Por: Nicolás Camacho
El hombre es un animal en constante cambio y adaptación, fundamentalmente a través de la educación y las necesidades consecuentes del clima. Su esencia como homo sapiens proviene de sus potencialidades mentales y a través de las cuales inventa, transforma la realidad, abstrayendo su realidad y sus experiencias comunicándolas. Es un ser consciente de sí mismo, capaz de planear y actuar consecuentemente a su determinación. Esta es su naturaleza, desde la cual se auto – realiza cumpliendo su misión como hombre o degenera, frustrando su percepción existencial.
Fromm(1) decía que el sentido de la vida del hombre está en canalizar su creatividad, sublimando el amor y superando así a la desesperación producida por la separatidad. Siguiendo este razonamiento podríamos decir, que el ser humano solo es feliz si cumple con su naturaleza, de ser creativo, de cambiar su realidad conscientemente, hacia un objetivo esperado. El ser humano tiene una misión, acumular conocimiento y a través de decisiones inteligentes, alcanzar la sabiduría que satisfaga su vacío.
Básicamente el ser humano aprende por dos principios: el condicionamiento (castigo o recompensa, pecado o bien aventuranza, procedimiento moral o inmoral) y por imitación. Según el principio del condicionamiento, el individuo sabe y comprueba una y otra vez que la felicidad es consecuente a un comportamiento basado en leyes morales, sociales y psicológicas que respondan a sus necesidades, en armonía con las necesidades de la sociedad(2). Por imitación, se genera empatía y se crean estados mentales de colaboración y unidad, ya que el hombre aprende de los aciertos y los errores de sus semejantes, tanto del pasado como del presente. En ambos casos, el objetivo de la educación es alcanzar la felicidad, como realización en sí de sus potencialidades. Por lo cual podremos decir que si la educación es exitosa, tendremos individuos felices o por el contrario, infelices. Pero básicamente, más allá de estas metodologías, la educación depende del objetivo hacia el cual mire el individuo, su entrega y motivación personal determinará su realización.
Según Hill, la educación es un deseo ardiente, que guiado por un plan estructurado, traza el camino para actuar y convertir al conocimiento en el más precioso de los recursos o riquezas. El autor nos dice, que solo la motivación, el deseo sincero por progresar, encontrar la virtud, por contribuir y mejorar a la sociedad, es el combustible real para acelerar el proceso de aprendizaje; consecuente a esto, una persona con mediocres expectativas nunca luchará por descubrir los tesoros escondidos del conocimiento.
Por eso creo, que el fundamento del proceso educativo es reafirmar la fe del estudiante, su creencia de que puede transformar su realidad, el mundo e iluminarlo. Solo la fe en estas capacidades del hombre, se manifestarán en acciones dirigidas por el conocimiento, capaces de superar los obstáculos, los errores y ser feliz en el proceso de la realización. Creo que el mejor método de educación es motivar e incentivar a otros seres humanos a ser lo más felices que puedan ser, y a creer que tienen todos los dones necesarios para realizarlos, que solo deben actuar, siguiendo un plan basado en el conocimiento, la inteligencia y la pro-actividad.
Notas:
1 El miedo a la libertad. Fromm
2 Utilitarianism. Jonh Stuart Mill
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