
Por: Rodolfo Bueno
Como introducción al problema judío-palestino basta saber que hebreo es un pueblo, judaísmo una religión, Israel un país y sionismo una ideología muy semejante a la nazi, aunque coloquialmente estos términos se reduzcan al de judío.
Los palestinos, verdaderos dueños de Palestina, son sometidos a una cruenta limpieza étnica para arrebatársela. Los sionistas de Israel actúan criminalmente, igual que los nazis, porque, mientras que para todas las culturas basadas en religiones monoteístas, incluida la judía, la totalidad de los seres humanos somos iguales ante Dios, los sionistas y los nazis consideran que la vida de cualquier ser diferente a ellos vale un comino. Este extraño paralelismo entre estas organizaciones se da porque ambos regímenes tienen en común la misma ideología, pues sionismo y nazismo casi que son la misma cara de la misma moneda.
Vladímir Jabotinsky, ideólogo y líder del sionismo, militar y fundador de la legión judía, lo explica mejor que nadie. Según él, es imposible transformar pacíficamente a Palestina de árabe en judía, pues nunca la colonización de un país se da de acuerdo con la población nativa, que siempre luchará obstinadamente en contra del colonizador. Todo pueblo considera a su país como su hogar nacional, del que debe ser su dueño absoluto y nunca aceptará voluntariamente a otro dueño. Los palestinos miran a Palestina con el mismo amor instintivo y el auténtico fervor con que el azteca miraba a México o el indio sioux a su pradera.
Los palestinos lucharán contra el colonizador mientras tengan un destello de esperanza de que pueden evitar la conquista y la colonización. Tal es la naturaleza de las cosas, es imposible cambiarla. Nuestra colonización debe desarrollarse desafiando la voluntad de la población nativa y puede continuar sólo bajo el escudo de la fuerza. Esa es nuestra ética, no hay otra.
Mientras los palestinos tengan la mínima esperanza, no venderán esa esperanza por ningún bocado apetitoso, porque no nos tenemos que ver con una chusma sino con un pueblo vivo y ningún pueblo hace concesiones tan enormes sobre cuestiones tan decisivas, salvo si no le queda ninguna esperanza, concluye Jabotinsky.
A confesión de parte…
En Gaza, Israel realiza un genocidio contra los palestinos porque según el sionismo esa es la única manera de colonizar Palestina. La creación de Israel produjo el conflicto con los palestinos, que no podían aceptar la teoría sionista de que, en el nombre de la Tora, les arrebataran sus tierras.
Luego de que la ONU decretara la partición de Palestina en dos estados, bandas sionistas expulsaron de Palestina a la población aborigen mediante genocidios, pues, para el sionismo “no existe absolutamente ninguna prohibición moral contra la matanza de civiles durante una masiva ofensiva militar, lo que incluye a mujeres y niños”. Casi un millón de palestinos fueron desterrados de su patria. En 1950 Israel repartió estas tierras “abandonadas” entre los judíos que emigraron a ese país.
El rasgo común entre el nazismo y el sionismo es el odio y el desprecio por los demás pueblos. Ambas doctrinas se parecen incluso en sus argumentos, para Goebbels, Ministro de Propaganda nazi, “Alemania tiene derecho de defenderse”, lo mismo sostiene Israel.
El rabino Weissmand, dirigente judío que propuso una serie de medidas para salvar a los judíos del exterminio en Auschwitz, se quejaba amargamente de la inactividad sionista mientras se asesinaba a seis millones de judíos: Vosotros también sois asesinos porque estáis sentados sin hacer nada para detener el asesinato de judíos. “¿No sabéis el infierno que nos rodea? ¿Para quién guardáis vuestro dinero? ¡Asesinos, locos!” Einstein dijo sobre los gobernantes sionistas de Israel: “Son un partido político estrechamente emparentado con los partidos nazifacistas por su organización, sus métodos, su filosofía política y su demanda social”. Lo mismo podría repetir sobre el nazisionismo que hoy extermina a palestinos en Gaza.
La colaboración entre nazis y sionistas es tan extensa como el tejido de Penélope y tan vieja como la sarna. En junio de 1933, los sionistas alemanes comunicaron al Partido Nazi que “un renacimiento de la vida nacional como el que se da en la vida alemana… también debe tener lugar en el grupo nacional judío”. El Congreso Sionista Mundial de 1933 rechazó por abrumadora mayoría una resolución para actuar contra Hitler, rompió el boicot judío y se convirtió en el principal distribuidor de productos nazis en el Oriente Medio y el Norte de Europa; como retribución, Hitler anunció un acuerdo destinado a recibir capitales judíos para el Banco Anglo Palestino.
Posteriormente los sionistas invitaron al barón Von Mildenstein, miembro de la Seguridad de las SS, para que en apoyo al sionismo visitara Palestina; Goebbels, Ministro de Propaganda de Alemania Nazi, en conmemoración a esta visita acuñó una medalla con la svástica en un lado y la estrella de David en el otro. Heydrich, jefe Seguridad de las SS, escribió que los sionistas “cuentan con nuestros mejores deseos y con nuestra buena voluntad oficial”. Adolf Eichmann fue invitado a Palestina como huésped de las Haganah, donde se le informó que “los círculos nacionalistas judíos estaban muy complacidos por la política radical alemana,” que permitía a la población judía de Palestina llegar a tener superioridad numérica sobre los árabes.
Más adelante, durante la Segunda Guerra Mundial, Isaac Shamir, quien fuera Primer Ministro de Israel, propuso un pacto militar entre el Irgun sionista y el Tercer Reich. En esta propuesta se dice que es conocida la buena voluntad del gobierno alemán para con la actividad sionista en Alemania y que hay intereses comunes para la instauración de un Nuevo Orden en Europa, según la concepción alemana; que el establecimiento del “Estado judío histórico sobre una base nacionalista y totalitaria y unida por tratados con el Reich alemán, estaría en el interés de mantener y fortalecer la futura posición de poder de Alemania en el Medio Oriente”. A partir de estas consideraciones, “el Irgun se ofrece a participar activamente en la guerra del lado de Alemania”.
Es que el objetivo sionista nada tenía que ver con salvar a los judíos del Holocausto, muy por el contrario, sabían que el judío europeo, una vez a salvo, se instalaría en cualquier lugar menos en el Medio Oriente; por eso veían cualquier esfuerzo en esa dirección como un amenaza a su proyecto de conquistar Palestina. Sólo necesitaban del Holocausto para convencer al resto de sobrevivientes de retornar a Sión.
Por algo Einstein, en carta abierta suscrita por prominentes judíos, acusó a los sionistas de preconizar en el seno de la comunidad judía una “mezcla de ultra nacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial”, signo indudable de un partido fascista para el cual el terrorismo “es un medio para alcanzar su objetivo de ser un Estado líder” y se asombró de que todavía hubiera quienes, correctamente informados sobre el pasado criminal del sionismo, pudieran apoyar ese movimiento.
No exageraba, Martin Griffiths, secretario adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, denunció que “Gaza se ha convertido en un lugar de muerte y desesperación. Simplemente se ha vuelto inhabitable. No hay agua. No hay clases. Nada más que los aterradores sonidos de la guerra, día tras día”. Jason Lee, director de Save the Children para el territorio palestino ocupado, afirmó: “He visto médicos y enfermeras completamente abrumados cuando los niños llegan con heridas de explosión. El impacto de ver a niños con tanto dolor y no tener equipos ni medicamentos para tratarlos o aliviar el dolor es demasiado, incluso en zonas de guerra. Las imágenes de niños pequeños mutilados por las bombas no pueden conciliarse y mucho menos entenderse dentro de los límites de la humanidad”. Según datos de UNICEF, desde que comenzó la ofensiva de Israel a unos diez niños les amputaron cada día una o ambas piernas; además, muchas de esas amputaciones se realizaron sin anestesia. “Es insoportable. ¿Cómo puede alguien tolerar este horror?”, dijo Riyad Mansour, representante de Palestina ante la ONU, mientras lloraba copiosamente en el Consejo de Seguridad de ese organismo. ¿Y por qué tanta crueldad? Porque los dirigentes de Israel intentan eliminar así a futuros combatientes palestinos. Por eso es tan elevado el número de niños asesinados en Gaza, más de cinco mil hasta la fecha.
Hoy Israel tiene el ejército más poderoso del Medio Oriente y el apoyo de toda administración estadounidense, pero no cuenta con la razón histórica, por eso Palestina, que sí la tiene, vencerá. Solo después será factible la creación del Estado de Palestina, con las fronteras de 1967 y su capital en Jerusalén Este, con lo que se cumplirá el acuerdo del 29 de noviembre de 1947, en el que la Asamblea General de la ONU estableció dos Estados, Palestina e Israel, resolución que no se ha cumplido, porque Israel sigue ocupando Palestina. Solo entonces habrá paz.