por el título del mundo les hiciera enemigos. Botvinnik considera a Los fundamentos del ajedrez, de Capablanca, como el mejor libro sobre ajedrez que se haya escrito. En este texto el gran maestro precisa que mientras que el alfil es generalmente más fuerte que el caballo, la unión de reina más caballo es generalmente superior que la combinación de dama y alfil: el movimiento diagonal de éste simplemente imita al de la reina, mientras que el caballo la complementa, alcanzando inmediatamente posiciones que le están vedadas a la dama. Botvinnik acredita a Capablanca como el primero en hacer esta observación.

Capablanca fue uno de esos jugadores como Morphy, Reshevsky y Fischer que desde su infancia desplegaron tal habilidad en el dominio de las 64 casillas como para revelar al verdadero genio. Para él no había pesado estudio de teoría o memorización de aperturas. Los principios del juego posicional los captaba casi por intuición y las complejidades tácticas las penetraba y usualmente las evitaba con gran facilidad. En tanto que Tarasch había construido un sistema de gran ornamentación, el juego de Capablanca era rectilíneo e iba directa y económicamente a la solución. Después de la partida con Janowski en su sensacional debut en San Sebastián, 1911, confesó haber elegido una jugada inferior porque la mejor lo habría expuesto a críticas de los dogmáticos.

Se equivocaba raras veces; en un período de diez años solo sufrió una derrota. Su técnica, especialmente en los finales, era insuperable. En el match por el título mundial, venció al temible Lasker casi sin esfuerzo con cuatro victorias y diez tablas, jactándose de que en ningún momento había tenido una posición inferior.

Capablanca advierte que sería un grave error estudiar la apertura sin su conexión con el medio juego y el final. Del mismo modo es erróneo estudiar el medio juego sin considerar el final. Por lo tanto, está claro que el ajedrecista primero debe familiarizarse con el final, y solo cuando lo domine, entonces podrá aprender la apertura y el medio juego, que deben ir estrechamente ligados con el final.

¿Cómo jugar ajedrez?, es una obra clásica en este deporte que debe ser estudiada por todo aquel que quiera conocer los secretos de este maravilloso juego de reyes, caballos, alfiles, torres y peones. Es un legado del genio literario y ajedrecístico de José Raúl Capablanca.

El libro es una guía de aprendizaje que resulta de gran utilidad para todo aquel que comienza, donde encontrará todo lo necesario para adquirir los conocimientos teóricos, con ejemplos prácticos, conceptos y experiencias. Con un perfecto equilibrio entre sus temas, los cuales permiten la asimilación de su contenido.

Valoración de su carrera

En toda su carrera Capablanca sufrió menos de cincuenta derrotas en partidas oficiales. En partidas oficiales, perdió 35, el 6% del total. Permaneció invicto por más de ocho años, desde el 10 de febrero de 1916, cuando perdió desde una posición superior contra Oscar Chajes; hasta el 21 de marzo de 1924, cuando sucumbió frente a Richard Réti en el Torneo Internacional de Nueva York. Se trata de un récord de 63 juegos, que incluyó el delicadísimo torneo de Londres de 1922 y la partida por el campeonato del mundo contra Lasker. De hecho, sólo Marshall, Lasker, Alekhine y Rudolf Spielmann ganaron dos o más partidas oficiales frente a un Capablanca maduro, aunque los totales de sus respectivas carreras son negativos (Capablanca derrotó a Marshall +20 -2 =28, a Lasker +6 -2 =16, a Alekhine +9 -7 =33), a excepción de Spielmann que consiguió su nivel (+2 -2 =8). De la élite mundial, solamente Paul Keres tuvo un estrecho margen a su favor (+1 -0 =5), triunfo que ocurrió cuando Capablanca tenía 50 años, en el declive de su carrera. Su puntaje Elo ha sido calculado en 2725.

Como latinos nos sentimos orgullosos de nuestro Campéon Mundial. Del !gentleman del ajedrez! A partir de 1962 se desarrolla en Cuba, en honor de Capablanca, el Torneo Internacional Capablanca in Memoriam, uno de los torneos ajedrecísticos más importantes de América Latina.

PARTIDAS PARA EL ESTUDIO

BLANCAS: Capablanca

Negras: Jaffe

New York 1910

1. d4 / d5 2. Cf3 / Cf6 3. e3 / c6 4. c4 / e6 5. Cc3 / Cbd7 6. Ad3 / Ad6 7. 0-0 / 0-0 8. e4 / dxe4 9. Cxe4 / Cxe4 10. Axe4 / Cf6 11. Ac2 / h6 12. b3 / b6 13. Ab2 / Ab7 14. Dd3 / g6 15. Tae1 / Ch5!? 16. Ac1 / Rg7 17. Txe6! / Cf6 18. Ce5 / c5 19. Axh6+ / Rxh6 20. Cxf7+! Y LAS NEGRAS ABANDONAN.

BLANCAS: Capablanca

NEGRAS: Marshall

New York 1918

1. e4 / e5 2. Cf3 / Cc6 3. Ab5 / a6 4. Aa4 / Cf6 5. 0-0 / Ae7 6. Te1 / b5 7. Ab3 / 0-0 8. c3 / d5 9. exd5 / Cxd5 10. Cxe5 / Cxe5 11. Txe5 / Cf6 12. Te1 / Ad6 13. h3 / Cg4 14. Df3 / Dh4 15. d4 / Cxf2 16. Te2 / Ag4 17. hxg4 / Ah2+ 18. Rf1 / Ag3 19. Txf2 / Dh1+ 20. Re2 / Axf2 21. Ad2 / Ah4 22. Dh3 / Tae8+ 23. Rd3 / Df1+ 24. Rc2 / Af2 25. Df3 / Dg1 26. Ad5 / c5 27. dxc5 / Axc5 28. b4 / Ad6 29. a4 / a5 30. axb5 / axb4 31. Ta6 / bxc3 32. Cxc3 / Ab4 33. b6 / Axc3 34. Axc3 / h6 35. b7 / Te3 36. Dxf7+ / Txf7 37. b8=D+ / Rh7 38. Txh6+ Y LAS NEGRAS SE RIDNEN.

BLANCAS: Capablanca

NEGRAS: Steiner

Los Ángeles 1933

1. e4 / e5 2. Cf3 / Cf6 3. Cc3 / Cc6 4. Ab5 / Ab4 5. 0-0 / 0-0 6. d3 / d6 7. Ag5 / Axc3 8. bxc3 / Ce7 9. Ch4 / c6 10. Ac4 / Ae6 11. Axf6 / gxf6 12. Axe6 / fxe6 13. Dg4+ / Rf7 14. f4 / Tg8 15. Dh5+ / Rg7 16. fxe5 / dxe5 17. Txf6 / Rxf6 18. Tf1+ / Cf5 19. Cxf5 / exf5 20. Txf5+ / Re7 21. Df7+ / Rd6 22. Tf6+ / Rc5 23. Dxb7 / Db6 24. Txc6+ / Dxc6 25. Db4++. UN GRAN TRIUNFO DE CAPABLANCA.

BLANCAS: Capablanca

NEGRAS: Black

New York 1913

1. e4 / e5 2. Cf3 / Cf6 3. Cxe5 / d6 4. Cf3 / Cxe4 5. d4 / d5 6. Ad3 / Ad6 7. c4 / Ab4+ 8. Cbd2 / 0-0 9. 0-0 / Te8 10. cxd5 / Cf6 11. Ce5 / Cbd7 12. Cdf3 / Cxd5 13. Cxf7 / Rxf7 14. Cg5+ / Rf8 15. Dh5 / Y LAS NEGRAS SE RINDEN.

En las partidas de Capablanca se revela con fuertes caracteres la lógica y precisión típicas de su estilo.

El genial cubano se complacía en demostrar cómo puede ganarse en ajedrez con ventajas mínimas, y cómo una vez obtenidas, no debe temerse en general que sucesivas liquidaciones influyan para disminuir esas ventajas y aumentar las probabilidades de empate. En efecto, resulta muy difícil precisar en ciertos casos si la ventaja obtenida basta para ganar y la inventiva y la combinación pueden detener su esfuerzo explorador de la victoria, para cederla a la  fría claridad de la técnica, en cuyo punto termina realmente el combate con todo lo que encierra de emoción y de inspiración , o hay que seguir luchando para acrecentar la superioridad obtenida. Pues bien, en este aspecto Capablanca disponía de una intuición asombrosa, que le permitió la elegancia de vencer con los medios más estrictos.

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