Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato
“Al día siguiente, cuando Iyomi estuvo segura de que Jaguar y Águila todavía estaban allí, autorizó a la tribu para presentarse nuevamente ante los nahab para vacunarse. Ni ella ni nadie pudo explicar lo que sucedió entonces. No supieron por qué los niños forasteros, que tanto habían insistido en la necesidad de vacunarse, saltaron de pronto a impedirlo. Oyeron un ruido desconocido, como de cortos truenos. Vieron que al romperse los frascos se soltó el Rahakanariwa y en su forma invisible atacó a los indios, que cayeron muertos sin ser tocados por flechas o garrotes. En la violencia de la batalla, los demás escaparon como pudieron, desconcertados y confusos.” (Allende, Isabel, La Ciudad de las Bestias, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2002, p. 282).
Si hubiese leído primeramente el antecedente libro, seguro que no me dejo vacunar contra la gripe. Estaban los de las brigadas médicas en campaña por la amazonia ecuatoriana, hace un par de meses insistiendo a los de la “tercera edad” que si nos dejábamos vacunar nunca más tendríamos gripe (como decimos acá), y advierto que ahora mismo escribo con moquera. ¿Qué agüita me inyectarían?
Pero el caso es que entre la incertidumbre y las pandemias los imperios manejan a su antojo el pánico. Rahakanariwa es el espíritu del mal el que nos inyectan cuando hay contubernios perversos. Con la apariencia de preocupación, quedan a un lado todas las ocupaciones administrativas de los altos, medianos y bajos funcionarios, por ese extraordinario afán de no dejarnos morir contagiados, cuando tienen otras maneras de exterminio, un poco más sádicas, como matarnos de hambre, apuñalados por la violencia social, por los transgénicos, por los dilatados turnos para las consultas con el seguro social, por la falta de medicinas, por la inseguridad vial, por el narcotráfico, el coyoterismo, el alcoholismo, los desequilibrios sicológicos y los procesos de enajenación mental que afectan la salud emocional debido al envenenamiento masivo impartido por los medios de comunicación al servicio de las estructuras del poder.
Lo del libro de Allende resulta oportuno e impactante por cuanto el exterminio de las llamadas tribus amazónicas de Brasil y Venezuela, tiene que ver con intrincados intereses de quitarse de por medio a los indios estorbosos. Los grandes empresarios entran en juego hasta con afamados antropólogos que ponen opiniones “científicas” hasta de canibalismo y ferocidades inauditas de los nativos, cuando estos evidencian una natural resistencia a la enajenación de su hábitat y a la destrucción de la naturaleza que les da el cobijo y el sustento. El método biológico, como dice la autora, resulta silencioso y efectivo.
La careta de proteccionismo, es una máscara perversa del capitalismo paranoico. Plantas, animales y gente somos víctimas de esta pandemia de pensamiento hostil en contra de los “estorbos” a sus alucinantes intereses. La humanidad contemporánea parece que se alimenta de odio y de persecuciones. Inadmisible que los chinos derrumben al imperio yanqui, piensan unos. Inadmisible que Israel se deje imponer de Palestina, piensan otros. Hay que hacer murallas entre México y el Imperio. Hay que bloquear a Cuba, hay que tener mucho cuidado con Corea del Norte. ¿Verdad que hace una falta urgente actualizar el Antiguo Testamento para ver cómo hay que repartirse el mundo?