Desafíos a restituir lenguas perdidas en Ecuador

Reflexiones para el nivel fónico

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Supongamos que nos aventuramos a restituir lenguas centroandinas ecuatorianas de las que supervive mucho nivel léxico en la toponimia, la antroponimia, fitonimia y zoonimia. Estamos hablando de lenguas como el palta, el cañari, el puruhá, el quitu-pantsaleo, el caranqui y hasta el pasto y quillasinga, siguiendo de sur a norte la serranía ecuatoriana.

Primero les vamos a advertir que las denominaciones de las lenguas y culturas tienen problemas.

En muchos casos no son auto denominaciones en su propia lengua. Las denominaciones no son salidas de los propios integrantes de su comunidad. Panzaleo fue denominación puesta por el cronista Cieza de León, a su cultura y a su lengua; por esto es una denominación exógena. Si se refiere al arbusto de la región pantsa ligado al sufijo leo que está en nombres de otros pueblos de la región como Peli-leo, Tisa-leo, Chibu-leo, Mundug-leo, etc, estamos ante un vocablo intraétnico de su cultura, pero no sabemos si panzaleo, como escribió Cieza, era término con que se autodenominaba su gente.

Decir quilla-singa a la cultura de los pastos también es denominación exógena, porque está en quichua, y por ello significa “nariz de luna”. Realmente es un apodo impuesto, posiblemente por los incas conquistadores, porque les vieron que usaban pendientes con forma de medias lunas en sus narices. También no se descarta que los hayan ridiculizado como ‘narices de luna’ por su condición fisiológica.

Se debe rastrear auto denominaciones en su propia lengua para volver a la auto identidad.

A grandes rasgos, el problema de las culturas y de las lenguas es bastante enredado. No se crea que el nombre de la lengua coincide con el nombre del grupo:

“Los incas no decían que hablaban ‘’inca”, sino “runa shimi = lengua de hombres”. Sin embargo, como esto habrá parecido un abuso a los conquistadores, los españoles generalizaron el nombre que fray Domingo de Santo Tomás puso a esta lengua cuando escribió su gramática “Quichua”, que es como se la conoce en el mundo”.(6) (6) (Reino, Pedro, Clasificaciones de las lenguas indígenas en el Ecuador precolombino, Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Tungurahua, Ambato, 1992, p. 3)

[Los naturales llaman a las más altas y frías regiones de las montañas “colla”, particularmente a las que están situadas entre las montañas de la costa y los andes propiamente dichos, y en medio de los cuales está el lago Titicaca. Los más profundos y cálidos valles de la costa y los de la falda Este de los Andes se llaman “Yuncas”. Entre la región alta y fría y la región cálida hay una templada, que es la que se compone de valles elevados. Esta región se llama “keshua”, o según otra pronunciación, “Quechua” o “Quichua”. El Cuzco y otros lugares de importancia están situados en la región de los valles altos o “keshua”. Como en una gran parte del “colla”, en el departamento que hoy mismo lleva el nombre de “collado”, se habla Aimará, mientras en el Cuzco dominaba el “Runa shimi”, los españoles, a fin de distinguir este idioma del de “colla”, lo llamaron lengua de los “keshuas”, o simplemente “keshua”].(7) (7) (Middendorf, Ernst, Gramática Keshua, Ed. Aguilar, Madrid, 1970, p. 156.)

Pretender que hablaran “runa shimi” para los hispanohablantes era una grosería, puesto que socialmente se los despreciaba. ¿Cómo así que tienen “lengua de hombres”, habrían dicho sus opresores.

¿Cuál sería el siguiente paso?

Tratar de establecer un posible alfabeto. Ubicar vocales y consonantes.

¿Con base en qué?

Deberíamos agrupar palabras y más palabras regionales, sobre todo de la toponimia, porque están fijadas en territorio. La antroponimia no me sirve mucho porque si le persigo a un apellido, con toda seguridad lo encuentro desplazado. El hombre no es estático.

Para saber si estoy en lo correcto y si no soy hablante materno de una lengua indígena, y a pesar de que sí lo fuera, si no soy lingüista, debo consultar si las palabras “extrañas de mi geografía” o campo de investigación, están o no registradas en diccionarios quichuas (pensemos que por ser hablantes de español no podemos decir, si no hemos estudiado, qué palabras provienen del latín, del griego o del árabe). Debemos buscar ojalá los diccionarios más antiguos, porque dan la medida de seguridad a lo que es y no es quichua, que fue una lengua impuesta en dos instancias históricas en nuestro medio: primero por la conquista inca; y segundo, por la cristianización y evangelización que se hacía, usando esta lengua general. Además, en nuestro medio hay un prejuicio: Creemos que todo lo que no es español es quichua; igual que creemos que toda la arqueología que se descubre es inca.

También viene otro problema: es que puedo encontrar tres clases de palabras extrañas al español (me apoyo en el pantsaleo para ejemplificar):

a) Palabras completas que realmente no son quichuas. Llamemos vernáculas.
Quiligüí, Yayuligüí, Patuligüí (nombres de lugares)
Guambahalo, Cotahalo, Poalo (núcleos con cacicazgos)

b) Palabras mezcladas o híbridas, mezcladas entre vernáculas con quichua.

Quindi (colibrí) – alo,
Pata (final de algo) – aló,
Llullu-aló (llullu=tierno, se ha asimilado la vocal)

c) Palabras híbridas entre vernáculas y quichuas con español.
Mula-aló

¿Qué hago primero? Pues selecciono las vernáculas y voy buscando en el diccionario quichua si los fragmentos de palabras las puedo tener como vernáculas. Si no están en diccionarios quichuas pasan a ser tenidas como vernáculas.

Hay que recordar que muchas de estas palabras vienen escritas como si fuera una sola palabra. Esto es un error histórico y desconocimiento justamente de los idiomas. Por ejemplo ahora se escriben Cotaló, Guambaló, Mulaló; pero en los registros de escribanos en documentos coloniales, consta con esa /h/ intermedia: Cotahalo, Guambahalo, Mulahalo. Esto me da otra pauta, que la /h/ indica separación o pronunciación relajada y contrasto que en los documentos de los 1600 jambato escribían con /j/, en los 1700 escriben con /h/, y prácticamente a partir de la república, se suprime la /h/ y se estabiliza la ortografía. Sin embargo de ello, los indígenas todavía pronuncian /jambato/.

En Ambato, uno de los sectores urbanos, donde se inició la Universidad Técnica, se llama y lo escriben Ingahurco. ¿Por qué y quién habrá metido esa /h/ entre dos palabras quichuas perfectamente identificadas inga y urcu? Significa: cerro del inca. Se debería escribir separado inga urcu. Se ha escrito así en algunos casos más, como en pilis hurco. Hay otros casos donde se ve escrito hurco con /h/. Sencillamente es un barbarismo. Este desconocimiento y falta de respeto al idioma subordinado deduzco que fue tomado de los textos didácticos de nivel escolar o de algún autor y libro prestigiado, y se han congelado en las formas interculturales de la lengua escrita hispanizada. Cuando fui docente en la Universidad Técnica, pensé que se podía corregir, puesto que toda la papelería institucional ponía la dirección de la UTA en la “ciudadela Ingahurco”, como hasta ahora consta. El error persiste porque la palabra de un rector o de una autoriad superior pesa más que el conocimiento. “Esto no se cambia”. Si la universidad no cambia con la investigación ¿quién nos sacará de la ignorancia? Recién ahora puedo reaccionar.