En la Universidad Central del Ecuador se realizó un encuentro para discutir sobre el rol de la academia en la producción social del hábitat, frente a la agenda institucional Hábitat III.
El evento convocó a la ciudadanía interesada en proponer un modelo alternativo de ciudad, de territorio, como un medio físico, biológico y antropológico que introduce la dimensión cultural del hábitat y en el que los seres humanos le han agregado su aporte. Este segundo encuentro formó parte del itinerario organizado por la Comisión Interdisciplinaria Hábitat de la Universidad Central del Ecuador.
El rector de la Universidad Central, doctor Fernando Sempertegui, puntualizó sobre el acelerado crecimiento urbano como uno de los fenómenos que genera el empobrecimiento rural, situación que reta al quehacer universitario a profundizar su investigación científica multidisciplinaria y a generar alianzas encaminadas a la ruptura de esquemas alejados de la realidad.
Desde la perspectiva académica, política, artística y ambiental, los catedráticos Julio Echevarría, Patricio Guerrero, el artista César Portilla y la activista Rocío Bastidas abordaron complejidades como la eminente crisis civilizatoria, donde las ciudades se planifican como motores que alimentan esa crisis a causa de la expansión a territorios rurales y a ecosistemas que dejan de ser preservados.
El extractivismo, la rentabilidad tecnológica, el uso ineficiente del tiempo, la contaminación generan pérdida de la calidad de vida, y, la incapacidad de respuesta gubernamental configuran el modelo de ciudad dispersa. Estas son parte de la problemática que, de acuerdo a los expositores, no se toman en cuenta en el evento mundial de Naciones Unidas, cuyos intereses se alinean a los de los gobiernos transnacionales.
De allí la necesidad de incluir en el debate académico la participación social, sobre la movilidad sostenible, el uso de otras energías, el fortalecimiento de la capacidad de participación de los ciudadanos, la regulación del uso del suelo constituyen los desafíos que la academia debe asumir, sin descuidar al arte como el espacio para el ejercicio de la libertad que permite pensar la posibilidad un mundo diferente al capitalismo y en el que se a¬rma el principio de igualdad.
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