El ingreso a la universidad

Por:  Dr. Mario Jaramillo Paredes

RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DEL AZUAY

Einstein- una de las mentes más brillantes del siglo XX- reprobó los exámenes de ingreso, cuando intentó por primera vez entrar a la universidad. Luego de tomar clases particulares insistió nuevamente y finalmente aprobó. Con sus estudios, la humanidad pudo contar años más tarde con la teoría de la Relatividad, una de las revoluciones más profundas en la historia de la ciencia. Pero el hecho debe recordarnos que las pruebas no son infalibles aun cuando son mejores que no tener un sistema de selección.

La anécdota viene al caso en cuanto está preparándose en estos días una nueva modalidad para el ingreso a las universidades. La Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología será la encargada y por lo tanto la responsable de crear el nuevo sistema de admisión que-según se ha anunciado-no versará solamente sobre conocimientos sino sobre aptitudes y capacidad de razonamiento.

Que la prueba sea fundamentalmente para medir capacidades y aptitudes es bueno aún cuando también deberá evaluar- con un porcentaje más bajo- los conocimientos en áreas fundamentales. Medir capacidades antes que conocimientos, apunta en la dirección correcta de conocer aptitudes y dar oportunidades iguales a los estudiantes que, como todos conocemos, tienen una enorme heterogeneidad en su formación, según el colegio del cual provienen.

Pero no solamente es tema de igualdad de condiciones. Se ha dicho con frecuencia y con bastante razón que la Universidad puede complementar los conocimientos que les falten a los bachilleres a través de cursos de nivelación serios. De eso se trataría hoy para aquellos estudiantes que no pasen las pruebas. Los que aprueben pueden seguir directamente la carrera que escojan y los que mejores notas tengan en la prueba nacional escogerán la universidad que prefieran, que se supone serán las mejores. Finalmente las universidades particulares podrán agregar sus propios requisitos y exigencias a los que aprobaron las pruebas nacionales. Las estatales-por su parte-deberán recibir los fondos necesarios para este proceso.

En nuestro país existieron exámenes de ingreso hasta inicios de los años sesenta. Mal estructurados y peor aplicados llevaron al movimiento estudiantil a oponerse a ellos y finalmente suprimirlos. El remedio a la postre fue peor que la enfermedad pues muchas universidades por fuerza de ley y por intereses políticos recibieron más estudiantes de los que responsablemente podían atender con una educación de calidad. En muchas instituciones la calidad bajó sensiblemente. Otras- generalmente las mejores- siguieron manteniendo o fueron creando poco a poco sistemas de admisión para evaluar conocimientos y capacidades.

Las pruebas de admisión no son ni dan una medida exacta del estudiante. Pero son preferibles a no aplicar ninguna selección. Casi nada nuevo hay bajo el Sol y las pruebas de admisión tampoco son una novedad en la universidad ecuatoriana, buena parte de las cuales ya venimos aplicándolas.

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