Dr. Luis Rivadeneira Játiva
Nacido en Quito, en La Magdalena, el 27 de mayo de 1947, tiene amores encontrados. Admirador del Che Guevara, los Beatles y Herman Hesse.
Ecléctico, es un calificativo que le cae como anillo al dedo, irreverente o utópico, también. Soñador, es el calificativo perfecto para Lufránk, su seudónimo. Egresado del patrón Mejía, hincha de la Liga y no se hable más. Un pintor y profesor del Colegio Quito, de 65 años, que viste como si perteneciera a los montoneros de Alfaro, pero, cuyas únicas armas son: las paletas, los pinceles, los óleos y las acuarelas.
Lleva sus cuadros en su Suzuki Forsa II, color blanco, en cuya cajuela entran con las justas sus lienzos. Tiene pequeños retratos de gente que admira: Eloy Alfaro y Mahatma Gandhi. Se le escucha decir: “El arte no tiene precio, el arte no se vende. La gente puede adquirir una pieza, pero el arte no se puede vender”. Su buen genio contrasta con su locura al pintar.
Por su parte, aduce que muchos de sus «mini cuadros» de nuestra Ciudad de Quito incluso los ha regalado, porque para él el arte es una anécdota que le permite vivir. “Ya no quería pintar casas y para esta semana hice una serie exploratoria que se llama «Quito fantasmal», sin el fin de vender; pero apenas las exhibí ya se me llevaron quince cuadros”, comenta este pintor quien dice haber sido obsesionado por los fantasmas, por las atrocidades de la guerra, por los mendigos y los niños en la calle “por el Quito que nadie quiere ver”, concluye.
Estudió en la Facultad de Artes de la Universidad Central. Una tela negra larga contiene decenas de sus pinturas, bajo otra visión de la ciudad. Se destacan también los retratos de Fidel Castro y Rafael Correa. “Cuando vendo los cuadros me da pena porque no los volveré a ver, me quedo vacío, pero me vuelvo a llenar con el calor de la gente”, afirma este pintor de las calles, veredas y parques.
Lucero, forma parte del paisaje de nuestra Ciudad de Quito. Su presencia en el Parque El Ejido es la de un personaje que no puede faltar en el lugar, porque todos preguntan por él, pero, fácilmente se lo encuentra, junto a la Circasiana, con su sonrisa llena y su jovial manera de ser.