Debieron trascurrir ocho años hasta que el 9 de octubre de 1820 los patriotas de Guayaquil volvieron a encender la lucha por la Independencia al destituir a las autoridades realistas y pronunciarse por la libertad. El detonante del golpe fueron tres oficiales venezolanos que habían servido en el batallón Numancia, del cual habían sido dados de baja en Lima porque se sospechaba de sus sentimientos patrióticos: los capitanes León de Febres Cordero y Luis Urdaneta y el sargento mayor Miguel Letamendi, a quienes se unieron los oficiales de los cuerpos acantonados en Guayaquil y los hacendados y comerciantes que formaban la oligarquía local, José Joaquín de Olmedo, José de Villamil, Jacinto Bejarano y muchos otros. El doctor Olmedo fue nombrado presidente de la Junta de Gobierno que se conformó un mes más tarde. Sigue leyendo
