Estos componentes son una familia de moléculas que se encuentran en los alimentos, pueden tener efectos cancerígenos y se han descrito como agentes inmunosupresores. Las más de 80 muestras analizadas proceden de lugares como España, Estados Unidos e Italia por lo que los expertos advierten de la necesidad de mejorar los controles de seguridad alimentaria.
El polen de abeja es un producto natural apreciado por sus beneficios nutricionales y medicinales, y está ganando popularidad por su posible uso como alimento y suplemento para el ganado. Sin embargo, un estudio liderado por el CSIC, en colaboración con la Universidad de Almería, ha detectado la presencia de cuatro micotoxinas —aflatoxina B1, ocratoxina A, zearalenona y deoxynivalenol— en muestras de polen de hasta 28 países, entre ellos España, que representan una amenaza latente para la salud humana.
Algunos de estos compuestos producidos de forma natural por unas pocas especies de hongos o mohos de los cultivos, como las aflatoxinas, han sido reconocidas por la International Agency for Research on Cancer (IARC) como los compuestos naturales con mayor potencial cancerígeno para humanos que se conocen, seguidas por la ocratoxina A, el deoxinivalenol o la zearalenona. El trabajo se ha publicado en la revista Food Control.
Algunos de los compuestos encontrados en el polen de abeja tienen un gran potencial cancerígeno para los humanos
En este estudio se evaluó, mediante ensayos inmunoenzimáticos, la presencia de cinco micotoxinas —aflatoxina B1, ocratoxina A, zearalenona, deoxinivalenol y toxina T2— en 80 muestras de polen apícola de países como China, España, Estados Unidos, India, Italia y Rusia, entre otros.
“A través de la técnica ELISA, se han detectado micotoxinas en todas las muestras analizadas”, explica María Dolores Hernando, investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC). “Estas muestras, además de la distinta procedencia, incluyen una amplia diversidad en las características del polen comercializado para consumo humano, como su forma de producción (convencional y ecológica), su composición floral (mono y multifloral) y su procesado (polen fresco, deshidratado y como pan de abeja)”, añade.
El riesgo de la aflatoxina B1 se considera de alta preocupación en el 84 % de casos detectados
En el 28 % de los casos analizados, el contenido de deoxynivalenol sobrepasa los valores de referencia toxicológicos, mientras la aflatoxina B1, a consecuencia de su concentración y frecuencia de detección, del 98 %, se considera de alta preocupación en el 84 % de los casos.
Debido a la falta de información sobre el alcance de la contaminación con sustancias peligrosas del polen de abeja, sigue habiendo una serie de interrogantes sobre la seguridad de este producto apícola. Los investigadores de este trabajo ponen de manifiesto la necesidad de mejorar los procesos de secado y conservación del polen, así como la ampliación de los controles de seguridad alimentaria a productos considerados, en general, de bajo consumo.
Referencia:
Hernando, M. H. et al. «First survey on the presence of mycotoxins in commercial bee pollen sourced from 28 countries», Food Control (2023)