Manuel Toharia, Director de la Organización Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, España, señala que la misión tradicional de la Universidad se ejerce a través de dos tareas esenciales: la docencia y la investigación. Pero pocas veces se habla de una tercera función quizá tan importante como aquéllas y, en estos momentos, quizá aún más importante: la comunicación pública de los saberes que vamos acumulando.
Muy especialmente, en el campo de lo que solemos llamar «ciencia», que incluye no sólo los conceptos teóricos y prácticos, cuyo número sigue creciendo aceleradamente, sino también los productos finales que llegan a la sociedad en forma de avances tecnológicos de cualquier orden.
Nunca como ahora, afirmaToharia, fuimos tan dependientes de la ciencia y la tecnología; nunca como ahora fuimos más ignorantes respecto a aquello que nos hace la vida mejor y más prolongada que nunca. La Universidad no puede quedarse en su lugar sin intervenir en ese proceso educativo a gran escala, que sin duda desborda las aulas y los límites de edad estudiantil.
Desde luego, enfatiza, no es la única implicada; también los medios de comunicación deben asumir su cuota de responsabilidad, como transmisores esenciales de la información que fluye entre las fuentes y los destinatarios. Y no digamos los poderes públicos. Pero el estamento universitario tiene una responsabilidad especial.
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