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La inteligencia artificial, una aliada inesperada contra los ‘deepfakes’

Aunque los vídeos manipulados con IA se han convertido en armas de desinformación durante campañas electorales y en redes sociales, la misma tecnología que los genera puede servir para combatirlos. Herramientas como el análisis de sentimientos y el aprendizaje automático abren nuevas vías para frenar el avance de los bulos digitales.  

Deepfakes, videos falsos, IA

Esta imagen se centra en la manipulación de datos en casos en los que se filma a personas y se comparten sus vídeos sin su consentimiento / Telling Tales by Reihaneh Golpayegani (Better Images of AI)

En las últimas semanas, hemos visto vídeos creados por inteligencia artificial para desacreditar a rivales políticos. Pero esta tecnología no sirve solo para alimentar los bulos y la propaganda. Todo depende del prisma por el que se mire: también puede ser una aliada en la lucha contra la desinformación.

Un deepfake es un contenido audiovisual alterado mediante IA (deep learning). Lo más popular es cambiar la expresión facial de alguien. Otras veces se mezclan los rasgos de dos personas.

Los primeros deepfakes aparecieron en 2019, aunque su auge llegó durante la pandemia de la covid-19

Los primeros aparecieron en 2019, aunque su auge llegó durante la pandemia de covid-19.

En 2021, una cuenta de TikTok publicó varios vídeos de Tom Cruise. ¿Dónde ha aprendido Tom Cruise a hacer magia? ¿Desde cuándo sabe tocar la guitarra? En realidad, eran grabaciones hechas a un doble del actor. Los vídeos, que representaron un salto de calidad en este tipo de producciones, se editaron con programas informáticos y algoritmos de inteligencia artificial.

En campaña electoral

En 2024, tras analizar la presencia de deepfakes en procesos electorales, un estudio concluyó que muchos de ellos son difundidos por el entorno político. El objetivo puede ser promocionar una campaña o desacreditar al rival. Esta tendencia ha llegado recientemente a España.

Algunos vídeos han sido eliminados ante las protestas, ya que, además, pueden perjudicar la imagen pública de terceros.

La polémica surge también al justificar su uso. ¿Este tipo de tecnologías permite que la comunicación “evolucione”? ¿Las campañas de publicidad con deepfakes son “más eficaces”?

¿Afectan a la confianza en los medios?

Un estudio publicado en 2025 aborda esta cuestión, centrándose en el impacto de los deepfakes en la credibilidad de los medios. Según los autores, esta práctica provoca una pérdida de confianza en el medio de comunicación, tal y como constataron los participantes tras ser informados del engaño.

Por otro lado, apunta que no está claro si estar expuestos a estos contenidos afecta a nuestra capacidad para diferenciar entre una imagen real y una falsa. Asimismo, los autores no pudieron encontrar qué factores hacen a un formato deepfake más o menos creíble. De hecho, no parece estos vídeos decepcionen más a la audiencia que una noticia falsa escrita al modo tradicional.

La comunidad científica ha propuesto usar la IA para luchar contra la desinformación.

El procesamiento del lenguaje natural detecta inconsistencias en textos, mientras que el aprendizaje automático ayuda a distinguir entre noticias reales y falsas

El procesamiento del lenguaje natural, que estudia las expresiones que aparecen en los textos, es eficaz para detectar inconsistencias en noticias falsas.

Además, el aprendizaje automático, que analiza grandes volúmenes de texto para hacer predicciones, puede ayudar a discernir entre informaciones reales y falsedades.

Otra herramienta es el análisis de sentimientos, que evalúa el tono o emoción de un texto y es útil para buscar contenido polarizado en redes sociales.

Ventajas y desventajas

Estas técnicas tienen ventajas frente a los moderadores de contenido humanos. La primera es que la inteligencia artificial analiza mucha más información. Además, lo hace de forma automática en mucho menos tiempo.

Otra ventaja es la inmediatez: podemos detectar en tiempo real tendencias y temáticas que surgen en redes sociales. Esto ayuda a intervenir más rápido.

Las herramientas de IA tienen también limitaciones: no comprenden el contexto ni interpretan dobles sentidos como lo haría una persona

Sin embargo, las herramientas de IA también tienen limitaciones. Carecen de contexto para entender expresiones de lenguaje complejas. No saben interpretar dobles sentidos.

Un inconveniente más es que están sesgadas por la información verídica y falsa con la que han sido entrenados. Además, no son transparentes en sus decisiones a la hora de determinar si una noticia es falsa o no.

Regulación europea

La regulación europea exige identificar un contenido audiovisual generado por inteligencia artificial. Estas normativas pueden persuadir a personalidades públicas, medios de comunicación o empresas, cuando lo que está en juego es preservar su reputación.

Por otra parte, la misma tecnología que genera los deepfakes puede ayudar a detectarlos. Tras procesar grandes cantidades de ejemplos, la IA aprende a encontrar características que distingan contenidos falsos y reales.

Tras procesar grandes cantidades de ejemplos, la IA aprende a encontrar características que distingan contenidos falsos y reales.

A día de hoy, no obstante, la generación de deepfakes está mucho más avanzada que la detección. Si la calidad de la imagen es baja, los detectores tienen problemas para poder analizarla. A esto se suma que aún arrojan bastantes “falsos positivos”, es decir, catalogan muchas veces como deepfake un contenido que no lo es.

Mientras tanto, lo que está claro es que la generación de contenido con inteligencia artificial va a continuar en aumento. La precisión de las caras, los movimientos humanos y las voces seguirá perfeccionándose.

Pero la batalla no está ahí. La clave está en hacer un uso responsable y ético de la inteligencia artificial.

Aurora Ramírez Quesada, profesora asociada de la Universidad de Córdoba.

Fuente: The Conversation
Derechos: Creative Commons.

Gringo Cofán

César Montaño Galarza

Por: Dr. César Montaño Galarza,

Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar 

Gringo Cofán es un fascinante documental dirigido por Verónica Moscoso; cuenta la historia de Randall (Randy) Borman (1955-2025), hijo de misioneros lingüistas estadounidenses que nació en la Amazonía ecuatoriana y creció en el pueblo y nacionalidad Cofán convirtiéndose en uno de ellos. Los cofanes -hombres jaguar- en Ecuador son aproximadamente 1200 habitantes, hablan la lengua A´ingae, están ubicados en la provincia de Sucumbíos y en la frontera con Colombia; se distribuyen en comunidades como Duvino, Sinangüe, Dureno, Zábalo y Chandia N´aen. El audiovisual es un magnífico testimonio que ofrece una perspectiva única sobre la cosmovisión de los cofanes desde una postura occidental, mostrando los desafíos que enfrenta esta nacionalidad indígena para sobrevivir como cultura entre la colonización y la explotación petrolera.

La directora Verónica Moscoso, oriunda de Quito y radicada en EE.UU., es una escritora, periodista y documentalista con una destacada trayectoria internacional. Su anterior documental, A Wild Idea, fue premiado en nueve festivales internacionales. Además, ha escrito libros de lectura fácil para estudiantes de español y ha trabajado en proyectos multimedia en inglés y español. La visión que proyecta en sus trabajos se ha enriquecido por su experiencia viajando por el Medio Oriente y el Sudeste Asiático, lo que le ha aportado una pulsación global a sus relatos.

Destacan en este nuevo audiovisual la investigación realizada, el guión, la dirección, la producción, la fotografía, el sonido, las entrevistas y testimonios y, la narración. En concreto, es la historia de un líder cofán blanco que defendió su cultura, así como también la biodiversidad, los derechos territoriales indígenas y el ambiente. Se trata de una contundente lección estética sobre la vida y la interculturalidad llevadas a su máxima expresión, también acerca de la identidad y la pertenencia.

Gringo Cofán se exhibió recientemente en estreno en la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, en Quito. El evento fue organizado por la Cátedra de Pueblos Indígenas de América Latina y el Colegio de América Sede Latinoamericana de la misma Universidad, también por la Unión Europea, el Proyecto EDGES y Vero Mundo. Este documental se presentará en los próximos meses en importantes festivales internacionales, donde estamos seguros será aclamado debido a la altísima calidad que posee, por el excepcional contenido y su potente significado para la humanidad.

 

Las 8 frases más conmovedoras del Cardenal Re en el funeral del Papa Francisco

Un retrato del Papa Francisco es exhibido durante una Misa memorial en su honor en la Catedral del Duomo. 22 de abril de 2025. | Crédito: pcruciatti – Shutterstock

Aquí compartimos algunas citas conmovedoras.

1. “Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro”.

2. “A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal. Siguió las huellas de su Señor, el buen Pastor, que amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida”.

3. “Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos”.

4. “Lleno de calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales, el Papa Francisco realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización”.

Foto panorámica de la Plaza de San Pedro para la Misa de exequias del Papa Francisco, 26 de abril de 2025. Crédito: Daniel Ibáñez / EWTN News.
Foto panorámica de la Plaza de San Pedro para la Misa de exequias del Papa Francisco, 26 de abril de 2025. Crédito: Daniel Ibáñez / EWTN News.

5. “Su carisma de acogida y escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad de hoy, tocó los corazones, tratando de despertar las fuerzas morales y espirituales”.

6. “Recurrió varias veces a la imagen de la Iglesia como “hospital de campaña” después de una batalla con muchos heridos; una Iglesia determinada y deseosa de hacerse cargo de los problemas de las personas y los grandes males que desgarran el mundo contemporáneo”.

7. “El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos”.

8. “Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios”.

Homilía del Cardenal Pietro Parolin en el segundo día de “Novendiales” por la muerte del Papa Francisco

Cardenal Pietro ParolinEl Cardenal Pietro Parolin, ex Secretario de Estado del Vaticano, presidió la segunda Misa de los «Novendiales», los nueve días de luto por la muerte del Papa Francisco. | Crédito: Daniel Ibáñez / EWTN News.

Este II Domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, el Cardenal Pietro Parolin presidió la celebración de la Misa en el segundo día de los “Novendiales”, periodo de nueve días de luto por la muerte del Papa Francisco.

La Misa se enmarcó además en el Jubileo de los Adolescentes, que congregó a decenas de miles de jóvenes en Roma.

A continuación, el texto completo de la homilía pronunciada por el Cardenal Pietro Parolin, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas:

Jesús Resucitado se presenta ante sus discípulos, mientras se encuentran en el cenáculo donde se han encerrado por miedo, atrancando las puertas (Jn 20,19). Su estado de ánimo está turbado y su corazón hundido en la tristeza, porque el Maestro y Pastor que habían seguido dejándolo todo, fue clavado en la cruz. Vivieron cosas terribles y se sienten huérfanos, solos, perdidos, amenazados e indefensos.

La imagen inicial que el Evangelio nos ofrece en este domingo puede representar el estado de ánimo de todos nosotros, de la Iglesia y del mundo entero. El Pastor que el Señor donó a su pueblo, el Papa Francisco, terminó su vida terrena y nos ha dejado. El dolor de su partida, el sentido de tristeza que nos embarga, la turbación que percibimos en el corazón, la sensación de pérdida, todo esto lo estamos viviendo, como los apóstoles acongojados por la muerte de Jesús.

Y, sin embargo, el Evangelio nos dice que precisamente en estos momentos de oscuridad el Señor se presenta ante nosotros con la luz de la resurrección, para iluminar nuestros corazones. El Papa Francisco nos lo ha recordado desde su elección y lo ha repetido con frecuencia, poniendo en el centro de su pontificado esa alegría del Evangelio que —como escribía en Evangelii gaudium— «llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (n. 1).

La alegría pascual, que nos sostiene en la hora de la prueba y de la tristeza, es algo que hoy se puede casi tocar en esta plaza; la vemos impresa sobre todo en los rostros de ustedes, queridos chicos y adolescentes que han llegado desde todo el mundo a celebrar el Jubileo. Vienen de muchas partes: de todas las diócesis de Italia, de Europa, de los Estados Unidos, de América Latina, de África, de Asia, de los Emiratos Árabes, etc., con ustedes se hace presente realmente el mundo entero. A ustedes les dirijo un saludo especial, con el deseo de hacerles sentir el abrazo de la Iglesia y el afecto del Papa Francisco, que habría deseado encontrarlos, mirándolos a los ojos, y pasando entre ustedes para saludarlos.

Ante los numerosos desafíos que están llamados a afrontar —recuerdo, por ejemplo, el de la tecnología y de la inteligencia artificial que caracteriza en modo particular nuestra época— no olviden nunca alimentar su vida con la verdadera esperanza, que tiene el rostro de Jesucristo. Nada será demasiado grande o demasiado arduo con Él. Con Él no estarán nunca solos ni abandonados, ni siquiera en los momentos más duros. Él viene a encontrarse con ustedes allí donde están, para darles el coraje de vivir, de compartir sus experiencias, sus pensamientos, sus dones, sus sueños, de ver en el rostro de quien está cerca o lejos a un hermano y una hermana a quien amar, a los que tenemos tanto que dar y de los que tenemos tanto que recibir, para ayudarles a ser generosos, fieles y responsables en la vida que les espera, para hacerles comprender lo que realmente tiene valor en la vida: el amor que todo lo comprende y que todo lo espera (cf. 1 Co 13,7).

Hoy, segundo domingo de Pascua, domingo in Albis, celebramos la fiesta de la Misericordia. Precisamente la misericordia del Padre, más grande que nuestros límites y que nuestros cálculos, es aquello que ha caracterizado el Magisterio del Papa Francisco y su intensa actividad apostólica, junto al deseo de anunciarla y compartirla con todos —el anuncio de la Buena noticia, la evangelización— que fue el programa de su pontificado. Él nos ha recordado que “misericordia” es el nombre mismo de Dios y, por lo tanto, nadie puede poner un límite a su amor misericordioso, con el que Él quiere volver a levantarnos y hacernos personas nuevas.

Es importante acoger como un tesoro precioso esta indicación sobre la que el Papa Francisco tanto insistió. Y —permítanme decirlo— nuestro afecto por él, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento, debemos acoger su herencia y hacerla vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo nosotros también misericordiosos los unos con los otros.

La misericordia nos transporta al corazón de la fe. Nos recuerda que no debemos interpretar nuestra relación con Dios y nuestro ser Iglesia según categorías humanas o mundanas, porque la buena noticia del Evangelio es sobre todo el descubrirnos amados por un Dios que tiene entrañas de compasión y de ternura para cada uno de nosotros independientemente de nuestros méritos; nos recuerda, además, que nuestra vida está tejida por la misericordia. Nosotros podemos levantarnos después de caer y mirar al futuro sólo si tenemos a alguien que nos ama sin límites y nos perdona. Y, por eso, se nos pide comprometernos a no vivir ya nuestras relaciones según criterios de conveniencia o cegados por el egoísmo, sino abriéndonos al diálogo con el otro, acogiendo a quien encontramos en el camino y perdonando sus debilidades y sus errores. Sólo la misericordia sana y crea un mundo nuevo, apagando los fuegos de la desconfianza, del odio y de la violencia. Esta es la gran enseñanza del Papa Francisco.

Jesús nos muestra este rostro misericordioso de Dios en su predicación y en los gestos que realiza; y, como hemos escuchado, presentándose en el cenáculo después de la resurrección, ofrece el don de la paz y dice: «Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan» (Jn 20,23). Así, el Señor Resucitado establece que sus discípulos, su Iglesia, sean instrumentos de misericordia para la humanidad, para aquellos que desean acoger el amor y el perdón de Dios. El Papa Francisco fue testigo luminoso de una Iglesia que se inclina con ternura hacia quien está herido y sana con el bálsamo de la misericordia; y nos ha recordado que no puede haber paz sin que reconozcamos el valor del otro, sin la atención al que es más débil y, sobre todo, no puede haber nunca paz si no aprendemos a perdonarnos recíprocamente, usando entre nosotros la misma misericordia que Dios tiene para con nuestra vida.

Hermanos y hermanas, precisamente en el domingo de la misericordia recordamos con afecto a nuestro amado Papa Francisco. Este recuerdo está particularmente vivo entre los empleados y fieles de la Ciudad del Vaticano, muchos de los cuales están aquí presentes, a ellos les quiero agradecer el servicio que realizan cada día. A ustedes, a todos nosotros, al mundo entero, el Papa Francisco nos envía su abrazo desde el cielo.

Nos encomendamos a la Bienaventurada Virgen María, a la que Él estaba tan devotamente unido que ha elegido reposar en la Basílica de Santa María la Mayor. Que ella nos proteja, interceda por nosotros, vele por la Iglesia, y sostenga el camino de la humanidad en la paz y en la fraternidad. Amén.

Antídoto contra el montalvismo. 1886

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Por: Dr. Pedro Reino Garcés, Cronista Oficial de Ambato

Dice el documento digitalizado que esta “descomunal” contestación a los Siete Tratados del ecuatoriano Juan Montalvo se publicó en 1886 en dos tomos en letra más bien menuda (# 8 actual) y a dos columnas, posiblemente en Panamá o en Bogotá, por parte del autor panameño (colombiano en ese entonces) Juan Bautista Pérez y Soto (1854 – 1926). Isaac J. Barrera cita como uno de los libros raros y curiosos. El caso es que una fotocopia vino en mi maleta desde Bogotá en 1977 en 685 páginas tomadas de la publicación original, a la que haré las citas. Luego, debió ser hecha una edición por el Banco de la República de Colombia, y cuya edición dice que en la propia Colombia este libro es “de suma rareza”.

“Los Siete tratados están escritos con tal abundancia de citas históricas, parábolas y ejemplos, que su lectura no es fácil: el lector puede perder el interés en la obra por el derroche de erudición del autor y por sus digresiones” (p. Virtual).

La obra de Montalvo habría despertado tal impacto, sobre todo entre el clero adulador de García Moreno, que no dudó en mandarlo al Index librorum prohibitorum. Esto lo hizo nada menos que el arzobispo de Quito Ignacio Ordóñez, diciendo entre otras cosas ante la opinión pública que “los libros condenados simulan un cesto de flores, cuando a su interior esconden veneno”. Y Ya sabemos y hay que volver a releer la respuesta feroz de Montalvo en su Mercurial Eclesiástica.

¿Cómo desacreditar un contenido?

Primero poniéndolo un título peyorativo a la obra replicante: La Curarina, que según la botánica “La curarina (Cissampelos pareira) es una planta trepadora de la familia de las Menispermáceas, conocida también como hierba de la víbora, alcotán, bejuco de cerca, bejuquillo, huaco, barba de viejo, barbas de gallo, hierba del ojo, oreja de ratón y curalina, entre otros. Destaca su utilización tradicional en la medicina china, ayurvédica y mejicana” (Pág. Virtual). Si entendemos lo que es la “hierba de la víbora”, por eso le añadió el subtítulo de “Antídoto contra el montalvismo” que resulta un reconocimiento subyacente a que las obras de Montalvo tenían seguidores y un público cautivo al que había que advertirlo de abstenerse de leer porque resultarían envenenados de liberalismo.

Juan Pérez tiene el propósito de ir a buscar en Montalvo puntualmente en dónde está el veneno con que ha mordido a la religión y a la política conservadora, que resulta ser un acercamiento a desacreditar la filosofía, la ética y la religiosidad del adversario.

Leamos el preludio de La Curarina:

“Gritar y más gritar es la táctica del vendutero que quiere realizar su mercancía averiada, hueso de algún mercado; del político disoluto que procura el envilecimiento de los puestos públicos y la perturbación del orden para medrar a río revuelto; del novelista infame que con sus groseras invenciones estraga el buen gusto literario y corrompe las costumbres, derramando el oprobio por gracia de la calumnia sobre familias enteras. En general, gritar es la táctica de todo farsante, de todo cínico…

Los gritones saben a qué atenerse. Contando con la gran masa del género humano, que es compuesta de tontos o de hombres de perezosa mente que, o no saben pensar, o gustan de que otros piensen por ellos; con los pícaros en considerable número, parte asimilable; con los egoístas, como el potentado que no quiere distraer ni un peso de sus arcas ni una hora de su tiempo, elemento de su regalo; con los pusilánimes, que aunque sean atendidos, reducen los horizontes de su vida a las paredes de su hogar; en fin, con la complicidad de unos y la tolerancia de todos, ellos se han hecho dueños del mundo…” (Muchos de nosotros tenemos recuerdos de gritones demagogos que gritaban en sus discursos para ser aplaudidos).

Homilía de la Misa de exequias del Papa Francisco

Ante una plaza completamente llena, el purpurado hizo un repaso del legado pastoral del Pontífice argentino, quien “eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal”.

A continuación la homilía completa: 

En esta majestuosa plaza de San Pedro, en la que el Papa Francisco ha celebrado tantas veces la Eucaristía y presidido grandes encuentros a lo largo de estos 12 años, estamos reunidos en oración en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe, que nos asegura que la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre, en una vida de felicidad que no conocerá el ocaso.

En nombre del Colegio de Cardenales agradezco cordialmente a todos por su presencia. Con gran intensidad de sentimiento dirijo un respetuoso saludo y un profundo agradecimiento a los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Delegaciones oficiales venidas de numerosos países para expresar afecto, veneración y estima hacia el Papa que nos ha dejado.

La masiva manifestación de afecto y participación que hemos visto en estos días, después de su paso de esta tierra a la eternidad, nos muestra cuánto ha tocado mentes y corazones el intenso pontificado del Papa Francisco.

Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro y luego bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil descubierto a toda la gran multitud reunida para la Misa de Pascua.

Con nuestra oración queremos ahora confiar el alma del amado Pontífice a Dios, para que le conceda la felicidad eterna en el horizonte luminoso y glorioso de su inmenso amor.

Nos ilumina y guía la página del Evangelio, en la cual resonó la misma voz de Cristo que interpelaba al primero de los Apóstoles: “Pedro, ¿me amas más que estos?”. Y la respuesta de Pedro fue inmediata y sincera: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Y Jesús le confió la gran misión: “Apacienta mis ovejas” (cf. Jn 21,16-17). Será esta la tarea constante de Pedro y de sus sucesores, un servicio de amor a imagen de Cristo, Señor y Maestro, que «no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mc10,45).

A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal. Siguió las huellas de su Señor, el buen Pastor, que amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida. Y lo hizo con fuerza y serenidad, cercano a su rebaño, la Iglesia de Dios, recordando la frase de Jesús citada por el Apóstol Pablo: «La felicidad está más en dar que en recibir» (Hch 20,35).

Cuando el Cardenal Bergoglio, el 13 de marzo de 2013, fue elegido por el Cónclave para suceder al Papa Benedicto XVI, llevaba sobre sus hombros años de vida religiosa en la Compañía de Jesús y, sobre todo, estaba enriquecido por la experiencia de 21 años de ministerio pastoral en la Arquidiócesis de Buenos Aires, primero como Auxiliar, luego como Coadjutor y después, especialmente, como Arzobispo.

La decisión de tomar por nombre Francisco pareció de inmediato una elección programática y de estilo con la que quiso proyectar su Pontificado, buscando inspirarse en el espíritu de san Francisco de Asís.

Conservó su temperamento y su forma de guía pastoral, y dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad, entregándose sin medida, en particular por los últimos de la tierra, los marginados. Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos. Además, fue un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad y a lo que el Espíritu Santo suscitaba en la Iglesia.

Con el vocabulario que le era característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas, siempre buscó iluminar con la sabiduría del Evangelio los problemas de nuestro tiempo, ofreciendo una respuesta a la luz de la fe y animando a vivir como cristianos los desafíos y contradicciones de estos años de cambio, que él solía calificar como “cambio de época”.

Tenía gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia.

Lleno de calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales, el Papa Francisco realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización, buscando consolar y alentar con un mensaje capaz de llegar al corazón de las personas de forma directa e inmediata.

Su carisma de acogida y escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad de hoy, tocó los corazones, tratando de despertar las fuerzas morales y espirituales.

El primado de la evangelización fue la guía de su Pontificado, difundiendo con una clara impronta misionera la alegría del Evangelio, que fue el título de su primera Exhortación apostólica Evangelii gaudium. Una alegría que llena de confianza y esperanza el corazón de todos los que se confían a Dios.

El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas siempre abiertas. Recurrió varias veces a la imagen de la Iglesia como “hospital de campaña” después de una batalla con muchos heridos; una Iglesia determinada y deseosa de hacerse cargo de los problemas de las personas y los grandes males que desgarran el mundo contemporáneo; una Iglesia capaz de inclinarse ante cada persona, más allá de todo credo o condición, sanando sus heridas.

Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados. También fue constante su insistencia en actuar a favor de los pobres.

Es significativo que el primer viaje del Papa Francisco fuera a Lampedusa, isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar. En la misma línea fue también el viaje a Lesbos, junto con el Patriarca Ecuménico y el Arzobispo de Atenas, así como la celebración de una Misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con ocasión de su viaje a México.

De sus 47 agotadores Viajes Apostólicos quedará especialmente en la historia el de Irak en 2021, realizado desafiando todo riesgo. Esa difícil Visita Apostólica fue un bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí, que tanto había sufrido por la obra inhumana del ISIS. Fue también un viaje importante para el diálogo interreligioso, otra dimensión relevante de su labor pastoral. Con la Visita Apostólica de 2024 a cuatro países de Asia-Oceanía, el Papa alcanzó “la periferia más periférica del mundo”.

El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino.

Quiso el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que la misericordia es “es el corazón del Evangelio”.

Misericordia y alegría del Evangelio son dos conceptos clave del Papa Francisco.

En contraste con lo que definió como “la cultura del descarte”, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad. El tema de la fraternidad atravesó todo su Pontificado con tonos vibrantes. En la Carta encíclica Fratelli tutti quiso hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad, porque todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos. Con fuerza recordó a menudo que todos pertenecemos a la misma familia humana.

En 2019, durante su viaje a los Emiratos Árabes Unidos, el Papa Francisco firmó un documento sobre la “Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común”, recordando la común paternidad de Dios.

Dirigiéndose a los hombres y mujeres de todo el mundo, con la Carta encíclica Laudato si’ llamó la atención sobre los deberes y la corresponsabilidad respecto a la casa común. “Nadie se salva solo”.

Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra —decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica.

“Construir puentes y no muros” es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del Apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones.

En unión espiritual con toda la cristiandad, estamos aquí numerosos para rezar por el Papa Francisco, para que Dios lo acoja en la inmensidad de su amor.

El Papa Francisco solía concluir sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.

Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza.

La lengua, el libro y la lectura

Rosalía Arteaga Serrano
Por: Dra. Rosalía Arteaga Serrano,
Presidenta de UNIR Ecuador

El 23 de abril se celebra una fecha importante para el español, el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, que coincide con la de otro extraordinario escritor, el dramaturgo William Shakespeare, por ello también es una festividad para la lengua inglesa.

En todo caso para quienes hablamos español es una muy importante recordación, que tiene que ver con el nacimiento de la lengua probablemente en un antiguo monasterio, el de San Miguel de la Cogolla, en La Rioja,  en el que se escribió un poema o unos versos en el latín vulgar, lo que dio origen a una nueva lengua, derivada del latín, que luego se extendería por 20 países como lengua oficial, en muchos otros como segunda lengua o lengua extranjera, siendo uno de los idiomas más hablados en el mundo.

El lenguaje sirve para comunicarnos, por eso es necesario hablarlo con propiedad, forma parte de nuestra identidad, por ello se dice que cuando muere una lengua, muere una cultura.

Pero también en el mes de abril hay otras festividades relacionadas con la lengua y tienen que ver con la fiesta del libro, asociada a San Jordi, que se conmemora con el regalo de rosas y de libros, para estimular la lectura en los diferentes sectores. Esta celebración se va popularizando, luego de haber comenzado en Cataluña y concretamente en Barcelona, a partir del siglo XV, ahora se ha extendido a otras latitudes que ven con buenos ojos una fiesta de la lectura y de las rosas.

También en Naciones Unidas el 23 de abril es el día del español, lo que oficializa aún más la celebración y le da un carácter de universalización, que busca destacar la importancia de este idioma para el mundo y particularmente para los hispanohablantes orgullosos de una lengua extremadamente rica en su vocabulario.

La lectura es parte de la celebración, por ello es importante incentivarla entre los más jóvenes, para crear hábitos que luego perdurarán, generando curiosidad por los libros, a los que se debe recurrir no solo en búsqueda de conocimientos sino también de diversión, de ocupación del tiempo libre, de entretenimiento y para dejar volar la imaginación

 

Texto inédito del Papa Francisco: “La muerte no es el fin de todo”

El Papa Francisco señaló que la muerte “no es el fin de todo, sino el comienzo de algo”, en sus reflexiones contenidas en el prólogo del libro “En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez”, escrito por el arzobispo emérito de Milán, el Cardenal Angelo Scola.

En el texto inédito, escrito por el Santo Padre el pasado 7 de febrero pero divulgado por el portal de noticias del Vaticano, Vatican News, este martes 22 de abril, asegura que las páginas del libro del Cardenal Scola son “una confesión sincera de cómo se prepara para el encuentro final con Jesús”.

Del texto emerge, según el Pontífice, la “certeza reconfortante” de que “la muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo”. 

“Es un nuevo comienzo, como sabiamente lo destaca el título, porque la vida eterna, que los que aman ya experimentan en la tierra dentro de las ocupaciones de cada día, es el inicio de algo que no tendrá fin. Y es precisamente por eso que es un nuevo comienzo, porque experimentaremos algo que nunca hemos experimentado plenamente: la eternidad”, explica el Santo Padre.

El volumen del purpurado italiano, editado por la Libreria Editrice Vaticana, saldrá a la venta en las librerías a partir del jueves 24 de abril.

El Papa Francisco recuerda que después de ser elegido Pontífice en marzo de 2013, ya revestido con “el hábito blanco del Papa, en la Capilla Sixtina” abrazó “con gran estima y afecto” al Cardenal Scola, al que llama en el texto “mi hermano, Angelo”.

Tras constatar que, en febrero ambos estaban ya “mayores”, asegura que “siempre” estarán “unidos por la gratitud hacia este Dios amoroso” que ofrece “vida y esperanza a cualquier edad”

El Pontífice también reflexiona así sobre la vejez, una etapa que debería ser sinónimo de “experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud…¡Valores que necesitamos desesperadamente!”.

Lea a continuación el texto íntegro del Papa Francisco:

Leo con emoción estas páginas nacidas del pensamiento y del afecto de Angelo Scola, querido hermano en el episcopado y persona que ha desempeñado delicados servicios en la Iglesia, por ejemplo habiendo sido rector de la Pontificia Universidad Lateranense, después patriarca de Venecia y arzobispo de Milán.

En primer lugar, quiero expresar mi agradecimiento por esta reflexión que combina experiencia personal y sensibilidad cultural como pocas veces he leído. Una, la experiencia, ilumina a la otra, la cultura; el segundo corrobora al primero. En este feliz entrelazamiento, la vida y la cultura florecen con belleza.

No se dejen engañar por la brevedad de este libro: son páginas muy densas, para leer y releer. Tomo de las reflexiones de Angelo Scola algunas ideas que están particularmente en línea con lo que mi experiencia me ha hecho comprender.

Angelo Scola nos habla de la vejez, de su vejez, que —escribe con un toque de confianza que desarma— «me sobrevino con una aceleración repentina y en muchos aspectos inesperada».

Ya en la elección de la palabra con la que se define, «viejo», encuentro una consonancia con el autor. Sí, no hay que tener miedo a la vejez, no hay que tener miedo de abrazar el envejecimiento, porque la vida es vida y edulcorar la realidad significa traicionar la verdad de las cosas.

Devolverle el orgullo a un término que a menudo se considera insano es un gesto por el que debemos estar agradecidos al cardenal Scola.

Porque decir «viejo» no significa «tirar a la basura», como a veces lleva a pensar una cultura degradada del usar y tirar. Decir viejo, en cambio, significa decir experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud… ¡Valores que necesitamos desesperadamente!

Es cierto que envejecemos, pero ese no es el problema: el problema es cómo envejecemos. Si vives este tiempo de la vida como una gracia, y no con resentimiento; si acogemos con sentido de gratitud y de reconocimiento el período (incluso largo) en el que experimentamos la disminución de las fuerzas, el cansancio creciente del cuerpo, los reflejos ya no son los mismos que los de la juventud, y bien, también la vejez se convierte en una edad de vida, como nos enseñó Romano Guardini, verdaderamente fecunda y capaz de irradiar el bien.

Angelo Scola destaca el valor humano y social de los abuelos. He subrayado repetidamente que el papel de los abuelos es de importancia fundamental para el desarrollo equilibrado de los jóvenes y, en última instancia, para una sociedad más pacífica, porque su ejemplo, sus palabras, su sabiduría pueden inculcar en los más jóvenes una visión de largo plazo, la memoria del pasado y el anclaje en valores que perduren.

En el frenesí de nuestras sociedades, a menudo entregadas a lo efímero y al gusto malsano por las apariencias, la sabiduría de los abuelos se convierte en un faro que brilla, ilumina la incertidumbre y da dirección a los nietos que pueden sacar de su experiencia un «más» respecto a su vida cotidiana.

Las palabras que Angelo Scola dedica al tema del sufrimiento, que a menudo aparece cuando envejecemos y, en consecuencia, cuando morimos, son joyas preciosas de fe y de esperanza.

En los argumentos de este hermano obispo escucho ecos de la teología de Hans Urs von Balthasar y de Joseph Ratzinger, una teología «hecha de rodillas», impregnada de oración y de diálogo con el Señor.

Por eso, decía más arriba, que estas son páginas que nacen del «pensamiento y del afecto» del cardenal Scola: no sólo del pensamiento, sino también de la dimensión afectiva, que es a lo que se refiere la fe cristiana, siendo el cristianismo no tanto una acción intelectual o una elección moral, sino más bien el afecto a una Persona, ese Cristo que vino a nuestro encuentro y decidió llamarnos amigos.

La misma conclusión de estas páginas de Angelo Scola, que son una confesión sincera de cómo se prepara para el encuentro final con Jesús, nos da una certeza reconfortante: la muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo.

Es un nuevo comienzo, como sabiamente lo destaca el título, porque la vida eterna, que los que aman ya experimentan en la tierra dentro de las ocupaciones de cada día, es el inicio de algo que no tendrá fin.

Y es precisamente por eso que es un «nuevo» comienzo, porque experimentaremos algo que nunca hemos experimentado plenamente: la eternidad.

Con estas páginas en mis manos, quisiera idealmente volver a realizar el mismo gesto que hice apenas revestí el hábito blanco del Papa, en la capilla Sixtina: abrazar con gran estima y afecto a mi hermano Angelo, ahora, ambos, mayores que aquel día de marzo de 2013. Pero siempre unidos por la gratitud hacia este Dios amoroso que nos ofrece vida y esperanza a cualquier edad de nuestra vida.

Ciudad del Vaticano, 7 de febrero de 202

¿Qué sucede con los restos del Papa Francisco tras su muerte?

La Iglesia Católica cuenta con una serie de costumbres y tradiciones históricas para el manejo de los restos mortales de un papa, desde el momento de su muerte hasta su entierro.

Algunas de estas prácticas han caído en desuso —como golpear al papa tres veces con un martillo para confirmar su fallecimiento— o han sido eliminadas a lo largo del tiempo mediante diversas reformas papales.

Recientemente, el Papa Francisco introdujo varios cambios en el proceso funerario, recogidos en la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis de 1998, el libro litúrgico que regula los ritos fúnebres de los pontífices. Según el maestro de ceremonias papales, Mons. Diego Ravelli, la nueva edición, publicada en 2024, fue solicitada por Francisco con el objetivo de “simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del obispo de Roma exprese mejor la fe de la Iglesia en Cristo resucitado, pastor eterno”.

El Ordo Exsequiarum divide el proceso en tres etapas, conocidas como “estaciones”.

Primera estación

Tras el fallecimiento del papa, el director de los servicios de salud del Vaticano —actualmente el doctor Andrea Arcangeli— examina el cuerpo y expide el certificado de defunción. Además, se encarga de preservar el cadáver adecuadamente para que pueda ser expuesto al público “con el mayor decoro y respeto”.

A continuación, los restos del pontífice son vestidos con la sotana blanca y trasladados a la capilla privada papal —en este caso, la capilla de Santa Marta— para el “rito de constatación de la muerte y deposición en el ataúd”, presidido por el Camarlengo, actualmente el Cardenal Kevin Farrell.

Luego de las oraciones, el cuerpo del papa, revestido con ornamentos litúrgicos rojos, la mitra y el palio, es colocado directamente en un ataúd sencillo de madera con un revestimiento de zinc, suprimiendo el uso del catafalco (la estructura elevada donde solían exponerse los papas). La vela pascual se coloca cerca y se enciende para la siguiente parte del rito, que incluye la aspersión con agua bendita. El féretro queda en un lugar adecuado dentro del Vaticano para la visita y oración de allegados, hasta que se traslade para la exposición pública.

Segunda estación

En la segunda etapa, el ataúd es trasladado en procesión solemne a la Basílica de San Pedro, donde se coloca cerca del altar mayor, el Altar de la Confesión, junto a la vela pascual, para que los fieles puedan acercarse, rezar y despedirse del pontífice.

En la víspera del funeral, o en otro momento previo, el ataúd se cierra en un rito especial. Antes de sellarlo, se coloca un velo de seda blanca sobre el rostro del papa, junto a una bolsa con monedas acuñadas durante su pontificado y una copia del “rogito”, un documento que resume su vida y obra. El ataúd interior de zinc se sella primero, seguido del ataúd exterior de madera.

El funeral, conocido como “Missa poenitentialis”, se celebra en la Plaza de San Pedro y marca el inicio de los “novendiales”, los nueve días consecutivos de luto por el papa.

Tercera estación

Finalmente, el ataúd cubierto con el paño fúnebre es llevado al lugar de sepultura. Tradicionalmente, los papas son enterrados en la cripta de la Basílica de San Pedro, una costumbre que se mantiene desde hace más de un siglo. Sin embargo, Francisco ha dispuesto que sus restos sean sepultados en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, debido a su profunda devoción mariana. La última vez que un papa fue enterrado fuera del Vaticano fue en 1903, cuando León XIII fue sepultado en San Juan de Letrán. Siete papas a lo largo de la historia han sido enterrados en Santa María la Mayor, el último en 1669.

Un funeral que rompe la tradición

Con estas modificaciones, Francisco ha roto con varias tradiciones vaticanas. Eliminó el uso de los tres ataúdes (ciprés, plomo y roble), optando por un único féretro sencillo. También dispuso que la constatación de la muerte se realice en la capilla y no en la habitación papal, y que el cuerpo sea expuesto directamente en la basílica, sin catafalco. Además, abrió la posibilidad de que futuros papas puedan ser enterrados fuera del Vaticano, según sus deseos personales.

Estas reformas buscan, según el propio Francisco, que el funeral papal refleje el carácter de un pastor y discípulo de Cristo, y no el de un personaje poderoso del mundo.

Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

Hannah Brockhaus

Madurez para gobernar

Por: Dr. César Ulloa Tapia

Vicerrector del Instituto de Altos Estudios Nacionales 

Señor Presidente rodéese de las mejores ecuatorianas y ecuatorianos para gobernar. De eso dependerá el éxito de su gestión, por tanto, de todos.  ¿Eso qué significa? Gente completamente ética, autocrítica, técnica y con profundo servicio público. Tienda un puente con las universidades y la sociedad civil, ahí tiene personas de primerísimo nivel que han venido sosteniendo al país, debido a su aporte cívico y profesional. Incorpore experiencia a su equipo con el afán de lograr una simbiosis maravillosa entre la creatividad, la preparación y el ímpetu de la juventud con las lecciones aprendidas de los adultos y por qué no, de los adultos mayores.

Queremos conocer con claridad hacia dónde vamos en los próximos cuatro años. Con plena seguridad nos comunicará, no solo en el discurso sino también en las decisiones que tome Presidente. ¿Cuáles son esas señales? Las leyes que enviará a la Asamblea con carácter de urgente y no, la conformación de su equipo, una política exterior acorde con los retos de un mundo muy complejo, la presentación de un plan social, la relación con los gobiernos autónomos descentralizados, la vinculación con la sociedad civil, la política económica.

Se entiende que la crisis múltiple que atravesamos no es de ahora, más bien es una consecuencia de varias y malas decisiones del ayer, gobiernos, asambleas, funciones del Estado y élites, y por esa misma razón, queremos conocer cómo arrimamos el hombro, abrimos las manos, ponemos lo mejor de nosotros mismos, pues al país lo sacamos todos. Retome las iniciativas para forjar acuerdos nacionales, es el mejor momento. El país no puede vivir polarizado, muchas de las veces por la irresponsabilidad de malos políticos.

Los grandes acuerdos nacionales son el combate al crimen organizado, la inseguridad y la violencia; la reactivación económica y un modelo hacia delante, la lucha contra la corrupción y la impunidad, la reinstitucionalización del Estado, y una política social que no se pierda en lo asistencial y clientelar. Con esa hoja de ruta no cabe la improvisación para los futuros gobiernos.