“La medición de la “calidad” se la debe realizar sobre la base de un seguimiento continuo del “proceso académico” y debe estar destinada hacia la consecución del producto de la formación: es decir, en primer lugar el estudiante, y en segundo lugar, el egresado o graduado; por ello, el objetivo, cuando se mide calidad, no es evaluar la capacidad de la institución, sino la oferta académica en sí. En suma, se evalúa a fondo, la carrera o el programa de postgrado, en cuanto a su pertinencia social, efectividad del modelo pedagógico y curricular; haciendo énfasis en el seguimiento de los conocimientos y creatividad de los egresados y graduados, para resolver los problemas de las empresas e instituciones en las que laboran y, en general, los de la sociedad.
Así lo señala el Informe sobre la situación académica y jurídica de las universidades y escuelas politécnicas: Visión de conjunto, elaborado en el 2009 por el entonces Consejo de Educación Superior –CONESUP- para dar cumplimiento al Mandato Constituyente Nº 14.
De esta óptica, un estudio de situación académica y jurídica, debe enfocarse en los requerimientos institucionales de funcionamiento, previamente a la medición de calidad. Por lo cual, debe contener las bases del proceso, entre ellas: planificación institucional y académica (incluido el análisis de la oferta académica), servicios estudiantiles, tipo y capacidad de los docentes, vinculación con la colectividad y sobre todo el proceso de generación de conocimiento, es decir, la investigación, puntualiza el mencionado documento.
En cuanto a esta última, agrega, debe ser analizada ya sea por la pertinencia de los proyectos en relación al avance del conocimiento, o a la funcionalidad social y productiva (patentes). Si el análisis de la investigación no tendría uno de los roles fundamentales dentro de la situación académica y jurídica de las instituciones de educación superior (IES), dejaríamos de lado el principio fundamental y el rol básico de la universidad en el contexto social; que es el de constituirse en el generador y difusor de las nuevas experiencias humanas de conocimiento y desarrollo de tecnologías; toda vez que, las sociedades están sometidas a la ley del cambio permanente, que en el último período histórico se efectúa en tiempos cada vez más cortos, y esta es precisamente la función social de la investigación.
Por otra parte, anota el informe, la idoneidad y pertinencia de las IES se la debe medir “hacia adentro”, es decir, en relación a su propio modelo educativo y a las necesidades explícitas de una formación que conduce a la calidad; de allí que, en el estudio del CONESUP se indagó respecto a la infraestructura, la capacidad operativa y técnica de los servicios, aulas, bibliotecas y talleres y, en general, de la planta física; al igual que otros aspectos propios de las Universidades, como la existencia de procedimientos de formulación, evaluación y actualización de las mallas curriculares y de sus contenidos, así como, las publicaciones no necesariamente indexadas.
La inferencia de calidad es posible, subraya el informe del CONESUP, si los datos observados y plasmados en indicadores, se combinan entre sí, como por ejemplo, mediante la utilización de modelos multi-variables para explicar fenómenos. No obstante, este tipo de análisis no corresponden a los lineamientos jurídicos establecidos en el Mandato Constitucional No. 14.
En el caso del presente análisis realizado por el CONESUP, la inferencia sobre la calidad es indirecta, ya que no incluye las características antes expuestas; sin embargo, se trata de establecer requisitos esenciales de operación de las IES, los cuales se presentan como una base de funcionamiento, sin la cual es muy difícil conseguir los objetivos meta-curriculares de excelencia del proceso educativo.
El propio CONESUP aclara en su informe, que los diversos aspectos, ítems, variables e indicadores de su evaluación apuntan a ofrecer un diagnóstico empírico para conocer la situación académica y jurídica de las universidades en cuanto a su CAPACIDAD INSTITUCIONAL para generar calidad educativa; en otras palabras, analiza los requerimientos mínimos de cumplimiento para su desarrollo intrínseco. No se trata en estricto “sensu”, de una evaluación de la CALIDAD, sino, de una inferencia (cualitativa-cuantitativa-cualitativa) para evidenciar los aspectos positivos y negativos de las Instituciones de Educación Superior. El objetivo es llegar a saber si realmente cada institución y el Sistema de Educación Superior, en general, cumplen los requerimientos que le permiten operar hacia la eficiencia, expresa.