La formación de recursos humanos de excelencia académica y profunda sensibilidad social constituye la razón de ser de la educación superior, y el encargo social que debe asumir para desarrollar las cualidades intelectuales, humanas, culturales, artísticas, políticas y espirituales del estudiante, en conjunción con la naturaleza y la sociedad, articulando en forma orgánica y dinámica la docencia, la investigación, la vinculación con la sociedad, la difusión y la gestión académica, donde se entrelace razón y liberación, manifiesta un informe elaborado por ex Consejo Nacional de Edcuación Superior.
La educación superior debe orientar la docencia a la formación de profesionales emprendedores que respondan proactivamente a las necesidades de los sectores productivos; que promocionen la investigación técnica y aplicada, y promuevan las vinculaciones con la comunidad, en un contexto guiado por valores éticos, la orientación a la calidad académica y al servicio comunitario, puntualiza el documento.
Subraya que la formación académica deberá ser integral, superando todo el lastre tradicional docentista, bajo una visión aglutinadora de las actividades académicas elaboradas a partir de la comprensión de que la esencia de la educación superior es la formación integral de las personas que acuden a ella. Si las instituciones de educación superior no forman de manera integral a sus alumnos, no cumplen su función ni su razón de ser.
La comprensión integral e integradora de la formación académica posibilitará la construcción de un proyecto educativo que sea capaz de formar un sujeto crítico, con capacidad de globalización y acción en circunstancias cambiantes y críticas. De lo contrario, la educación superior continuará ofreciendo egresados parcialmente formados, inseguros y sin un horizonte claro; profesionales que creen que el trabajo en la sociedad consiste sólo en la aplicación de unas cuantas técnicas y recetas memorizadas, en un mal entendido proceso de formación, expesa.
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