Suelen ser los más motivados, muy trabajadores, los que confían en sus posibilidades, los que se planifican bien su formación académica y profesional.
Los estudiantes que sobresalen en sus estudios y en su vida profesional no se limitan a estudiar los días previos de un examen sino que comienzan desde el primer día de clases, estudiando poco a poco durante todo el curso.
Llegan a los exámenes con tranquilidad por la confianza que da tener los conocimientos asimilados. Acuden a las pruebas sin presión alguna y así obtienen el éxito deseado.
Piensan en positivo y ven el lado bueno de las cosas
El día anterior a la prueba preparan todo el material que se va a necesitar y evitan olvidos de última hora que aumentan el nerviosismo.
En la noche previa al examen descansan para obtener el mejor rendimiento.
Tienen en cuenta los criterios de puntuación del profesor, de esta manera otorgan más o menos tiempo a las preguntas.
Aplican una técnica diferente a cada tipo de examen.
Antes de escribir las respuestas hacen un esquema para estructurar bien las ideas y no dejar nada importante fuera.
Saben centrarse en lo que pregunta el profesor.
Para finalizar el examen dedican los últimos diez minutos para realizar un repaso exhaustivo de lo escrito, así se evitan que se cuelen faltas de ortografía.
Están capacitados y preparados para dar respuestas cortas y precisas.
Tienen un dominio del tema y tienen la capacidad de síntesis para elaborar conceptos breves.
Siempre salen airosos de las pruebas porque van al grano, se expresan con claridad y concisión y evitan responder a más cosas de las que se preguntan.
En las pruebas tipo test demuestran que conocen toda la materia, porque han estudiado desde el primer día para enfrentar los exámenes.
Primero responden a las cuestiones que tienen más claras, y en una segunda vuelta responden al resto, así optimizan el tiempo asignado a la prueba.