De Guayaquil a la batalla de Pichincha

Debieron trascurrir ocho años hasta que el 9 de octubre de 1820 los patriotas de Guayaquil volvieron a encender la lucha por la Independencia al destituir a las autoridades realistas y pronunciarse por la libertad. El detonante del golpe fueron tres oficiales venezolanos que habían servido en el batallón Numancia, del cual habían sido dados de baja en Lima porque se sospechaba de sus sentimientos patrióticos: los capitanes León de Febres Cordero y Luis Urdaneta y el sargento mayor Miguel Letamendi, a quienes se unieron los oficiales de los cuerpos acantonados en Guayaquil y los hacendados y comerciantes que formaban la oligarquía local, José Joaquín de Olmedo, José de Villamil, Jacinto Bejarano y muchos otros. El doctor Olmedo fue nombrado presidente de la Junta de Gobierno que se conformó un mes más tarde.

Entre las primeras medidas de las nuevas autoridades estuvo el envío de mensajeros a las demás ciudades del país, así como a los generales José de San Martín en el sur y Simón Bolívar en el norte, y la formación de un ejército, la División Protectora de Quito, cuyo propósito era liberar el resto de la antigua audiencia y en especial su capital.

Al principio pareció que la campaña libertadora sería fácil y rápida. Los pueblos de la Costa se sumaron a la revolución; Cuenca proclamó su propia independencia el 3 de noviembre del mismo 1820 y días después se dieron movimientos independentistas en otras ciudades de la Sierra como Machachi, Latacunga, Riobamba, Ambato y Alausí. La División Protectora venció a los realistas en Camino Real, el 9 de noviembre, ocupó Guaranda y avanzó hasta Ambato. Pero en Huachi, inmediatamente al sur de Ambato, el coronel realista Francisco González decidió reconquistar el sur de la Sierra y el 20 de diciembre derrotó a las fuerzas de Cueca y ocupó la ciudad.

Entre tanto habían llegado a Guayaquil los emisarios de San Martín y Bolívar, con los cuales revivió la tensión entre el Perú y Colombia por el control de la rica provincia. Al final prevalecieron los colombianos por su superioridad diplomática y militar, y el joven general venezolano Antonio José de Sucre asumió el comando unificado de las tropas. Pese a ello, la Junta de Gobierno de Guayaquil, bajo el hábil, decidido y patriótico liderazgo de Olmedo, mantuvo su independencia de la Gran Colombia, muy a pesar de Sucre y Bolívar.

Para 1821 se había llegado a un punto muerto en las acciones militares. Cuando los realistas intentaban bajar a la Costa y tomarse Guayaquil, eran derrotados por los patriotas (Cone, cerca de Yaguachi, 19 de agosto); pero cuando éstos intentaban subir a la Sierra y liberar Quito, eran a su vez vencidos (segunda batalla de Huachi, 12 de septiembre).

Para superar ese punto de equilibrio militar, Sucre debió obtener la ayuda de Ssan Martín, quien envió una división al mando del coronel boliviano Andrés de Santa Cruz. Además, renunció a la marcha directa contra Quito. Se dirigió al Sur a reunirse con Santa Cruz y ya con un ejército mucho más poderoso, bajo el comando general del propio Sucre, fue avanzando hacia el norte. Así libero Cuenca, desocupada por los realistas (21 de febrero de 1822) y Riobamba (21 de abril).

La ciudad de Quito representaba un problema mucho mayor. Allí se habían fortificado los realistas, que no aceptaban salir a combatir a los patriotas en una batalla campal, sino que los esperaban desde sus posiciones ventajosas, en El Panecillo y otras elevaciones. Sucre decidió rodear la ciudad por las faldas orientales del Pichincha, sea para atacarla desde el norte (donde no estaba fortificada) o al menos para cortar las comunicaciones entre los centros realistas de Quito y Pasto, que hasta el momento no habían podido ser tomados por los patriotas.

En cumplimiento de este plan, el ejército libertador ascendió en secreto por las faldas del Pichincha en la noche del 23 de mayo de 1822. Pero el terreno es tan difícil y la distancia a recorrer tan extensa que a la madrugada del 24 fueron descubiertos por los realistas cuando recién estaban sobre la parte sur de la ciudad. Allí se trabó el combate, en condiciones no planificadas por ninguno de los jefes, aunque Sucre aprovechó magistralmente la estrechez y pendiente del terreno. Allí mostraron su valor muchos jóvenes militares como el teniente Abdón Calderón, el colombiano José María Córdova y el argentino Juan Lavalle. Al final, la victoria correspondió a los patriotas y el jefe realista, general Melchor Aymerich, debió rendirse y entregar la ciudad y el Gobierno de la antigua audiencia.

Tomado del libro 1809 – 2009 Historia Grafica del Ecuador, editado por Pablo Cuvi con el auspicio del Ministerio de Cultura del Ecuador y el Comité Presidencial del Bicentenario.

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