Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva
Son escritores que compilan y redactan hechos históricos o de actualidad.
Antes de la aparición del periodismo moderno y la sistematización de la crónica como un género periodístico, se tenía por cronista al escritor que narraba acontecimientos de interés histórico; el término era casi equivalente a historiador.
Después del descubrimiento de América por los europeos, se conocieron los relatos de los llamados cronistas de Indias, que informaban sobre la geografía y el modo de vida de los indígenas americanos.
El Cronista debe estar alejado de todo vínculo que pueda desvirtuar su crónica. Aunque los contactos con toda clase de personas y entidades son necesarios y, en ocasiones, imprescindibles, esto no debe significar excluir de su crónica a ningún habitante ni suceso histórico de la población que representa, por lo que siempre deberá atender con la mayor objetividad posible cualquier dato histórico. Los cronistas están para promover la cultura de los pueblos.
Es importante la existencia de Cronistas, con cargos en las Municipalidades, para aglutinar a quienes hagan esta noble labor, de recoger la historia de los pueblos.
En la Historia antigua del País Imbaya de Segundo Moreno Yánez, hay indicios de nuestros cronistas imbayas. Es importante la obra: “Historia oral de los imbayas de Quinchuquí”, de Antonio Males.
Los cronistas manifiestan que Atahualpa dijo: “Hagan falsas montañas sobre mis Huacas”, para ocultar sus tesoros a los españoles. Antes de que Quito cayera, en 1534, Rumiñahui la incendió y escondió los tesoros de Atahualpa.
Qué importante la obra que realizó como Cronista de Quito el Dr. Jorge Salvador Lara, que fue Legislador y Canciller de nuestra República.